Empezaré por el principio con esta verdad: El suicidio es pecado. Es el acto injustificado de quitarse la vida. Y, por cierto, eso es verdad incluso en lugares donde el gobierno ha legalizado el suicidio asistido. La vida es preciosa y Dios es el dador de vida.
Dicho esto, si una persona es verdaderamente salva, el cielo es su hogar eterno garantizado. Incluso si su acto final en la tierra fuera cometer un pecado, ese pecado no lo expulsaría del cielo. Ciertamente queremos que Dios nos encuentre fieles cuando Él venga o cuando muramos, pero nuestra fidelidad no es la razón por la que Dios nos salva. Él nos salva por Su fidelidad.
Para ser claros, esto se aplicaría a todo pecado, no solo al suicidio. Por ejemplo, si un joven creyente adolescente iba a exceso de velocidad, sufrió un accidente y murió, él todavía iría al cielo. Aunque su acto final fue quebrantar la ley, ese pecado no lo excluye del cielo. Cada pecado que comete un creyente – pasado, presente y futuro – es cubierto por la sangre de Cristo y perdonado.
Colosenses 2:13–14 dice, “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.”
El perdón de Dios de nuestro pecado no es un permiso para pecar. El pecado hace que perdamos nuestra recompensa completa en el cielo. Así que mi amonestación para usted y para todos los que lean esto es que vivan para Cristo hasta el final, a fin de recibir de Él el elogio: “Bien, buen siervo y fiel”.
Gracias por tu pregunta
Stephen