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Racismo, disturbios, y el evangelio

Odio, discriminación, disturbios y mucho más envuelve nuestro mundo ¿Cómo es que la iglesia debe actuar en este tipo de situaciones?

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“Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación.”

Hechos 17:26

 

¿Qué es lo que Dios piensa de la discriminación?

La antropología es el estudio del desarrollo físico, social, material y cultural de la humanidad. Pero mucho antes de que las universidades crearan departamentos de antropología, el Dios de la antropología estaba ocupado creando y, en este versículo de Hechos, se nos dice que Dios hizo de un hombre, Adán, cada nación.

Según Génesis 11, a medida que los grupos de personas se iban distinguiendo, después del episodio de la Torre de Babel con su milagrosa diversificación de idiomas (Génesis 11), las variedades físicas dentro de la reserva genética humana comenzaron a revelar características únicas. Estas características únicas eventualmente se convirtieron en los rasgos típicos de los diferentes grupos de personas o etnias, que Dios orquestaba soberanamente.

Por ejemplo, la cantidad de melanina en la piel comenzó a desarrollarse dentro de los grupos de personas, de modo que hoy vemos variaciones entre personas de color más rosado o blanco y otras de color más oscuro; personas con un tinte marrón, amarillo o rojo. Algunas etnias tienen párpados redondos y otras inclinados o rasgados. Algunos grupos étnicos suelen ser más bajos de estatura que otros. Algunos grupos de personas suelen tener cabello oscuro mientras que otras personas tienen cabello más claro. Algunas personas simplemente desearían tener cabello.

¿Quién creó el potencial genético para las que existan todas estas distinciones físicas entre las muchas naciones en la Tierra? Dios lo hizo. Pero tenga en cuenta que, dado que toda la humanidad proviene de un matrimonio original, solo hay una raza. Hay diferentes nacionalidades y distintos grupos étnicos, pero es incorrecto referirse a los diferentes grupos como razas. Dios, en su sorprendente diseño para la raza humana, creó dentro de nosotros el potencial genético para que tuviéramos una miríada de distinciones físicas que ahora se reflejan entre las naciones.

Considere el hecho de que incluso con todas las distinciones nacionales y étnicas, no hay dos personas en la tierra que sean exactamente iguales. Cada persona tiene su propia huella dactilar y características únicas. Los sistemas bancarios y de seguridad ahora pueden identificar personas simplemente usando huellas dactilares, escaneos de retina e impresiones de voz. Pueden saber si es usted realmente el que está usando su tarjeta de crédito en el supermercado.

La maravillosa verdad es que no hay otra persona en el planeta Tierra que sea exactamente igual a usted. ¿Fue eso un accidente? ¿Fue acaso el resultado de la evolución? ¿Quién creó todos los miles de millones de seres humanos originales con su diseño único? Pablo respondió a esta pregunta frente a los atenienses del primer siglo: ¡era el Dios creador del universo!

En este texto, cuando Pablo predicó que Dios creó a todas las naciones de la humanidad, también se enfrentó a la creencia ateniense de que ellos eran una raza especial. Durante los días de Pablo, los griegos creían que los dioses los habían creado exclusivamente del polvo de Grecia – ellos eran una raza superior. Pablo destruyó la raíz de su orgullo al decirles la verdad del plan creativo de Dios, un plan en el que cada nación desciende de un solo hombre: Adán (Génesis 1).

Eso significa que los alemanes no son mejores que los judíos. Los japoneses no son superiores a los chinos. Los europeos no son más avanzados que los africanos. De hecho, si usted tiene problemas con esta verdad y cree que es superior a otra persona debido a su nacionalidad o color de piel, no es tanto que no entienda la antropología. . . ¡Usted no entiende a Dios! Sería un buen ateniense.

Según la palabra de Dios, cada ser humano es parte de una misma familia, ya que proviene de nuestros primeros padres: Adán y Eva.

 

¿Cuál es la respuesta que Dios espera de parte de la iglesia? 

Mientras escribo esto, mi nación está experimentando tiempos de grandes disturbios e ira – y el resto del mundo se ha unido en parte a este movimiento también. Para la iglesia de hoy, el mensaje de Pablo nos recuerda que no debemos perder nuestro enfoque en estos días de turbulencia. Recordemos que librar a la cultura de sus acciones pecaminosas, el odio y los prejuicios no es, y nunca ha sido, nuestra misión. El apóstol Pablo estaba afligido por la malvada idolatría que llenaba la cultura de Atenas. Los historiadores nos dicen que los dioses de Atenas tenían más ídolos y estatuas que ciudadanos atenienses.

En medio de esta cultura saturada de idolatría y prejuicio nacional, es instructivo observar cómo respondió Pablo. Si el problema hubiera sido simplemente la idolatría, Pablo podría haberse escabullido una noche con un martillo, haber destruido todos los ídolos en Atenas y luego celebrar su victoria contra la idolatría.

Pablo tampoco identificó el problema del prejuicio griego y se puso a predicar acerca de cómo los atenienses necesitaban amar a los persas y decirles a todos que se llevaran bien. En cambio, él se mantuvo enfocado en presentarle el evangelio a esa cultura. Porque, aparte del evangelio, los atenienses habrían tirado los ídolos rotos a la basura y simplemente crearían más. Después del sermón, ellos todavía habrían odiado a los persas.

Del mismo modo, que la iglesia trate de resolver los problemas del prejuicio y odio, sin tratar con los corazones pecaminosos de las personas, eso simplemente es un parche temporal. El mandato de Cristo a la iglesia no consiste en luchar por una reforma cultural, aunque el evangelio reforma la cultura. Nuestra misión como iglesia no es erradicar el mal de la sociedad, aunque una vida santa es el fruto del evangelio. La misión de la iglesia es reflejar a Jesucristo en nuestra cultura y proclamar el evangelio a un mundo confundido y enojado. Solo a través del arrepentimiento y la fe en Cristo una persona puede descubrir y demostrar amor por los demás.

Los prejuicios y la intolerancia desaparecen al pie de la cruz. ¡El suelo al pie de la cruz está nivelado!

El evangelio también se ocupa del orgullo étnico, la intolerancia, el asesinato y el saqueo, al redimir a las personas pecadoras y conformarlas a la imagen de Cristo. En otras palabras, intentar hacer que las personas se amen, sin Cristo, es una solución a corto plazo y poco efectiva. Todavía están bajo la sentencia del juicio de Dios y, además, el amor resulta ser un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22).

No estoy sugiriendo que sea incorrecto que un cristiano ore por su cultura, que comente y diga la verdad con amor acerca de la maldad del prejuicio, que sirva en la arena política o en la junta escolar y trabaje incansablemente en beneficio de otros . Como cristianos podemos traer shalom (bendición) a nuestras comunidades a medida que interactuamos, enseñamos, servimos y brindamos y modelamos el cuidado y la preocupación por los demás.

Los piquetes, el boicot, el odio en los medios de comunicación, o el interrumpir las líneas telefónicas de la Casa Blanca para exigir acciones inmediatas son esfuerzos dirigidos a los síntomas (mal comportamiento) sin abordar la solución (salvación).

Es posible que no se sienta cómodo con las implicaciones de estas preguntas, pero considérelas por un momento; ¿Por qué nos sorprende cuando las personas sin el amor de Cristo actúan con odio? ¿Por qué no actuarían de esa manera? ¿Por qué esperamos que las personas que niegan al Creador se amen? ¿Por qué deberían hacerlo? ¿Por qué nos sorprendemos cuando los pecadores no redimidos pecan cada vez que tienen la oportunidad? ¿Por qué no lo harían?

¿Y, qué hay de la forma en que el mundo trata a la iglesia? ¿Cree que deberíamos esperar algo mejor? Francamente, no existe un pasaje en la Biblia que le prometa al cristiano que estará exento de males. No encontrará un versículo que le asegure que el mundo apreciará la iglesia. De hecho, el plan de Dios ha sido que la iglesia sufra como resultado del aumento del mal. Un día, cuando el Señor arrebate a la iglesia, el mal correrá por toda la Tierra sin restricciones bajo el liderazgo del anticristo. Este mundo no ha visto nada tan malo, brutal y malvado como lo será el día cuando la influencia restrictiva del Espíritu Santo se haga a un lado y comience el período de Tribulación (2 Tesalonicenses 2:7).

Lo que sí encontramos en las Escrituras es nuestra responsabilidad, como cristianos y como iglesia, de hacer brillar con la luz del amor y la gracia redentora en un mundo de oscuridad, rogándoles que se reconcilien con Dios (2 Corintios 5:20). Solo Cristo puede hacer que el racismo disminuya. La iglesia tiene el poder de demostrar la igualdad de personas de todas las etnias. Un corazón redimido puede comenzar a amar a alguien más oscuro, más claro o simplemente diferente. Un amor como este no puede producirse por el corazón humano ni imponerse sobre la raza humana. Al igual que los griegos de los siglos pasados, tenemos la pecaminosa tendencia a amarnos a nosotros mismos más que a los demás. Pero como cristianos, podemos amarnos unos a otros y a nuestro mundo que nos rodea.

Solo recuerde, un faro no elimina una tormenta. Nunca un faro libró a los mares del viento y del agua. Los faros están diseñados para iluminar a los que se pierden en el mar. Más que nunca, nuestro mundo necesita desesperadamente la verdad de Cristo.

Mientras tanto, podemos confiar en que los propósitos de Dios se van a cumplir. Incluso en el caos, Él tiene el control. Sigamos orando para que Dios use estos tiempos difíciles para traer vidas naufragadas al puerto seguro de Cristo. Están buscando respuestas. . . Vamos a mostrarles el camino.

 

Este artículo ha sido traducido y adaptado con el consentimento de su autor. 

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