La infertilidad es un problema que afecta a millones de personas alrededor del mundo. Sin embargo, con el avance de la medicina y la tecnología, se han descubierto muchos procedimientos que prometen la oportunidad de vencer este impedimento. ¿Puede un cristiano hacer uso de estos métodos? Ya que la Biblia no aborda este tema explícitamente, el cristiano debe guiarse por los siguientes principios bíblicos.
(1) La medicina y la tecnología son regalos de Dios
Antes de que el pecado entrara al mundo, la infertilidad y su dolor no existían. El plan perfecto de Dios era que las personas se “multiplicaran y llenaran la Tierra” (Génesis 1). Sin embargo, con la entrada del pecado al mundo, las enfermedades, el dolor, y los desperfectos físicos llegaron también como resultado.
Aunque, a final de cuentas, Dios es nuestro sanador, Él nos ha dado el regalo de la medicina y la tecnología para combatir los problemas físicos que han venido a través del pecado. A pesar de la limitada información bíblica en cuanto a la medicina, leemos que la comunidad de fe hacía uso de médicos, aceites, vino, y otros tratamientos para luchar contra las enfermedades (Lucas 10:34; Santiago 5:14; 1 Timoteo 5:23; Colosenses 4:14).
También, el Señor ha ordenado a los creyentes a que cuiden sus cuerpos de la mejor manera que puedan, ya que estos le pertenecen a Él (1 Corintios 3:16-17; 6:12-20). El mandato de ser buenos administradores del cuerpo nos permite y, en algunos casos, demanda que usemos métodos éticos para tratar anomalías físicas. Ya que la infertilidad no es nada mas que una anomalía física en el sistema reproductivo de uno o ambos individuos, el uso de la medicina y la tecnología es apropiado para vencer la infertilidad.
(2) El aborto es pecado
Cuando una pareja decide hacer uso de las Técnicas de Reproducción Asistida (TRA), necesita considerar las opciones que existen y filtrar entre las que son éticas y las que no. Desde el punto de vista bíblico, no hay duda de que la vida humana comienza en la concepción (Salmo 139:13). También, la Biblia enseña que todo ser humano es hecho a la imagen de Dios y, consecuentemente, debe ser tratado de forma digna (Génesis 1:26; Génesis 9:6). Además, la Biblia enseña que el quitar la vida de una persona inocente es pecado (Éxodo 20:13). Por lo tanto, si el procedimiento de fertilización involucra el aborto intencional, el maltrato, o incluso un trato poco digno de un embrión, debe ser rechazado (Mateo 5:21-22: Santiago 3:9-10). La pareja es responsable de informarse acerca de los tratamientos y asegurarse de escoger las opciones que tratan al embrión como un ser humano, con todos sus derechos y privilegios.
(3) La procreación es un asunto matrimonial
Con el avance de la tecnología, ahora es posible tener un bebé de muchas formas. Solo se necesita unir un espermatozoide con un óvulo e implantarlo en un vientre capaz de llevar el bebé a término. Esto puede hacerse en múltiples combinaciones debido a la donación de espermatozoides y óvulos, y el alquiler de vientres.
Aunque no hay un mandato explícito en la Biblia prohibiendo el uso de terceros para la procreación, la Biblia nos enseña que la procreación fue diseñada para que tome lugar dentro de la exclusividad del matrimonio (Génesis 1:27; 2:24). El traer a un tercero en el proceso procreativo es una intrusión en la unión matrimonial y viola el diseño y el propósito de Dios.
Además, el uso de un tercero va en contra de la sabiduría bíblica. Ya sea por el uso de donantes o de alquiler de vientre, el niño contrae un lazo biológico con al menos una persona que no es parte de su familia. Al confundir, debilitar, o cortar estos lazos biológicos, el niño y/o sus padres biológicos sufren conflictos sociales y emocionales. Este escenario se compara a los casos de adopción, con la diferencia que los padres adoptivos rescatan al niño de una circunstancia ya desfavorable. Con el uso de terceros, las personas involucradas crean las circunstancias desfavorables que caracterizan la adopción. Por lo tanto, escoger debilitar o cortar los lazos biológicos entre un hijo y sus padres solamente para cumplir el sueño de convertirse en padre es al menos insensato; y en el caso del donante, es equivalente a un abandono infantil.
(4) Somos mayordomos, no dueños
Dios es el verdadero dueño de todas las cosas (Salmo 24:1) , y sin embargo, Él ha escogido confiar a los seres humanos como mayordomos de Su creación (Génesis 1:26-31). Por lo tanto, el cristiano especialmente, necesita ser un buen mayordomo de lo que el Señor le ha encargado, ya que tendrá que dar cuenta por sus acciones (Romanos 14:12; 1 Corintios 6:19; Colosenses 3:17).
Este es un principio importante a considerar en el caso de las tecnologías reproductivas por dos razones. Primero, la pareja necesita considerar el costo de los tratamientos (que tienden a ser bastante elevados). Esta es una decisión muy personal, donde la pareja debe orar y evaluar si los tratamientos son el mejor uso del dinero que Dios les ha confiado. Segundo, la pareja necesita considerar si es sabio correr los riesgos que pueden conllevar los tratamientos. Ya que nuestros cuerpos son propiedad del Señor, el cristiano debe evaluar en oración si el uso de estos tratamientos es una buena administración de su cuerpo.
(5) El contentamiento es un requerimiento
Aún antes de considerar TRA, y aún durante el proceso de búsqueda y evaluación, la pareja necesita tener la actitud correcta. Dios demanda que nos contentemos cualquiera sea nuestra situación (Hebreos 13:5, Mateo 6:34; and Filipenses 4:11-13). Contentamiento no significa que la pareja no puede desear o aún tratar de vencer su infertilidad. Lo que significa es que los dos deben estar dispuestos a aceptar la posibilidad de que Dios quizás no quiera darles hijos propios. Aunque el dolor de la infertilidad es grande y muy real, la pareja debe tener un corazón que confía en la bondad y los planes de Dios, sin importar lo que pase.
De forma práctica, el contentamiento para algunos puede significar permanecer sin hijos y servir al Señor de esa manera. Para otros puede significar adoptar a un niño. Para otros puede que signifique hacer uso de las opciones éticas de TRA. Aún para otros, puede significar continuar viviendo fielmente para el Señor, hasta que, en Sus tiempos, Él les conceda su deseo de tener un hijo propio.
Dios es soberano sobre todo, incluyendo las dificultades de la infertilidad. Cada pareja que lucha con esto, encontrará las respuestas a sus incertidumbres al vivir en contentamiento, orando para que Dios haga Su voluntad en sus vidas, y creciendo en Cristo en medio de sus difíciles circunstancias.
Este artículo es propiedad de Daniel Kukin.
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