“No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.”
Efesios 4:29
Un pastor llamado Gary contó la siguiente anécdota: “Después de haber pasado la tarde en el centro comercial, un amigo mío iba caminando hacia su auto cuando sintió un desagradable olor que venía de debajo del capó. Al abrirlo, descubrió el cuerpo de un gato que había quedado atrapado en el sistema de ventilación (mis condolencias a los amantes de gatos!).
Asqueado, él observó el desastre sin saber qué hacer. Finalmente, decidió vaciar una de las bolsas que estaba trayendo y colocar los restos del gato allí. Después de cerrar el capó, él caminó hacia el centro comercial para lavar sus manos. Mientras él se acercaba a la entrada del centro comercial, miró hacia atrás y notó que algo inusual estaba pasando. Él vio cómo una mujer de mediana edad se acercó a su auto, miró alrededor, y luego tomó la bolsa que él había cerrado y dejado sobre su auto. Él se quedó quieto, sorprendido, mientras ella caminaba rápidamente en frente de él, apurándose para entrar al centro comercial. ¡Esto era demasiado bueno como para ser verdad! Él la empezó a seguir.
Ella entró a un restaurant y se sentó en un lugar donde tenia bastante privacidad. Una vez sentada, desató el nudo de la bolsa para ver qué es lo que había robado. Tan pronto como abrió la bolsa y vio el gato muerto adentro, ella gritó y rápidamente se desmayó! Obviamente, él encargado se alarmó al ver a uno de sus clientes desmayándose en el restaurant, así que llamó a los paramédicos. En cuestión de minutos, la mujer estaba asegurada a una camilla y siendo llevada afuera del restaurant a toda prisa. El “dueño” de la bolsa con el gato no pudo resistir la tentación, así que tomó la bolsa y, mientras subían a la mujer a la ambulancia, él corrió hacia ella y le dijo, “¡Señora! ¡No olvide su bolsa!” y luego colocó la bolsa sobre ella.
Por mas chistosa que sea esta historia…
Ésta me hace pensar en la triste realidad de muchas personas – personas que se ven limpias y brillantes por fuera como ese auto, pero que una vez que abren el capó, un olor nauseabundo sale inmediatamente. Nuestras bocas son como ese capó, estas revelan lo que hay en el interior… son una ventana a nuestro corazón.
En Lucas 6:45, Cristo dice, “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.”
Uno de los distintivos más grandes entre los creyentes y los no-creyentes debería ser la forma en que hablamos. Si Dios realmente nos ha redimido, Su espíritu nos ha dado el poder para vivir vidas santas. No tenemos excusa para estar mintiendo, diciendo malas palabras, burlándonos de otras personas, andar metidos en chismes, o tomando el nombre del Señor en vano. Estas son las marcas de un corazón corrompido y podrido… no de uno redimido.
¿Tiene usted restos podridos debajo del capó?
Abra su boca – examine su corazón – empiece a cambiar su vocabulario… ¡hoy!
Este devocional pertenece a Stephen Davey.