Introducción
Si alguna vez ha tenido que ir a la sala de emergencias del hospital, probablemente ha experimentado lo que en jerga médica se conoce como “triaje”.
Triaje es un término francés que significa “clasificar, seleccionar o elegir” – es decidir quién necesita ayuda médica inmediata, y quien puede esperar.
En la actualidad esa palabra se usa mucho en el ámbito medico en todo el mundo – es el proceso de destinar pacientes a distintos cuidados en la sala de emergencias. Los enfermeros o paramédicos allí presentes determinan quienes tienen necesidades serias y quiénes no.
Desde luego, si uno va a la sala de emergencias es porque tiene una emergencia ¿no es así?
Yo solo he ido un par de veces en mi vida, pero cada vez que estuve allí, evidentemente no estaba lo suficientemente mal como para que me vieran…esperé por horas.
Hasta estuve tentado una vez de decirle a la enfermera que me había mordido un perro rabioso y que sentía ganas de morder a otros pacientes…tal vez eso me podría haber ayudado a que me vieran más rápido.
Leí que durante la segunda guerra mundial los aliados usaron un sistema similar para atender a los heridos en el campo de batalla.
El supervisor de los enfermeros le ponía a los heridos una cinta de cierto color, dependiendo de su gravedad.
Habían tres colores, y por lo tanto, tres categorías de pacientes. Una cinta se usaba para los pacientes que se los consideraba “sin esperanza” – es decir, que no se podía hacer nada por salvar sus vidas.
Otro color de cinta se usaba para los pacientes “con esperanza,” soldados heridos que de ser tratados podían salir adelante y que su tratamiento no necesitaba ser inmediato. Podían esperar.
El tercer color de cinta era para pacientes “en duda” – en otras palabras, estos soldados posiblemente podrían sobrevivir si se les trataba inmediatamente. Así que, como se imaginará, la mayoría del personal médico se centraba en estos pacientes.
Ya que en el campo de batalla se contaba con personal limitado y pocos suministros médicos, la asistencia médica se priorizaba para atender a los soldados marcados como “en duda.”
Un soldado llamado Lou llegó a uno de estos hospitales improvisados en el territorio de combate muy mal herido. Disparos de alto calibre habían destrozado una de sus piernas. Había perdido mucha sangre.
El supervisor de los médicos lo examinó, decidió que Lou no tenía esperanzas y le puso la cinta con el color correspondiente. Esa cinta básicamente le comunicaba al personal que lo pusieran lo más cómodo posible, pero que no hicieran mucho más que eso.
Sin embargo, la enfermera que fue designada para cuidar a Lou, se percató de que él aún estaba consciente y podía hablar. Después de una conversación, resultó que ambos eran de la misma ciudad.
El llegar a conocer a este soldado, no como un soldado más, sino como una persona, que aún había crecido en su misma ciudad, la impulsó a hacer algo prohibido.
Durante la noche, ella arriesgo su carrera y le cambio la cinta por una que lo describía como “en duda”.
Unas horas después, se llevaron a Lou a un hospital. Unos meses después, y con una pierna amputada, Lou se recuperó y pudo tener una vida normal – agradecido por esa enfermera que le cambio la cinta de identificación, dándole así otra oportunidad para vivir.
Querido oyente: Jesucristo está interesado en cambiar cintas de identificación.
Cuando Jesús entró a la casa del recolector de impuestos, llamado Zaqueo, la multitud se quejaba en la calle de que Jesús fuera huésped de este hombre pecador. Esa era su identificación – su cinta de pecador. Pero cuando Jesús salió de la casa de Zaqueo, él dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.” Lucas 19:9
¿No le parece este un cambio increíble de identificación? Él había sido identificado como un pecador sin esperanza, pero por la gracia de Dios, él puso su fe en Cristo, y recibió la garantía de que un día estaría con los santos en la presencia de Dios.
A él le cambiaron la cinta, por así decirlo, de “sin esperanza” a “con destino al cielo.”
Querido oyente ¿Qué dice Su cinta el día de hoy?
Ahora, si usted ha estado acompañándonos últimamente, recordará que Santiago ha descrito e ilustrado tres tipos de fe.
- La fe muerta – esa son palabras sin obras. Es puramente intelectual
- La fe demoníaca – esa reconocer a Cristo pero no tener una relación con Él. Mueve el intelecto y las emociones, pero nada mas
- Y la fe dinámica – esa es una fe que obra porque es verdadera y da frutos. No se queda solo en el intelecto y las emociones, sino que avanza hasta la voluntad.
Y Santiago ilustra la fe dinámica con la vida de Abraham
Cuando Santiago escribió esta epístola, Abraham ya era el patriarca reverenciado por los judíos – el fundador de los fieles. Él era también considerado como el epítome de la fe en acción.
Al llegar al final de la biografía de Abraham, uno queda impactado con la gracia de Dios por la cantidad de pruebas de fe en las que él fracaso, pero uno queda aún más impactado por las pruebas de fe en las que salió exitoso.
- Por la fe dejó la tierra de sus padres;
- Por la fe creyó la promesa de Dios de un heredero;
- Por la fe estuvo dispuesto a ofrecer a Isaac en sacrificio a Dios.
Y puede que uno llegue al final de esa biografía y piense que Dios nunca va a hacer algo con usted. O sea, para que siquiera intentar vivir con esta fe dinámica, ya que obviamente no voy a alcanzar a ser como Abraham. Él caminó con Dios por 50 años…con razón es un ejemplo de fe dinámica.
Santiago anticipa que su congregación responda de esta manera, así que, guiado por el Espíritu Santo, concluye la ilustración de la fe dinámica mostrándonos la vida de una persona totalmente distinta.
Santiago capitulo 2, versículo 25 nos da la última ilustración de fe dinámica. Allí leemos:
“Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?
Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”
Santiago no podía poner un ejemplo más opuesto a la vida de Abraham que la vida de Rahab.
Contraste entre el patriarca y una prostituta
Piense en este contraste por un momento:
- Abraham era hombre- Rahab, mujer –hay que comenzar por lo más obvio.
- Abraham era Hebreo – el patriarca de la raza judía – Rahab era una gentil idolatra.
- Abraham era un gran líder – Rahab una ciudadana común y corriente.[i]
- Abraham era un hombre prominente, de la alta sociedad – Rahab era una mujer de la calle;
- Abraham era honrado y respetado – Rahab, todo lo contrario.
- Abraham era una persona que uno asociaba con Dios – Rahab era una persona que uno pensaría que no tendría nada que ver con Dios.
Aun si no supiéramos nada acerca de la vida de Rahab, Santiago nos da la información necesaria para hacer su punto. Abraham era un patriarca, Rahab era una prostituta, y ambos demostraron fe dinámica.
Ahora, Hay una gran diferencia entre un patriarca y una prostituta – y Santiago elige contrastar estos dos por una razón.[ii]
Como vera, la gracia de Dios y la muestra genuina de fe pueden tomar lugar tanto en un gentil redimido como en un judío redimido; en un hombre de honor como en una mujer sin honor. Ambos son trofeos de la gracia de Dios hasta el día de hoy.
Su fe no queda perjudicada por su genealogía.[iii] Su apellido no le ayuda ni le impide en su habilidad de demostrar fe dinámica en un Dios vivo.
Dios no dice: “Bueno, si usted hubiera sido de una mejor familia, yo le hubiera dado cierto ministerio. Estoy buscando a personas como Abraham.” Dios no se fija en su pedigrí, en su genealogía, o en su currículum.
Puede que eso no sea muy obvio con la ilustración de Abraham, pero Santiago sabe que la ilustración de Rahab va a dejarlo en claro.
Ahora, para poder apreciar mejor la ilustración de Rahab, tenemos que retroceder en nuestras Biblias e ir al libro de Josué, en donde se nos presenta a esta mujer por primera vez.
El trasfondo es el siguiente:
Josué pasó a ser el líder una vez que Moisés salió de escena. Los 40 años de peregrinaje en el desierto están por llegar a su fin y la nación se prepara para entrar a la tierra prometida – que fue prometida a Abraham en Génesis capítulo 12.
La tierra prometida ya estaba habitada por naciones idolatras y malvadas que no están muy entusiasmadas con esto de la promesa – ni con el juicio de Dios del cual que recibieron advertencias por muchos años.
Eso lo vamos a ver en el mismo testimonio de Rahab.
Josué decide enviar a dos espías para evaluar la primera ciudad que se encontrarían al entrar a la tierra prometida. Esta resultó ser una ciudad preparada para la batalla- una ciudad rodeada por grandes muros; una ciudad que se llamaba Jericó.
Ahora, note lo que dice Josué capítulo 2, versículo 1. Hablando de los espías dice: “Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.
La palabra en hebreo para ramera aquí es zonah, que puede ser traducido ramera u hospedero – la persona a cargo de un alojamiento.[iv]
Si ella fuera simplemente la encargada de un alojamiento, ciertamente resolvería la tensión que uno siente al leer este pasaje. El problema es que el Nuevo Testamento clarifica para nosotros que Rahab no era ninguna patrona. De hecho, la palabra con la que se asocia a Rahab en ambos pasajes del Nuevo Testamento donde aparece, es la palabra porne – que nos da la palabra fornicar.
Ella no estaba administrando un alojamiento alli en las paredes de Jericó, ella estaba administrando un prostíbulo.
Y la pregunta que uno se hace inmediatamente es ¿Qué hacen estos hombres con Rahab?
Pienso que el versículo 2 nos da la respuesta – escuche: “Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra.”
En otras palabras, alguien los había visto entrar a la ciudad – probablemente los estuvieron vigilando desde que cruzaron el Jordán.
Los espías evidentemente sabían que los habían descubierto, ya que, ni bien llegaron a la casa de Rahab pidieron esconderse. Y de leer minuciosamente el capítulo, verá que ellos pasaron la noche en el techo y no en la casa misma.
¿Pero, por qué allí? Un autor sugirió lo siguiente: ¿Qué mejor lugar para que no le hagan preguntas? ¿Adonde puede uno ir buscando refugio y a la vez, permanecer anónimo?
Bueno, esa es una idea interesante, pero me parece que deja de lado el asunto principal. Estos hombres obviamente fueron guiados por Dios, a esa casa en particular, y a esa mujer en particular, quien era la única persona en toda la ciudad que estaba lista para creer en el Dios de Israel.
Dios conocía su corazón. Dios ya conocía su deseo.
Querido oyente, ella es la única persona en todo Jericó que va a simpatizar con la causa de estos espías.[v] Y no es coincidencia que estos dos espías, sabiendo que los estaban persiguiendo, se meten a ese burdel y esperan que Dios les ayude.
Y para su sorpresa, ellos se encuentran con una mujer lista, no solo para declarar su fe en Dios, sino también para demostrar su fe en Él – y eso es lo que Santiago encuentra maravilloso.
Y lo es.
Ahora note el versículo 3. Allí leemos:
“Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra.
Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran.
Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis.”
Si se percata, Rahab le dio información falsa unas doce veces a esos militares que aparecieron en su puerta.
Ahora, ¿cómo puede Santiago hablar tan bien de ella cuando aparentemente ella mintió descaradamente? ¿Cómo puede ser que ella aparezca con los “héroes de la fe” en Hebreos 11?
Algunos eruditos en el área de la ética bíblica hablan de distintas jerarquías de la ética. En otras palabras hay ocasiones en que un principio moral más alto debe guardarse aun si se requiere desobediencia a otro principio moral.[vi]
Por ejemplo, Una noche alguien golpeó la puerta del hogar de Charles y Susana Spurgeon. Charles abrió la puerta y se encontró con un hombre armado con un cuchillo, quien salto y le dijo que venía a matar a Charles Spurgeon. A lo que Charles Spurgeon dijo: “Él no está en casa.” El desconocido dijo: ¿Entonces quien es usted? Charles respondió que era James, su hermano. Se lo dijo de una manera tan convincente que el hombre se fue, y mientras escapaba, la policía lo atrapó a un par de calles de distancia.
No sé si a James Spurgeon le habrá gustado esto, pero le salvo la vida a Charles.
En este caso, el principio moral de proteger una vida fue más importante, por así decirlo, que el de decir la verdad.
El problema es que, en teoría, uno igual estaría pecando. Uno simplemente estaría escogiendo el “mejor” pecado, entre comillas; lo que genera un gran problema ya que la Palabra de Dios nos dice que Dios no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podemos soportar, sino que con la tentación proveerá también la salida, a fin de que podamos resistirla. (1 Corintios 10:13) O sea, Dios siempre nos va a proveer una forma de salir victoriosos, sin pecado, de la tentación.
Además, la primera carta de Juan nos exhorta a no tomar ningún pecado con ligereza, sino a tener como deseo en la vida el no pecar nunca.
Así que francamente, esto de la jerarquía moral no soluciona el problema.
Alguien podría decir con facilidad que decir la verdad, si bien le hubiera costado la vida a Spurgeon, hubiera sido la manera que Dios tenia para multiplicar el evangelio.
De la misma forma, uno podría argumentar que Rahab le debería haber dicho a los soldados: “Si, los espías están aquí, en el techo de mi casa” y Dios habría hecho un milagro para que los espías se hicieran invisibles o algo así.
Pero eso nos lleva a otro problema, ¿o no? ¿Cómo es que Santiago puede felicitarla, y ponerla como ejemplo, por haber hecho lo que hizo?
Concuerdo con los eticistas bíblicos que proponen que la solución yace en la naturaleza del engaño. Permítame explicarle. La mentira, el engaño y la deshonestidad no es el simple hecho de dar información falsa – en ese caso, todo cuento y novela ficticia sería pecado, cualquier amague al jugar a la pelota sería pecado. De hecho, usted puede mentir, engañar, y ser deshonesto al permanecer en silencio. Un claro ejemplo es la persona que “engaña” a su pareja con otra… aún si su pareja nunca le ha preguntado o siquiera sospechado de su pecado.
Este es el punto. Engaño, mentira, y deshonestidad es no entregar la verdad cuando se debe. O dicho de forma negativa, uno no está obligado a decir la verdad cuando no se debe.
Supongamos que estamos viviendo en Holanda en el año 1940. Los Nazis llegan a su casa y le preguntan si usted tiene a algún judío escondido. En este caso, usted no estaría moralmente obligado a decirles la verdad – lo que puede tomar la forma de guardar silencio, o simplemente decirles que no tiene judíos en su casa.
Si un desconocido se mete a su casa, y le demanda que le diga dónde está su familia. Usted no tiene por qué hacerlo. Usted no le debe la verdad, especialmente al tener una buena idea de cuales sus intenciones. Puede guardar silencio, puede decirle que se niega a darle la respuesta, o puede decirle que se fueron al supermercado – cuando en realidad están escondidos en el baño.
Otra vez, honestidad no siempre significa decir la verdad, y deshonestidad no siempre significa mentir. Honestidad es entregarle la verdad a quien usted le debe la verdad, y deshonestidad es no entregarle la verdad a quien usted le debe la verdad.
Rahab, sin tener un curso de ética escogió proteger a los espías negando que estos estaban en su casa.
Y una vez que la guardia del rey se convenció que no estaban allí y se retiraron, Rahab subió al techo y dijo, en el versículo 9,
“Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros.
Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido.
Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.”
¿Se imagina esto?
Moisés se hubiera retorcido en su tumba de haber escuchado esto – si es que hubiera sido enterrado.
¿Recuerda como, 40 años antes, Moisés mandó a 12 espías a la tierra prometida? Josué era una de ellos. Pero los espías regresaron y dijeron: “Jamás podremos sobrevivir – la gente que habita la tierra son como gigantes, nos comerán como langostas. No vamos a sobrevivir.” Así que Dios los mando a vagar en el desierto por 40 años y esa generación no entró a la tierra prometida.
Rahab dice que ellos habían estado atentos, siguiendo las noticias acerca del pueblo de Israel desde que salieron de Egipto. Todos sabían de las maravillas que Dios hecho, de cómo Él dividió el mar rojo y luego destruyo al ejército egipcio.
Ahora, 40 años más tarde, Rahab revela cual había sido la perspectiva de los pueblos en la tierra prometida acerca de Israel. Ella dice, “Sabíamos que no teníamos posibilidad alguna frente a su Dios.”
¿Se imagina a los Israelitas que murieron en el desierto, que no pudieron entrar a la tierra prometida a causa de su falta de fe dinámica – su falta de fe personal en el Dios vivo?
Y ahora, 40 años después, los espías encuentran, entre los paganos, a una mujer que temía a Jehová, que además les informa que todos los pueblos alrededor suyo están aterrorizados de Israel y su Dios.
Ella no solo creyó, sino que actuó.
Ella ayudó a los espías a escapar… y luego hizo lo que le habían mandado hacer. Ella colgó un cordón de hilo escarlata de su ventana.
Esa era su esperanza.
Este cordón es llamado “promesa” o “señal” en Josué 2:12. Esta es la misma palabra usada en Éxodo, cuando el ángel de la muerte pasó por Egipto, tomando la vida de los primogénitos. Todos lo que tenían la señal (la misma palabra), la cual era sangre del cordero aplicada sobre el dintel de su puerta, no debían temer al ángel. Esa señal los salvaba de la muerte.
Y el uso de esta misma palabra aquí en Josué no es una mera coincidencia – Esta palabra trae todo un contexto de esperanza y redención.
Esta mujer se salva de la muerte por su fe en Dios. Su esperanza estaba puesta solamente en Él.
Los israelitas habían visto los milagros de Dios – ellos habían experimentado Su mano protectora una y otra vez. Rahab solo había escuchado…y creyó.
Ella estaba lista incluso antes de que estos espías llegaran. Ella estaba lista para dejar su estilo de vida y sus ídolos…ella estaba cansada de esa vida…Ella sabía que los Israelitas venían en camino.
Ella sabía que los israelitas seguían al único Dios vivo y verdadero – y probablemente oró – sé que eres el Dios de los cielos y la tierra; si puedes perdonarme y recibirme, con gusto te seguiré con fe.”
Rahab pasó de ser una ramera sin esperanza, a una redimida, totalmente perdonada.
Dios le cambio su cinta de pecadora a santa.
No mucho tiempo después, los Israelitas llegaron a las puertas de la ciudad. Si usted salta hasta al capítulo 6, en el versículo 1 leerá que las puertas estaban cerradas.
“Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía.”
Los Amorreos son mencionados específicamente en la escritura como una nación idolatra; se los conocía por los sacrificios humanos que hacían – principalmente, sacrificios de infantes. Eran crueles y, por sobre todas las cosas, odiaban al Dios de Israel.
La ciudad de Jericó estaba llena de fe demoníaca – ellos sabían que lo que habían oído de Israel era cierto; sabían que el Dios de Israel existía; sabían todo lo que Rahab sabía, pero no estaba dispuestos a abrir las puertas y dejar de lado las armas – preferían morir antes que entregarse a Dios. Y con un soplido de Dios, las murallas de Jericó cayeron.
Lo cual significa que la parte de la muralla donde se encontraba la casa de Rahab quedo en pie, lo cual de por si es un milagro.
Me encanta lo que leemos versículo 22, “Mas Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis.”
¿Alguna vez se preguntó si Rahab logró convencer a sus familiares a que se escondieran en su casa?
Note lo que dice el versículo 23,
“Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los pusieron fuera del campamento de Israel. Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro.
Y note lo que dice el versículo 25,
Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy…”
La escena se convierte también en una ilustración del juicio y la redención divina. Todos los que no se entreguen personalmente a Dios, un día serán juzgados por el fuego eterno.
Los únicos que se salvaron en esa ciudad fueron Rahab y su familia – ella tenía el cordón rojo colgando de la ventana. Ella tenía la señal.
Hebreos 11:31 dice: “Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes”
Su fe en Dios le guardó un lugar en la eternidad. Su muestra de fe, le guardó un lugar en la historia.[vii]
No todos nosotros podemos identificarnos con alguien como Abraham, pero si podemos identificarnos con alguien como Rahab.
Todos le hemos sido infieles a Dios y hemos adorado a otros dioses. Hemos puesto nuestra confianza en ídolos, como el dinero, la reputación, y ciertamente el ídolo más grande de todos – nosotros mismos. Hemos pecado contra el Dios vivo y verdadero.
Pero sin importar cual haya sido su pasado o su situación, cuando usted deposita su fe en Cristo – cuando actúa y decide descansar solamente en Él para su salvación, Dios lo salva del juicio y le cambia su cinta de identificación.
Cuando le escribe a las iglesias, El Apóstol Pablo llama a cada creyente por su nueva identidad – santos en Cristo Jesús. Así que ahora…debemos vivir como santos que somos.
Y Santiago concluye este tema con una declaración en el versículo 26 . Él dice, efectivamente, que las obras de fe, de Abraham y Rahab, fueron como un espíritu es a un cuerpo – el principio de vida que anima a un ser humano.
Esa es la fe dinámica en la vida del creyente – es lo que lo mueve a la acción – provocando que demuestre su fe en el Señor.
Esa es la exhortación de Santiago al creyente. Si usted cree, muéstrelo.v
Ahora, antes de terminar, quiero que observemos algo más en esta escena afuera de Jericó. Josué nos dice que a Rahab y su familia los pusieron fuera del campamento, con lágrimas de alivio, y a la vez, dolor al ver su ciudad destrozada.
Me pregunto que habrá pensado Rahab al ver su ciudad y su pasado arder en llamas. Su profesión de fe la llevaría a otra profesión en la vida.
Me pregunto si ella habrá pensado, al contemplar su ciudad en llamas, si estas personas – los Israelitas, con sus extrañas costumbres, la recibirían y la aceptarían. ¿La recibiría acaso el Dios del cielo y la tierra? Oh, si
En poco tiempo ella estaría en boca de todos – la heroína de la fe dinámica que, contra todos los pronósticos, salvó a los espías y se convirtió al Dios vivo y verdadero.
Y hay más acerca de biografía. Ella luego va a casarse con un judío piadoso llamado Salmón – imagínese, él la escogió, a pesar se du pasado para que fuera su esposa.
Ellos tendrían un hijo llamado Booz, el cual crecería y también escogería casarse con una mujer gentil – una nueva creyente llamada Rut.
Rahab la ramera pasaría a ser la tátara-tátara abuela del rey David.
Ella aparece nuevamente en Mateo capítulo 1, junto a Rut en la genealogía de Cristo.
Como verá, Jesucristo, el Dios encarnado, no solo tenía sangre judía fluyendo por sus venas, el también tenía sangre Gentil. Y Él también escogería a una novia que incluye gentiles – la iglesia. Y a todos nosotros, los que creemos, Judíos o Gentiles, Él nos cambia la cinta de identificación…
- De personas sin esperanza a personas con un futuro glorioso;
- De perdidos a salvos
- De pecadores a santos
—
[i] John MacArthur, James (Moody Press, 1998), p. 140
[ii] Adaptado de Tony Evans, The Perfect Christian (Word, 1998), p. 98
[iii] Spiros Zodhiates, The Labor of Love (AMG Publishers, 1985), p. 65
[iv] Dale Ralph Davis, No Falling Words: Expositions of the Book of Joshua (Baker, 198), p. 29
[v] Craig L. Blomberg & Mariam J. Kamell, Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament: James (Zondervan, 2008), p. 141
[vi] Ibid
[vii] Evans, p. 98