Lección 19: Demoliendo el ”Reino del Yo”

Pasaje Bíblico: Filipenses 2:7b-8a.
En este programa continuamos exponiendo este maravilloso pasaje que nos habla acerca de la humildad de Cristo, y nos enfocamos especialmente en los derechos que Él entregó al humanarse y venir a la Tierra.

En el mes de septiembre de 1607, el Capitán John Smith ganó una de las primeras demandas legales registradas en la historia.

            Algunos podrán recordar al Capitán Smith por haber estudiado historia de la civilización occidental. Él fue uno de los responsables de establecer la colonia de Jamestown, el primer asentamiento de peregrinos en Estados Unidos.

            Él fue el mismo hombre que fue rescatado por Pocahontas después de haber sido capturado por una tribu indígena local.

            Edward Wingfield, otro miembro de la colonia Jamestown a quien sinceramente no le agradaba John Smith, lo acusó públicamente de “mendigar como un canalla sin licencia.”

            John Smith respondió demandando a Edward por difamación, convocó un jurado y ganó el veredicto. En la economía de hoy en día, su indemnización fue de unos $10.000 dólares.

            El juicio y la demanda – todo fue un esfuerzo para defender su reputación.

            En nuestro último estudio, le conté acerca de un par de demandas (bastantes ridículas, a decir verdad) que no tenían nada que ver con defender la reputación personal. Estas eran simplemente el resultado del egoísmo de personas que buscaban a toda costa responsabilizar a otros por sus propios errores.

            Como el estudiante de la universidad de Princeton que escaló hasta el techo de uno de los edificios de la universidad – evidentemente un lugar donde no le correspondía estar. El terminó recibiendo una descarga eléctrica de parte de una de las maquinarias en el techo. Se enojó y demandó a la universidad – y ganó. Evidentemente el accidente fue culpa de la universidad, no suya.

            Me encontré también con un número de casos de personas que simplemente no estaban satisfechas con lo que la vida les había concedido y reaccionaban con una demanda.

            Uno de los casos más tristes que me encontré involucraba una pareja de chinos. El hombre era un exitoso y adinerado hombre de negocios, el cual se había casado con una hermosa y joven mujer. Lo que este hombre no sabía es que ella había gastado más de 100.000 dólares en cirugía plástica. Vi las imágenes del antes y el después y lo único que puedo decir es que los resultados eran sorprendentes. Parecía ser una persona totalmente diferente. Eventualmente tuvieron una bebita – la cual al crecer obviamente no se parecía en nada a su padre y tampoco a su madre. La mayor queja de este hombre era que su hija era demasiado fea. De hecho, el empezó a cuestionar la fidelidad de su esposa… este era obviamente la hija de otra persona.

            Ella finalmente le confesó que su hija realmente se parecía ella – antes de todos los cambios por las cirugías.

            Pero en vez de aceptar sus disculpas por haberle guardado ese secreto, y peor aún, en vez de aceptar a su hija…  él estaba ofendido de que su hija fuera tan fea según el – él no la quería – ella no encajaba con la imagen que quería tener como un exitoso hombre de negocios. Así que él se divorció de su esposa y luego la demandó por $100.000 dólares y ganó la demanda.

            Tristemente, mucho de lo que motiva este tema de las demandas legales no es nada más que un sentimiento de egoísmo, el afán por los derechos personales, mantener una imagen personal, o por defensa personal.

            Si va al corazón del asunto, es realmente todo acerca del yo, de mí, y lo que es mío.

            Varios años atrás, un diario publicó un artículo acerca de Kevin Baugh y su propio país el cual nombró, “La República de Molossia.” El tiene un uniforme hecho a la medida con cordones dorados y seis grandes medallas, junto con una banda de colores azul, blanco, y verde; y el responde al título de “Su Excelencia.” El artículo decía, “si nunca había escuchado de la Republica de Molosia, es porque esta consiste de la casa de tres habitaciones de Kevin y su propiedad de 5000 mt2 en el estado de Nevada, Estados Unidos.

            Él tiene un buen sentido del humor acerca de sus afirmaciones, registró el periódico. Él dice tener un programa espacial, señalando su cohete plástico a escala; él dice tener un sistema de trenes, pero solo son trenes de juguete; y su armada naval es simplemente un bote inflable que tiene guardado en el garaje.

            Y aunque el bromea acerca de todas estas cosas, el todavía habla en serio acerca de que ese es su reino.

            El reportero escribió, “este padre de 45 años es lo que se llama un micro-nacionalista – un grupo de personas que declaran que su propiedad es su propio reino privado. Kevin lo llama “el reino del yo.”[i]

            “El reino del yo”

            Estas pueden ser una serie de ilustraciones exageradas – pero revelan el potencial en el corazón de cada persona de plantarse firme por sus propios derechos… por su reputación… por defensa personal… por mantener una imagen… por sus propias vidas que realmente giran en torno al “reino del yo.”  

            Una de las formas en que nuestro Señor les enseñó a los cristianos en el primer siglo – y a nosotros hoy en día – a demoler esta mentalidad del reino del yo, fue inspirando un himno para la iglesia.

            Empezamos a analizar la letra de este himno que encontramos en Filipenses durante nuestro último estudio.

            Estamos en el capítulo 2… volvamos al versículo 5. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.

            ¿Qué tipo de sentir es este?

            Bueno, lo que Pablo hace después es citar – o quizás componer – este himno; no hay seguridad de que si Pablo estaba simplemente citándolo (algunos creen que Esteban, el mártir y uno de los primeros diáconos de la iglesia, escribió este himno) o si Pablo está componiendo el himno mientras escribe la carta.

            El componer himnos es una práctica que la iglesia ha tenido desde el principio – escribir himnos y canciones, y canciones espirituales para el beneficio de la iglesia para así aprender y memorizar verdades prácticas y doctrinales.

            Pablo está usando la letra de un himno aquí en los versículos 5-11 y al hacer esto, sellándolo como un texto inspirado por Dios. Lo que este himno hace es repasar la humildad de Cristo en su encarnación y como Cristo voluntariamente entregó sus derechos personales cuando vino a la tierra.

            Ahora, si miramos cuidadosamente, es posible notar que las primeras dos frases en este himno se refieren a la esencia de nuestro Señor – su divinidad.[ii]

           

La Esencia del Señor – Divinidad

            Note el versículo 6.  Siendo en forma de Dios.

            Esa no es una pregunta es una afirmación – una declaración de verdad. Y el verbo – existir – se refiere a una eterna pre-existencia. Jesús pre-existió en la naturaleza y esencia de la deidad como Dios el Hijo.

            Así que vimos en nuestro último estudio que el primer derecho que Jesucristo entregó cuando vino a la tierra fue

  • El derecho de vivir como Dios.

            En otras palabras, el abandonó la gloria de su pre-existente majestad y descendió a la Tierra.

            Luego Pablo escribe en la siguiente declaración, la verdad de que Jesús es igual a Dios el Padre.

            Pero Él no se aferró a aquello – él se privó de usar eso a su favor.

  • Así que dijimos que en segundo lugar, Cristo entregó su derecho de actuar como Dios.

            O sea, Él nunca uso su poder y atributos, los cuales el tenía todo el derecho de usar, para su propio beneficio.

            Pablo agrega que Jesús no solo entregó sus derechos de igualdad con el Padre, el de hecho – versículo 7 – se despojó a si mismo tomando forma – la naturaleza – de siervo.

            Aquel que es soberano desde la eternidad, ahora viene a la tierra y se convierte en un siervo, un esclavo.

            Él va a vivir con cosas prestadas y prácticamente no va a tener nada de su propiedad. El vacío sus manos del esplendor de su divinidad y de sus derechos divinos y se convierte en nuestro Salvador.

            Él es la única persona sobre la faz de la tierra que tenía todo el derecho de tener todo lo que quisiera y de hacer todo lo que se le antojara – Él literalmente entregó esos derechos para nuestro beneficio eterno y nuestra salvación.

 

La Semejanza del Señor – Humanidad

            Ahora lo que Pablo va a hacer es agregar a estas dos afirmaciones de la deidad de Cristo, dos afirmaciones de la humanidad de Cristo.[iii]

            Y voy a incluir esas dos afirmaciones bajo el título de otro derecho que Jesús entregó.

            Él no solo entregó su derecho de vivir como Dios y de actuar como Dios; en tercer lugar

 

  1. Jesús entregó su derecho de parecerse a Dios.

            Note el versículo 7 – la última línea – hecho semejante a los hombres.

            Podemos interpretar esto como que Jesús literalmente se unió a la humanidad – en otras palabras, él se convirtió en un miembro de la raza humana.

            La palabra que Pablo usa para semejanza viene del griego homoioma (ομοιωμα) y se refiere a algo que es hecho para que luzca como otra cosa, no solo en apariencia sino en realidad. Jesús no era un clon o algún extraterrestre disfrazado.[iv]

            Él no era Dios vestido de un traje de carne para engañar a todos.

            Él tuvo la misma carne y sangre que nosotros tenemos; Él experimentó las mismas limitaciones que nosotros tenemos; Él pasaría los mismos altibajos que nosotros pasamos en nuestra vida. Él sería objeto de las mismas emociones y sufriría las mismas tentaciones que nosotros sufrimos.[v]

            Sin embargo, lo que es interesante es que la palabra semejante nos informa – y Pablo es cuidadoso también al informarnos – que Jesucristo es realmente similar a nosotros, aunque diferente a partir de su excepcionalidad.

            Un autor escribió, “esta palabra aquí traducida semejanza busca mostrarle al lector que mientras la semejanza de Jesucristo a la humanidad era real, esta no expresa por completo la totalidad de su ser.”[vi]

            En otras palabras, Jesús es mucho más de lo que aparenta ser a simple vista.

            Como ya sabemos, Él no tenía una naturaleza pecaminosa, sino que tenía una naturaleza divina. Él fue tentado como nosotros, pero sin pecado.

            Él era un miembro completo de la humanidad, pero todavía era miembro de la trinidad.

            Así que, en algunos pasajes de la escritura, Jesús no parece ser más como un ser humano común, y en otros pasajes él va a pronunciar sus grandes afirmaciones de que él es Dios y/o igual a Dios el Padre.

            De hecho, en una ocasión, cuando los judíos entendieron bien que eso era lo que Jesús estaba afirmando ser, recogieron piedras para tirárselas, a lo que Jesús les dice: “Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Juan 10:32-33)

            Mire, ellos realmente no podían entenderlo más de lo que sus propios discípulos podían entenderlo – aunque los discípulos efectivamente creían en él.

            Que él era ambos Dios y hombre – el Dios encarnado.

            Piense en esto. Ahí está Jesús, absolutamente exhausto mientras duerme a través de un huracán, y el bote en el que él y sus discípulos están se mueve con violencia en medio del Mar de Galilea. Los discípulos estaban seguros de que iban a morir y Jesús esta tan cansado que está durmiendo en medio del caos. Ellos finalmente lo despiertan, él se para y ordena al viento y a las olas que se callen y la tormenta cesa (Marcos 4:39).[vii]

            Con dificultad podemos decirles a nuestros hijos, calla y obedecen. Cristo reprende al viento y las olas – a una tormenta mortal – les dice calla y hay calma instantáneamente.           

            Es por eso que los discípulos se preguntan unos a otros, ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen? (Marcos 4:41).

            ¿Sabe cuál es el problema?

            Cristo ha entregado su derecho de parecerse a Dios.

            O sea, el luce tal como cualquier otro miembro de la raza humana. Que está haciendo entonces un miembro común de la raza humana dándole ordenes al viento y al mar.

            Parte del problema es que Jesús fue hecho semejante a los hombres.

            Pablo enfatiza la humanidad de Cristo aún mas con una segunda frase. Note el versículo 8, estando en la condición de hombre.

            La Biblia de las Américas presenta una mejor traducción que dice: hallándose en forma de hombre

            Hallándose – simplemente significa que él fue hallado, fue reconocido, fue observado como un hombre autentico.[viii]

            En otras palabras, cuando las personas conocían a Jesús, él no era como un marciano con orejas puntiagudas y sin emociones y así todos reconocían inmediatamente que él era de otro planeta.

            No, cuando la gente conocía y hablaba con Jesús, ellos observaban y hallaban que era un ser humano común y corriente.

            Estando en la condición de hombre o hallándose en forma de hombre significa que cualquiera podía ir y reconocer que Jesús era un auténtico ser humano.

            Ahora, cuando leemos la frase en condición de hombre según la Reina Valera, o en forma de hombre según la Biblia de las Américas, la palabra en el  original aquí es la palabra squema (σκημα) y lo que hace esta palabra es reforzar la idea de que la apariencia externa del Hijo de Dios era absolutamente humana.

            Esta es la increíble realidad de Dios el Hijo – El Dios glorioso, eterno, Creador, la segunda persona de la trinidad convirtiéndose en Jesús, un bebe judío que al crecer, se ve tan normal como cualquier otro judío.

            Difícil de creer, ¿o no?

            La iglesia Católica medieval y la iglesia Ortodoxa no podía reconciliar la idea de que María fuera un ser humano común y corriente, e incluso que Jesús estuviera sujeto a los rigores de una vida normal; así que se escribieron unos libros Apócrifos y algunas leyendas para “arreglar” la historia, y hacer de Jesús todo menos normal.

            Por ejemplo, después de su nacimiento, una leyenda dice que mientras José y María y el bebé viajaban hacia Egipto, buscaron refugio en una cueva donde estaba tan frio que el suelo estaba cubierto de escarcha. Sin embargo, había una araña a la entrada de la cueva que reconoció a este santo bebé, así que tejió una telaraña tan gruesa en la entrada, que la cueva se volvió cálida y acogedora.[ix]

            Mientras viajaban, otra tradición dice que Jesús ordeno a los árboles que se inclinaran para que José pudiera recoger la fruta fácilmente; en otra ocasión, Jesús ordenó a un manantial de agua que brotara de las raíces de un árbol para saciar su sed; incluso, una noche en que María no podía dormir, ángeles aparecieron en el cuarto y tocaron música para que pudiera reconciliar el sueño.

            Otra tradición enseñaba que donde fuera que ellos viajaran, todos los animales se inclinaban ante ellos y todos los ídolos se desmoronaban en una pila de polvo.

            Además, los niños del vecindario de Jesús extendían sus mantas sobre el suelo para que él se sentara, y lo coronaban con guirnaldas de flores.

            Todos en Nazaret sabían que él era especial.

            Cuando Jesús eventualmente empezó su ministerio – el predicó en una sinagoga de su pueblo, Nazaret y cuando terminó, todas las personas dijeron sorprendidos, ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? (Mateo 13:55-56).

            O sea, ellos conocen a esta familia de toda su vida – ellos saben los nombres de los medios-hermanos y hermanas de Jesús.

            Y cuando Jesús termina su sermón en su pueblo, nadie en la sinagoga se para y dice, “¡lo sabía! Sabía que Jesús era diferente… Algo me decían todos esos milagros que hacia cuando era niño… por algo sospechaba de esa aureola que tiene sobre la cabeza”

            “¡simplemente lo sabía!”

            No, El texto nos dice en el siguiente versículo que se escandalizaban de él.  ¿Quién te crees que eres?

            Jesús había entregado su derecho de parecerse a Dios.

  • Siendo hecho semejante a los hombres – eso significa que él se unió a la raza humana
  • Siendo hallado en forma de hombre – eso significa que el escogió un rostro humano.

            Antes de su encarnación, Cristo estaba vestido de una gloria y esplendor que no podemos imaginarnos – invisible al ojo humano como lo son Dios el Padre y Dios el Espíritu Santo.

            Pero ahora Dios el Hijo se ha encarnado y el resultado es – que el luce tal como cualquier otro hombre de descendencia judía.

            Ahora, eso no suena tan mal, ¿o sí?

            ¿Que es lo tan terrible de ser hallado en forma de hombre? Lucimos bastante bien.

            No vemos nada tan terrible en el hecho de que Jesús escogiera ser parte de la raza humana y tener un rostro humano – porque no sabemos casi nada de su gloria, previa a su encarnación.

            Déjeme contarle una historia para ilustrárselo.

            Cuando mi esposa Marsha y yo nos decidimos a plantar la iglesia en Cary, nos mudamos a la casa que habíamos rentado y encontramos un desastre. Los antiguos residentes habían alojado alrededor de una docena de gatos – y usted imaginará lo que esto significa.

             Cuando fui a ver la casa por primera vez, había gatos sobre la mesa de la cocina comiendo los restos de comida de los platos – había gatos por todos lados.

            Estas familias se mudaron para otro lado – y los gatos se fueron con ellos.

            Me mudé a la casa un par de días antes de que Marsha y los bebes llegaran. Mi hermano menor viajó para ayudarme a limpiar la casa. La pintamos, la refregamos y la aspiramos.

            Un par de semanas más tarde, mi esposa y yo nos encontramos rascándonos los tobillos constantemente – unos puntitos rojos estaban apareciendo.

            Luego, una noche nuestros hijitos, de 5 meses en ese entonces, estaban sentados sobre la alfombra. Me agaché para quitarle una manchita negra de la mejilla de uno de ellos… estaba a punto de tocar la manchita cuando esta saltó… ¡era una pulga! La casa estaba infestada de pulgas.

            llamé a una compañía de limpieza profesional de alfombras… pero al parecer las pulgas disfrutaron del baño porque seguían ahí. Llamé a los exterminadores que rociaron toda la casa con sus productos – pero igualmente no había señal de quisieran rendirse.

            Finalmente, fui a la tienda y compré una bomba para pulgas que emitía un humo mortal. Las direcciones en la caja decían que una sola bomba se encargaría de los problemas en la casa, pero no lo hizo.

            Quizá las había molestado un poco, pero eso y nada más.

            Era tiempo de jugar en serio. Estaba planeando tomar unos días con mi familia y salir de la ciudad, así que volví a la tienda y compré no una sola bomba para pulgas, sino seis. Que importan las instrucciones, puse una bomba en cada habitación.

            Las encendí, salí de la casa, me subí al auto con mi familia y nos fuimos. Unos días más tarde volvimos a casa y al fin, ya no había más pulgas.

            No es que necesariamente odie las pulgas. De hecho, ni siquiera me importa si están vivas o muertas – simplemente no quería las pulgas en mi casa. ¿Pero como podía comunicarles el mensaje a esas pulgas de que el día de la bomba para pulgas estaba por llegar?

            “oigan, están en peligro, necesitan ser salvas de la ira del dueño de casa.” Como se les hace saber eso.

            Hay una forma en que se puede hacer… convirtiéndose uno mismo en una pulga.

            Ahora, yo no sé usted, pero a mí no me gustaría vivir la vida de una pulga; y, a decir verdad, nunca en la vida entregaría mi derecho de vivir como un ser humano para rescatar a una población de pulgas invasoras.

            Eso sería una humillación.

            Querido oyente, nuestro glorioso Dios entregó su derecho de vivir como Dios y actuar como Dios y parecerse a Dios para poder vivir y morir para que el mundo pudiera escucharan su mensaje del evangelio de salvación por fe – Querido oyente, el que Jesucristo se convirtiera en un ser humano como usted y yo es tan humillante como si nosotros decidiéramos convertirnos en una pulga.

            Pero Jesús fue aún mas allá en su demostración de humildad.

            Déjeme explicarlo con una pregunta: Si usted fuera Dios y supiera que iba a convertirse en un ser humano – y porque usted es Dios, es capaz de escoger su apariencia física, ¿cómo escogería verse?

            Si usted fuera capaz de escoger su rostro y su figura, ¿que escogería para usted? – siendo hallado en la forma de hombre.

            Hombres, podríamos escoger tener unos buenos abdominales, unos fuertes bíceps.

            Seamos sinceros, si pudiéramos escoger nuestra apariencia, toda mujer escogería ser algo así como su modelo favorita; los hombres seriamos como una combinación de Brad Pitt, Tom Cruise, Robert Redford, todos en uno.

            Pero, ¿como escogió el Hijo de Dios ser hallado en la forma de hombre?

            La única descripción física que encontramos de Jesucristo esta en Isaías 53:2 y dice no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.

            En otras palabras, él era un hombre común y corriente que ni siquiera era muy atractivo que digamos. ¡Imagínese!

            Ese fue el rostro y el cuerpo que Dios el Hijo escogió.

            El entregó su derecho de parecerse a Dios

            ¿Queda alguna duda de porque la gente asumía que Jesús podía ser cualquier cosa menos Dios encarnado… el Rey de Reyes en la apariencia de un judío común y corriente?

            Jesucristo voluntariamente entregó

  • El derecho de vivir como Dios
  • El derecho de actuar como Dios
  • El derecho de parecerse a Dios.

            Antes de terminar nuestro estudio por hoy… mantengamos esta exposición en contexto.

            Este himno de la iglesia del primer siglo no es solo un recordatorio del gran sacrificio de Cristo; es un mandato a imitar la humildad de Cristo.

            Comienza en el versículo 5 – Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús.

            Así que:

  • No pensemos simplemente, “Cristo es tan maravilloso y estoy tan agradecido de que Jesús hizo eso por mi porque yo no podría.”
  • No estemos satisfechos con pensar, “El Señor puede hacer eso, pero obviamente entiende que yo no.”

            Yo tengo que plantarme firme por mis derechos… yo tengo el derecho a vindicarme… No puedo permitir que me pasen por encima. Si alguien me trata mal, te aseguro que va a arrepentirse.

            Voy a defender el reino del yo.

            Querido oyente, rinda su deseo de vindicarse y defenderse y ocultarse detrás de las paredes de su reino del yo.

            Un querido amigo, Robert Smith, me contó acerca del trágico evento que rodeo la muerte de su hijo, 4 años atrás. Antonio tenia 34 años; él estaba trabajando tarde en la noche en su restaurante cuando un intento de robo se salió de control y el ladrón le disparó, matándolo.

            Este mes vi un artículo en una revista cristiana y reconocí a Robert en una foto… el articulo me actualizó acerca del estado de las cosas.

            El escribió, “Durante el juicio pude ver al asesino de Tony que para ese entonces tenía 18 años. Vi a su madre y algunos de sus familiares llorando mientras el juez lo sentenciaba a varios años de prisión. Después de la muerte de nuestro hijo, la cual no parecía tener ningún sentido o valor, lo que el Señor me estaba preguntando en mi corazón era, “realmente crees el evangelio que predicas?”

            Sabia como explicar, ilustrar, y aplicar perdón desde el punto de vista bíblico; ahora Dios me estaba desafiando… que debía, en su gracia, vivir en base a ese perdón.

            30 años antes de la muerte de Tony, yo también había estado trabajando en una tienda un Sábado por la noche cerca de las 11:30 donde unos ladrones entraron y nos encañonaron. Dios me protegió en esa situación. Estaba luchando con él porque Dios me protegió a mí, pero no a Tony.

            Dios me ha estado preparando para reflejar el perdón que Jesús demostró al morir por los injustos.

            He perdonado al asesino de Tony. Confieso que el dolor del recuerdo sigue allí, pero el insoportable dolor que sentía al principio ha sido absorbido en el amor de Dios.

            En septiembre de 2012, finalmente envié una carta a este joven, pidiéndole que me agregara a su lista de visitantes autorizados para poder así ir a visitarlo en la cárcel y predicarle el evangelio. Unos meses atrás el me agregó a su lista.

            Por la gracia de Dios, prontamente veré al joven cuyo rostro fue el último que mi hijo vio antes de llegar a la presencia del Señor.

            Wow… esa es la actitud de Jesucristo, quien abandono sus derechos y dejó lo que el merecía tener por amor y por gracia.

            Jesucristo entregó su derecho de vivir como Dios, actuar como Dios y lucir como Dios.

            En humildad, Cristo finalmente entregará su vida. El entregará su derecho de ser tratado como Dios.

            Para el creyente y la iglesia, esta actitud de abnegación y sacrificio no es opcional, es esencial.

            Eso es a lo que llamamos, “demoler el reino del yo.”

            Adoptando el reino y el carácter de Cristo.

            Y mientras abandonamos voluntariamente nuestros derechos unos por otros, el evangelio es validado y Cristo es definitivamente exaltado.

 

    

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el día 08/03/2015

© Copyright 2015 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

[i] Chicago Tribune, 7-3-08; citation: www.preachingtoday.com/illustrations/2008/september/3092908.html


[ii] Tremper Longman III & David E. Garland, General Editors; The Expositor’s Bible Commentary: Volume 12 (Zondervan, 2006), p. 220

[iii] Ibid


[iv] John MacArthur, Philippians, Moody Publishers, 2001), p. 130


[v] Sam Gordon, Philippians: An Odyssey of Joy (Ambassador, 2004), p. 81


[vi] J.A. Motyer, The Message of Philippians (IVP Academic, 1984), p. 114


[vii] Edited from Dennis E. Johnson, Philippians (P& R Publishing, 2013), p. 128


[viii] G. Walter Hansen, The Pillar New Testament Commentary: The Letter to the Philippians (Eerdmans, 2009), p. 153


[ix] William Barclay, The Gospel of Matthew (Westminster, 1975), p. 35