Lección 1: Presentando a un Viejo Pescador

Lección 1: Presentando a un Viejo Pescador

Texto: 1 Pedro 1:1a

Los cristianos a través del imperio Romano están siendo marginados y dispersos, y muchos de ellos se estaban preguntando si Dios los había abandonado. A través de su carta y su propio testimonio, Pedro nos recuerda a todos los creyentes de la gracia inagotable de Dios.

Transcripción

Introducción

Es el año 64 d.C. Pirómanos han incendiado la ciudad imperial de Roma. Para cuando el fuego logró controlarse, tres de los catorce distritos en los que se divide la ciudad capital han sido reducidos a escombros.[i]

No es coincidencia que la propiedad más afectada sea la misma área donde el emperador Nerón quiere construir un nuevo palacio imperial, y los historiadores han creído durante mucho tiempo que él fue, de hecho, el pirómano.

Pero para evitar sospechas, su máquina de propaganda comienza a difundir la noticia de que los cristianos iniciaron el incendio – esas personas extrañas que no encajan en la sociedad; quienes se reunían para adorar a un carpintero muerto. Personas antipatrióticas que nunca jurarían lealtad al Emperador, ni aceptarían la degeneración moral del Imperio; esas personas que no adorarían el panteón de dioses y diosas romanos.

La persecución contra el cristianismo hasta este momento ha sido local, aleatoria y desorganizada. Pero ahora comienza a crecer. El cristianismo estaba enfrentando una nueva crisis. Su mundo estaba cambiando y ya no eran bienvenidos.

Aproximadamente al mismo tiempo, un viejo pescador convertido en un líder de la iglesia toma su pluma y bajo la dirección del Espíritu Santo, comienza a escribir. Él sabía que los cristianos estarían haciéndose varias preguntas, las mismas preguntas que muchos se hacen hoy:

  • ¿Cómo debo responder cuando la gente piensa que soy extraño porque adoro de manera diferente, incluso de forma exclusiva y dogmática?
  • ¿Cómo debo reaccionar cuando los funcionarios del gobierno me penalizan por mis creencias?
  • ¿Cómo puedo trabajar con mis empleadores que me exigen que sea moralmente transigente?
  • ¿Cómo seguir adelante después de que mi cónyuge me rechaza porque no pienso rechazar a Cristo?
  • ¿Qué puedo hacer cuando me doy cuenta de que, aunque mi vida no se ve amenazada, mi carrera sí lo está?

Las Cartas del Apóstol Pedro podrían haber sido escritas para nosotros hoy. La verdad es que lo son. ¡Y vaya si no las necesitamos!

El cristiano promedio lee el periódico y sigue las noticias y observa las decisiones del gobierno con un creciente sentimiento – o mejor dicho un creciente reconocimiento – de que el sufrimiento por la causa de Cristo se está convirtiendo en algo normal.

Ser objeto de burlas, difamación, incomprensión y marginación por nuestras creencias es relativamente nuevo en algunos de nuestros países donde ser cristiano o creer en la Biblia era la norma… o al menos respetado. Ahora hemos entrado en una época en la que ser aceptado por la cultura y, al mismo tiempo, ser un cristiano comprometido, es cada vez menos probable.[ii]

Lo que significa que, en las palabras de un autor, los días del cristiano casual han terminado. Ya no será posible llamarse cristiano y no verse forzado a tomar decisiones difíciles. Ahora costará algo ser un seguidor de Jesucristo.[iii]

Él continúa escribiendo: Nunca antes en nuestra historia había sido tan importante que el cristiano esté conectado con su iglesia participando con otros creyentes en la adoración, la edificación mutua, la instrucción, la oración, el discipulado y el alcance del evangelio, porque cuanto más oscura es la noche, más importante se vuelve cada vela.[iv]

Quizás solo en los últimos años, el cristiano y la iglesia promedio está encontrando más simpatía y respeto y preocupación y aún más afinidad con los creyentes en China, Turquía, Sudán, Corea del Norte, Arabia Saudita, Japón, Indonesia y Rusia.

Pero la pregunta básica del creyente que vivió en el primer siglo y en el siglo XXI sigue siendo la misma: ¿cómo viviremos entonces? ¿Cómo respondemos? ¿Cuál es nuestra disposición, reputación y comportamiento?

Una agencia misionera que vela por la iglesia en la República Popular China preguntó a miles de creyentes qué los atrajo a la fe en Cristo (especialmente cuando podría significar degradación, persecución, marginación e incluso encarcelamiento). Recibieron muchas respuestas, pero la única respuesta que se dio con mayor frecuencia fue el ver la alegría en la vida de los creyentes que conocieron. Tal gozo les dio envidia, luego curiosidad y eventualmente, comenzaron a ser más receptivos.[v]

Entonces, mientras estudiamos las cartas de Pedro, y leemos el periódico y vemos los informes de noticias al mismo tiempo… si terminamos entrando en pánico, enojados o resentidos, no estamos yendo en la dirección correcta.

Pedro escribirá en esta primera carta: Cuando enfrente pruebas, siga gozándose (4:13); si lo reprochan por el nombre de Cristo, es bienaventurado. Es decir, está lleno de una sensación de gozo y satisfacción (4:14).

Al abrir hoy la primera carta de Pedro, encontramos claramente el propósito por qué la escribió. Si abre su Biblia conmigo en 1 Pedro capítulo 5, vemos que él explica en el versículo 12: os he escrito brevemente, exhortando y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios. Estad firmes en ella.

En otras palabras, ustedes son personas redimidas por gracia; pertenecen a un Dios misericordioso; y les he escrito, para que, en medio de su mundo cambiante, no pierdan de vista Su gracia ni dejen de vivir el evangelio de la gracia.

 

La Comisión de Pedro

Ahora regrese al capítulo 1 y al versículo 1. Allí leemos la frase simple, pero profunda, Pedro, apóstol de Jesucristo.

En otras palabras, Pedro era un enviado – eso es lo que significa apóstol en términos generales. Él fue enviado como un agente a una misión habiendo sido comisionado personalmente por Jesucristo.[vi]

En términos más específicos, un Apóstol estaba entre ese grupo de hombres que habían sido discipulados por el Señor y lo habían visto después de Su resurrección.

Vale la pena señalar que Pedro y la iglesia primitiva tomaron el nombre humano de Jesús y lo combinaron con su título mesiánico: el Cristo. Por eso, hoy, tenemos la palabra Jesucristo.

Pero Cristo no era un nombre de Jesús, era un título. El título significaba Mesías – el Ungido. Hacía referencia a Aquel que moriría por los pecados del mundo entero.

Cuando se formó la iglesia el domingo de Pentecostés, se formó el credo más antiguo de la iglesia, su primera confesión (Hechos 2:36) Jesús es el Cristo. Lo conocieron primero como Jesús, el hombre; pero llegaron a comprender que Él era Dios encarnado, su Mesías viviente, el Cristo.

Para cuando Pedro escribe esta carta, Jesús y Cristo se han convertido en nombres inseparables. Es interesante que el apóstol Pablo sea el único escritor que haya invertido el orden de los nombres y a menudo se refiere a él como Cristo Jesús.

Como verá, para los otros apóstoles, Jesús vino primero y luego llegaron a entender que Él era el Cristo, – el Mesías Divino. Pero para el apóstol Pablo, su experiencia fue al revés. De repente, llegó a conocer a Dios el Hijo mientras viajaba por el camino a Damasco para perseguir a algunos cristianos.

El capítulo 9 de Hechos registra cómo el cielo de repente se iluminó, Pablo cayó al suelo y escuchó la voz de Dios que decía: “¿Por qué me persigues?” Y él dijo: “¿Quién eres, Señor?”, como diciendo “¿Quién está ahí arriba?” Y la voz del cielo, que casi debe haber detenido los latidos de su corazón, respondió: “Yo soy Jesús”.

Así que todos los otros apóstoles que habían seguido a Jesús, el maestro, llegaron a conocerlo con el pasar del tiempo como el Cristo; Pero Pablo, que no había conocido al Señor antes de Su crucifixión, llegó a conocerlo primero como el Cristo y luego como Jesús.

Ahora bien, lo que Pedro está diciendo en esta frase inicial es de vital importancia, especialmente para sus lectores que son perseguidos por afirmar que Jesús no era otro que el ungido de Dios, el Hijo de Dios, el Cristo.

Así que, en esta frase introductoria, Pedro afirma su fe al decir: “Jesús sigue siendo el Señor del universo, el único Mesías capaz de salvar a la humanidad. Él verdaderamente es Jesucristo.

Y querido oyente, ¿qué es lo que se está volviendo cada vez más ofensivo para nuestro mundo cambiante? ¡Este mismo credo! Esta confesión fundamental a la que nos aferramos hoy. Se está volviendo cada vez más ofensivo que usted y yo creamos que solo él es nuestro Señor; que Él es más que un profeta o un maestro más; que creamos que en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos 4:12).

Y así, Pedro comienza con la declaración doctrinal más condensada, la confesión más corta que pueda pronunciar: Jesucristo. Él es Hombre, Él es Dios, Él es nuestro Salvador, nuestro Mesías.

 

La Transformación de Pedro

Ahora un elemento importante en esta frase introductoria, que es todo lo que vamos a estudiar hoy, en caso de que se lo esté preguntando. Aquí vemos la sorprendente demostración de la gracia de Dios al permitir que leamos el nombre de Pedro, junto al título, apóstol.

Es decir, si usted fuera a leer los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, Juan y se detuviera al finalizar el Evangelio de Juan – y luego abriera el Nuevo Testamento en esta primera epístola de Pedro, se sorprendería al descubrir que Pedro era un apóstol.

Es más probable que esperara que la carta comenzara con las palabras: “Pedro, el hombre que negó a Jesucristo… ” “Pedro, el hombre que no cumplió su solemne promesa a Jesucristo… ” “Pedro, el hombre que solía ser uno de los seguidores más cercanos de Jesucristo”.

En cambio, leemos, Pedro, apóstol de Jesucristo. Así que averigüemos cómo llegó Pedro desde donde estaba, hasta dónde lo encontramos aquí. De hecho, voy a proponer que quién era Pedro, y el crecimiento que experimentó tendrá un impacto increíble en lo que escribe en esta carta.

Su vida, sus fracasos y desilusiones pasadas hacen aún más vibrante, significativo y precioso el contenido de sus cartas a los cristianos en cada generación.

Así que retrocedamos por un momento y hagamos la pregunta: ¿Quién era el apóstol Pedro?

Si puede imaginarse a un estudiante de primaria que constantemente levanta la mano en clase, aunque no tiene nada que decir – y muchas veces dice lo que no debería – así era Pedro.

Si lee los Evangelios, puede comprender fácilmente por qué algunos teólogos describen a Pedro como el apóstol de las metidas de pata. Esto es cierto.

Pedro fue el discípulo que se apresuraba a entrar corriendo donde los ángeles pisan con cuidado.[vii]

Era curioso, impulsivo y atrevido. Si bien a menudo lo culpamos por hundirse bajo las olas, olvidamos con demasiada facilidad que cuando Pedro vio a Jesús caminando sobre el agua, él fue el único discípulo que se bajó de la barca y caminó hacia Jesús, mientras que todos los demás estaban aferrados al bote.

Si bien lo culpamos por negar al Señor en ese patio, él fue uno de los pocos que siguió al Señor a ese patio.

Ningún discípulo habla con tanta frecuencia como Pedro; y el Señor no le habla a nadie con tanta frecuencia como a Pedro. Ningún discípulo es corregido con más frecuencia que Pedro, y Pedro es el único discípulo que vemos tratando de corregir al Señor, lo cual no fue una buena idea. Nadie negó verbalmente a Cristo más públicamente que Pedro y, sin embargo, ningún discípulo confesó a Cristo con más valentía que Pedro.[viii]

Un autor escribió hace décadas que probablemente ninguna otra persona en las Escrituras parece tan impetuosa, inestable y desconfiada, y al mismo tiempo tan audaz, intrépida y devota.[ix]

Y, por cierto, todo lo anterior son algunos de los motivos por los que amamos al Apóstol Pedro. Pablo como que nos intimida. Pablo es controlado y maduro. Pedro, el pescador, es impredecible. Parece ser capaz de equilibrar cada éxito sorprendente con un fracaso igualmente sorprendente.

Y lo amamos por eso, nos entusiasmamos con él tan fácilmente porque somos como él. Es tan claramente defectuoso, tiene tanto por lo que pedir perdón – como todos nosotros, por cierto…  pero es tan obvio con Pedro.

Ahora, cuando Pedro nació, el nombre que le pusieron era Simón – o Simeón, en hebreo. El nombre de su padre era Juan y sabemos que tenía un hermano llamado Andrés.

Creció en un pueblo de pescadores en el Mar de Galilea y desarrolló una empresa pesquera bastante exitosa con su hermano Andrés. Ellos, junto con otros dos hermanos, Jacobo y Juan, trabajaban en el negocio. Los cuatro hombres eventualmente dejarían su negocio y seguirían a Jesús.

Sabemos que Pedro estaba casado porque su esposa solía viajar con él en sus viajes ministeriales, según 1 Corintios 9:5; es posible que no tuvieran hijos, lo que le habría permitido involucrarse más directamente en sus viajes.

También podemos concluir que su negocio de pesca era lo suficientemente lucrativo para que ellos fueran dueños de su propia casa en Capernaum (Marcos 1:21) y la casa era lo suficientemente grande para acomodar a su esposa y suegra, a quien Jesús sanó cuando estuvo enferma con fiebre alta (Marcos 1:29-34).[x]

Ahora, cuando el Señor se encuentra con Simón, inmediatamente lo apoda Pedro, o Petros, en griego; Cefas en arameo.

Petros, o Pedro, significa “piedra” o “roca”. Fue un cambio de nombre profético, porque Jesucristo tomaría a este hombre impetuoso, inestable, impredecible, impulsado por sus emociones, y lo convertiría en una roca, estable y firme.[xi]

Lo que quiero hacer con el tiempo que nos queda de este estudio es ver cómo sucedieron algunos de estos cambios en cámara rápida. Quiero que vayamos a un par de escenas y tomemos unas fotografías, para luego continuar.

Le daré una frase para que la escriba debajo de cada fotografía. Va a tener que estar atento porque tenemos mucho que descubrir.

La primera fotografía se encuentra en Lucas 9, y la frase que la acompaña es: Hablando sin sentido.

Aquí está el escenario. Los tres discípulos del círculo íntimo del Señor, Pedro, Jacobo y Juan han subido a una colina cercana, a punto de ser conocida para siempre como el Monte de la Transfiguración. Cuando llegan a la cima, el Señor comienza a orar. Pedro y los otros dos discípulos se duermen, que es lo común.

De repente, Pedro se despierta y descubre que Jesús está hablando con Moisés y Elías – y sus vestiduras brillan como el sol del mediodía – y Pedro, por supuesto, muestra una magnífica falta de consideración por la situación. Él ignora el hecho de que nadie está hablando con él y de repente dice en el versículo 33: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías.

Lo cual, dicho sea de paso, reduce a Jesús al nivel de Moisés y Elías, lo que las religiones del mundo han estado tratando de hacer durante siglos, convirtiendo a Jesús en un profeta más. Luego Pedro intenta hacerles una especie de vivienda permanente… lo que no tiene sentido. Y luego Dios el Padre básicamente interrumpe a Pedro diciendo, “Este es mi Hijo amado… A Él oíd.”

Lo que es una buena forma de decir: “¡Pedro, deja de hablar y escucha!”

El versículo termina diciendo que Pedro habló no sabiendo lo que decía. Hablando sin sentido.

Otro retrato de Pedro lo encontramos en Mateo 16, donde puede escribir el título, “Siendo Perspicaz”.

El Señor está preguntándoles a sus discípulos quién piensa la gente que es él. Alguien dice, Juan el Bautista, versículo 14, otros dicen Elías, y otros Jeremías, o alguno de los profetas. Y ahora viene la pregunta principal de este examen de fe, “y Jesús les dijo: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” Respondiendo Simón Pedro dijo… y es posible que los demás hayan pensado: “Oh, no, Pedro no”. Pero él dice de forma perspicaz: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Jesús continúa declarando que solo Dios el Padre podría haber provocado tal revelación en el corazón y la boca de Pedro, la roca, y sobre la base de la confesión de Pedro de quién es Jesús, la iglesia será edificada. Qué perspicacia de Pedro, qué gran momento de este discípulo en crecimiento.

El problema es que, solo dos versículos después, este Pedro, lleno de perspicacia, se convierte en un Pedro lleno de arrogancia. Versículo 21.

Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.

¿Puede imaginárselo? Pedro lo llevó aparte. Cómo cree que sucedió, “Señor, ¿podrías venir por un momento? Escucha, esta charla de que vas a morir, esto nunca te sucederá, créeme, soy el discípulo con gran perspicacia”.

De la perspicacia a la arrogancia. Y Jesús lo llama Satanás, una piedra de tropiezo para el plan divino de redención, ¿por qué? Versículo 23 – su mente estaba cautiva por sus propios intereses y no por los de Dios.

En otras palabras, Pedro reprendió a Jesús porque evidentemente no iba a cumplir con sus expectativas. ¡Este no era el plan de Pedro! Pedro esperaba agradables cenas de pescado a la orilla del mar; Jesús imaginó la cena de las bodas del Cordero. Pedro pensaba en sinagogas llenas mientras Jesús enseñaba; Jesús pensaba en la nación clamando por su crucifixión. No habían cruces en las expectativas de Pedro; no habían clavos, un cadáver y una tumba sellada. Pedro estaba esperando un milagro tras otro; Jesús estaba ansioso por derrotar a la muerte y la tumba.

No es de extrañar que luego pueda volver a Juan 13 y escribir debajo de esa imagen las palabras “Confiando en sí mismo”.

En Juan 13 es donde Pedro le dice a Jesús: “Mira, todos los demás te podrán abandonar, pero yo nunca te negaré… Te seguiré hasta la muerte”.

Cinco capítulos después, en el capítulo 18 de Juan, puede escribir la frase con la que ha llegado a conocer a Pedro; el título simplemente dice: Fracasando por completo.

Tres veces lo niega… y el gallo señala la aplastante derrota de Pedro.

No es muy difícil que apartemos los ojos del Señor y nos centremos en nuestras expectativas, nuestros planes, nuestra confianza en nosotros mismos, y no pasa mucho tiempo para que nuestras promesas se derrumben y se rompan frente a nuestros pies, en el polvo del arrepentimiento.

William Carey, el hombre al que llamamos el padre de las misiones modernas, usado maravillosamente por el Señor en la India durante décadas, escribió estas palabras en su diario durante días de inconsistencia y fracaso. “Mi alma es una jungla, cuando debería ser un jardín; Apenas puedo decir si tengo la gracia de Dios o no; Soy, quizás, la criatura más inconsistente y fría que jamás haya poseído la gracia de Cristo. Si Dios me usa, nadie necesita desalentarse”.[xii]

Ese es Pedro, si alguien debiera haberse desecho de él, era el Señor. Pedro lo había negado tan pública, rápida y espectacularmente… y poco después de eso, Jesús murió.

Eso es todo… Quiero decir, cuando el Señor resucita de entre los muertos, él debería encontrar a alguien más, algún Apóstol más digno para escribir cartas inspiradas a las iglesias. Él dejaría a Pedro afuera.

Pero eso no es lo que ocurrió, ¿verdad?

En Juan 20, se nos da una fotografía que le cambió la vida; puede escribir debajo la frase, “Un testigo ocular”.

A los discípulos les ha llegado la noticia de que la piedra ha sido removida y la tumba está vacía.

Pedro y Juan comienzan a correr hacia la tumba y cuando llegan, el versículo 6 nos dice que entraron y vieron los lienzos puestos allí y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos sino enrollado – o doblado podría traducirse también – en un lugar aparte.

La vestimenta no está rasgada por un Jesús reanimado; no está despedazada por ladrones de tumbas que se roban el cuerpo. Estaban allí, literalmente, todavía en sus pliegues.

Imagínese, para este momento, que las especias que habían entrelazado estas tiras de tela que habían sido envueltas alrededor del cuerpo de Jesús, hubieran comenzado a endurecerse – y todavía están allí en sus pliegues. Lo que eso significa es que Pedro y Juan están sorprendidos por el hecho de que estas envolturas de lino todavía tienen la forma de un cuerpo, sin duda un poco hundidas; como el capullo de una mariposa vacío. Y luego la cuidadosa referencia de Juan al sudario, a centímetros de distancia, doblado cuidadosamente.[xiii]

Un autor del Nuevo Testamento comentó que, en el mundo antiguo, cuando la realeza comía una gran cena, a menudo se detenían y se levantaban de su asiento y caminaban por el jardín. Si tomaban la servilleta, se limpiaban la boca y la dejaban arrugada, significaba que habían terminado y no volverían a comer. Pero si la servilleta estaba cuidadosamente doblada en su asiento, significaba que iban a regresar.[xiv]

Pedro vio el sudario, ¿y por qué lo colocó allí con tanto cuidado? Porque Jesús no solo estaba vivo, sino que iba a regresar.

Si había duda alguna, Marcos registra las palabras del ángel que dio la noticia de la resurrección de Cristo a las mujeres que vinieron a ungir el cuerpo de Jesús; El evangelio de Marcos registra que el ángel dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. 7Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro (Marcos 16:6).

Casi como para dar a entender que Pedro no cree que pertenezca ya al grupo de discípulos. Sabemos que ha vuelto a pescar. ¡Asegúrense de decírselo también!

Y en 1 Corintios 15:5 leemos las preciosas palabras de Pablo que nos informan que después de resucitar Jesús hizo una aparición especial para hablar con Pedro.

Jesús no lo descartó. Su fracaso no fue definitivo. Ahora era un testigo ocular. Y eso lo cambió todo.

La siguiente imagen nos muestra el día de Pentecostés, en el capítulo 2 de Hechos, donde Jerusalén se ha llenado de peregrinos – millones de judíos de todo el mundo.

Pedro es el portavoz principal ese día y podría escribir debajo la imagen la frase “Predicando con Valor”.

Pedro declara en el versículo 23 que la nación ha asesinado al Mesías; el mundo ha ignorado al Hijo de Dios; ha rechazado el arrepentimiento y la fe en Jesús -quien es Señor y Cristo. Él es Dios y el Mesías. Él es el Cristo, su única esperanza.

Y tres mil personas creyeron… y así nace la iglesia.

Hay varias fotografías que podríamos ver, pero la última imagen que quiero mostrarle es esta primera carta de Pedro. Han pasado más de 30 años desde que había visto a aquel que había cambiado mucho más que su nombre.

Aquí está este viejo pescador, este anciano lider de la iglesia, un pescador convertido en pastor. Él toma su pluma… y puede escribir debajo de esta imagen la palabra, “Gracia”. Pedro nunca olvidará la gracia de Dios.

 

Conclusión

Permítame hacer y responder algunas preguntas para concluir esta introducción a la primera carta de Pedro.

  1. La primera pregunta es esta: ¿Aprendió Pedro la importancia de la oración – una oración transparente y abierta?

Mencioné cómo el Señor oró en dos ocasiones diferentes mientras Pedro dormía. El Señor le advirtió a Pedro de su futuro fracaso y negación, e incluso le dijo en Lucas 22:31: Pedro, Satanás quiere zarandearte como a trigo, pero he orado por ti para que tu fe no falte.

Me parece interesante que a pesar de que Jesús oró por Pedro, Pedro todavía falló; pero Jesús oró con el perfecto entendimiento de que la cobardía de Pedro no era el fin. De hecho, aprendemos de esto que la oración no siempre previene el fracaso. Dios usa el fracaso para desarrollar el carácter y la vida de una persona.

Pero Pedro aprendió el valor de la oración y escribirá en esta carta: Hecha toda tu ansiedad en el Señor, porque Él tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7).

  1. Segunda pregunta: ¿Aprendió Pedro lo fácil que es fallar y lo dañina que es la confianza en uno mismo?

Si lo hizo. Pedro escribirá en esta carta: revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes (1 Pedro 5:5-6). Escuchen, escribe Pedro, tengan cuidado, no sean confiados, sino dependan del Señor, mientras permanecen alerta. El diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8).

  1. Pregunta número 3: ¿Pedro reemplazó las reacciones impulsivas con pensamientos tranquilos y claros?

Tal vez recuerde que Pedro fue el discípulo que sacó una espada en el huerto de Getsemaní y le cortó la oreja a un hombre entre la multitud.

Tres veces, el apóstol Pedro exhortará al creyente en esta carta a ser sobrio. La palabra literalmente se refiere a evitar la embriaguez. Sin embargo, cada vez que se usa en el Nuevo Testamento, se usa como una metáfora para estar lúcido, tener una perspectiva tranquila y serena, para permanecer concentrado en lo que más importa.[xv]

La iglesia necesita este atributo ahora, más que nunca. Un pensamiento tranquilo y claro sobre lo que más importa, y ese es el evangelio, y el Señor a quien representamos.

Este no es el momento de enojarnos o entrar en pánico o dedicar nuestro tiempo a quejarnos por la pérdida de libertades y respeto.

Escuche, querido oyente, una de las mejores lecciones que podemos aprender de más de 2.000 años de historia de la iglesia es que la iglesia no necesita ser apreciada para poder avanzar. La iglesia no necesita libertad para ser fructífera. No necesita un asiento en la mesa de poder para sembrar la semilla del evangelio.

El cristiano no tiene absolutamente ningún derecho a entrar en pánico, o quejarse o resentir lo que en última instancia es El propósito del Señor al mover el planeta tierra y cada nación hacia ese destino final donde la gloria del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.

A veces, en la historia, Dios le da a una nación un líder que es mejor de lo que se merece. Y, a veces, Dios le da a una nación un líder que es mucho peor de lo que se merece.

Sería difícil demostrar que Alemania merecía a Hitler o Rusia merecía a Stalin.

Pero, a veces Dios le da a una nación un líder que realmente se merece.

La gente es inmoral, decadente, engañosa, arrogante, espiritualmente ciega, rechaza abiertamente el evangelio, es deliberadamente ignorante de la Biblia, desafiando descaradamente el orden creado por Dios para el género y el matrimonio, y Dios le da un líder que representa perfectamente a su nación.[xvi]

Pero, sin importar quién lleva la banda presidencial, la iglesia se enfoca en su misión; la iglesia ajusta sus expectativas; la iglesia regresa con mayor pasión que nunca para demostrar la gracia de Dios a los confundidos y perdidos, quienes, sin Jesucristo, serán condenados para siempre.

El humo del incendio de Roma todavía flota en el aire. Los cristianos se están preparando para una persecución más grande que nunca. De hecho, Pedro será ejecutado en medio de todo esto.

Pero imagine ahora a este hombre de unos 75 años, un hombre con manos encallecidas y dedos nudosos por años de enmendar redes, limpiar pescados y remar con remos de madera; un hombre que escribe con calma para animar al creyente…

Escribe con tinta mezclada con perdón y gracia… Él escribe en esta carta, ustedes pueden encomendar sus almas – literalmente, ustedes pueden depositar confiadamente sus corazones y sus vidas – y saber que su fiel Creador siempre estará haciendo lo correcto.

En un mundo que hace las cosas mal… Él se asegura de que todo salga bien.

La locura de Roma estaba bajo Su control divino. El caos está bajo su control… y Él sigue teniendo el control el día de hoy.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2016

© Copyright 2016 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] John Phillips, Exploring the Epistles of Peter (Kregel, 2005), p. 7

[ii] Adapted from Juan Sanchez, 1 Peter for You (The Good Book Company, 2016), p. 11

[iii] Adapted from Erwin Lutzer, Where Do We Go From Here (Moody Publishers, 2013), p. 39

[iv] Ibid

[v] Adapted from Lutzer, p. 36

[vi] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1992), p. 44

[vii] John MacArthur, Twelve Ordinary Men (W Publishing Group, 2002), p. 29

[viii] Adapted from MacArthur, p. 39

[ix] J. Allen Blair, Living Peacefully When the World Won’t Leave You Alone (Kregel, 1959), p. 9

[x] Lou Barbieri, First and Second Peter (Moody Publishers, 2003), p. 15

[xi] Adapted from Hiebert, p. 43

[xii] Quotes taken from S. Pearce Carey, William Carey (The Watchman Trust, 1923), p. 126

[xiii] Cleon Rogers Jr. & Cleon Rogers III, The New Linguistic and Exegetical Key to the Greek New Testament (Zondervan, 1998), p. 226

[xiv] Dino Pedrone, The Influence of Peter (Xulon Press, 2012), p. xiii

[xv] Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 133

[xvi] These three points adapted from Lutzer, pp. 26-27

 

Esperamos que este recurso lo haya bendecido.
Nuestro ministerio es FORTALECIDO por su oración y SOSTENIDO por su apoyo financiero.

SU COLABORACIÓN HACE LA DIFERENCIA