Introducción
En varias oportunidades he escuchado decir que cada creyente está, o saliendo de una tormenta, o experimentando una tormenta, o caminando hacia una tormenta.
Quizás usted lleve los suficientes años en el Señor como para saber que ser cristiano no aplaca las tormentas de la vida, sino que muchas veces las agita. No solo eso, sino que también descubrimos que la integridad no lo aleja de las tribulaciones, sino que las garantiza.
Es obvio que Dios esta tan interesado en desarrollar perseverancia como santidad en nuestras vidas. ¿Por qué? Porque Él sabe que la santidad no puede prevalecer sin perseverancia. Dicho de otra manera, la pureza va a requerir perseverancia, porque la vida es larga y difícil, llena de pruebas.
Si a usted no le importa la santidad, entonces no va a necesitar desarrollar perseverancia. Pero, si usted decidió vivir para Cristo, entonces esta por descubrir que su cristianismo no calma las tormentas, sino que las crea. Y usted o esta viviendo una, saliendo de una o dirigiéndose hacia una.
Encuentro fascinante que para desarrollar perseverancia en medio de la tormenta, es imprescindible recordar que otros también han sufrido y nos han dejado un ejemplo a seguir.
Por su puesto que nuestro mayor ejemplo es el Señor Jesucristo, de quien Pedro escribió diciendo: “porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.” 1 Pedro 2:21.
En ciertas ocasiones, la palabra traducida ‘ejemplo’ hace referencia a la costumbre de enseñarle a un niño a escribir en aquella época. Un autor de los tiempos de Pablo describe con esa misma palabra el cuaderno de ejercicios con el que un niño aprendía a escribir. Esto es porque el niño debía imitaba las letras que veía. Él debía seguir el ejemplo y trazar sus letras por encima de las mismas letras del libro.[i]
Así que podríamos decir que Cristo nos ha dejado el cuaderno de su vida de obediencia, y nosotros debemos trazar nuestras vidas sobre este. Nosotros debemos seguir su ejemplo.
Pedro agrega al final del versículo 21, “para que sigáis sus pisadas.” O sea, miren por donde Cristo caminó… sigan sus huellas- vayan en la misma dirección que Él fue.[ii]
A todo esto, Jesucristo es el modelo perfecto a seguir para todo creyente, pero Él no es nuestro único ejemplo.
De hecho, puede que varios creyentes digan, “Yo nunca voy a poder caminar como Cristo.” Y es que, tratar de seguir sus pisadas es como que un niñito trate de seguir las pisadas que su padre dejó en la nieve.
- Y quizás es por esa razón que Dios, en su gracia, nos va a dar otros ejemplos a seguir. El apóstol Pablo le dijo a los Corintios: “ Por tanto, os ruego que me imitéis.”
- El escritor de Hebreos dice en el capitulo 13, versículo 7, “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.”
- Pablo desafió a los Tesalonicenses a seguir el ejemplo de Timoteo y Silvano. El capitulo tres, versículo 7 dice: “Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros…” y el versículo 9 dice: “no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.”
Así que nosotros debemos seguir sus pisadas, porque ellos van en la dirección correcta.
Los apóstoles dicen: “Miren las huellas que dejaron otros creyentes. Ellos pueden guiarles con sus ejemplos de santidad, y a la vez, demostrar que es posible perseverar.
Hace unos años, estaba en una convención con mi esposa, y yo estaba tratando de encontrar una sesión en especial – el centro de convenciones era inmenso. Ahora, mientras buscaba por todos lados el salón al que tenía que ir, me encontré con Joni Erickson Tada, quien estaba en su silla de ruedas cantando alabanzas a Dios con otras tres personas.
Quizás usted ya conoce el testimonio de esta mujer, que tuvo un accidente a sus 17 años y quedó cuadripléjica. Ella ahora tiene más de 60 años y millones de personas la conocen por su testimonio de fe… y, por lo que tal vez más nos inspira, su perseverancia.
Ella es un ejemplo contemporáneo de vida. Ella es digna de imitación. Una de sus metas a través de su vida ha sido proveerle una silla de ruedas a cada una de las 18 millones de personas en el mundo que necesitan una y, además, compartirles el plan de salvación.
No tengo duda de que el Apóstol Santiago le estaba escribiendo a personas que estaban desanimadas y desesperadas, personas que necesitaban ejemplos tangibles de perseverancia. Prueba de ello es que sus primeras palabras en esta carta tratan acerca del sufrimiento y las pruebas – y sus últimas palabras ahora, vuelven a hablar de lo mismo.
En nuestro estudio de esta epístola, ya hemos aprendido que a estos creyentes judíos los habían exiliado de sus hogares –lo habían perdido todo –tuvieron que comenzar desde cero. Muchos de ellos indudablemente sufrieron abusos y maltratos. Las dificultades eran tales que muchos hasta se estaban peleando entre ellos.
Es por eso que, comenzando en el versículo 7 del capitulo 5, Santiago comienza a darles varios ejemplos de perseverancia en la fe.
En nuestro ultimo estudio, Santiago nos llevó a una granja en donde aprendimos lecciones de paciencia y perseverancia a través del ejemplo de un agricultor que prepara el suelo, planta, abona la tierra y luego espera.
Ahora, Santiago va a presentarnos el ejemplo de personas específicas. Él nos muestra las huellas de los que ya han transitado exitosamente por el camino de la obediencia.
Él nos muestra las pisadas de la fe… y nos dice, “síganlas.”
Las huellas de los profetas
Note los que dice el versículo 10. “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.”
Santiago nos dice entonces: ¿Quiere desarrollar perseverancia en su vida? Aquí tiene otro ejemplo- no el de un agricultor anónimo, sino el de los profetas de Dios. Préstele atención a las huellas de los profetas.
La audiencia de Santiago, los judíos de la dispersión, podían recordar vívidamente el testimonio de los profetas – su sufrimiento y su perseverancia – no por desobedecer a Dios, sino que por haberle obedecido.
La audiencia de Santiago recordaba muy bien el testimonio del profeta Oseas, a quien Dios mando a casarse con una mujer que le fue infiel repetidamente, para ilustrar el dolor que siente Dios cuando su pueblo le es infiel.
Ellos recordaban al profeta Jeremías quien predicó sin temor alguno a su nación y luego lo persiguieron a causa de ello. En una ocasión, lo arrojaron a una cisterna abandonada donde quedó enterrado en el barro. Él podría haber muerto allí de no ser por algunos que por lástima lo rescataron.
Ezequiel vio a su esposa morir y aun así siguió obedeciendo y sirviendo a Dios.
Estos creyentes judíos seguramente pensaron en Miqueas, que fue ridiculizado y calumniado por predicar la verdad; en el profeta Zacarías, que fue asesinado por su testimonio; en Amos y Hageo, que sufrieron también por su perseverancia en obedecer el llamado de Dios; en Isaías, que fue serruchado en dos por su propio rey.
Querido oyente, los profetas no predicaban para hacer amigos y ser populares, ellos simplemente predicaban la verdad… y ellos nunca tenían garantizado el éxito. De hecho, Dios a veces les decía que debían anticipar todo lo contrario.[iii]
Dios mandó a Jeremías a predicar, pero le dijo que nadie lo iba a escuchar (Jeremías 7:27).
Me pregunto cuantos predicadores en la actualidad obedecerían a Dios, después de que les haya dicho que nadie les va a prestar atención.
Santiago sabia que su audiencia haría la conexión entre los profetas y el maltrato; entre estos fieles hombres de Dios, y el desprecio que recibieron de parte de su generación.
Jesucristo se enojo con Israel y dijo que Jerusalén era una ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios. (Mateo 23:31).
Pero Santiago sabía también que el mencionar el ejemplo de los profetas sería de ánimo para estos creyentes, ya que los profetas no eran personas perfectas. Dios no los había escogido porque nunca tuvieron luchas o porque nunca dudaron del plan de Dios.
Se me viene a la mente Juan el bautista, el último profeta antes de la venida de Cristo. Juan estaba en la cárcel por haberle dicho a Herodes que era un adúltero. Él había sido fiel y había anunciado la llegada de Jesucristo; pero ahora, en medio de sus dificultades, él había empezado a dudar. Él se estaba preguntando si es que había estado siguiendo a la persona equivocada. Jesús no estaba cumpliendo sus expectativas. Él esperaba que el Mesías los liberara de sus opresores y se convirtiera en el rey, pero el imperio Romano seguía mas fuerte que nunca y ahora él estaba preso y a punto de que lo mataran.
Así que Juan envía a un grupo de sus discípulos a Jesús para preguntarle si “Él era el que había de venir, o si deberían buscar a otro.”
¿Puede creerlo? Juan bautizó a Jesús. Vio al Espíritu descendiendo sobre Él como paloma; escuchó la voz de Dios el Padre diciendo que ese era su Hijo amado; vio a Jesús hacer milagros y lo escuchó predicar. Pero ahora Juan estaba en la cárcel y por lo que había escuchado, le habían dado sentencia de muerte.
Jesús le envía una respuesta a Juan y le dice “…bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.” –Mateo 11:6
En otras palabras, “Juan, sigue adelante – aun cuando las cosas no suceden como esperabas, persevera, Juan, persiste.”
En una oportunidad tuve la dicha de visitar la iglesia en la que Juan Wesley arriesgó su vida predicando el evangelio en el siglo 18. En una oportunidad, el predicó con tanta vehemencia en contra de la esclavitud, que su audiencia se enfureció y comenzó a romper las bancas de la iglesia.
Perseverancia.
He estado en la catedral en la que Juan Knox predicó con valentía contra las atrocidades del gobierno que perseguía a los creyentes durante el siglo 17. Hasta el día de hoy, no hay monumentos de este fiel hombre en Escocia. De hecho, su sepulcro esta debajo de un estacionamiento afuera de una catedral.
Piénselo. Adentro de esa catedral están los restos de la monarquía, en bellos ataúdes de madera o mármol; mientras que allí afuera, en medio del estacionamiento, están los restos de este gran hombre que perseveró hasta el final – el reformador mas grande de la historia de Escocia – debajo del espacio número 23.
Santiago le está recordando a su audiencia que los profetas no tuvieron honra en vida y tampoco en su muerte… no le construyeron monumentos conmemorativos. Las pirámides son para los faraones, no los profetas.
Pero usted y yo sabemos que nada de eso no es lo que verdaderamente importa – y los profetas lo sabían también – porque la aprobación que de verdad importa es la del Señor; y por eso nosotros hoy los consideramos como hombres bendecidos, ya que fueron fieles que Dios usó, aunque su generación no los supo apreciar.
Santiago agrega, en el versículo 11, “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren [o perseveran].”
En otras palabras, nosotros sabemos intuitivamente en nuestros corazones que los que sufren por la justicia de Dios, son bienaventurados. Son benditos por Dios y considerados bienaventurados por el pueblo de Dios.
Por alguna razón, admiramos a aquellos que perseveran y sufren por Cristo, ¿no es así?
Santiago básicamente le esta diciendo a estos judíos de la dispersión, “Nosotros consideramos como bienaventurados a los profetas que sufrieron; admiramos a aquellos que fueron perseguidos por su fe. Aún, varios siglos después, seguimos hablando de ellos.
Pero la pregunta más profunda que Santiago esta haciendo aquí – tanto para su audiencia judía como para nosotros, es: ¿está dispuesto a ser como ellos?
Cuando enfrenta el sufrimiento ¿Hacia adonde conducen sus huellas? ¿Sigue usted las pisadas que lo conducen hacia la obediencia? ¿Persiste y persevera como los profetas?
Quizás este pensando, “Obviamente que me encantan los testimonios de Juan Knox, Wesley y Martín Lutero. Son maravillosos. Pero usted no sabe lo que es estar en una universidad completamente secular. Vamos, ese profesor de Filosofía me destrozaría si llegara a hablar.”
“Encuentro muy bueno lo que hizo Wesley y Lutero, pero mi oficina esta entre la de un ateo y un fanático de la nueva era, y mi jefe es un hombre amargado que piensa que la religión es cosa de locos. Yo no estoy calificado para abrir la boca en esa situación.”
Santiago dice, “Permítame mostrarle unas huellas dignas de seguir. No va a ser fácil, pero Dios es fiel.”
Juan Wesley solía orar de la siguiente manera: “Señor, ponme en lo que tu voluntad decida; Ponme a sufrir, ponme a hacer lo que tu quieras. Úsame o déjame a un lado; Exáltame para tu gloria o humíllame si es necesario. Hazme estar lleno o vacío.
Haz que tenga todo o que no tenga nada. Entrego a Ti todo lo que tengo y lo pongo a Tu disposición.
Tú eres mío y yo soy tuyo.
Amen.
Santiago dice: “ ¿Quiere usted desarrollar los músculos de la perseverancia?” Entonces siga los pasos de personas que oran y viven de esa manera.
De hecho, permítame darle un consejo práctico para su desarrollo espiritual: lea biografías de hombres de Dios.
Si queremos aprender del ejemplo de otros que siguen a Cristo, no solo podemos leer la palabra de Dios y su obra en los profetas y apóstoles, sino que también podemos leer acerca de lo que Dios ha hecho por medio de hombres y mujeres que le sirvieron con perseverancia.
Desde hace ya unos años, he estado leyendo al menos una biografía al año, y le puedo asegurar que ha sido de muchísimo ánimo. Le aseguro, querido oyente, que usted también será animado y desafiado.
Supongo que varios en la audiencia conocen, o han leído el famoso devocional de Oswald Chambers titulado, “En pos de lo supremo.” Pero, ¿sabía usted que él no escribió ese libro? Su esposa lo hizo. Ella solía tomar nota de las lecciones que daba su esposo en un pequeño instituto Bíblico – su clase tenía menos de 30 estudiantes. Ella también tomó notas mientras su marido era capellán del ejercito y le enseñaba a los soldados que sirviendo en Egipto durante la Primera Guerra Mundial. Allí, Oswald Chambers en la incomodidad del campamento militar, con unos 47 grados de calor.
Inesperadamente, a sus 41 años, este gran hombre de Dios murió, debido a una apendicitis que se complicó, dejando a su esposa y a su pequeña de 4 años de edad.[iv]
Después de su muerte, su esposa decidió editar las notas y bosquejos de sus mensajes y publicó esa compilación bajo el titulo “En pos de lo supremo.” Esta obra se ha convertido en un clásico, y es uno de los libros cristianos más vendidos en el mundo.
Le invito a que lea la biografía de este gran hombre de Dios que perseveró hasta el final. Descubrirá que uno no tiene que ser famoso para que Dios lo use. Oswald Chambers fue simplemente un profesor para 25 alumnos…y luego, para un grupo de soldados ingleses en Egipto…en una carpa militar…y luego murió.
Ciertamente, No es necesario ser conocido para ser utilizado por Dios.
Como verá, Dios estaba preparando a un hombre que perseveró por años en un ministerio humilde y desconocido para influenciar a millones alrededor del mundo…solo después de morir – tal como los profetas.
Así que consideremos el testimonio de los siervos obedientes de Dios, y sigamos sus pisadas.
Ahora, Santiago agrega otro testimonio más. Él no solo nos presenta el testimonio de los profetas, sino que también el testimonio de uno de los patriarcas.
Las huellas de un patriarca
Note lo que dice el versículo 11.
“Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.”
En otras palabras, al principio parecía que Dios había desaparecido de la faz de la tierra. Pero todos hemos oído acerca de la sabiduría de Job…de la grandeza de Job…de la riqueza de Job… No. Santiago dice que lo mas importante al recordar a Job es su paciencia, o también traducido, su perseverancia.
Santiago esperaba que su audiencia conociera muy bien la historia y el testimonio de Job. Por eso es que él no nos da más información.
A todo esto, este es el único pasaje en el Nuevo Testamento donde se menciona a Job. ¿Por qué? ¿Porqué no era importante? No. Porque todos lo conocían. Todos los judíos conocían el testimonio de Job. [v]
Podríamos traducir este pasaje de la siguiente manera: “Ustedes han oído de Job y siguen recordándolo por su perseverancia.
El libro que lleva su nombre por título, comienza describiéndonos a Job. El tenía todas las cualidades que nos harían pensar que él nunca pasaría por pruebas.
Era un hombre integro. Era un hombre de principios. Era un hombre honesto –la Biblia dice que era un varón justo.
La palabra Hebrea para “justo” allí, hace referencia a un camino recto –nivelado.
En otras palabras, si miramos con detenimiento las pisadas de Job, podemos notar que él no se desviaba del camino. No hay nada torcido en el caminar de Job. El vivió una vida recta.
Si bien, él era una de las personas mas adineradas y poderosas del planeta, él era honesto y justo. Su palabra valía lo mismo que un contrato firmado.
El no vivía según lo que generalmente se cree en la actualidad, que si uno tiene dinero y poder, puede hacer lo que quiera, ya que puede salirse con la suya. No. Job no era así.
Si continuamos leyendo su testimonio, vemos que Dios le permite a Satanás que pruebe la fe de Job con sufrimiento, y nos encontramos con que Job se queda sin nada.
Mensajero tras mensajero llega a su presencia para darle malas noticias – que él ha perdido su fortuna, sus negocios, sus empleados y su casa – hasta que el último mensajero llega con la peor noticia de todas- que todos sus hijos habían muerto.
Si considera el tiempo que tomó para que todos los mensajeros le dieran las noticias a Job, notará que en cuestión de solo unos 39 segundos, Job se enteró que lo había perdido todo. Su vida ya nunca sería igual.
Él se postro en tierra (y no sabemos por cuanto tiempo lo hizo), luego se levantó, rasgo sus vestiduras, que es una señal de dolor emocional; él se afeitó la cabeza, en señal de humildad, y luego se postró de nuevo y adoró. Él dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” –Job 1:21
Luego, Satanás regresa ante Dios y obtiene permiso para aumentar aún mas su sufrimiento.
Leemos que a Job le salen ulceras por todo el cuerpo. Él no puede levantarse sin sentir dolor y no puede sentarse sin estar incomodo. Si analizamos el libro de Job vemos que sus sufrimientos incluyen:
- Picazón (2:8)
- Inapetencia (3:24)
- Mucho temor (3:25)
- Insomnio (7:4)
- Callosidades y pus en la piel (7:5)
- Dificultad para respirar (9:18)
- Ojeras y palidez, de manera que ni sus amigos lo reconocen al verlo (16:16)
- Perdida de peso (19:20)
- Dolores internos constantes (30:17)
Y como si todo esto fuera poco, él ha tenido que irse de la casa y ahora esta viviendo en el basurero del pueblo. El capítulo 2 nos dice que él estaba sentado en las cenizas.
En aquella época, los basurales se encontraban a las afueras de la ciudad y allí quemaban la basura regularmente por cuestiones de limpieza.[vi]
El estar sentado en cenizas significaba estar sentado en un basural, donde los mendigos solían ir a buscar restos de comida… Este era el vertedero de la ciudad donde, tal vez, el único lugar donde Job podía sentarse con cierta comodidad, era sobre una pila de cenizas, producto de una quema reciente de basura. Su cuerpo gemía de dolor –su corazón estaba roto a causa de las diez muertes recientes en su familia.
Y no hay una voz hablando desde el cielo; no llega alguna respuesta por medio de ángeles que le digan: “Job, Satanás esta probando tu fe en Dios –Dios le ha permitido probarte así…pero Él no te ha abandonado…El va a bendecirte.”
No. Ni una palabra. Y Job es paciente.
Y permítame aclarar que Santiago no dice “Recuerden el silencio de Job.” No. Job va a demandar una audiencia con Dios para debatir su integridad. El va a decir: “Esto no debería haberme sucedido, Señor ¿adonde estabas?”
Sin embargo, a través de todo esto, Job perseveró en su fe en Dios. Incluso, en medio de este oscuro valle de aflicción, podemos ver las huellas de este hombre de fe.
- Job diría, “Yo sé que mi Redentor vive ,Y al fin se levantará sobre el polvo;” –Job 19:25
- Él declararía “Dios conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro.” –Job 23:10
- Job diría con todo la fe del mundo “aunque él me matare, en él esperaré;” –Job 13:15
Perseverancia significa que uno esta dispuesto a esperar. Perseverancia significa que uno esta dispuesto a adorar mientras espera. Perseverancia significa que uno continua caminando por fe mientras espera y adora.
Quizás no entienda la prueba; no puede explicarla; siente que no la merece; no se la esperaba tampoco…y lo peor de todo es que no puede escapar de ella.
En esos momentos, Dios quiere que desarrolle perseverancia al pasar por la prueba.
Recuerdo haber leído la historia de un hombre que sufría de cuadriplejia, y ya se había dado por vencido en la vida. Él era un pastor, que después de haber sufrido un accidente, quedó paralizado del cuello hacia abajo. Él llegó a estar tan deprimido que ya no quería salir de la cama; quería estar a oscuras en su pieza, y no quería que lo visitaran. Ya desesperada, su esposa le escribió a Joni Erikson Tada y le dijo: “Él ha perdido el camino…necesitamos ayuda.”
Joni lo llamó y escribió lo siguiente acerca de la conversación que tuvo con este hombre: “Ese día decidí llamar al pastor Ron y a su esposa. Ella contestó el teléfono y después de haber orado con ella le pedí si podía hablar con su marido. Ella dejó el teléfono sobre la almohada para que su marido escuchara. Si bien el no respondía, le hable bastante acerca de la cuadriplejia. Luego quise dejar de lado el tema y comencé a compartir mis versículos favoritos, pasajes que me animaron en los momentos más difíciles. Del otro lado del teléfono, solo había silencio. Hasta cante una canción, pero nada. Seguía sin que el respondiera.
Finalmente, hice lo único que se me ocurrió que no había hecho ya. Le pregunté a Ron si había visto cierta película que trataba acerca del dolor y el sufrimiento. Él me respondió: “Si, la he visto.”
Bueno, Ron, ¿Recuerdas que decía la carta que encontró el personaje principal? Ron dijo, “Si. Decía: La esperanza es algo bueno y lo que es bueno nunca muere.”
Joni luego le dijo: “Ron, en este momento hay mas de 10 mil cuadripléjicos en nuestro país- y todos ellos están en cama pensando si es que deben concentrarse en vivir o en morir. Ron, yo escojo la vida. ¿Te gustaría hacer lo mismo? A lo que Ron dijo, “Si, quiero hacerlo.”
La última vez que Joni escuchó algo acerca de este matrimonio fue que estaban activamente compartiendo su testimonio en cada iglesia que los invitaba.[vii]
El apóstol Pedro maduró mucho también en este tema de resistir y perseverar. Como quizás se acuerde, él cedió ante la presión y terminó negando al Señor tres veces la noche que fue entregado.
Ahora, como anciano, Pedro escribe estas maravillosas palabras, en 1 Pedro 4:19,
“De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.”
Esa frase “encomendar sus almas” es un término bancario que significa depositar. Uno deposita sus objetos de valor para que estén seguros.
Cuando uno deposita dinero en el banco, hay cierto limite que el banco le puede asegurar – en algunos países le pueden aseguran hasta 100 mil dólares.
Pero Pedro escribe aquí que podemos depositar nuestras vidas- nuestras mismas almas en el Señor. Él sabe lo que hace…podemos confiar en Él, incluso cuando sus pisadas nos guíen a un valle de aflicción –incluso si lo perdemos todo y quedamos sentados en las cenizas.
A propósito, esta es la misma palabra que usó nuestro Señor cuando desde la cruz dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” -Lucas 23:46
En el momento de mayor sufrimiento, Jesucristo le confió su alma al Padre… y nosotros debemos hacer lo mismo.
Estas son las huellas de nuestro Príncipe de paz… y las de Sus profetas y las de uno de los patriarcas de antaño. Sigamos sus pisadas y aprendamos así a perseverar.
—
[i] A.T. Robertson, Word Pictures in the New Testament: Volume VI (Baker Book House, 1933), p. 105
[ii] Fritz Rienecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 755
[iii] John Phillips, Exploring the Epistle of James (Kregel, 2004), p. 179
[iv] David McCasland, Oswald Chambers: Abandoned to God (Discovery House, 1993)
[v] D. Edmond Hiebert, James (BMH Books, 1992), p. 276
[vi] David McKenna, Job (Word Publishing, 1986), p. 47
[vii] Adapted from Warren W. Wiersbe, Be Patient (Victor Books, 1991), p. 22