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Triunfando sobre la diabólica serpiente

Jesús no vino solo a la tierra para decir palabras sabias, realizar algunos milagros y ganar seguidores. Vino a cumplir una profecía hecha miles de años antes, cuando Dios prometió a Adán y a Eva que uno de sus descendientes aplastaría la cabeza de la serpiente, Satanás. Acompáñenos y aprenda más acerca del poder de Jesús sobre el mal.
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Introducción

Si usted viajara a la ciudad de Roma en la época del nacimiento de Cristo, notaría que uno de los lugares más visitados por los turistas era el gran templo de Minerva, la diosa de la sabiduría.

Si tenía el dinero para pagar la entrada, se habría unido a otros peregrinos que llegarían caminando hasta la pieza central de este templo – un enorme altar cubierto de oro tan impresionante que le quitaría el aliento. Enrollada en el altar, había una serpiente de bronce que se elevaba hasta el techo del templo y luego se encorvaba sobre el altar, con su cabeza inclinada mirando desde arriba a los adoradores.

Ingenieros habían diseñado tuberías ocultas, que producían vapor y en el momento justo aparecía en ese altar. El vapor parecía como si saliera de las fosas nasales de la serpiente, y producía el sonido de un silbido como si estuviera viva.[i]

Los adoradores, de hecho, creían que la serpiente estaba viva y tenía grandes poderes místicos.

Es irónico ¿verdad? Cuatro mil años después de que la serpiente engañó a Eva diciéndole que desafiar la palabra de Dios al comer del fruto le daría acceso a la sabiduría divina, multitudes iban a adorar a una serpiente creyendo que era una fuente de poder y sabiduría.

La Biblia usa varias palabras para describir a Satanás. Una de ellas es “serpiente” (2 Corintios 11:3; Apocalipsis 20:2).

Aunque el mundo se burle de Satanás, convirtiéndolo en una criatura de dibujos animados, vestido con un traje rojo, un tridente y cola larga, él no es un chiste. Es muy real y peligroso.

Diecinueve libros diferentes del Nuevo Testamento lo mencionan, Jesús hace alusión a Satanás en 25 diferentes oportunidades.

En la Biblia, lo encontramos por primera vez en el Jardín del Edén tomando la forma o habitando el cuerpo de una serpiente. Tras la caída de Adán y Eva en pecado, Dios les prometió a ellos – y Satanás estaba escuchando – que vendría un Redentor, nacido de mujer, que rescataría a la humanidad de la maldición del pecado y aplastaría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15).

Lo que Dios prometió en Génesis 3:15, fue que el Mesías llevaría la maldición del pecado y la muerte, pero al hacerlo le quitaría los colmillos a la serpiente, destruiría su poder y pondría a este ángel caído – esa serpiente de pecado – fuera del negocio de manera permanente.

Ahora, teniendo este contexto en mente, lo que Jesús va a hacer en Su ministerio terrenal, es empezar a mostrar sus credenciales, las pruebas de que Él es el verdadero Redentor. Y escuche esto: él nos va a dar también una pequeña prueba, de cómo será la vida una vez que la maldición sea finalmente deshecha y revertida en el cielo.

Él nos va a mostrar un pequeño ejemplo de cómo será todo cuando Satanás y sus demonios sean desterrados para siempre en el infierno. De una manera muy tangible, incluso antes de Su victoria en la cruz, Jesús va a comenzar a aplastar la cabeza de Satanás por así decirlo

¡El aplastador de serpientes ha llegado!

Aquí no hay trucos me magia, no hay engaño, humo, espejos o tuberías ocultas para engañar a los incautos; no, Jesús está a punto de demostrar de manera irrefutable el verdadero poder de su divina autoridad.

Y lo hará de tres maneras. Déjeme mostrárselo. Estamos en el Evangelio de Lucas en capítulo 4. 

Jesús revela su autoridad en su predicación.

Lucas escribe aquí en el versículo 31:

Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridadLucas 4:31-32

La gente no conocía este tipo de predicación. Ninguno de sus rabinos o escribas hablaba con autoridad propia. 

Lo único que hacían era citar a sus predecesores, y ofrecer una tediosa repetición de las reglas rabínicas y los detalles ceremoniales.[ii]

Si usted viera el bosquejo de alguno de sus sermones, no vería más que una colección de citas con notas al el pie de la página.

Se levantaban a hablar y decían: “El rabino tal dijo esto, el rabino tal dijo aquello”. Incluso cuando hablaban los profetas decían: “Así dice el Señor”. Ellos tenían una autoridad delegada. Los rabinos citaban autoridades rabínicas, los profetas hablaban con la autoridad delegada de parte de Dios, pero Jesús hablaba con autoridad propia. Jesús dijo algo impactante. Cuando hablaba decía: “Yo les digo…”.[iii]

En el sermón del monte, Jesús dijo repetidamente: “Oísteis que fue dicho a los antiguos… Pero yo os digo…” (Mateo 5:21, 22, 27, 28).

En otras palabras, “no estoy citando a ninguna autoridad, no se me ha delegado la autoridad; no, yo soy la autoridad y mi palabra es la palabra final”. 

Por cierto, la iglesia solo tiene autoridad y poder si se apega a la Palabra de Dios. Ningún predicador tiene autoridad en sí mismo. El maestro solo tiene poder si está enseñando y predicando la Palabra de Dios. Porque la autoridad y el poder están en la palabra de Dios. Sin embargo, Jesús tenía autoridad y poder en sí mismo porque él es Dios soberano.

Jesús no está dando su opinión aquí en la sinagoga, no está tratando de averiguar lo que es políticamente correcto para Roma en esos días, no está siguiendo el resultado de las encuestas. Él está entregando la Palabra Dios. 

Jesús revela su autoridad sobre el reino de Satanás.

Note el versículo 33:

Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz. Lucas 4:33

Espere un momento. Esto está a punto de convertirse en una reunión bastante emocionante en la sinagoga. Nadie se olvidará de esto.

Aquí hay un hombre que está endemoniado – poseído por un demonio.

Un incrédulo puede ser poseído por demonios, mientras que un creyente no, porque ya es poseído y habitado por el Espíritu Santo. El espíritu de Dios habita en usted, creyente (1 Corintios 3:16). El Espíritu Santo no va a compartir su habitación con el diablo.

Sin embargo, permítame agregar esta advertencia: los creyentes no pueden ser poseídos por los demonios, pero pueden ser persuadidos – influenciados y tentados por el mundo demoníaco.

Déjeme aclarar la diferencia de esta manera:

Los incrédulos, pueden experimentar una posesión demoniaca, y ser controlados desde su interior.

Los creyentes, pueden experimentar la persuasión de los demonios, y ser controlados desde el exterior.

Esto quedó gráficamente ilustrado cuando Jesús reprendió a Pedro por estar siguiendo el consejo de Satanás y no el del Señor (Mateo 16:23).

Ahora volvamos a la escena del Evangelio de Lucas. Aquí vemos el primer registro de Jesús encontrándose con un hombre poseído por un demonio; un no creyente. Posesión, a todo esto, simplemente significa que este demonio controla la personalidad y el cuerpo del hombre – su pensamiento, palabras, sentimientos y acciones.[iv]

A propósito, no pierda de vista que este hombre está en una sinagoga. Está asistiendo a una reunión de adoración.

¿Qué está haciendo allí? Cantando salmos, orando, diciendo amén al sermón ¿cuánto tiempo lleva sintiéndose cómodo ahí dentro? ¿Cuántos años tiene? ¿Era un líder? ¿Cuánto tiempo lleva asistiendo a esa sinagoga?

No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que Jesús aparece y este demonio ya no se siente cómodo. No puede sentirse cómodo con la persona y predica de Jesús.

De hecho, es tanta su incomodidad con el sermón que no lo soporta y lo interrumpe. 

Observe el versículo 33 nuevamente:

…el cual exclamó a gran voz, diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? Lucas 4:33b-34a

La palabra traducida “déjanos” es, de hecho, una expresión que se puede traducir como: “¡Oye tú!” o “ya basta! La idea es decir: “Ey, ya es suficiente”.[v]

La frase “Qué tienes con nosotros”, da la idea de: “Qué estás haciendo aquí?

De repente, este hombre simplemente interrumpe a Jesús y le dice esencialmente: “Oye, tú. Que vienes a meterte acá. Vete”.[vi]

Pero detrás de esta muestra de insolencia se esconde un demonio muerto de miedo.

Nuevamente, es importante entender en este contexto, que Lucas no sólo nos muestra que Jesús tiene el poder para exorcizar al demonio de un hombre poseído, sino que tiene autoridad y poder sobre la totalidad del reino demoníaco.[vii]

El endemoniado le dice:

Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. Lucas 4:34b

Lucas ya nos ha mostrado que el término “el Santo de Dios” se refiere al Mesías en Lucas 1:35. El demonio reconoce que este es un encuentro mesiánico.[viii]

El mundo demoníaco ya sabía lo que Dios le había prometido a Adán y Eva en el Jardín: que un Redentor nacería entre los hombres para aplastar su reino. Este pequeño demonio no lo sabe todo, pero sí sabe lo suficiente como para reconocer que no está sólo en la presencia de un simple joven del pequeño pueblo de Nazaret; oh no, este es el Santo de Dios.

El poder de las tinieblas se enfrenta con el poder de la luz eterna. Esta no es la derrota final del poder de Satanás, pero señala que Jesús ha comenzado a aplastar a la serpiente. ¡Este es el comienzo!

Continuemos en el versículo 35:

Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno. Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? Lucas 4:35-36

Le recomiendo que encierre en un círculo las palabras autoridad y palabra” aquí en el versículo 36, luego trace una línea que los conecte al versículo 32, donde encontrará los mismos términos “palabra y autoridad.”

Lucas está enfatizando el poder y autoridad de la palabra de Cristo. 

Los exorcistas judíos en los días de Jesús tenían elaborados rituales y encantamientos; incienso, agua bendita y oraciones. Jesús no tenía nada de eso.

Jesús no lleva a cabo un elaborado ritual. No hace largas oraciones. No hay humo ni encantamientos especiales.[ix]

Él simplemente pronuncia las palabras: “Cállate. . . y sal de él”.

Él habla y el demonio se somete.

Jesús está revelando su autoridad en su predicación;

Jesús está revelando su autoridad sobre el reino de Satanás.

Jesús está revelando su autoridad sobre la enfermedad.

Versículo 38:

Entonces Jesús se levantó y salió de la sinagoga, y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella. E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servían. Lucas 4:38-39

El doctor Lucas está usando terminología médica para describir este caso.

El mundo médico griego dividía los casos fiebre en dos clases. Estaban las fiebres menores y mayores. El término mayor viene de la palabra “mega” que Lucas usa aquí.

Lucas describe que ella estaba sufriendo de una mega fiebre – una gran fiebre.[x]

La palabra traducida fiebre también se puede traducir como fuego. Hoy diríamos: “Ella estaba ardiendo en fiebre”.

Ahora, la comunidad médica de estos días pensaba que la fiebre era la enfermedad y no la evidencia de que el cuerpo estaba luchando contra una enfermedad. Entonces, que el Señor la curara de la fiebre significaba que la curó de la enfermedad que su cuerpo estaba luchando y la fiebre se fue inmediatamente también.

Me sorprende que el Señor se dignara a hacer este milagro de esta manera, entendiendo el entendimiento limitado de su audiencia. En lugar de explicarles a todos que iba a curar malaria, cáncer o algún virus, Él simplemente reprende la fiebre.

De hecho, Lucas utiliza el mismo término cuando Jesús sana a esta persona que cuando libera a la otra del demonio. Jesús reprende la fiebre y reprende al demonio. Ahora, esto no significa que la fiebre era el resultado de algún ataque demoniaco.

Lucas simplemente nos muestra, que el Señor tiene la misma autoridad sobre la enfermedad que la que tiene sobre los demonios.

En ambos casos, Jesús solo dio la orden y el universo obedeció. Él pronunció la palabra y tanto el demonio como la fiebre se apartaron de las personas.

Y Lucas – probablemente porque era médico – se toma el tiempo para contarnos en el versículo 39, que no sólo hizo que la fiebre la dejara, sino que ella inmediatamente se levantó a servirles. Lucas lo resalta porque esto era médicamente inexplicable.[xi]

Alguien que se cura de una fiebre muy alta puede comenzar a sentirse mejor. Después de una buena noche de descanso y un baño puede sentir el deseo de vestirse y sentarse por un rato. Pero este no es el caso. Ella es sanada inmediatamente, e inmediatamente se tiene fuerza para trabajar como si nunca hubiera estado enferma.

Esto no fue sólo un milagro, sino una serie de milagros.

Ahora mire lo que sucede después. Versículo 40:

Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él… Lucas 4:40a

El tiempo verbal imperfecto indica que esta es una acción continua. Durante la noche le traían enfermos. Tenga esta imagen en su mente: hay un flujo constante de gente enferma y endemoniada llegando –continuamente– a Jesús. [xii]

¡Que ilustración más precisa de nuestro mundo! Esto es lo que trajo el pecado al mundo. Vivimos en un mundo roto, de enfermos y endemoniados; la humanidad está moribunda y desesperada.

Pero el Mesías ha llegado, y está empezando a mostrar Sus credenciales divinas como el Hijo de Dios; mostrando su capacidad para revertir la maldición de un mundo caído, pecador y enfermo – mire Sus credenciales – versículo 40 nuevamente:

Y puso sus manos sobre cada uno de ellos y los curó. Lucas 4:40b

Lucas quiere que sepamos que Jesús era el gran médico. Y el no solo tenía una especialidad. Él no sólo podía curar personas con fiebre – Él podía curar todo tipo de enfermedad, malestar, y dolencia.[xiii]

Y era realmente un médico inusual, porque no cobraba honorarios ni pedía seguro médico. Y ninguno de sus pacientes volvía a casa sin ser sanado.[xiv]

Continuemos leyendo en Lucas 4:41:

También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo. Lucas 4:41

Ellos sabían que Él era el Cristo, el Ungido, el Mesías, ¡lo sabían! Y vaya si lo conocían. El Salvador que aplasta serpientes está comenzando Su ministerio, su victoria sobre el reino de las tinieblas ya ha comenzado.

Como dice el versículo 43, Él continuará predicando las buenas nuevas del Reino de Dios. Jesús está revelando la gloria del reino de Dios. Esto es solo un pequeño anticipo; pero solo espere a que Cristo llegue y reine sobre toda la tierra.

Jesús está revelando su poder para revertir los efectos de la maldición, provocada por el pecado; Él sólo nos está dando un vistazo de la gloria futura. 

¿y cómo será ese glorioso reino? No habrá más enfermedad, no habrá más muerte, ni dolor, no habrá más lágrimas de sufrimiento (Apocalipsis 21).

¿Será posible? ¿Será verdad? Oh sí, solo mire lo que Jesús hizo. 

¿Como se imagina usted que quedo Capernaum al día siguiente? ¿Puede imaginarse a todo este pueblo, de un dia para otro, tanto jóvenes como ancianos por igual completamente curados, sanados y restaurados?[xv]

Lucas lo deja claro: cualquiera que estuviera enfermo era sanado. No importaba si la enfermedad o dolencia era interna, física, anatómica, mental, o psicológica.  cualquiera que estuviera enfermo era curado. Allí llegaron los que sufrían de distrofia muscular, diabetes, problemas al corazón, enfermedades renales o lepra. Habian ciegos, sordos y mudos, con deformidades o paralisis. Personas con Parkinson, demencia senil o Alzheimer. Llegaron con parálisis cerebral, epilepsia, lesiones cerebrales o lesiones de columna vertebral. 

La lista podía seguir y seguir. No importa lo que tuvieran, Jesús podría sanarlos. Puedo imaginar cómo algunos de ellos llegaron gateando, otros cojeando, en muletas, algunos en carritos, a otros los tenían que traer en brazos o entre varios, unos caminaban rápido, otros lentamente; pero allí llegaron – los ricos, los pobres, los educados y los analfabetos, todos haciendo fila de igual forma delante de Jesús.

Y Él puso sus manos sobre todos ellos – uno a la vez – comunicando que esta curación salía de Su persona, de Su poder y de Su autoridad.

Demostrando que no se molestaba por estar con ellos, ni se contagiaba de ellos. Por el contrario, él tomo tiempo para sanarlos uno a uno. 

Conclusión

Este fue el anuncio – este fue un anticipo del reinado venidero de Dios y el fin de la maldición del pecado. ¡Este es un gustito de lo que es el cielo!

Sólo una prueba para demostrar quién era Jesús.

Jesús revela su autoridad en su predicación, sobre toda enfermedad y sobre el reinado de Satanás.

Jesús ha comenzado a aplastar a la serpiente sólo con el poder de Su palabra.

Permítame concluir leyendo la letra de ese gran himno escrito por Martín Lutero hace unos 500 años y que todavía nos emociona cantarlo hoy:

Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo;
Con Su poder nos librará
En este trance agudo.


Con furia y con afán
Acósanos Satán;
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.

Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas por nosotros pugnará
De Dios el Escogido.


Es nuestro Rey Jesús,
El que venció la cruz,
Señor y Salvador,
Y siendo Él solo Dios,
Él triunfa en la batalla.

Aunque estén demonios mil
Prontos a devorarnos,
No temeremos, porque Dios
Sabrá cómo ampararnos.


Que muestre su vigor
Satán y su furor;
Dañarnos no podrá;
Pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.

Esa Palabra del Señor,
Que el mundo no apetece,
Por el Espíritu de Dios
Muy firme permanece
.
Nos pueden despojar
De bienes y hogar,
El cuerpo destruir,
Mas siempre ha de existir
De Dios el Reino eterno.


[i] Adaptado de Charles R. Swindoll, The Greatest Life of All: Jesus (Thomas Nelson, 2008), p. 107

[ii] J. Dwight Pentecost, The Words and Works of Jesus Christ (Zondervan Academic, 1981), pág. 145

[iii] Adaptado de William Barclay, The Gospel of Luke (Westminster Press, 1975), pág. 51

[iv] Pentecost, pág. 145

[v] Expositor’s, pág. 215

[vi] Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), pág. 116

[vii] David E. Garland, Exegetical Commentary on the New Testament: Luke (Zondervan, 2011), p. 216

[viii] Darrell L. Bock, Baker Exegetical Commentary on the New Testament: Luke, Volume 1 (Baker, 1994), pág. 433

[ix] Bruce B. Barton, Life Application Bible: Luke (Tyndale, 1997), pág. 101

[x] Barclay, pág. 52

[xi] Adaptado de Pentecost, p. 146

[xii] Barton, pág. 16

[xiii] Adaptado de Bruce Larson, The Communicator’s Commentary: Luke (Word Books, 1983), p. 97

[xiv] Adaptado de John Phillips, Jesus Our Lord (Kregel, 2007), p. 109

[xv] R. Kent Hughes, Luke: Volume 1(Crossway Books, 1998), pág. 156

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

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