Introducción
El planeta tierra es el hogar de dos mundos muy reales y el cristiano resulta estar en contacto con ambos.[i]
Agustín de Hipona los denominó la ciudad de los hombres y la ciudad de Dios. La ciudad de los hombres es el mundo físico a nuestro alrededor – un mundo en el que nos involucramos a través de la vista, el tacto, el gusto, el oído y el olfato.
Pero al mismo tiempo, el cristiano es muy consciente de otro mundo – un mundo invisible, igualmente real… De hecho, es eterno. Es un mundo al que nos conectamos, no a través de nuestros sentidos, sino por medio del Espíritu.
El diseñador y creador de ambos mundos es la misma persona – nuestro Dios creador.
Ahora, la mayoría de las personas estaría de acuerdo con todo lo que he dicho hasta ahora, excepto la última parte. Todos saben intuitivamente que hay algo más que este mundo físico… pero no mencione al diseñador soberano.
William Irwin Thompson comparó a nuestro mundo incrédulo a las moscas en el techo de la Capilla Sixtina, inconscientes de la magníficas formas y colores y el diseño que las rodea.[ii]
Inconscientes de la realidad espiritual, algunos incluso niegan su existencia. Ciertamente, la teoría de la evolución, que ha ganado la opinión mayoritaria, dice que no existe un diseñador para toda la maravillosa obra creativa que nos rodea.
Algunos incluso se toman el tiempo de estudiar los complejos patrones de esta obra maestra, pero luego niegan que alguna vez tuvo un creador – alguien fuera de su mundo de moscas e insectos que realmente diseñó y pintó esa hermosa y compleja creación.
Los educadores están ocupados quitando de los muros de la historia y la ciencia cualquier referencia al creador. Hasta ha llegado a ser una ofensa, un crimen al intelecto humano declarar con cualquier nivel de certeza que existe alguien responsable de esa pintura.
Y si realmente agitar los ánimos de las personas, sugiera que no solo esa es su pintura, sino su techo, su capilla – Su propiedad – Su tierra y Su universo también.
Hemos observado, especialmente durante las últimas décadas, los esfuerzos concertados de nuestro mundo para quitar la firma del pintor del mural de su universo.
La semana pasada leí de un caso presentado ante El Tribunal de Apelaciones de EE. UU. El tribunal decidió que no era correcto que el ayuntamiento de la ciudad de Nueva York abriera sus reuniones con una oración. Y quizás este pensando: bueno, eso se venía venir con la sociedad en que vivimos.
Pero lo que hace que esta decisión fuera tan extraña es que la ciudad ya había tratado de ser políticamente correcta, invitando a una variedad de líderes religiosos para orar. Incluso habían traído a un ateo, que evidentemente no sabía por qué estaba orando en primer lugar. Incluso habían invitado a una sacerdotisa wiccana. Pero el tribunal escribió en su conclusión, y cito, «La práctica de oración del ayuntamiento tuvo el efecto de afiliar al pueblo con el cristianismo.» Incluso el concepto de la oración era demasiado cristiano y tuvo que ser abandonado.[iii]
Si yo fuera Dios, no habría permanecido en silencio. Al menos habría escrito un mensaje en las nubes o algo así.
Pero, evidentemente, a Dios no lo intimida la incredulidad, o ser ignorado o difamado.
Sin embargo, a nosotros si. De hecho, podemos llegar a enojarnos, resentirnos y amargarnos.
Un autor escribió: En reacción a la escalada rápida y generalizada de la inmoralidad y la impiedad, los creyentes se han entristecido y enojado. La hostilidad entre algunos de ellos se ha intensificado aún más desde que se han enterado de que sus impuestos se están utilizando para financiar ideas y prácticas que solo unas pocas generaciones atrás fueron condenadas incluso por la mayoría de los secularistas. Temen por sus hijos y aún más por sus nietos debido al tipo de mundo en el que nacerán, se educarán y tendrán que vivir.[iv]
Hay un creciente antagonismo al gobierno. Hay un creciente pesimismo hacia las instituciones. Hay un creciente movimiento de aislamiento entre los creyentes que quieren abandonar su cultura por completo y básicamente vivir en las montañas.
Muchos dicen, «Esta ciudad de los hombres se va al infierno, así que solo voy a dedicarle mi tiempo, dinero, atención y energía a la ciudad de Dios.»
Pero ¿Sabía usted que la razón por la que Jesucristo no lo llevó al cielo inmediatamente después de su salvación es porque Él quiere que viva en la ciudad de los hombres, demostrando la realidad de la ciudad de Dios?
Y cuanto mayor sea la diferencia entre los dos mundos, más sobresaliente será su demostración.
Y, por cierto, el mundo con el que puede estar resentido o enojado no es su enemigo, es su campo misionero.
Y no está haciendo nada que no deberíamos esperar de él.
¿Entonces qué hacemos al respecto? ¿Cómo vivimos en la ciudad de los hombres, mientras esperamos la ciudad de Dios?
Los creyentes que vivían en la isla de Creta podrían haberse preguntado lo mismo. ¿Ahora que, Pablo? Es decir, nos dijiste cómo debemos actuar en la iglesia, en Tito, capítulo 1; y nos dijiste cómo relacionarnos los unos con otros, en Tito, capítulo 2. Pero ¿Eso es todo? ¿Es ese el fin de nuestras responsabilidades y obligaciones mientras vivimos temporalmente en la ciudad de los hombres?
Bueno, agárrese de su asiento, porque Pablo está a punto de informarle que el cristianismo no remueve al cristiano de la sociedad, sino que lo convierte en un miembro productivo de la sociedad.
El cristianismo no lo convierte un ciudadano aislado, lo hace un mejor ciudadano. El cristianismo no lo exime de los deberes cívicos, los impone.[v]
¿En serio?
En serio. Así que prepárese querido oyente… De hecho, he titulado nuestra serie de estudios en Tito 3, Cristianismo Sobresaliente, porque estamos a punto de descubrir que el cristianismo debe hacer que cada uno de nosotros se destaque y sobresalga en la ciudad de los hombres, ya que en última instancia estamos representando a la ciudad de Dios.
Respondiendo a los gobernantes
Y la primera área donde los cristianos deben sobresalir es en su respuesta a los gobernantes.
Observe el versículo 1 de Tito, capítulo 3. [Tito] Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan…
El verbo inicial está en tiempo presente, de modo que Pablo le dice a Tito: «Escucha, quiero que sigas recordando a los creyentes de todos estos temas.»
Y el primero de ellos es su respuesta ante las autoridades civiles – una respuesta caracterizada por el respeto y la obediencia.
Como verá, si viajáramos de regreso a la isla de Creta, allí descubriría un pueblo que se había ganado la reputación a través de todo el imperio de ser un pueblo insatisfecho y descontento; siempre estaban involucrados en algún tipo de conspiración o conflicto; y odiaban a los gobernantes romanos.
Plutarco, el historiador del siglo 1º que vivió al mismo tiempo que Tito estaba sirviendo en la isla de Creta, escribió que los cretenses siempre estaban al borde de la rebelión.[vi]
Y la gran población judía no habría dudado en echarles una mano.
Tenga en cuenta también que la isla de Creta había sido un puerto para los piratas.[vii]
Era una isla que se deleitaba en su estilo de vida independiente y egoísta que no le rendía cuentas a nadie. Ya hemos aprendido que la palabra Cretense se había convertido en un apodo para los mentirosos, las malas bestias y glotones perezosos (Tito 1:12); No eran exactamente el tipo de personas que responden bien ante la autoridad.
Entonces, Tito, recuérdales a estos creyentes y luego sigue recordándoles que no deben actuar como sus antepasados. Pueden tener sangre de pirata en sus venas, pero ahora son nuevas criaturas en Cristo y deberían sobresalir por su actitud hacia la autoridad.
En el idioma original, Pablo usa dos verbos infinitivos y dos sustantivos y los junta para que literalmente diga: “a los gobernantes, a las autoridades, ser sujetos, ser obedientes.”
Aquí hay un pensamiento radical: los cristianos no están por encima de la ley.[viii]
No podemos decir: «Miren, nosotros somos ciudadanos de la Ciudad de Dios, así que no tenemos porqué escucharlos a ustedes que son de la ciudad de los hombres.»
No realmente.
Si estudia la explicación más completa de Pablo en Romanos 13, descubrirá varios principios sobresalientes en cuanto a la relación del cristiano con el gobierno secular.
Lo primero que descubrimos tanto en Romanos como aquí en Tito es que la obediencia a los gobernantes y autoridades gubernamentales no es una opción, sino un mandato.
Uno no necesita orar para saber si debe pagar o no sus impuestos, si debe cumplir con las normas de construcción de la ciudad, si debe operar su negocio de acuerdo con las regulaciones estatales, si debe pagarles el salario mínimo a sus empleados, si debe cumplir con la inspección vehicular, pagar el permiso de circulación y esperar en la interminable fila de la oficina de transporte.
Los cristianos no obtienen un pase gratis.
Pablo también nos informa que la institución del gobierno es creación de Dios.
Pablo les escribió a los romanos en el capítulo 13, versículo 1: «Porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.”
En otras palabras, todo poder civil y político ha sido designado por Dios.
El apóstol Pedro lo escribió de esta manera: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, o a los gobernadores, como por él enviados” (1 Pedro 2:13).
Mientras nos involucramos en nuestros deberes como ciudadanos, votando con gusto y expresando nuestro pensar, podemos descansar con completa confianza en que los propósitos de Dios nunca se frustran: él tiene cada puesto gubernamental bajo su control; cada juez es un ministro de su dirección providencial y el corazón de cada rey está en la palma de su mano.
Nunca hay motivo para que el cristiano entre en pánico. El miedo y el resentimiento en contra de la cultura que lo rodea puede ser una indicación de que no está creyendo verdaderamente que Dios está al tanto de lo que pasa… o que cree que las cosas se le están saliendo de control. ¿En qué está pensando?
¡Me rindo!
Oh no… tal vez usted deba postularse para un cargo gubernamental; tal vez deba escribir una carta amable e informativa expresando sus inquietudes; tal vez deba formar parte de la junta educativa u ofrecerse para servir a su comunidad de alguna manera.
Lleve su luz allí y brille en la ciudad de los hombres. Demuestre un cristianismo sobresaliente mientras representa a la ciudad de Dios – lo que nos permite descubrir otro principio en nuestra respuesta ante los gobernantes: El cristiano debe obedecer a las autoridades civiles independientemente de su actitud hacia el evangelio.
No olvide que, cuando Paul escribió estas cartas, Nerón estaba en el trono y la sociedad era mas depravada que ahora. No había normas sexuales: la sociedad consideraba que la heterosexualidad era para los santurrones. El emperador era bisexual. La pedofilia, el adulterio, la idolatría, el aborto, la prostitución y la drogadicción no solo abundaban en todo el imperio, sino que eran legales y absolutamente aceptables.
Y este fue el siglo en el que Jesucristo plantó a su iglesia… y la iglesia empezó a crecer velozmente.
¿Por qué? Entre otros motivos, porque los cristianos eran muy diferentes a los demás. Respetaban la autoridad, incluso cuando esa autoridad odiaba lo que ellos creían.
El gobierno eventualmente exigiría que los cristianos expresaran su lealtad a la ciudad de los hombres – a Roma – ofreciendo anualmente un sacrificio de incienso y declarando: «César es el Señor». Y los cristianos morirían como mártires en lugar de intentar derrocar al Emperador. Ellos simplemente se negaron a decir que Cesar era el Señor.[ix]
Entonces, ¿es correcto desobedecer la ley? Sí – siempre y cuando la ley exija que usted viole directamente la palabra de Dios. En ese caso debe decir junto a los Apóstoles: «Obedeceremos a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29).
En lugar de organizar una insurrección o instigar un complot para derrocar a Nerón, Pablo da las sorprendentes noticias de que los cristianos debían respetar la autoridad terrenal y cumplir la ley terrenal… a menos que eso demandara desobedecer a Dios directamente, en cuyo caso, uno debía estar dispuesto incluso a morir por la fe.
Y los cristianos cantaron camino a su ejecución… ellos habían cumplido su labor en la ciudad de los hombres y sabían que ahora estaban a punto de entrar en la ciudad de Dios.
Y el mundo solo podía sacudir la cabeza, maravillado ante esos cristianos sobresalientes.
Querido oyente, ¿Cuál es su actitud hacia las autoridades en su vida? Todos estamos bajo la autoridad de alguien en la ciudad de los hombres. ¿Cuál es su actitud hacia la autoridad de:
- sus padres
- sus profesores
- sus supervisores
- sus pastores y ancianos
- su presidente y el gobierno
- cuando tiene que completar formularios de impuestos
- cuando ese oficial de policía lo detiene
- cuando el semáforo esta en rojo a la 1:00 de la mañana y nadie más está en la calle
Quizás esté pensando… ¿cómo lo supo?
Hace un tiempo vi un programa de televisión donde a unos niños los pusieron, uno a la vez, en una habitación llena de juguetes y un plato de galletas, y les dijeron que no podían comer las galletas hasta que el adulto volviera a la habitación. Luego el adulto salió de la habitación y la cámara comenzó a rodar… La agonía fue terrible. Algunos niños caminaron inmediatamente hacia el plato y se quedaron mirando las galletas. Algunos comenzaron a decirse a si mismos: «No comas las galletas, no comas las galletas.» Un niño se fue hasta una esquina de la habitación y se quedó allí golpeándose la cabeza contra la pared.
La verdad es que la cámara está rodando… La gente probablemente está mirando… pero incluso si no lo está, ¿qué le dice el Espíritu y su corazón acerca de su actitud hacia la autoridad?
¿Algo sobresaliente?
“Bueno. Está bien. Me voy a someter. La Biblia es suficientemente clara. Necesito seguir con mi vida y obedecer la ley.”
Eso es genial, pero debo advertirte que el Apóstol Pablo está recién comenzando.
Note que él no solo tiene algo que decir acerca de cómo nos relacionamos con los gobernantes, sino que tiene aún más que decirnos acerca de cómo nos relacionamos con los demás.
Relacionándonos con los demás.
- Lo primero que dice a cerca de nuestra relación con los demás es que debemos hacer un esfuerzo adicional.
Note la última parte del versículo 2. Estén dispuestos a toda buena obra
En otras palabras, el cristianismo es más que someterse obligadamente al gobierno… es más que cumplir resentidamente la letra de la ley.
Pablo dice: Así es como revelamos un cristianismo sobresaliente en la isla de Creta y en cualquier otro lugar: Estén dispuestos – estén listos – aún ansiosos por ir un paso más allá y para servir a los líderes de su comunidad y a las personas que lo rodean en esta ciudad de los hombres.
Estar dispuestos a toda buena obra significa que nuestro cristianismo no nos da una excusa para aislarnos de la sociedad.
Esta actitud sobresaldría por lo diferente a la actitud de la persona común. La comunidad judía en la isla de Creta y, de hecho, en todo el Imperio Romano, insistía en separarse de la cultura local. Todos se acurrucaban juntos.
En el primer siglo, los judíos que vivían fuera de Israel formaron comunidades muy unidas donde nadie más podía entrar o salir. Eran lentos y reacios a someterse a las leyes y las autoridades locales; sentían que estaban por encima de esa responsabilidad. Un autor escribió que trataban a las personas a su alrededor con desdén apenas disimulado.[x]
En lugar de vivir entre la gente y demostrar la gloria y el carácter de Dios, se preocuparon de sí mismos y no hicieron nada en lo que habrían definido como «la sociedad secular.»
No te mezcles con los paganos.
Y tal vez este pensando: «Seguramente, Pablo le está diciendo a la iglesia que hagan buenas obras entre ellos mismos.»
Ciertamente, ese es un principio bíblico: «haz el bien a todos los hombres, especialmente a los de la familia de la fe» (Gálatas 6:10).
Pero Pablo aquí termina en el versículo 2 con la aclaración de que debemos hacer estas cosas con todos los hombres, no solo a los creyentes.
¿En serio?
Como verá, en cualquier momento, en esta isla, un cristiano podía sentir el toque de la punta de una lanza romana en su hombro y saber de inmediato que, según la ley, estaba obligado a llevar el equipaje de ese soldado por una milla.[xi]
Todos despreciaban la práctica, especialmente la población judía y, sin duda, los creyentes que no querrían interrumpir su horario o salir de su camino o incluso ayudar a su enemigo.
Una milla romana equivalía a mil pasos. La persona indudablemente recogería el equipaje del soldado y comenzaría a contar en voz alta mientras caminaba. 1 – 2 – 3 – 54 – 76 – 999 – 1,000. Toma… ahí está tu equipaje… Me voy de aquí.
Pero Jesucristo predicó en su sermón, registrado en Mateo 5:41: “El que te obligue a ir una milla, ve con él dos.
Se imagina la sorpresa del soldado romano si le dijera: «Oiga, sé que ya he caminado 1,000 pasos, pero, debido a mi obediencia a Jesucristo mi salvador, estoy dispuesto a llevar tu equipaje otra milla más.»
Ese soldado romano y todos los que presenciaran eso, seguramente se rascarían la cabeza y pensarían: «Esos cristianos son personas sobresalientes.»
¿Quiere demostrar un cristianismo sobresaliente? ¡Vaya un paso más allá! ¡Camine la segunda milla! ¡Haga un esfuerzo adicional!
- En segundo lugar, abandone el mal habito de la difamación.
Pablo sigue escribiendo en el versículo 2, “Que a nadie difamen.”
Este verbo proviene de la palabra griega blasfemeo (βλασφεμεω) que nos da nuestra palabra, blasfemia. En este contexto se refiere a calumniar a otra persona.[xii]
Y note que Pablo no agrega excepciones a la regla – no difame a nadie si es mentira. Pero si es verdad, hágalo público.
No. simplemente, no difame a nadie.
Y su instrucción para el creyente no podría ser más clara. No podemos abusar o insultar con nuestros labios. No podemos difamar a los políticos, hermanos en la fe, compañeros de trabajo o miembros de la familia y esperar elevar la reputación del evangelio.[xiii]
Porque este tipo de actividad es la que caracteriza la ciudad de los hombres. Es un mundo donde el mas fuerte se impone… donde uno se abre camino a la fuerza para llegar a la cima.
Un historiador comentó lo siguiente acerca de Creta y de la cultura del siglo I: la calumnia verbal se practicaba como un arte.[xiv]
Este verbo está conectado con el verbo “Recuérdales” en el versículo 1. Es decir, «Tito, recuérdales y sigue recordándoles que el cristianismo sobresaliente no habla mal de otras personas.
Quita de tu vocabulario las palabras que denigran e insultan… nunca impresionarás a nadie con tu cristianismo cuando le grites a otro conductor o cuando hables así de tu profesor, jefe o colega.
Nunca voy a olvidar estar hablando con un hombre después de una reunión – que ya no viene más a esta iglesia. Evidentemente, su familia había estado esperándolo afuera y no sabía dónde estaba. El salón principal estaba casi vacío cuando su hijo de unos 11 años nos vio y corrió hacia su padre y le dijo: «¡Te hemos estado buscando por todos lados, idiota!» Yo empecé a ponerme colorado de vergüenza… y molestia. Sin embargo, mientras permanecía en silencio, vi con asombro cómo este hombre nunca corrigió a su hijo ni lo reprendió, o siquiera le dijo lo que mi padre me habría dicho: «Vamos a hablar cuando lleguemos a casa.» Y se me ocurrió que lo más probable es que este fuera la forma de hablar del padre en casa… y nunca le llamó la atención.
Vivimos en una sociedad grosera, vulgar y maleducada donde nuestro cristianismo puede sobresalir y brillar.
Haga un esfuerzo adicional. Abandone el mal hábito de la difamación.
- El cristianismo sobresaliente no devuelve el golpe.
Luego, Pablo escribe en el versículo 2, «que no sean pendencieros.» Es decir, no una persona peleadora. Pablo era un luchador, pero no era un peleador.[xv]
El no se ponía a pelear y discutir cuando se sentía ofendido.
Permítame decirlo de otra manera – y este es el tercer punto de Pablo acerca de nuestras relaciones con los demás… El cristianismo sobresaliente no devuelve el golpe.
Incluso si tiene lo que muchos considerarían «una buena razón» para hacerlo. No devuelva el golpe.
Piense en la persona que estaba escribiendo esta carta. Debido a su orgullo e incompetencia, los gobernadores romanos lo habían mantenido en prisión por años. Las autoridades romanas lo habían apresado ilegalmente, lo habían golpeado con varas, habían retrasado su audiencia judicial y, cuando finalmente oyeron los cargos en su contra, lo dejaron bajo arresto domiciliario durante varios años más.[xvi]
No se usted, pero yo habría esperado que Pablo le hubiera escrito una carta al Senado Romano, no a Tito.
Él podría haber gruñido con enojo cada vez que había un cambio de guardia en su celda. Él pudo haber exigido un mejor trato como ciudadano romano; sin embargo, se sienta en una cárcel fría y sucia y escribe: “dad gracias en todo.” Él les testificó a estos soldados y sin duda ellos se dijeron entre si: “Ese hombre es absolutamente sobresaliente… Hay algo especial acerca de su cristianismo.»
Siempre les recomiendo a mis alumnos del seminario la pequeña biografía de Robert Chapman, el pastor de una pequeña iglesia en Inglaterra en el siglo XIX. El fue soltero toda su vida. Pastoreó una pequeña iglesia durante todo su ministerio y sin embargo tuvo un profundo impacto en su comunidad. Charles Spurgeon lo llamó el hombre más santo de Inglaterra.
Pero no todos querían a Robert Chapman. Un vendedor en la comunidad lo odiaba. Se enfurecería tanto con la predicación al aire libre de Chapman, que en más de una ocasión se acercó a él para escupirlo.
Durante varios años, este vendedor atacó verbalmente a Chapman cada vez que lo veía. Chapman nunca tomó represalias, nunca devolvió el golpe.
Luego, en una ocasión, algunos de los familiares adinerados de Chapman fueron a visitarlo. Ellos insistieron en comprar los comestibles y cocinar mientras permanecieran con él durante esa semana. Él acepto.
Cuando le preguntaron dónde les recomendaban que fueran a comprar, Chapman insistió en que fueran a la tienda de este hombre que lo había insultado durante tantos años.
Ellos no sabían nada acerca de ese drama.
Fueron, entonces, y terminaron comprando más alimentos de los que podían llevar, así que pidieron que entregaran el resto de la compra a la casa del reverendo R. C. Chapman.
El sorprendido vendedor les pidió que repitieran la dirección y luego les dijo que seguramente habían entrado a la tienda equivocada. No, le dijeron: «El Sr. Chapman insistió en que viniéramos aquí.” Cuando el vendedor llegó con la entrega y Chapman abrió la puerta, se echó a llorar y Chapman terminó guiándolo a la fe Cristo esa misma tarde.
Esa es una demostración de un cristianismo sobresaliente.
Va un paso más allá. Abandona la difamación. Se niega a tomar represalias.
- Cuarto, mantiene el rumbo.
Pablo escribe en el versículo 2, “Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables”
La palabra traducida como “amables” es un adjetivo que se encuentra solo 5 veces en todo el Nuevo Testamento y se refiere a alguien que es pacientemente firme. Se refiere a alguien que puede someterse a la injusticia, la desgracia y el maltrato sin odio o malicia, confiando en Dios a pesar de todo.[xvii]
Es por eso que Pablo está diciendo: El cristianismo sobresaliente mantiene el rumbo – y a eso podríamos agregarle – dulcemente o amablemente.
¡Fácil de decir para Pablo!
Pablo usa esta misma palabra nuevamente desde el oscuro y frío interior de su prisión – una prisión diseñada para casos perdidos que probablemente nunca verían la luz del día nuevamente, y escribe: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres»(Filipenses 4:5).
El apóstol Pedro la usó cuando escribió: …Estad siempre preparados para presentar defensa… ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, para callarlos y humillarlos con tus argumentos inteligentes.» Oh, esa es la traducción cristiana moderna: «Siempre ten una respuesta, para pegarles en la cabeza.»
No, Pedro escribe: “…estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia (1 Pedro 2:12).
Querido oyente, ¿cómo responde cuando lo cuestionan… cuando ridiculizan o desafían su fe? ¿Cómo reacciona al insulto y al debate?
Un periodista escribe: “Las conversaciones razonables están en peligro. Nuestros intercambios son confrontativos, divisivos y despectivos. El equilibrio y la equidad son meras casualidades en los programas nocturnos, mientras dos, tres y, a veces, cuatro voces compiten simultáneamente por dominar la conversación. El volumen y la terquedad son las nuevas virtudes cívicas.[xviii]
Lo que es una buena noticia solamente porque el cristianismo sobresaliente puede brillar y distinguirse aun mas.
- Veamos un mandamiento más de Pablo a Tito: Dile “no” al favoritismo.
El concluye el versículo 2 escribiendo: mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.
Permíteme darle la traducción literal de esa palabra griega traducida “todos” en su texto. ¿Listo? Significa «todos.»
De hecho, se puede parafrasear como «de todo tipo”
Sin importar la raza, religión, inclinaciones políticas, independientemente de su estatus social o salario o educación o edad o etnia.[xix]
¡Sea humildemente considerado con todos ellos! Si tienen una necesidad, no importa quiénes sean, esté dispuesto, ansioso y listo para ayudarlo.
¿Cuan sobresaliente es eso?
George Whitefield, un líder espiritual en el siglo 18, se enteró de una viuda, con una familia numerosa, cuyo propietario le había quitado recientemente todos sus muebles porque no podía pagar el alquiler.
Whitefield inmediatamente cabalgó la larga distancia hacia su pueblo con un amigo. Llegaron a su casa y para su sorpresa y gratitud, él le dio cinco libras (o $5 dólares; dependiendo del tipo de cambio). Ese dinero era lo que necesitaba para pagar su renta y recuperar sus muebles. En la economía actual, lo que Whitefield le dio a esta viuda equivaldría a unos $500 dólares.
Mientras volvían a casa, el amigo de Whitefield lo reprendió diciendo que él realmente no tenía ese dinero para regalar. Whitefield respondió: «Cuando Dios nos presenta una necesidad, es para que podamos aliviarla.»
Los dos hombres fueron sorprendidos de repente por un ladrón que los intimidó y exigió que le dieran todo su dinero. Whitefield, por supuesto, no tenía nada, pero su amigo sí, y el ladrón se lo llevó todo.
Después de que el ladrón se fue, Whitefield miró a su amigo y le recordó que fue mucho mejor haberle dado su dinero a la pobre viuda que a ese ladrón.
Ellos continuaron su viaje, pero de repente, el ladrón regresó y exigió que Whitefield le entregara su abrigo. Él amablemente accedió, pero le preguntó si podía al menos tener el viejo abrigo andrajoso del bandido a cambio, ya que hacía mucho frío. El ladrón estuvo de acuerdo y después de intercambiar abrigos, se alejó una vez más.
Después de un tiempo, créalo o no, vieron que el mismo ladrón venía galopando hacia ellos tan rápido como podía… Ahora, temiendo por sus vidas, se apresuraron y afortunadamente lograron llegar a unas cabañas antes de que el ladrón los alcanzara.
El ladrón tuvo que darse la vuelta e irse. ¡Para cuando Whitefield se quitó el andrajoso abrigo del ladrón, encontró en uno de los bolsillos, sus cinco libras y casi 100 más![xx]
Lo que significa que, en la economía actual, Whitefield le dio a la viuda $500 dólares y recibió $50,000 dólares a cambio.
Ahora ese es el tipo de cristianismo al que todos quieren pertenecer… ¡inscríbeme ya!
Pero cuántos le darían dinero a un extraño en verdadera necesidad; y luego amablemente dale su abrigo a un ladrón y enfrentarse a un duro invierno con un viejo y andrajoso abrigo.
Estos son los atributos de un cristianismo sobresaliente.
- Haga un esfuerzo adicional
- Abandone la difamación
- Niéguese a devolver el golpe
- Mantener el rumbo.
- Y, por la gracia de Dios, dígale “no” al favoritismo.
Este manuscrito pertenece a Stephen Davey
© Copyright 2012 Stephen Davey
Todos los derechos reservados
—
[i] Charles R. Swindoll, Insights on 1 & 2 Timothy, Titus (Zondervan, 2010), p. 304
[ii] Ibid
[iii] World Magazine, “Water it Down”, June 16, 2012, p. 94
[iv] John MacArthur, Titus (Moody Press, 1996), p. 137
[v] D. Edmond Hiebert, Titus and Philemon (Moody Bible Institute, 1957), p. 65
[vi] James Burton Coffman, Coffman Commentary Series, Volume 9 (ACU Press, 1986), p. 325
[vii] John Benton, Straightening out the Self-Centered Church (Evangelical Press, 2009), p. 147
[viii] Life Application Bible: 1 & 2 Timothy/Titus (Tyndale, 1993), p. 275
[ix] Robert Black & Ronald McClung, 1 & 2 Timothy, Titus, Philemon (Wesleyan Publishing House, 2004), p. 252
[x] Swindoll, p. 305
[xi] William Barclay, Matthew: Volume 1 (Westminster Press, 1975), p. 168
[xii] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 655
[xiii] Swindoll, p. 93
[xiv] Hiebert, p. 66
[xv] John Phillips, Exploring The Pastoral Epistles (Loizeaux Brothers, 2004), p. 293
[xvi] Coffman, p. 325
[xvii] John A. Kitchen, The Pastoral Epistles for Pastors (Kress Christian Publications, 2009), p. 546
[xviii] Ronald J. Kernaghan, “Speaking the Truth in Love,” Theology, News & Notes, Winter 2003
[xix] Adapted from Swindoll, p. 306
[xx] Arnold A. Dallimore, George Whitefield, Volume 2 (Cornerstone Books, 1980), p. 94