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Los apóstoles más desconocidos

Jesús no eligió líderes destacados para ser sus discípulos, sino a personas comunes y corrientes. En este episodio, reflexionamos sobre cómo esta decisión demuestra el poder y la gracia transformadora del Señor. Descubra cómo Dios sigue escogiendo a los que parecen insignificantes para cumplir propósitos extraordinarios, reflejando así Su gloria.
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Introducción

Hoy llegamos al final de la lista de los doce discípulos en el Evangelio de Lucas. Nos hemos detenido lo suficiente como para hacer un estudio general de estos hombres a los que nos hemos referido como “Los hombres del Maestro”.

Hemos observado que aparecen en tres grupos de cuatro discípulos. El primer grupo es de los más conocidos. Son los que vemos hablando más en la Biblia y a los que el Señor se dirige más frecuentemente. El segundo grupo juega a veces un papel importante, pero sabemos menos acerca de ellos.

Hoy exploraremos lo que podamos de las vidas del último grupo. Sabemos poco sobre ellos, excepto sobre el último de la lista – el ​​que siempre es mencionado en último lugar – Judas Iscariote.

Mientras estudiamos las vidas de estos hombres estamos encontrando algunas aplicaciones para nuestras vidas que espero hayan sido alentadores para usted que es un discípulo de Jesús, por la fe en Su Evangelio y en su Persona.

Vimos demasiados principios y aplicaciones en las dos lecciones pasadas como para repasarlas todas, pero repetiré un par así retomamos impulso.

Aprendimos que Jesús no eligió a Sus discípulos por lo que eran, sino por lo que iban a convertirse.

También, aprendimos que Jesús no eligió a sus discípulos por su herencia espiritual, sino que los escoge para empezar una herencia espiritual con ellos.

Y eso se va a ver claramente en la poca información que tenemos sobre este tercer y último grupo de cuatro discípulos.

Estos son doce hombres comunes y corrientes, como G. Campbell Morgan los llamó en su libro clásico sobre los apóstoles escrito en 1937.

William Barclay también escribió hace 50 años: “Estos doce hombres comunes y corrientes, no eran teólogos entrenados, no eran ricos y no tenían una posición especial dentro de la sociedad.[i]

No tenían una gran educación y tampoco eran sobresalientes, pero caminaron lo suficientemente cerca del Señor como para vestir su polvo.

Así mismo, lo que hace de usted un buen discípulo hoy no es el hecho de que sea alguien impresionante, sino que sea alguien impresionable – alguien en quien el Señor pueda dejar su marca duradera en su vida.

Oswald Chambers, escribió que, a lo largo de la historia, Dios ha elegido hombres desconocidos que dependían enteramente de Él y comenzaron a mostrar Su poder y gracia.[ii]

Los discípulos eran hombres comunes y corrientes. Esto es algo alentador ¿no es así? Abraham Lincoln escribió una vez: “A Dios le debe gustar la gente común porque hizo muchos”.[iii]

Pero el hecho de ser comunes no les molestaba a los doce, porque no se consideraban héroes de todos modos, Jesucristo era su héroe.[iv]

Y eventualmente lo dejarían todo para llevar el polvo de su Gran Maestro.

Ahora, con eso en mente, volvamos a la lista de los doce que nos provee el Dr. Lucas en el capítulo 6 de su evangelio. En la última parte del versículo 15, se nos dan los nombres de este grupo final de cuatro hombres.

Jacobo hijo de Alfeo

El primero es Jacobo, hijo de Alfeo. (Lucas 6:15b).

En el Nuevo Testamento va a encontrar a más de un hombre llamado Jacobo o Santiago dentro de los seguidores de Jesús. Santiago y Jacobo son de hecho el mismo nombre en el original, solo que traducidos diferente en español. Cuando aparece el nombre Jacobo, algunas traducciones de la Biblia agregan la nota al pie de página que dice “también traducido, Santiago” y viceversa.

Por ejemplo, ya vimos Jacobo, el hijo de Zebedeo. Con su hermano Juan se ganaron el apodo: los hijos de trueno.

Otro Jacobo o Santiago que aparece en el Nuevo Testamento – y es aún más prominentemente – es el medio hermano de Jesús, nacido de María y José en algún momento después del nacimiento virginal de Jesús.

El Evangelio de Mateo, registra un evento donde los líderes judíos están discutiendo en cuanto a las afirmaciones de Jesús y dicen:

¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? Mateo 13:55-56a

En otras palabras, ¿cómo puede Jesús ser el Hijo de Dios cuando tiene hermanos y hermanas?

Sabemos por las Escrituras, que Jacobo no va a creer quién es Jesús hasta después de la resurrección.

Pero sí va a creer, y se convierte en un líder destacado de la iglesia. El apóstol Pablo escribió en Gálatas 1:18 que:

Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días;pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. Gálatas 1:18-19

Jacobo eventualmente se convierte en el pastor principal de la iglesia en Jerusalén.[v]

Y también escribirá el libro de Jacobo, mejor conocido como el libro de Santiago.

Pero el pastor Jacobo no es el Jacobo que figura aquí en la lista entre los doce apóstoles.

Este Jacobo es hijo de Alfeo, no de José.

La verdad es que lo único que sabemos sobre este Jacobo, es que es hijo de Alfeo.

Jacobo no aparece en los relatos bíblicos del ministerio de Jesús. Sólo hay una pista más sobre él, que aparece en el Evangelio de Marcos, donde se lo llama Jacobo el menor.

Mikros, en griego, traducido “pequeño” o “más corto”, puede que esté refiriéndose principalmente a su estatura física.[vi]

También puede referirse a su edad, dando a entender que Santiago es el menor. En otras palabras, él era más joven que el otro Jacobo de la lista de los doce, el hijo de Zebedeo.

Francamente, no lo sabemos con seguridad.

Es probable que, para distinguir al apóstol Jacobo, del medio hermano de Jesús, y de Jacobo el hijo del trueno, lo empezaron a llamaron el “pequeño Santiago”.

Puede que haya sido pequeño en estatura o edad, pero lo que sí sabemos que era más pequeño en influencia que cualquiera de estos otros hombres llamados Jacobo.

Entonces, este es un hombre que fue llamado por Jesús, tal como Pedro y Juan. Pedro y Juan dejarán huella en la historia de la iglesia, convirtiéndose en unos de los autores bíblicos más conocidos. Pero no sabemos nada del pequeño Santiago.

Él nunca escribió un libro de la Biblia. No se registra ninguno de sus sermones en Escritura. Ni siquiera ha sobrevivido un sermón suyo si es que alguna vez escribió uno. No tenemos registro alguno de una conversación suya con Jesús. Que sepamos, él tampoco ocupó un cargo prominente en la iglesia en Jerusalén. Jesús simplemente lo llamó y le siguió.

Eso me lleva a la siguiente aplicación:

Jesús no elige discípulos para que tengan el mismo impacto o ministerio; elige discípulos para transmitir el mismo mensaje.

La tradición de la iglesia afirma que fue apedreado en Jerusalén después de dos décadas de fiel testimonio para Cristo.

Simón el Zelote

Ahora pasemos al siguiente hombre de la lista. Este es otro hombre que necesita ser distinguido porque tiene el mismo nombre de otro discípulo en esta lista.

Lucas menciona el siguiente de los doce aquí en el capítulo 6 al final del versículo 15, Simón el Zelote.

Él no es Simón Pedro, el famoso discípulo; sino Simón el Zelote. Y de nuevo, no tenemos más información de este discípulo que su nombre

Simón el Zelote es tan desconocido, como Simón Pedro es famoso.[vii]

Simón el Zelote nunca es mencionado fuera de la lista de los doce discípulos originales.

Pero Lucas añade este sobrenombre que nos dice bastante. Conecta a Simón con un grupo de judíos nacionalistas que tenían un deseo: derrocar a Roma.

Y estaban dispuestos a derramar sangre si era necesario. Sabemos que los zelotes se organizaron alrededor de 20 años antes de que Jesús comenzara Su ministerio.

Todo empezó con los impuestos romanos. El pueblo judío estaba cansado de esto, detestaban a Roma y ciertamente odiaban pagar impuestos de sus ingresos ganados con tanto esfuerzo al imperio opresor.

Entonces, un hombre llamado Judas el Galileo se convirtió en el líder de la rebelión y comenzó una gran revuelta contra Roma.

Convenció fácilmente a mucha gente que pagar impuestos a Roma no era nada menos que un acto de traición contra Dios.[viii]

La gente lo apoyó y terminó liderando una guerrilla para asesinar, saquear, y destruir todo lo que fuera en nombre de Roma.

Unos años más tarde, Roma los atraparía a él y a sus seguidores. Roma crucificó a sus hijos y luego lo mataron a él también.[ix]

Usted podría escribir en el margen de su biblia, junto al nombre de Simón el Zelote, “Simón el forajido”. Él era un criminal, un fanático religioso.

La historia de este hombre era problemática. Era un nacionalista apasionado. Su voluntad de asociarse con los zelotes significaba que era un barril de pólvora esperando a ser encendido.

Su hoja de vida habría arrojado todo tipo de alertas de peligro.

Un autor escribió: “No era un hombre confiable como para hacerlo un apóstol. Podría fácilmente hacer que el gobierno romano sospechara de Jesús y sus seguidores.[x]

Pero aparte de esto – olvidando todos sus problemas con el gobierno romano por un momento ¿cómo reaccionarían los otros discípulos con la incorporación de Simón el Zelote?

¿Cómo pone usted a Simón el zelote y a Mateo el traidor en el mismo estudio bíblico?

Ahora usted tiene a un fanático judío nacionalista sirviendo junto con un judío que había traicionado a su pueblo. Tiene a un enemigo de los impuestos al lado de un antiguo cobrador de impuestos. Estos hombres vinieron a Jesús con sus prejuicios, pasiones y preferencias; tenían mucho que cambiar y mucho que aprender.[xi]

Uno de los milagros más ignorados en el ministerio de Jesús, fue el hecho de lograr que estos doce hombres se llevaran bien.

Y Él lo hace hasta el día de hoy.

De hecho, un autor escribió que esta unión de opuestos no era un problema, era una profecía – estos doce hombres tan diferentes, pintaban un cuadro en miniatura de la iglesia.[xii]

Se llevaban bien no porque se amaban naturalmente, sino porque amaban a su Maestro, que a su vez les enseñó a amarse unos a otros.

Déjeme ponerlo de esta manera:

Las diferencias entre los discípulos no eran distracciones, sino declaraciones de unidad en el cuerpo de Cristo.

La historia de la Iglesia nos informa que Simón el Zelote será un pionero del Evangelio, llevándolo hacia el norte, hacia el escarpado paisaje insular de lo que hoy conocemos como Gran Bretaña. Eventualmente será martirizado, crucificado para ser exactos, y sepultado en una tumba sin nombre en algún lugar de las Islas Británicas.

Judas el hijo de Jacobo

El próximo discípulo será nuevamente distinguido de otro discípulo con el mismo nombre.

Lucas lo menciona al comienzo de versículo 16 como Judas, hijo de Jacobo.

Como si dijera, “no el otro Judas”. O sea, ¿quién quisiera que lo confundan con el otro?

Judas es un nombre maravilloso. Significa, “Jehová dirige”. Pero después de la traición de Judas Iscariote, este Judas evidentemente prefirió que lo llamaran por uno de sus dos sobrenombres: Lebeo y Tadeo.

De hecho, a Judas, hijo de Jacobo, se lo conoce como el apóstol de los tres nombres: Judas, Lebeo y Tadeo.

Los evangelios de Mateo y Marcos lo llaman Tadeo, que significa “amado”.[xiii]

Algunos manuscritos usan el nombre Lebeo en Mateo 10:5, que viene de la raíz hebrea que significa “corazón”.[xiv]

Es evidente que este desconocido discípulo fue apodado y conocido por su dulzura y su espíritu lleno de gracia, un hombre conocido por su devoción y un ministerio sincero.

Más allá de esto, sabemos muy poco sobre él.

Afortunadamente hay una conversación en la Biblia donde habla Judas Tadeo.

El Evangelio de Juan registra el momento donde el Señor le está diciendo a Sus discípulos que no se manifestará al mundo entero en ese tiempo, sino sólo a ellos.

Y Judas con su tierno corazón habla y le hace una pregunta al Señor.

Juan escribe:

Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. Juan 14:22-23

En otras palabras, su corazón parece entristecerse por el hecho de que el resto del mundo no va a tener el beneficio de ver al Señor como él y los otros discípulos. Esta pregunta revela una tierna humildad de corazón.

No puede creer que Jesús se revelaría a ellos y no al mundo entero.[xv]

Con esto y sin ninguna mención sobre su impacto o influencia en el ministerio, Judas, Tadeo, Lebeo desaparece de la Sagrada Escritura.

No tenemos registro de sus logros. No hay registro de iglesias que haya plantado o ministerios que haya desarrollado.

Todo lo que tenemos de la tradición de la iglesia primitiva es que este discípulo de corazón tierno viajó a la región que hoy conocemos como Turquía, donde sirvió fielmente a Cristo hasta que una multitud lo apaleó hasta la muerte por su fe.

Lo que sí sabemos – ya que el apóstol Juan lo escribe – es que el nombre de este discípulo ya ha sido tallado en la piedra preciosa de los cimientos de la Casa del Padre (Apocalipsis 21:14).

Eso me lleva a otro principio en relación con los discípulos desconocidos como Judas Tadeo, y es este:

Su servicio para Cristo no tiene que ser reconocido en la tierra, para ser recompensado en el Cielo.

El escritor del Libro de Hebreos, que irónicamente no ha sido identificado de manera concluyentemente tampoco – escribe:

Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre. Hebreos 6:10

El verbo traducido olvidar – Dios no es injusto para olvidar – significa pasar por alto, ignorar.

En otras palabras, no importa cuán grande o pequeño sea su servicio, no importa si es aplaudido o ignorado, resaltado o pasado por alto, el Maestro lo ve todo. No se le escapa nada, el acto más pequeño es registrado en el Cielo.

Judas Iscariote

Ahora, finalmente, encontramos al último discípulo en hacer su aparición en esta lista. Lucas escribe al final del versículo 16 que es: Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.

Algunos creen que Iscariote, es un derivado del latín sicarius, que significa hombre de puñal o asesino.[xvi]

Los sicarios llevaban una “sica”, una daga curva que podía esconderse en la túnica. Esta fue la práctica de algunos de los zelotes que eran conocidos por asesinar a romanos y judíos desleales.

Si bien, hoy no estamos seguros del significado de esta descripción, lo más probable es que Iscariote, sea una referencia a Keriot, una región en el norte de Judea. Esto nos diría su procedencia.

El padre de Judas se identifica en Juan 6:71, y Juan escribe de “Judas, el hijo de Simón Iscariote”.

Es muy probable que cuando piensa en Judas, se imagine a un hombre sigiloso, engañoso, un poco apartado del grupo, observando a todos en silencio. Se imagina a Judas como un discípulo espeluznante. O como lo llamó un niño que se confundió y lo llamó: “Judas escalofriante”.

Pero el registro de las Escrituras no dice que lo fuera. De hecho, confiaban tanto en él que lo pusieron a cargo de la cuenta bancaria de los discípulos (Juan 12).

Era digno de confianza. Parecía ser un hombre íntegro. Se ofrecía a servir. Sería su candidato para enseñar en la escuela dominical, para servir en los comités. No era el tipo de persona que se deslizaba en la iglesia para sentarse en la última fila. ¡sin ofender a los que se sientan en la última fila!

Judas no estaba distante, estaba involucrado. Él no era temible o extraño; él estaba justo en el centro del ministerio.

De hecho, en el aposento alto cuando Jesús anunció que uno de ellos lo iba a traicionar, nadie miró a Judas ni dijo: “Siempre supe que era Judas, con su rostro sombrío y escalofriante”. No. Todos dijeron, “Señor, ¿soy yo?”.

Y, por cierto, Judas no estaba sentado en la esquina, estaba al lado de Jesús, mojando su comida en el mismo recipiente.

Un principio que podemos sacar de aquí sería este:

Es posible identificarse con Jesús y no creer en Él.

En algún momento, Judas se dio cuenta de que Jesús no era lo que él estaba buscando. Jesús convirtió en una decepción.

Judas ha escuchado al mejor predicador, al mejor maestro, ha visto a Dios el Hijo hacer milagro tras milagro – desde caminar sobre el agua hasta expulsar demonios y resucitar a los muertos.

¿Cómo pudo derrocharlo? ¿por qué no creyó?

Déjeme darle la respuesta en forma de principio:

Es posible estar expuesto a la luz y todavía querer estar en la oscuridad.

Y Judas traicionará a Jesús por 30 monedas de plata, el precio de un esclavo discapacitado en el primer siglo.

Con esto termina la lista de apóstoles en el Evangelio de Lucas. Matías, tomará más tarde el lugar de Judas Iscariote luego de ser comisionado por la iglesia ya que cumplía los requisitos de haber seguido a Jesús desde el principio y verlo resucitado personalmente (Hechos 1:21-22).

Y una vez más, sabemos que él era un hombre común y corriente, ahora parte de los doce apóstoles. Aparte de eso, no sabemos absolutamente nada del ministerio de Matías.

Conclusión

Leí sobre un evento muchos años donde un famoso violinista decidió probar a su audiencia. Se anunció que tocaría un raro y costoso violín Stradivarius que en su tiempo estaba valorado en unos U$200.000 dólares, lo que hoy equivaldría a un par de millones.

La sala de conciertos estaba repleta. El violinista tomó su lugar y tocó. ¡Fue algo hermoso, magnífico!

En la mitad de su concierto, luego de terminar una pieza musical, de pronto y para sorpresa de su público – partió el violín por la mitad, lo tiró al piso y salió del escenario.

Por supuesto el público quedó horrorizado. Un momento después, el conductor del concierto se dirigió a la multitud y dijo: “El Maestro no estaba interpretando la música en el costoso y raro violín que promocionamos. Lo hizo con un violín que compró en una casa de empeño por 20 dólares. Él regresará ahora y terminará su concierto en el raro y costoso violín Stradivarius”.

Cuando regresó y tocó, muy pocas personas notaron la diferencia.

Esto me recordó el hecho de que usted y yo somos como ese violín de 20 dólares. Violines comunes y corrientes.

Pero el Maestro nos ha comprado y en sus manos, al entregarnos a Él, Su maestría y la belleza de su mensaje puede escucharse a través de nuestras vidas. 

El usa personas comunes y corrientes, como usted y yo, para que sólo a Él le pertenezca la alabanza y la gloria.


[i] William Barclay, The Gospel of Mark (Westminster Press, 1975), pág. 74

[ii] Adaptado de R. Kent Hughes, Luke: Volumen 1  (Crossway, 1998), pág. 209

[iii] Ibídem.

[iv] Adaptado de A.B. Bruce, The Training of the Twelve (impresión original, 1877; reimpresión, Zondervan, 1963), pág. 39

[v] Adaptado de John MacArthur, Twelve Ordinary Men (W Publishing 2002), pág. 171

[vi] Ibídem.

[vii] Bruce, pág. 34

[viii] Adaptado de MacArthur, pág. 176

[ix] Ibídem.

[x] Adaptado de A.B. Bruce, página 35

[xi] Ibídem.

[xii] Ibídem.

[xiii] James Montgomery Boice, The Gospel of Matthew: Volumen 1 (Baker Books, 2001), pág. 167

[xiv] MacArthur, pág. 178

[xv] Adaptado de MacArthur, pág. 179

[xvi] Darrell L. Bock, Luke, Volumen 1 (Baker Academic, 1994), p. 546

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

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