Introducción
He leído que aproximadamente 1 de cada 4 estadounidenses se verá envuelto en algún tipo de demanda durante su vida. Debido a que nuestra cultura está inundada de litigios y demandas, es casi imposible comprar algo sin que el producto venga con alguna etiqueta de advertencia.
No se usted, pero a veces me pregunto si es que la gente realmente necesita esas etiquetas. Es decir, ¿realmente necesitamos todas estas advertencias? He leído, por ejemplo, las siguientes advertencias:
- En una bolsa de carbón, la advertencia decía, “Precaución: Riesgo de incendio.”
- En un parasol de cartón para automóviles – de esos que se ponen en el parabrisas – la advertencia decía: “No conduzca su vehículo con el parasol puesto.”
- En un cochecito de bebé, decía: “Precaución: Retire al bebé antes de plegar el cochecito para guardarlo.”[i]
El problema es que la mayoría de las personas ignoran las señales de advertencia, incluso si estas brillan como un rayo de luz en la cara.
Una de las señales de advertencia más desatendidas es la luz de “revisar el motor” en el tablero de su vehículo. Según una encuesta que encontré hace no mucho tiempo, 1 de cada 10 personas está conduciendo su vehículo en este momento con esa luz encendida. De hecho, esta encuesta reveló que “el 50% de las personas cuyos vehículos mostraban signos de una avería inminente, indicaron que esa luz había estado encendida durante más de 3 meses.”
Entonces, ¿por qué no escucharon la advertencia? Los adultos encuestados dijeron cosas como “Mi auto parecía estar funcionando bien.” Otros dijeron: “No tuve tiempo de llevarlo para que lo revisaran.” Y otros admitieron: “Si lo revisaran y encontraran un problema, no habría tenido el dinero para arreglarlo.”[ii]
Así que simplemente voy a ignorar la señal de advertencia.
Al leer esto, tuve que admitir mi propia culpa. Durante este mes, he estado conduciendo el vehículo de mi hija ya que ella está en un viaje misionero; y la semana pasada, se encendió el la luz de “revisar el motor.” Ya sabes cuál fue mi primer pensamiento, “Todo parece estar bien; No tengo tiempo para llevarlo al mecánico; ¿Qué pasa si sale caro el arreglo? Y luego pensé lo siguiente, antes de ignorar la luz: “Tal vez se apague por sí sola.” Y dos días después, lo hizo… aleluya.
Eso si, el coche tampoco arrancó. No, es broma. La luz realmente se apagó; así que supongo que me quedan unos días más para manejarlo sin problemas.
La verdad es que la vida está llena de señales de precaución y advertencias.
Leí que una mujer estaba comentándole a su esposo acerca de un artículo que había leído en el periódico. Ella no sabía que su hijita estaba escuchando cuando le dijo a su esposo, “Según este artículo, la mayoría de los accidentes automovilísticos ocurren dentro de un radio de 24 km. de la casa.” Su hijita inmediatamente dijo: “Mami, entonces, ¿por qué no nos mudamos?”
¡Busquemos un lugar más seguro!
Tim Keller, un pastor de Nueva York, contó que cada vez que viajaba con su cuñado, este se negaba a usar el cinturón de seguridad. Keller trató de todo para convencerlo, pero nada parecía funcionar. En una ocasión, su cuñado lo fue a recoger al aeropuerto y, para su sorpresa, vio que él tenía el cinturón de seguridad abrochado. Keller escribe: “Inmediatamente le pregunté: “¿Qué pasó? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?” Él dijo: “Fui a visitar a un amigo en el hospital que tuvo un accidente automovilístico y atravesó el parabrisas de su automóvil. Tenía 300 puntos en la cara y mientras miraba a mi amigo y el dolor que estaba sufriendo me dije a mí mismo: “Necesito usar el cinturón de seguridad.” Keller le preguntó: “¿Pero no sabías ya que si tienes un accidente y no usas el cinturón de seguridad puedes terminar atravesando el parabrisas?” Su cuñado le dijo: “Por supuesto que lo sabía. Cuando fui al hospital para ver a mi amigo, no aprendí nada nuevo. Lo que pasó fue que esa información se convirtió en realidad y me afectó personalmente.”[iii]
La verdad es que, incluso si sigue todas las instrucciones y presta atención a todas las luces de advertencia, aún nadie le puede garantizar la ausencia de accidentes, problemas y dolor. Pero puede minimizar el daño y estar protegido de un peligro aún mayor.
Ya hemos aprendido a partir de la carta de Pablo a Tito que:
- El cristianismo sobresaliente tiene una actitud única de humildad hacia la autoridad, y eso ciertamente nos ayudará a evitar problemas (Tito 3:1-2)
- que los cristianos sobresalientes recuerdan de donde Dios los sacó – nunca olvidan el milagro de su conversión, lo que nos aleja del peligro espiritual (versículo 3);
- que los cristianos sobresalientes se deleitan en el hecho de que han sido emboscados por la bondad y la gracia de Dios, y luego intentan hacer lo mismo con los demás – protegiéndonos a nosotros mismos y a los demás de posibles daños (versículos 4 al 8);
- que el cristianismo sobresaliente aprende el arte del rechazo – qué poner y qué no en su plato espiritual – alejándose así de los mitos espirituales, las especulaciones y las disputas inútiles.
Y ahora, Pablo les cuenta a Tito y a estas iglesias en la isla de Creta las sorprendentes noticias de que las sobresalientes comunidades de creyentes, que se llaman iglesias, en realidad vienen con una etiqueta de advertencia – y esto es lo que dice la etiqueta: ¡Dos strikes y estás fuera!
Lidiando con la Persona Divisiva en la Iglesia
Ahora, ¿A que se estaría refiriendo Pablo con esta etiqueta de advertencia?
Bueno, aférrese a su gorra de béisbol y échele un vistazo al capítulo 3 de Tito. Comenzando donde concluimos en nuestro estudio anterior, versículo 10, leemos: Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.
Tal como Pablo nos desafió a desarrollar el arte de rechazar las distracciones inútiles, infructuosas y vanas en el versículo 8; ahora nos dice, dentro del contexto de la iglesia local, que rechacemos al hombre conflictivo después de la segunda advertencia.
La palabra traducida “desechar” – desecha al hombre que cause divisiones – proviene de una palabra que da la idea de no tener nada que ver con esa persona.[iv]
Pablo les dijo a los corintios que debían quitar de entre ellos al hombre impenitente que, en ese caso particular, estaba viviendo una vida de inmoralidad sexual (1 Corintios 5).
En su carta a los creyentes en Roma, el apóstol Pablo exhortó a que se apartaran de los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que habían aprendido (Romanos 16:17).
De hecho, Pablo comenzó ese versículo en Romanos 16 diciéndoles: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos…”
La palabra traducida “fíjense” viene del verbo griego skopein (σκοπειν) y da la idea de señalar y evitar.[v]
De el verbo skopein sacamos las palabras castellanas como telescopio o microscopio.
En otras palabras, advierta cuales son las personas que causan disensiones en el rebaño, no las deje escapar de su vista.
Ahora, aquí en Tito 3, Pablo identifica una clase particular de persona a la que debemos estar atentos. Él describe a esta persona como “divisiva.” Rechaza a la persona que causa divisiones.
En griego, esta es la palabra hairetikos (αιρετικος), que nos da nuestra palabra hereje.
Esta es la única vez, en el Nuevo Testamento, que esta palabra aparece en forma de adjetivo. Aparece como sustantivo en 1 Corintios 11 y Gálatas 5 para referirse a las divisiones en la iglesia.
Si bien, Pablo podría estar advirtiéndole a Tito en cuanto a las herejías teológicas y los maestros herejes que se esconden dentro de la comunidad de la iglesia, la mayoría de los eruditos entienden que Pablo usa la palabra en un sentido más amplio. Él está refiriéndose a alguien que es divisivo y perturbador.
Un autor escribe: “Esto incluye a cualquiera en la iglesia que sea divisivo y perturbador. Los problemas pueden ser triviales, pero discutir sobre ellos no lo es. Debido a que las consecuencias de las disputas y la insubordinación pueden ser tan destructivas para la unidad [en la iglesia], el apóstol ordena que este hombre o mujer divisiva, según sea el caso, sea rechazado por la iglesia si no escucha las advertencias.[vi]
Pablo le está informando a la iglesia que debe quitar a este tipo de persona de la iglesia.
¿Y se dio cuenta que Pablo escribe: “Desecha a la persona divisiva después de una primera y segunda amonestación”? ¡Dos strikes y estás fuera!
Suena bastante duro, ¿no es así?
Eso es más duro que cualquier juego de béisbol que haya visto. Conozco a dos hombres en nuestra iglesia que son, o han sido, árbitros profesionales de béisbol. Debe ser muy difícil estar frente a un estadio lleno de fanáticos y gritar: “Strike tres, ¡estás fuera!”
Simplemente no hay dónde esconderse después de eso. Les he preguntado a estos hombres en el pasado, ¿cómo se siente arbitrar en contra del equipo de casa, teniendo a todo mundo en contra suyo? “No es lindo,” me dijeron.
Tito, será mejor que te pongas el uniforme. Asegúrate de llevar el casco puesto, porque esto está a punto de ponerse feo. Vas a tener que marcar la falta… y, por cierto, no vas a dar tres strikes, sino solo dos.
Déjame mostrarte por qué.
Pablo describe a esta persona conflictiva con tres palabras. Note el versículo 11 – sabiendo que el tal se ha pervertido.
Esta es la única vez que encontramos esta palabra en el Nuevo Testamento. Uno podría pensar que se refiere a algún tipo de perversión sexual, pero no es así. La palabra “pervertido” se refiere a una persona cuya mente está al revés.[vii]
Podríamos usar la palabra “torcida.” Su mente, o su perspectiva, está torcida o inclinada hacia un lado – y siempre esta inclinada a su favor.
Eso es exactamente lo que sucede en tantos asuntos divisivos en la iglesia, ¿no es así?
Alguien conoce los hechos o los sentimientos de un solo lado del problema, y, ya que no conoce el otro lado de la moneda, todo se tuerce o inclina hacia su propia opinión.
Así que comienza a intentar convencer a la gente de que su opinión y su perspectiva es la única perspectiva correcta y la gente comienza a tomar partido. Y siempre que una persona con un pensamiento torcido comienza a dar su opinión, problemas y conflictos inevitablemente comienzan a producirse.
Pablo continúa diciendo: “No solo están torcidos, sino que están pecando.”
La palabra traducida “pecar” significa “errar el blanco.” En otras palabras, ellos piensan que están diciendo la verdad, pero, en realidad, están completamente equivocados – no le dan al blanco.[viii]
En tercer lugar, no solo se han pervertido y están pecado, sino que, el versículo 11 nos dice que están condenados por su propio juicio.
Nuevamente, esta es una palabra poco común; pero, la verdad es que, lo dice todo.
John Phillips explicó el significado de esta palabra de la siguiente manera: “la persona divisiva, torcida y pecadora se condena a sí misma porque sabe perfectamente bien que lo que está haciendo está mal.”[ix]
Eso no significa que lo va a admitir… pero Pablo dice: “Él lo sabe.”
Él sabe cuándo está causando división. Sabe cuándo está contando chismes. Sabe cuándo está torciendo la historia sin haber verificado todos los hechos. Pablo escribe, “él sabe lo que está haciendo.”
Gene Getz escribe en su comentario, “el problema de tratar con un individuo como este, y la razón por la que solo recibe dos advertencias, es porque obtienen satisfacción emocional al crear controversia en la iglesia. Para tratar con ellos, solo hay un recurso – erradicarlos de la iglesia. Esa es la forma de detenerlos.[x]
Pero al menos hay que darles dos advertencias primero.
Pablo lo deja claro aquí en el versículo 10. De hecho, la palabra que usa para advertir – dales una primera y segunda amonestación– es una palabra compuesta que significa, poner en la mente (νουθεσιαν).[xi]
Jay Adams usó esta palabra para describir su tipo de consejería bíblica – consejería noutética.
Así que esta no es una llamada telefónica amenazante, o un correo electrónico con el mensaje “Esta es tu primera advertencia. Deja de ser divisivo. Ya sabes de lo que estoy hablando.” Y luego, “Listo, esta es la advertencia N° 2: Deténgase o sufra las consecuencias.”
No. Esto es más como una conversación en donde uno busca “poner en su mente” las cosas correctas. Uno describe su error y las posibles consecuencias de sus acciones según las escrituras.
Y es por eso que solo necesita una advertencia más después de la primera. Ya lo entendió la primera vez.
Sabía lo que estaba haciendo y sabía el daño que estaba creando y ahora sabe que usted lo sabe, pero han tomado la decisión de seguir haciéndolo en lugar de escucharlo.
No van a detenerse. Eso es porque realmente les encantan los pleitos. Disfrutan de la controversia. Les gusta ser la persona que sabe más y la que realmente tiene clara la historia. Les encanta ver la sorpresa en los rostros de las personas cuando les dicen lo que hizo o dijo fulano de tal… y su expresión favorita es: “No vas a creer lo que escuché o vi o leí.”
Y la división comienza a extenderse como un veneno a través del cuerpo, y personas desprevenidas caen directamente en esta trampa, y la infección comienza a propagarse.
El pastor Chuck Swindoll, escribió con el mismo tipo de sabiduría y experiencia: “El apóstol Pablo, curtido por la batalla, quería preparar a su joven aprendiz para los conflictos que le esperaban en Creta. El liderazgo espiritual eficaz es compasivo, pero nunca a expensas de la convicción. Nunca deje de confrontar cuando es necesario. Así como un cirujano debe cortar tejido infectado, los líderes de las iglesias deben confrontar a aquellos que infectan el cuerpo de Cristo con discordia y dividen a la congregación. Si el [pastor / anciano / obispo] no está dispuesto a amar a su congregación lo suficiente como para arriesgarse a enfrentar malentendidos y críticas, debe hacerse a un lado y elegir otra ocupación menos peligrosa.”[xii]
Bien dicho.
Es como decir, “Si un árbitro de béisbol no se atreve a decirle a un bateador “estás fuera” realmente debería cambiar de ocupación.”
¡La luz de advertencia está encendida! “Pero no tengo tiempo para arreglarla; me va a costar demasiado tiempo y energía. Tal vez se arregle solo.
Pablo lo deja bien en claro. Él dice: Sáquenlo de entre medio de ustedes. rechácenlo.
Lo que significa, querido oyente, que por más irónico que parezca, la respuesta de Pablo para tratar con una persona divisiva es crear división.
Debe haber una división en la iglesia – pero esta debe ser una división entre la iglesia y esa persona que insiste en sus intentos de causar división.
Ya no se le permite el acceso a la iglesia. Efectivamente, se le quita la plataforma y el acceso a la congregación. La congregación, entonces, es protegida del espíritu divisivo y la mentalidad torcida de esa persona.
Sí, va a haber división, y va a ser doloroso, emocional y tal vez hayan lágrimas. Pero el Cuerpo de Cristo debe extirpar a esta persona conflictiva de sí misma para que ya no pueda continuar con sus implacables intentos de crear división entre los hermanos.
Y, por cierto, el mandamiento de Pablo de rechazar a esta persona – junto con otros pasajes que tratan este tema – deja en claro que no puede haber una readmisión hasta que haya arrepentimiento – un cambio de mentalidad.
La iglesia se convierte en una demostración externa de la pérdida del compañerismo tanto a nivel físico entre los miembros de la iglesia como a nivel espiritual entre esa persona y el Señor.
La comunión se ha roto. Ha habido división. Y nosotros como iglesia debemos orar para que se restaure la brecha no solo entre los creyentes, sino también entre este creyente y su Salvador.
Ahora, si reúne los diversos pasajes que tocan el tema de cómo excluir de la iglesia a los creyentes que no se arrepienten, descubrirá que se toman medidas en dos niveles diferentes.
Y, por cierto, la frase clave aquí es creyentes que no se arrepienten, ¿verdad? Si excluyéramos a todos los pecadores, ¡nadie podría asistir a la iglesia!
Pablo está hablando de un creyente pecador que es advertido y luego advertido de nuevo; se le aconseja, se le exhorta, se le lleva ante los líderes en más de una ocasión y se le pide que cambie, que detenga su comportamiento divisivo y desobediente, pero este se niega a hacerlo.
En ese momento, debe llevarse acabo acciones decisivas en dos niveles.
El primer nivel es el nivel de liderazgo.
El enfoque principal del liderazgo en este punto es proteger. De hecho, ellos están intentando proteger al creyente pecador de sí mismo.
En un momento dado, el liderazgo se da cuenta que este individuo está viviendo una vida peligrosa de valores distorsionados y una idea retorcida en cuanto a su importancia personal – recuerde, Pablo escribe que su pensamiento está al revés – y el liderazgo sabe que así, esta persona no hará más que destruir su propia vida. Él va a pagar un precio alto… tan alto que quizás termine pagando por el resto de su vida.
Un cristiano escribió: “Mis experiencias más dolorosas han sido cuando tuve un problema y nadie me amó lo suficiente como para decírmelo.”[xiii]
Bueno, el liderazgo intenta proteger a un hermano o hermana exponiendo su pecado y confrontando su espíritu.
A la verdad, este es simplemente un aspecto del discipulado. Disciplina y discipulado provienen de la misma palabra. Pero cuando eso falla, y la persona se niega a ser discipulada, el liderazgo intenta proteger al rebaño.
Notará que en Tito capítulo 3 no se encuentran los procedimientos de Mateo 18. En el Evangelio de Mateo encontramos que deben haber testigos y varios pasos para corroborar la evidencia y la advertencia pública, etc., etc. Pero aquí en Tito, al creyente divisivo se le advierte dos veces y luego es despedido de la asamblea.
Es muy posible que a Pablo le preocupara que Tito y cualquier otro pastor tomaran un camino más rápido simplemente porque una persona divisiva es capaz de influir en tantas personas en muy poco tiempo.
Si Tito es veloz y categórico, entonces la iglesia puede salvarse de una tremenda cantidad de dolor y una mayor cantidad de personas tomando partido y dividiendo la iglesia.
Piénselo de esta manera: es critico apagar el fuego antes de que se convierta en un incendio.
Trate con esto a nivel de liderazgo.
Quizás usted sido parte de una iglesia, o conoce iglesias donde el liderazgo simplemente se ha negado a lidiar con el pecado… y toda la congregación acaba sufriendo.
Me acuerdo que, mientras estudiaba en la universidad, me contrataron para servir a medio tiempo como pastor de música en una iglesia. Poco después de aceptar el trabajo, descubrí que una de las solistas clave del coro estaba teniendo una aventura amorosa con un hombre de la ciudad. Resultó que ella era la hija de uno de los diáconos principales de la iglesia. Cuando fui al pastor para contárselo (nunca lo voy a olvidar) él hizo una pausa, se secó la frente y dijo: “Sabes, realmente no podemos estar seguros.” Yo le dije: “Bueno, todo el coro está seguro, ¿no deberíamos al menos hablar con ella?” Él nunca lo hizo, y esa mujer literalmente impidió el avance efectivo de la iglesia.
Así que el pecado, primero hay que lidiarlo a nivel de liderazgo.
El segundo nivel es el nivel de la membresía
En otras palabras, toda la iglesia se involucra.
Si bien el enfoque principal del liderazgo es proteger, el enfoque principal de la congregación es ser proactiva.
Pablo le dijo a la congregación en Colosenses 3:15-16, Que la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos – y note esto – y exhortándoos unos a otros.
Esa palabra exhortándoos significa literalmente corregir al culpable.[xiv]
Y escuche esto: esta palabra viene de la misma raíz que la palabra que Pablo en Tito 3 para amonestar.
Exhortar es lo mismo que amonestar.
Pablo les está diciendo a los creyentes en Colosas – y ciertamente a los creyentes cretenses también – que sean proactivos; que estén alertas; que se adviertan, amonesten y exhorten los unos a otros.
¿Por qué? Porque en cualquier congregación hay una gran cantidad de problemas que pueden crear descontento y desacuerdo.
Pablo desafía a la congregación diciendo: no espere a que el tema llegue a oídos de los pastores. ¡No espere! aconseje y amonéstense los unos a otros ahora.
Permítame compartirle mi experiencia al respecto que puede que lo sorprenda. La membresía de una iglesia a menudo sabe acerca de un tema o una persona divisiva antes de que el liderazgo siquiera se dé cuenta del problema.
Después de 26 años de pastorado, puedo decirle de primera mano que los líderes a menudo se enteran de algo solo después de que el asunto ha explotado, después de que la división se haya arraigado, después de que alguien haya decidido irse, después de que una decisión se haya malinterpretado o malentendido, después de que el chisme haya circulado, después de que el desacuerdo haya llegado al punto de ebullición.
Entonces, según Pablo – hablando con sabiduría divina – la proactividad ocurre entre los feligreses.
Usted que es miembro de la iglesia probablemente va a enterarse de algo antes que su pastor o el liderazgo de la iglesia. Por eso, ore primero, luego busque tener una perspectiva equilibrada, ofrezca el beneficio de la duda, amoneste, ayude, advierta, aliente, trate de llegar al fondo del asunto sin divisiones, murmuración, chismes, ni falta de respeto.
La congregación debe encargarse de si misma en este aspecto.
John Wesley, el fundador del movimiento metodista, desarrolló una serie de preguntas que se le hacían a las personas que expresaban su deseo de unirse a su iglesia.
Por ejemplo:
- ¿Hay algún pecado en su vida, ya sea interior o exterior, que esté dominándolo?
- ¿Desea que le informen de sus defectos?
- ¿Desea que, al hacer esto, nos acerquemos lo más posible al problema de fondo mientras escudriñemos su corazón?
- ¿Desea estar en esta y en todas las demás ocasiones completamente abierto, sin engaño y sin reservas?
¡¿Quién querría unirse a esa iglesia?! Solo personas dispuestas a ser advertidas, amonestadas y alentadas a ser reales, genuinas y unidas.
Mi hermano menor, que ahora está a punto de comenzar su segunda ronda de quimioterapia intensiva debido a un tumor cerebral agresivo, fue al hospital esta semana para que le insertaran un tubo de alimentación. Ha perdido mucho peso y fuerza. Él me llamó anoche y me preguntó qué estaba haciendo. Estoy trabajando en mi sermón – le dije. Hablamos durante una hora.
Cuando fue al hospital, le pusieron una muñequera que tenía impresas las palabras: Riesgo de caída.
Riesgo de caída. Él corría el riesgo de caerse – el personal y las personas a su alrededor debían estar alerta de que él pudiera caerse en cualquier momento.
Más tarde, su esposa subió una foto de ese brazalete a las redes, y no pude evitar pensar que esta es la metáfora perfecta para cada uno de nosotros.
Tenemos un gran riesgo de tropezar, tambalear y caer.
Cada uno de nosotros puede desarrollar una perspectiva torcida, con valores distorsionados; volvernos desobedientes en nuestras acciones y pecadores en nuestras elecciones; creando división, dañando nuestro testimonio; obstaculizando el gozo de la congregación, y desacreditando el testimonio del evangelio frente al mundo.
Por eso es que la palabra de Dios nos dice que debemos estar unidos, aunque la iglesia sea increíblemente diversa – alertas – manteniéndonos firmes en la doctrina y saludables espiritualmente – animándonos y exhortándonos entre nosotros, para que el evangelio sea magnificado, y el mundo pueda ver en nosotros un cristianismo sobresaliente, y nuestro gran y misericordioso Señor pueda ser glorificado.
—
[i] Christianity Today/PreachingToday.com/2012
[ii] Associated Press, “Ten Percent of U.S. Drivers Have Their ‘Check Engine’ Light on (www. Yahoonews.com (6-10-08)
[iii] Tim Keller, “Unintentional Preaching Models”; Ockenga Institute of Gordon-Conwell Theological Seminary; posted 8/28/2006
[iv] John MacArthur, Titus (Moody Bible Institute, 1996), p. 164
[v] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 383
[vi] MacArthur, p. 164
[vii] John A. Kitchen, The Pastoral Epistles for Pastors (Kress Christian Publications, 2009), p. 563
[viii] John Phillips, Exploring The Pastoral Epistles (Kregel, 2004, p. 309
[ix] Ibid
[x] Gene A. Getz, The Measure of a Christian: Studies in Titus (Regal Books, 1983), p. 181
[xi] Kitchen, p. 562
[xii] Charles R. Swindoll, Insights on 1 & 2 Timothy, Titus (Zondervan, 2010), p. 311 & 314
[xiii] Paul Cedar, Leadership, Volume 5, no. 3./posted 7/01/1998-ChristianityToday/PreachingToday.com/2012
[xiv] Rienecker/Rogers, p. 581