Lección 1: El Verbo de Dios

Pasaje Bíblico: Juan 1:1-3.
De todas las preguntas que le pueden hacer, o que puede tener, la pregunta que se responde en la Biblia de forma más clara es la pregunta más importante también, y es esta; ¿Quién es Jesucristo? Encontremos juntos la respuesta a esta pregunta. 

Introducción

Recuerdo que hace años, cuando nuestra hija menor tenía unos siete años. Estábamos en casa después de la iglesia. Ella trajo una hoja de papel de su clase de escuela dominical donde había escrito unas cosas: Mi esposa la leyó y me la entregó con una sonrisa en el rostro.

En un lado del papel, ella había hecho un dibujo de un ángel en el cielo y, en el otro lado, había preguntas como estas:

  • ¿Por qué Dios es el Padre de Jesús?
  • ¿Por qué Jesús necesita un Padre?
  • Si Dios es invisible, ¿cómo puede ver?
  • Si Dios Padre es invisible, ¿cómo lo puede ver Jesús?

El maestro había escrito una pequeña nota que decía: “Estas son preguntas que su hija tiene acerca de Dios. Tómese el tiempo para responderlas”.

¡¿Para qué existe la escuela dominical?!

 

La Pregunta Más Importante
¿Quién es Jesús?

De todas las preguntas que le pueden hacer, o que puede tener, la pregunta que se responde en la Biblia de forma más clara es la pregunta más importante también, y es esta; ¿Quién es Jesucristo?

Todo, no solo en cuanto a su vida ahora, sino también en cuanto su vida eterna – de hecho, todo en cuanto a la verdad del cristianismo depende de la respuesta a esa pregunta.

Y tampoco es una pregunta nueva, y la gente ha sugerido todo tipo de respuestas.

En su popular libro, Dan Brown afirmó que su historia de ficción era una verdad histórica. Su libro intentó reintroducir las viejas ideas y teorías gnósticas de que Jesús nunca fue crucificado, sino que vivió en el sur de Francia con su esposa, María Magdalena, donde criaron a su gran familia. De hecho, Brown afirma que el linaje de Jesús se remonta a una dinastía de reyes franceses. Se han vendido millones de copias de ese libro.

El erudito de Oxford Geza Vermes fue considerado por el mundo liberal como el mayor erudito sobre la vida de Cristo. Ha dado conferencias en varias universidades y seminarios liberales.

Él dedicó su carrera académica a enseñar que Jesús no era más que un rabino galileo sin ningún deseo de fundar una iglesia o un movimiento religioso… y ciertamente carecía de cualquier atributo divino.

Un autor que hizo lo mismo que estos autores admitió, y cito, “Para llegar a nuestras especulaciones, estamos obligados a leer entre [líneas], llenar ciertos vacíos, lidiar con omisiones e insinuaciones, con referencias que son [vagas] en el mejor de los casos”.

No me diga.

¿Quién es Jesucristo? ¿Quién es Él, realmente?

Esta no es una pregunta nueva, por cierto.

De hecho, comenzó a circular hace unos 2.000 años.

  • Cuando Jesús entró cabalgando a Jerusalén sobre ese burrito, toda la ciudad se alborotó, diciendo: ¿Quién es este? (Mateo 21:10);
  • Los escribas y fariseos se preguntaron atónitos e incrédulos; ¿Quién es este hombre? (Lucas 5:21).
  • Después que Jesús hubo calmado la tempestad en el mar, los discípulos se preguntaron unos a otros: ¿Quién es éste, que aun los vientos y a las aguas manda y le obedecen? (Lucas 8:25)

Escuche, la pregunta más importante que jamás responderá es esa. Si Él fuera solo un hombre, entonces puede olvidarse de Él. Pero, si Él es Dios encarnado, como afirmó serlo, verdaderamente usted fue creado para adorarle.

Y si Él es el Hijo del Hombre profetizado por Daniel, como lo declaró ante el Sanedrín judío, Él vendrá un día para juzgar al mundo.

Permítame dirigir su atención a los escritos de un anciano apóstol que escribió uno de los últimos Libros de la Biblia – aunque aparece de los primeros en el Nuevo Testamento.

Fue escrito unos 50 años después de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo.

Juan fue el último apóstol en morir, y cuando escribió su evangelio, su hermano Jacobo ya había muerto. Pedro, el líder de los apóstoles, ya había sido martirizado, evidentemente crucificado cabeza abajo según cuenta la tradición; Pablo, el apóstol plantador de iglesias para el mundo gentil, ya había sido ejecutado en Roma por Nerón.

Todos los Apóstoles habían muerto, excepto este Apóstol llamado Juan.

Y déjeme decir que, si todo era una mentira o si la mayoría no había entendido bien quién era Jesús, este era el momento de admitirlo.

Sin embargo, este anciano Apóstol está más comprometido y seguro que nunca. Le invito a que abra el Evangelio de Juan en el capítulo 21 y lea el versículo 24. Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.

Permítame hacer una analogía con lo que Juan está escribiendo aquí.

A lo largo de los años, he tenido el privilegio de hacer algo que solo pueden hacer los jueces y los capitanes de barcos. Tengo la licencia, por el momento, para unir a un hombre y una mujer en una unión legal y sagrada llamada matrimonio.

Antes del gran día, la pareja va al juzgado, paga una tarifa, responde algunas preguntas y obtiene una licencia de matrimonio.

Después de la ceremonia, saco mi bolígrafo y escribo mi firma, título, dirección y fecha, e invito a dos testigos a firmar sus nombres para dar fe del hecho de que realicé la ceremonia de matrimonio y que esta firma adjunta es verdaderamente mía. Esta es mi declaración jurada de que el evento ocurrió bajo mi supervisión presencial.

En Roma, también era costumbre hacer firmar los documentos legales, dando fe de su autenticidad. Entonces, cuando Juan termina de escribir y se prepara para distribuir su evangelio a las iglesias de todo el imperio y más allá, él agrega esta frase legal.

Esta es su declaración jurada, testificando que todo lo que había escrito ha sido la verdad, un relato de un testigo. También vemos que hay otros testigos junto con él, fíjese: y sabemos que su testimonio es verdadero.[i]

Ahora bien, hay muchas personas que, en su lecho de muerte, revelan un secreto – que tienen una confesión final. En otras palabras, a medida que se acerca la muerte, sienten una necesidad apremiante de dejar las cosas claras y limpiar su conciencia. Es hora de decir la verdad.

Hay relatos famosos donde personas confiesan un asesinato, robo o mentiras.

Estas personas dijeron: “No quiero morir con esto en mi conciencia”.

Juan dice efectivamente: “Escuchen, me estoy acercando a la meta y quiero asegurarme de dejar las cosas claras… y mi conciencia tranquila. Todo lo que estoy diciendo sobre la vida y muerte y resurrección de Jesús… es verdad.

De hecho, Juan agrega esta frase final – versículo 25. Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.

En otras palabras, si cree que lo que acaba de leer es asombroso, no puede imaginarse lo que podría escribirse si el mundo tuviera suficiente papel y tinta para registrarlo.

Y uno se queda pensando, “Juan, cuéntanos más. No te detengas aquí.”

De hecho, esto lo lleva a preguntarse por qué Juan escribió tan poco.

Y Juan responde esa pregunta. Si da vuelta una página hacia atrás, leerá en el capítulo 20 y el versículo 30 la siguiente aclaración. Juan escribe: Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

En otras palabras, puede que el registro de Juan no sea completo, pero es suficiente para ser concluyente. Puede que no sea un relato exhaustivo del ministerio y la vida de Cristo, pero es adecuado para que usted y yo creamos en el evangelio: que Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios.

No responde todas sus preguntas, pero sí responde la pregunta más importante: ¿Quién es Jesucristo?

Juan abre su relato con el lenguaje más claro y firme posible al revelar quién es Jesús.

Le invito a abrir su Biblia allí. Juan 1:1. El apóstol va a usar unas frases o palabras clave que describen la verdad acerca de quién era y es Jesucristo hoy.

Déjeme darle dos verdades que Juan afirma aquí:

 

Verdad #1 – Jesucristo es eternamente igual a Dios el Padre.

Juan 1:1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Ahora, si nuevo en la fe, y esta es la primera vez que lee este párrafo, es posible que se pregunte quién es el verbo; así que continúe y salte al versículo 14: Juan aclara cualquier misterio. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Este verbo eterno y divino que expresa la gloria del Padre no es otro que Jesucristo.

Entonces, esta es una declaración importantísima para entender si quiere creer exactamente lo que Juan está declarando. Jesús es el verbo eterno. Así que integre eso a estas declaraciones en el versículo 1. En el principio era el verbo – Jesús; y el Verbo/Jesús estaba con Dios, y el Verbo/Jesús era Dios.

Jesús fue y es, en esencia, completamente Dios, de esencia divina y eterna.

Y eso obviamente crea un gran problema para otras sectas que quieren usar la Biblia para defender su versión de Jesús como un hombre que finalmente trascendió como persona por portarse bien y hacer buenas obras.

La Traducción del Nuevo Mundo, que es la Biblia, publicada por los Testigos de Jehová, traduce esto exactamente como lo escribió Juan hasta llegar a la tercera frase. Su traducción dice: “y el verbo era un dios”. Insertan la palabra “un” y cambian la “D” mayúscula de Dios y por una “d” minúscula.

Lo que no resuelve su problema, porque ahora tienen dos dioses diferentes. Pero argumentan que, dado que el texto griego carece de un artículo definido antes de la palabra “Dios”, podría traducirse como “un” dios o “cualquier” dios.

Ahora están realmente en problemas, porque si usan ese argumento, van a tener que traducir el versículo 6 “Hubo un hombre enviado de un Dios.” Allí tampoco hay un artículo definido, pero no lo traducen distinto, por razones obvias.

Y también necesitarían traducir el versículo 12 de la misma manera porque tampoco hay un artículo definido allí. Entonces, para ser consistentes con su traducción, tendrían que traducir el versículo 12: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de un Dios (o de cualquier Dios).”

La versión de José Smith también alteró este texto. Y es que, hay que cambiarlo si no cree en la deidad de Cristo. Es demasiado claro.

Y recuerde la intención de Juan al escribir este Evangelio: darnos lo suficiente para saber por qué Jesús es el Mesías, Dios el Hijo, la segunda Persona de la Trinidad, el verbo hecho carne para habitar entre nosotros y revelar la gloria de Dios Padre.

Entonces, la versión inspirada de José Smith trata de resolverlo escribiéndolo de esta manera: “En el principio fue predicado el evangelio por medio del Hijo. Y el evangelio era el verbo, y el verbo estaba con el Hijo, y el Hijo estaba con Dios, y el Hijo era de Dios.

Esa no es solo una pésima traducción, sino que ahora crea otro problema. Él todavía tiene que traducir el versículo 3. Y no parece darse cuenta del problema que crea porque prácticamente copia el versículo 3 palabra por palabra; Él escribió en el versículo 3. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Y aquí está el problema. Si Jesús no es Dios preexistente y eterno, sino un ser humano creado, José Smith acaba de escribir que Jesús tiene que crearse a sí mismo incluso antes de existir.

Escuche, cada vez que plagia, manipula el texto o cambias las cosas para adaptarlas a su comprensión de las cosas, termina, en algún momento, en un callejón sin salida.

Pero cuando cree lo que dice la Palabra, termina creyendo en algo increíble, algo misterioso, algo asombroso, algo que se presenta consistentemente a lo largo del Nuevo Testamento: que Jesucristo es igualmente, eternamente, 100% Dios, quien se humanó, y se dignó a tener carne y sangre humana.

Ahora podría decir, “pero no soy un erudito en griego, y no puedo verificar todos estos artículos y preposiciones y gramática griega. No puedo discutir del Nuevo Testamento griego cuando aparecen en la puerta de mi casa.”

No tiene que hacerlo.

Permítame darle la traducción literal de Juan 1:1. Saque un lápiz y prepárese para escribirlo en el margen de su Biblia. Aquí está. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. ¿Fui demasiado rápido? No se preocupe. Es lo mismo que tiene en su Biblia.

Ahora puede dividir este primer versículo en sus tres declaraciones increíbles:

  • Primero, en el principio era el Verbo. Esto declara que Jesús existe eternamente con Dios;
  • Segundo, Y el Verbo era con Dios. Esto describe a Jesús como alguien íntimamente cercano a Dios;
  • Tercero, Y el Verbo era Dios. Esto exige que Jesús sea nada menos que igual a Dios, igualmente divino pero separado en Persona y personalidad.

Ahora, ¿entiendo eso? ¿Comprendo el concepto de una Trinidad Divina?  No. No lo creo porque lo entiendo; Lo creo porque el evangelio lo declara.

Lo que sabemos por la palabra de Dios es que la Trinidad es tres personas, pero un solo Dios. El primer capítulo de la Biblia, Génesis 1 nos presenta a Dios usando el nombre Elohim.

Ese nombre es un sustantivo plural. Y en el versículo 26 de Génesis 1 leemos: Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… y creó Dios al hombre a su imagen…”

No son muchos dioses, sino Un Dios – una unidad misteriosa – Un Dios, tres Personas. Y la Biblia nos presenta a estos Tres como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Cada uno tiene diferentes funciones, pero cada uno en perfecta y armoniosa unión; cada uno igual en esencia, igualmente eternamente divino.

La trinidad no es: 1 + 1 + 1 = 3 dioses, sino 1 x 1 x 1 = 1 Dios.

No existe una buena analogía o ilustración para esto. Luchamos con entenderlo porque no conocemos algo similar.

Quizás podríamos asemejarlo muy imperfectamente:

  • A la trinidad del universo: espacio, materia y tiempo:
  • O el espacio: largo, ancho y alto
  • O el tiempo que existe en tri-unidad: pasado, presente y futuro
  • Dios, el Creador de todas las cosas, existe en perfecta comunión y relación trina como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Agustín, el brillante padre de la iglesia primitiva, caminaba por la orilla del mar cuando observó a un niño que había cavado un pequeño agujero junto a la orilla – iba y venía furiosamente con un pequeño balde del mar al pequeño agujero una y otra vez echándole agua. Agustín le preguntó: “¿Qué estás tratando de hacer?”

Y el niño respondió: “Estoy vertiendo el mar en este hoyo en la arena”.

¡Comprender o explicar la Trinidad en su complejidad es verter un océano de verdad infinita en una mente pequeña y finita!

Verdad #1 – Jesucristo es eternamente igual a Dios el Padre.

 

Verdad # 2 – Jesucristo no tuvo un principio como Dios el Hijo.

En otras palabras, aunque nació como un bebé en este mundo, el no tuvo un comienzo como Dios el Hijo.

Uno de los verbos griegos más interesantes aparece tres veces en el versículo 1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

El verbo era está en tiempo imperfecto, lo que expresa un estado continuo.

Y quiero señalar eso porque si quisiera parafrasear este versículo correctamente enfatizando el uso de este tiempo verbal diría:

  • En el principio era, y es, y siempre será el Verbo;
  • y el Verbo estuvo y está y siempre estará con Dios;
  • y el Verbo era y es y siempre será Dios.

Hay otra expresión que usa Juan para presentarnos la naturaleza y el carácter de Jesucristo. También aparece tres veces en este versículo.

La palabra que Juan usa tres veces, traducida, Verbo, es la palabra griega, logos.

Jesús es el logos eterno – el Verbo.

También puede traducir logos, como “La palabra, la razón o explicación”.

Inserte esa palabra en el versículo uno y verá cómo las implicaciones saltan de la página: Jesucristo, acostado en ese pesebre, es nada menos que la llegada física de la explicación de Dios.

En los días del apóstol Juan, había mucha confusión en cuanto al origen de las cosas y aún el mundo de los dioses.

Jenófanes, que vivió 500 años antes del nacimiento de Cristo, escribió: “Las conjeturas reinan sobre todos nosotros”.

Pero un hombre llamado Heráclito escribió correctamente que el universo operaba de acuerdo con un principio de orden unificado, que se puede detectar claramente si se observan cuidadosamente sus patrones.

En otras palabras, el universo tiene un Diseñador.

Según esta teoría de Heráclito, que vivía en Éfeso, siglos antes del nacimiento de Cristo, todas las leyes de la física, las matemáticas, la razón e incluso la moral se remontan a este principio ordenador. Y Heráclito lo llamó por primera vez con este mismo término. Él dijo: Todo apunta a un logos, un verbo divino.[ii]

No es casualidad que el Apóstol Juan, al escribir este evangelio – y muchos creen que lo escribió mientras vivían en la ciudad de Éfeso – seleccionara, bajo la inspiración divina, este mismo término. Juan nos dice que el principio divino que ordena todas las cosas es una Persona.

El Logos es el Mesías, el Hijo de Dios, la explicación de quién es Dios y cómo es Dios. Él nació de una virgen en Belén de Judea.

Entonces, cuando su hijo llegue a casa y le pregunta: “¿Qué tan grande es Dios… y ¿cómo es Dios?”

Puede decirle: mira a Jesucristo. Él es Aquel a quien verás un día, y cuando lo veas, verás a Dios en carne y hueso resucitado, glorificado, tal como lo serás tú, un día en el cielo.

Cuando alguien le pregunte, ¿Qué puede hacer Dios? ¿Él realmente existe? ¿Realmente sabe quién soy?

Solo dígales: Bueno, deje que Jesucristo responda eso… deje que Él le enseñe aquí en Su palabra.

Si alguien está preocupado, ansioso o sin esperanza y le dice: “Me siento tan perdido… tan pecaminoso… ¿qué significado tiene mi existencia? ¿Cómo puedo encontrar algún sentido en la vida?”

Dígale: Deje que Jesucristo dirija el camino.

Se nos ha dado lo necesario para saber de Dios, y encontrarnos con Dios, y conocer a Dios… y esperar ese día cuando nosotros, en persona, lo adoremos y sirvamos y vivamos con Él para siempre.

  

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2015

© Copyright 2015 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Adapted from Swindoll, p. 360

[ii] Adapted from Swindoll, p. 24