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Aviñón: Una Mancha en el Papado Católico

Escrito por Peter Goeman, profesor del Seminario Teológico Shepherds. Publicado originalmente bajo el título  “Avignon: the Black Mark on the Catholic Papacy“.

 

Una de las doctrinas centrales en la Iglesia Católica es la del papado. Según la teología católica, el Papa es el sucesor de Pedro, formando un vínculo de sucesión apostólica hasta ese apóstol. Aunque hay muchas otras diferencias entre católicos y evangélicos, la visión católica del papado es una línea divisoria importante en el cristianismo.

Los católicos creen que cada papa tiene “la totalidad y supremacía del poder que Cristo dejó en la tierra para la edificación del reino de Dios”. La idea de la autoridad del papado es parte integral de la doctrina católica, ya que a cada papa se le confía la guía divina de la Iglesia. Sin embargo, la historia ha demostrado que el Papa no es elegido por Dios ni un guía infalible. No hay mejor ejemplo de esto que la residencia de Aviñón.

 

El Papado de Aviñón

La residencia de Aviñón (también llamada el cautiverio de Babilonia) duró desde 1309 hasta 1377 dC cuando la sede del papado fue llevada de Roma a Aviñón, Francia. Francia e Inglaterra se vieron envueltas en un conflicto en 1295 que resultó en que Felipe encarcelara al Papa hasta la muerte. Cuando el Papa Clemente V asumió el cargo, trasladó la ciudad papal a Avignon porque era francés y deseaba pacificar la autoridad francesa. El papado permaneció allí bajo la autoridad francesa hasta 1377.

Fueron estas circunstancias las que llevaron al Cisma Papal (1378-1415). El Papa Gregorio XI (1370-79) trasladó el papado a Roma. Sin embargo, el próximo Papa, Urbano VI, fue elegido bajo el supuesto de que trasladaría el papado de nuevo a Aviñón. Sin embargo, Urbano se negó.

Los franceses declararon al Papa Urbano VI como un Papa ilegítimo y eligieron al francés Clemente VII (1378-1394) como Papa. Durante 40 años, la Iglesia Católica Romana tuvo dos papas y dos colegios de cardenales. En 1409, un Concilio Ecuménico en Pisa depuso a ambos papas y eligió a Alejandro VI (1409-1410). Sin embargo, los otros dos papas no aceptaron su estatus de depuesto y continuaron operando.

Por lo tanto, hubo 3 papas, todos anatematizándose unos a otros y afirmando que solo ellos eran el verdadero papa. Este “Gran Cisma” fue sanado cuando el Concilio de Constanza se reunió en Alemania y eligió al Papa Martín V (1417-31), un nuevo Papa, y depuso a los otros 3 papas. Este concilio tuvo éxito y los demás papas quedaron sin poder. Curiosamente, este fue el mismo concilio en el que John Huss, el famoso reformador, fue quemado en la hoguera en 1415.

Lo que nos enseña la historia del papado de Aviñón es que ciertamente no hay una sucesión ininterrumpida desde los Apóstoles hasta el papado actual. Cuando se examinan los detalles del Gran Cisma, no cabe duda de que no puede haber una línea que se pueda rastrear hasta el apóstol Pedro. Además, sería una necedad poner la fe en una autoridad humana como el Papa, porque una y otra vez los seres humanos pecan.

 

Este artículo ha sido traducido y adaptado con el consentimiento de su autor.
 
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