Introducción
He leído lo que parece ser una leyenda urbana sobre la noche en que el famoso pianista y primer ministro polaco Ignacio Paderewski iba a dar un concierto. Hace más de 100 años, la opulenta sala de conciertos estaba abarrotada. Todos los asientos estaban vendidos y aún había gente de pie, todos llenos de expectativa y emoción. Una joven madre había comprado boletos para llevar a su pequeño hijo que estaba aprendiendo piano y quería animarlo y premiarlo con esta oportunidad. Encontraron sus asientos cerca del frente del salón de concierto. El pequeño estaba deslumbrado con todo, incluido el majestuoso piano de cola en medio del escenario.
Pronto la madre encontró una amiga con quien se puso a hablar, y sin que se diera cuenta, su hijo se paró de su asiento y se fue. De repente, la multitud quedó en silencio sorprendida por el sonido de ese piano. Sobre el banco estaba sentado este niño mientras tocaba inocentemente la canción: “Estrellita ¿Dónde estás?” La multitud al principio suspiró de asombro. Otros empezaron a reír, pero luego algunos se fastidiaron y comenzaron a gritar para que lo quitaran del piano.
Antes de que su avergonzada madre pudiera encontrar las escaleras, Paderewski escuchó la conmoción, se dio cuenta de lo que estaba pasando y rápidamente apareció en el escenario, caminando hacia el niño.
Pero en lugar de sacarlo del piano, le susurró: “No pares, sigue tocando” e inclinándose, Paderewski alcanzó con su mano izquierda la parte grave del teclado y comenzó a hacer un acompañamiento. Pronto su brazo derecho alcanzó el otro lado del piano, rodeando al niño, para complementar la melodía.
Juntos, el viejo concertista y el niño maravillaron a la multitud. Todo el tiempo Paderewski susurraba: “No pares, sigue tocando.” Y después de un par de minutos, terminaron en medio de una gran ovación.
Una de las primeras lecciones que los discípulos iban a aprender, es que podían ofrecerle al Señor lo poco que tenían para servir.
De hecho, uno de los primeros mandamientos del Mesías para aquellos que lo empezaron a seguir era básicamente: “No se detengan, ¡sigan adelante! Puede que no hagan mucho, pero yo los acompaño. Sólo miren lo que sus pequeños esfuerzos, más mi soberanía pueden lograr”.
Esta lección no toma lugar en un salón de conciertos o en una sinagoga, sino en el mar de Galilea. Veamos lo que sucede en el Evangelio de Lucas, capítulo 5.
Observe sólo la primera frase:
Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios… Lucas 5:1a
De hecho, le invito a marcar esa última frase con un círculo y luego trace una línea conectándola hasta el versículo 5 donde dice: “más en tu palabra echaré la red”.
La autoridad de la Palabra de Jesús
Toda esta escena se enfoca en la autoridad de la palabra de Dios.
Es una de las expresiones favoritas de Lucas; él utiliza la frase “la palabra de Dios” 17 veces en su serie de dos tomos: El libro de Lucas y el libro de Hechos, La palabra de Dios es el fundamento de la iglesia. Es la fuente de autoridad de la iglesia y de cada cristiano.[i]
Hasta el día de hoy, nosotros creemos, seguimos, obedecemos, predicamos y enseñamos la palabra de Dios. Jesús no sólo está mostrándonos un ejemplo a seguir con su manera de predicar, sino que también demuestra la autoridad de la palabra de Dios, que resulta ser también su propia palabra.
En este punto, Jesús está siendo literalmente presionado y apretado por la multitud que quiere verlo y escucharlo de cerca, a tal punto que teme que lo terminen empujando al agua accidentalmente.[ii]
Así que, o se moja o tiene que caminar sobre las aguas más de una vez.
Leamos Lucas 5:1 nuevamente:
Estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios.
Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.
Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Lucas 5:1b-3
Al leer los otros Evangelios, notamos que Simón Pedro ya había conocido al Señor (Marcos capítulo 1), ya ha visto a Jesús hacer milagros y está asombrado de Su poder. No ha sido llamado oficialmente a seguir a Jesús todavía. Simón no ha atado todos los cabos aún.
Y ahora, después volver de una sesión de pesca en el lago, está escuchando a Jesús predicar mientras limpia sus redes. Pedro todavía está en el barco.
Y junto a él, hay otro barco también en la orilla, con sus compañeros de trabajo.[iii]
A propósito, esto nos va a ayudar a dimensionar lo que pasa después. Estos son pescadores profesionales y la palabra traducida redesaquí, hace referencia a las redes grandes que se usaban para la pesca nocturna.[iv]
Ahora bien, continuando en el versículo 4, leemos:
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Lucas 5:4
El primer mandamiento “Boga mar adentro” está en singular. Jesús le dice esto a Simón, evidentemente es porque él está dirigiendo el bote. El segundo mandamiento “echad vuestras redes” está en plural, indicando que hay otros a bordo.[v]
Pudo haber sido Andrés, hermano de Simón, o tal vez otros compañeros de trabajo.
Jesús termina Su sermón y evidentemente quiere pescado para el almuerzo.
“Simón, ¡vamos a pescar![vi]
“Lleva este barco hacia lo profundo”. No pase por alto lo que significa esta orden: “Simón, llévanos de regreso a donde acabas de pasar toda la noche sin pescar nada”.
Ningún pescador querría hacer eso.
Para Simón es obvio que un carpintero está tratando de darle algunas lecciones de pesca. Evidentemente, Jesús no ha pasado mucho tiempo en un barco de pesca. Será bueno con el martillo y el cincel, será bueno haciendo milagros y predicando, pero parece que no es un buen pescador. Todos saben que ya no era buena hora para pescar.
Entonces Simón responde a la instrucción de Jesús aquí en el versículo 5:
Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado. Lucas 5:5a
O sea, estuvimos aquí toda la noche y no pescamos nada.
¿Usted sabe lo duro que es para un pescador admitir eso? ¡No pescamos nada!
Mire más adelante:
Más en tu palabra echaré la red. Lucas 5:5b
No lo malentienda. Esta expresión “pero en tu palabra”, no es una declaración de fe. Es lo que se podría llamar una respuesta reacia para obedecer la orden de Jesús. Le hace saber que no está muy convencido de hacerlo
Si alguna vez ha pensado que tal vez Dios no lo bendice tanto como podría porque es vacilante, no está muy seguro y no siempre su fe tan sincera o fuerte como debería – sólo mire esto.
Creo que le damos demasiada importancia nuestra parte – a lo dispuestos que estamos, o a lo bien que tocamos “estrellita, ¿Dónde estás?” y muy poca importancia a la palabra del Maestro.
Pedro apenas dice: “Bueno, está bien, si tú lo dices”.
John Phillips lo traduce como: “Bueno, si esto es lo que quieres hacer”[vii]
En otras palabras: “Porque te respeto, voy a hacer lo que me pides, pero creo que esta no es tu área.
Imagínese, un carpintero dándole consejos de pesca a un pescador.
No pase esto por alto: esta es la barca de Simón Pedro; éste es su área de experiencia; estas son sus redes; este es su negocio, tiene años de práctica; sus manos están llenas callos de tirar de las redes, Tiene una gran habilidad que lo ha llevado no solo a poder traer comida en su mesa durante años sino también a administrar un negocio pesquero. ¡Simón sabe pescar!
Y ahora Pedro está a punto de pasar una terrible vergüenza. Esta costa está llena de cientos, si no miles de personas, que están allí observando esta escena: ¡van a ver un pescador hacer lo impensable!
Está lanzando las redes nocturnas al agua alrededor del mediodía. Estas redes son elaboradas de lino y los peces pueden verlas durante el día.[viii]
Esto es como mi nieto que fue a una laguna el otro día, y trató de atrapar unos peces con una pala de plástico amarilla. Él es tan malo pescando como yo.
Pedro habrá estado pensando, porque él sabía de pesca – que estas eran las redes equivocadas, era la hora menos indicada y el lugar equivocado para pescar; ¡esto no va a funcionar!
Pero lo que hace Pedro es digno de elogiar, porque al menos aceptó echar las redes, incluso cuando todo dentro de sí mismo decía que esto era una mala idea. Él obedeció al maestro.
Las redes llegan al fondo del lago, probablemente a no más de 10 o 12 metros de la orilla del mar.
Continuemos en el versículo 6:
Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Lucas 5:6-7
¿Puede imaginar el caos? Ellos lanzan las redes al agua y al instante cientos de peces nadan para meterse a las redes, y los peces se agolpan con tal desesperación que empiezan a romper las redes. Le hacen señas a Jacobo y Juan, mientras gritan a todo pulmón pidiendo ayuda.
Jacobo y Juan reman tan rápido como pueden en su barca. Ahora, ambas barcas están llenas y casi se hunden bajo el peso de las redes llenas de peces. La multitud en la orilla esta atónita, todos gritando y riendo asombrados; algunos probablemente se han metido al agua para ir y ayudarles a llevar las barcas a la orilla.
Y Jesús está en la barca de Simón, simplemente sentado ahí, viendo todo lo que sucede.
Y en el versículo 8 leemos
Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Lucas 5:8
O sea, “Dudé de Ti, tuve pensamientos equivocados sobre ti. No merezco estar en la misma barca contigo.
Cuando Job vio la autoridad de Dios sobre el reino animal y todo el resto del universo dijo: “…me arrepiento en polvo y cenizas”.(Job 42:6). Esta es la respuesta indicada de un ser humano cuando se encuentra cara a cara con la soberana majestad de Dios.[ix]
Allí mismo, en esa barca, Pedro cae de rodillas a los pies de Jesús, mientras dimensiona lo que significa este milagro.
De hecho, Simón Pedro se convierte en la primera persona que encontramos en los Evangelio que llama a Jesús, Señor: “Soy un hombre pecador, oh Señor.”
Llamar a Jesús Señor, junto con inclinarse ante Él, demuestra un reconocimiento de la soberanía de Cristo.[x]
El teólogo J.C. Ryle escribió en su comentario sobre este texto: “Pedro ha visto el dominio total del Señor sobre la creación. Los peces son tan obedientes a Su palabra y voluntad como las ranas, las moscas, los piojos y langostas en las plagas de Egipto. Los peces son tan obedientes como los cuervos con Elías y el gran pez que se tragó a Jonás para llevarlo donde Dios quería”.[xi]
Jesús ha predicado la palabra de Dios, y ahora Él declara la palabra de Dios – Su palabra… y los peces no se demoran. Ellos nadan, se abalanzan, se apresuran hacia las redes ¿por qué? La voluntad y la palabra de su Creador se los ordenó.
Jesús responde a Simón en medio de versículo 10:
No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron. Lucas 5:10b-11
Este es el comienzo formal de su discipulado como seguidor del Jesucristo. Ellos están dejando sus barcas, su mayor captura – la historia de pesca más importante en la historia de la humanidad – ellos están dejando todo para convertirse en pescadores de hombres.
Ahora empezarán a pescar hombres y mujeres, niños y niñas con la red del Evangelio. Traducido literalmente, ellos atraparan viva a la gente.
La pesca suele ser fatal para los peces. Son malas noticias. Jesús usa la idea de pescar aquí, pero transforma la frase de pescar o capturar a la gente – con el propósito de darles vida.
Esto contrasta con la empresa pesquera de Satanás, que también está ocupada con sus redes, en atraer y atrapar gente (2 Timoteo 2:26).
Las personas atrapadas por Satanás están destinadas a morir sin esperanza, pero los capturados por los discípulos del Señor estarán destinados a la vida eterna.[xii]
Lecciones de este pasaje
Ahora, antes de dejar esta escena, permítame resaltar algunas lecciones de pesca impartidas por el Maestro Carpintero, que también es el Creador.
No pescar nada en toda la noche era parte del plan de Dios, así como la pesca milagrosa al día siguiente.
No pase por alto el hecho de que, para Pedro, Jacobo y Juan, no pescar nada, fue parte de la voluntad de Dios, así como fue que pescaran cientos de peces al después.
Dios quiso que pasaran la noche anterior sin pescar nada; este era Su plan desde el principio. Puede imaginarse a los peces nadando cerca de la red y Dios diciendo: “No entren ahí”.
Jesús va a llevar a Simón Pedro al lugar donde había fallado toda la noche anterior, para demostrarle que no había fracasado después de todo.
Este era en realidad el plan de Dios para él, que no pescara nada esa noche, y luego y en los tiempos de Dios llenar su barca hasta el borde el día siguiente.
Lo que nos recuerda ser fieles al lanzar la red. Eso es todo lo que debemos hacer. Y si sale vacía, será una muestra de éxito a los ojos de Dios al igual como cuando la red sale repleta.
Definimos el éxito y el fracaso según lo que podemos ver, pero Dios mide nuestra fidelidad, y está obrando de maneras que no podemos ver.
Por eso, cuando usted perdió su trabajo y pensó que Dios lo estaba abandonando, fue sólo para descubrir más adelante cómo Dios lo estaba preparando.
Esa cuenta bancaria vacía, esa relación rota, ese accidente, esos momentos de soledad – Dios estaba ahí trabajando, igual que al momento de llenar nuestras barcas y redes de peces.
Dios frecuentemente nos lleva a lugares donde estemos confiados, para recordarnos cuan dependientes somos realmente.
El Señor lleva a Pedro de regreso al lugar donde él sabe todo lo que hay que hacer. Pedro había pasado horas la noche anterior, haciendo todo bien; pero no pescó nada.
El Señor básicamente está enseñándoles a Pedro, Jacobo y Juan, la razón por la que ellos un día lograrán pescar personas. Que no tiene nada que ver con su conocimientos, su experiencia, la hora del día o las conexiones adecuadas. Esto será el resultado de la voluntad de Dios y del poder de Su palabra.
Nosotros echamos la red, la palabra de Dios hace el resto.
Unos años después de este evento, Simón Pedro predicará el primer sermón de la “Era de la Iglesia”, en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu desciende sobre la Iglesia.
Alguien podría ir a decirle después de ese sermón: “Vaya Pedro, qué sermón – 3.000 personas creyeron – qué gran pesca".
Y oirían a Pedro decir: “No, no, no, no fue el sermón, ni siquiera fui yo. Yo hice mi parte, pero fue la voluntad de Dios y la autoridad de su Palabra”.
Nosotros tiramos la red, Dios hace todo lo demás.
Puede que el llamado de Dios a los discípulos no cambie su profesión en la vida, pero sí reorganizará sus prioridades.
El tiempo verbal que el Señor usa aquí cuando les dice a estos hombres que empezarán a pescar hombres, indica que esto será un proceso continuo, un compromiso de por vida.
La temporada de pesca no terminará hasta que el Señor los lleva a casa.
Y hasta el día de hoy, la comisión del Señor puede significar que algunos abandonen sus barcas, sus negocios y su tierra natal para un ministerio pastoral. Los líderes de nuestra iglesia oran para que muchos en la congregación hagan justamente eso – echar la red del Evangelio alrededor del mundo. Sin embargo, la comisión del Señor no es sólo vocacional, es congregacional. Esto nos involucra a todos.
No significa que usted cambie de profesión, pero sí que viva con esta prioridad. Todos hemos sido asignados como pescadores de hombres.
No sólo va a ese salón de clases para enseñar, a ese negocio para vender, a ese taller para reparar, o a esa obra para construir. No va a su trabajo solo para remar por esa laguna, va a estar pescando en el lugar que Dios lo puso.
Va a pescar gente que está destinada a la muerte y que necesita ser atrapada para vida.
Una lección más que aprendemos de este carpintero sobre el tema de la pesca:
A veces las sorpresas especiales en la vida están escondidas detrás de la puerta que se llama; “Simple obediencia”.
No parece espectacular o heroico. Es como tocar una sencilla melodía en el piano mientras que otros pueden tocar mucho mejor, pero luego llega el Maestro y lo acompaña para hacer una composición única – una obra maestra.
“Pedro, simplemente echa tus redes al agua." Eso es todo. Sólo tira tu red al costado de la barca.
Uhmmm, ¿qué puede saber un carpintero de pesca? Tal vez nada. Pero el Creador lo sabe todo.
No puedo evitar pensar que el Señor probablemente sonrió o se rio por dentro, cuando las redes de Pedro se llenaron instantáneamente de peces.
Sólo tiren sus redes y miren lo que Dios puede hacer.
Conclusión
El vicepresidente de una organización misionera, dio el testimonio de una mujer de setenta años que llegó a la fe en Cristo, tarde en la vida.
Llevaba muy poco tiempo en la fe, y un día después de la reunión fue a hablar con su pastor y le dijo: “Creo que Dios me está llamando a algún tipo del ministerio para alcanzar a personas con el Evangelio; pero no sé cómo ni qué hacer, ¿qué hago?”. Él dijo: "por qué no va a su casa y lo pone en oración”. Éste es el clásico consejo pastoral cuando no tiene una buena respuesta.
Ella lo hizo. Ella se fue a casa y comenzó a orar.
Parecía que Dios estaba moviendo su corazón, para tratar de llegar a los estudiantes de una universidad a pocas cuadras de su casa.
Compró un montón de tarjetas y escribió estas palabras: “¿Extrañas tu hogar? Ven a mi casa a tomar el té a las 4:00 p.m.". Luego fue y las pegó en las carteleras de anuncios donde los estudiantes iban a ver oportunidades de empleo y otros servicios ofrecidos.
Ella se fue a casa y preparó té. Cuando llegaron las 4 de la tarde, se sentó en su sala y esperó... y esperó. Nadie llegó.
Pasaron días, luego las semanas y nadie vino.
Pero ella no se rindió, siguió haciendo té todos los días a las 4:00 de la tarde. Y entonces, después de semanas de esperar en la sala, sonó el timbre. Una estudiante de indonesia estaba allí en la puerta, muy incómoda y preguntándose si había tomado la decisión correcta. Ella abrió la puerta y cuando la vio se relajó y entró. Le confesó que extrañaba su hogar y estaba deseosa de hablar.
Ella le sirvió té y escuchó.
La estudiante regresó a la universidad y les contó a todos sus amigos, "Oigan, conocí a una señora muy amable que es igual a mi abuela.” A los pocos días regresó con algunos amigos. En unas semanas, más estudiantes internacionales vinieron a su casa con algo de nostalgia; todos ellos sedientos de algo más que té.
Su testimonio trajo a muchos a la fe en Cristo, y durante los últimos diez años de su vida, pescó a muchos de ellos para vida eterna.
Cientos de estudiantes internacionales habían venido a su casa para tomar el té, y muchos de ellos habían encontrado a su Creador, el perdón y la vida ofrecidos por su Salvador, el Señor Jesucristo.
El Mesías, el Carpintero, el Maestro Pescador que me atrapó ¿lo ha atrapado a usted?
Si es así, únase a Su obra echando sus redes, para atrapar a otros para vida – vida eterna.
[i] Adaptado de Darrell L. Bock, Baker Exegetical Commentary on the New Testament: Luke, Volume One (Baker, 1994), pág. 453
[ii] Bruce B. Barton, Life Application Bible: Luke (Tyndale, 1979), pág. 112
[iii] Clinton E. Arnold, editor general; Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Luke (Zondervan, 2002), pág. 368
[iv] Adaptado de Zondervan, pág. 368
[v] Bock, pág. 455
[vi] Bruce Larson, The Communicator’s Commentary: Luke (Word Books, 1983), pág. 102
[vii] Adaptado de John Phillips, Exploring the Gospel of Luke (Kregel, 2005), pág. 100
[viii] Darrell L. Bock, ed; The Bible Knowledge Key Word Study: The Gospels (Víctor, 2002), pág. 202
[ix] Adaptado de R. Kent Hughes, Luke: Volumen uno (Crossway Books, 1998), p. 162
[x] Bock, pág. 459
[xi] Adaptado de J.C. Ryle, Expository Notes on the Gospels (Evangelical Press, 1879, preimpresión; 1985), pág. 69
[xii] David E. Garland, Exegetical Commentary on the New Testament: Luke (Zondervan, 2011), p. 230