Nadie disfruta de la enfermedad o la dolencia. Tanto si se trata de una enfermedad importante como de una enfermedad menor, las dolencias a menudo son una fuente de consternación y quejas. Independientemente de si se trata de nuestra propia enfermedad o la enfermedad de un ser querido, los cristianos constantemente se preguntan sobre la relación de Dios con la enfermedad y el sufrimiento. ¿Tiene Dios control sobre la enfermedad?
La Enfermedad y Gloria de Dios
Uno de mis pasajes favoritos que trata el tema de la enfermedad y el control de Dios es Juan 9. Mientras Jesús y sus discípulos viajaban por Jerusalén, pasaron junto a un hombre que era ciego de nacimiento. Los discípulos le preguntan a Jesús:
“Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?” (Juan 9:2).
La suposición detrás de la pregunta de los discípulos es que el pecado y la enfermedad están conectados. Los discípulos supusieron que era el pecado del ciego o el pecado de sus padres lo que provocó la ceguera que ahora padecía este hombre. En otras palabras, los discípulos vieron una conexión teológica entre la enfermedad y el pecado.
Jesús respondió a los discípulos corrigiendo su pensamiento. Jesús dijo que no fue el pecado en absoluto lo que causó esta ceguera, sino más bien, “para que las obras de Dios se manifestaran en él” (Juan 9:3). Esta notable declaración está encabezada por lo que se conoce como una cláusula de propósito en griego (ἵνα). En otras palabras, Jesús está declarando específicamente que el propósito de esta enfermedad o dolencia (es decir, la ceguera de por vida) era que la gloria de Dios se mostrara en él. Dios fue quien diseñó esta situación desde el principio. No fue un pecado específico de este hombre o sus padres lo que causó esta enfermedad o sufrimiento, Dios estaba en control de esta enfermedad.
Este es un recordatorio similar a lo que leemos en Éxodo 4, donde Dios le dice a Moisés:
“¿Quién dio la boca del hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? (Éxodo 4:11).
En ninguna parte las Escrituras se pinta el cuadro de que Dios está tratando frenéticamente de responder a situaciones que están fuera de Su control. Más bien, Él tiene el control total, incluso sobre nuestras enfermedades y sufrimientos. Si se trata de una enfermedad crónica, como la ceguera, sordera, atrofia muscular; o algo más temporal, como el resfriado, la gripe o el COVID-19: todas las enfermedades están bajo el control soberano de Dios.
Aunque puede ser difícil ver por qué Dios puede permitir la enfermedad y el sufrimiento en nuestra vida, podemos estar seguros de que las pruebas que atravesamos tienen importantes beneficios. Sin embargo, solo en un nivel práctico, uno de los mayores consuelos que podemos tener en la vida es saber que el sufrimiento no está fuera del control de Dios. Es posible que no sepamos por qué estamos experimentando enfermedades o sufrimiento (el ciego de Juan 9 no sabía por qué estaba ciego durante años). Sin embargo, podemos confiar en nuestro Dios amoroso y soberano, que está elaborando un plan para su gloria y nuestro bien.
Este artículo ha sido traducido y adaptado con el consentimiento de su autor.