Lección 2: La Única Manera de Vivir

Lección 2: La Única Manera de Vivir

Pasaje Bíblico: Josué 1:7-8.
Uno de los problemas de hoy es que la iglesia evangélica, en su mayoría, está adoptando la definición del mundo de lo significa el éxito y la prosperidad. Uno puede encender el televisor y escuchar a algunos pastores diciendo “Dios le dará éxito si usted hace esto o lo otro.” Eso generalmente involucra enviar una ofrenda o donación a la organización que representan para que luego Dios le devuelva el dinero ¡Multiplicado! En este programa veremos lo verdaderamente significa vivir de manera exitosa… según Dios.

Introducción

Le invito a que abra su Biblia en el libro de Josué. En nuestro último programa, vimos como Josué estuvo temeroso después de la muerte de Moisés. El proyecto que Dios le había encomendado era difícil y lo asustaba.

Como usted recordara, Dios le dio unas lecciones muy importantes a Josué en cuanto al liderazgo. Dios básicamente le dijo: Josué, Moisés está muerto, pero yo no. Los lideres pueden cambiar, pero yo no. La gente puede titubear y cambiar, pero en mis propósitos, yo nunca cambio; soy consistente; soy siempre el mismo”.

Entonces, Dios anima a Josué con las siguientes palabras, en el capítulo 1, versículo 5,

“…como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.”

La palabra traducida ‘dejare’ se puede traducir como “no voy a ser débil contigo.” En otras palabras, “Josué, yo garantizo mi poder soberano para ayudarte a conseguir lo que te pido que hagas.”

Muy bien, ahora vamos a continuar con nuestro estudio donde veremos el mensaje de Dios para Josué. Vamos a dividir el estudio en tres partes.

 

El Proyecto

La primera parte la vamos a llamar “el proyecto”. Se resume en las palabras de Josué 1:11, adonde leemos:

“…dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.”

Vuelva por un momento al versículo 2.

“Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.”

Ahora mire los versículos 10 y 11,

“Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.”

En Noviembre de 1947, cincuenta y seis delegados de las naciones unidas se reunieron para determinar el destino de este grupo de personas que querían tener un estado soberano. Ellos querían ser reconocidos como nación –la nación de Israel. Los delegados se congregaron para votar lo que sería el futuro de este estado.

Cuando el primer delegado, un delegado de Guatemala, se puso de pie para dar su voto, fue interrumpido por un sujeto que desde la galería grito en hebreo: “Señor, sálvanos.”

Este clamor viene haciendo eco desde la época del Pentateuco, cuando el pueblo de Dios tenía que conquistar la tierra, pero no lo hizo. Dios lo llama “su posesión”. Esta tierra es de ellos, pero ellos no la tomaron.

Permítame recordarle que esta tierra sigue en disputa en la actualidad. De hecho, no fue sino hasta 1967 que Israel pudo expandir su territorio y controlar Jerusalén. Incluso en la actualidad, los árabes los presionan diariamente para que devuelvan esta tierra que han conquistado.

El problema data de hace mucho tiempo; para ser más preciso, de la época de este libro de Josué. Por varios motivos, ellos no lograron tener victoria y poseer la tierra prometida. La apatía fue una de las razones, la desobediencia seria otra, la incredulidad sería una tercera.

Los obstáculos de los Israelitas existen en la actualidad

Y estos problemas persisten en la actualidad no solo en el pueblo de Israel.

  1. Apatía

Una de las razones por las que nosotros, el día de hoy, no experimentamos victoria y disfrutamos de las bendiciones de Dios es por apatía – cuando nos mostramos indiferentes en lugar de estar trabajando apasionados en la vida cristiana – cuando nos enfocamos en este mundo y dejamos de lado las cosas de Dios.

No hay matrimonio que pueda alegrarse y decir ¡“Estamos experimentando victoria”! si no ha determinado luchar por ello, trabajar por ello, dedicar tiempo, hacer de su matrimonio una prioridad. Solo así van a poder mirar al cielo y decir: “Por la gracia de Dios, ¡Estamos experimentando victorias y no derrotas constantes!

  1. Incredulidad

Otro problema es la incredulidad. Esto es cuando dice “Algo sucedió en mi vida y siento que a Dios no le interesa.” O “La batalla es demasiado difícil, no lo voy a lograr.” O “es más fácil preocuparse que confiar, así que voy a alimentar mi ansiedad.”

Piénselo de esta manera. Una pareja va al médico y este les dice que lamentablemente su hijo tiene una enfermedad incurable. Aunque ellos son creyentes, miran al cielo y dicen: “Dios, ¿Cómo puedes hacer esto?

Otra pareja, va al hospital y descubren que están en la misma situación que la otra pareja. Sin embargo, ellos miran al cielo y dicen: “Esto es muy difícil Dios, seguimos tomados de Tu mano. Por tu gracia, creeremos en ti; confiamos en ti.”

La segunda pareja va a experimentar victoria.

  1. Desobediencia

También existe el problema de la desobediencia. Esto implica ponerse en una posición en la que Dios no puede bendecirnos. Obviamente, la persona que se encuentra en desobediencia no va a experimentar victoria en su vida espiritual.

El creyente debe ir a la batalla confiado en las promesas del Señor y obedecerle aunque lo que vea pueda amedrentarlo. Debe estar dispuesto a luchar – a ponerse la armadura de Dios e ir en busca de la victoria que Dios le ha prometido. Esta es la persona que va a experimentar victoria.

 

El Problema

Ahora, Josué tiene que enfrentar un problema. ¿Recuerda eso? Vamos a llamar a esta segunda parte del estudio “el problema.”

Dos desafíos obvios

En nuestro último programa estudiamos uno de los problemas: reemplazar a Moisés. Vamos a hacer un breve repaso de esto.

  1. El desafío personal de Josué

Josué tiene que asumir el puesto de uno de los líderes más grandes en la historia. La Biblia nos dice que no hubo profeta como Moisés; esto es, hasta que Dios levantara a aquél que es mayor que Moisés, nuestro Señor Jesucristo.

¿Cómo se sentiría usted si tuviera que reemplazar a tal persona? Josué esta asustado. De hecho, vemos que Dios busca alentarlo diciéndole una y otra vez, “no temas”.

  1. El desafío de los Israelitas

Hay un segundo problema que es más serio. Este afecta a todo el pueblo de Israel, y se trata de los habitantes de la tierra.

¿Quién está viviendo en Canaán? Los Cananeos. De hecho, siete naciones conformaban los habitantes de Canaán. eran naciones guerreras; listas para la batalla. Dios dice: “Josué, ve y posee la tierra, pero, debo decirte que no vas a encontrar banderas blancas; los habitantes no van a salir con las manos en alto diciendo “Nos rendimos.”

Ahora, ¿de dónde vienen los Cananeos? Y, a propósito, ¿tiene Dios derecho de decirle a los Israelitas ‘vayan y maten a esta gente’? ¿Alguna vez se lo preguntó?

En primer lugar, Dios es el creador soberano y tiene completo derecho de hacer lo que quiera con su creación. Pero es importante recalcar que las naciones con las que Israel iba pelear, no eran unas pobres víctimas inocentes.

En Génesis 15 leemos que Dios habla con Abraham y le cuenta sus planes. Él promete hacer de Abraham una gran nación, el pueblo de Israel. Y luego le dice que eso no va a ocurrir de la noche a la mañana. Génesis 15:13 dice:

Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.

Salte al versículo 16:

Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.

El amorreo es parte de los habitantes de Canaán y en este caso los está representando a todos.

En otras palabras, estos son pueblos impíos que Dios, en su juicio, va a destruir justamente como lo hizo con Sodoma y Gomorra – solo que de manera distinta. Ellos tuvieron cuatrocientos años para arrepentirse, pero no le hicieron. Y aun cuando el pueblo llegó, los cananeos no se arrepintieron ni se rindieron sino que endurecieron sus corazones – a pesar de saber lo que pasó con Egipto.

Deuteronomio 9:4-5 deja el tema en claro cuando Moisés le dice al pueblo:

“No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios haya echado [a los cananeos] de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti.”

No solo la Palabra de Dios nos dice cuáles eran estas impiedades, sino que es interesante ver que los arqueólogos han descubierto evidencias que lo confirman. Esta gente era extremadamente malvada –habían rechazado a Dios y adoraban a sus ídolos de las maneras más grotescas – Los sacrificios de niños y bebés era una práctica común, tal como lo era la prostitución religiosa. Estaban metidos en todo tipo de inmoralidad sexual, desde orgías, prácticas incestuosas, y homosexualidad hasta bestialidad entre otras cosas. Eran un pueblo absolutamente perverso al que el Señor le dio tiempo más que suficiente para arrepentirse y no lo hicieron.

Así que, cuando el pueblo de Israel va a la tierra prometida, no solo está reclamando su herencia, sino que también son la herramienta de juicio en la mano de Dios castigando el pecado.

La Promesa

Ahora, si usted fuera Josué y Dios le dice que ahora debe tomar el puesto que Moisés dejo vacante y que debe ir a la tierra prometida y deshacerse de las siete poderosas naciones que habitan allí; ¿no le gustaría saber al menos, cuáles son sus recursos? ¿No le gustaría saber cómo planea Dios ayudarle a guiar al pueblo y darles la victoria? Él va a darnos las respuestas en los próximos dos versículos, y a esta tercera parte del estudio vamos a llamar “la promesa”.

Mire los versículos 7 y 8 de Josué capitulo 1. Podemos resumir la promesa con las siguientes palabras: “Josué, vas a tener éxito; vas a prosperar.”

La semana pasada pase varias horas estudiando estas dos palabras traducidas aquí como “prosperar” y “tener éxito” o “salir bien.” Después de haberlas estudiado, estoy más que convencido que el éxito del que nos habla el mundo, está a un mundo de distancia del éxito del que nos habla la palabra de Dios. Mientras el mundo clama por prosperidad; por éxito, Dios en su palabra lo define de una manera muy diferente.

Uno de los problemas es que la iglesia evangélica, en su mayoría, está adoptando la definición del mundo – o sea, que el éxito o la prosperidad, son cosas materiales; posesiones. Uno puede encender el televisor y escuchar a algunos pastores diciendo “Dios le dará éxito si usted hace esto o lo otro.” Eso generalmente involucra enviar una ofrenda o donación a la organización que representan – luego Dios le va a dar éxito. ¡Mentira!

Bueno, déjeme darle la definición de éxito que la palabra de Dios nos da. Prosperar, en la palabra de Dios, significa “vivir con tal pasión por conocer y agradar a Dios, que el vivir de cualquier otra manera se torna poco atractivo, y aún impensable.” Varios versículos nos dan ese mensaje.

Nehemías oro a Dios diciendo, en el capítulo 1, versículo 11,

“…concede ahora buen éxito a tu siervo…”

Ahora, ¿estaba Nehemías pensado en la casa que quería hacerse en Jerusalén? No. En el capítulo 2, versículo 20 él se pondrá de pie y le dirá al pueblo:

“…El Dios de los cielos, él nos prosperará…”

¿De qué está hablando? Él está hablando de que Dios les dará el poder de realizar su difícil llamado – podrán obedecerle y conocer Su palabra y vivir con gran pasión por el Señor. Esa es una vida próspera, una vida digna de vivirla, una vida tan plena que hace que cualquier otro estilo de vida sea desagradable y aún impensable.

La forma que debemos tratar la Palabra de Dios

Ahora bien, Josué recibió el recurso para vivir de esta manera – usted probablemente conoce estos famosos versículos de la escritura. El recurso era la mismísima palabra de Dios. Dios le dice a Josué que debe hacer tres cosas con la Palabra.

  1. Obedecerla en su totalidad

En primer lugar, Josué debía obedecerla en su totalidad. Fíjese en el versículo 7 de Josué 1, allí leemos:

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.”

Es interesante ver que Dios da a entender que el pecado está en ambos lados – a la diestra y a la siniestra – y el camino al éxito es caminando por el centro. El pecado no está escondido por algún lugar, no, está aquí.

La Palabra de Dios es el recurso para vivir una vida digna de vivirse.

Juan Bunyan, el autor de “El progreso del Peregrino” escribió en la contratapa de su Biblia las siguientes palabras “O este libro me alejara del pecado, o el pecado me alejara de este libro.”

Ahora, ¿Qué era el libro de la ley? Era, literalmente, el libro de la ley; la Torá; Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio; los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Josué debía estudiarlos para poder obedecer la Ley. Evidentemente, él lo tenía a su disposición. Probablemente vio a Moisés escribir el libro y lo tenía a disposición para estudiarlo. ¿Para qué? ¿Para saber que decía? No. Para poder obedecer la Palabra de Dios.

  1. Comunicarla correctamente

En segundo lugar, Josué debía comunicarla correctamente. Fíjese en la primera parte del versículo 8; allí leemos:

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley…”

Ahora, nosotros sabemos que una vez cada siete años, el líder del pueblo debía leer la ley en voz alta al pueblo; debía leer el Pentateuco, la Torá; los primeros cinco libros del Antiguo Testamento a toda la congregación. Imagínese al pueblo entero sentado o de pie y escuchando la lectura de todo Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio cada siete años, para saber que decía.

El éxito vendría cuando Josué supiera, obedeciera y comunicara la Palabra al pueblo.

¿Quiere que sus hijos, cuando ya sean mayores y no estén más en casa, sean buenos ciudadanos? Desde luego. Pero un inconverso puede ser un buen ciudadano. ¿Quiere que tengan un buen trabajo? Eso sería bueno. Pero un incrédulo puede tener un buen trabajo. ¿Quiere que sean personas morales y buenas? Si. Pero lo inconversos ni siquiera necesitan a Dios para ser así. ¿Quiere que sean exitosos? Eso es diferente. Va a significar que usted les comunicó la Palabra de Dios de manera consistente; que la Palabra de Dios estuvo siempre en sus labios; que la Palabra de Dios está en su hogar y no solo se escucha los domingos.

Hoy en día salen libros que hablan de cómo ser un pastor exitoso y como tener una congregación exitosa, con todo tipo de métodos. Pero, ¿Sabe que significa realmente ser una iglesia exitosa? Significa que la pasión de esa congregación es conocer la Biblia para poder agradar a Dios. ¿Cómo sucede esto? Conociendo la Palabra de Dios y comunicándola consistente y correctamente.

  1. Meditarla constantemente

En tercer lugar, Josué debía meditar constantemente en la Palabra. Fíjese lo que dice el versículo 8, en la segunda parte:

“…sino que de día y de noche meditarás en él…”

La palabra “meditar” puede traducirse “repetir en voz baja”. O sea que la palabra de Dios siempre debe de estar en sus labios; significa rumiar, tal como la vaca mastica y mastica la hierba.

Leer la Biblia es comer. Meditar en la Biblia es digerir –tomarse el tiempo para pensar y estudiar. Dios no solo requiere obediencia. Él requiere una obediencia inteligente. De hecho, al ver esto, podemos llegar a la conclusión que Dios no solo quiere que hagamos lo que ya sabemos hacer, sino que Él quiere que hagamos lo que se supone que tenemos que hacer. Nunca podemos decir “es que no sabía” cuando tenemos la Biblia a nuestro alcance. Él nos la da y nosotros tenemos la responsabilidad de conocerla y obedecerla. Él le dice a Josué:

“Medita en ella”

Ahora, nosotros tenemos Filipenses, tenemos Colosenses; tenemos los Salmos y los Proverbios. ¿Qué tenía Josué? ¡Levítico! Aun así, vemos que Dios consideraba que eso era suficiente para ayudarle a Josué a vivir exitosamente para Él.

Quizás se esté preguntando es: Pero, ¿es este libro suficiente?

En el año 1983, Josefina Taylor, de Ontario, Canadá, dijo haber visto la imagen de Jesucristo reflejada en el piso de su baño. Un ministro religioso fue a su casa a ver de qué se trataba esto, con bastante escepticismo. Al verlo, dijo, “No, solo es una mancha de humedad que ha formado alguna imagen, nada más.”

Tres mil Canadienses fueron a verla.

Miles de personas fueron a la casa de una mujer llamada Arlene Garner, en Tennessee, en 1987, porque supuestamente la imagen de Dios se veía reflejada en su congelador. Ella también había tenido un sueño en el cual Dios le había dicho que su congelador pasaría a ser como una de pantalla de televisión para que el mundo entero vea reflejada Su imagen.

Usted pensará “Me está tomando el pelo. No puede ser”.

Sin embargo, miles de personas fueron.

En el año 1977, en Nuevo México, una mujer dijo que la imagen de Jesús apareció en una tortilla que estaba cocinando. Si puede creerlo, tanta gente acudió a ver la tortilla quemada que su cocina se convirtió en un templo.

Mas de 15 millones de personas han visitado una aldea de Yugoslavia en la cual, supuestamente, se puede ver a María con un bebe en brazos.

Querido oyente, este mundo está deseoso de saber que existe alguien; que hay un Ser superior y que la vida tiene valor. La pregunta es: ¿Es la Biblia suficiente para decirnos quien está en control de todo y quien está obrando en nuestras vidas?

El mundo busca evidencia tangible, palpable, así que va en masa a ver el supuesto sudario de Jesús en Turín, se muere por tocar una supuesta astilla del arca de Noe; busca alguna experiencia o alguna visión; quiere ver algo. Y sin darse cuenta, están dejando de lado la Biblia, y diciendo, en efecto, “Esto no es suficiente; Quiero otra cosa.”

Pablo le escribió lo siguiente a Timoteo, su hijo en la fe:

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” 2 Timoteo 3:16-17.

La Biblia es suficiente.

La promesa de Josué está calificada con un mandato, en la última parte del versículo 8. Note, allí leemos:

“…para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”

Alan Redpath estaba dirigiéndose a su congregación en la iglesia Moody en Chicago y dijo las siguientes palabras:

No tengo una fórmula mágica para su santidad. No tengo un tratamiento misterioso para ofrecerle. No tengo un atajo al poder espiritual. Lo único que puedo hacer es decirle “Regrese a su Biblia. Medite día y noche y acuda a Dios en oración. Ya que las transacciones más importantes de un creyente no son hechas en la iglesia, sino tras puertas cerradas.”

El éxito en privado produce pasión por saber y obedecer en público.

El problema no es que no tenemos suficiente revelación de parte de Dios. El problema no es que Él no nos haya preparado para la batalla. El problema no es que no tengamos los recursos. El problema no es que no tenemos lo suficiente de Cristo. El problema es que Jesucristo no tiene lo suficiente de nosotros.

Allí en las orillas desbordadas del Jordán, Dios le habló a Josué, y le dijo: “Josué, tú tienes todo lo que necesitas –los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Si tú los obedeces; si los estudias; si meditas en ellos, vas a ser exitoso. Y no estoy hablando de cosas que vayas a tener; el lugar adónde vas a trabajar o la casa adonde vayas a vivir; me refiero a el tipo de vida que tiene una pasión por conocer, servir y agradarme. Para que, en comparación, todo lo demás en la vida carezca de atractivo y sea impensable reemplazarlos por ello.

Pero Josué, ¿Tengo todo de ti?

 

Conclusión

Vaya a Josué capitulo 23, para concluir el día de hoy, y fíjese en el versículo 6. Note la despedida de Josué al hablarle a su gente, luego de haber vivido una vida exitosa. Él dice:

“Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a diestra ni a siniestra;”

¿le suena familiar? Ahora vaya al versículo 14. Josué pronuncia estas palabras cuando esta por morir.

“Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas.”

Esto proviene de la vida de un hombre que vivió 110 años y los vivió exitosamente. O sea, que tenía el deseo de conocer y agradar a Dios – y buscó hacerlo con tal pasión que el vivir la vida de otra manera carecía de todo atractivo, y era, de hecho, completamente impensable.

¿Cuán exitoso es usted?

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado originalmente en 1991

© Copyright 1991 Stephen Davey

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