Cuando ibas al colegio y comenzaste a escribir las letras del alfabeto, probablemente te hicieron trazar las líneas que estaban impresas en tu cuaderno. Trazar las letras le ayudó a tu cerebro a recordar los movimientos musculares exactos de tu mano para escribir cada letra. Con el tiempo, desarrollaste lo que se llama “memoria muscular” y ahora puedes escribir cada letra sin pensarlo dos veces.
Dios sabe que la oración, el evangelismo y la comunión no fluyen instantáneamente en nosotros en el momento de la salvación. Requieren práctica y paciencia: memoria muscular espiritual.
El libro de los Hechos incluye un modelo para nosotros para nuestra evangelización, un modelo que podemos trazar, y proviene de un siervo de Cristo que no es tan conocido.
En Hechos 8:26-40, hay varias palabras clave que describen la obra evangelística de Felipe; palabras clave que deberían describir a cada creyente y cada iglesia que desea obedecer la Gran Comisión.
HUMILDAD
Felipe estaba experimentando un éxito extraordinario en el evangelio. Él predicó el mensaje de salvación en Samaria, un pueblo enemistado con Israel. Felipe hizo milagros, asombró a la multitud con su enseñanza y vio a miles de personas creer en Jesús. Podría decirse que él fue el fundador de la iglesia en Samaria.
Según todas las métricas del éxito ministerial, Felipe obtuvo una puntuación alta: la asistencia a las reuniones, las conversiones y los bautismos aumentaban a un ritmo acelerado.
Inmediatamente después, la Biblia registra: “Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: “Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto” (Hechos 8:26). El mandato de Dios a Felipe fue que abandonara un ministerio público tremendamente exitoso y viajara a una intersección en el desierto. No le dieron detalles ni planos. Y con humildad, Felipe obedeció.
Si Felipe hubiera pensado en secreto que él era el personaje principal de la iglesia primitiva, se habría quedado en Samaria. Allí era una celebridad y todos en la ciudad conocían su nombre. Pero ni un susurro de queja escapó de los labios de Felipe, ni una sola palabra de decepción por el repentino paso de la aclamación pública a la oscuridad. La verdad es que Felipe nunca buscó su propia gloria, sólo la del Señor. Así que obedeció.
Sólo podemos glorificar a Dios cuando nos acercamos a Su llamado con la misma actitud: valorando el nombre, gloria y fama de Dios por encima de los nuestros.
INICIATIVA
Felipe obedeció y se adentró en el desierto, mientras Dios lo llevaba al lugar por donde pasaba un eunuco etíope en su carro. Lucas nos dice que este hombre “volvía (de Jerusalén para adorar), sentado en su carro, y leía al profeta Isaías” (Hechos 8:28). Y Dios le dice a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro” (v. 29).
Me imagino que muchas personas escucharían este mandato de Dios y pensarían: este hombre está leyendo, no debo molestarlo; o no me acercaré a un carro sin una invitación.
Me pregunto cuántas oportunidades de testificar perdemos porque esperamos invitaciones.
Tu profesor de universidad está hablando sobre el cristianismo y tú no hablas porque no crees que quieran escuchar lo que tienes que decir.
Tu compañero de trabajo te pregunta qué haces los fines de semana y no le dices que vas a la iglesia porque podría mirarte de manera diferente.
Déjame animarte a escuchar atentamente la voz del Espíritu Santo cuando Él impulsa tu conciencia a iniciar una conversación sobre el evangelio con alguien. No dejes que ninguna excusa te detenga.
DIPLOMACIA
Si yo hubiera sido Felipe, probablemente habría corrido hacia este carro y habría dicho: “Dios me acaba de enviar directamente para hablar contigo, así que acércate y escucha”. Pero Felipe no hizo eso. “Felipe corrió hacia él y oyó que leía al profeta Isaías y le preguntó: ‘¿Entiendes lo que estás leyendo?’” (v. 30).
Así como Felipe primero buscó comprender el punto de vista del eunuco, nosotros debemos tomarnos el tiempo para comprender la perspectiva de los no creyentes. Primero, averigüemos qué creen, qué han estado leyendo, qué han estado pensando en relación con las preguntas importantes de la vida.
La evangelización eficaz consiste tanto en escuchar como en hablar. Escuchar y hacer preguntas nos ayuda a encontrar puntos en común, comprender las presuposiciones de la persona y personalizar nuestro mensaje para adaptarlo a esa conversación específica.
ENFOQUE
Cuando Felipe supo de qué pasaje estaba leyendo el eunuco y lo invitaron a interpretarlo, no comenzó compartiendo historias de sus propias interacciones personales con Jesús, ni de los milagros que vio realizar a Jesús, ni siquiera de los milagros que él mismo había realizado en Samaria. . No deslumbró al eunuco con sus éxitos evangelísticos anteriores. En cambio, Felipe hizo lo que todos deberíamos hacer cuando hablamos con los incrédulos: “Comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (v. 35).
Esta parte final del modelo es un simple recordatorio de que debemos mantener nuestras presentaciones del evangelio enfocadas en Dios y Su Palabra. Sí, puedes ilustrar tu presentación con tu testimonio, compartiendo cómo has cambiado desde que te convertiste en cristiano y señalando momentos en los que has visto la fidelidad de Dios.
Pero mantén el enfoque en Cristo. Después de sembrar todas las semillas, recuerda y confía en que Él es el Señor de la cosecha.