A vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.
Colosenses 2:13-14
Bob Sheffield, un miembro del ministerio “los Navegantes” (una organización de capacitación en evangelismo y discipulado), a menudo compartía su testimonio de perdón e indulto. En su juventud, antes de ser cristiano, él había jugado hockey profesional en Canadá. Era un jugador muy físico y le encantaba meterse en peleas. Sus peleas, sin embargo, no se limitaban a la pista de hockey. En una ocasión estuvo involucrado en una pelea en un bar y terminó en la cárcel. Ahora tenía antecedentes penales.
Algunos años después, Bob y su esposa llegaron a conocer a Cristo como su Salvador. Ellos luego aceptaron una asignación temporal con los Navegantes en los Estados Unidos; por lo que, antes de mudarse, Bob tuvo que solicitar una visa para poder mudarse de Canadá y vivir en los Estados Unidos. Desafortunadamente, debido a sus antecedentes penales, le negaron la solicitud de inmigración.
Después de fracasar en todos sus intentos de borrar sus antecedentes penales, él solicitó algo que los canadienses llaman el Perdón de la Reina (también conocido como la Prerrogativa Real de la Misericordia). En la tradición jurídica británica, la prerrogativa de la misericordia es una de las prerrogativas reales históricas del monarca británico en la que puede conceder indultos a personas condenadas.
No era una situación prometedora… pero era su única esperanza.
Para su asombro y alegría, Bob recibió una carta oficial del Ministerio del Interior (la agencia gubernamental de Su Majestad que se ocupa de la inmigración), informándole que se le había concedido el indulto.
La carta decía:
Considerando que se nos ha implorado en nombre de dicho Robert Jones Sheffield que se le extienda un indulto con respecto a las condenas en su contra, y que el procurador general aquí nos presentó un informe, a través del presente comunicado se informa que, habiendo tomado estas cosas en consideración, estamos dispuestos a extender el indulto real en nombre de Robert Sheffield. Lo perdonamos, lo absolvemos y lo liberamos de toda pena a la que era responsable en cumplimiento de la misma.
A partir de ese momento, cada vez que a Bob le preguntaban si tenía algún antecedente criminal, él podía responder honestamente que no tenía ninguno. El Perdón de la Reina significó que fue liberado de cualquier posible castigo por sus crímenes. De hecho, el registro de sus crímenes fue borrado por completo. Era como si nunca hubiera violado la ley.
El texto del apóstol Pablo a los creyentes en Colosas que leyó al principio podría fácilmente llamarse el Perdón del Rey. El apóstol Pablo nos informa que el registro de nuestra deuda de pecado ha sido completamente cancelado. Ningún pecado, ni un solo pensamiento o mala acción, queda fuera de ese perdón. Todos nuestros crímenes han sido borrados, absueltos y liberados por el mismo Rey. Por eso, Pablo luego les informa a los cristianos romanos que ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1).
La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. Todos los que hemos depositado nuestra fe en Cristo para nuestra salvación tenemos el misericordioso indulto del Rey. Por lo tanto, cuando el Acusador de los Hermanos, le susurra la palabra “¡Culpable!”, recuerde estos maravillosos textos y la carta que ha recibido: el Perdón del Rey.
Usted tiene prueba escrita… Eso silenciará sus dudas… Eso silenciará también al Acusador.
Este devocional pertenece a Stephen Davey.