Preguntas Sabiduría

¿A cuál miembro de la Trinidad debemos orar?

María preguntó: “Cuando oramos, ¿a quién se supone que debemos orar? Al crecer, me enseñaron a pedirle al Espíritu Santo la “iluminación”. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, nos enseñó a orar el “Padre Nuestro”. En el Antiguo Testamento, Dios se revela a sí mismo como Jehová. ¿Y que acerca de los católicos que le rezan a los santos?

 

Gracias María por su pregunta.

La oración es una experiencia extraordinaria, porque cada miembro de la Trinidad está directamente involucrado en nuestras oraciones. En un momento voy a indicar el rol de cada miembro, pero comenzaré respondiendo su pregunta directamente.

Usted mencionó correctamente que Jesús nos dijo que debemos orar a “nuestro Padre que está en los cielos…” (Mateo 6:9). Al orar, debemos dirigirnos al Padre. En ninguna parte se nos instruye que debemos orar a otro miembro de la Trinidad. Santiago escribe que toda buena dádiva en la tierra viene de arriba, del Padre, por lo que debemos ir directamente a Él, ya que Él anhela dar generosamente (Mateo 7:11; Santiago 1:5). Y ya que ni siquiera se nos indica que debemos a orar al Hijo o al Espíritu, ciertamente no deberíamos estar orando a varios santos, como lo ha hecho la tradición católica durante siglos.

Pero, solo porque oramos al Padre, eso no significa que los otros miembros de Trinidad no están involucrados. Nuestro acceso al Padre es posible solo a través del Hijo (Juan 14:6) y Él intercede activamente por nosotros en la corte celestial. Durante la Última Cena, Jesús instruyó a Sus discípulos a orar en Su nombre, de acuerdo con Su voluntad y debido a Su obra. Jesús intercede por nosotros no al llevar nuestras peticiones al Padre, sino afirmando nuestra relación con el Padre como hijos e hijas a través de Su propia obra de redención. Nuestro acceso al Padre en oración solo es posible gracias a la obra del Hijo.

¿Qué en cuanto al Espíritu Santo? Su papel es guiarnos en los caminos de Dios y ayudarnos a comprender Su mente, así como sellar nuestra redención. Pablo escribe: “No sabemos pedir como deberíamos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26). Cuando nos quedamos sin palabras y no sabemos exactamente por qué orar, el Espíritu Santo toma nuestros corazones y la voluntad de Dios y los traduce en su oración al Padre.

Entonces, oramos directamente al Padre. Podemos dar gracias al Hijo y al Espíritu, pero nuestras peticiones deben dirigirse directamente al Padre. Sin embargo, debemos orar habiendo creído en el Hijo y siendo adoptados en la familia de Dios a través de la obra de Jesús. ¡También podemos regocijarnos de que el Espíritu Santo nos ayuda mientras oramos para que oremos de acuerdo con la voluntad de Dios!

Stephen

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