El Corazón de la Ley está en el Corazón
Escrito por Peter Goeman, profesor del Seminario Teológico Shepherds. Publicado originalmente bajo el título «The Heart of the Law is the Heart«.
A menudo los cristianos ven la ley en la biblia de una forma negativa. La ven como algo diametralmente opuesto a la libertad que tenemos a través de la Gracia. Muchos piensan que el Antiguo Testamento se ocupa principalmente de la obediencia externa, mientras que el Nuevo Testamento lo hace con los asuntos del corazón. Sin embargo, un examen cuidadoso sobre el tono de la Ley, indica que no debe verse como algo incoherente con el carácter del cristiano del Nuevo Testamento.Al leer la Ley, uno ve rápidamente que ésta enfatiza la necesidad de una obediencia totalmente sincera y no solo la obediencia externa a una lista de obligaciones. Consideremos Deuteronomio 10:12-13:
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?
Como lo muestra el pasaje anterior, la relación de Dios con los israelitas, no debía ser una mera obediencia externa. Preferiblemente, cada individuo debería estar plenamente comprometido con el Señor en alma y corazón. Dios le recuerda a su pueblo esta verdad una y otra vez. Tenemos el ejemplo de Saúl, que falló totalmente en obedecer al Señor, porque tenía sus propios planes para agradarle y Dios le dijo a través de Samuel:
¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?. Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. (1 Samuel 15:22)
Este pasaje es bien conocido y hace énfasis en la obediencia total de corazón que Dios requiere. Las ofrendas y los sacrificios, eran ciertamente expresiones válidas de adoración según las leyes dadas por Dios. Sin embargo, Saúl no tuvo un corazón recto y perdió su reino a causa de esto. Algo similar pasó, cuando el profeta Amós condena al pueblo por solo hacer rituales por costumbre y adorar a Dios a través de cosas externas. Amós relata el mensaje de Dios de la siguiente manera:
Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo (Amos 5:21-24)
Es claro que un mero ritual o la observancia de la Ley no ha sido del interés de Dios en ningún momento. Él siempre estuvo preocupado solamente por una obediencia completa y motivada por un corazón totalmente entregado a Él. Hay dos aplicaciones que deberían venir fácilmente a nuestra mente al pensar en esto:
1. DIOS AÚN ESTÁ INTERESADO EN LA VERDADERA ADORACIÓN DE UN CORAZÓN QUE ESTÁ TOTALMENTE COMPROMETIDO CON ÉL.
Aunque mucho ha cambiado desde el tiempo en que Dios le habló a Amós, sus expectativas siguen siendo las mismas. Él no se impresiona con sus ofrendas o buenas obras si su corazón no le pertenece completamente. Ambos, Antiguo y Nuevo Testamento demuestran la realidad de que Dios quiere una relación plena. Él no está interesado en seguidores que no están completamente comprometidos. No hay lugar para una simple ofrenda semanal o algunas buenas obras aquí o allá. Seguir al Señor es un trabajo de tiempo completo y sin pausas.
Para nosotros que vivimos en el tiempo del Nuevo Testamento, el llamado para seguir a Jesús exige el completo abandono de uno mismo. Jesús quiere un corazón totalmente centrado en Él. No un hombre como el descrito por Santiago que: “…sea doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Santiago 1:8).
2. LA VERDADERA OBEDIENCIA DEL CORAZÓN, NO CANCELA LA NECESIDAD DE LA OBEDIENCIA EXTERNA (ES DECIR, BUENAS OBRAS).
Algunos equivocadamente piensan que ahora que estamos en el tiempo del Nuevo Testamento ya no es necesario observar la Ley. Si bien la Ley ya no es obligatoria para nosotros, la cumplimos al vivir nuestras vidas de acuerdo con la fe (Romanos 13:8).
La Ley sigue siendo valiosa para nosotros cuando la aplicamos como principio, y esas buenas obras reflejan la obediencia del corazón. Es por esto, que aunque una genuina relación con Dios comienza en el corazón, las buenas obras deben reflejarse en nuestra vida. En otras palabras, aunque no estamos sujetos a la Ley, nuestra vida debe hacer evidente que cumplimos con ella.
Entonces, aunque hay diferencias significativas entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, esta es un área en la que hay afinidad.
La Ley nunca tuvo el propósito de ser sólo una fuente de justicia externa sin preocuparse por el corazón. Tampoco el Nuevo Testamento es ajeno a las obras de justicia.
En resumen tenemos, que la Escritura hace un énfasis significativo en el corazón del individuo; mostrando un compromiso total, tanto interior como exterior. Entonces, estamos dentro de los parámetros bíblicos para afirmar, que “el corazón de la ley bíblica está en el corazón”.