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Trayendo Sabiduría a su Lugar de Trabajo

A través de Salomón, Dios nos enseña algunas lecciones importantes, sobre cómo tener sabiduría todos los días para trabajar.

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¿En qué lugares de su vida cotidiana es más fácil perder su testimonio?  Imagino que puede pensar inmediatamente en su lugar de trabajo. Es ahí donde interactuamos con los incrédulos, nos encontramos rodeados de hábitos nada bíblicos y es donde nuestros esfuerzos por vivir en integridad y humildad para nada son apreciados. Súmele a esto un alto nivel de estrés con altas expectativas y a menudo podrá encontrarse en la tormenta perfecta.

Francamente es difícil sacar adelante una jornada laboral con sabiduría. Afortunadamente, Dios inspiró al hombre más sabio de la historia de la humanidad para que nos enseñe algunas lecciones importantes sobre cómo tener sabiduría todos los días para trabajar. Además de las normas de la empresa y los memorandos de oficina, abramos el manual de la sabiduría de Salomón y echemos una mirada más de cerca.

OBEDEZCA A LA AUTORIDAD.

Salomón escribe en Eclesiastés 8:2 “Obedece al rey, porque lo has jurado ante Dios”.

Este versículo puede recordarle Romanos 13, donde Pablo ordena a los creyentes que se sometan a la “autoridad del gobierno”. Sin embargo, Salomón usa una palabra aquí, traducida como “rey”, para referirse a otras personas y no solo a los políticos. Esta palabra se refiere a cualquier persona con autoridad terrenal sobre otra. Puede traducirse como “supervisor” o “jefe”.

Salomón nos recuerda, que cuando obedecemos a la autoridad, finalmente estamos obedeciendo a Dios, y que fue Él quien puso a esa persona en posición de autoridad. Cuando usted obedece a su jefe, está obedeciendo directamente al Señor.

TENGA PACIENCIA EN EL PROCESO.

Salomón añade a este versículo: “No te apresures a salir de su presencia” (Eclesiastés 8:3).

Solomon no está diciendo que evite salir corriendo del trabajo para irse a su casa; sino que debe tener una actitud de paciencia en su relación con las personas que trata en el trabajo.

En otras palabras, la sabiduría no toma decisiones precipitadas ni responde en base a la emoción del momento. Tome tiempo para desarrollar una respuesta sabia y, luego, entréguela con cuidado y consideración.

DEMUESTRE LEALTAD A LA OFICINA.

Este consejo práctico, no significa que usted respalde ciegamente a su empresa sin importar lo que ellos hagan. De hecho, lo animo a estar al tanto de las posiciones que toma su empresa en cuanto a las donaciones que hacen a organizaciones o a candidatos políticos.

Salomón se está refiriendo aquí a un comportamiento lleno de gracia. Nos anima a no devolver mal por mal y a negarnos a buscar venganza cuando somos calumniados de manera personal. Esta verdad aplica para todas las relaciones en el trabajo, pero es especialmente importante en la relación con su gerente.

Cuando la tensión aumenta y los ánimos explotan, el supervisor o compañeros de trabajo suelen estrellarse con los demás. En este caso, tenga cuidado con su respuesta. No se involucre en los insultos que van y vienen o que se leen en las redes sociales, en el sitio de trabajo o inclusive en los debates presidenciales. Cualquier palabra desagradable terminará manchando su testimonio personal para Cristo.

El mundo contraataca, grita más fuerte y lanza peores insultos, pero los seguidores de Jesús obedecen a su Maestro y simplemente ponen la otra mejilla.

NUNCA PEQUE CONTRA DIOS.

Necesitamos aclarar el principio de la obediencia a la autoridad y animarle a que fije los mismos límites que usaron Pedro y los apóstoles en Hechos 5:29:

“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Debe obedecer las “instrucciones” de sus autoridades terrenales, a menos que le pidan que viole las de la Palabra de Dios. Conozco personalmente a creyentes que han perdido sus trabajos, porque se negaron a ir en contra de las Escrituras. Es posible que hayan perdido relaciones, carreras y promociones, pero a cambio obtuvieron la aprobación de Dios cuando se negaron a comprometer sus principios. Obedecer al Señor vale mucho más que los títulos, las promociones y los aplausos terrenales.

NUNCA HABLE FUERA DE TIEMPO.

Una persona sabia permanecerá en silencio, no porque tenga miedo o porque no sea capaz de opinar, sino porque espera el momento indicado para hablar.

Salomón exhorta: “el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio. Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él” (Eclesiastés 8:5-6).

Si tiene necesidad de hablar, no lo haga con ira o de manera inoportuna y descortés. ¡Respire hondo y cuente hasta 10! Tómese la tarde y hasta el día siguiente para ensayar, tanto el tono como el contenido de sus palabras. Luego comunique lo que tiene en su corazón con una actitud de gracia y amor.

Santiago, el medio hermano de Cristo, nos recuerda que la lengua es la parte más peligrosa de todo nuestro cuerpo. Él escribe:

¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!. . . es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Santiago 3:5, 8).

Domar la lengua es un proceso que toma toda la vida, y puede salvar matrimonios, amistades y trabajos. Santiago continúa en el capítulo 3, animándonos con algo que hace eco de las palabras anteriores de Salomón:

“¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? …. Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” (Santiago 3:13).

¿Quiere ser sabio? Lleve la sabiduría con usted al trabajo.

Este artículo ha sido traducido y adaptado con el consentimiento de su autor.

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