Introducción
He leído que el poeta Henry Longfellow podía escribir una rima en un pedazo de papel e influenciar a toda una generación. A eso llamamos destreza poética.
Rockefeller podía firmar un cheque en blanco con su nombre y valdría millones de dólares. A eso llamamos poder financiero.
Monet podía salpicar pintura sobre un lienzo y se convertía en una obra maestra. A eso llamamos genio artístico.
Pero ninguno de ellos se compara con el poder magistral de Jesucristo para transformar vidas. Él tomará a discípulos comunes y corrientes y los transformará en colaboradores y futuros herederos del Reino de los cielos. A eso llamamos asombrosa gracia.
Regresemos al Evangelio de Lucas, capítulo 6, donde vemos que el Señor ha decidido emplear la segunda mitad de su ministerio, desarrollando, corrigiendo e invirtiendo en la vida de doce hombres en su inmensa gracia.
Lucas nos da una de las cuatro listas que aparecen en el Nuevo Testamento, y en cada una de ellas – como hemos aprendido – los discípulos están prácticamente en el mismo orden. Pedro es siempre el primero y Judas Iscariote el último.
Hace cincuenta años William Barclay, en su comentario sobre el Evangelio de Lucas, los llamo: doce hombres comunes.[i]
Y eso es todo lo que eran, pero fueron llamados a vestir el polvo de su Maestro – a caminar tan cerca de Jesús, que terminaran cubiertos con el polvo levantado por sus sandalias.
En nuestro estudio anterior, hicimos un par de observaciones que me gustaría repasar a modo de introducción mientras iniciamos la lección de hoy.
La primera observación fue ésta:
Jesús escogió a sus discípulos no porque Él los necesitaba, sino porque ellos lo necesitaban a Él.[ii]
Y, en segundo lugar:
Jesús escogió a sus discípulos, no por lo que ellos eran, sino por lo ellos llegarían a ser.[iii]
Ahora, permítame agregar un tercer principio para luego continuar conociendo a algunos más de estos hombres comunes que se convirtieron en los doce apóstoles del Señor Jesús.
En tercer lugar:
Los discípulos no fueron elegidos por lo que sabían, sino porque estaban dispuestos para ser enseñados.
El Señor elige a dos pescadores más para ser sus discípulos – a otro par de hermanos biológicos. Y ellos tienen mucho que aprender: Jacobo y Juan.
El mayor de los dos era Jacobo. Aunque era el mayor, nunca aparece en un relato bíblico actuando solo, siempre aparece junto a su hermano Juan.
Jacobo y Juan
Jacobo y Juan son hijos de Zebedeo como nos dice Lucas en el capítulo 5. Zebedeo parece ser un hombre de influencia en la comunidad, especialmente porque parece que era el propietario de la empresa pesquera administrada por sus hijos. Ellos son compañeros de pesca de Simón Pedro y su hermano mayor Andrés.
Toda la familia de Zebedeo era acomodada y tenían buena relación con el Templo, tal vez por sus generosas contribuciones. Sabemos esto porque se nos dice que el Sumo Sacerdote conocía a Juan y lo dejó entrar a su casa cuando arrestaron a Jesús (Juan 18).
Hay evidencia en los registros de la iglesia primitiva de que Zebedeo era un levita emparentado con la familia del sumo sacerdote.[iv]
Digo todo esto para señalar que, al dejar el negocio familiar, Jacobo y Juan están abandonado la buena posición que tenían con el mundo religioso para convertirse en discípulos de un maestro nómada, pobre y sin conexiones importantes.
Es más, ellos están entre los discípulos más cercanos del Señor.
Lucas escribe que Jacobo y Juan son unos de los pocos invitados por el Señor a entrar a ese pequeño dormitorio, donde serán testigos de cómo el Jesús resucita a la hija de Jairo (Lucas 8:51).
Son invitados por el Señor a ir con Él al monte donde serán testigos de Su transfiguración – ese momento en el que la gloria divina de Cristo se manifestó en un brillo inigualable (Lucas 9:28).
El problema es que todo esto se les subió a la cabeza. Y pasaron las siguientes cinco horas de camino a Capernaúm, discutiendo con los otros discípulos sobre cuál sería el mayor entre ellos.
Jacobo y Juan estaban convencidos de que ahora estaban entre la élite. Discutían por todo el camino, “Yo soy el más importante. No, yo soy más importante.
En algún momento, la madre de Jacobo y Juan se involucra y le pide al Señor que cuando venga en su Reino sus hijos se sienten en los tronos más cercanos al suyo – uno a la derecha y el otro a la izquierda del Señor.
Al parecer, Jacobo y Juan, estos consentido de mamá – la animaron a hacer esto. Hay indicios de que la madre de Jacobo y Juan era parienta de María, la madre de Jesús – tal vez su hermana – lo que convertiría a estos hermanos en primos de Jesús.
Lucas también nos dice que estos hermanos no sólo son ambiciosos, sino que son algo despiadados. De hecho, Jesús les pondrá el sobrenombre “hijos del trueno” – en Lucas 9:54.
Y eso no era exactamente un cumplido.
Jesús está predicando en un pueblo de Samaria y la gente se niega a creer en el Señor. Entonces, Jacobo y Juan le dicen al Señor: “Vamos a darles su merecido. Llama fuego del cielo y quema esta ciudad hasta arrasarla por completo. Que no quede uno solo vivo.”
¿Qué tal esa estrategia evangelística?
El Señor transformará con el tiempo este carácter impetuoso y apasionado, en un carácter perseverante bajo presión y un compromiso inamovible que se negará a ceder o a rendirse ante la adversidad.
Jacobo será el primero de los discípulos en morir. Será encarcelado por Herodes Agripa, y se convertirá en el primero de los doce apóstoles en ser martirizado.
El discípulo que un día pidió que cayera fuego del cielo sobre los enemigos del Evangelio, era ahora un hombre completamente diferente.
Clemente de Alejandría escribe que el soldado romano que llevó a Jacobo al tribunal de Herodes lo escuchó defendiendo su fe, y se sintió tan conmovido personalmente que mientras llevaba a Jacobo a su ejecución le pidió que lo perdonara. Jacobo le dijo en voz baja: “La paz sea contigo”. A lo que este soldado respondió profesando creer en Cristo, y Clemente nos cuenta que ambos hombres luego fueron ejecutados al mismo tiempo por su fe en el Señor Jesucristo.[v]
El apóstol Juan vivirá más que su hermano. De hecho, vivirá más que cualquier otro apóstol. Será el último de los doce en morir siendo ya un anciano.
Él escribirá cinco libros de la Biblia: el Evangelio de Juan, tres cartas que llamamos “primera, segunda, tercera de Juan” y el Libro del Apocalipsis.
A sus 90 años, él describe en Apocalipsis su recorrido por el cielo; el canto de las huestes celestiales; la casa de oro del Padre, el trono de Dios con relámpagos destellando a su alrededor, rodeado de un mar de cristal.
Lo que se vuelve aparente es que este viejo discípulo ya no tiene esa ambición y resentimiento que antes lo caracterizaba. De hecho, Juan recibió un nuevo apodo con el pasar de los años – un sobrenombre utilizado por la iglesia hasta el día de hoy – él llegó a ser conocido no como el hijo del trueno, sino como el Apóstol del Amor.
Juan escribirá más que cualquier otro autor del Nuevo Testamento sobre este tema; él usa la palabra “amor” más de 80 veces en sus escritos.[vi]
El tema predominante del hombre que quiso incinerar a los incrédulos, que discutió y codicio ser el primero, es ahora una persona amable, afectuosa, y humilde – llena de amor.
Jacobo y Juan aprendieron a llevar el polvo de su Maestro.
Felipe
A continuación, Lucas menciona en su lista a un discípulo llamado Felipe.
Permítame presentarlo dándole otro principio que lo puede animar:
El Señor no escogió a sus discípulos por su impresionante habilidad, sino por su disponibilidad.
Ningún otro discípulo demuestra esto de manera más clara que el siguiente discípulo en la lista. Su nombre es Felipe.
Ahora, es común confundirlo con el Felipe que juega un papel destacado en la iglesia primitiva – al que encontramos en el Libro de los Hechos, capítulo 6. Ese Felipe se convirtió en un diácono y luego en el capítulo 8 lo vemos en una labor de evangelista entre los samaritanos, haciendo milagros y predicando a cientos de personas para venir a Cristo. Este Felipe, fue quien el Espíritu de Dios llevó lejos para predicarle al famoso eunuco, aquel funcionario de la reina de Etiopía, que viajaba en su carro confundido por lo que leía en el rollo de Isaías.
No confunda a ese Felipe, el diácono / evangelista de los comienzos de la iglesia, con este Felipe, el apóstol.
Felipe, el diácono parece ser mucho más activo.
Sabemos muy poco sobre Felipe, el apóstol. De hecho, lo único que sabemos de él, proviene de cuatro frases breves repartidas en cuatro capítulos del Evangelio de Juan (1:43-46; 6:5-7; 12:20-24; 14:7-10).[vii]
Campbell Morgan escribe que Felipe era un hombre sencillo, que no habría impresionado a nadie. Venia de la misma ciudad que Pedro y Andrés, probablemente asistían a la misma sinagoga y era conocido de ellos. Es muy posible que ellos se hubieran preguntado por qué Jesús había escogido a Felipe.[viii]
Él parecía pronto para aferrarse a los hechos, a la realidad física de las cosas; pero lento para aferrarse a la posibilidad de los milagros.
Quería calcularlo todo. Buscaba la explicación racional de todo lo que veía.[ix]
Hay una escena clásica en la que él aparece y tiene la oportunidad de demostrar su fe en el poder milagroso de Cristo. De hecho, Jesús está a punto de probarlo individualmente. Ahora bien, esta prueba no era para desanimar a Felipe, la intención era desarrollar su fe.
Y tiene lugar después de que el Señor ha estado predicando al aire libre para al menos 15.000 personas, si no, más. El apóstol Juan sólo cuenta hombres adultos y estima algo así como 5.000 (Juan 6:10).
Bueno, se hizo tarde y esta enorme multitud no ha tenido nada que comer. Y Jesús se dirige a Felipe; y Juan nos dice que:
Cuando alzó Jesús los ojos, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.
Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Juan 6:5b-7
En otras palabras: Felipe dice, “no es humanamente posible que compremos suficiente pan para alimentar a toda esta gente.”
Puedo imaginar a Felipe sacando su libreta: “Veamos… 5.000 hombres, más mujeres y niños… si sumo esto aquí y multiplico esto… Señor, definitivamente no tenemos el dinero. No hay manera de que podamos alimentar a esta multitud”.
Y justo en ese momento aparece Andrés y dice: “Oigan, encontré a un jovencito que está dispuesto a donar su almuerzo; él tiene… vamos a ver, cinco pedacitos de pan de cebada y dos pescaditos en escabeche.
Felipe probablemente está pensando: “Andrés, ¿en qué estás pensando? Eso no va a funcionar”
Es como si Jesús quisiera tocar el corazón de Felipe con este milagro y enseñarle: No se trata de lo que puedes ver, no es lo que puedes calcular, no es con cuanto cuentas en el banco, no se trata de que tanto puedas averiguar. Es lo que pones en las manos del Maestro, por fe solamente en Él.
Quizás usted ha estado pensando: “Señor, no puedo resolver esto, no hay manera de solucionar este dilema, no parece haber una forma de superar esta situación. Es imposible. Tengo toda la información frente a mí, he calculado todas los opciones, pero esto me supera”.
Y el Señor sigue adelante hasta con el más mínimo gesto de fe, incluso esta ofrenda tan insignificante, tan pequeña. “Oigan, este niño tiene un almuerzo”.
El Señor no necesita ofertas impresionantes, gente impresionante o una fe impresionante; solo necesita disponibilidad, disposición y el ofrecimiento de algo tan sencillo como el almuerzo de un niño.
Jesús eligió a una persona de hechos y cifras, una persona metódica, organizada, pero muy normal para convertirlo en su discípulo.
Permítanme agregar un principio antes continuar:
Jesús no elige discípulos con las mismas personalidades, Él alcanza a diferentes tipos de personas en muchos lugares diferentes.
Felipe nunca olvidó esta lección, cuando el Señor le enseñó a enfrentar lo imposible, simplemente al permanecer con un corazón dispuesto para Dios.
Él será el pionero en llevar el Evangelio a la región que hoy conocemos como Turquía, donde finalmente será apedreado hasta la muerte; pero no sin antes llevar multitudes a la fe en Cristo a través de su fiel testimonio.
Bartolomé
El Evangelio de Lucas menciona a continuación al apóstol Bartolomé. Se nos dice en el Evangelio de Juan, que Felipe trajo a Bartolomé para que conociera a Jesús.
Bartolomé es un nombre arameo. Era más bien un apellido. Bar significa hijo. Entonces Bartolomé, significa hijo de Tolomé, o más exactamente, Tolmai.
En los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas sólo se lo llama por su apellido Bartolomé, pero Juan lo llama por su primer nombre, Natanael.[x]
Ahora bien, si usted pensaba que no había mucho sobre Felipe, hay aún menos sobre Natanael. De hecho, hasta el día de hoy no hemos descubierto la historia de Natanael, y no tenemos ningún relato de su vida familiar.[xi]
Sólo hay unas pocas frases en las Escrituras donde él aparece. Jesús elogia a Natanael por ser un auténtico israelita, en quien no hay engaño (Juan 1:47). En otras palabras, Natanael no tiene intenciones ocultas al venir a Jesús.
Sin embargo, Natanael pasa a la historia como el discípulo que dijo algo que lo dejó en vergüenza. Cuando Felipe le dijo que habían encontrado al Mesías, Jesús de Nazaret, Natanael respondió diciendo:
¿De Nazaret puede salir algo de bueno?
Juan 1:46b
¿Qué le parece? Natanael está diciendo: “Mira, yo no sé de dónde vendrá el Mesías, pero no será de Nazaret.”
Y luego Jesús llega y le dice: “Yo te vi el otro día debajo de la higuera; básicamente sabía lo que estabas pensando ayer”, Natanael queda completamente impresionado y me imagino que algo avergonzado también, y le responde:
Rabí, tu eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Juan 1:49b
Me encanta este muchacho: “Creeré en ti aquí y ahora mismo!”. Así de pronto decidió seguir a Cristo.
No sabemos si otro miembro de su familia fue con él. No sabemos nada sobre su educación, sus raíces, su pasado o su genealogía.
Déjeme darle otro principio aquí:
El Señor no escoge discípulos por su herencia espiritual, Él los elige para comenzar una herencia espiritual.
Tal vez usted se pueda identificar con él hoy. Usted es el primero de toda su familia en seguir a Cristo. Tal vez sea el único en su familia en creer en el Evangelio y convertirse en un discípulo de Jesús. No se desanime. Dios no está limitado por su pasado. Eso no es obstáculo para Sus planes para su vida.
Usted acaba de aceptar Su llamado y ahora está vistiendo Su polvo, mientras sigue las pisadas de su Salvador.
Su pasado tampoco frenó el ministerio de Natanael. Él llegaría a hasta lo que hoy conocemos como el norte de Irán y el sur de Rusia con el Evangelio.
Será eventualmente martirizado por su fe, dejando un legado de fidelidad a Cristo.
Permítame mencionar brevemente a dos discípulos más.
Mateo
Lucas menciona a continuación en su lista al apóstol Mateo. Mateo ya hizo su aparición en nuestra exposición a través de Lucas.
Él era en un traidor a los ojos de su pueblo por convertirse en un cobrador de impuestos en nombre de Roma. Él había abandonado prácticamente a su pueblo y ellos estaban felices de abandonarlo a él.
Si hubiera alguien menos calificado para seguir a Cristo, el Rey de Israel, sería un recaudador de impuestos sirviendo al emperador de Roma.
Así, Mateo parece descalificado desde un comienzo. Pareciera que Jesús está cometiendo un error. Pero esto es lo que está pasando. Déjenme ponerlo en forma de principio:
Jesús no llamó a personas capacitadas; llamó a personas y luego las capacitó.
Lo que encuentro curioso es que el Señor cambiará de tal manera el corazón de Mateo, que terminará escribiendo el Evangelio de Mateo, que está principalmente enfocado en alcanzar a la nación de Israel con la verdad de que Jesucristo era realmente su Rey.
Tomás
Finalmente, déjeme presentarle al discípulo llamado Tomás.
Tenga en cuenta, que algunos de estos discípulos tienen una participación más grande en la Biblia y continuaremos estudiándolos a medida que avancemos a través del Evangelio de Lucas. Tomás es uno de ellos.
Por ahora, quiero señalar un evento que no es tan conocido en su vida. Pero primero ocupémonos de la característica más famosa de Tomás. La mayoría conocemos a Tomas por ser el apóstol que dudó ¿verdad?
Por cierto, a Tomás también se le conoce como Tomás Dídimo en Juan 11:16, que significa “Tomás el Gemelo”. Así que evidentemente tenía un hermano o una hermana gemela, pero no sabemos nada de él o ella tampoco.[xii]
Lo que sí sabemos, es que fue rápido en creer la promesa del Señor sobre su muerte; pero fue lento para creer en la promesa de Su resurrección.[xiii]
Pero, creo que solemos ser demasiado duros con Tomás. Se nos dice claramente en las Escrituras que ninguno de los discípulos creyó que Jesús había resucitado de entre los muertos.
El Evangelio de Marcos dice que, cuando María Magdalena corrió a decirles a los discípulos que había visto al Señor resucitado:
Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron. Marcos 16:10-11
¡Ninguno de ellos le creyó!
Pero Tomás merece un mejor apodo que “Tomás el incrédulo” y sería “Tomás el intrépido” porque fue el primero de los discípulos en decir que estaba dispuesto a morir por Cristo.
Esto sucedió en el Evangelio de Juan, cuando los líderes judíos amenazaban con apedrear a Jesús por decir que era el Hijo de Dios encarnado.
Jesús que se va de la ciudad de Judea con Sus discípulos. Pero luego reciben el mensaje de que Lázaro, un amigo cercano de Jesús, estaba muriendo.
Jesús anuncia a Sus discípulos que van a regresar a Judea. Ellos no quieren regresar porque no es un lugar seguro.
Y entonces Tomás dice esto:
Vamos también nosotros, para que muramos con él. Juan 11:16
Entienda esto: Tomás asume que Jesús ya es hombre muerto. No es tan optimista como para decir: “Oh, Jesús va a estar bien, todo va a salir bien”
No, no, en su mente Jesús va a morir. Pero note que él no dice: “Jesús, si vuelves allá, vas a morir, pero fue un placer conocerte.”
No, Tomás hace esta increíble declaración de valor. “Jesús va a morir, pero vamos a seguirlo hasta el final”.
Esta es también una increíble declaración de un amor leal. Tomás está diciendo: “Yo no quiero vivir sin Él”.
Usted no va a encontrar una declaración más amorosa, valiente y leal en otro discípulo, sino de Tomás el intrépido.
Sí, Tomás decepcionará al Señor, se derrumbará de dolor, de desesperación y tirará la toalla.
Pero permítame expresar esto en forma de otro principio.
El Señor no elige discípulos que nunca lo decepcionan, Él muestra a sus discípulos que nunca los decepcionará.
Si el Señor quitara hoy a los discípulos que lo decepcionan regularmente y le fallan, ninguno de nosotros sería hoy su discípulo.
Tomás llegaría hasta la India, donde serviría la mayor parte de su vida hasta ser martirizado por su fe. Se cree que está sepultado al sur de la India, en Chennai.
Hasta el día de hoy, muchas iglesias en la India encuentran sus raíces en el ministerio de Tomás.[xiv]El Señor no escoge discípulos que nunca le fallarán, Él escoge discípulos y nos muestra a usted y a mí que Él nunca nos va a fallar.
[i] William Barclay, The gospel of Luke (Westminster Press, 1975), pág. 75
[ii] Darrel L. Bock, Baker Exetetical Commentary on the New Testament: Luke 1-11 (Baker, 1994), p. 447
[iii] Charlies R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), pág. 150
[iv] John MacArthur, Twelve Ordinary Men (W Publishing Group, 2002), pág. 78
[v] Adaptado de MacArthur, pág. 93
[vi] Ibídem, pág. 96
[vii] G. Campbell Morgan, The Great Physician (Fleming Revell, 1937), pág. 4
[viii] Ibídem.
[ix] Adaptado de MacArthur, pág. 121 y 125
[x] Morgan, pág. 49
[xi] Adaptado de Morgan, pág. 49
[xii] AB Bruce, The Training of the Twelve (Zondervan, 1871; reimpresión 1963), pág. 33
[xiii] Adaptado de Morgan, pág. 33
[xiv] MacArthur, p 164.