Lección 3: Maravillosa Gracia

Pasaje Bíblico: Mateo 1.
La mayoría de la gente sabe que el relato de David y Betsabé es una historia infame de adulterio, conspiración y asesinato. Pero hay más en en la historia que solo eso. De hecho, dentro de la genealogía de Jesús escrita en el primer capítulo del evangelio de Mateo, tanto David como Betsabé figuran como antepasados del Rey de Reyes. Al nombrar a esta pareja aquí, la Biblia revela su arrepentimiento, el perdón de Dios y, en última instancia, la maravillosa gracia de Jesús disponible para todos nosotros.

Introducción

En su libro, El mito del pasto más verde, J. Allen Petersen escribe estas sabias palabras: El llamado a la fidelidad es como una voz solitaria que clama en el desierto de hoy. Lo que una vez se llamaba adulterio y conllevaba un estigma de culpa y vergüenza, ahora se lo llama una aventura – una palabra que suena bastante agradable, casi placentera, envuelta en misterio, fascinación y emoción. Ahora se llama relación, no pecado. Lo que una vez se mantenía detrás de escenas, escondido como un secreto muy bien guardado, ahora está en los titulares; ahora es el tema de toda una película o novela; La infidelidad se ha vuelto ahora tan común como un resfriado.[i]

La verdad es que la infidelidad es idolatría; es colocar el deseo personal por encima de la obediencia a la palabra de Dios. Idolatría es buscar algo en la vida que hemos puesto por encima de Dios – lo hemos puesto en primer lugar – que es donde Cristo debería estar en nuestras vidas.

No es necesario estudiar y observar profundamente nuestro árbol genealógico para poder encontrar algunos antepasados ​​que se entregaron a los ídolos en lugar de ir en pos de Cristo.

Y la verdad más dura es que no tenemos que mirar nuestras propias vidas con mucho detenimiento para descubrir en qué áreas o momentos hemos estirado el cuello para ver por encima del cerco de los límites claros de Dios: deseando los ídolos, creyendo el mito de que el pasto (o césped) es más verde del otro lado.

Ese pasto más verde podría ser la invitación seductora a perseguir los ídolos de la comodidad personal o el dinero o su carrera o sus intereses personales o algo más grande, mejor, más nuevo, más rápido y más brillante. Pero el mito finalmente abre paso a la realidad, ¿no es así?

En lugar de pasto más verde, lo que descubre es el matorral de malezas, espinos y plantas venenosas que pueden dañar y lastimar y aplastar y paralizar aún al cristiano más fuerte entre nosotros.

Cuando estudiamos el árbol genealógico de Jesucristo, podemos encontrar advertencias en la forma de las biografías de hombres y mujeres que mordieron el anzuelo. Saltaron la cerca, por así decirlo, de la palabra de Dios y descubrieron por sí mismos la triste verdad de ese pasto más verde.

Le invito a que abra su Biblia una vez mas en el primer capítulo del Evangelio de Mateo.

Mientras encuentra el pasaje, le cuento que mientras estudiaba me acordé cómo hace unos años, uno de mis hijos estaba limpiando matorrales y escombros de la parte trasera de nuestro jardín. No teníamos idea de que entrelazado en los matorrales había hiedra venenosa. Al día siguiente, nos fuimos de vacaciones, pero 2 días después, él tenía las manos y los brazos hinchados, tenía mucha picazón y se sentía tan mal que volvimos temprano de las vacaciones para poder llevarlo al médico.

Las plantas venenosas que pueden dañar su corazón, su mente, su cuerpo y su espíritu se esconden sutilmente en lo que parece una hierba verde y atractiva.

En nuestro estudio de hoy, lo que quiero hacer es centrar nuestra atención en las vidas de dos personas que saltaron la valla de la fidelidad y aterrizaron en un matorral de problemas.

Pero lo que es más importante, lo que quiero hacer hoy es descubrir la obra de la gracia – algo que abunda en esta genealogía – la gracia de Dios en la vida de dos pecadores arrepentidos. Para Israel, este evento es una de las manchas más oscuras de su historia, pero para Jesús, resulta ser una de las mayores oportunidades para mostrarnos por qué nació en un pesebre, hace 2.000 años atrás.

Maravillosa Gracia

Si ya tiene su Biblia abierta en Mateo capítulo uno, notará que allí no solo se mencionan un par de nombres, sino que este capítulo prácticamente abre una caja de recuerdos extremadamente vergonzosos.

Leamos el versículo 6. Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.

Ahora, ¿por qué Mateo incluye ese detalle? ¿porqué quiere recordárnoslo? ¿Por qué no mejor pasar por alto ese escándalo y conservar un poco la dignidad de David? En todo caso, Mateo pudo haber escrito el versículo 6: “Isaí engendró al rey David y el rey David engendró a Salomón – siguiente versículo – Salomón engendró a Roboam” etc.

¿Por qué la necesidad de insertar este comentario bastante inusual en un documento genealógico legal?

Leí sobre una mujer adinerada que contrató a un autor conocido y le pidió que la ayudara a investigar su genealogía para luego publicar su historia familiar. Mientras se adentraba en la investigación, descubrió que a uno de sus parientes lejanos lo habían condenado por asesinato y lo mandaron a la silla eléctrica.

El autor un dia le dijo: “Mire, soy un autor honesto, tengo que incluir a este hombre en su genealogía”. Ella le rogó que dejara al hombre fuera de su árbol genealógico. Él no se dejó persuadir.

Ella finalmente le dijo: “Mire, si incluye lo que le sucedió, al menos escríbalo de tal manera que la gente no sepa exactamente que murió en la silla eléctrica en prisión “. Y el autor accedió.

Cuando el libro estaba listo para imprimirse, esta mujer se apresuró a buscar la página que hablaba de su antepasado. Después de la mención de su nombre, decía lo siguiente: “En un momento de su cautivadora vida, él ocupó la silla de electricidad aplicada en una de las instituciones más conocidas de Estados Unidos. Estuvo tan apegado a su posición que murió en el arnés”. Asi es como se arregla una historia.

¿No debería Mateo arreglar las partes vergonzosas de la genealogía del Mesías?

Uno llega a esta parte de la genealogía y como que quisiera decirle a Mateo que guarde silencio. “Mantén esa parte de la historia en secreto”. Y es como si Dios dijera: “Mateo, detente allí y agrega este comentario que recuerde al lector de la infidelidad de David. No lo pases por alto”.

Dios no está interesado en pulir la historia. No le interesa poner a la gente en pedestales. Él está interesado aquí, desde el principio, en insistir en el hecho de que Jesús había venido a morir por los pecadores.

Regrese y échele otro vistazo al versículo 6: y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.

Dios no oculta este escándalo debajo de la alfombra. ¿Por qué? ¿Porque Dios le hace la vista gorda al pecado? ¡Absolutamente no! De hecho, su Hijo va a morir por ese pecado y por todos los demás.

Esta es la lección: la genealogía de Jesús está declarando las buenas nuevas del Evangelio. Jesús no es solo un Rey, es el Rey de gracia. Jesús nació para poner un rostro a la doctrina de la gracia salvadora y redentora.

Entonces, el Espíritu de Dios a través de Mateo evidentemente quiere que todos recordemos esta escandalosa historia cuando leemos la genealogía de Jesús, el Mesías.

Lo que nos lleva de regreso al relato completo de esa historia que se encuentra en el Antiguo Testamento, específicamente el Libro de Reyes.

Solo tenemos tiempo para repasar esta historia brevemente. Como tantos reyes después de él, David finalmente mordió el anzuelo del mito del pasto más verde. La verdad es que David lo había estado mordisqueando durante décadas.

Hay un mandato que encontramos en el capítulo 17 de Deuteronomio, dado específicamente por Dios para los reyes de Israel. Dios ordenó que no debían multiplicar caballos, que representaban los ídolos del poder militar. No debían multiplicar plata y oro – los ídolos del poder financiero; y no debían multiplicar esposas – los ídolos del poder sexual y político (ya que muchas alianzas políticas se sellaban cuando el rey se casaba con alguna princesa de otro reino).

David pasó las dos primeras pruebas con gran éxito. Él no cayó en la trampa de depender de su ejército y no hizo del dinero su ídolo.

Pero este tercer anzuelo finalmente atrapó su corazón. Durante 20 años, él había estado jugando con el pecado sexual. Al parecer, el creyó que podía manejarlo – que podía mantener esa vida sin mayores problemas.

Él no cree que sea alérgico a la hiedra venenosa y permite que las primeras enredaderas comiencen a envolverse alrededor de sus pies.

Veinte años antes de su escándalo con Betsabé, él ya había comenzado a pecar al alejarse del patrón ordenado por Dios para el matrimonio – un hombre y una sola mujer.

Primero, él se había casado con Mical, la hija del rey Saúl. Mientras David escapaba de Saúl, él le dio a su hija a otro hombre; pero más tarde David recuperó a su esposa. Él luego se casó con Abigail y después con Ahinoam. Más adelante, cuando se muda a Hebrón, se casó con cuatro mujeres más.

Cuando finalmente comienza su reinado oficial en la ciudad capital de Jerusalén, él continúa agregando más esposas a su colección; y luego, con el tiempo, deja de lado el hacer cualquier tipo de compromiso matrimonial y simplemente agrega más concubinas a su creciente harén. Esto es lo que hacían los reyes. Pero esto no es lo que Dios deseaba.

Durante 20 años, David ha estado persiguiendo el mito de que el pasto es más verde del otro lado de la cerca y finalmente termina protagonizando el escándalo del siglo – en un caso lleno de lujuria, abuso de poder y una conspiración para asesinar a su amigo.

A todo esto, este no es solo un problema de David. Esta genealogía es una advertencia para todos nosotros. Comentando sobre el pecado de David con Betsabé, el pastor Chuck Swindoll dijo algo muy cierto en cuanto a la lujuria. El dijo que la lujuria nunca se queda sin ideas. Si cierra la puerta con llave, se meterá por la pantalla del televisor; le guiñará un ojo desde una revista en la sala de estar. La tentación siempre sabrá como buscarlo.

Una de las razones por las que los campos prohibidos de lo que parece ser pasto más verde son tan atractivos para nosotros es que escuchamos los comerciales e ignoramos las consecuencias. Solo queremos escuchar el lado positivo.

Y no solo eso, le cambiamos el nombre a los pecados para que suenen más atractivo. Llamémoslo un estilo de vida alternativo; llamémoslo un rito de iniciación; un primer amor. Llamémoslo “permisible” porque hubo “consentimiento mutuo”.

De hecho, saquemos la palabra “seguro” del diccionario y conectémosla a la actividad sexual prematrimonial y extramatrimonial para que una generación de personas crea en el mito de que el pecado es seguro.

Alabemos todo eso en los comerciales – hagamos de eso el tema de las películas y la música para que nadie se detenga a considerar las consecuencias.

Pero, querido oyente, si hay consecuencias. Hay consecuencias espirituales y físicas. En Estados Unidos, trece personas mueren todos los días de solo una de las tantas enfermedades de transmisión sexual.[ii] ¡Trece personas al día!

Permítame poner eso en perspectiva. Quizas tenga la edad suficiente para recordar la epidemia SARS del 2002 y todo el pánico que hubo por ese virus. Finalmente se logró controlar. Pero luego surgió una nueva cepa que causó insuficiencia renal.

Era noticia de primera plana todos los días; las Naciones Unidas participaron, las organizaciones sanitarias mundiales colaboraron y la gente tenía que ponerse mascarillas en los aeropuertos y centros comerciales.

De hecho, llegó a considerarse una crisis mundial. Antes de que se desarrollara el tratamiento (algo que tardaría unos 2 años), la cifra de muertos en Estados Unidos llegó a 50 personas.[iii]

No quiero minimizar sus muertes, pero quiero señalar que solo por una de las tantas enfermedades de transmisión sexual, 50 personas murieron la semana pasada.

De hecho, el año pasado, más de 100 millones de personas fueron diagnosticadas con una enfermedad de transmisión sexual.[iv]

Un autor estimó que una persona en el planeta es diagnosticada con una enfermedad de transmisión sexual cada 45 segundos.

Evidentemente, no es “seguro” después de todo. Querido oyente, el pecado nunca es seguro. No es seguro espiritualmente y tampoco físicamente – que resulta ser el sistema de advertencia incorporado por Dios que tenemos.

De las 110 millones de personas que ahora están infectadas, muchas de ellas de manera incurable, muchas de ellas de manera terminal, 55 millones de ellas tienen entre 15 y 19 años. Eso si que es una pandemia.[v]

Y eso nunca sale en las noticias. ¿Por qué? Porque nuestro mundo no quiere desalentar las actividades pecaminosas de nadie, incluso si se precipitan hacia un prado lleno de hiedras venenosas. En lugar de construir vallas a su alrededor, nuestra cultura y nuestra naturaleza pecaminosa construyen puentes hacia todo esto.

Bueno, David ha estado quitando esa valla durante 20 años. Y ahora, a sus 50 años, ve a Betsabé desde la azotea de su palacio. A pesar de que pronto se le informa que ella es una mujer casada; de hecho, casada con uno de sus hombres valientes que habían luchado con él desde los días en que huía del rey Saúl y vivía en una cueva.

¡Que importa! David manda a traerla. Y en resumen, ambos cometen adulterio y luego él la envía de vuelta a casa como si nada hubiera pasado.

La mayoría de las personas conocen la historia David y Betsabé. Sin embargo, lo que quiero hacer ahora es llevarlo detrás del escenario a lo que se convierte en uno de los testimonios más maravillosos del evangelio de la gracia.

La buena noticia es que David confiesa su adulterio y conspiración para asesinar a Urías, el esposo de Betsabé. El confiesa su pecado con profundo y genuino arrepentimiento.

El Salmo 51 registra su agonizante y auténtica confesión y arrepentimiento ante el Señor. Y tenemos amplia evidencia de que Betsabé también se arrepintió. En lugar de que su relación de pareja se arruinara por la culpa (ellos terminan casándose), ellos tienen un bebé que termina siendo el heredero al trono de David. Betsabé se une al árbol genealógico del Mesías.

En 2 Samuel 12 se nos dice que Betsabé dio a luz a ese hijo, a quien David llamó Salomón.

En realidad, Salomón tenía varios nombres y, en los días del Antiguo Testamento más que en la actualidad, los nombres eran muy significativos.

Los padres les solían poner un nombre a sus hijos que esperaban y oraban que ejemplificaran cuando crecieran.

David llamó a su hijo “Salomón” porque ese nombre deriva de la palabra hebrea Shalom, que significa paz. David esperaba que Salomón tuviera un reino diferente al suyo; un reino sin guerra y con muchos años de paz.

El Señor también le puso un nombre a Salomón. En 2 Samuel 12:24-25, leemos que Jehová amó a Salomón y envió un mensaje por medio de Natán profeta; y llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová. Jedidías significa “amado por Jehová”.

El profeta Natán anuncia este segundo nombre profético. De hecho, muchos eruditos del Antiguo Testamento creen que Natán, este sabio y valiente profeta, se convirtió en el tutor de Salomón.[vi]

¿Puede imaginarse, al crecer, escuchar que Dios le puso su segundo nombre que tiene un significado especial? Piensa, “¡Cómo me gustaría tener un segundo nombre especial como ese! Si tan solo tuviera ese tipo de palabra de Dios; ese tipo de atención profética, un nombre especial de Dios tendría muchos menos sentimientos de ansiedad – momentos desalentadores y dudas”. ¿En serio?

Como creyentes, Dios nos ha dado muchos nombres especiales como: Santo, Hijo de Dios, novia de Cristo, embajador, amigo, cristiano. ¡Maravilloso! ¿cierto?

Salomón tenía otro nombre que aparece en el libro de Proverbios: es el nombre Lemuel. El famoso capítulo 31 de Proverbios comienza con las palabras: Palabras del rey Lemuel; la profecía que le enseñó su madre. Lemuel simplemente significa “para Dios”.

Estoy de acuerdo con los eruditos del Antiguo Testamento que creen que Lemuel fue un nombre de dedicación que la madre de Salomón usó para llamarlo. Este era el nombre que ella usaba para él; un apodo, por así decirlo, que usó incluso en los años de madurez de Salomón.

Este fue el testimonio de que Betsabé había dedicado a Salomón a Dios y no quería que Salomón lo olvidara. De hecho, ella misma se había arrepentido de su pecado, estaba siguiendo a Dios y deseaba que su hijo lo hiciera también.

Sus malas decisiones solo la habían llevado al desastre, al dolor, al pecado y a la culpa. Pero Dios la había perdonado y, más que nada, esta mujer cambiada quería que Salomón nunca olvidara que la única vida que vale la pena vivir es una vida dedicada a Dios.

¿Y cuál fue la actitud de Salomón hacia ella? Un enorme respeto cada vez más profundo.

No tenemos muchos detalles de la vida de Betsabé. De hecho, solo la vemos en el famoso episodio con David y luego años más tarde cuando su hijo Salomón se convierte en rey. Ahora “¿qué le pasó a Betsabé durante todos esos años?”

Quizás tenga la tentación de pensar, “¿A quién le importa? Su testimonio no es más que un triste episodio en la vida de David”. Bueno, le invito a reconsiderar su opinión.

Permítame leer lo que Salomón aprendió de su madre y ahora escribe en su libro de Proverbios.

Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre; Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas (Proverbios 1:8-10).

Imagine la sabiduría y el carácter piadoso de su madre Betsabé que le dió esa advertencia.

Me gusta como alguien parafraseó parte del capítulo 6 de Proverbios. Dice: “Amigo, sigue el buen consejo de tu padre; no te desvíes de las enseñanzas de tu madre. Envuélvete en ellos de la cabeza a los pies; Úsalos como una bufanda alrededor de tu cuello. Dondequiera que camines, estos te guiarán; siempre que descanses, te protegerán; cuando te despiertes, te dirán lo que sigue. Porque un buen consejo es un faro, buena enseñanza es una luz, la disciplina moral es [el camino hacia] la vida”.

Créele a tu padre… escucha a tu madre.

Betsabé era una mujer cambiada; madura, sabia y digna de escuchar su consejo.

De hecho, piense en que Salomón escribirá su descripción de una mujer virtuosa en Proverbios 31, y comienza con esta increíble frase: Las palabras del rey Lemuel. Estas son las verdades que le enseñó su madre.

Betsabé nunca escribirá un libro, pero se hará alusión a ella una y otra vez en el Libro de Proverbios.

Descubrirla aquí en la Genealogía de Jesús no es una mancha en el registro, es una joya – una gema que brilla con perdón y gracia.

Conclusión

Permítame hacer un par de observaciones a partir de nuestro estudio – tanto del fracaso de Betsabé como de su evidente arrepentimiento y sumisión a Dios.

  • Número 1: El fracaso pasado no borra el potencial de convertirse en una influencia piadosa más adelante en la vida.

Imagínese quién le está diciendo a Salomón estas palabras, que encontramos en Proverbios 31:10: Salomón, una esposa virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su valor sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. Escucha esto, el corazón de su marido está confiado en ella.

Me imagino que Betsabé le enseñó esa verdad con lágrimas en los ojos. Ella le fue infiel a su marido, y sin duda vivió con el dolor de saber que su infidelidad condujo indirectamente a la conspiración y asesinato de su marido.

“Yo estuve involucrada en el engaño; Estuve involucrada en el encubrimiento; Estuve involucrada en el silencio. Yo fui de todo menos una esposa digna de confianza”.

“Salomón, créame: la integridad en la vida de una persona no tiene precio, vale más que todos los diamantes del mundo”.

  • En segundo lugar, es posible que una persona impía se arrepienta y se convierta en un consejero sabio.

Escuche mientras Betsabé le enseña a Salomón acerca de la mujer virtuosa: fuerza y honor son su vestidura y se ríe de lo por venir.

Si no fuera por su arrepentimiento y la restauración de su Dios vivo y verdadero, Betsabé no habría tenido razón alguna para sonreírle al futuro.

De hecho, todo indicaba que se convertiría en una mujer amargada e infeliz;

  • ella podría haber pasado el resto de su vida culpando a David por abusar de su poder y posición como Rey;
  • ella podría haber puesto excusas por su pecado;
  • ella podría haber culpado a Dios por la forma en que su vida se había desarrollado – por la muerte de su esposo; la muerte de su primer hijo; y así sucesivamente.

En algún momento durante esos años silenciosos después de casarse con David, ella asumió la responsabilidad de su propio pecado, se arrepintió y luego dedicó su vida a criar un hijo que ella había dedicado a Dios.

Sin duda, de vez en cuando lloró en silencio al recordar su pasado, pero Solomon escribe que también sonrió al contemplar su futuro.

  • Una observación más: la gracia de Dios se puede encontrar obrando en su vida, sin importar cómo haya sido su pasado.

En otras palabras, las consecuencias de pecados pasados ​​que, de hecho, pueden durar toda la vida no eliminan el potencial del fruto del Espíritu en su caminar con Dios hoy.

La verdad es que ella tuvo que vivir con los susurros y las miradas de los demás. Ella tuvo que vivir con los chismes y el estigma de su pecado. Es más, hasta el día de hoy, Betsabé no es uno de los nombres más populares para niñas debido a ella.

Sin embargo, ella se convirtió en una mujer cuyo nombre representaría para siempre el testimonio de una segunda oportunidad, y la verdad de que un pasado pecaminoso no destruye el potencial de un futuro piadoso y un legado que honre a Dios.

Es más, Dios en su gracia permite que ella sea parte de la genealogía del Señor Jesucristo. Ella aparece en Mateo capítulo 1, interrumpiendo la lista de padres e hijos en la familia de Jesús, no para deshonrar a David, sino para glorificar a Dios.

Ella se encuentra en esta lista como un testimonio de la compasión, la misericordia, el perdón y la gracia de Dios.

Concluyo con la letra de un himno con el que Betsabé se sentiría muy identificada – al igual que usted y yo. Dice:

¡Gracia admirable del Dios de amor
Que excede a todo nuestro pecar!
Cristo en la cruz por el pecador
Su vida ha dado. ¡Qué amor sin par!

Nunca tu mancha podrás limpiar
Si no en la sangre del buen Jesús;
En ella, sí, la podrás lavar,
Hoy sin cesar fluye de la cruz.

¡Gracia! ¡Gracia! ¡Gracia de Dios que nos da perdón!
¡Gracia! ¡Gracia! ¡Gracia que limpia el corazón!
[vii]

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2017

© Copyright 2017 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

[i] Adapted from J. Allen Petersen, The Myth of the Greener Grass (Tyndale House, 1984)

[ii] www.cdc.gov/hepatitis/statistics/2010surveillance/commentary.htm

[iii] Robert Jeffress, The Solomon Secrets (Waterbrook Press, 2002), p. 118

[iv] https://www.nytimes.com/2017/09/29/health/chlamydia-syphilis-gonorrhea.html

[v] Adapted from Ibid

[vi] John Phillips, Exploring Proverbs, Volume One (Kregel, 1995), p. 18

[vii] ulia H. Johnston––1916, Grace Greater than our Sin