Introducción
Hoy en día, la persona promedio en la calle no sabe mucho sobre la Biblia. Conocen porciones de versículos que han leído por ahí, una vaga noción de la regla de oro y la idea de que Dios dice “ayúdate que yo te ayudaré”, que a todo esto, no está en la Biblia.
Estoy de acuerdo con un autor que comentó que, hace muchos años, el versículo más conocido de la Escritura era Juan 3:16. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna“. Pero hoy, escribe, el versículo más conocido en nuestra cultura – aun para las personas que no saben prácticamente nada de la Biblia – y pueden citarlo en un abrir y cerrar de ojos – es el siguiente: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”.[i]
Este versículo se ha convertido en una proclamación del derecho al libertinaje en nuestra generación. Somos libres de hacer lo que queramos, siempre y cuando la cultura sea legal.
Y si no está rompiendo las leyes, si es políticamente correcto, si le gusta ¡hágalo! Pero si alguien se atreve a mostrar una pizca de desaprobación, este versículo sale a relucir. ¡No juzgues![ii]
Pronto descubre que la persona que no tiene el mínimo interés acerca de Dios y la Biblia tiene este versículo preparado como una bala para disparársela a cualquiera que se atreva a sugerir que lo que está haciendo no es correcto. “No juzgues, para que no ser juzgado.”
Ahora, el problema no es tanto que el mundo piense de esa manera, justificando cualquier pecado bajo el pretexto “no juzgues para no ser juzgado”. No podemos esperar nada más del mundo. Lo que me preocupa es que la iglesia ha llegado a adoptar esta forma de pensar. La iglesia no se atreve a decir nada que pueda ofender a otra persona. O sea, ¿Quién soy yo para juzgar?
El versículo más popular de la Biblia hoy necesita estudiarse en su contexto – debemos desempolvar estas páginas de la Escritura para redescubrir lo que Jesús verdaderamente nos quiso enseñar. Le invito a abrir su Biblia en el evangelio de Lucas. Nos encontramos en el capítulo 6 versículo 37. Allí dice:
No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Lucas 6:37
Ahora, no lo malinterprete. El Señor no describiendo la forma de obtener su salvación. Él está describiendo la actitud que deben tener sus discípulos. Él no está vinculando la salvación a las obras. “Si usted nunca juzga o condena a nadie, Dios nunca le juzgará o condenará a usted”.
El verbo traducido “juzgar” significa “sentarse en juicio.” Jesús está hablando de alguien que se apresura a condenar; alguien que no está dispuesto a perdonar. Jesús enseña que este espíritu, esta actitud, es absolutamente contraria al cristianismo.[iii]
Jesús nos está guiando hacia una actitud – una disposición – que refleje la actitud de Cristo hacia otros. Debemos demostrar que somos diferentes al mundo.[iv]
Ahora, la pregunta permanece. ¿Está diciendo Jesús que el creyente debe hacerle la vista gorda a todo? ¿Debe ignorar las malas acciones? La respuesta se encuentra al examinar el resto de la Biblia. Así, obtenemos un panorama más completo.
Formulemos la pregunta de esta manera: ¿Existe alguna ocasión cuando es correcto juzgar a otros? ¿Cuándo está mal hacerlo?
¿Cuándo es correcto juzgar?
Comenzaré respondiendo la primera parte de esta pregunta. ¿Cuándo es correcto juzgar? Primero:
Es correcto juzgar cuando una persona actúa de manera inmoral
En 1 Corintios 5:1-3, el apóstol Pablo le escribe a esta iglesia:
De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. 1 Corintios 5:1-3
Pablo escribió: “¡Ya lo he juzgado como inmoral!” ¿No es irónico a la luz de las creencias de las iglesias “cristianas,” que Pablo catalogó a la iglesia en Corinto – que se negó a condenar la inmoralidad – como una iglesia arrogante y desobediente, y no como una buena iglesia, tolerante y amorosa?
Pablo dejó las cosas claras. En lugar de taparse los ojos respecto a temas de la inmoralidad sexual, juzgó a la iglesia en Corinto primero llamándolos arrogantes. En otras palabras, pensaban que habían llegado a ser superiores a la Palabra de Dios. Pensaban que eran más amorosos que Dios, más sofisticados que el diseño creado por Dios para la sexualidad. Entonces, Pablo juzga a esta iglesia y luego juzga a este hombre diciendo que es inmoral no debe continuar en comunión dentro de la iglesia.
Alguien quizás estará pensando: “¿Está diciendo entonces que debemos echar a todos los pecadores de la iglesia?”. No. Si sacara a todos los pecadores de la iglesia hoy, no quedaría nadie. La cuestión no es realmente el pecado, el problema es el pecado sin arrepentimiento.
Entonces, al considerar este pasaje típicamente malinterpretado: “No juzgues, para no ser juzgado”, evidentemente no significa que la iglesia debe quedarse cayada y tolerar el pecado. La iglesia debe emitir un juicio sobre lo que es moralmente correcto e incorrecto. Y la iglesia local ha sido llamada a hacerse responsable de sus miembros, velando que cada uno cumpla con los estándares bíblicos.
No sé si alguno vivió cuando la crianza de un niño era un proyecto comunitario. Si un niño era desobediente, los hermanos de la iglesia no trataban de ignorarlo esperando que su mamá se diera cuenta. Aún, en la escuela existía algo llamado disciplina. Los profesores tenían el derecho de juzgar y aún castigar; a veces con tareas, pero otras veces mandándolo al rincón, pegándole un reglazo en la mano, o hasta dándole unas nalgadas con una paleta de madera. Eso era cuando todavía escribíamos en tablas de piedra.
Recuerdo aquella larga escalera que llevaba hasta la biblioteca donde terminaba yendo a menudo – y no era porque quería ir a leer precisamente.
En mi casa existía la regla: si nos disciplinaban en la escuela, nos esperaba una disciplina en casa.
Mis padres tenían la extraña perspectiva de que el maestro siempre tenía razón y que yo siempre estaba equivocado. ¡Insólito!, ¿verdad? Entonces, si mi maestra pensaba que merecía unas nalgadas en la escuela, mis padres corroboraban su decisión dándome otras nalgadas cuando llegara a casa.
Me acuerdo de que un día estaba parado fuera del aula de primer grado con Beto, un compañero mío. Él siempre me metía en problemas. Estábamos esperando a la maestra que nos iba a llevar a esa dichosa biblioteca, donde recibiríamos unas nalgadas con una paleta de madera. Pasó hace tanto tiempo que no me acuerdo lo que Beto había hecho.
Para mi suerte, justo en ese momento mi hermano mayor pasó por ahí. Me preguntó por qué estábamos parados fuera del aula. Le dije que solo estábamos allí pasando el rato. En ese momento la maestra salió sosteniendo la paleta de madera y nos dijo: “Vamos niños”.
Durante todo el camino a casa en el autobús escolar, le rogué a mi hermano que no me denunciara. Él me dijo que no diría una palabra. Sentí que mi vida estaba segura en sus manos. Luego esa noche, durante la cena, de la nada dijo: “Stephen tiene algo que contarles”. No podía creerlo. Mis padres dijeron: “¿Tienes algo que contarnos?” Les prometí que todo lo que tenía para contarles era mi testimonio de fe.
El día del juicio final había llegado.
Una cosa es corregir a un niño y decirle que está haciendo algo incorrecto, pero seguramente que no deberíamos entrometernos en la vida de los adultos. ¿O sí? Una vez que cumplimos los 18 años ya tenemos la libertad de hacer lo que queramos.
Este será el pensamiento del mundo, pero no el de la iglesia. En el capítulo 5 de primera Corintios, el apóstol Pablo hace una declaración que la iglesia promedio de hoy consideraría espantosa. Él escribe en el versículo 11:
Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 1 Corintios 5:11
En otras palabras, tratamos a los incrédulos pecadores diferente que a los creyentes pecadores no arrepentidos. Por esto, Jesús comía con los pecadores, pero condenó a los líderes espirituales en pecado.
El apóstol Pablo está indicando que los creyentes deben ejercer esta capacidad de determinar si alguien es culpable o no. Debe hacer un juicio moral y no tener compañerismo con ese creyente a menos de que se haya arrepentido de su pecado.
A propósito, tenga en cuenta la actitud que debemos tener frente a todo esto. ¿A caso nos complacemos del pecado de alguien? O ¿Nos ponemos a contar chismes sobre los fracasos morales del hermano? ¿Formamos un club de matones para ir a castigar al hermano en pecado?
No, Pablo le va a escribir esto a los creyentes en Galacia:
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre. Gálatas 6:1a
Hablaremos más sobre este tipo de actitud más adelante. Por ahora, recordemos. En primer lugar, es correcto juzgar como inmoral el mal comportamiento de una persona. El creyente puede decir: “Eso es pecado. No debería hacer eso.” En segundo lugar,
Es correcto juzgar cuando una persona tiene creencias anti-bíblicas
El apóstol Pablo les escribe a los creyentes en Roma:
Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Romanos 16:17-18
En otras palabras, estas son personas persuasivas, atractivas, le dicen las cosas que le gusta escuchar. Pero Pablo los desenmascara y revela que lo que realmente quieren es popularidad, prestigio, seguidores y ganar dinero, así que no sea ingenuo.
La iglesia de hoy es cada vez más vulnerable e ingenua, porque se resiste cada vez más a la idea de los absolutos teológicos. “Dejemos la doctrina a un lado y unámonos en el amor.” La Biblia nos da una advertencia muy diferente. Pablo le advierte a la iglesia en Galacia:
Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (o maldito). Gálatas 1:9b
Incluso si un ángel se le apareciera y se tomara una foto con él para demostrar que realmente un ángel se lo reveló. La palabra de Dios dice, si es un evangelio diferente, sea anatema.
Supuestamente, un ángel se le apareció a Joseph Smith y le entregó otro evangelio. Se supone que un ángel se le apareció a Mahoma y le entregó un evangelio diferente.
Mire, personalmente no dudo que estos dos hombres tuvieron encuentros reales con seres angelicales. No creo que Pablo esté exagerando aquí. Incluso si un ángel se le acercara, no le crea solo por el hecho de que es un ángel. Lo que importa es el mensaje.
El apóstol Pablo escribe en 2 Corintios 11:14:
… Porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. 2 Corintios 11:14b
Lo que debe hacer es compara el mensaje del ángel con el de la Biblia. Debemos juzgar si lo que se enseña es bíblico o no.
Y, por cierto, hay ciertas diferencias menores de interpretación que pueden distraer a la iglesia. Y debemos actuar con madurez y gracia en esos casos.
De lo que estamos hablando aquí es de formas de pensar que desvían a los creyentes, destruyen nuestro testimonio y la reputación del Señor Jesús.
Esta semana vi un informe en las noticias sobre una iglesia en otro estado que está siendo plantada y pastoreada por un matrimonio. La razón por la que esta noticia me sorprendió fue el hecho de que la esposa, la co-pastora era una actriz de películas para adultos. Era parte de la industria de la pornografía. Mientras veía la noticia estaba esperando escuchar la parte donde dijera que llegó a Cristo y dejó ese mundo atrás.
En cambio, defendió su profesión y afirmó con orgullo que estaba plantando una iglesia “de pecadores y para pecadores”. Luego se quejó diciendo que los cristianos y la iglesia no deberían “juzgarla”.
Pablo le escribió a Tito acerca de estos falsos maestros:
Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra. Tito 1:16
En tercer lugar:
Es correcto juzgarnos a nosotros mismos cuando caemos en pecado
Cada vez que el creyente está pronto a participar en la cena del Señor, el apóstol Pablo lo exhorta a examinarse a sí mismo (Corintios 11:28).
Debemos ponernos a prueba a nosotros mismos, para asegurarnos de que estamos en comunión con nuestro Salvador. Debemos estar seguros de que estamos confesando nuestro pecado y no manipulando, ocultando, justificando, redefiniéndolo o excusándolo.
Pablo continúa escribiendo en el versículo 32, que el creyente que no se juzga a sí mismo va de camino a ser disciplinado por el Señor. Debemos juzgar nuestra forma de vivir y pensar, y reconocer: eso fue un pecado. Debo confesarlo. Finalmente:
Es correcto juzgar a nuestra sociedad a la luz de los principios bíblicos
En caso de que algo se nos escape, Pablo les escribe a los corintios este principio general:
El espiritual juzga todas las cosas. 1 Corintios 2:15a
Pablo les escribió a los creyentes en Tesalónica:
Examinadlo todo… 1 Tesalonicenses 5:21a
Pasa usted tiempo juzgando lo que come, la ropa que se pone, el vehículo que conduce y la escuela a donde van sus hijos; pero cuando llega el momento de juzgar su cultura, piensa: “Si es legal, debe estar bien; si suena bien, debe ser bueno; si se siente bien no puedo estar mal; si la mayoría dice que está bien, debe serlo”.
No. Examínelo todo. Juzgue todas las cosas a la luz de la Palabra de Dios. Considere: ¿dice Dios que esto es pecaminoso o agradable a sus ojos? ¿Trae esto gloria a su nombre?
La Biblia deja claro que:
- Es correcto juzgar cuando alguien hace algo inmoral.
- Es correcto juzgar cuando alguien tiene creencias anti-bíblicas.
- Es correcto juzgar nuestro propio pecado y no justificarlo.
- Y es correcto juzgar a nuestra sociedad a la luz de los principios bíblicos.
Entonces, ¿cuándo no está bien juzgar? De qué está hablando Jesús en este famoso versículo de las Escrituras, tan citado por los falsos maestros y líderes de sectas e incluso estrellas porno junto con la persona promedio en la calle que no quiere que le digan que está haciendo mal las cosas.
¿Cuándo es malo juzgar?
La Biblia nos da al menos tres ocasiones en las que juzgar se convierte en una actitud crítica y pecaminosa; y, por lo tanto, está mal. Primero:
Está mal juzgar antes de saber todos los hechos
Esta es la base del juicio justo. El mismo sistema judicial exige que se presenten pruebas y testigos.
En la ley judía, al menos dos testigos tenían que presentar un mismo relato para que fuera admitido en la corte.
Cuando Nicodemo defendió al Señor Jesús ante los líderes religiosos, les recordó esta importante norma.
¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho? Juan 7:51
Este mismo principio se aplica a la disciplina en la iglesia, como la estableció el Señor Jesús en Mateo 18. Se necesitan testigos para establecer los hechos. En segundo lugar,
Está mal juzgar a alguien basándose en impresiones subjetivas
En otras palabras, es un error juzgar a alguien basados en lo que pensamos que pudieron ser sus motivaciones. Las motivaciones no se pueden ver y podemos estar equivocados.
Pablo nos advierte de este tipo de juicio en 1 Corintios 4:5, donde escribe:
El Señor… aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones. 1 Corintios 4:5b
Así que no saque conclusiones precipitadas. Somos demasiado rápidos para juzgar basados en nuestras impresiones: cómo luce una persona, o qué creemos que estaba pensando. Hacemos juicios basados en la apariencia. “Tiene aspecto de ser culpable, así que debe serlo.” Jesús dijo:
No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio. Juan 7:24
Uno más. En tercer lugar:
Es un error juzgar con una hipocresía arrogante
Y eso es a lo que se refiere el famoso versículo que tenemos frente a nosotros aquí en el Evangelio de Lucas.
No juzguen de esa manera. No juzguen, no condenen, no se nieguen a perdonar a alguien por pecar con una actitud de fariseo al que simplemente le gusta encontrar faltas en los demás. Juzgar a otros era su deporte favorito. Se creían superiores. Criticaban a los demás, y lo peor de todo es que eran hipócritas porque juzgaban a una persona y luego hacían exactamente lo mismo.
Jesús no está hablando aquí de tener discernimiento, de formular un juicio justo basado en hechos y validado por el estándar de las Escrituras. Él está hablando de mirar en menos a los demás de manera hipócrita.
El apóstol Pablo habló de esto en Romanos 2:1 y dijo:
… Pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo
Por lo tanto. Si entendemos este versículo adecuadamente, Jesús, en Su sermón de Lucas 6, quiere que sus discípulos desarrollen una actitud de discernimiento misericordioso.
Aplicación
Entonces, ¿cómo podemos nosotros crecer en este tipo de discernimiento misericordioso? Déjeme concluir dándole brevemente cuatro ejercicios espirituales que le ayudaran a desarrollar su habilidad de un discernimiento misericordioso.
Desee la sabiduría divina
Santiago escribe que, si pedimos sabiduría, Dios nos la va a dar (Santiago 1:5). El verbo pedir puede traducirse “anhelar, rogar o desear”. ¿Realmente desea la sabiduría de Dios?
¿Hay algo que le roba a usted su apetito por la sabiduría divina? Tal vez sean las horas en los videojuegos, la televisión, deportes, las redes sociales, o las noticias.
Para el creyente el problema no la falta de provisión de sabiduría, el problema es en nuestra falta de deseo por obtenerla.
Comprométase a tomar decisiones piadosas
En otras palabras, usted no desarrollará un discernimiento bíblico cuando, de antemano, sabe que no va a hacer lo que eso demande de usted si no le gusta. Así que, comprométase a tomar decisiones piadosas.
Sature su mente con la Palabra de Dios.
Leí la semana pasada que la persona promedio de 65 años en Estados Unidos ha visto 10 años de televisión. ¡Diez años!
No es de extrañar que podemos citar lo que dijeron en nuestro canal preferido, pero no podemos citar dos versículos de la Biblia. Sature su mente con la Palabra de Dios.
Ponga en práctica lo que aprende
No estudiamos la Biblia simplemente para tener más información, sino para crecer espiritualmente, y el desarrollo espiritual conduce al discernimiento.
El escritor de Hebreos dijo que la Palabra de Dios es como alimento y escribe:
… Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Hebreos 5:14
Entonces, aliméntese y ponga constantemente en práctica la palabra de Dios y sus facultades de discernimiento crecerán. Así, sabrá juzgar correctamente.
[i] Daniel M. Doriani, Matthew: Volumen 1 (P & R Publishers, 2008), pág. 270
[ii] Adaptado de R. Kent Hughes, Luke: Volumen 1 (Crossway Books, 1998), p. 232
[iii] Adaptado de Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), pág. 159
[iv] Adaptado de Hughes, pág. 234