Introducción
Los titulares de las noticias anuncian, de muchas maneras diferentes, que la familia está ahora en la lista de especies en peligro de extinción.
Sin embargo, es tan posible tener hoy una familia bíblica que honre a Cristo como lo fue en la Roma del primer siglo.
Cuando Pablo les escribió a los creyentes en Éfeso, al hombre no le era más fácil amar a su esposa como a su propio cuerpo. A la mujer no le era más fácil respetar el liderazgo de su marido ni a los hijos les era más fácil obedecer a sus padres – lo que se ordena en los capítulos 5 y 6 de Efesios.
No fue más fácil seguir el diseño de Dios entonces que ahora.
De hecho, es tan posible agradar a Dios y seguirlo ahora como antes, simplemente porque algunas cosas nunca cambian.
- La verdad de las Escrituras no cambia.
- El patrón y el diseño de la familia no ha cambiado.
- El objetivo de la crianza de los hijos no ha cambiado.
- La necesidad del amor y la disciplina bíblica no ha cambiado.
- Y, por cierto, la depravación del corazón humano tampoco ha cambiado, ¿verdad?
Nacemos con la asombrosa capacidad de pecar. Y hay que hacer algo al respecto.
Chuck Swindoll citó un antiguo artículo del diario en su libro acerca de la familia. Allí, el Dr. Albert Siegel decía: “Cuando se trata de criar niños, cada sociedad está a solo 20 años de una anarquía total. Veinte años es todo lo que tenemos para civilizar a los infantes que nacen entre nosotros cada año. Estos salvajes no saben nada de nuestro idioma, nuestra cultura, nuestras creencias religiosas, nuestros valores y nuestras relaciones interpersonales. El bárbaro debe ser domesticado para que la civilización sobreviva.
Quizás sea padre o abuelo, y esté pensando que el término bárbaro es demasiado duro.
La Comisión del Crimen de Minnesota no pensó que fuera demasiado severo.
Tedd Tripp registró en su libro Cómo Pastorear el Corazón de su Hijo, que la Comisión del Crimen de Minnesota publicó lo siguiente: “Todo bebé comienza la vida completamente centrado en sí mismo. Quiere lo que quiere cuando quiere; su biberón, la atención de su madre, el juguete de su amiguito, el reloj de su tío. Si se los niega, se enfurece con una rabia que sería asesina si no fuera tan pequeño e indefenso. Esto significa que todos los niños, no solo algunos niños, todos los niños nacen delincuentes.[i]
Eso es cierto.
Esa es una de las razones por las que nunca tuvo que enseñarle a su hijo a desobedecer. Por el contrario, tiene que estar constantemente enseñándole a obedecer.
Su hijo de dos años no corre por la casa diciendo: «¡Sí, mamá, sí, mamá, sí, mamá!»
Tan pronto como se le acercan otros niños pequeños, no toma sus juguetes y corre gritando: «Quiero compartir, ¡Quiero compartir!»
Para el padre promedio en nuestro mundo, este es su objetivo principal: tomar a ese pequeño salvaje y civilizarlo.
Lo cual es ciertamente una buena idea. Enséñele a decir la verdad, tener buenos modales, compartir sus juguetes y hacer sus deberes.
Pero para los padres cristianos, la civilización de su hijo no es el objetivo principal. Obtener buenas calificaciones no es el objetivo final. Graduarse sin quedar embarazada o probar drogas; conseguir un buen trabajo y una casa bonita con un lindo jardín no es el objetivo tampoco.
Y me temo que, para muchos padres, incluso en la iglesia el día de hoy, mantener a sus hijos fuera de problemas y por delante de la manada es su prioridad.
Escuche, las prioridades en la crianza de los hijos y, de hecho, en nuestra vida como adultos también, son conocer a Dios, pensar bíblicamente y vivir sabiamente.
Primeramente, les compartimos el evangelio de Salvación, y una vez que hayan puesto su fe en Cristo, si Dios lo permite, nuestra prioridad debe ser que conozcan a Dios, piensen bíblicamente y vivan sabiamente.
Tenga en cuenta que no podemos garantizar la salvación de nuestros hijos. Ni siquiera podemos garantizar que tengan un deseo por las cosas espirituales. El Espíritu Santo es quien hace eso. Nosotros simplemente lo buscamos ejemplificar con nuestras vidas. Lo demostramos, lo enseñamos y los guiamos a Él.
Si alguna vez hemos necesitado reconsiderar nuestras prioridades en cuanto a la crianza de los hijos, es hoy. Si las mamás y los papás alguna vez han necesitado aliento, apoyo, instrucción, oración, compañerismo, sabios consejos y la comunión con la iglesia, es hoy.
Así que le invito a abrir su Biblia en un poema antiguo e inspirado, escrito para que se cantara, de modo que cada generación pueda recordar las prioridades fundamentales que todo padre y madre deben tener.
Prioridades en la Crianza de los Hijos
Acompáñeme al Salmo 78.
Notará que en letra pequeña está escrita la frase, Masquil de Asaf.
Basado en el origen de la palabra, Masquil puede significar instrucción para la meditación.[ii]
Es decir, piense detenidamente en la letra de esta canción.
Lo que Asaf hace en gran parte del salmo es contar de forma poética y resumida la historia de Israel, desde el éxodo hasta el reinado de David en Jerusalén.
Y él no solo quiere que aprenda la historia, sino que aprendamos de la historia.
La canción comienza diciendo: Escucha, pueblo mío, mi ley; Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca en proverbios; Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos, Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron. No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo.
Observe el final del versículo 5: Que mandó la notificasen a sus hijos. Versículo 6. Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos.
En otras palabras, no debe existir una brecha generacional. Como una cadena ininterrumpida, la verdad sobre las obras de Dios el carácter de Dios y la voluntad de Dios debe transmitirse de generación en generación.
Y lo que quiero señalar en esta cadena ininterrumpida son tres prioridades que los padres piadosos necesitan comunicar por sobre todo lo demás.
La prioridad #1 es conocer a Dios
Esto es a lo que apuntamos. De hecho, note nuevamente el versículo 6: Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos. ¿A fin de que? A fin de que pongan en Dios su confianza.
No es posible poner su confianza en un Dios del cual no sabe nada.
Lleve a sus hijos a través de la historia de Israel – canta Asaf – para conozcan lo que Dios ha hecho y sepan por qué pueden depositar su confianza en el Dios de Israel.
Enséñeles, y si realmente lo entienden, ellos luego les enseñarán lo mismo a sus hijos.
Dios quiere que el hogar sea una reacción espiritual en cadena.[iii]
Y, por cierto, la iglesia tiene esta misma prioridad estratégica. Pablo le escribió a Timoteo, Lo que has oído de mí … enséñaselo a hombres fieles que sean idóneos que luego enseñarán a otros también (2 Timoteo 2:2).
La verdad acerca de Dios se debe comunicar a través de una cadena ininterrumpida de creyentes – padres, abuelos, mentores, discipuladores, ancianos y maestros.
Querido oyente, Al escucharnos y ver nuestras vidas ¿Esta entendiendo la generación más joven que Dios es digno de toda confianza?
Enséñeles a conocer a Dios.
Prioridad #2: Enséñeles a pensar bíblicamente
Note nuevamente el versículo 7. A fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios.
Así que la idea no solo es que lleguen a conocer a Dios, sino que también conozcan lo que Dios ha hecho.
Cuénteles los proverbios – versículo 2. Esas son historias con significado espiritual. Cuénteles las cosas escondidas, es decir, los misterios de la gloriosa obra de Dios.[iv]
Cuénteles el testimonio y la ley de Dios – versículo 5. Cuénteles los mandamientos de Dios para su pueblo.
Versículo 4, No los encubra, sino cuénteles estas historias, proverbios, principios, ordenanzas, leyes, mandamientos y eventos de la historia bíblica para mostrarles el camino que deben seguir a través de la vida.[v]
En pocas palabras, enséñeles la Palabra de Dios.
Charles Spurgeon, un famoso pastor a fines del siglo XIX, escribió en su comentario sobre este versículo: «La mejor educación es la educación en las mejores cosas».[vi]
La mejor educación es la educación de las mejores cosas.
Escuche, es muy posible que sus hijos estén recibiendo una educación en cosas buenas, y aún en cosas necesarias, pero no en las mejores cosas.
El colegio no tiene la responsabilidad principal de enseñarles las mejores cosas. Porque, como Spurgeon escribió, la primera lección que un niño debe aprender de su madre es acerca del Dios de su madre.[vii]
Él continúa escribiendo: La gramática es un alimento deficiente para el alma si no está condimentada con la gracia de Dios. Frente a la chimenea, los padres no solo deben repetir las historias bíblicas, sino también las obras de los mártires y reformadores y, además, los tratos del Señor con ellos mismos tanto en Su providencia como en Su gracia.[viii]
En otras palabras, será la responsabilidad de un sistema educativo enseñar gramática a sus hijos, pero es su responsabilidad enseñarles el evangelio y la gracia de Dios:
- a través de la historia;
- a través de las Escrituras;
- y a través de su propio testimonio de vida.
Spurgeon termina escribiendo, «Cada mochila debe tener una Biblia en ella».[ix]
Es decir, todos los niños deben crecer aprendiendo que las cosas más importantes que deben aprender son acerca de su Creador y lo que Él nos dicho a través de su Palabra.
Sin esa educación espiritual, su hijo podrá convertirse en un individuo extremadamente inteligente y docto, pero a la misma vez ser completamente necio como para decir en su corazón «no hay Dios».
Querido oyente, en nuestro mundo hay muchísimas personas extremadamente inteligentes a quienes el Señor consideraría necias… equivocadas… vacías.
El temor de Jehová – esto eso, el poner su confianza en el Señor y Su palabra, es el punto de partida del conocimiento (Proverbios 1:7).
La prioridad en la crianza de los hijos es brindar la mejor educación al enseñarles a sus hijos las mejores cosas, las cosas principales.
Esto significa que tendrá que responder muchas de las preguntas más difíciles del planeta.
Porque cuando se trata de cosas espirituales, los niños tienen muchas preguntas.
Y no solo diga: pregúntaselo a tu papá… o a tu mamá.
Indagué por si mismo y encuentre la respuesta… y al encontrar la respuesta, les mostrará que no sabe todo acerca de la Biblia, pero que realmente quiere saber lo que dice la Biblia.
Le envié un correo electrónico a nuestros profesores de escuela dominical pidiéndoles que me enviaran las últimas preguntas que habían recibido de los niños.
Aquí hay algunas preguntas de parte de los estudiantes de sexto a octavo grado:
- ¿Cómo puedo lidiar con la muerte de un familiar de un amigo cercano?
- ¿Cómo debo tratar a mi compañero transgénero en la escuela?
- Si la persona con la que me caso un día abusa de mí, ¿puedo divorciarme?
- Si Dios en realidad les da ciertas discapacidades a las personas por ciertas razones, ¿por qué lo hace?
- Si la gente vive lejos y no logran escuchar el evangelio, ¿van al cielo?
- ¿Cómo es que Dios, Jesús y el Espíritu Santo son el mismo Dios?
¿Le han preguntado sus hijos preguntas como estas? Aquí hay algunas preguntas de los estudiantes de tercero a quinto grado:
- ¿Por qué Dios nos deja pecar?
- Si Dios sabía que Satanás iba a pecar, entonces, ¿por qué lo creó?
- ¿Dónde está el Jardín del Edén hoy en el mapa?
- ¿Qué es el Espíritu Santo exactamente?
- ¿A dónde fue Jesús después de morir en la cruz?
- ¿Es verdad que los hijos de Adán y Eva se casaron entre ellos?
- ¿Tienen los ángeles libre albedrío?
- ¿Existen ángeles mujeres? Esa es fácil. Sí, yo me casé con una.
¡Qué maravilloso! ¿No es así? Estos niños están diciendo: “Quiero saber lo que dice la Biblia. Quiero saber cómo mi vida y mis problemas y la vida de mis amigos y todo el mundo se relaciona con lo que dice la Biblia».
¡Ellos nos están invitando a ayudarlos a pensar bíblicamente!
Y qué gozo es cuando sus hijos llegan a entender y, por la gracia de Dios, creen en el evangelio; y qué gozo especial es escucharlos compartir el evangelio con otra persona.
La semana pasada una de las madres jóvenes de nuestra iglesia me llamó y me dijo: Mi hija Laura, de 8 años, llegó a casa hoy de la escuela con una noticia muy emocionante. Después de contármela, le pregunté a quién más quería compartir su noticia, pensando que querría llamar a sus abuelos. Sin embargo, ella me dijo que quería llamarlo a usted, pastor.
Laura se puso al teléfono y me dijo que en el patio de recreo ese día había podido contarle a su amiga acerca de Jesucristo. Básicamente había compartido el evangelio con su amiga y luego le había preguntado que iba a hacer al respecto. Ella me dijo que oró con su amiga para pedirle a Jesucristo que se convirtiera en su Señor y Salvador. Que bella es la fe simple de un niño que cree en el Evangelio y quiere contárselo a sus amigos.
En esta cadena ininterrumpida, deles a conocer a Dios; enséñeles a pensar bíblicamente, incluso en el patio de recreo…
Prioridad #3: Enséñeles a vivir sabiamente
Note el versículo 7 una vez más: A fin de que pongan en Dios su confianza (eso es conocer a Dios), y no se olviden de las obras de Dios (eso es pensar bíblicamente)y ahora note – Que guarden sus mandamientos, Y no sean como sus padres,
Generación contumaz y rebelde.
El término traducido aquí como “padres” hace referencia a los antepasados israelitas que fueron desobedientes y continuamente se rebelaron contra Dios y terminaron vagando por el desierto.
Y Dios disciplinó a Israel una y otra vez.
Lo cual también es parte de la crianza de los hijos… No solo se trata de felicitarlos cuando actúan bien, sino también de disciplinarlos cuando actúan mal.
Y todos los que están criando a niños en este momento conocen el cansancio y el desafío diario de la disciplina.
Cada niño es diferente, ¿verdad?
Algunos son más obedientes que otros. Otros son más silenciosos – créame, tiene que estar atento con los silenciosos.
Algunos son ruido y movimiento desde el amanecer hasta el anochecer. Sus vidas tienen solo dos velocidades: Acelerando a fondo y durmiendo profundamente.
Algunos son tranquilos, otros son pequeños abogados que encuentran lagunas legales en cada orden que les da.
¡Y desde el principio – especialmente en el supermercado y en el centro comercial – aprenden a tomar como rehenes a sus padres!
Lo hacen en la iglesia también. Me dio risa leer sobre un niño que estaba haciendo escándalos en la iglesia. No se quedaba quieto, se quejaba, tiraba los himnarios, libros para colorear y crayones al suelo. Finalmente comenzó a llorar. Su padre finalmente decidió actuar, tomó su hijo en brazos y se dirigió a la puerta de salida – el niño llorando durante todo el tiempo – y justo antes de que llegaran a la puerta de salida, el niño gritó: ¡Oren por mí!
De repente creció en sabiduría.
Por cierto, según la Biblia, la sabiduría no es lo opuesto a la ignorancia; la sabiduría es lo opuesto a la desobediencia. En otras palabras, la sabiduría no es inteligencia; la sabiduría es obediencia.
Santiago escribe en su carta en el Nuevo Testamento, ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre (Santiago 3:13).
La sabiduría es la aplicación práctica en la que toma lo que sabe acerca de Dios y Su palabra y lo pone en práctica.
Eso es sabiduría.
La sabiduría es la verdad aplicada a la vida.
Así que estas son las prioridades principales en la crianza de los hijos: Tenemos que ejemplificar y decirle a la próxima generación:
- Que vale la pena conocer a Dios;
- Que vale la pena estudiar la Palabra de Dios;
- Que vale la pena obedecer la voluntad de Dios.
Conclusión
Hace varios años, una escuela agrícola en el estado de Iowa, Estados Unidos, realizó un estudio. Informó que producir 2500 kg. de maíz en un 4000 mt2 de tierra requería unos 2 millones de litros agua; 2700 litros de oxígeno; 2200 litros de carbono, 72 litros de nitrógeno, 57 litros de potasio, 34 litros de azufre amarillo y varios elementos más que son muchos como para enumerarlos.
Además de estos ingredientes, se requiere el balance necesario de lluvia y sol, y en los momentos adecuados.
Aunque también se necesitaban muchas horas de trabajo de parte de los agricultores, se estimó que solo el 5% del producto de esa tierra podía atribuirse a los esfuerzos humanos.
Ahora no me malinterprete, a menos que ese agricultor invirtiera el 100% de su 5%, arando, plantando, fertilizando y protegiendo su cultivo, no podría cosechar el maíz.
Sin embargo, incluso después hacer todo lo que debe hacer, mucho depende solamente de lo que Dios puede hacer.
Esa es una gran ilustración de lo que es la crianza de los hijos.
Usted invierte todo lo que tiene en ese 5% que contribuye: Usted ara, siembra la semilla del evangelio, la riega con el tiempo y la protege con la verdad.
Oramos por nuestros hijos. Damos el 100% de nuestro 5% de contribución… y luego comprendemos que Jehová es quien construye el hogar. El Señor da el crecimiento… el fruto espiritual es la obra del Espíritu Santo… y le confiamos a Él todos nuestros esfuerzos.
Y, pase lo que pase, reconocemos que esta es nuestra prioridad. Debemos demostrar, ejemplificar, enseñar, dirigir, señalar, alentar y orar por nuestros hijos, y nos comprometemos a orar para que cada uno de nosotros nos convirtamos en padres piadosos, que les comunican a sus hijos estas prioridades… oramos por una cadena ininterrumpida que de generación a generación enseñan y ejemplifican lo que significa:
- Conocer a Dios;
- Pensar bíblicamente;
- Vivir sabiamente.
[i] Adapted from Tedd Tripp, Shepherding a Child’s Heart (Shepherd Press, 2005), p. 4.
[ii] C.F. Keil and F. Delitzsch, Commentary on the Old Testament: Volume V (Eerdmans, 1988) p. 361
[iii] John Phillips, Exploring the Psalms: Volume One (Loizeaux Brothers, 1988), p. 645
[iv] William Knight, Psalms: Volume 2 (Westminster, 1983), p. 29
[v] Adapted from Knight, p. 30
[vi] Charles Haddon Spurgeon, The Treasury of David: Volume 2 (Zondervan, reprint 1977), p. 331
[vii] Ibid
[viii] Ibid
[ix] Ibid