Introducción
A finales del siglo XV, un fraile dominico llamado Savonarola se levantó un día como una voz solitaria en Italia para confrontar a la iglesia con su corrupción y hacer un llamado a ambos, líderes y congregaciones para una genuina renovación espiritual.
En su mayoría fue rechazado, ignorado, insultado y perseguido. Pero él persistió en predicar el Evangelio de arrepentimiento y fe en Cristo.
En su tiempo, los cargos en la iglesia, desde el papa a los obispos se vendían al mejor postor. La inmoralidad tenía lugar de manera abierta entre el clero y aún se hacía alarde de aquello en la iglesia y la comunidad en general.
Savonarola habló contra el pecado, pidiendo que el pueblo regresara a Dios y a Su Palabra.
Los líderes de la iglesia eventualmente ordenaron su arresto, y mientras estaba en su tiempo de oración durante la mañana, fue arrestado y encarcelado.
Después de un duro tiempo en prisión, cuando finalmente lo llevaron a juicio, el papa envió un mensaje a través de su emisario que decía: “Manden a matar a Savonarola no importa si es otro Juan el Bautista.”
El 23 de mayo de 1498 lo ahorcaron, quemaron su cuerpo y arrojaron sus cenizas en el río.[i]
Hoy, es considerado uno de los precursores de la Reforma. Durante el siguiente siglo, Martín Lutero predicaría contra la corrupción de los líderes religiosos y sus tradiciones, y pediría que se regresara al Evangelio solo por la fe en Cristo solamente.
El fundamento de la vida – y la predicación – de reformadores como Savonarola, Lutero y otros, fue esa pequeña frase que dice en latín: – “sola Scriptura – las Escrituras solamente”.
A la luz de la historia, no creo que a Savonarola le hubiera molestado en absoluto ser comparado con Juan el Bautista. Por el contrario.
En un contexto similar, Juan el Bautista llegaría en una etapa increíblemente compleja y divisiva y explosiva en el ámbito político y religioso.[ii]
Juan comenzará a predicar y presentar lo que podríamos llamar la Reforma definitiva: Esta es la presentación del Redentor.
Le invito a abrir su Biblia en el Evangelio de Lucas, capítulo 3, donde el escenario está a punto de cambiar. Después de reportar sobre la niñez del Señor Jesús, ahora Lucas se enfoca en el mensaje y ministerio de Juan el Bautista.
En lugar de comenzar dándonos las notas y bosquejos del sermón de Juan, Lucas nos da los nombres de cinco gentiles y dos líderes judíos. De esta forma, él básicamente nos presenta el difícil contexto – el tipo de mundo en que Juan comenzó su ministerio.
Y déjeme decirle, el mundo no ha cambiado en absoluto. Y la mayor tragedia aquí es que todos estos hombres – y el mundo en general – efectivamente van a ignorar al Mesías. Lo van a ignorar por completo.
Hay tanto sobre ese contexto político y religioso que puede animarnos e instruirnos hoy… así que tomemos el tiempo para profundizar un poco en este pasaje.
El Escenario Político
Primero, Lucas revela el escenario político al darnos los nombres de cinco hombres que estaban en puestos de gran autoridad durante este tiempo.
Lucas los presenta en el versículo 1:
En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia. Lucas 3:1
Empecemos por la base de esta cadena alimenticia política, y luego iremos avanzando hasta la cima.
Lisanias se menciona al final de la lista. Se lo llama tetrarca que literalmente significa gobernador de una cuarta parte – una pequeña parte del reino. Su biografía se ha vuelto confusa con pasar del tiempo, sin que haya quedado registro claro de sus logros como líder.
Los siguientes dos tetrarcas son hijos de Herodes el grande. Tal vez recuerde que Herodes el Grande fue quien ordenó la muerte de todos los niños menores de dos años en la región de Belén, con la esperanza de matar al bebé identificado por los sabios como el Rey de los judíos.
Bueno, cuando Herodes el grande murió y se dio cuenta – aunque demasiado tarde – que no era tan grande después de todo, César Augusto dividió su pequeño reino y nombró a algunos de los hijos de Herodes como gobernantes de esas secciones.
Uno de sus hijos mencionado aquí por Lucas es Felipe. Él gobernó durante unos 30 años. Le gustaban los grandes palacios y el entretenimiento. Él construyó la ciudad de Cesarea de Filipo, nombrada en su honor por supuesto.[iii]
Otro hijo de Herodes el Grande mencionado aquí por Lucas, simplemente se conoce como Herodes. Su título completo es Herodes Antipas, y fue un tipo absolutamente malvado que reinó en Galilea. Este fue el Herodes delante del cual Jesús se presentaría en sus últimas horas antes de ser crucificado.
Una cosa más para preparar el escenario aquí con respecto a Herodes: Aproximadamente durante el tiempo en que Juan el Bautista está empezando su ministerio, este Herodes visita a su hermano Felipe.
Herodes estaba casado en aquel entonces con la hija de un rey árabe, pero mientras va a visitar a su hermano Felipe, comienza una relación secreta con su esposa. Finalmente, Herodes termina desterrando a su esposa y se casa con la esposa de su hermano.[iv]
Juan el Bautista condenará públicamente a Herodes por su adulterio, lo que terminará con el encarcelamiento de Juan durante dos años, hasta que la nueva esposa de Herodes finalmente se vengue y logre ejecutar a Juan el Bautista.
Y si todo esto le suena como la trama de una telenovela, solo espere por que las cosas se ponen peores.
A continuación, Lucas menciona a Poncio Pilato, un líder político que conocemos un poco más. Poncio Pilato se convirtió en el gobernador de Judea cuando Jesús tenía unos veinte años.
Él estará a cargo del juicio a Jesús y aunque se da cuenta de que no ha cometido delito alguno, no quiere perder popularidad con la gente, así que trae una vasija con agua y se lava sus manos, simbolizando que queda libre de toda culpa y entrega a Jesús para ser crucificado (Mateo 27).
Finalmente, el primero en la lista de autoridades políticas, es el emperador romano Tiberio.
Tiberio había sido puesto en el poder por César Augusto. Tiberio había librado una exitosa carrera como comandante del ejército. En sus campañas militares logró conquistar territorios que hoy conocemos como Croacia, Serbia, Hungría y partes de Alemania. Cuando asumió el trono ya tenía 56 años así que no perdió el tiempo y exigió prontamente al senado, los soldados y finalmente a todo el pueblo que le juraran lealtad.[v]
Sin embargo, vivía sospechando que le iban a arrebatar el poder, así que cada vez, tenía arrebatos más violentos y severos. No pasó mucho tiempo, antes de que juzgara a varios como traidores: algunas veces por una verdadera conspiración contra él, y otras simplemente por una palabra desagradable que contra él o su familia.
Séneca, un joven político romano, escribió que, bajo el gobierno de Tiberio se desarrolló una frenética y apasionada persecución política. Se levantaban acusaciones continuamente; informantes aparecían de todos lados. Nadie estaba a salvo, y los acusados frecuentemente se quitaban la vida en lugar de esperar su juicio porque que sabían cuál sería el resultado.[vi]
Este es el escenario político en la que el profeta Juan está a punto de entrar.
Tendemos a olvidar que Juan morirá a sus 30 años. Su ministerio no dura más de 36 meses antes de ser ejecutado.
Ahora, una cosa es enfrentarse a un mundo político corrupto y desafiarlo a arrepentirse y caminar con Dios teniendo el respaldo del mundo religioso al mismo tiempo.
Pero Juan no tenía eso tampoco.
El Escenario Religioso
Lucas pasa de darnos información sobre el escenario político a mostrarnos ahora el escenario religioso. Observe la primera frase del versículo 2:
…y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás… Lucas 3:2a
Es aquí cuando la cosa empieza a apestar. No puede haber dos sumos sacerdotes sirviendo en al mismo tiempo según la ley. Entonces algo está podrido aquí.
En la antigüedad, el puesto de sumo sacerdocio, el líder de la comunidad judía y el sistema religioso se heredaba y era de por vida. Pero con la llegada de los romanos al poder, su cargo se convirtió en un regalo para aquel que se llevara mejor con el gobierno. De hecho, durante los 50 años previos al ministerio de Juan hubieron 28 sumos sacerdotes distintos.
Anás había ocupado el cargo durante siete años y luego fue sucedido por cuatro de sus hijos, Caifás era su yerno.[vii]
Anás había utilizado su posición como un medio para obtener poder y riquezas. De hecho, los negocios en el patio del templo llegaron a conocerse como el “Bazar de Anás”: el supermercado de Anás.
Juntos, Anás y Caifás estaban liderando una mafia religiosa.
Supervisaban un sistema religioso donde el templo generaba millones de dólares mediante la extorsión. Por ejemplo, los historiadores revelan que, durante este tiempo, cada hombre que asistía a la Pascua en Jerusalén sólo podía entrar en los terrenos del templo una vez que hubiera pagado el “impuesto al templo”; – que en la economía actual habría sido el equivalente a unos 15 dólares.
Ahora, todo tipo de moneda circulaba durante estos días: monedas de plata, oro o cobre de Grecia, Egipto, Sidón, etc. Todas las monedas era válidas hasta llegar al templo.
Los fieles tenían que pagar el impuesto del templo en Siclos galileos o como los llamaban “Siclos del santuario”.
Era aquí donde aparecían los cambistas que estaban sentados en el recinto del templo. Los cambistas de la nómina del templo cobraban todo tipo de tarifas adicionales básicamente para extorsionar a la gente común que sólo quería venir y adorar.
Había una tarifa de admisión a los terrenos del templo. Había un cargo por el cambio de moneda. Había otra por el hecho de recibir la moneda gentil (considerada impura).
De hecho, a medida que los fieles llegaban con su dinero griego, egipcio y romano, se les informaba que su dinero era ceremonialmente impuro.
Los cambistas de dinero cobraban otra tarifa por tener que recibir dinero “impuro” y cambialo por dinero “limpio”.
Así que, en la economía actual, esto costaría un promedio de $25, sólo para entrar al recinto del templo, donde ofrecería ofrenda al Señor o simplemente se detendría para orar.
Ahora si usted multiplica $25 por varios millones de visitantes que venían a Jerusalén para adorar – especialmente durante la Pascua – ya puede imaginar por qué la religión se había convertido en un gran negocio.
Otro problema tenía que ver con los animales que traían los fieles. Los sacerdotes sistemáticamente los rechazaban con la excusa de que no eran aptos para el sacrificio. Siempre le iban a encontrar algo. Entonces, requerían que la gente comprara los animales vendidos por el sistema del templo, y el costo de estos animales era cuatro veces más alto de lo normal.
El sistema del templo se había convertido en una máquina de hacer dinero, generando ingresos de más de $100 millones de dólares al año en la economía actualidad.
Anás es el poder detrás del telón y Caifás hacía el trabajo sucio. Esto se vuelve dolorosamente claro cuando Caifás es quien dirige el Sanedrín para condenar a Jesús a muerte.
Ahora, usted puede entender mejor por qué el hecho que Jesús entrara al templo para derribar las mesas de los cambistas y echar a todos los comerciantes del templo fue una bomba para el liderazgo – estaba interrumpiendo esa maquinaria corrupta.
Estos dos hombres no iban a permitir que nadie interrumpiera lo que estaba sucediendo allí en el templo. ¿Por qué? ¿Porque amaban guiar a la gente a adorar a Dios? Ese se suponía que era su trabajo. ¿Porque ellos amaban al pueblo de Dios? Esto era lo que debía haber en su corazón. Pero no. Ellos querían el poder, el prestigio y el dinero.
Lo que hace Lucas es desenmascararlos y mostrarnos la corrupción de Anás y Caifás – los mafiosos del templo.[viii]
Entonces, aquí está el escenario político. Existe:
- Inmoralidad
- Paranoia
- División
- Traición
- Impiedad
- Desinterés espiritual
Y aquí está el escenario religioso:
- Orgullo
- Avaricia
- Extorsión
- Indiferencia
- Desinterés espiritual
Dios había estado en silencio durante 400 años, permitiendo, según pareciera, que esta maldad se filtrara en Su adoración y corrompiera la adoración pura que Él ordenó para su pueblo. Uno casi puede escuchar al lector del relato de Lucas preguntándose: “¿Va a seguir Dios permaneciendo en silencio?
Por eso me encanta este pasaje. Lucas nos está diciendo cómo era el mundo y quién parece estar gobernándolo y luego nos dice que en este mundo – mire el versículo 2 nuevamente – durante este tiempo:
…vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Lucas 3:2b
Durante estos días, la palabra del Señor vino a Juan.
El Mensaje de Juan
Dios dice: este es el tiempo perfecto – cuando la política y la religión están en la alcantarilla. Este el mejor tiempo para hablarle al mundo con la verdad sobre la salvación.
Juan entra en un mundo gobernado por estos siete hombres y se pone del lado de Dios.
Ahora, si Juan ha estado leyendo los periódicos por los últimos años, probablemente sepa que este no es el tiempo para generar controversia. Probablemente debería empezar lento y tratar de ganarse la aprobación de la gente.
Pero no. Juan no va a hacerlo de esa manera. De hecho, ningún verdadero profeta de Dios lo hizo así.
Él no está interesado en ganarse la aprobación del pueblo, solo le interesa entregar la palabra del Señor.
El Evangelio de Marcos, nos dice que Juan estaba vestido con una tosca túnica hecha de pelo de camello, con un cinturón de cuero y su dieta era de langostas y miel (Marcos 1:6).
Él no tenía el menor deseo de encajar en la sociedad. Ni siquiera se iba a vestir de manera atractiva para generar seguidores. Él viene vestido de manera austera y que lo identificaba con el gran profeta Elías.
Su mensaje tiene tres componentes. Le invito a resaltar estas palabras en su Biblia: bautismo, arrepentimiento y perdón.
Observe el versículo 3:
Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados. Lucas 3:3
Este bautismo era por inmersión, y la primera pista es que el verbo griego “baptizo”, de donde sacamos nuestra palabra “bautismo” significa sumergir.
Queda claro que Juan sumergía públicamente en el río Jordán a todos los que acudían a él aceptando su mensaje. No era un poco de agua en la frente, era una inmersión total.
De hecho, Josefo, el historiador del primer siglo utilizó este mismo verbo “baptizo” para describir a alguien que era retenido bajo el agua. Incluso lo usa para describir a alguien que se ahogaba.[ix]
Eso no es lo que estaba haciendo Juan, a todo esto… ni lo que buscamos hacer cuando bautizamos a alguien hoy. El punto es que bautismo significa sumergirse en agua.
Juan explicará más adelante, que su bautismo en realidad apuntaba proféticamente al otro bautismo – el Espíritu Santo: la inmersión de alguien en el cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo.
Ahora, tenga en cuenta aquí que este no es el bautismo Cristiano del Nuevo Testamento que practicamos hoy. Juan era un profeta del Antiguo Testamento y la señal particular de su ministerio era que, si alguien interiormente se arrepentía de su pecado y creía en su mensaje, debía demostrar esa humildad y arrepentimiento exteriormente a través de esta limpieza ceremonial.
Y por eso su mensaje fue tan impactante.
Juan básicamente le dice a la nación judía que son pecadores y necesitan unirse al plan de Dios a través del arrepentimiento tal como los gentiles: Solo a través de un cambio de actitud, dejando su vida de pecado secreto y público, y pidiendo perdón a Dios. Así podían estar bien con Dios.[x]
Y Juan le asegura aquí pueden recibir perdón. Esto había sido impensable para la persona promedio e increíblemente alentador – que Dios perdonara a los que vinieran a Él con arrepentimiento en sus corazones. ¿Y qué de todos los sacrificios, todas las reglas y rituales?
Las religiones de ese tiempo oprimían a la gente impartiendo temor. Los dioses del panteón romano eran impredecibles, inmorales y crueles; la religión de los judíos se había convertido en una larga e imposible lista de reglas y regulaciones.
El mundo se tambaleaban bajo el peso de su culpa y vergüenza y no sabía nada de la paz con Dios y el perdón del pecado.[xi]
Ese es nuestro mundo hoy también. Tambalea bajo el peso de la culpa y la vergüenza, sin saber nada de la paz con Dios y el perdón del pecado.
Es por eso que en el versículo 18, Lucas dice que Juan estaba predicando buenas nuevas al pueblo.
Esas son las buenas noticias que la gente necesita escuchar hoy. Es posible hallar perdón mediante el arrepentimiento y la plena fe en el pago final de Cristo en la cruz por nuestro pecado.
Conclusión
Permítame ir concluyendo nuestro estudio con tres breves recordatorios a partir de estos versículos que siguen siendo válidos para nuestros días.
Recordatorio #1: El progreso del Evangelio no depende de la ayuda de los gobiernos del mundo.
Juan no va a recibir ayuda alguna de sus líderes políticos; de hecho, ninguno de nosotros jamás imaginaría que Juan hubiera esperado ayuda de Tiberio, Pilato o Herodes. Entonces ¿por qué nosotros habríamos de hacerlo?
Querido oyente, la iglesia no necesita libertad religiosa para ser espiritualmente productiva.
Uno de los problemas que tenemos los creyentes que vivimos en países libres es que nos olvidamos de que somos extranjeros y peregrinos. Pensamos que estamos en casa. Estamos tratando de ponernos cómodos en la casa equivocada ¡Nosotros estamos en camino a la Casa del Padre!
Y mientras tanto, como ciudadanos de cielo, asignados por Dios a nuestra embajada en esta tierra, ya sea que Dios lo haya llamado a servir en el gobierno, en la junta de vecinos, en el aula, en el hospital, en un negocio o en donde sea – recuerde por qué Dios lo ha puesto allí: Él lo ha puesto para servir con integridad, compasión y excelencia, para que en última instancia pueda entregar las buenas nuevas del Evangelio.
La oscuridad y la depravación de nuestra cultura, puede ser el escenario perfecto para otra reforma.
Usted podría pensar, que estos tiempos son los peores para vivir para Cristo y le Dios está diciendo: “Estos son los mejores tiempos para empezar otro llamado al arrepentimiento genuino y la renovación espiritual”.
Recordatorio #2: La gran tragedia no está en que los creyentes sufren temporalmente, sino que los incrédulos sufrirán eternamente.
Pablo le recuerda a la iglesia en 1 Timoteo 2, que debe orar por los reyes y autoridades, ¿por qué? Porque van de camino a rendirle cuentas a Dios – se dirigen a un destino eterno en el que no hay política, partidos, parlamentos o senados.
Así que ore para que sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4); para que puedan unirse a nosotros y un día adorar al Rey de reyes y Señor de señores que reinará para siempre.
Cuando Lucas escribe su relato del Evangelio, estos siete hombres ya habían muerto y los siete rechazaron al Mesías.
- Lisanias se perderá en el anonimato.
- Anás y Caifás morirán oponiéndose a la obra de Cristo.
- Poncio Pilato, quien presidirá sobre el juicio y ejecución de Jesús, intentará lavarse las manos en el asunto, pero nunca podrá olvidarse del hombre inocente al que condenó.
- ¿Y el emperador Tiberio? Él vivirá el resto de sus días recluido en su palacio aterrorizados por el futuro.
En la breve biografía de Tiberio que leí para entender mejor el contexto histórico, encontré lo siguiente: “Durante años, el emperador Tiberio estuvo rezando para que los dioses le concedieran tranquilidad hasta el final de su vida. Su oración no fue respondida”.[xii]
Y a la edad de 79 años, habiendo servido como el emperador de Roma durante todo el ministerio de Jesucristo, Tiberio murió infeliz, asustado y sin paz.
Siete hombres prepararon el escenario para el ministerio profético de Juan y el de Jesucristo. Tristemente, todos ellos ignoraron y rechazaron al Mesías.
¿Qué tal usted?
Si ya lo conoce y lo ha recibido, ¿está listo y dispuesto para representarlo hoy? Quién sabe, puede que el Señor lo use a usted hoy para comenzar una nueva reforma espiritual en su mundo.
[i] Adaptado de Philip Schaff, citado en Charles R. Swindoll, Exalting Christ the Son of God, pág. 16
[ii] Adaptado de Bock, pág. 282
[iii] William Barclay, The Gospel of Luke (Westminster, 1975), pág. 31
[iv] Adaptado de Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), pág. 91
[v] Adaptado de Michael Grant, The Twelve Caesars (Charles Scribner’s Sons, 1975), p. 86-90
[vi] Adaptado de Grant, pág. 96
[vii] John Phillips, Exploring Luke (Kregel, 2005), pág. 85
[viii] Swindoll, pág. 87
[ix] David E. Garland, Exegetical Commentary on the New Testament: Luke (Zondervan, 2011), pág. 154
[x] Garland, p. 154
[xi] MacArthur, pág. 207
[xii] Grant, pág. 107