Lección 12: Del Polvo Al Polvo

Lección 12: Del Polvo Al Polvo

Pasaje Bíblico: Eclesiastés 3:18-22

Se dice que en esta vida hay dos certezas: la muerte y los impuestos. En su diario, el rey Salomón indica que está de acuerdo con lo primero. La muerte se viene ya sea un príncipe, un pobre o un puercoespín.

Pero sin la revelación espiritual de una perspectiva eterna, esta verdad puede llevar a la desesperación. Cuando miramos a nuestro alrededor “debajo del sol”, observamos la muerte inminente de todos los seres vivos. Sin embargo, mantener nuestros ojos en el Creador del sol nos ayuda a aprovechar al máximo nuestro propósito terrenal actual y a anticipar nuestro destino final.

Introducción

No hay duda, de que el rey Salomón quería que su hijo Roboam leyera su diario y aprendiera de él, pero dudo seriamente que pensara que su diario sería leído y estudiado durante los próximos 3.000 años. Hasta hoy.

Hasta ahora, hemos visto cómo Salomón escribe con los pies puestos en la tierra. Es contundente, sin pelos en la lengua. El presenta la dura realidad sin rodeos. Su pluma frecuentemente está sumergida en la tinta amarga de la frustración y el desánimo. Su diario incluye versículos que probablemente usted nunca va a memorizar, y mucho menos leerá para encontrar ánimo y consuelo.

A veces, estamos convencidos de que su diario debería titularse categóricamente: “La vida es difícil, y eso, cuando es un buen día”. Nunca lo pondríamos en un cuadro para decorar la casa. “La vida es difícil y luego morimos”. Gracias Salomón por ese pensamiento.

Pero también hemos descubierto que, en medio de su frustración, anhelos, desesperación y desaliento, el Espíritu Santo lo está guiando para ofrecer un profundo consejo y una perspectiva correcta para todos nosotros que vivimos aquí abajo, debajo del sol. Al retomar nuestro estudio, Salomón va a hacer esto mismo nuevamente mientras escribe algunos pensamientos nuevos en su diario.

Él comienza con algo de desesperación y frustración, pero termina con un consejo inspirado. No sólo escribe: “La vida es dura y luego morimos”; realmente proporciona un consejo, no sólo de cómo experimentar la muerte, sino de cómo experimentar la vida.

Retomemos nuestro estudio donde lo dejamos. Eclesiastés 3:18.

“Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias (Ahora Salomón aclara a qué se refiere). Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad” (Eclesiastés 3:18,19).

Lo que Salomón está haciendo aquí son dos observaciones directas.

Observaciones Sobre la Muerte

Observación #1 – La muerte es imparcial

La muerte llega a todas las criaturas vivientes. Los animales mueren; pero las personas también. No importa si usted es el dueño de la compañía más grande del mundo o la persona más importante de su pueblo; cuando se trata de la muerte y la descomposición, los humanos no tienen ventaja por sobre los animales. Salomón sólo se refiere a la vida debajo del sol que podemos ver, y por lo que podemos ver, los seres humanos no están mejor que los animales.

Salomón hace esta observación ahora, pero luego va a señalar la revelación bíblica sobre la muerte. Pero, si todo lo que tiene es la capacidad de observación, aquí, debajo del sol, sin la verdad de la revelación de Dios, usted podría llegar a todo tipo de conclusiones erróneas. Podría acabar con opiniones equivocadas sobre su origen (de dónde viene), cómo vivir su vida, qué va a pasar después de morir y hacia dónde se dirige el universo.

Permítame darle un ejemplo de rechazar la revelación divina, a favor de la observación centrada en el hombre aquí debajo del sol, y el tipo de desesperación que satura nuestro mundo debido a esto. Un autor escribió con esta depresiva y cínica perspectiva: “Me doy cuenta de que voy a morir y dejar de existir para siempre”.

Por cierto, permítame agregar aquí: Si todo lo que usted tiene es la observación sin el beneficio de la revelación divina, entonces parece verdad que, cuando muere, uno deja de existir.

Este autor continúa: Me doy cuenta, de que voy a morir y a dejar de existir para siempre. Mi vida es sólo una transición momentánea del olvido al olvido. Y el universo también se enfrenta a la muerte. Los científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, que todo en su interior crece y cada vez se aleja más; que finalmente todas las estrellas y toda la materia colapsará formando estrellas muertas y agujeros negros. La humanidad es una raza condenada, en un universo moribundo que finalmente dejará de existir; no habrá ninguna diferencia entre si alguna vez existió o no. La humanidad no es más importante que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos porque su fin es el mismo.[i]

Aquí le leo una cita más corta de Voltaire, que negó la palabra de Dios y terminó en la misma desesperanza. Él escribió hace 300 años: “Somos insectos que viven unos segundos sobre átomos de barro”. ¡Que alentador! Usted debería su frase como fondo de pantalla.

Querido oyente, esta es una conclusión lógica, basada solamente en la observación sin el beneficio de la revelación.

Ahora bien, no malinterprete la declaración inicial de Salomón. Él no va tan lejos. No está negando que el ser humano es especial, distinto a los animales y el resto de la creación. No está negando la inmortalidad del espíritu o el futuro de nuestros cuerpos glorificados; no niega la resurrección de la humanidad a un destino eterno o el futuro de un nuevo universo que Dios recreará al final de la historia como la conocemos.[ii]

El resto de la revelación de Dios completa nuestro entendimiento sobre el tema, así que no hay que desanimarse. Salomón simplemente hace la observación de que la raza humana y el reino animal, acaban convirtiéndose en polvo después de la muerte. Pero se siente frustrado frente a esa observación, a pesar de que ha sido el gran Rey de Israel y su cuerpo sin duda ocupará una espléndida tumba en un magnífico funeral. Habrá un animal que morirá en el agujero de un árbol sin que nadie lo note, y los cuerpos de ambos se convertirán en polvo.

Observación #2 – La muerte es una promesa

Aquí es donde Salomón nos trae una revelación divina. En realidad, ahora cita las mismas palabras de Dios a Adán y Eva en Génesis 3. De hecho, usa la misma palabra para polvo que Dios usó en Génesis. Fíjese:

Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo (Eclesiastés 3:20).

Lo que le pasa a su cuerpo después de la muerte no es un accidente, es una promesa divina. Esta es la promesa que Dios les hizo a Adán y a su esposa cuando fueron expulsados del Jardín del Edén. Dios les prometió que su pecado provocaría el revés de la creación.[iii] Dios creó a Adán del polvo, y por causa de su pecado volvería al polvo. Esta regresión afectaría no sólo a la raza humana, sino también al reino animal.

Mientras Adán y Eva eran expulsados del Jardín del Edén, Dios dijo a Adán:

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás (Génesis 3:19).

Salomón cita en Eclesiastés 3, la promesa de Dios para Adán y el resto de la raza humana. Sí, Salomón está frustrado al ver que su cuerpo y los animales experimentarán la misma regresión al polvo; pero Salomón reconoce que todo esto es el resultado del pecado. Cada muerte en el planeta Tierra es un signo de exclamación de que Dios está cumpliendo su promesa. El pecado entró en el mundo y por el pecado la muerte. Cada ataúd que eventualmente se llena de polvo, es un Amén y un “así-sea” a la palabra de Dios. “del polvo al polvo”, ha sido el epitafio a lo largo de la historia humana, pero ese polvo no es el final.

Verdades Sobre la Vida Después de la Muerte 

  1. Dios conoce los detalles de la vida después de la muerte.

Lo que Salomón hace a continuación, es proporcionar algunas verdades sobre la vida después de la muerte, haciendo dos preguntas retóricas. La primera se encuentra en el versículo 21:

Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra(Eclesiastés 3:21).

En otras palabras, ¿quién conoce los detalles sobre la vida después de la muerte? Si todo lo que usted tiene son sus propias observaciones aquí abajo, debajo del sol, no tiene ni idea de lo que ocurre después de la muerte. Observe que Salomón no responde a la pregunta. Asume que no necesita responder la pregunta, porque cree que todos diremos: “Dios sabe”.

¿Quién lo sabe? ¡Dios lo sabe!

¿Quién conoce los detalles de la vida eterna? El eterno Creador de la vida.

¿Quién sabe lo que pasa después de la muerte? El Creador que experimentó la muerte en lugar nuestro para darnos la vida eterna.

¿Sabía Salomón algo de esto? Claro que sí. Él escribe la respuesta más adelante en su diario, en capítulo 12:7:

Y el polvo vuelve a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio (Eclesiastés 12:7).

Una vez más, la respuesta crítica no es una cuestión de observación, es una cuestión de revelación.[iv]

  1. Dios tiene el poder de dar vida después de la muerte.

La segunda pregunta retórica se encuentra en el versículo 22:

¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él? (Eclesiastés 3:22b).

En otras palabras, ¿quién tiene el poder de hacer posible la vida después de la muerte? ¿Quién tiene la capacidad de dar a alguien más vida después de la muerte? Salomón tampoco responde a esa pregunta, porque asume que todos en Israel ya sabían que la respuesta es que Dios tiene el poder de dar vida eterna.

Salomón conocía los otros pasajes en el Antiguo Testamento que responden esta pregunta. Su propio padre el rey David, escribió sobre la vida después de la muerte y la confianza del creyente de pasar la eternidad con Dios. Por ejemplo, él dijo en el Salmo 49:15,

Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, Porque él me tomará consigo.

Nosotros hoy disfrutamos de una revelación completa con muchos más detalles sobre la eternidad de los que tenía Salomón. Podemos escuchar la promesa del mismo Hijo de Dios para todos los que lo seguimos: que ha ido a preparar un lugar en la casa del Padre (Juan 14:1-3).

La palabra de Dios promete, además, que los que siguen a Cristo resucitarán (1 Tesalonicenses 4:16).

Pablo le escribió a Timoteo esta misma promesa: Cristo sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio (2 Timoteo 1:10).

 

Aplicación

Esta no es una cuestión de observación aquí abajo, debajo del sol, esta es la revelación del Creador del sol, revelación que tenemos en nuestras manos y entre las tapas de nuestra Biblia. ¡Qué regalo de parte de Dios! ¡Este es un regalo increíble! Esto no significa que debemos dejar de observar, que no debemos explorar, o investigar; simplemente entendemos que apartados de la revelación divina, podríamos terminar llenando los espacios en blanco con la respuesta equivocada.

¿Qué pasa con todas las personas que no tienen una copia del Libro de la revelación inspirada de Dios? Bueno, esta es la misión del creyente a través de los siglos y de la iglesia de hoy; hacer discípulos de todas las naciones y Dios también tiene mucho que decir sobre esa misión.

Pero la verdadera pregunta en este momento no es acerca de todas esas personas y lo que han hecho con la revelación de Dios. La pregunta es ¿qué ha hecho usted?

¿Qué ha hecho con la revelación divina? ¿toma tiempo para estudiar la Palabra de Dios? Y, no solo eso, ¿la cree de corazón y la aplica a su vida? ¿Tiene la Biblia un impacto en su vida? ¿Deja usted que la verdad de Dios transforme su pensamiento, acciones y actitudes?

Sin la revelación divina, su observación podría ser llevarlo a creer que los animales y los seres humanos dejan de existir después de la muerte, que Dios ni siquiera existe, que al final el universo va a implosionar y todo dejará de existir, que la vida es un misterio sin sentido y que en realidad no somos más que insectos viviendo durante unos segundos sobre átomos de barro.

Esta fue la desesperanza del Premio Nobel de Literatura en 1952. Él se lamentó en su incredulidad al escribir: “No se pueden imaginar el tormento de no haber tenido nada en la vida y de no esperar algo más que la muerte, de sentir que no hay otro mundo más allá de éste y que el rompecabezas nunca será resuelto”.[v]

Esta es la tragedia de vivir la vida, intentando encontrar un sentido aquí abajo, debajo del sol, negando la revelación del Creador del sol, que diseñó el rompecabezas, que conoce las respuestas y tiene el poder de poner eventualmente todas las piezas del rompecabezas su lugar.

Mientras tanto, incluso para el creyente, a veces parece que faltan piezas en el rompecabezas de nuestras vidas. ¿Cómo debemos vivir aquí debajo del sol?

Pues bien, este párrafo de Eclesiastés que parecía tan pesimista y negativo, una vez más incluye verdades alentadoras. Cuando uno reconoce la palabra de Dios, las promesas de Dios, el plan de Dios, la creación de Dios y la vida eterna que Dios da, la vida adquiere un nuevo significado.

Hay al menos dos principios eternos que encontramos aquí. Vamos a concluir nuestro estudio de hoy con ellos.

  1. Disfrute del lugar donde Dios lo ha asignado.

Volvamos al versículo 22, donde Salomón escribe:

“…no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte.(Eclesiastés 3:22).

En otras palabras, no malgaste su vida lamentándose, codiciando, quejándose o vengándose. Usted tiene una vida: aprovéchela al máximo.

Salomón nos recuerda que nuestras vidas no son un accidente. Dios le ha asignado un trabajo, su trabajo es un regalo de Dios sea cual sea. Puede ser en la cocina, en el juzgado o en el aula de clase.  Haga bien su trabajo y pídale a Dios que le de alegría en su esfuerzo. El diablo no puede tener su alma, querido creyente, pero ciertamente quiere robarle la alegría. Así que, si va por la vida sin agradecer a Dios, sin obedecer a Dios o sin alabar a Dios, no está adorando a Dios realmente.

¿Cómo adora usted a Dios? Dándole gracias en abnegación, humildad, alabanza, obediencia y confianza. Según las Escrituras, todo esto es adoración. La adoración no es sólo el domingo por la mañana; sino el lunes por la mañana también. Y podemos desperdiciar nuestras vidas no adoramos a Dios.

Warren Wiersbe, escribió en este texto la ilustración del granjero que oraba en la mesa, “Señor, gracias por la buena comida y la buena digestión”.[vi]

¡Cuan cierto! A medida que uno envejece, más agradecido esta por una buena digestión que por una buena comida. Por eso, muchos lo ponen semillas de chía a todo lo que ven. He visto a gente ponerle semillas de chía al helado. Eso no es bíblico.

El punto es este, la vida y todo lo que hay en ella es un regalo de parte de Dios. Por eso, podemos disfrutarla aún cuando haya dificultades y problemas viviendo en este mundo pecador. Debemos aprovechar este regalo de vida al ser fieles, esforzándonos en lo que sea que Dios nos haya llamado a hacer.

Tantas veces nos enfocamos en nuestro desempeño, resultados y comodidad como medida de nuestro valor o satisfacción en la vida; mientras que la verdadera medida, la única que podemos controlar, es nuestra fidelidad. Eso es lo que Dios demanda de nosotros. Así podemos adorarle. Así podemos disfrutar nuestra vida en todo momento. Así no desperdiciamos nuestra vida.

  1. Anticipe el lugar que Dios ha preparado para para usted.

Salomón insinúa en el versículo 22, que Dios tiene el poder de llevarlo más allá de la muerte para ver y experimentar la vida eterna. Así que no desperdicie su vida mientras la tiene y de paso no olvide su futuro. Anticipe al lugar que Dios ha preparado para usted.

Las dificultades de la vida aquí abajo, debajo del sol, pueden tener un propósito redentor. Dios las usa para desarrollar un anhelo más profundo en nosotros por la vida que disfrutaremos con el Señor donde no habrá más pecado ni dolor. No olvide su futuro.

El pastor y consejero, Paul David Tripp, lo describe con esta ilustración:

Estoy convencido, de que el objetivo de acampar es hacer que una persona anhele su casa. El primer día en el bosque mientras arma la carpa, todo es emocionante, pero tres días más tarde su tienda de campaña tiene olores desagradables que no puede explicar. Le encanta el sabor de la comida cocinada en la fogata; pero tres días después está cansado de buscar la leña y enojado por lo rápido que se consume.

Estaba entusiasmado con la perspectiva de pescar la cena en el arroyo que pasa su campamento, que supuestamente]está repleto de peces; pero todo lo que ha logrado pescar son las algas del fondo.

Lleva cuatro días y le duele la espalda, parece que no hay más leña para recoger y está cansado de mantener prendido el fuego de todas formas.

Mira al interior de lo que fue una nevera llena de hielo con comida, para ver los filetes de carne que había guardado, grises y flotando en un charco de agua. Empieza a pensar con nostalgia en su hogar. Se queda ahí esperando que alguien rompa el silencio y diga: “¿Por qué no volvemos a casa?”.

Sus cuatro días en el campo han cumplido su misión. Lo han preparado para apreciar su hogar.

Nuestro mundo no es un buen parque de atracciones (después de todo). En realidad, es un lugar roto y gimiendo por ser redimido. La Tierra está hecha para hacernos anhelar el Cielo. El tiempo aquí en este mundo, está destinado a prepararnos para la eternidad.[vii]

Así que, querido creyente, cuando la vida aquí, debajo del sol, se vuelve incómoda, difícil, triste, dolorosa y aún prácticamente insoportable, recuerde que este no es el final de la historia.

Entre otras cosas, Dios ha permitido lo que está sufriendo para recordarle que usted es un extranjero, un peregrino, que va solo de pasada por este mundo de camino a su hogar eterno… donde no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor (Apocalipsis 21:4).

Mantenga su mirada allá arriba, mas allá del sol, donde le espera su verdadero hogar con su amado Salvador, el Señor Jesucristo.

 

 

Este manuscrito es de un sermón predicado el 1/5/2020 por Stephen Davey.

Copyright 2020 Stephen Davey

Todos los derechos reservados.

 

 

[i] Quoted in David Jeremiah, Searching for Heaven on Earth (Integrity, 2004), p. 38 

[ii] Adapted from Benjamin Shaw, Ecclesiastes: Life in a Fallen World (The Banner of Truth Trust, 2019), p. 49 

[iii] David A. Hubbard, The Preacher’s Commentary: Volume 16 (Thomas Nelson, 1991), p. 115

[iv] Philip Graham Ryken, Ecclesiastes: Why Everything Matters (Crossway, 2010), p. 64

[v] Philip Graham Ryken, Ecclesiastes: Why Everything Matters (Crossway, 2010), p. 64 

[vi] Warren W. Wiersbe, Ecclesiastes: Be Satisfied (Victor Books, 1990), p. 40 

[vii] Adapted from Paul David Tripp, Forever: Why You Can’t Live Without It (Zondervan, 2011), p. 37