Lección 11: En la Corte de la Opinión Pública

Lección 11: En la Corte de la Opinión Pública

Pasaje Bíblico: Santiago 2:21-24.

A través de uno de los pasajes más controversiales en la Biblia, Santiago nos enseña una de las verdades más importantes en la vida del Cristiano. Descubramos juntos la fé dinámica que justifica al creyente en la corte de la opinión pública. 

Transcripción

Introducción

Hasta ahora, en nuestro estudio de la epístola de Santiago hemos visto dos tipos de fe: la fe muerta y la fe demoníaca. Podemos definir a la fe muerta como una fe que no da frutos, y a la fe demoníaca como palabras sin fe.

Para ilustrar a la fe muerta, Santiago nos llevó a una reunión de iglesia y nos mostró la reacción de los hermanos para con dos creyentes pobres. Estos no les ofrecieron ninguna ayuda, sino que les dijeron “Dios los bendiga – ahora vayan a casa, abríguense y coman bien.” Como si sus buenos deseos pudieran reemplazar un almuerzo.

Santiago está dejando en claro el punto de que la fe que no tiene obras, es una fe que no funciona.[i]

Es una fe muerta.

Luego, Santiago pasa a describir la fe demoníaca – una fe que tiene todas las respuestas correctas para un examen Bíblico, pero que no tiene el corazón correcto. Conoce las respuestas, pero no conoce al Autor. Y Santiago estremeció a su mundo judío diciéndoles que el Diablo y sus demonios saben muy bien la teología correcta.[ii]

Y también nos impacta a nosotros saber que los demonios tienen fe. No hay tal cosa como un demonio ateo o agnóstico.[iii]

Un demonio nunca se pregunta si la Biblia está diciendo la verdad – ellos han visto como las profecías se han cumplido por siglos – y ellos saben que las últimas profecías, escritas en Apocalipsis, también se van a cumplir.

Lo que Santiago está queriendo decir aquí es que no es suficiente con conocer la verdad – uno debe aceptar la verdad de manera personal.

Hace unas semanas atrás, fui a visitar a un hombre que se encontraba en terapia intensiva. Su hija y su yerno vienen a nuestra iglesia, pero él, por años estuvo con el movimiento de la ciencia cristiana.

Este es un movimiento que niega la deidad de Cristo y su expiación por los pecados en la cruz. Ellos creen en una salvación universal y que no va a haber juicio para los mortales.[iv]

Y ahora, este hombre estaba en una camilla de hospital, en las últimas etapas de un cáncer con el que había luchado por 2 años. Sus sobrinos estuvieron orando para que él estuviera dispuesto y escuchara el mensaje del evangelio; luego le preguntaron si yo podía ir a visitarlo y él les dijo que sí.

Yo le pregunté a la enfermera, que era creyente, si podía ir a verlo más tarde cuando estuviera solo y sin distracciones. Ella, sabiendo mis intenciones, me dejó.

Cuando regrese, después de las 9 esa noche, pudimos hablar por casi una hora sin interrupciones, y este hombre me escuchó con mucha atención mientras le compartía el evangelio.

No pude sino tener un sentimiento de urgencia al testificarle – ninguno de los dos sabíamos que en solo 6 días él iba a fallecer. Nada de lo que dije era nuevo para él… él había observado las vidas de sus hijos… él sabía el vocabulario cristiano … pero él nunca había confiado en Cristo como su Salvador. Él no creía que Él era realmente el Hijo de Dios, cuya obra en la cruz es suficiente para pagar por sus pecados.

Cuando terminé de explicarle el evangelio, le pregunte que iba a hacer al respecto. Él me respondió que quería pensar acerca de todo lo que le dije. Así que ore por él y me fui… sin antes decirle que, de tomar una decisión por Cristo, se asegurara de avisarle a sus familiares.

Cinco días después – un día antes de morir – él le informó a su familia que Cristo moraba en su corazón.  Él había aceptado el evangelio de Cristo. Al otro día, el partió a la presencia del Señor.

Una cosa es reconocer la existencia de Cristo – otra cosa es aceptar a Cristo como Señor y Salvador de su vida. Es una cosa reconocer la verdad – es otra cosa aceptar a Aquel quien es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6).

 Piénselo, la decisión de ese hombre – el día antes de morir – hizo toda la diferencia entre una eternidad en el infierno y una eternidad en el cielo.

Quien sabe. Tal vez, hoy sea su última oportunidad de escuchar el evangelio y depositar su confianza en Cristo.

La fe demoníaca sabe los credos, pero jamás se va a entregar a Cristo. Santiago nos dice que los demonios hasta tiemblan al escuchar las implicaciones del evangelio, pero ellos no van y no pueden tampoco, entregarse a Cristo.

¿Qué acerca de usted, querido oyente? ¿Tiene fe?

¿Y es su fe una fe verdadera o una fe muerta? ¿Son solo palabras vacías acaso? ¿Tiene una fe demoníaca – o sea, reconoce la verdad pero no la acepta personalmente?

¿Se da cuenta? Santiago nos está dando una visita guiada por los tres tipos de fe en el capítulo 2 de su epístola.

Pero solo una de estas tres es genuina.

  • La fe muerta solo afecta a la mente – Esta conoce intelectualmente las palabras y los conceptos, pero eso es todo.
  • La fe demoníaca afecta la mente y las emociones – Esta conoce la verdad y tiembla a causa de ella. Aún los demonios creen y tiemblan (Santiago 2:19).

Pero ahora Santiago va a ilustrarnos un tercer tipo de fe – Esta es la fe dinámica.

  • La fe dinámica también afecta la mente y las emociones – pero más importante aún en este contexto – esta fe afecta la voluntad.

 

La Fe Dinámica

Supongamos que usted tiene una enfermedad incurable y yo le dijera que hay un médico en Finlandia que ha descubierto una cura. Supongamos que yo le consigo un libro escrito por este doctor, donde él describe en detalle su condición. En el mismo, él describe el tratamiento que debe seguir y promete que si usted se entrega a su cuidado, va a sanarse de su enfermedad.

Semanas después me acerco a usted y le pregunto,

¿Leyó el libro? Y usted me responde: “Oh sí, hasta memoricé varias partes. Sentí como que estuviera hablándome directamente a mí – como si me conociera y supiera exactamente lo que estoy sintiendo.”

            –¿Cree que este médico puede curarlo?

            –“Por supuesto que sí.”

            –¿Y cuando va a ir a Finlandia para anotarse en el programa?

            –“Ah, no sé la verdad …no me gusta volar…  ¿por qué no mejor sigo leyendo el libro?

En resumen: “Creo que es verdad, pero no quiero que interrumpa mi vida.”

Como verá, la fe genuina va más allá de admitir y reconocer, y pasa a aceptar. Santiago dice que la fe genuina va a verse luego en acción.

Como habrá notado, a Santiago le gusta darnos ilustraciones. Él ya nos ha dado ilustraciones para cada tipo de fe. Ahora, él ilustra la fe dinámica con la vida de alguien que su audiencia judía reconocería de inmediato: Abraham, el patriarca.

Note lo que dice el versículo 21 de Santiago 2. Allí leemos:

“¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?

 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?

 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.

Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.”

Esta es la porción de la epístola de Santiago que más irritó a Martín Lutero.

Él estaba opuesto tan férreamente al dogma Católico de la salvación por obras, y era un defensor tan grande de la salvación por gracia por medio de la fe, que al leer esto no se dio cuenta de lo que Santiago está tratando de decir aquí, así que desechó la epístola por completo.[v]

Pero al examinar bien estas palabras, queda en claro que Santiago no está hablando de ganarse la salvación por obras.

Permítame recomendarle escribir dos referencias en el margen de su Biblia.

Note en el versículo 21, donde dice,

“¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?”

En el margen de su Biblia escriba Génesis 22.

Génesis 22 es el capítulo en el que encontramos la historia de Abraham preparándose para ofrecer a Isaac como holocausto a Dios, obedeciendo al pedido del Señor.

Ahora, note lo que Santiago escribe en el versículo 23,

Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia,”

Esta es una cita de Génesis 15. Así que en el margen de su Biblia, junto al versículo 23, escriba, Génesis 15

El apóstol Pablo va a usar esta misma cita de Génesis 15 para demostrar que la justificación es por fe, sin obras, en Romanos capitulo 4. Pero Santiago usa este versículo de Génesis 15 para demostrar que la justificación no es solo por fe.

Entonces, ¿Quién tiene la razón? ¿Santiago o Pablo?

Los dos están en lo cierto.

Lo que pasa es que ellos están viendo la vida de Abraham desde dos perspectivas diferentes.

Tenga en mente que existe tal cosa como una justificación ante los ojos de Dios, y esa es por fe. Pero también existe la justificación ante los ojos de la humanidad, y esa es por obras. La gente no puede ver su fe, pero si puede ver sus obras.

Esas son las dos caras de la moneda de la justificación.

De hecho, hay dos significados generales para la palabra justificado – del griego dikaioo (δικαιοω).

  1. Es una declaración legal de ser justo.

Este es el sentido de la palabra que usó Pablo con más frecuencia. Él escribió lo siguiente en Romanos 3:24,

“siendo  gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,”

Y en Romanos 5:1,

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;”

Esta es la declaración legal y forense por la cual el creyente es declarado justo ante Dios. Él creyente es literalmente absuelto por el juez Divino del universo, en el juzgado de la santidad y justicia.

Esa es una cara de la justificación – en la corte de Dios.

Pero hay otra cara de la justificación. En segundo lugar, ser justificado…

  1. Es una vindicación delante de las personas.[vi]

Esta es la justificación, o la vindicación – en la corte de la opinión pública.[vii]

En la corte de Dios, la justificación toma lugar en un momento. En la corte de la opinión pública, toma lugar en todo momento. A veces somos exitosos y a veces fracasamos.

Así que, dependiendo de qué cara de la moneda esté hablando, uno pude estar promoviendo la importancia de la fe – la justificación ante Dios; o la importancia de las obras – la justificación ante los hombres.

Y a todo esto, tanto el apóstol Pablo como Santiago ilustran su cara de la moneda con la misma persona – Abraham.

Ellos hasta usan el mismo versículo de Génesis 15.

“…Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia,”

Pero es importante que entendamos que, mientras Pablo usa este versículo para probar que Abraham fue justificado antes de haber hecho alguna obra por Dios; el apóstol Santiago va a usar la vida de Abraham para probar que lo que Abraham hizo por Dios, probó que realmente le pertenecía a Él.

Pablo hace énfasis en la raíz de la salvación; Santiago hace énfasis en el fruto de la salvación.[viii]

De hecho, note nuevamente el versículo 22, que dice:

“¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?”

La fe estaba actuado –y la palabra griega es sunerge, de donde sale el termino Castellano sinergia. Hay sinergia entre la fe y las obras.

Y Santiago dice que la fe de Abraham fue perfeccionada. Esa palabra perfeccionada es la palabra favorita de Santiago y significa madurez.

¿Y se dio cuenta como comienza Santiago el versículo 22? Él escribe: ¿No ves…? o ¿Ya ves? Míralo a Abraham… ¿pudo acaso Abraham haber ofrecido a Isaac sin haber madurado en su fe?

En otras palabras, cuando Abraham ofreció a su hijo en sacrificio, en Génesis 22, todos pudieron ver que él había madurado en su fe.

Habían sido 50 años de crecimiento… y ahora quedaba evidenciado en la corte de la opinión pública en monte Moriá.

Permítame llevarlo a aquella escena por unos minutos. Ese fue, probablemente, el acto de fe más grande que un ser humano ha tenido que demostrar. Pero antes de presenciar a Abraham levantando el cuchillo en alto para quitarle la vida a su hijo, creyendo que Dios lo resucitaría – antes que Abraham subiera el monte con su hijo – antes de todo eso, note el recorrido de fe de Abraham. Es un peldaño tras otro.

El libro de Hebreos, en el capítulo 11, nos dice que Abraham demostró su fe por primera vez al dejar su hogar y su parentela en Génesis 12. Pero no es hasta Génesis 15 que se nos dice con claridad que Abraham creyó en el pacto que Dios había hecho con Él.

De hecho, Génesis 15 es la primera vez en toda la Biblia que leemos la palabra “creer.”[ix]

Sin embargo, Hebreos 11 nos dice:

  • Que Abraham dejó su hogar por la fe (versículo 8);
  • Que vivió como peregrino y extranjero en otra tierra por fe (versículo 9);
  • Que ofreció a Isaac por la fe (versículo 17).

El momento definitivo en la fe de Abraham fue Génesis 15, cuando el descansó completamente en la palabra de Dios y le creyó.

No se nos dice nada de si Abraham le creyó a Dios inmediatamente, si tuvo que pensar acerca de ello, o si tuvo que orar por un tiempo. No se nos dice.

Pero si se nos dice que Abraham le creyó a Dios por medio de la fe.

Y eso no significa que desde ese punto en adelante Abraham vivió una vida perfectamente piadosa.

La vida de fe no es una vida de perfección – sino una vida de progresión.

A veces vamos hacia delante, a veces tomamos unos pasos hacia atrás, como cuando Abraham mintió y dijo que su esposa era su hermana para salvarse el pellejo. En esa instancia en particular, desde el punto de vista de la opinión pública, Abraham no tenía fe.

Pero al finalizar su vida – después de 50 años de crecer y aprender; confesar y madurar, Abraham recibió la prueba de fe más difícil que cualquier humano pudo haber recibido. Afortunadamente Dios no probó la fe de Abraham en el monte Moriá cuando era más joven.

Un autor dice que la vida de Abraham fue una serie de entregas a Dios.[x]

Hasta llegar a esta gran entrega, cuando tuvo que entregar a su propio hijo, él tuvo que

  • Dejar a su padre y entregar la única vida que conocía en la tierra de Ur.
  • Él tuvo que atravesar la situación donde tuvo que entregar las planicies del Jordán a su sobrino, Lot;
  • Él tuvo que entregar a Agar e Ismael;
  • Y después, luego de 50 años de haber recibido la promesa de un hijo de quien saldría una nación – Dios le dice a Abraham que tenía que entregar a su único hijo, Isaac, como un sacrificio.

Y cuando Dios le habló a Abraham – que ahora ya tenía más de cien años – le dijo.

Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” –Génesis 22:2

¿Usted piensa que Abraham tenía dificultades para oír? No, pero era testarudo.

“Abraham, toma ahora a tu hijo.”

Y Abraham podría haber dicho: “Tengo dos hijos.”

“No, tu único hijo.”

Bueno, pero técnicamente hablando, tanto Isaac como Ismael son únicos hijos de sus respectivas madres…

“No, toma el que tu amas”

A Ismael también lo amo.

“Abraham, toma ahora mismo a tu hijo, tu único hijo, el que amas – Isaac.

Fin de la conversación.[xi]

Santiago nos va a decir: “Vean a Abraham en el monte Moriá y díganme: ¿No es esa la mayor muestra de fe de un hombre? Vean como entrega su propio hijo a Dios.

Dios le había prometido a Abraham un hijo cuando el tenia 75 años de edad y Sara unos 65. La expectativa de vida era 120 años más o menos, así que todavía existía una posibilidad de que tuvieran un hijo propio. Sin embargo, el tiempo pasó y la posibilidad que ya era remota se convirtió en un imposible. Diez años después de haber dado su promesa inicialmente, Dios le dijo a Abraham, “Yo soy tu escudo y tu recompensa” Y Abraham le respondió: “¿Y por qué es que aún estoy esperando un hijo?”[xii]

Dios le dijo a Abraham que mirara hacia el cielo e intentara contar las estrellas.

En la ciudad uno puede, con suerte, contar unas 100 estrellas – y si se fija atentamente, unas 7 son aviones y otras 5 son satélites.[xiii]

Pero Abraham se encontraba en un lugar desierto, en una noche despejada; y él le creyó a Dios.

Luego, esperó por otros 14 años. La vida de fe no parecía estar conviniéndole… las probabilidades ya eran prácticamente nulas.

Me recuerda a un incidente que sucedió justo antes de la guerra civil en Estados Unidos.

Un campesino muy adinerado llamado Worthy Taylor contrató a un joven llamado Jim para que le ayudara en el campo. Durante el verano, Jim se enamoró de la hija de Taylor; así que fue y le pidió permiso a su jefe para poder comprometerse y casarse con su hija. A lo que Worthy Taylor le respondió que él no tenía suficiente dinero para sustentar a su hija y que no le veía un futuro… la respuesta fue no. Pasaron unos 35 años hasta que la hacienda de Taylor creció tanto que necesitaron construir un granero más grande.

Cuando comenzaron a desmantelar el viejo granero para construir el nuevo, Worthy Taylor, vio el lugar donde el joven Jim había dormido cuando trabajaba para él. En una de las maderas él había tallado su nombre, “James Garfield,” quien en ese mismo momento, era el presidente de los Estados Unidos.

Creo que todos los que conocían a Abraham y Sara – y aún ellos mismos – vieron la promesa de Dios de la misma manera que Worthy Taylor vio a su joven trabajador –sin un futuro.

Y es por eso que Abraham puso en práctica el plan B – el proyecto Agar y el primogénito Ismael, que Dios rechazó como la simiente del pacto.

Eso fue la falta de fe de Abraham, no un acto de fe.

Ismael crecería con mucho resentimiento, cumpliendo la profecía de las palabras de Dios a Agar en Génesis 16:12, diciéndole que “su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará.”

Ismael luego pasaría a ser el padre de las naciones Árabes – una constante piedra en el zapato para los descendientes de Isaac, la nación judía, hasta el día de hoy.

Y, a todo esto, esta batalla entre los descendientes de Isaac y los de Ismael va a continuar hasta la venida del reino de Cristo a la tierra – recién allí veremos paz en el medio Oriente.

Ahora, volviendo a lo nuestro, cuando todo lo que Dios le prometió a Abraham parecía ser imposible; justo antes que Abraham soplara las 100 velitas, y Sara las 90 – ella da las increíbles noticias – y 9 meses después, nace Isaac.

El niño crece y Abraham experimenta prosperidad por 30 años. De hecho todas sus oraciones son contestadas.

Uno casi puede imaginarse a Abraham pensando, “Ya no tendré más pruebas de fe.”

Oh, no. Eso sí que no.

Y lo mismo va para nosotros, querido oyente – la mayor prueba de fe sigue siendo la próxima, la que está por venir.

“Abraham, toma tu hijo y sacrifícalo en el monte que te voy a indicar.” (Génesis 22:2)

Isaac pasaría a ser un tipo de Cristo a través de todo este suceso.

 

Cristo

Isaac

Fue un Hijo único ofrecido por Su Padre (Juan 3:16)

Fue un hijo único ofrecido por su padre (Génesis 22:12)

Llevó la madera de la cruz para su sacrificio (Juan 19:17)

Llevó la madera para el sacrificio en su espalda (Génesis 22:5)

Se ofreció voluntariamente como sacrificio por nuestros pecados (Filipenses 2:8)

Armó voluntariamente el altar (Génesis 22:9)

 

Mientras Abraham levantaba el cuchillo para matar a su hijo, un ángel lo detuvo y el vio a un carnero en un zarzal.

Y Dios le prometió a Abraham que Él proveería un cordero para el sacrificio (Génesis 22:8), pero espere un momento, este es un carnero.

Abraham luego diría: “Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.”

En ese mismo monte, siglos después, el Cordero de Dios seria ofrecido como sacrificio por los pecados del mundo – cumpliendo la profecía de Abraham y el cuadro de Isaac como tipo de Cristo.

Jay Herndon fue un misionero en una pobre aldea de Irlanda. Él escribió acerca de un incidente en el cual un autobús lleno de trabajadores, regresaba de la montaña en un día laboral. Ese era el transporte que traía a los trabajadores de las minas a sus hogares.

El camino estaba resbaladizo a causa del hielo y ya era de noche, así que el chofer – un hombre experimentado – tenía que conducir con extremo cuidado. El camino era muy pero muy angosto, a la izquierda del autobús estaban las rocas de la montaña y a la derecha un acantilado.

De repente, el chofer y algunos pasajeros vieron la silueta de un niño a unos metros de distancia, justo frente al autobús. El conductor solo tuvo fracciones de segundo para tomar una decisión- intentar esquivarlo y tal vez matar a todos los trabajadores y padres de familia o seguir el rumbo y tal vez matar al niño.

Jay Herndon cuenta que una vez que el autobús logró frenar, después de haber atropellado al niño, el chofer fue el primero en salir. El corrió y recogió el cuerpo del niño – que era su hijo, y comenzó a llorar.

A veces, tenemos la idea de que Abraham iba silbando sin preocupaciones mientras subía al monte Moriá… como si hubiera leído el resto del capítulo. A veces pensamos que esta realmente no era una gran prueba porque, a final de cuentas, él era el amigo de Dios y todo obviamente terminaría bien.          

Pasamos por alto tan fácilmente la agonía de esos 50 años de espera – y el pensamiento de que ahora debía quitarle la vida a su propio hijo.

Es fácil para nosotros minimizar las pruebas de los demás y magnificar las nuestras.

Y aquí es donde perdemos de vista el punto que Santiago está haciendo. Santiago no se pone a hablar de Abraham para mostrarnos que conoce el Antiguo Testamento. Él usa la decisión de fe de Abraham como un ejemplo para nosotros.

Él está diciendo, “Abraham, quien aceptó las pruebas de Dios, a veces de forma imperfecta y otras veces de forma completa, debe ser nuestro ejemplo de una fe viva y dinámica.”

Esto es mucho más que una simple historia del Antiguo Testamento. Para Abraham, esto fue la culminación de 50 años de pruebas que le daban la oportunidad de probar su fe madura – demostrada en la corte de la opinión pública.

Esta es la vindicación de una fe dinámica.

Mateo 5:16 dice:

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”

¿Que cosa en nuestras vidas será la que cause que un incrédulo diga: ¿¡Esa fe sí que es genuina!?

Esto es lo que Santiago nos está enseñando, nosotros demostramos fe dinámica

  • por medio de lo que entregamos
  • por lo que damos
  • por como servimos a los demás
  • por como practicamos lo que predicamos
  • por como nuestras vidas se someten y confían en Dios aun en medio de las circunstancias más difíciles.

Entonces, ¿Qué le ha pedido Dios que usted entregue hoy?

¿Qué le ha pedido Él que ponga en el altar de su vida? ¿Qué cosa difícil le ha pedido que haga?

La fe muerta va a decir, “Cada creyente debería entregar lo que sea que Dios le pida,” pero luego no hace nada.

La fe demoníaca va a decir: “Todo lo que Santiago dijo es cierto.” Pero jamás se va a entregar a Cristo.

La fe dinámica va a decir: “Me voy a someter y me voy a entregar a Cristo – voy a darle todo lo que me pida. Deseo madurar en la fe; y, aunque a veces no pase las pruebas de forma perfecta, estoy totalmente dispuesto a hacer lo que Dios me diga.”

“Voy a vindicar mi testimonio en la corte de la opinión publica – yo realmente le pertenezco a Dios y Dios me pertenece a mí.”

La fe sola justifica, como Juan Calvino escribió, pero la fe que justifica nunca está sola. Esta siempre va acompañada por obras.

Santiago está diciendo… demuestren su fe, expónganla. La fe dinámica es la demostración de la fe en la vida

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey

© Copyright 2010 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Craig L. Blomberg & Mariam J. Kamell, Exegetical Commentary on the New Testament: James (Zondervan, 2008), p. 136

[ii] Charles R. Swindoll, James: Practical and Authentic Living (Insight for Living, 1991), p. 87


[iii] Warren W. Wiersbe, James: Be Mature (Victor Books, 1979), p. 78


[iv] Mary Baker Eddy, Science and Health, p. 291

[v] John MacArthur, James (Moody Press, 1998), p. 136


[vi] D. Edmond Hiebert, James (BMH Books, 1992), p. 171


[vii] Daniel M. Doriani, James (R&R Publishing, 2007), p. 95


[viii] Frank E. Gaebelein, The Practical Epistle of James (The Haddon Craftsman, Inc. 1955), p. 70


[ix] R. Kent Hughes, James: Faith That Works (Crossway Books, 1991), p. 117


[x] John Phillips, Exploring the Epistle of James (Kregel, 2004), p. 88


[xi] Adapted from Charles R. Swindoll, James: Practical and Authentic Living (Insight for Living, 1991), p. 93

[xii] Hughes, p. 92


[xiii] Ibid

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