Introducción
A principios de la década de 1900, un pastor británico llamado G. Campbell Morgan escribió: El Libro de los Salmos es el libro en el que las emociones del alma humana encuentran expresión. Sea cual sea su estado de ánimo – y supongo que también cambia de animo frecuentemente como yo – usted puede encontrar un salmo para expresarlo. ¿Está contento? Puedes encontrar un salmo que le ayude a cantar. ¿Está triste? También puede encontrar un salmo que se adapte a esa ocasión. Los Salmos abarcan toda la gama de emociones humanas [pero] en cada una de estas canciones, ya sea en tono mayor o menor, el cantante está consciente de su Dios.[i]
Bien dicho.
De hecho, al haber estudiado las primeras estrofas del Salmo 23, descubrimos que David ha dejado absolutamente claro que, sin Dios, su canción no tendría valor ni sentido.
- Solo el Señor puede traer satisfacción a su corazón;
- Solo el Señor puede proveer de tal manera que usted pueda acostarse, tranquilo y satisfecho.
- Solo el Señor puede convertir el desierto estéril en verdes pastos para su espíritu;
- Solo el Señor puede proporcionarle aguas calmas en medio de una tormenta;
- Solo el Señor está siempre alerta. Él sabe cuando se ha caído y él puede ayudarle a ponerse de pie;
- Solo el Señor es capaz de guiarle por los senderos de la rectitud;
- Solo el Señor puede protegerlo mientras camina por el valle de sombras oscuras y profundas;
- Solo el Señor puede protegerlo con Su vara y sostener tu mano con Su cayado;
Y esos son solo los primeros cuatro versículos del salmo.
Querido oyente, no podemos recibir las bendiciones que encontramos en el Salmo 23 a menos que tengamos la relación que describe el Salmo 23.
Si no puede empezar cantando:
Jehová es – tiempo presente
mi – esta es una relación personal
Pastor – líder/guía
Entonces, no puede cantar el resto de la canción.
Ni siquiera puede pasar de la primera línea. El Señor es mi pastor. Nada me ¿Qué? – nada me faltará.
Sin el Señor eso es absolutamente imposible. Sin el Señor nos falta absolutamente todo.
Un autor escribió: “Ven conmigo a la prisión más poblada del mundo. La instalación tiene más reclusos que literas; más prisioneros que platos, más residentes que recursos. Ninguna prisión está tan poblada, ninguna prisión es tan opresiva, solo pregúnteles a los presos; ellos le dirán – están sobrecargados de trabajo y desnutridos. ¿El nombre de la prisión? Insatisfacción – La prisión de la insatisfacción.
Usted ha visto a sus prisioneros. Siempre están necesitados; siempre quieren algo. Quieren algo más bonito, más grande, más rápido, más delgado, más nuevo, más joven, algo mejor. No lo quieren todo ahora, solo una cosa más. Solo un sofá nuevo; un auto nuevo; una casa nueva; un trabajo nuevo; un dólar más; un viaje más; un juguete más; un cambio de imagen más; un premio más; una venta mas.
¡Entonces estaré satisfecho! David el salmista lo invita a sentarse; Él lo mira a los ojos y le dice: “Tengo un secreto que contarte. He encontrado el prado donde muere la insatisfacción y el descontento: el Señor es mi Pastor, nada me faltará.”
Ahí está; ¡Lo que tiene en Dios es más de que lo que no tiene en la vida![ii]
David es un joven pastor sentado debajo de un árbol en los campos de Belén, cantando con un corazón lleno de alegría.[iii]
Y hay una quinta estrofa en la que David efectivamente canta: “Señor, hay algo más por lo que quiero alabarte,” versículo 5: Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.
¿Lo notó? Las ovejas que siguen al Señor pueden terminar en un valle de sombras profundas y también pueden estar rodeadas de enemigos.
Pero note lo que pasa. En lugar de acobardarse de miedo, están comiendo un festín.
Lo más probable es que la “mesa” de la que leemos en este versículo, hace referencia a una meseta, o una colina, la cual el pastor se tomó el tiempo y la molestia de preparar para la llegada de sus rebaños.[iv]
Él no se limitará a llevarlas allí y soltarlas.
Phillip Keller, un maestro de la Palabra que también fue pastor de ovejas, escribe que, cuando sus hijos eran pequeños, jugaba un juego con ellos que ayudaba a sus ovejas. Ellos pasaban largas horas en el campo recogiendo unas flores… que resultan ser malas para las ovejas. Él cuenta que, en primavera, el campo florecía lleno de hermosas y atractivas flores blancas, bellas, pero mortales para las ovejas. Él escribe: “Si los corderos, en particular, comen o incluso mordisquean algunas de estas flores y hierbas que emergen en los pastos de primavera, se paralizarán, se pondrán rígidos como bloques de madera, sucumbirán a los venenos tóxicos de la planta y morirán.”[v]
Y hay corderitos en el rebaño que están especialmente en peligro – junto con las ovejas más adultas y maduras también – porque es nuestra naturaleza probar lo que nos atrae, queremos probarlo todo. ¡Se ve bien! ¡Se ve atractivo! ¡Debe ser muy bueno!
No. Es tóxico.
Y los peligros simplemente se multiplican. No solo hay cosas peligrosas para comer, ¡hay cosas peligrosas que te comerán!
Un autor dijo: “Un pastor cuidadoso inspeccionará el campo en busca de víboras, pequeñas serpientes marrones que viven bajo el suelo, víboras venenosas que muerdan a las ovejas en sus narices y les causarán inflamación o incluso la muerte.”[vi]
Timothy Laniak, quien también fue pastor de ovejas, escribió: Mientras los pastores están atentos a sus rebaños, también lo están los lobos. Es una competición nocturna donde el más atento, paciente y astuto gana. Él escribió: “He visto a pastores en Medio Oriente pasar toda la noche gritando, silbando, arrojando piedras en todas direcciones con sus hondas, para mantener a los lobos alejados.”[vii]
Como verá, el problema es que no podemos defendernos de los lobos. Para eso necesitamos al pastor.
Entonces, ¿Qué hacemos? ¿Entramos en pánico?
No. Simplemente nos aseguramos de estar cerca del Pastor y de comer lo que estamos seguros de que Él ha preparado.
¿Y notó la absoluta calma de David en esta frase?
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Es decir, los enemigos – los lobos que buscan destruir a las ovejas solo pueden mirar desde sus escondites, en las sombras.
Y la imagen aquí es una de perfecta paz. El Señor no está entrando en pánico: “¡Vamos! ¡Vamos!, coman rápido que tenemos que salir corriendo.”
¡Apúrense!
Me parece interesante como en distintos países y regiones hay distintas costumbres en cuanto al tiempo de comer. En Latinoamérica, es común que si nos juntamos a comer con familia o amigos, vamos a gastar horas a la mesa – podemos pasar toda una tarde. Primero, está la comida. Damos un mordisco y hablamos… otro mordisco y seguimos hablando. Y después está la sobremesa donde seguimos conversando y capaz haya algo dulce también para comer junto con algo caliente para tomar… un café, un té, un mate… y sin darnos cuenta, ¡ya es la hora de la cena!
En Estados Unidos es diferente. Si uno no está comiendo, es porque debe haber terminado. Si uno pasa más de una hora en la mesa, el resto empieza a preguntarse ¿qué le pasa? Todos empiezan a ver el reloj.
Hace un tiempo atrás, estábamos teniendo un almuerzo con mi familia – al estilo estadounidense. Teníamos un invitado latinoamericano y, la verdad es que se nos olvidó el tema cultural.
Estaban los niños, los nietos, etc… Comimos y en menos de una hora terminamos, nos levantamos de la mesa y en una hora más nos estábamos despidiendo.
Nuestro amigo sorprendido dijo: “¿Adónde van todos? ¿pasó algo?
A decir verdad, el Señor aquí, en el versículo 5, está actuando más como un latino. Se está tomando su tiempo.
Spurgeon comentó: “El mantel es desdoblado cuidadosamente y los platos del banquete se ponen sobre la mesa con parsimonia. No hay apuro. No hay pánico ni disturbios. El enemigo está a la puerta, pero el Señor prepara la mesa y el cristiano se sienta y come como si todo estuviera en perfecta paz.”[viii]
¡Qué imagen tan increíble de la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento! Hay lobos afuera dando vueltas, estamos rodeados de problemas… y el Señor dice: “Aquí. . . siéntate . . . He preparado lo que necesitas para alimentarte. . . come . . . y – note esto – tómate tu tiempo.
En la siguiente frase, David pasa a mencionar otro aspecto problemático de ser una oveja que exige el cuidado de un Pastor cariñoso.
Mire de nuevo el versículo 5 donde David escribe: Unges mi cabeza con aceite.
¿Qué quiere decir esto?
Hay un tipo de mosca que es especialmente dañina para las ovejas. Estas pequeñas moscas zumban alrededor de la cabeza de la oveja, intentando depositar sus huevos en la nariz húmeda de la oveja. Si tienen éxito, los huevos eclosionan en unos pocos días para formar larvas pequeñas, delgadas que se abren camino hacia los conductos nasales.
Para aliviar la agonizante molestia, las ovejas golpean sus cabezas contra árboles, postes o incluso rocas. En casos extremos, las ovejas pueden lastimarse fatalmente en un intento frenético de deshacerse de esta gran incomodidad. En otros casos, cuando la infección llega a etapas avanzadas puede producir ceguera.
Durante el verano, las ovejas son propensas a algo llamado sarna. Sarna es una enfermedad producida por un parásito microscópico que prolifera en climas cálidos y causa infecciones en la piel.
Es interesante que, en el Antiguo Testamento, los corderos para el sacrificio tenían que ser “sin mancha.” Lo más probable es que esta es una referencia a esta enfermedad en la piel.
Esta enfermedad llegaría a representar efectivamente la contaminación del pecado.
Me acuerdo de hace muchos años, cuando era estudiante de segundo año en la universidad, que estaba trabajando en el campo de un hombre que era dueño de un par de hectáreas. Necesitaba ganar algo de dinero durante las vacaciones de invierno, así que fui a ese campo y comencé a arrancar malezas y recoger las piedras. Para cuando terminé de limpiar el campo, era hora de volver a la universidad.
Unos días después de haber vuelto a la universidad, noté que tenia unos puntitos rojos alrededor de mi cintura. Realmente picaban. Solo sabía que había arrancado algunas plantas de hiedra venenosa. Eso debía ser.
Esperé un tiempo con la esperanza de que eventualmente desapareciera, pero no fue así. Además, tenía miedo de que me diera una inyección y no hay nada que me dé más ganas de desmayarme que una inyección. Simplemente no soporto las agujas.
Así que esperé… la hiedra venenosa empezó a extenderse hasta mi estómago, y ¡vaya si picaba!
Así que finalmente cedí y fui a ver al médico de la universidad. Me miró y me dijo: “Este es un caso de hiedra venenosa, joven. Lo que necesitas es una inyección.”
Y esa erupción roja comenzó a expandirse… y propagarse… en poco tiempo me llegó al pecho y la parte superior de los brazos.
Un par de semanas después volví al médico. El me dijo: “Tienes uno de los peores casos de hiedra venenosa que he visto en mi vida. Lo que necesitas es otra inyección.”
Estoy convencido de que ese doctor reprobó en la escuela de medicina. Probablemente ni era un médico de verdad… porque ese sarpullido ahora cubría mi espalda, estómago y había llegado a mi cuello.
Para ese entonces, había llegado la primavera y el clima se había vuelto cálido y húmedo. Estaba en una pequeña universidad bautista y teníamos que usar corbata para las clases en la mañana.
Me picaba tanto que me daba miedo ponerme la corbata. Me dejaba abierto el botón superior de mi camisa. Tenía que caminar unas cuadras desde mi dormitorio hasta la sala de clases… y no puedo siquiera empezar a describir lo que le hacía el sudor a esa agonizante y ahora constante picazón.
Mi novia me rogaba que fuera a ver a un médico fuera de la universidad – un médico de verdad que si se graduó de la escuela de medicina.
Pero cuestan dinero y no tenía seguro.
Finalmente me mudé de mi dormitorio a la clínica de la universidad porque tenía aire acondicionado. Por la noche me cubría con una loción y trataba de dormir, pero no podía. Empecé a faltar a las clases. No podía concentrarme en mis estudios y mis notas empezaron a bajar. Esto había durado casi un semestre completo.
Finalmente, no pude soportarlo más. Seguí el consejo de mi novia y fui a un médico fuera de la universidad.
Finalmente llegué al consultorio y cuando entré, le dije: “Doctor, tengo el peor caso de hiedra venenosa que jamás haya visto… creo que es de un planeta alienígena.” Él se sentó en su taburete, me dijo que me levantara la camisa, me miró a través de su lupa y me dijo: “No tienes hiedra venenosa. Este es un parásito microscópico que se te ha metido mientras estaban en algún campo en algún lugar y ha estado deambulando por tu cuerpo poniendo huevos y multiplicándose.
Sé exactamente lo que necesitas. ¡Y me dio una inyección!
También me dio un ungüento recetado y esa noche, por primera vez en semanas, pude dormir.
Y esa novia que me dio tan buenos consejos. Bueno, terminé casándome con ella de pura gratitud… y mucho amor también obvio.
Solo más tarde me di cuenta de que, en ese momento, fui más como una oveja que en ningún otro momento, literalmente. Yo no podía resolver mi problema. Lo que necesitaba era un encuentro cercano con un buen médico.
Una oveja que está plagada de sarna o moscas nasales necesita un encuentro cercano con su buen pastor.
David sabía lo que significaba acercarse a esa oveja y sacar su frasco de aceite. Este sería un ungüento casero de aceite de oliva, azufre y otras especias, y lo frotaría en las áreas afectadas, especialmente alrededor de las orejas y la nariz de la oveja enferma.
Incluso hoy en día, cuando existen métodos modernos donde literalmente sumergen a las ovejas en enormes contenedores con un líquido para matar parásitos, muchos pastores aún prefieren tratar la nariz y orejas de sus ovejas a mano.
David en realidad se está refiriendo a este encuentro personal, conmovedor, cariñoso y sanador con su buen Pastor, donde él tratará la contaminación y el pecado en su vida… y será perdonado.
¿Por qué seguir cargando con la irritación y la falta de sueño por culpa del pecado? Permita que el Pastor Jehová lo acerque en arrepentimiento, y permítale aplicar Su toque perdonador y purificador.
¡Y qué alivio! David lo pone de esta manera:
Unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando.
Esa es otra forma de decir: “Estoy más que satisfecho.”
- Él hace todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. (Efesios 3:20)
- Él hace sobreabundar su gracia para con nosotros. (Efesios 1:7-8).
¡Cuanto amor! ¡Cuanta dedicación de parte de nuestro pastor celestial! Él nos cuida y nos sana. Se ocupa personalmente de nosotros y nos restaura – y nos da mucho más de lo que pedimos y menos aún merecemos. Él unge mi cabeza con aceite, ¡Que alegría! Estoy feliz y satisfecho. Mi copa está rebosando
La ultima estrofa de David comienza en el versículo 6 y dice:
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida.
El verbo hebreo verdaderamente indica que la bondad y la misericordia nos persiguen.[ix]
Me encanta esta imagen mental que nos da David. Tenemos al Pastor por delante nuestro y sus dos fieles perros pastores siguiéndonos siempre por detrás.
Y ¿cuales son sus nombres?
- Bondad: Esa es la palabra hebrea para denotar un cuidado abundante.
- Misericordia: Esa es la palabra que hace referencia a unas promesas inquebrantables.[x]
Querido oyente, mire hacia atrás y ¿que verá? El cuidado del pastor para con usted. Sus promesas que nunca lo abandonarán. La promesa de que Su sangre nos limpia continuamente del pecado.
Y note lo que dice David al final. ¿Es esta bondad y la misericordia de Dios algo que obtenemos cada dos días? ¿Cada año más o menos? ¿Cuándo lo merezco? ¿Cuándo tengo días victoriosos?
No. Todos los días de mi vida.
- En los días buenos y en los días malos
- En los días que le somos fieles… y en los días que le fallamos – Él permanece fiel;
- En los días de prosperidad… y en los días de pobreza;
- En los días de la justicia… y en los días de injusticia;
- En los días en que eres amado… y en los días en que te desprecian.
- En los días que goza de buena salud… y en los días en que está dolorido y enfermo.
- En los días de gozo y desesperación.
Spurgeon escribió: “En los tristes días de invierno, así como en los brillantes días de verano… la bondad de Dios suple nuestras necesidades… y su misericordia borra nuestros pecados.[xi]
Y adivine qué. David canta, cuando llege al final de mis días, en la casa de Jehová moraré por largos días.
Voy a cambiar de ubicación, pero no voy a cambiar de pastor. No estaré en el mismo lugar, pero gozaré de una íntima relación con mi pastor por siempre y siempre.
En caso de que lo hayamos olvidado, David comienza el Salmo y termina el Salmo con una referencia a Jehová, el Señor, su Dios creador, su Pastor.
¡Vaya futuro que nos espera! Ya no más tentaciones, no más pecado, no más pruebas, problemas, dolor, enfermedades… nada de eso ¡para siempre!
¿Y notó el cambio sutil en este versículo de un campo con verdes pastos a una casa, la gloriosa morada de Jehová?
En nuestro estudio de apocalipsis hablamos de esto en más detalle… pero, la casa de Jehová es un lugar maravilloso. Un mundo sin pecado, donde los verdes pastos de una nueva tierra rodean el palacio de oro donde gozaremos de la gloria sin fin de nuestro Señor.
Que glorioso palacio, que glorioso futuro que nos espera… pero más que cualquier otra cosa, ¡qué glorioso pastor!
Por eso David canta con pasión:
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
[i] Quoted by Charles R. Swindoll, David: A Man of Passion & Destiny (Word Publishing, 1997), p. 33
[ii] Adapted and expanded from Max Lucado, Traveling Light for Mothers (W Publishing Group, 2002), p. 27
[iii] Adapted from, Charles Haddon Spurgeon, The Treasury of David: Volume 1 (Zondervan, 1977), p. 356
[iv] Phillip Keller, A Shepherd Looks at Psalm 23 (Zondervan, 1970), p. 104
[v] Keller, p. 105
[vi] Swindoll, p. 77
[vii] Tim Laniak, While Shepherds Watch Their Flocks (ShepherdLeader Publications, 2007),
[viii] Adapted from Spurgeon, p. 356
[ix] Peter C. Craigie, Word Biblical Commentary: Volume 19 (Word Books, 1983), p. 208
[x] Expositor’s Bible Commentary: Volume 5, ed. Frank E. Gaebelein (Zondervan, 1991), p. 218
[xi] Spurgeon, p. 356