Lección 19: Tras la Zanahoria

Lección 19: Tras la Zanahoria

Pasaje Bíblico: Santiago 4:1-3.

¿Pueden haber rivalidades entre creyentes? ¿Pueden haber celos, envidia, hostilidad y lujuria a tal punto que la iglesia se termina desviando, y varias vidas quedan destruidas? Descubramos la respuesta y el divino remedio para unos de los problemas más grandes que afronta el pueblo de Dios.

Transcripción

Introducción

Recuerdo haber leído tiempo atrás acerca del conflicto entre los franceses y los ingleses a principios de 1700. Un capitán inglés estaba con su embarcación en la costa de Francia esperando que lo llamaran a la batalla, pero no quería perder tiempo; así que, le  ordenó a sus hombres que practicaran tiro al blanco con sus cañones en un castillo cercano.

Como todo castillo francés, alrededor de la cúspide estaba adornado con figuras de yeso; en este caso, las figuras eran de unos santos. La tripulación empezó a practicar con estos santos, gastando horas afinando su puntería.

De pronto, los llamaron a la guerra, y las órdenes eran tan apremiantes que no tuvieron tiempo para reabastecer el barco. Tuvieron que zarpar inmediatamente. La tripulación finalmente perdió su batalla en el mar, no porque los superaron en número o estrategia, sino porque se les terminaron las municiones. Ellos gastaron demasiado tiempo disparándole a los santos.

Uno de los mayores problemas que enfrenta la iglesia, no es el mundo exterior, sino el interior; creyente contra creyente…hermano contra hermano- disparándole a los santos.

Pablo le dijo a la iglesia en Corinto, “pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” 1 Corintios 3:3

La iglesia en Galacia también estaba permitiendo conflictos entre ellos, así que Pablo les dijo que corrían el riesgo de consumirse el uno al otro (Gálatas 5:15)

Pablo desafió a la iglesia en Éfeso a trabajar arduamente y desarrollar la unidad espiritual. Luego, en su carta a los Filipenses, hasta nombró a dos mujeres en la congregación que no se llevaban bien: Evodia y Sintique.

Los problemas de celos y contiendas empezaron hace mucho tiempo con una familia que fue expulsada del jardín de Edén. En esta primera familia, Caín le tuvo envidia a su hermano Abel – hasta que su envidia amarga se transformó en un asesinato.

Uno jamás se imaginaría a Caín viniendo a la iglesia –mucho menos convirtiéndose en un miembro. Sin embargo, le invito a abrir su Biblia en la carta de Santiago, donde leemos las duras palabras del apóstol para la asamblea.

Santiago capitulo 4 comienza con una declaración fuerte. Allí leemos:

¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres. 

Después de leer esto, lo primero que uno piensa es: “Pero Santiago no le esta hablando a creyentes, ¿o si?”

¿Guerras y pleitos? La palabra guerra hace referencia a un estado de hostilidad prolongado; pleitos se refiere a brotes más específicos de hostilidad.[i]

Conozco a un autor y comentarista muy famoso que insiste que Santiago se esta dirigiendo a incrédulos aquí, pero no es así. Toda la epístola de Santiago esta dirigida a una congregación.

Si regresamos al capitulo 3, versículo 13, Santiago allí pregunta ¿quien de vosotros es sabio y entendido? Luego aquí en el capitulo 4, versículo 1, él menciona Guerras y pleitos –entre vosotros. Así que él se está refiriendo al mismo grupo de personas.

Y la clave para conocer la identidad de este grupo de personas esta en el versículo 11, Allí, Santiago específicamente identifica a su audiencia como ‘hermanos.

Ese termino siempre se usa para los creyentes. Santiago le esta escribiendo a la iglesia.

Las palabras de Santiago se parecen a las de Pablo cuando escribió en su segunda epístola a los Corintos:

“Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero…que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes.”

¿De que esta hablando Pablo, de una iglesia o de un partido de hockey sobre hielo? No se si está muy familiarizado con el hockey sobre hielo, pero es muy común que hayan peleas – ¡hasta son parte del juego! De hecho, el otro día estaba viendo un partido de hockey y, cerca del final del partido, los jugadores empezaron pelear. Era una pelea tras otra. No jugaban ni 15 segundos sin que empezaran a pelear otra vez. Nunca había visto algo así. Los espectadores estaban fascinados con el espectáculo.

Ahora, uno puede esperar eso en un partido de hockey sobre hielo, pero no en la iglesia.

¿Pueden haber rivalidades entre creyentes? ¿Pueden haber celos, envidia, hostilidad y lujuria a tal punto que la iglesia se termina desviando, y varias vidas quedan destruidas? La respuesta que nos da Santiago es que si. Es posible. Pero Santiago quiere ir mas allá de esa respuesta y encontrar el origen de todo el problema.

Como mi maestra de 5to grado que desafortunadamente no vio cuando mi compañero me tiró la pelota en la cara y me hizo sangrar la nariz. No. Lo único que ella fue cuando nosotros dos estábamos peleando en el suelo. Pero, una vez que nos logró separar nos preguntó: ¿Quién empezó todo esto? “El me arrojó la pelota en la nariz. Si, pero Stephen vino y me dio el primer puñetazo.” Ambos terminamos en la oficina del director el resto de la tarde, negociando un tratado de paz.

La profesora quería saber porqué empezó el problema. Y eso es exactamente lo que Santiago esta tratando de descubrir también.

Note las primeras palabras del versículo 1, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?…”

En otras palabras, ¿Como empezó el problema? Y lo que Santiago va a hacer en estos próximos versículos es mostrarnos tres fuentes internas de nuestro conflicto externo.

Así que, aquí están las malas noticias – ¿Hay problemas en la iglesia? Si, y el problema comienza en nosotros. La primera fuente de conflicto se llama:

 

1. Deseos vergonzosos

Note el versículo 1. Allí dice: “¿No es de vuestras pasiones?

La palabra griega para ‘pasiones’ es ‘hedonai’ de donde sale el termino castellano ‘hedonismo.’[ii]

El hedonismo es una filosofía moral, establecida en Grecia, unos 400 años antes de Cristo, por un filósofo llamado Aristóbulo de Cirene. El enseñaba que el placer que le parezca natural a una persona, sea cual fuere, es bueno y uno debe de satisfacerlo.[iii]

En la actualidad, este filosofo vendería millones de libros y miles de personas asistirían a sus charlas.

Ahora, Aristóbulo simplemente formalizó esta filosofía. Él ciertamente no la inventó. El hedonismo siempre ha sido la filosofía mas popular del planeta – “Si te hace sentir bien, hazlo.” “¿Como puede ser malo cuando te hace sentir tan bien?”

El hedonismo es la creencia que el placer es lo más importante en la vida.[iv]

“Si le place, si le da placer o diversión, entonces debe ser bueno.”

Lo interesante es que cada vez que esta palabra aparece en el Nuevo Testamento, aparece en el contexto de algo pecaminoso, de algo vergonzoso.

  • En Lucas 8:14, el Señor describe a personas que dejaron de lado las demandas del discipulado porque fueron “ahogados por los placeres de la vida.”
  • En Tito, Pablo habla de personas “esclavas de concupiscencias y deleites diversos.” –Tito 3:3
  • Pedro se refiere a los falsos maestros como personas “que tienen por delicia el gozar de deleites cada día.” -2 Pedro 2:13
  • El apóstol Pablo describió a un hedonista en los términos mas claros cuando escribió que estos son: “…amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios… traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.” – 2 Timoteo 3:2-4

Ahora, no me malinterprete, Santiago no esta sugiriendo que el placer en si mismo es malo. Uno puede encontrar placer jugando con sus hijos o con sus nietos; saliendo a caminar; mirando el atardecer; leyendo un libro o descansando en una mañana tranquila.

Todos los placeres y deseos no son malos.

  • Salmo 73:25- “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”
  • 1 Corintios 14:1, “procurad/desead los dones espirituales.”
  • Filipenses 1:23, “…teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;”
  • I Timoteo 3:1, “Si alguno anhela obispado, buena obra desea.”

Pero esta palabra que Santiago escoge, hedonai, se refiere al lado oscuro del deseo. Estos son los deseos vergonzosos y los placeres prohibidos, por los que normalmente culpamos al diablo ¿no es así?

Mire nuevamente en el versículo 1, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?”

Nosotros le echamos demasiada culpa al diablo por nuestro propio pecado. Sin embargo, Santiago nos informa que nosotros tenemos una guerra interna. El placer está desatando una guerra en nuestro cuerpo.

El placer inmoral, los malos deseos, los planes egoístas y los malos pensamientos están en guerra con nuestro espíritu, tratando de tomar el control.

Las palabras traducidas “combaten en vuestros miembros” hacen referencia a un campamento militar.[v]

Acampando con nuestra carne, con nuestra naturaleza caída, tenemos un ejército de deseos que quiere ganar el control sobre nuestra vida.

Un erudito en griego lo puso de la siguiente manera: “Esa palabra hace referencia a una expedición militar. Allí, las pasiones de la carne luchan constantemente para salirse con las suyas y vencer sobre el espíritu, sobre la nueva naturaleza que Cristo nos ha dado.”[vi]

Hay una guerra dentro nuestro.

El apóstol Pedro usó esta misma palabra cuando le advirtió a los creyentes diciendo: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,” – 1 Pedro 2:11

Querido oyente, una de las peores cosas que puede decirle a un inconverso, es que una vez que acepte a Cristo, las cosas van a estar mejor. ¡No es así! Ahí es cuando comienza la batalla. Y la verdad es que usted esta en guerra… ¡consigo mismo! Los deseos vergonzosos están tratando de ganar constantemente.

Y eso no es todo. Santiago continúa presentándonos la segunda fuente del conflicto.

2. Actitudes pecaminosas

Él escribe en el versículo 2: “Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio.”

Ahora, esto suena a algo peor que tener un arranque de mal genio.

Santiago puede estar refiriéndose a matar para suplir algún placer. Esto sucede todos los días y los creyentes no somos inmunes a la tentación.

Se de un creyente que tuvo una relación con una mujer, mientras que su marido estaba en el ejército. Bueno, la mujer quedó embarazada. Algunos vecinos los vieron juntos, así que pronto la noticia saldría a la luz. Este hombre tenía un amigo cercano en el ejército que le debía un favor. Ellos planearon algo que funcionaría. La próxima vez que salieran a la batalla, deberían dejar desprotegido al marido de la mujer para que lo mataran, y todo pareciera un accidente. El plan resultó, y el creyente que mandó matar al otro hombre terminó casándose con la viuda…su nombre era Betsabé, y el hombre se llamaba David.

Si, es posible que un creyente codicie, y cometa homicidio.”

La palabra griega para “matar” también tiene el significado de destruir.[vii]

Un autor escribió que cuando uno desea satisfacer sus deseos pecaminoso pero no lo puede lograr – cuando no puede conseguir esa reputación, prestigio, gratificación sexual, dinero, poder, posesiones o el afecto de otra persona – el resultado puede ser catastrófico, tanto para los demás como para él mismo.[viii]

¿Por qué?  Porque los deseos vergonzosos y las actitudes pecaminosas siempre van destruir algo o a alguien. Note el versículo 2, “Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra.”

Note que la lucha y el combate, tanto exterior como interior, es el resultado de la envidia y la frustración interna. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra

  “…ardéis de envidia, y no podéis alcanzar [ese objetivo],” Así que, como una mula yendo detrás de una zanahoria, se vuelven locos para satisfacer sus pasiones.

La verdad es que nuestros deseos, pasiones y actitudes son como un campamento militar dentro nuestro, listo para declarar guerra en cualquier momento contra cualquiera que se interponga entre nosotros y alguna gratificación personal.[ix]

Santiago esta diciendo: “Tengan cuidado.”

Y nuestro mundo sabe como funciona la naturaleza caída; conoce nuestra propensidad de querer lo que no podemos tener.

La próxima vez que vaya a un supermercado, observe que cosas hay al llegar a la caja. Por un lado, va a ver un estante con revistas que hablan de cómo bajar de peso mágicamente. Del otro lado, va a ver una estantería con golosinas y chocolates que llega hasta el piso. Esos estantes bajos no son para nosotros. Ese estante con golosinas esta allí para lo niños.

De hecho, el estante de mas arriba es lo suficientemente bajo como para que lo vea un chico de 2 años y agarre algo. Es ingenioso. Y nuestra naturaleza caída queda expuesta cada vez que vamos al supermercado.

Ahora, note lo que dice la última parte del versículo 2, “No tenéis, porque no pedís.”

En otras palabras, no vamos a pedir por lo que queremos, porque es inapropiado, y desde ya no le va a pedir a Dios, porque usted sabe que Él va a decirle que no.

Note cómo es que Santiago nos deja en claro que esa vida entregada a los deseos de la carne es una vida de frustraciones garantizadas.

Note nuevamente el versículo 2, “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.”

Mire, estas personas descritas aquí desean, desean, y nunca quedan satisfechos. Anhelan algo que no pueden tener. Van detrás de algo que no deben tener, lo cual solo los lleva a codiciar más.

Santiago usa un verbo en presente aquí para describir la actitud de codiciar. Este es un deseo permanente y constante. Es un ciclo vicioso donde los pensamientos y los sentimientos de codicia llevan a desear más y más, nunca hallando la satisfacción.

Un autor lo puso de la siguiente manera: “La satisfacción por medio de la auto gratificación es una meta imposible de lograr.”

C.S. Lewis escribió lo siguiente acerca de las tentaciones y los deseos prohibidos: “Uno tendrá un deseo creciente por un placer que va disminuyendo.”[x]

Lo que Santiago nos esta dando aquí es la única solución para estar satisfecho en la vida.

Así que, él comienza este párrafo diciéndonos qué debemos hacer para asegurarnos de que nunca estemos satisfechos en la vida.

Así es como puede estar siempre insatisfecho:

  • Alimente sus deseos vergonzosos
    • Entretenga pensamientos inmorales.
    • Imagine lo que es disfrutar ese fruto prohibido
  • Defienda sus actitudes pecaminosas
    • Juzgue internamente a los que lo rodean, mientras codicia lo que ellos tienen.
    • Alégrese internamente cuando los demás sufren alguna pérdida.

Y eso solo son algunos ejemplos de cómo asegurarse de vivir una vida llena de insatisfacción.

Santiago nos advierte de los deseos vergonzosos, las actitudes pecaminosas, y hay otra fuente de conflictos que encontramos aquí.

 

3. Motivos egoístas

Santiago escribe lo siguiente en el versículo 3, “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”

En otras palabras, uno se pone a orar por cosas que no son abiertamente pecaminosas, pero los motivos con los que uno esta pidiendo son egoístas. Lo que realmente queremos es suplir nuestros placeres, nuestras comodidades, nuestro éxito.

El verbo que Santiago usa para ‘pedir en oración’ es el verbo griego ‘aiteo’ (αιτεω) que da la idea de rogar e implorar.[xi]

Santiago usa el mismo verbo en el capitulo 1, versículo 5, donde nos exhorta que roguemos a Dios por sabiduría. Este no es un deseo pequeño, sino de un  anhelo ferviente.

Aquí, en el capitulo 4, el verbo da la idea de “rogar para el beneficio propio. Pedir por intereses personales.”[xii]

Santiago no está acusando a estos creyentes de orar por cosas pecaminosas, sino porque están orando solamente para su propio beneficio. En otras palabras, estaban pidiendo cosas buenas con motivos egoístas.[xiii]

Y Santiago desenmascara sus verdaderos motivos y dice al final del versículo 3, “Ustedes quieren gastar en sus propios deleites.”

“Seamos honestos” dice Santiago, “Ustedes quieren una vida cómoda y creen que la oración en la varita mágica, la clave secreta para tener lo que quieren.”

Cuando murió John Ward, un miembro del parlamento británico, se encontró entre sus pertenencias una oración escrita que decía lo siguiente:

Señor, tu bien sabes que tengo nueve propiedades en la ciudad de Londres, y hace poco también compre una estancia en Essex. Te ruego, por favor, que preserves a estas dos localidades de cualquier incendio o terremoto que pueda ocurrir. En cuanto al resto, Haz como te plazca.”

Esa es una oración egoísta.

La palabra que Santiago usa para ‘gastar’ es la misma palabra que encontramos en la parábola del hijo prodigo, que se gastó toda la herencia en lujos y placeres.

La situación, entonces, es que – sí – estamos yendo a Dios en oración…si, le estamos pidiendo su bendición…pero en lo profundo de nuestro corazón, solo queremos una vida mas cómoda, adinerada, y saludable.

A todo esto, este versículo es deja muy mal parado al evangelio de la prosperidad que tanto se predica en la actualidad.

El movimiento de la prosperidad trata a Dios como una maquina expendedora de dulces o bebidas. Uno pone sus 50 centavos de oración, 25 centavos de fe, y otros diez centavos mencionando el nombre de Cristo y recibe su bendición- gloria, aleluya.[xiv]

Pero si uno no recibe lo que pidió es porque no tuvo suficiente fe o no puso la suficiente cantidad de dinero.

Un comentarista del siglo pasado escribió lo siguiente al respecto: “Si la oración solo es una formula (o sea, si solo dice las palabra correctas, cree lo suficiente, y confiesa lo necesario, luego sucede), entonces los creyentes están practicando un tipo de magia. Pueden manipular a Dios o imponerle su voluntad, ya que Él tiene que responder. En contraste, la oración que vemos en el Nuevo Testamento, es el resultado de una relación de confianza con un Padre cuya voluntad es suprema.”[xv]

¿Quiere una vida insatisfecha? Viva entonces alimentando sus deseos vergonzosos, actitudes pecaminosas y motivos egoístas.

De esa manera vivirá como el burro que corre tras la zanahoria.

¿Quiere satisfacción en la vida? Santiago nos va a decir cómo en este párrafo, y vamos a estudiar sus palabras inspiradas en nuestro próximo estudio. Pero primero, él nos deja en claro cómo es que podemos vivir una vida insatisfecha.

Tal vez usted este pensando: “Tengo tanto por crecer… ¿cree que podré lograrlo?

Si nos adelantamos por un momento, verá que Santiago nos anima a confesar rápidamente, a seguir a Dios con vigor y ser pacientes.

Sea paciente…Dios esta obrando en su vida.

Recuerdo una mañana que entré a la habitación de mis gemelos, y note que uno de ellos estaba despierto y tenía lagrimas en los ojos.

–Así que le pregunte: ¿Qué pasa hijo?

–Él se secó las lágrimas y me dijo: “Hoy es mi cumpleaños.”

­–Confundido le dije: “¿y no te alegra que es tu cumpleaños? ¡Hoy cumples cuatro años! ¿No es genial?

Ahora, no se de donde sacó esto, pero me respondió con toda sinceridad: “Es que pensé que al tener cuatro sería grande.”

Al parecer, él pensó que al cumplir 4 años, el iba a despertar mucho mas alto, y siendo prácticamente un adulto. Por eso es que estaba tan desilusionado.

Querido oyente, nosotros tendemos a pensar igual. Sin embargo, la madurez espiritual requiere paciencia – toma tiempo. No despertamos un día maduros y crecidos espiritualmente como por arte de magia.

De todos los grandes hombres y mujeres de Dios con los que he hablado, ninguno me ha dicho que ya llegó a la madurez espiritual. No. Todos ellos decían algo parecido – que luchaban diariamente para crecer espiritualmente.

Esa es la verdad. Durante esta vida, debemos luchar pacientemente mientras crecemos día a día en madurez.

Permítame concluir leyendo una sincera oración escrita por un gran siervo de Dios. Note su lucha interna y su deseo final. Dice lo siguiente:

 

Cuando Tú quieres guiarme, oh Dios,

yo trato de controlarme.

Cuando necesito depender de tu provisión,

Busco satisfacerme sin ti.

Cuando debería someterme a tu providencia,

Yo sigo mi propia voluntad.

Cuando debería honrarte y alabarte

Termino sirviéndome a mi mismo

Señor, mi mayor deseo devolverte mi corazón.[xvi]

Esa es otra forma de decir: Hay una continua batalla en nuestro interior. Así que, Sea honesto consigo mismo. Sea honesto delante de Dios y pídale a Jesucristo que guie y controle su corazón, su mente, su voluntad, su todo.

Todo lo demás solamente lo llevará por el camino de la insatisfacción – simplemente corriendo detrás de otra zanahoria.

 

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey

© Copyright 2011 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] D. Edmond Hiebert, James (BMH Books, 1992), p. 222

[ii] Dan G. McCartney, Baker Exegetical Commentary on the New Testament: James (Baker Academic, 2009), p. 207

[iii] Spiros Zodhiates, The Labor of Love (AMG Publishers, 1981), p. 221

[iv] R. Kent Hughes, James: A Faith that Works (Crossway Books, 1991), p. 167

[v] John Phillips, Exploring the Epistle of James (Kregel, 2004), p. 128

[vi] Zodhiates, p. 221

[vii] Zodhiates, p. 226

[viii] John MacArthur, James (Moody Press, 1998), p. 188

[ix] Phil A. Newton, Expository Sermons in James (South Woods Baptist Church, 2005), p. 83

[x] Quoted by Hughes, p. 170

[xi] MacArthur, p. 190

[xii] Hiebert, p. 226

[xiii] Ibid, p. 227

[xiv] Craig L. Blomberg & Mariam J. Kamell, Exegetical Commentary on the New Testament: James (Zondervan, 2008), p. 189

[xv] Hiebert, p. 226

[xvi] The Valley of Vision quoted by Charles Swindoll in, Intimacy with the Almighty (Word Publishing, 1996), p. 70

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