Introducción
Warren Wiersbe empezó su exposición de Rut capítulo 4 con estas palabras:
El libro de Rut comienza con tres funerales, pero termina con una boda. En el primer capítulo encontramos llanto y lágrimas, pero en el último capítulo encontramos gozo en abundancia. Ahora, no todos los eventos en la vida tienen un final feliz; pero este pequeño libro le recuerda especialmente al cristiano que Dios es quien escribe el último capítulo de su vida.[i]
Y en este libro en particular, el último capítulo no podría ser más distinto al primero. Cuando el telón se levantó al principio de este drama, presenciamos tres funerales y tres mujeres quedar viudas y desoladas. Sin embargo, antes que el telón se cierre, veremos como la historia concluye con una boda y el nacimiento de un bebé.
Recordará que cuando comenzamos nuestro estudio a través del libro de Rut, conté acerca de cómo la mayoría de los padres suelen pasar tiempo con sus hijas, leyéndoles cuentos de hadas. Los cuentos de hadas, aunque son diferentes, siempre tienen una trama en común. Algo terrible ocurre, y un príncipe encantador hace algo heroico para salvar al amor de su vida. Él tiene que escalar una torre, o buscar algo a través de todo el reino, enfrentarse a un villano, o matar a un dragón; y, finalmente, tomar el control de la situación, trayendo un final feliz.
Me acuerdo cuando mi hija venía a sentarse conmigo antes de dormir y me pedía que le leyera un cuento de uno de sus libros grandes y coloridos que le habíamos comprado. A veces, cuando estaba muy cansado, le decía, “¿sabes qué? esta noche voy a inventarte un cuento de hadas.”
Ella sonreía de oreja a oreja con solo pensar en un cuento que nunca había escuchado antes. Así que le decía, ¿lista?
– ¡Si! ¡si!
–“Había una vez… fin.”
Y tiraba mi cabeza hacia atrás como si estuviera dormido.
– “¡Papi, esa no es una historia de verdad! No puedes decir Había una Vez y fin, tienes que tener algo entre medio.”
Y creo que nosotros, especialmente los cristianos mayores en la fe que hemos leído ya todas estas historias, tendemos a tratar la Biblia de esta manera.
- ¿Recuerda cuando Ester se convirtió en Reina? Si, Naamán quiso matar a los judíos, pero ella salvó a su pueblo. Pero ¿que pasó entre medio?
- ¿Recuerda cuando a Daniel lo arrojaron en el foso de los leones? Si, sobrevivió. Pero ¿qué paso entre medio?
- ¿Recuerda cuando Jesús fue a la cruz? Si, murió y resucitó al tercer día. Pero ¿que paso entre medio?
¿Recuerda la historia de Rut? Si, ella quedó viuda, pero Booz se casó con ella.
Esto es como decir, “había una vez… fin.” Pero, no tan rápido –todavía necesitamos ver como príncipe se encarga de la situación.
Una de las escenas más interesantes en esta historia es cuando Booz desafía al otro redentor en una batalla de ingenio – y Booz gana.
Hasta ahora, en nuestro estudio del libro de Rut, hemos visto tres meses de noviazgo y una propuesta de matrimonio a medianoche. Booz y Rut han declarado su amor uno por el otro en la era de trillar.
Sin embargo, hemos visto que hay un problema. Hay otro príncipe en el pueblo, y él tiene derecho legal para casarse con la princesa. Aquí es donde la cosa se pone aún más interesante.
No es de sorprenderse que J. Vernon McGee una vez dijo que el libro de Rut es como un cuento de hadas, pero no ficticio.[ii]
Esto realmente ocurrió hace muchos años atrás. Este cuento de hadas está a punto de convertirse en realidad.
Pero primero, el príncipe necesita rescatar a su princesa.
Booz Redime a su Rut
Mire Rut 4:1-2.
Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, tú, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó.
Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron
Ahora, estudiemos un poco el contexto para entender mejor lo que va a pasar en esta escena.
La puerta a la que se hace referencia aquí es la puerta de la ciudad. Esta era un lugar en la entrada de la ciudad donde generalmente se hacían transacciones de negocios.[iii]
Era en este lugar donde los ancianos de la ciudad se sentaban a escuchar cuestiones legales y dictar sentencia. También, era aquí donde se conversaba y se hacían planes de interés cívico. Lo que se decidía a las puertas de la ciudad era la decisión definitiva.[iv]
A todo esto, esto nos ayuda a entender lo que Jesús quiso decir cuando les prometió a sus discípulos en Mateo 16:18,
…edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
En otras palabras, Jesús estaba diciendo, “todos los planes, maquinaciones, y decisiones del infierno no van a ser capaces de dominar a mi iglesia.”
Pero volviendo al libro de Rut, note que Booz llega a las puertas de la ciudad e invita a 10 ancianos a que se sienten y escuchen lo que tenía que decir. Diez ancianos era la cantidad mínima para obtener quorum en un procedimiento legal. Así que, cuando Booz logra conseguir diez ancianos, él está listo para presentar su caso.
En ese momento, como el versículo 1 nos informa, el otro pariente redentor aparece caminando por allí. Obviamente, el autor de esta pequeña historia de amor quiere que sepamos que Dios está arreglando providencialmente todos los detalles que estaban fuera del control de Booz.
Note el versículo 3.
Luego dijo al pariente [literalmente, al “Goel; el pariente redentor]: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec.
Muchos creen que la palabra “hermano,” en este contexto es un término amplio indicando una relación familiar, en vez de estar indicando que ellos era hijos de su mismo padre.
Estas son las primeras palabras de Booz. “hey, te acuerdas de ese terreno que Noemí heredó de su difunto esposo? ¿Sabes qué? ella no puede hacer nada con el terreno ya que sus hijos también murieron. Tu eres el próximo en línea; así que, si quieres, puedes redimirlo.”
Ahora, si Booz fuera un jugador de póker, ganaría cada mano. Él parecía tranquilo y calmado.
No que sepa como jugar póker, a todo esto. Con suerte se jugar al Rummy. A mi hija le encanta ganarme cada vez que puede. Siempre que me toca la carta que necesitaba, mis manos empiezan a temblar, y todos pueden ver la alegría en mi rostro. Soy demasiado evidente.
Este no es el caso con Booz. El está totalmente calmado.
En el versículo 4, Booz continúa diciendo,
Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti.
¿Puede imaginarse cuán rápido su corazón está latiendo? “Pensé que deberías enterarte de que Noemí tiene un terreno en venta. Si lo quieres, cómpralo, ya que estas primero en línea, pero si no lo quieres, bueno, yo también lo puedo comprar.”
Todos hemos tratado de enmascarar nuestras emociones alguna vez en la vida. Por ejemplo, un día va a una importante entrevista de trabajo. Le ofrecen el doble del sueldo, el triple de vacaciones, y una camioneta de la compañía. Se muestra tranquilo y compuesto durante la entrevista, pero por dentro, esta de rodillas diciendo, “por favor, deme este trabajo.”
Luego, cuando le dicen, “lo contratamos, ¿cuándo puede empezar?” Usted dice, “bueno, permítame ver mi calendario y mis obligaciones financieras,” en vez de decir “puedo empezar ahora mismo.”
Por dentro, Booz está de rodillas diciendo, “¡por favor, no redimas esta propiedad!”
Aunque, de verdad, Booz sabe que este hombre va a querer hacerlo. Por eso, el comienza hablándole acerca del terreno y no de las dos viudas. Él quiere darle las malas noticias al final, para que le arruinen las buenas noticias, y termine rechazando la oferta.
Por eso, cuando alguien pregunta, “¿qué te doy primero, las buenas o las malas noticias?” normalmente decimos, las malas. Sabemos que sin importar cuán malas sean esas noticias, después vamos a recibir unas buenas noticias que van a compensar las malas.
Booz está empezando con las buenas noticias. Él sabe que las siguientes malas noticias probablemente van a pesar más que las buenas noticias.
“Hey, una propiedad apareció en el mercado y tú tienes la prioridad legal para reclamarla. ¿Estas interesado?
El hombre responde al final del versículo 4,
Yo redimiré.
Estoy seguro de que a Booz se le heló la piel por un segundo, aunque creo que ya esperaba esta respuesta.
Ahora mire esto – versículo 5
Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión.
Al parecer, este pariente no había escuchado acerca de Rut.
Note la forma en que Booz arrasa con todo el entusiasmo de este hombre que creía que acababa de toparse con el negocio de su vida, al leerle la letra chica del documento de redención. Leamos nuevamente el versículo 5, un poco más lento esta vez.
- El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes – Note el “debes”
- tomar también a Rut – ¿quien es Rut? – la moabita – nuestros enemigos históricos.
- mujer del difunto – ¡podría haber sido por lo que le cocinó la última noche!
- para que restaures el nombre del muerto – en otras palabras, “tus hijos con ella no van a llevar tu apellido.”
- para restaurar el nombre del muerto sobre su posesión – en otras palabras, “para que puedas darle al niño este mismo terreno que acabas de comprar como su herencia.”
Booz dice, “oh… a todo esto, si redimes el terreno, tienes que casarte con una Moabita que nunca ha tenido un hijo, y darle un hijo, y criarlo, y luego, cuando sea mayor, darle el terreno que compraste porque es su herencia.”
O sea, “lo que compres, lo vas a tener que devolver después.” Solo quería dejarte saber eso, amigo. Buena suerte.
Y tan rápido como este hombre dijo, “lo compro,” ahora está pensando en cómo salirse de esta obligación.
- Él tiene que criar a un hijo
- Él tiene que comprar el terreno
- Él tiene que cuidar de una suegra
- Él tiene que casarse con una Moabita
- Él tiene que devolver el terreno más adelante
- Él va a perder todo lo que haya invertido en esta propiedad
- Y el hijo que vaya a tener con Rut no va a llevar su apellido, sino el apellido del difunto esposo de Rut.
¿Quién querría hacer tal cosa? solo una persona – el hombre que estaba enamorado de la viuda. Eso hacia toda la diferencia.
Mire el versículo 6.
Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad
Esta es una elaborada forma de decir, “pensándolo bien, mejor no.”
Este pariente dice, “no quiero poner en riesgo mi propio estado financiero al comprar una propiedad que en vez de una inversión es una deuda. No puedo manchar mi herencia familiar con un hijo mitad gentil, mitad judío, especialmente si es mitad moabita. No puedo hacer esto.”
Este hombre continúa diciendo las palabras que Booz ha estado deseando oír. Versículo 6.
Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir.
Y Booz seguramente sonríe.
Ahora note los versículos 7-8
La costumbre en tiempos pasados en Israel tocante a la redención y el intercambio de tierras para confirmar cualquier asunto era ésta: uno se quitaba la sandalia y se la daba al otro; y esta era la manera de confirmar en Israel.
El pariente más cercano dijo a Booz: Cómprala para ti. Y se quitó la sandalia.
Que costumbre más interesante.
En el Antiguo Testamento, las sandalias y los pies simbolizaban posesión y propiedad. Por ejemplo, para expresar que Dios le ha dado dominio a la humanidad sobre la creación, el salmista David dice,
Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies (Salmo 8:6).
El Señor les dijo a los israelitas
Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro (Deuteronomio 11:24).
De hecho, lo opuesto era igualmente significativo. En Éxodo 3:5, cuando Moisés habló con Dios en la zarza ardiente, Dios le pidió a Moisés que removiera sus sandalias como símbolo que Moisés no poseía nada y que Dios era el único soberano.[v]
Así que, cuando el pariente de Noemí se sacó su sandalia y se la dio a Booz, él estaba simbolizando que no iba a comprar la tierra, sino que le estaba entregando su derecho a Booz de reclamar a Rut y el terreno como su posesión.
La transferencia de sandalia indicaba esta transferencia de poder. Este pariente estaba diciendo, “Booz, tu puedes caminar en mis sandalias; te transfiero mi derecho; ahora puedes actuar en mi lugar.”
Mire los versículos 9-10.
Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón.
Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy.
Booz tiene el quorum suficiente para finalizar esta transacción. Ya no solo estaban los ancianos del pueblo, sino que varía gente se han juntado alrededor para escuchar lo que estaba pasando. Y ya que Booz no quiere ningún malentendido, repite todos los detalles, incluyendo los nombres de la gente involucrada.
¿Puede imaginarse lo que el otro redentor debe haber estado pensando en ese momento? “Booz, tenías todo esto planeado desde un principio.”
Pero no le importa de todas formas, ya que él no quería poner en riesgo su nombre ni herencia.
A todo esto, ¿sabe cuál es el nombre del redentor que quedo descalzo?
No. Nadie lo sabe.
El hombre que no quería poner en riesgo su nombre ni su reputación al casarse con Rut; quien quería proteger su nombre de tal manera que rechazó su derecho de redimir – hoy, nadie recuerda su nombre
Por el otro lado, ¿acaso arruinó Booz su nombre? Absolutamente no.
Es más, años más tarde, después de que Booz y Rut murieran, el rey Salomón construiría un templo enorme para la gloria de Dios. En el pórtico de este templo había dos columnas de bronce, y todo hombre y mujer que caminaba entre ellas podía leer los nombres de dos personas grabadas en estas columnas – un nombre en la columna izquierda y otro en la columna derecha. Estos eran nombres de personas que vivieron vidas piadosas. Uno de los nombres grabados en estas columnas era el nombre, “Booz.”
¿Quién era el redentor descalzo? No lo sabemos. Pero a través de la historia, millones de personas han escuchado la historia de un príncipe llamado Booz y su princesa llamada Rut.
Ahora, vemos como todo el pueblo se alegra y hablan proféticamente en el versículo 11.
Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén.
Ellos no tienen idea como sus palabras se van a convertir en realidad.
Rut se va a convertir en la bisabuela del Rey David. Booz y Rut continuarían la línea a través de la cual nuestro Señor Jesucristo vendría – el gran Pariente Redentor.
Ahora, Rut capítulo 4 no nos da ningún detalle acerca de la boda; el vestido de novia, la fiesta y la celebración. Simplemente nos dice que la novia y el novio estuvieron juntos finalmente.
El príncipe ha rescatado a la princesa en el final. Este cuento de hadas tiene un final feliz.
Pero, “¿se preguntó, por qué este piadoso hombre judío estuvo dispuesto e interesado en casarse con esta extranjera? ¿Porque un hombre piadoso arriesgaría su buen nombre al casarse con una Moabita, y tener hijos mitad judíos mitad gentiles? Porque querría arriesgarse a que todos susurraran su nombre cuando caminara por el pueblo, murmurando “este es el hombre que se casó con esa pobre moabita, que creció adorando ídolos. Qué vergüenza. Seguro que ya estaba desesperado.” ¿Porque este príncipe arriesgaría su reputación de esa manera?
No se nos dice.
Pero permítame sugerir unas razones. En primer lugar, Booz confió en el compromiso de Rut con el Dios de Israel. Ella no se había convertido por dinero, fama o para subir de estatus social. De hecho, seguir al Dios de Israel había significado abandonar toda fuente posible de seguridad. La virtud de su testimonio era el factor que Booz encontró más atrayente en Rut.
Pero creo que no solo fue su testimonio que lo motivó a arriesgar su reputación por ella. Rut, seguramente le recordó a Booz de otra persona. El ya conocía a otra mujer gentil con un testimonio similar. Ella también había dejado su país, su cultura, y sus ídolos para seguir al Dios de Abraham – su propia madre.
La madre de Booz se había unido al pueblo de Israel, convirtiéndose de la idolatría a la fe en el Dios vivo y verdadero después de que los muros de Jericó cayeron delante de los Israelitas. Tiempo después, un hombre judío, llamado Salmon se casó con ella y tuvieron un hijo que llamaron Booz. Ambos se encuentran en la genealogía de Jesucristo en Mateo capítulo 1.
Booz estuvo dispuesto a hacer lo mismo que su padre había hecho años atrás.
Además, a Booz no lo desalentó el pasado de Rut. El conocía el testimonio de su propia madre que dejó su vida de pecado y se dedicó a vivir bajo las leyes divinas de santidad y pureza. Él había oído el testimonio de los mismos labios de su madre, quien seguramente le contó un día como ella había sido famosa en Jericó por ser una prostituta. Él sabía el dolor que esto le causaba y la gratitud que ella sentía por la gracia de Dios.
Booz también sabía que su padre había estado dispuesto a arriesgar su buen nombre al casarse con una mujer con un pasado difícil. Pero aún más importante que todo esto, él había decidido casarse con una mujer con un presente devoto a Dios. De tal palo, tal la astilla,
Piénselo – Booz no tiene miedo de que sus futuros hijos estén al cuidado de una mujer que había sido idólatra, porque él mismo había sido criado por una mujer que había sido idólatra.
Dios había preparado el corazón de Booz para ver el potencial en Rut, al haberlo criado por una antigua prostituta que había entregado su vida a Dios. La madre de Booz era una mujer que sería conocida a través de la historia, y aun hasta el día de hoy como, “Rahab la ramera.” Sin embargo, ella fue una mujer quien, siglos más tarde, sería mencionada en Hebreos capitulo 11 por su gran fe.
Jesucristo redime pecadores – personas con un pasado difícil – y él no ha manchado su nombre. Él demuestra su gran amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).
Cristo no solo redime pecadores, sino que los hace parte de su fiesta de matrimonio; miembros de su familia, y luego los usa como testimonios del enorme poder de su amor y gracia.
—
[i] Warren W. Wiersbe, Be Committed (Victor Books, 1993), p. 51.
[ii] J. Vernon McGee, Ruth: The Romance of Redemption (Thomas Nelson, 1943), p. 14.
[iii] A. Boyd Luter and Barry C. Davis, God Behind the Seen (Baker, 1995), p. 67.
[iv] Stanley Collins, Courage and Submission (Regal Books, 1975), p. 33.
[v] Robert L. Hubbard, The Book of Ruth (Eerdmans, 1988), p. 251.