Introducción
El primer lema o slogan nacional de los Estados Unidos salió a partir de las palabras de un hombre llamado Francis Scott Key en 1814. Él escribió las palabras que se transformarían en el himno nacional.
En la cuarta estrofa el escribió: “Y este es nuestro lema: En Dios confiamos; y la bandera estrellada flameara triunfante, sobre la tierra de los libres, el hogar de los valientes.”
Cincuenta y nueve años después – a través del esfuerzo de muchas personas y varios fallos del congreso – en el año 1873, el secretario del Departamento de Tesorería Nacional anunció que las palabras “En Dios confiamos” se gravarían en las monedas, comenzando con la de un centavo.
Esa no fue una idea completamente original, ya que encontré mientras estudiaba este tema, que hace unos 300 años atrás, cuando se estaban por establecer los estados de Carolina del Norte y Carolina del Sur, el centavo en estos estados tenia la inscripción, “Dios preserve a las Carolinas.”
Luego, en 1957, el presidente del congreso estuvo de acuerdo con que se imprimiera “En Dios confiamos” en todos los billetes también.
Ahora, en los últimos años han habido innumerables intentos fallidos de deshacerse de esas palabras.
De hecho, hace no mucho, hubo una batalla legal en el estado de Indiana porque allí habían sacado una patente para vehículos que incluía las palabras “En Dios Confiamos.”
Un grupo inmediatamente hizo la demanda, pero la corte de apelaciones sostuvo el derecho del estado de Indiana para hacer y ofrecer ese diseño, entre otros. En solo cuatro meses, más de 500.000 personas habían escogido usar ese diseño de patente.
El problema con todas esas batallas legales es que lo que parece ser una victoria para los creyentes, realmente demuestra lo contrario, si es que uno lee entre líneas.
Hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos ha defendido la constitucionalidad de mantener el nombre de Dios en los billetes o en el juramento a la bandera. O sea, no hay ningun problema en que el gobierno imprima cosas como “En Dios confiamos” o diga en publico “Una nacion bajo Dios.” Pero el argumento para mantenerlo se resume en una frase, ‘deísmo ceremonial.’ Permítame explicarle lo que esto significa.
Este concepto de deísmo ceremonial fue creado en el año 1960 por un ex decano de la universidad de Yale para defender las declaraciones públicas de la existencia de Dios. Y la manera en que lo hizo fue probando que en la consciencia y en la sociedad norteamericana, esas palabras simplemente se han convertido en frases ceremonial. Él argumentó que estas no eran mas que palabras, que no eran mas que lemas sin significado. Desde entonces, el concepto ha ganado gran aceptación.
Este concepto se ha utilizado para defender la apertura de la Corte Suprema de Justicia, en la cual se pronuncian las palabras “Dios salve a los Estados Unidos y a esta corte honorable.” Se ha utilizado también para defender el himno nacional y el lema en los billetes.
En un caso de la Corte Suprema, unos años atrás, uno de los jueces defendió las expresiones religiosas en publico porque estas expresiones – y lo cito – “como una forma de deismo ceremonial, han perdido cualquier contenido religioso a traves de la repeticion rutinaria.”[i]
Así que, en los colegios públicos aún se puede decir “Una Nacion bajo Dios;” aún se pueden imprimir billetes con el lema “En Dios Confiamos;” pero no se preocupe… estos lemas realmente no significan nada.
“Dios bendiga los Estados Unidos” no significa nada mas que uno espera que Estados unidos gane varias medallas de oro en los Juegos Olímpicos.
Así que no se preocupe si no cree en Dios, o no cree en el Dios de la Biblia y tiene que decir estos lemas. ¿Porque? Porque esos lemas no solo han perdido su significado con la repeticion rutinaria, sino que uno tiene la libertad de decirlos sin tener que sentirse obligado a creerlos o vivirlos.
En otras palabras, puede decir “en Dios confiamos,” sin necesidad de confiar en Dios.
Personalmente, creo que no existe una mejor frase para describir a la persona comun en la calle que esta, “deista ceremonial.”
Según las encuestas, un 80% de las personas en Estados Unidos cree en la existencia de un ser supremo, y aún quieren mencionar el nombre de Dios de vez en cuando, solo que no lo obliguen a realmente creer o vivir de cierta manera. Ellos prefieren ser deístas ceremoniales. Esta situación no es para nada distinta en latinoamérica.
Ahora, ¿Usted piensa que esta es una nueva estrategia del enemigo de Cristo? ¿Cree que es una nueva táctica astuta del enemigo del evangelio?
¿Piensa usted que una religión de palabras espirituales separada de una vida espiritual es algo nuevo?
¿Ha leído el libro de Santiago últimamente? Él nos revela que esto no es nada nuevo después de todo. En el capitulo 2 de la epístola de Santiago, él nos presentó 3 tipos distintos de fe. Dos de ellos son inútiles; uno es genuino.
Él comenzó en el versículo 14 del capitulo 2 describiendo lo que él llama la “fe muerta.” En nuestro ultimo estudio, definimos esta fe como una fe sin obras.
Santiago nos llevó a una reunión y nos mostró, en el versículo 15, a un hermano o hermana en Cristo en una situacion muy precaria – hambriento, sin nada de comer, y prácticamente desnudo, ya que su ropa estaba en tan malas condiciones que no servía para abrigarlo.
Y al finalizar la reunión, los hermanos le dicen: “Dios le bendiga, vaya en paz – ahora pónganse una ropa mas abrigada y coma una buena comida casera, porque se ve hambriento.”
Santiago dice que ese tipo de fe no sirve – no tiene fruto. El cristianismo debe ser algo que otros puedan ver.
Pero para esta asamblea que nos describe Santiago, todo era palabras, no habían obras.
Así que Santiago llega al final de esta descripción de la fe muerta y dice: “¿A quien creen que engañan? La fe que no obra, no sirve.”[ii]
La fe muerta, entonces, no es más que palabras sin obras; a primera vista parece piadosa; pero al verla más de cerca, no posee participación personal.
Ahora Santiago pasa a mostrarnos otro tipo de fe a la que podemos llamar fe demoníaca. Y uno puede definir a esta fe demoníaca como deísmo ceremonial – Todas son palabras… sin que estas signifiquen algo para uno.
Al examinar este tipo de fe en particular, Santiago nos va a dar tres características específicas:
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La fe demoníaca es reconocimiento sin relación
Note lo que dice el versículo 19.
“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.”
En otras palabras creer que Dios es uno, o que solo existe un Dios vivo y verdadero, no es suficiente.
Santiago dice, ¿Tu crees en el Dios de la Biblia? ¿y que? Lo demonios también creen eso.
Ahora, lo que es facil de pasar por alto aquí es la expresión de Santiago en el versículo 19 – una expresión que su audiencia judía habría reconocído inmediatamente.
Recuerde, Santiago le esta escribiendo a los judíos de la dispersión. El emperador los había exiliado de Roma – ellos estaban literalmente esparcidos por todas partes del imperio romano.
Y aquí Santiago les dice algo que debe haberles llamado la atención inmediatamente. Como verá, cada judío temeroso de Dios citaba cada mañana y cada tarde, una oración llamada el “Shema”, sacada de Deuteronomio capitulo 6, versículo 4 en adelante.
Las palabras de ese texto comienzan con el verbo hebreo “Shema” que significa “oír”.
Las primeras seis palabras de este versículo 4 son frecuentemente las primeras palabras que un niño judio aprende de memoria. Este se habia convertido en el lema de la fe judía.
Sh´ma Ys´rael, Adonai Eloheinu, Adonai ejad.
“Oye Israel, Jehová nuestro Dios, el Señor, Uno es.” Cada mañana y cada tarde los judíos fieles hacían esa oración.
Este era el monoteísmo que distinguía al judaísmo de las religiones paganas alrededor de ellos. Esta oración era su credo – no solo los distinguía, sino que creían que les garantizaba el paraíso.
Uno podría entender esta declaración como: “No hay otros dioses – solo hay un Dios vivo y verdadero.”
Y esa es una gran declaración de fe. Es un lema que valía la pena creer. Pero lo que hace Santiago aquí, con presicion inspirada, es obviar el resto de la oracion.
El resto del Shema incluye el versículo 5 de Deuteronomio 6, que dice: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Lo que Santiago esta diciendo es que existe una diferencia entre reconocer la verdad de la existencia de Dios y amarle.
Uno puede reconocerle sin tener una relación personal con Él. Uno puede decir que Dios existe, y aun así no entregarle su corazón.
Lo que Santiago esta diciendo aquí es que la repetición de los judíos del Shema, solo era un deísmo ceremonial… palabras sin un significado… un reconocimiento sin una relación personal.
Y el mundo esta lleno de personas que reconocen que Dios existe y pueden repetir credos y oraciones, pero Jesucristo no ha pasado a ser parte de sus vidas.
Santiago dice, “Eso solo es fe demoníaca.”
Pero, la fe demoníaca no es solo un reconocimiento sin una relación personal, sino que en segundo lugar,
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La fe demoníaca es un reconocimiento sin una aceptación
Escuche nuevamente estas impactantes palabras de Santiago: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.”
Santiago esta diciendo, efectivamente, “ustedes creen en la existencia de un Dios vivo y verdadero – es un buen comienzo – pero tengan en mente que el diablo y sus demonios también son monoteístas.”
Si el monoteísmo fuera todo lo que importara – mono=uno y teo=Dios – un Dios. Si creer en el único Dios vivo y verdadero fuera lo único que es necesario, Santiago estaría diciendo, ¡excelente! ¡sigan así!
Sin embargo, el sorprende a su audiencia con las noticias de que el mismo diablo también es monoteísta. Y hasta puede repetir el Shema también.
Piénselo – ¿cuantos billones de monoteístas viven en el planeta? – desde los musulmanes hasta los católicos, los protestantes, los adventistas y aún los Testigos de Jehová – todos estos grupos pueden recitar este lema – solo hay un Dios vivo y verdadero.
Pero no todos pueden continuar y decir que:
- Dios se encarnó (Juan 1);
- El Hijo de Dios se entregó a si mismo para morir en la cruz por nuestros pecados (Juan 3);
- Podemos amarle porque El nos amó primero (I Juan 4);
- A todos los que le recibieron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1).
Permítame hacerle una pregunta – ¿Cree usted en la existencia de un Dios verdadero? Eso solo no significa que usted le pertenece.
¿Cree usted en la existencia de la luna? Eso no lo hace un astronauta – y lo mas probable es que usted nunca ira a la luna a vivir o aún de visita.
Santiago esta diciendo, ¿Creen en el cielo? ¡¿Y que?! Los demonios también creen – de hecho, ellos vivían allí.”
Querido oyente, ¿alguna vez se puso a pensar que el infierno va a estar lleno de monoteístas? Estará lleno de deistas ceremoniales que habrán pensado que con creer era suficiente. Santiago quiere que entendamos que los demonios también creen.[iii]
¿No le impacta descubrir que los demonios tienen fe? Seguramente esto impactó a la audiencia original de Santiago.[iv]
Los demonios no son ni ateos ni agnósticos.
Los demonios no se sientan a debatir quien habrá creado el universo. Ellos estaban allí cuando Dios lo hizo – y luego cantaron alabanzas a Dios con toda la hueste angelical (Job 38 y Colosenses 1)
Los demonios no discuten acerca de la crucifixión y muerte de Cristo en la cruz. Ellos se deleitaron ese día al ver el sufrimiento del hijo de Dios. Ellos tampoco debaten acerca de la resurrección literal y física de Cristo. Ellos salieron corriendo y derrotados de esa escena aquel día. Ellos lo recuerdan muy bien.
Un demonio nunca se pregunta si la Biblia estará diciendo la verdad – de hecho, ellos están concientes del juicio descrito en el último libro de la Biblia: Apocalipsis.
Nosotros podemos decir honestamente que tanto el diablo como los demonios son teólogos astutos.
En Marcos capitulo 5, Jesús se encontró con un hombre poseído por un demonio que clamó: “¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes… Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.”
En el capítulo 3 de Marcos ya habíamos visto como una persona poseída y los demonios le clamaban a Jesús diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios.”
En esas breves declaraciones, descubrimos que estos demonios creían en:
- La deidad de Cristo – que El era el Hijo de Dios;
- Que Él tenia poder para controlarlos – y enviarlos adonde quisiera;
- Ellos creían que Él era el juez que habría de venir;
- Y creyeron que su juicio futuro incluiría tormento.
Ellos reconocen a la persona, el poder y la supremacía del Hijo de Dios.
Ellos pueden responder todas las preguntas teológicas con precisión – ganarían cualquier juego de preguntas y respuestas bíblicas. Ellos conocen la Palabra.
Pero, para ellos, solo se trata de repetir palabras – al igual que un lema impreso en un billete, “En Dios confiamos.” Hay un reconocimiento pero sin aceptación personal.
La fe demoniaca es la que está en el corazón de una persona que puede citar algunos versículos – y, de hecho, hasta le diría que cree en el cielo y el infierno, y que quiere ir al cielo. Sin embargo, en toda sinceridad, preferiría tener un cielo sin Cristo, porque él probablemente le arruinaria la fiesta. Ya que no quiere nada que ver con Cristo aquí en la tierra, no esta muy seguro qué haria con Él en el cielo.
Imagine que va de invitado a una boda. La ceremonia está yendo bien. Todo muy lindo, hasta que llega el momento del intercambio de anillos. El novio está colocando el anillo en el dedo de la novia cuando ella derrepente dice, “¡Paren la ceremonia! ¡Este es el anillo de bodas mas bello que alguna vez he visto! ¡Detengan todo por un momento – solo quiero ver mi anillo por unos minutos!”
El pastor se pone nervioso, sin saber que decir o hacer, pero continua diciendo, “Ejhem, ¿dónde estábamos? ¡Ah si! ¿tomas a este hombre para ser tu esposo?” y ella responde, “No, pero tomo este anillo, eso si.”
“Ehh…Prometes amarlo y quererlo?”
“¡No, pero prometo amar este anillo!”[v]
Querido oyente, eso es lo mismo que aceptar el cristianismo, creer en Dios, y estar animado con ir al cielo, sin querer tener una relación con Jesucristo.
Todo lo que quiere es una buena vida, una muerte en paz, y una eternidad llena de alegría, pero realmente no quiere al novio.
Así es la fe demoniaca. Es un reconocimiento sin una relación. Es un entendimiento intelectual sin una aceptación interna, espiritual. En tercer lugar:
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La fe demoníaca es reverencia sin arrepentimiento
Note una vez más lo que Santiago revela en el versículo 19, “También los demonios creen, y tiemblan.”
Es como si Santiago dijera, “ ¿Usted dice que cree? ¿Entonces por que no esta haciendo algo al respecto? Los demonios creen y al menos tienen una reacción.
¡Tiemblan!
Esta es la palabra griega ‘friso’ (φρισσω) la cual solo aparece aqui en todo el nuevo Testamento. Significa tener los pelos de punta.[vi]
Esta palabra es transliterada y nos da un término del cual toda mujer debe estar familiarizada – Frizz. Uno podría traducir esta palabra como tener escalofríos.
No se que pensar de esto, pero un comentarista dice que esta palabra tambien puede significar erizarse como un gato.[vii]
Sin embargo, creo que esa explicación nos da una buena imagen mental. Uno menciona a la persona de Dios, y los demonios se erizan como un gato listo para pelear.
Pero la palabra también conlleva la idea de ser inundado de temor – como cuando uno esta mirando una película de terror y se asusta.
Dios literalmente asusta a los demonios.
Ahora, escuche esto. El tiempo verbal en griego indica que ellos estan temblando constantemente en terror de Dios y de su propio futuro que les espera. Eso hace que queden con los pelos de punta.
Ellos le tienen miedo, pero aun así no van a someterse a Él. Las personas que en la actualidad tienen una fe demoníaca, también tienen temor reverente de Dios, pero no se van a someter a Él… ellos van a escoger su propio pecado y no van a querer arrepentirse. Puede que tengan temor de un día estar ante Dios, pero aun así, no van a someterse a Él.
Ellos creen en Dios de la misma manera que yo creo en Julio Cesar. Yo creo en la existencia del emperador que, en una época, era el líder del mundo occidental.
He estado en la costa francesa, donde pude admirar un gran monumento de piedra que le hicieron a este hombre. Es un monumento majestuoso que declara la grandeza y el poder del Cesar. Y yo creo que el verdaderamente conquistó todos esos países europeos y que fue emperador.
Pero yo jamás – al igual que estos judíos creyentes – jamás me voy a arrodillar ante su imagen y decir “Cesar es Señor.”
Los que tienen una fe demoníaca jamás van a hacer eso con Cristo tampoco.
Todos aquellos que adoran con una fe demoníaca reconocen los hechos históricos acerca de Dios, Jesucristo y la Biblia – pero jamás se pondrían de rodillas, inclinarían sus corazones en humildad y sumisión y dirían que Jesucristo es su Señor. Ellos podrán mostrar cierta reverencia, pero no van a arrepentirse y no van a querer agradarle como Su Señor.
Como verá, la persona que tiene una fe demoníaca pretende ser espiritual sin entregarse al Señor.
La fe demoníaca que, creo yo, es el fundamento de la mayoría de los sistemas religiosos, quiere un dios sin obligaciones; quiere un dios sin tener que servirle y ser piadoso.
Ellos quieren vivir una vida sin restricciones y quieren vivir en el cielo sin Cristo.
La fe demoníaca es un reconocimiento sin una una relación; es reconocimiento sin aceptación; es reverencia sin arrepentimiento.
Es la repetición de palabras sin que signifiquen nada para uno. Es simplemente recitar algo. Es deísmo ceremonial, palabras que no vienen del corazón, sino de labios para afuera.
En las últimas 48 horas he recibido dos correos electrónicos muy interesantes. Uno venia de una oyente que iba en su auto y al encender la radio escuchó un mensaje acerca de la conversión de Pablo en el camino a Damasco. Ella me dijo: “Algo dentro mío se encendió.” Ella obviamente era una nueva creyente y no encontraba las palabras para explicar lo que le había sucedido.
Otro correo electrónico me lo envió un hombre de negocios que pidió verme. El dijo: “Quisiera tener la misma convicción que usted tiene.” Este hombre, muy exitoso en su ámbito, no tenía vida espiritual.
Cuando termine de explicarle el evangelio el me dijo: “Ahora ya se que debo hacer con Dios – pero no estoy listo aún.”
Antes que el saliera de la oficina yo ore al Señor para que el Espíritu Santo abriera sus ojos espirituales. Luego se fue de viaje y me envió otro mensaje diciendo: “Ni bien vuelva, quiero reunirme con usted – estoy listo para aceptar al Señor.”
Yo le respondí: ¡No me espere a mí! ¡Hágalo ya!
¿Sabe que me encanta de estas dos personas? Ellos no conocían las palabras – no tenían el vocabulario evangélico…no conocen todo el Nuevo Testamento. No saben el vocabulario de la iglesia. No pueden explicar lo que les ha sucedido – pero saben que algo les ha sucedido. Ellos ahora tienen vida espiritual. Están experimentando la fe verdadera.
Puede que usted sepa recitar el Padre nuestro de memoria, pero, ¿Le pertenece usted realmente a Dios? ¿Es Él su Padre?
Puede que sepa los diez mandamientos de memoria y los recite, pero, ¿se ha arrepentido de su pecado?
Quizas usted pueda ir tachando la lista y decir, “Bueno, creo que Dios existe y que Jesús es su Hijo y que el cielo es verdadero y que la Biblia es la palabra de Dios.” Uno puede decir todas estas cosas y aun así, irse al infierno.
Entonces, ¿que tiene que hacer uno para dejar la fe demoníaca y tener una fe genuina?
Cuando Pablo y Silas estaban en la cárcel, hubo un terremoto que produjo que se le cayeran las cadenas. Tanto los otros prisioneros como el carcelero, sin dudas, habían escuchado el evangelio de salvación, junto a todos los himnos que Pablo y Silas estaban cantando.
Una vez ocurrido el terremoto, el carcelero entró a la cárcel pensando que los prisioneros se habían fugado, pero Pablo le dijo que no se hiciera daño, que todos estaban allí. Luego el carcelero clamó: ¿Que debo hacer para ser salvo? Y Pablo dijo, “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo…”
Cree en el Señor Jesucristo. Esa preposición “en” significa “ir hacia Él” o “depositar su fe en Él.” Es descansar en Él. Eso lo dice todo.
No es solo creer que Jesús existe –el diablo lo cree. Vaya hacia Él en fe y deposite su fe solo en Él para su salvación – y usted recibirá la vida eterna.
Usted no tiene que hacerse miembro de una iglesia –bautizarse, hacer buenas obras, dar dinero – solo debe depositar su fe en Cristo. Encomiéndese a Él. Descanse en Él. Incline su corazón en humildad, pidiendo que él lo perdone de su pecado, y reconociendolo como el Señor de su vida.
Y eso es algo que un demonio jamás va a hacer.
Esa es una invitación que ningún demonio va a aceptar. Pero que usted si puede aceptar…es una invitación a confiar en Cristo para su Salvación.
Esta es una fe que lo lleva más allá de reconocer la existencia de Dios. Lo llevará a involucrarlo en una relación personal con Él; lo lleva más alla de una mera reverencia al arrepentimiento. Lo llevará a no solo conocerle sino que a aceptarle por quien es, nuestro Señor y Salvador a quien debemos toda la honra, la gloria y el honor.
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[i] Ceremonial deism from Wikipedia.com.
[ii] Craig L. Blomberg & Mariam J. Kamell, Exegetical Commentary on the New Testament: James (Zondervan, 2008), p. 136.
[iii] Charles R. Swindoll, James: Practical and Authentic Living (Insight for Living, 1991), p. 87.
[iv] Warren W. Wiersbe, James: Be Mature (Victor Books, 1979), p. 78.
[v] Adapted from Tony Evans, The Perfect Christian (Word Publishing, 1998), p. 63.
[vi] Dan G. McCartney, Baker Exegetical Commentary on the New Testament: James (Baker Academic, 2009), p. 173.
[vii] R. Kent Hughes, James: Faith that Works (Crossway Books, 1991), p. 111.