Introducción
Sarah Hale nació en 1788. Entre otras cosas, ella se destacó por su talento para la poesía. Su poema en inglés, María tenía un corderito se hizo tan conocido que Thomas Edison usó las primeras líneas de esa poesía cuando pronunció el primer discurso grabado en fonógrafo, el cual recién había inventado. Hoy lo conocemos como el tocadiscos.
Sarah se convirtió en la editora de al menos dos revistas para mujeres y usó su influencia para defender el fin de la esclavitud. También hizo un llamado a varios presidentes de los Estados Unidos para que apartaran un día especial cada año para que se hiciera una celebración nacional de acción de gracias a Dios.
Después de décadas de persistencia, el presidente Abraham Lincoln finalmente accedió a su solicitud.
En realidad, Lincoln parecía ser el candidato más improbable para instaurar un día nacional de acción de gracias, porque su presidencia estaba atravesando un momento en la historia de Estados Unidos en el que nadie habría estado interesado en agradecer a Dios por nada. Estamos hablando de la guerra civil que ya se había prolongado durante varios años.
Pero Lincoln instauró el día de acción de gracias, y la primera celebración fue en 1863, justo en medio de la Guerra Civil.
Por cierto, el discurso de Lincoln incluyó estas palabras: Invito a mis conciudadanos en todas partes de los Estados Unidos a observar un día de acción de gracias y alabanza a nuestro Padre que habita en los cielos. Recomiendo que mientras ofrecen [declaraciones de alabanza] que Él se merece por… sus bendiciones… que también lo hagan con humilde arrepentimiento por nuestra perversidad y desobediencia nacional.”
En otras palabras, Abraham Lincoln quería que el Día de Acción de Gracias se convirtiera en nada menos que un día de confesión y avivamiento nacional.
Desde entonces, todos los presidentes han proclamado el Día de Acción de Gracias como una celebración nacional el último jueves de noviembre. De hecho, el papel de cada presidente incluyó un discurso especial de Acción de Gracias durante los últimos 175 años.
Sin embargo, me pareció interesante que un año, el Día de Acción de Gracias se celebró en diciembre, porque al presidente Andrew Johnson se le olvidó hacer la proclamación anual.
La verdad es que tendemos a parecernos más a Andrew Johnson que a Abraham Lincoln ¿no es así? Tristemente, muchas veces se nos olvida agradecer a Dios.
Peor aún, el Día de Acción de Gracias se ha transformado en un obstáculo en el camino hacia la Navidad. De hecho, se ha convertido en un día para comprar y no necesariamente para dar gracias.
Sin embargo, eso tampoco debería ser una sorpresa, ¿verdad? Según el capítulo 1 de Romanos, una de las características principales de una cultura en decadencia es el aumento de la ingratitud.
Uno podría pensar que las marcas de una sociedad perversa serían el aumento de asesinatos o la inmoralidad.
Pero, de acuerdo con la carta de Pablo a Timoteo, una cultura malvada y corrupta se caracteriza por estar llena de personas ingratas. (2 Timoteo 3:2). Es más, en ese pasaje, donde Pablo describe las personas en los postreros días, él pone la ingratitud en la lista aún antes de características como impío,sin afecto natural, implacable, calumniador, cruel, aborrecedor de lo bueno… amador de los deleites más que de Dios.
Es interesante que la marca de una cultura impía se revela tanto en su actitud como en sus acciones.
Pablo describió una cultura perversa como un pueblo que rehúsa dar gracias. Él escribió, Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias (Romanos 1:21).
Quizás por eso es que una actitud distintiva de los creyentes, especialmente en contraste con el mundo impío, es el ser agradecidos.
Él apóstol Pablo incluso les mandó a los creyentes a que «fueran agradecidos» (Colosenses 3:15).
Sed agradecidos.
En otras palabras, “¡diga gracias! ¡Exprese gratitud!»
Y, bajo la guía del Espíritu Santo nos manda a ser agradecidos porque nuestras actitudes necesitan ser corregidas… y transformadas – de estar metidas en el molde del mundo, que se caracteriza por la ingratitud, a ser transformados a la imagen de Cristo, lo que se caracteriza por la gratitud.
Recordamos a nuestro Señor Jesucristo que es un ejemplo perfecto de gratitud para nosotros. Un modelo perfecto para imitar.
En el momento de su mayor crisis, en las horas previas a Su brutal crucifixión y la agonía de Su separación del Padre para convertirse en la ofrenda por nuestro pecado, Jesucristo tomo el pan y el vino – los elementos que le recordarían a la iglesia durante 2,000 años acerca de su sufrimiento – Su cuerpo crucificado y Su sangre derramada – Él tomó estos elementos que representaban toda esa agonía y sufrimiento… y dio gracias.
¿Cómo pudo dar gracias horas antes de ser crucificado?
- ¡Eso es como un judío que sobrevivió al holocausto y luego regresa al campo de concentración para observarlo y dar gracias a Dios!
- Eso es como un padre que regresa a la intersección donde un conductor ebrio le quitó la vida a su hijo… y da gracias a Dios.
- Eso es como un hombre o una mujer que regresa al hospital donde escuchó por primera vez la noticia de que tenía Cáncer y agradece a Dios.
- Eso es como un país destrozado por la muerte y la división, deteniéndose por un día, justo en medio de la Guerra Civil para encontrar algo por lo que puedan dar gracias a Dios.
Quizás esté pensando: «Eso es antinatural». Estoy totalmente de acuerdo. Es antinatural… es… sobrenatural.
La verdad es que necesitamos que nos enseñen a ser agradecidos y que nos recuerden por qué.
Porque nos parecemos mucho al expresidente Andrew Johnson… tendemos a olvidar.
Le invito a que abra su Biblia en la colección de himnos hebreos… el libro de los Salmos – literalmente, El Libro de Alabanzas – y reflexionemos en el Salmo 100.
El Salmo 100 es el único Salmo cuyo título indica que debía ser una guía pública para la acción de gracias.
Podría llamar al Salmo 100, el Himno original de Acción de Gracias.
Tanto los creyentes del Antiguo Testamento y los creyentes del Nuevo Testamento tienen las mismas dos preguntas acerca de dar gracias:
- «¿Cómo debemos dar gracias a Dios?»
- «¿Por qué debemos dar gracias a Dios?»
Si desea bosquejar en su Biblia este Himno original de Acción de Gracias, puede hacerlo con dos palabras – Los versículos 1 y 2 responden a la pregunta “Cómo” y el versículo 3 responde a la pregunta «¿Por qué?».
Y ya que algunos de nosotros somos lentos para aprender, el salmista repite la lección nuevamente cuando en el versículo 4 nuevamente responde a la pregunta «Cómo debemos dar gracias» y en el versículo 5, a la pregunta «¿Por qué debemos dar gracias?»
¿Cómo debemos dar gracias?
Comencemos con la primera pregunta, «¿Cómo debemos gracias?» El salmista nos da tres palabras clave.
- Puede subrayar la primera palabra clave, «Cantar».
Versículo 1: Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
Literalmente dice: alcen su voz con palabras de celebración. Da la idea de gritar en triunfo. Estas son declaraciones verbales de acción de gratitud y alabanza a Dios.
Interrumpimos la oscuridad de nuestro mundo con alabanzas como si fueran fuegos artificiales que iluminan el cielo nocturno con bellos colores resplandecientes.
¿Y notó en el versículo 1 que el salmista invita a toda la tierra unírsele en esta alabanza? Esta es una invitación para que todo pueblo, lengua y nación canten alabanzas a Dios y lo alaben – lo que implica la segunda palabra clave que se encuentra en el versículo dos.
- La segunda palabra clave es servir
Servid a Jehová dice el versículo 2. Todos están invitados a someterse al Señor – a convertirse en Sus siervos. Ciertamente, esta sumisión viene como resultado de un corazón agradecido por todo lo que el Señor ha prometido y ha hecho.
Por eso, note que el llamado es a servirle con alegría. Querido oyente, si está sirviendo al Señor, pero no está muy feliz de hacerlo, es posible que haya olvidado a Quién está sirviendo en primer lugar.
En última instancia, usted no está sirviendo a los hermanos de la iglesia; esta sirviendo al Señor. No está sirviendo al pastor; no está sirviendo a ese comité; no está sirviendo a sus hijos, ni a su cónyuge, ni a sus padres, ni a su jefe… En realidad, está sirviendo al Señor.[i]
Ahora escuche: tome nota del hecho de que el salmista no pone un punto final después de Servid a Jehová. No hay un punto allí. El salmista nos manda a «servir a Jehová con alegría«.
¿Se puede imaginar que alguien le mande a que se alegre? Seguro que si. Si tiene hijos, seguramente les ha dicho cosas como:
«Más vale que cambies tu actitud ahora mismo y pongas buena cara».
«Será mejor que dejes de hacer pucheros y empieces a sonreír, o no vas a tener postre.
¿De dónde aprendió a decir eso? De sus padres, ¿no es así?
“Mejora esa actitud o vas a ver”
¿Se acuerda de esa? ¡Y ahora decimos lo mismo!
Sin embargo, ahora tiene la edad suficiente como para saber que las actitudes en verdad se pueden mejorar.
Y Dios, evidentemente, piensa lo mismo. El salmista no dice aquí: «Sirve al Señor, aunque esté alegre o no». Él dice: «Sirve al Señor y alégrese por ello».
Cuando nuestros hijos eran pequeños, por un tiempo les dimos una mesada por hacer algunas tareas extra, pero solo les pagábamos si las hacían con una buena actitud.
Tenían que servir a nuestra casa con alegría.
De hecho, esperábamos que mejoraran su actitud simplemente porque lo ordenábamos.
Seguramente usted les ha respondido a sus hijos diciendo “¡Hazlo porque yo te lo digo! Cambia tu actitud porque yo te lo digo”. ¿Por qué es bueno hacer eso? Porque queremos prepararlos para que al crecer sirvan al Señor con la actitud correcta. Porque su Padre celestial se los ordena y ellos van a aprender tarde o temprano que Él espera que lo sirvan con una buena actitud.
Así que, evidentemente, esto es algo que usted y yo podemos hacer.
Pablo escribe en 2 Tesalonicenses 5:18: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios”.
Damos gracias en todo y mejoremos nuestra actitud simplemente porque esa es Su voluntad.
Lo que significa que un corazón agradecido no es un rasgo de su personalidad, es una acción voluntaria hecha en obediencia, entrega, en sumisión a la voluntad de Dios.
Por cierto, Sarah Hale, quien propuso el día de acción de gracias, no era la persona más positiva del mundo, y ciertamente no estuvo exenta de sentir tristeza y dolor. De hecho, cuando tenía 35 años dio a luz a su quinto y último hijo, y ese mismo año su esposo murió repentinamente. Durante el resto de su vida, usó ropa negra como señal de su continuo dolor.
Y lo que me pareció verdaderamente interesante es que fue después de la muerte de su esposo que logró convencer al presidente de los Estados Unidos de invitar al país a agradecer a Dios.
- La tercera palabra clave es congregarnos.
El salmista continúa enseñándonos cómo agradecer a Dios agregando al final del versículo 2: Venid ante su presencia (literalmente, vengan delante de Su rostro) con regocijo.
En su contexto original, esto haría referencia a ir al templo donde uno iba a orar, cantar y ofrecer sacrificios. Podemos aplicar este principio al día de hoy cuando nos congregamos con nuestros hermanos en Cristo para alabar al Señor.
¿Cual es su actitud al ir a la iglesia? ¿Lo siente como una carga o lo hace con alegría? ¿Es una obligación más o una oportunidad más para alabar a Dios? ¿Cuál es su actitud al cantar y al orar? ¿podría honestamente decir que lo hace con regocijo?
Quizás sea como un niño en nuestra iglesia – omitiré su nombre – que un domingo de camino a casa de la iglesia le preguntó a su madre: «Mami, ¿cuál es el número más alto hasta el que hayas contado?» Ella le dijo: “la verdad es que no lo sé – nunca había pensado en eso.” Sabiendo que su hijo iba a querer que le devolviera la pregunta ella dijo, ¿y cuál es el tuyo?» «5.372 le dijo». «Vaya, pero ¿por qué te detuviste en ese número?» a lo que su hijo respondió: «Porque el culto había terminado».
¿Ha pensado alguna vez en que uno de los antídotos de Dios contra la ingratitud es el congregarse, el ir ante la presencia de Dios con regocijo – en oración, en comunión, con cánticos alegres?
Así que:
- Cante con alegría: Eso es una acción de agradecimiento.
- Sirva a Dios con alegría – eso es una actitud de agradecimiento
- Venga ante Él con regocijo, eso es un acceso agradecido.
Que maravilla es que tenemos la oportunidad de ir delante de la presencia del Señor… y cantar, y hablar con Él y expresarle nuestra gratitud.
John Phillips, un famoso expositor de la Biblia, ilustró bellamente este versículo al contar sobre un jovencito que estaba Londres de pie, frente al Palacio de Buckingham – él está tirando de la chaqueta del guardia y está diciendo: «Quiero ver al rey». Por supuesto, el guardia ni siquiera se inmutó. Si alguna vez ha visto o escuchado de la guardia real inglesa, con su uniforme rojo y esos sombreros grandes y negros de piel de oso, sabrá que no se mueven por nada del mundo. Algunos hasta intentan hacerlos pestañar a propósito. El niño siguió tirando su chaqueta e insistiendo “quiero ver al rey”. La gente iba y venía. Un policía que estaba por allí se le acercó y le dijo «No vas a poder ver al rey. No tienes permitido entrar al palacio».
Mientras eso ocurría, un pequeño grupo de personas llegó al lugar – la prensa los siguió y estaba sacando fotos – y uno de los hombres, muy bien vestido, acompañado de su séquito escuchó la conversación. Así que se acerca al niño y pregunta, «¿Qué pasa?» a lo que el niño le responde, “Quiero ver al rey”. Y todos se sorprenden ya que el hombre extendió su mano y le dijo, “Bueno, ven conmigo entonces”. El chico tomó su mano y para su sorpresa, el policía no intentó detenerlo, ni tampoco los guardias. De hecho, los guardias se pusieron en formación y los saludaron formalmente mientras les abrían la puerta. Entraron, caminaron por los pasillos y se dirigieron directamente a la presencia del rey. El niño había tomado la mano del Príncipe de Gales, el mismo hijo del rey. Eso le dio acceso.[ii]
Ese es nuestro privilegio: Tenemos acceso a Dios el Padre porque Su Hijo nos sostiene de la mano.
¿Por qué debemos dar gracias?
Ahora, el salmista responde a la pregunta «¿por qué?» ¿Por qué debemos darle gracias a Dios?
Y es como si nos dijera: «¡¿Acaso, no lo sabes ?!»
Versículo 3, “Reconoced que Jehová es Dios”
En otras palabras, Lo debemos alabar, no solo por lo que hace, sino por quién es.
¡El es Dios! Y eso es suficiente como para alabarlo.
Bueno, pero ¿qué clase de Dios es Él?
El salmista lo describe más abajo en el versículo 5. Porque Jehová es bueno; ¡Él es bueno! para siempre es su misericordia. Es decir, Él no va a cambiar de opinión en cuanto sus promesas. Él no va a olvidarse de ti… aunque a veces pueda olvidarse de Él.
Note además en el versículo 5 que su verdad es por todas las generaciones.
O sea, generación tras generación tras generación, tras generación, Él sigue siendo el mismo: Podemos depender de Él. El es constante. Él es siempre fiel.[iii]
Así que, damos gracias a Dios por quién es Él.
Pero eso no es todo… Le damos gracias no solo por quién es, sino también por lo que ha hecho.
Leamos más detenidamente el versículo 3, «Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos”.
En otras palabras, Dios es el Creador, el que nos diseñó, formó y nos dio la vida.
¿Sabe lo que eso significa? Usted luce exactamente como Él lo planeó. ¡Él lo creó, por dentro y por fuera!
Él le dio su personalidad, sus talentos y habilidades. Él lo planeó.
Si no es capaz de alabar a Dios con gozo quizás es porque está luchando con aceptar el hecho de que Dios lo creó como es – de acuerdo con Su plan divino. David escribió en otro Salmo que Dios lo tejió en el vientre de su madre (Salmo 139:13).
Cada habilidad que tiene y cada discapacidad que tienes, fue premeditada por Dios.
Él le dio todas las fortalezas que necesitaría. Le dio todas las debilidades que necesitaría. Porque necesita ambas. Sus fortalezas le permitirían brindarle alabanza. Sus debilidades lo harían depender de Su poder.
Él lo hizo, y mejor aún, todavía está trabajando en usted. Él no ha terminado… Porque Dios es Aquel que constantemente está poniendo sus esfuerzos en usted (Filipenses 2:13 parafraseado).[iv]
Por cierto, Dios no solamente lo creó, sino que también planea cuidarlo y protegerlo.
Note la siguiente frase en el versículo 3. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Estoy muy contento de que el salmista no haya escrito: «Somos su pueblo y caballos en su establo».
No. Somos Sus temerosas, tímidas, ignorantes, indefensas ovejas.
Pero aquí está la buena noticia: somos Sus ovejas. Somos suyos. ¿No cree que tiene algo de que agradecer a Dios?
En un libro devocional encontré una interesante leyenda en la que un hombre había encontrado un granero donde Satanás guardaba sus semillas listas para sembrarlas en el corazón de las personas. El hombre descubrió que habían más semillas de desánimo que cualquier otro tipo de semilla. Habían bolsas apiladas por todas partes. Cuando preguntó por qué habían tantas semillas de desánimo, se enteró de que era porque estas crecían en casi cualquier lugar. Cuando uno de los demonios fue interrogado, admitió de mala gana que había un lugar en el que nunca podían conseguir que las semillas echaran raíces. «¿Y, dónde es eso?» preguntó el hombre. El demonio respondió: «En el corazón de una persona agradecida».[v]
Esa es una simple parábola, pero esta es la verdad: Querido oyente, realmente es imposible ser
- Orgulloso y agradecido al mismo tiempo:
- Egoísta y agradecido;
- Materialista y agradecido;
- Jactancioso y agradecido;
- Amargado y agradecido;
- Ansioso y agradecido;
- Odioso y agradecido… al mismo tiempo.
Tal vez por eso la gratitud sea una de las características distintivas que nos diferencian del mundo, porque el mundo es:
- Egoísta
- Materialista
- Jactancioso
- Amargado
- Y odioso
Ya que hemos descubierto que la gratitud es un mandamiento – un acto de la voluntad – entonces es algo que debemos buscar y trabajar en nuestra vida.
Así que decida seguir este mandamiento porque es la voluntad de Dios. Mejoremos nuestras actitudes. Cantemos, sirvamos y vayamos a la presencia de Dios con alegría.
¿Por qué? Por quién es Él y por lo que ha hecho.
Él nos hizo… y todavía está trabajando en nosotros… y a pesar de cualquier cosa, Él planea cuidarnos y protegernos por siempre.
[i] Adapted from Charles Swindoll, Living Beyond the Daily Grind (Word Publishing, 1988), p. 278
[ii] John Phillips, Exploring the Psalms, Volume 2 (Loizeaux Brothers, 1988), p. 101
[iii] Adapted from John Stott, Favorite Psalms (Moody Press, 1988), p. 94
[iv] Swindoll, p. 280
[v] Robert Morgan, Nelson’s Complete Book of Stories (Thomas Nelson, 2000), p. 735