Introducción
Los días eran oscuros y difíciles para un compositor de mediana edad llamado George que recientemente había sufrido un derrame cerebral.
Su salud finalmente se había deteriorado por una vida de angustia y dificultades. El derrame le había paralizado el lado izquierdo de su cara, causándole un intenso dolor.
La mayoría del tiempo apenas podía pagar el alquiler y se enfrentaba a la posibilidad de ir a prisión por las deudas. Estaba abatido y desanimado. Francamente, la vida era triste y desesperante.
Una noche de 1741, deprimido y derrotado, vagaba por unas solitarias calles sumido en sus pensamientos, tratando de encontrar un plan – alguna esperanza en la vida.
Cuando regresó a su casa, encontró un sobre que le había dejado un amigo. Su amigo sólo quería animarlo, así que, simplemente había copiado una serie de versículos – las profecías bíblicas sobre la llegada del Mesías.
George Handel los leyó, puso las hojas a un lado y luego se metió en la cama, pero no pudo dormir. Las frases bíblicas que acababa de leer volvieron a su mente: el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz. . . es la gloria de Dios… Aleluya.
Se levantó y fue a su piano y durante los siguientes 24 días, no dejó de escribir. Por tres semanas seguidas, él compuso. Difícilmente paraba para comer o dormir, negándose a recibir visitas.
Finalmente, un amigo consiguió entrar en el apartamento donde encontró a George Handel rodeado de papeles con partituras esparcidas por todas partes; lagrimas corrían por su cara mientras le decía a su amigo: “Creo que he visto la grandeza de Dios”. Y pronto después, terminó de componer su maravillosa obra titulada “el Mesías”.
Durante 400 años en la historia de Israel, hubo muy poco que cantar. Después de las profecías de Malaquías – entre Malaquías y los Evangelios del Nuevo Testamento – no hubo una revelación – no hubo palabra alguna de parte de Dios. No hubo profeta de Dios que pronunciara palabras de juicio o de ánimo. Este fue el tiempo que llegó a ser conocido como los 400 años de silencio.
Pero entonces, empezaron a suceder cosas sorprendentes. visitas de ángeles, eventos sobrenaturales, gran alegría – y música que empezó a componerse de nuevo.
Y desde los lugares más inverosímiles.
En un pueblo ocupado por soldados romanos – un pueblo que había llegado a ser famoso por su inmoralidad – una joven adolescente compone una canción llena de pasajes del Antiguo Testamento, una canción sobre su Salvador y el milagro de su concepción a pesar de ser virgen.
De hecho, al comienzo del Evangelio de Lucas – sólo en los dos primeros capítulos, encontramos hasta cinco canciones y el tema que predomina es el gozo.
Por primera vez en 400 años, coros de Aleluya están empezando a hacer eco en toda la tierra.
Todas estas eran buenas noticias que nos traen gran gozo.
Después del canto de gozo de María, un anciano sacerdote, ya muy lejos de estar en la flor de la vida, tiene un bebé milagroso con su anciana esposa. Ellos viven en el campo, lejos del poder, la política y la burocracia religiosa.
Sin embargo, Dios ha elegido a su milagroso bebé para que sea el próximo profeta – sucediendo a Malaquías – y su hijo tendrá la misión de presentar al Mesías.
Ahora es la oportunidad para que este viejo sacerdote empiece a cantar – o recitar su propia composición de gozo.
El Nacimiento de Juan el Bautista
No nos adelantemos demasiado, volvamos a donde terminamos nuestro último estudio – en el Evangelio de Lucas, capítulo 1; ahora en el versículo 57:
Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella. Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño. Lucas 1:57-59a
Este era la señal del pacto abrahámico – la marca de un varón judío en obediencia a la ley. Esto le daba a Juan las credenciales necesarias como un profeta de Israel.[i]
Se nos dice aquí que todos sus conocidos vinieron a esta gozosa ceremonia – a este tiempo de celebración que tradicionalmente incluía el nombramiento del hijo en su octavo día.
Y era costumbre en estos días nombrar al hijo como su padre o abuelo, especialmente si eran hombres de alta estima y reputación.[ii]
Y quién era más estimado que ese fiel sacerdote que había servido al Señor por varias décadas, al que un ángel había visitado para darle la noticia de que el Mesías estaba en camino.
Todos obviamente estaban esperando nombraran a este bebé en honor a padre y lo llamaran Zacarías Jr.
De hecho, observe el drama familiar que se da aquí en la ceremonia – mire el final del versículo 59:
… y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan. Y le decían, ninguno de tus parientes se llama así”.
Esa es la forma bíblica de decir: “¿Estás loca? Nadie en la familia se llama Juan”.
El vecindario está alborotado. Pero me pregunto, ¿quién les dio un voto a los vecinos? ¿De dónde salieron?
Juan, ¿de dónde viene ese nombre? ¡No lo pueden llamar así! Juan ni siquiera suena como Zacarías.
Pero Elisabet no cede, y Zacarías no puede hablar todavía, ya que está bajo la disciplina de Dios por su incredulidad.
Así que, aquí está Elisabet terriblemente superada en número, pero inamovible. Evidentemente ella tiene una tremenda tenacidad porque, a pesar de que toda la familia y el vecindario insiste en el nombre Zacarías, Elisabet dice: “Él se llamará Juan y punto”.
O sea, nadie se puede meter con esta madre primeriza de 80 años. Ella obviamente entendió todo lo que su marido le escribió antes – que el ángel Gabriel le dijo que este era el nombre que Dios había escogido para su hijo – Juan que significa: Dios es misericordioso.
Este era el mensaje que Dios quería que Israel escuchara de su profeta, no sólo un mensaje de arrepentimiento del pecado, sino el mensaje de la misericordia de Dios quien perdona.
Pero ninguno de los vecinos lo entiende. La familia no lo puede creer. El tío Enrique y la tía Marta y todos los primos están desconcertados – pero Elisabet no va a ceder.
Ellos están convencidos de que ella eligió el nombre sin el consentimiento de Zacarías – que ella se había desubicado – y lo confirmamos porque en el versículo 62 leemos que ellos le preguntan a Zacarías.[iii]
Note:
Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar. Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Lucas 1:62-63
O sea, a Zacarías le pasan una tablilla – esto hace referencia a una tabla cubierta con cera. Y él escribe algo sorprendente aquí. Él confirma lo que Elisabet dijo antes en versículo 60, pero utiliza el verbo en un tiempo diferente. Él no escribe: “Se llamará Juan”, sino que escribe: “Su nombre es Juan!”[iv]
Se terminó el debate. Es más, él ya era Juan en el vientre de su madre antes de nacer. “No le estamos poniendo el nombre hoy, el día de la ceremonia. Él ya tenía nombre antes de que todos ustedes aparecieran con sus opiniones.”
Dios le puso por nombre “Juan” hace un poco más de nueve meses.
Y con esa declaración de obediencia y humildad, Dios abre la boca de Zacarías. E inmediatamente Zacarías comienza a pronunciar palabras de alabanza a Dios.
Se nos dice en el siguiente versículo – me encanta esto: “se llenaron de temor todos sus vecinos” (v.65)
Esa es la última vez que intentan ponerle el nombre al bebé de otra persona.
Bueno, la palabra temor puede traducirse como “asombro reverente”. Un gran sentimiento de asombro los sobrecogió cuando finalmente Zacarías habla por primera vez después de más de 9 meses y puede contarles de primera mano todo en cuanto a la visita del ángel Gabriel y su mensaje de parte de Dios.
Estaban llenos de un asombro, completamente impresionados. Sabían que algo sobrenatural había pasado con esta pareja de ancianos y su hijo recién nacido.
La música mesiánica se escucha en la tierra una vez más.
Zacarías ha compuesto su propia versión del coro Aleluya – está lleno de pasajes del Antiguo Testamento – tal vez hasta con 33 alusiones diferentes al Antiguo Testamento.
Y comienza a cantar – que era más como un recitar según la costumbre – recitando estas palabras. Esta es la obra maestra de Zacarías inspirada por el Espíritu Santo.
Hay varias estrofas en esta composición, dependiendo de cómo la bosqueja. La dividiré en tres estrofas.
Llamaremos a la primera estrofa:
La Profecía de Zacarías sobre la Salvación de Dios
Comenzando en el versículo 68 leemos:
Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; Para hacer misericordia con nuestros padres Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder. Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos, En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. Lucas 1:68-75
Esa estrofa, a propósito, es una sola oración larga. No estoy seguro de cuando respiró Zacarías.
Posiblemente haya notado que Zacarías está cantando sobre el futuro en tiempo pasado. Él nos ha visitado, Él nos ha redimido, Él nos levantó un poderoso Salvador.
Estos suelen llamarse verbos en pasado profético. Él está cantando sobre el futuro como si ya hubiera sucedido – esto es tan seguro como si ya hubiera pasado.[v]
El apóstol Pablo hace lo mismo en el nuevo Testamento cuando dice que el Señor asimismo nos hizo sentar [a los creyentes] en los lugares celestiales con Cristo Jesús (Efesios 2:6) — por la fe en Cristo usted ya está allí.
La salvación que Dios ha provisto para usted sólo por la fe en Cristo es eternamente segura; su ingreso al cielo es en el futuro, pero se habla de esta como si ya hubiera sucedido. Es tan seguro como si ya hubiera pasado. ¡Es prácticamente un hecho!
Al momento en que usted confió en Cristo para su salvación, usted fue redimido, glorificado, resucitado y sentado en el cielo en la mente de Dios que ve el pasado y futuro al mismo tiempo.
Usted ya está allá, ¡garantizado!
Ahora, en la estrofa número dos, notará cómo Zacarías dirige su atención a su hijo y literalmente le canta sobre su ministerio profético.
Esta estrofa es:
La Profecía de Zacarías sobre el Ministerio de su Hijo
Observe el versículo 76:
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, Por la entrañable misericordia de nuestro Dios .Lucas 1:76-78a
¿Puede imaginarse esta escena? No ha habido un profeta en 400 años. Y ahora, Zacarías está sosteniendo a un profeta en sus brazos. Él está ahora cantándole directamente a Juan – “Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo… irás delante de la presencia del Señor.
No puedo evitar pensar en que el canto de Zacarías estuvo interrumpido por lágrimas de alegría – de ambos, suyas y de Elisabet, e incluso las de algunos de sus familiares. ¡Qué momento!
Leemos que su ministerio será el de preparar el camino para el Mesías.
Él va a ser el agente de avanzada de Jesucristo – él preparará el camino.
Esa expresión tenía sus raíces en la antigüedad, donde los buenos caminos no eran la norma. Pero, la mayoría de las carreteras, eran simplemente senderos a través del campo y a medida que se acercaban a las ciudades, a menudo estaban llenas de pozos y barro, las ruedas de los carros a menudo se quedaban atascadas. Bueno, al parecer la historia no ha cambiado mucho desde entonces, pero ese es otro tema.
Si un rey estaba viajando para visitar la ciudad, se harían muchos esfuerzos para preparar el camino por el que andaría. Esto a menudo implicaba nivelar, drenar, elevar y pavimentar el camino con adoquines de piedra para que el carruaje real anduviera sin problemas.[vi]
En el auge del imperio romano, hicieron muchos de esos caminos elevados y emparejados con adoquine. Las llamaban vías. Eran las carreteras de la antigüedad.
Y hasta el día de hoy, no hay nada como poder conducir por una buena carretera para llevarlo a donde quiere ir. A kilómetro y medio de mi casa están construyendo la siguiente sección de la interestatal. Cuando la terminen algún día, ojalá antes del rapto – voy a poder llegar al aeropuerto en unos 15 minutos. Hoy me tardo más del doble. No hay nada como un buen camino.
Juan va a construir el camino espiritual, él va a anunciar al mundo que el Rey está en camino, que el Hijo del Altísimo está en camino.
Juan va a construir una carretera con su predicación para que el Mesías llegue directamente a los corazones de aquellos que creerán.
Con esto en mente, veamos la estrofa final de Zacarías que describe a este Mesías. Esta es:
La profecía de Zacarías sobre el pronto amanecer
Note el versículo 78 – la última parte:
…nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz. Lucas 1:78b-79
¿Qué hará el Salvador, el Hijo de Dios?
- Él liberará a los apresados por la oscuridad;
- Él rescatará a aquellos que enfrentan la inevitable muerte y el juicio eterno
- Él dará paz interior a aquellos que no la han experimentado.
Esta es una descripción sombría pero realista de la raza humana – a lo largo de la historia de la humanidad:[vii]
- vive en la oscuridad y la desesperanza
- enfrenta la muerte inevitable y el juicio final
- tiene hambre de paz y satisfacción
El mundo aquí se describe de manera real: un mundo en oscuridad, muriendo sin esperanza.
Pero el amanecer está a punto de romper la oscuridad y la desesperación mundo.
Zacarías canta: ¡la aurora de lo alto viene en camino!
- El apóstol Pedro escribió que Jesucristo es como “el día que esclarece y el lucero de la mañana en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19);
- Juan lo llamó “la estrella resplandeciente de la mañana” (Apocalipsis 22:16);
- La salvación se describe como “ser rescatado del poder de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13);
- Nuestra misión como creyentes es declarar sus alabanzas – cantar los aleluyas – anunciar las virtudes de aquel que “nos llamó de las tinieblas a su luz admirable”(1 Pedro 2:9);
- Y se nos promete que al final, en el reino de luz eterna, nosotros, los creyentes, resplandeceremos como el sol (Mateo 13:43).
El Amanecer está en camino.
El Evangelio de Juan comenzará dándonos las tres reacciones al amanecer, de la primera venida de Cristo.
Primero, hay quienes no lo reconocen. No fue reconocido por quien es – la luz verdadera que alumbra a todos (Juan 1:9). Hay quienes no le reconocerán.
Segundo, hay aquellos que lo rechazarán.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Juan 1:11).
Salga hoy a la calle y:
- Pregúnteles a las personas si les gustaría vivir para siempre y dirán: “Sí!”
- Pregúnteles, si les gustaría vivir sin enfermedades, ni dolencias o dolor y dirán: “Sí!”
- Pregúnteles, si les gustaría vivir en un hermoso paraíso para siempre y ellos dirán: “Sí!”
- Pregúnteles si estarían dispuestos seguir a Jesús y dirán: “Queremos todo lo que nos dijo antes, pero no lo queremos a Él.”
Hay quienes no lo reconocen.
Hay quienes lo rechazan.
Pero están aquellos que lo van a recibir.
Por la gracia de Dios, sus ojos están abiertos a la luz. El Evangelio de Juan va a describir esta reacción. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).
Aquellos que lo reciben son liberados del reino de las tinieblas y son trasladados al reino de luz, gobernado por aquel cuyo nombre es la Aurora – el Rey de Luz – y un día lo veremos con nuestros propios ojos.
Y mientras tanto, tenemos todas las razones para cantar Aleluya a nuestro Redentor.
… como George Handel que tomaría la letra de la profecía de Isaías, Zacarías y otros profetas y crearía la melodía y acompañamiento musical, declarando:
El pueblo andaba en tinieblas vio gran luz
los que moraban en tierra de sombra de muerte,
luz resplandeció sobre ellos
El Amanecer está por llegar. La Aurora viene de lo alto a visitarnos – a nosotros que habitamos en tinieblas y en sombra de muerte; para traernos la luz de Su evangelio, rescatándonos de la muerte eterna; y encaminar nuestros pies por camino de paz – la perfecta paz de Dios.
No es de extrañar que los creyentes canten: ¡Aleluya!
[i] R. Kent Hughes, Luke: Volume 1 (Crossway Books, 1998), p. 66
[ii] Bruce B. Barton, Life Application Bible: Luke (Tyndale, 1997), p. 30
[iii] Adaptado de Darrell L. Bock, Luke: Volume 1 (Baker Academic, 1994), p. 167
[iv] Ibid.
[v] Hughes, pág. 74
[vi] Charles R. Swindoll, Exalting Christ the Son of God (Insight for Living, 1987), p. 19
[vii] Adaptado de Bock, pág. 193