Introducción
La verdad es que no me gusta ir al doctor, o al dentista; y sinceramente no me gustan las agujas. O sea, ¿a quién sí? Cuando uno se sienta en la silla del dentista, la asistente viene con una aguja y le dice, “esto no le va a doler.” Mentira.
Me acuerdo cuando fui a tomarme unos Rayos X y me hicieron tomar un líquido especial, para que el doctor pudiera verlo después en la máquina. El doctor me dijo, “tome, tiene que tomar esto, es como una malteada.” Mentira, tenía sabor a tierra o barro.
Estoy convencido que un requerimiento para graduarse de doctor es poder de mentir sin inmutarse.
“solo va a tomar un minuto…”
“va a doler muy poquito”
Si claro.
Varios años atrás, el dolor por haberme partido un pedacito de un diente me llevó finalmente a hacer una cita con el dentista. Había estado tomando analgésicos por meses y sabía que tenía que hacer algo al respecto así que fui a parar al dentista. Después de tomarme rayos-x de todos mis dientes, el doctor me informó que no tenía solo uno, sino 3 dientes rotos y que necesitaba tres coronas. Y creo que una corona es un nombre apropiado para ese tratamiento, porque solo los reyes y las reinas pueden darse el lujo de pagar toda esa plata.
Unos 200 años atrás, Thomas Jefferson le escribió una carta a un amigo en donde decía, “el arte de la vida se encuentra en evitar el dolor.” Lo que prueba que Jefferson nunca fue al dentista.
El arte de la vida está en evitar el dolor… [i]
La verdad es que no estoy de acuerdo. El arte de la vida no está en evitar el dolor – el arte de la vida se encuentra en aceptar y responder correctamente al dolor.
El dolor produce madurez.
Las crisis condicionan nuestro carácter.
Las dificultades desarrollan la fe.
La verdad es que las dificultades, el dolor, el sufrimiento, crean encrucijadas en nuestra vida, y el camino que escojamos tomar marca la diferencia, determinando si vamos a crecer y madurar, o si vamos a estancarnos y debilitarnos en la fe.
Si alguna vez se preguntó si hay algún lugar en la escritura en donde se nos presenta una encrucijada; donde las decisiones que tomen los protagonistas van a determinar su destino, Rut capítulo 1 es ese lugar. Encontramos aquí a tres mujeres en medio de una crisis que les presenta una encrucijada.
Recordará a partir de nuestro último estudio en Rut capítulo 1, que la familia de Noemí se había convertido en un cliente frecuente en la funeraria local. Ya todos conocían a Noemí por nombre.
Primero, el esposo de Noemí había muerto. Luego, uno de sus hijos murió. Y luego, el único hijo que le quedaba también murió.
No se nos dan detalles ni explicaciones – solo se nos muestran tres viudas – Noemí y sus nueras – lamentando su increíble perdida.
En esos tiempos, y en esa cultura – esta situación no solo las dejaba lamentando la perdida de sus seres queridos. Esto también amenazaba su misma capacidad de sustentarse y sobrevivir.
Noemí, su esposo y sus dos hijos habían salido de Belén, creyendo que estaban dejando los problemas atrás. En sus ojos, no había nada sino pastos verdes por delante.
Sin embargo, diez años más tarde, no hay nada en Moab para Noemí excepto tres tumbas, gran dolor, padecimiento, angustia, y sufrimiento.[ii]
Noemí puede quedarse en Moab, llorar y morir de hambre o puede volver a su familia en Belén. Además, ella ha escuchado las noticias que Belén tiene comida nuevamente; Belén, la casa de pan, tiene pan nuevamente para todos los que viven allí.
Así que, aparentemente sin titubear, el versículo 7 del capítulo 1 nos informa que Noemí
…Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá
Era la costumbre de aquellos días que huéspedes, familiares o amigos acompañaran a sus invitados por cierta distancia antes de finalmente despedirlos – este parece ser el caso aquí.[iii]
Estas tres viudas eventualmente terminan en la frontera con Belén o en las orillas del rio Jordán al norte del Mar muerto – no se nos dice realmente.
Belén estaba a unos tres días caminando desde Moab y Noemí seguramente no quería que sus nueras la acompañaran por tanto tiempo antes de decirles adiós – es por eso que después de caminar juntas por cierto tiempo, note el versículo 8,
Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo.
Quizás crea que es raro que Noemí anime a estas mujeres a volver, no a la casa de sus padres, sino a la casa de sus madres.
Esto no significa que los padres de Orfa y Rut habían fallecido. Esta expresión realmente se refiere a volver a la habitación o aposento de sus madres, donde se acostumbraba a planear o arreglar casamientos.[iv]
En otras palabras, “chicas, escúchenme, ustedes son jóvenes; tienen una vida por delante – vuelvan con sus madres y hagan planes para casarse otra vez.”
Noemí continua con su bendición en el versículo 9
Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron,
Allí al aire libre – literalmente sin esperanza, ni seguridad y en sus mentes, sin futuro tampoco – estas mujeres lloraron.
Tres viudas – cuyas vidas habían sido puestas de cabeza por esta angustiosa crisis inesperada y por tantas expectativas insatisfechas. No creo haber conocido alguna familia con una situación parecida a esta. Cuanto dolor y cuanta angustia.
Hay pocas otras escenas en la Biblia tan tristes como esta. Esta no es una damisela en apuros, sino tres.
Estas mujeres ahora se encuentran en una encrucijada, literal y figurativamente. Y en medio de su dolor, podemos aprender lecciones acerca de sus respuestas ante el dolor, la desilusión y la tristeza.
Quizás pueda identificarse con una de estas viudas, y quizás pueda identificarse hasta cierto punto con las tres.
La Encrucijada de la Viuda Noemí
Miremos con más detenimiento a Noemí. Quizás recuerda que su nombre significa, “mi dulzura, o mi encanto.”
El problema es que ella se ha vuelto amargada con el paso de estos 10 largos años. Las arrugas en su rostro cuentan la historia de tres tumbas y gran angustia. Ella ha llegado a la conclusión que prefiere estar sola.
Permítame hacer ciertas observaciones a partir de las palabras de Noemí.
- Primero, Noemí se considera indigna de recibir amor.
Cuatro veces Noemí va a decirle a sus nueras que la dejen sola y que se vayan a casa.
Note la primera razón por la que Noemí espera que estas jóvenes la dejen en los versículos 10-11
y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.
Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?
En otras palabras, “las personas que realmente amaban ya no están, ya no hay nada que nos una; no tengo nada que ofrecerles para que se queden conmigo. Ya no soy su suegra, soy solo una mujer vieja y pobre. Seguramente, no van a querer mi carga.”
Detrás de la autocompasión de Noemí, podemos ver como ella se ha convencido a si misma de que Dios ya no la ama y que Orfa o Rut deberían hacer lo mismo.
Note las palabras de Noemí, luego, en los versículos 12-13
Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos,
¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.
Dios está contra mío, Él tampoco me ama.
Si alguna vez llega al punto de estar convencido que Dios ya no lo ama, lo más probable es que se aleje de las personas y que crea que nadie lo ama. Amar a Dios y saber que Dios lo ama es el fundamento que le permite recibir amor y amar a otros en correspondencia.
Es imposible amar genuinamente sin tener el amor de Cristo.
David escribió,
Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican… (Salmo 127:1)
El amor verdadero siempre involucra tres personas. Usted, Dios, y la otra persona.
De hecho, el amor y el compromiso que va a mostrar Rut para con Noemí va a ser posible solamente porque Rut ya ha escogido amar y seguir al Dios vivo y verdadero.
- Segundo, Noemí considera que Dios no es digno de adoración.
Mire los versículos 14-15
Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.
En otras palabras, “vuélvete a tus dioses – probablemente no van a ser peores de lo que ha sido el mío.”
- En el versículo 13, Noemí dice que la mano de Dios ha estado contra ella
- En el versículo 20, ella dice que Dios ha tratado amargamente con ella.
- En el versículo 21, ella dice que Dios está contra ella y que la ha afligido.
En otras palabras, “mi Dios me ha fallado. ¿Porque no vuelven a sus dioses? Quizás los traten mejor que el mío.”
Y uno se preguntaría, Noemí ¿qué estas haciendo al animar a tus dos nueras a que vuelvan a la idolatría? A que vuelvan a adorar a Quemosh, el dios de los moabitas cuya adoración incluía sacrificio infantiles.
¿Porque una mujer judía, una hija de Abraham, animaría a dos mujeres paganas a adorar a sus dioses falsos?
Warren Wiersbe sugirió que, entre otras razones, puede que Noemí quería volver a Belén sin que nadie supiera que ella y su esposo habían permitido que sus hijos se casaran con moabitas paganas.[v]
En otras palabras, “voy a tratar de encubrir nuestra infidelidad a Dios.”
Sin embargo, Noemí solo está tomando más malas decisiones y agregando más cargos de conciencia.
Quizás, al menos en mi opinión, ella no está cubriendo su infidelidad, sino que está aconsejando a estas dos mujeres basada en su incredulidad. Quizás Noemí está pensando, “La verdad es que no vale la pena seguir a Dios. He estado en el cementerio tres veces ya, y es obvio que a Dios no le importa.”
Ahora adelantémonos al momento en que Noemí llega a Belén. Note el versículo 19.
Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?
En otras palabras, todos los amigos y conocidos de Noemí se le acercan y le dicen, “¿Noemí, eres tú?
Note su respuesta en el versículo 20
Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara;
Si traducimos los dos nombres, Noemí está diciendo, “no me llamen dulzura o encanto, llámenme amarga…”
…porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.
En otras palabras, “Él me ha dejado así. Todo esto es su culpa.”
No leemos en ningún lugar que ella se arrepintió por haber abandonado el pueblo de Dios y la tierra en donde se suponía que debían haber permanecido. En este momento, Noemí está más interesada en comer que en una comunión con Dios. Ella estaba volviendo a caminar en su tierra, pero ella no estaba volviendo a caminar con su Dios.
Note las palabras de Noemí en el versículo 21
Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías.
Noemí está en lo correcto, de cierta forma. Dios la ha traído de vuelta. Solo que ella no se ha dado cuenta en el momento que Dios no la ha abandonado, aunque ella básicamente había abandonado a Dios.
Ella no tiene idea que Dios estaba obrando en su vida ahora más que nunca. Ella no tiene idea que Dios tiene planes para su nuera y su nieto llamado Obed, quien será el bisabuelo del Rey David.
Nosotros actuamos de la misma forma. Cuando estamos sufriendo, tendemos a magnificar lo que no tenemos y minimizamos lo que tenemos.
Sin embargo, hay un rayo de esperanza en medio de sus palabras. Ella dice en el versículo 21, “me fui llena y he vuelto con las manos vacías.
Ahora, espere un segundo. Noemí y su familia se fueron en medio de la hambruna – ellos apenas tenían para comer; ellos vieron la devaluación de su propiedad; los madianitas estaban a la vuelta de la esquina. Esta era la razón por la que se fueron en búsqueda de los campos verdes y fértiles de Moab.
Sin embargo, note que Noemí les dice a estas mujeres, “en realidad, estábamos llenos.”
En otras palabras, “En Belén teníamos todo lo que realmente importaba.”
La Encrucijada de la Viuda Orfa
Ahora, volvamos y echémosle un vistazo a Orfa, la segunda viuda en esta triste historia.
Cuando Noemí les dijo por primera vez a sus nueras que volvieran a su casa, note en el versículo 10 que ambas, Rut y Orfa, rehusaron abandonarla. Ellas dijeron al unísono.
Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.
Sin embargo, Noemí luego les explica la realidad de todo lo que van a perder si es que deciden ir con ella – y eso cambia las cosas.
Orfa entiende el mensaje.
- Su vida va a ser mucho más difícil como una viuda moabita en Israel
- Sus prospectos de hallar un marido van a ser prácticamente nulos
- Ella no va a ser querida en la comunidad judía – los moabitas y los judíos no se llevaban bien, de hecho, se odiaban.
- Ella tendría que abandonar todas sus costumbres y tradiciones, y adoptar las costumbres judías.
- Ella abandonaría sus derechos y privilegios como una ciudadana moabita
- Noemí no tiene ninguna propuesta esperanzadora para su futuro,
Así que Orfa levanta su voz y llora, y luego besa a su suegra y le dice adiós.
- Vernon McGee escribió que Rut y Orfa ilustran los dos tipos de personas que asisten a la iglesia – están los profesantes y los poseedores. Orfa hizo una profesión de fe, pero Rut poseía fe genuina.[vi]
Así en esta encrucijada de la vida, Orfa toma una decisión que va a determinar el resto de su vida, y que aún va a impactar su destino eterno.
Orfa es una viva ilustración de muchos que dicen creer en Cristo, pero que luego de calcular el costo, se alejan lentamente. Personas que creen que Cristo va a interrumpir sus vidas más de lo que quisieran; personas que creen que Dios va a arruinar su vida social y su reputación; Personas que seguir a Cristo es una carga, y que no están dispuestas a entregar sus ídolo y llevar la cruz día a día.
Orfa calcula el costo y decide volver a la oscuridad. Ella estaba triste por eso y derrama un par de lágrimas, pero finalmente, en esta encrucijada de la vida, ella decide volver a la idolatría; volver a Moab, volver a sus dioses y quizás, también, volver a los brazos de algún moabita.
Orfa desaparece en el horizonte y la Biblia nunca la menciona nuevamente.
Noemí luego dice, en el versículo 15, “Bueno, Rut, ¿que estas esperando? Mira.
He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.
Lo que encontramos después no es nada menos que una de las confesiones de fe más impresionantes en toda la Escritura.
La Encrucijada de la Viuda Rut
Note los versículos 16-18
Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.
Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
Para resumir esto, Rut está diciéndole a Noemí, “no me importa que es lo que me espera en el futuro, de cualquier manera, voy a permanecer a tu lado.”
Esta no es una decisión ciega o a la ligera. Rut sabe que Noemí no tiene nada que ofrecerle excepto su pobreza.
Ella no tiene absolutamente nada que ganar al ir con Noemí y todo que perder.[vii]
Noemí trato de decirle a Rut, “vuelve con tu madre.”
La madre de Rut, una moabita, evidentemente sigue con vida. Y puede imaginarse la reacción de la madre de Rut al enterarse de su decisión. “Rut ¿estás loca? Sabía que nunca deberías haberte casado con ese israelita. El solo te trajo problemas. Quédate en Moab; quédate con tu familia; adora nuestros dioses; cásate con un buen hombre moabita.
Hemos leído esta historia tan seguido que olvidamos todo lo que Rut está dejando atrás. Después de perder a su esposo, ella le da la espalda a su ciudadanía, a su familia, a su país, su religión y su seguridad. Ella está literalmente tirando su futuro por la borda.
Un autor lo puso de esta forma. “Rut no tiene nada. Ninguna deidad le ha prometido una bendición; ningún ser humano ha venido en su ayuda. Ella toma esta decisión, sabiendo que el fruto de su decisión puede ser el la soledad, el rechazo, e incluso la muerte. Ella ha decidido ayudar una viuda en vez de buscar un nuevo esposo. No hay una decisión más radical en todas la historia de Israel que esta.[viii]
Dos veces en su respuesta, Rut se refiere a Dios como su Dios. Ella ahora cree y confía en Dios para que guie su futuro.
Unos años atrás, mi esposa y yo estábamos en Francia para una conferencia, y nos quedamos en el hogar de un pastor amigo llamado John-Pierre y su esposa Jocelyn. John-Pierre no hablaba bien español, así que su esposa a veces le traducía mientras conversábamos. Una tarde, John-Pierre nos contó acerca de una joven que recientemente había recibido a Cristo. Ella había enfrentado bastante persecución debido a su fe. Ella había perdido sus amigos y su familia estaba por desheredarla. John-Pierre dijo algo que su esposa tuvo dificultad traduciendo. Finalmente ella dijo, mi esposo está tratando de decir que, a pesar de todo, esta joven se está aferrando a Dios.
Conclusión
En este pasaje nos encontramos con tres viudas, y tres formas distintas de enfrentar el inevitable dolor en sus vidas.
- Orfa decide irse – su fe superficial estaba basada en las circunstancias
- Noemí decide volver – su fe débil estaba influenciada por las circunstancias
- Rut decide seguir a Dios – su nueva fe va más allá de las circunstancias – esta era independiente de sus circunstancias.
En medio del cambio y las dificultades, Rut se aferró firme al Señor. Que nosotros podamos decir lo mismo de nuestras vidas.
—
[i] Thomas Jefferson, letter to Maria Cosway, dated October 12, 1786, http://www.enotes.com.
[ii] Stanley Collins, Courage and Submission: A Study of Ruth & Esther (G/L Regal Books, 1975), p. 8.
[iii] Robert L. Hubbard, New International Commentary on the Old Testament: Ruth (Eerdmans, 1988), p. 102.
[iv] Frederic W. Bush, Word Biblical Commentary: Volume 9, Ruth (Word Books, 1996), p. 75.
[v] Warren W. Wiersbe, Be Committed (Victor Books, 1993), p. 19.
[vi] J. Vernon McGee, The Romance of Redemption (Thomas Nelson, 1943), p. 61.
[vii] Collins, p. 11.
[viii] Bush, p. 87.