Lección 23: Sometiéndose a un Pecador

Lección 23: Sometiéndose a un Pecador

Pasaje Bíblico: 1 Pedro 3:1.

Solo mencione la palabra sumisión y muchas mujeres en nuestra cultura, e incluso en la iglesia, se llenan de recelo e incluso de ira. Pero, ¿qué significa exactamente que una esposa sea sumisa según la Biblia? Descúbralo en este estudio de la primera carta de Pedro. 

Transcripción

Introducción

Una de las canciones más reconocibles del planeta es la marcha nupcial; una melodía escrita en 1850 por el compositor Richard Wagner. Y cuando la escucha, inmediatamente piensa en una ceremonia de matrimonio donde la novia viene por el pasillo de una iglesia vestida de blanco.

Después de que la princesa Victoria usara esta música para su procesión cuando se casó con el príncipe Federico en 1858, se puso de moda y hasta el día de hoy es la música más usada en la procesión de boda.

Hace poco supe que la partitura original, de puño y letra del propio Richard Wagner, se vendió hace unos años por 3,5 millones de dólares.

Pero, para ser honestos, todo lo relacionado con las bodas es caro, ¿verdad? Una de las industrias más grandes en la actualidad es la industria de las bodas que genera miles de millones de dólares al año.

He leído que, en Estados Unidos, la boda promedio les cuesta a las parejas, y/o a sus padres, entre $20,000 y $70,000 dólares. Eso incluye todos los gastos, las cenas, los viajes, los materiales impresos, los alquileres, las fotografías, la recepción y, por supuesto, el vestido de novia.

Todo el mundo quiere la boda perfecta. Y no hay nada de malo en querer una boda increíblemente hermosa, a menos que sea el padre de la novia – una boda en el patio y unos sanguchitos me suena muy bien.

¡Pero por qué no apuntar a la perfección! Especialmente la novia ha soñado con este momento por años. Y todos quieren el comienzo perfecto para estas dos personas que entran a la ceremonia, solteras; y en cuestión de minutos – u horas, dependiendo del predicador – van a salir de esa ceremonia, casados. ¡Casados! Con todas sus implicaciones y responsabilidades, aún desconocidas para la pareja.

Y todo matrimonio sabe que no pasa mucho tiempo después de esa ceremonia cuando despierta a la realidad del matrimonio y comienza el trabajo.

Paul David Tripp en su libro para matrimonios titulado “¿Qué estabas esperando?” comparó una boda con un folleto de una agencia de vacaciones. Él escribe: “Las expectativas poco realistas siempre conducen a la decepción. Usted sabe que esto es cierto si alguna vez miró un sitio web de un hotel o un lugar de vacaciones antes de viajar allí. Ningún destino de vacaciones se ve tan bien o es tan bueno como lo promocionan en su página web. Hace unos años, llevamos a nuestra familia a Disney. Habíamos mirado toda esa hermosa literatura de Disney. Pero nunca nos dijeron que tendríamos que estar parados bajo un sol abrasador a unos 40 grados de calor y un 100% de humedad durante una hora y media, solo para subirnos a una atracción que duró 33 segundos”.[i]

La verdad es que cuando se puso de pie y repitió esos votos, “En la prosperidad y en la adversidad” no tenía idea de cuan adverso podía llegar a ser.

Hace un tiempo leí historia ficticia que dice: Tres meses después del día de su boda, la joven novia volvió corriendo a la oficina del pastor, histérica. Ella le dijo: “Pastor, mi esposo y yo tuvimos nuestra primera gran pelea juntos, y fue realmente malo. Fue simplemente horrible. Ahora ¿qué voy a hacer? El pastor le dijo: “Tranquila, esto no es tan malo como crees; todo matrimonio tiene su primera gran discusión. Está bien.” Ella le dijo: “Bueno, está bien, pero ¿qué voy a hacer con el cuerpo?”

  • Mire, tal vez hay razones por las que nuestro mundo se ha vuelto escéptico en cuanto al matrimonio y rechaza este tipo de compromiso.
  • Tal vez hay una razón por la que ahora puede arrendar anillos de boda por mes.
  • Tal vez haya una razón por la que el voto tradicional que dice “hasta que la muerte nos separe” se ha reescrito y muchos dicen “por siempre que dure nuestro amor”.

En 1960, el 70% de todos los adultos estaban casados; hoy, ese número se ha reducido a la mitad.[ii]

Ahora, cada vez son más las parejas que cohabitan que las que se casan.

Creo que una actriz incrédula lo resumió muy bien. Cuando al entrevistaron poco después de separarse de su segundo esposo, hizo la siguiente declaración: “Creo que la idea del matrimonio es romántica; es una idea hermosa”. Luego dijo: “No creo que sea natural ser una persona monógama, es mucho trabajo.”[iii]

En otras palabras, si es hermoso, no debería ser tanto trabajo. Así que llegó a la conclusión de que el compromiso con una persona, a través de un pacto de matrimonio monógamo, no es algo natural. Y, a decir verdad, ella pudo reconocer la raíz del problema – aunque trágicamente no conoce la solución.

Es verdad, el matrimonio no puede llegar a ser lo que Dios quiere que llegue a ser de manera natural; debe involucrar sabiduría, compromiso y motivación espiritual.

La Biblia dice; Con sabiduría se edificará la casa, Y con prudencia se afirmará; Y con ciencia se llenarán las cámaras De todo bien preciado y agradable (Proverbios 24:3-4).

Esa es una gran verdad: por la sabiduría de Dios, un hogar, un matrimonio, se edifica, se establece y se llena de cosas preciosas.

Entonces, ¿dónde puede encontrar la sabiduría de Dios que puede edificar, establecer y llenar un matrimonio y un hogar con las cosas correctas? Me alegra que haya preguntado.

Le invito a que abra su Biblia en la primera carta del Apóstol Pedro – 1 Pedro capítulo 3.

Vamos a dedicar unos siete programas para estudiar este párrafo escrito para esposas y esposos.

El Contexto de la Sumisión

Comencemos con el versículo 1.

Asimismo, vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.

Esa primera palabra, asimismo, inmediatamente hace que uno se pregunte, “¿asimismo cómo? ¿de la misma manera que qué?” Esa palabra señala el contexto inmediato, unos versículos atrás, donde leemos de la sumisión de Dios el Hijo a Dios el Padre. Él se sometió fielmente a la voluntad del Padre y se sujetó a Su plan de redención.[iv]

Sométase a los propósitos de Dios como Jesús lo hizo: nuestro ejemplo supremo de sumisión y humildad.

El contexto más amplio que comenzó en el versículo 13 del capítulo 2 incluye la sumisión del creyente a las instituciones de gobierno y las autoridades ordenadas por Dios, aun cuando son impías.

Luego, más adelante en el versículo 18, este verbo someterse nos lleva al mundo de los sirvientes, que equivaldría hoy a la relación entre un empleado y su empleador – lo que estudiamos en detalle.

Y ahora, en el capítulo 3, Pedro escribe: “Asimismo, también las esposas estén sujetas a sus maridos”.

Ahora tenga cuidado aquí; Pedro no les está diciendo a las esposas que se sometan a sus maridos como usted se somete a su emperador o su empleador. Y ciertamente espero que no. Podrá seguir órdenes, decretos y leyes, pero eso definitivamente no conducirá al tipo de matrimonio que afirma y llena su hogar de cosas preciosas y agradables.

Este adverbio traducido, asimismo, significa que el ciudadano y el empleado y la esposa – e incluso el Señor, se someten con el mismo motivo sagrado y con la misma perspectiva sagrada.[v]

En última instancia, se están sometiendo “de la misma manera”, es decir, por amor y obediencia y para la exaltación de la gloria de Dios y Sus sabios planes y propósitos que quizás no entendamos completamente.

Así que podría subrayar esta palabra en el versículo 1 – asimismo – y escribir en el margen: para la gloria de Dios – estad sujetas a vuestros propios maridos.

Ahora, es posible que haya seguido leyendo en lugar de escucharme, y puede haber notado que hay 6 versículos que tratan sobre las esposas y solo 1 versículo que trata sobre los esposos.

Eso parece un poco desproporcionado: 6 veces más información sobre las esposas que los maridos. Y algunos hombres podrían decir, eso es porque no necesitamos tanta instrucción. Ni siquiera voy a comentar sobre eso… voy a dejar que su esposa se encargue de usted. ¡Esa no es la razón!

Alguien podría pensar, bueno, tal vez es porque a las mujeres les gusta la información más que a los hombres; o sea, en realidad leen las instrucciones cuando los hombres a menudo no lo hacen.

Esa es una mejor opción, pero todavía no llegamos a la respuesta correcta.

Estoy de acuerdo con un erudito del Nuevo Testamento que sugirió que aquí se dedica más espacio a las esposas cristianas simplemente porque muchas de ellas tenían esposos que eran indiferentes o que se oponían al cristianismo.

Y eso definitivamente encaja en el contexto aquí: someterse a los maridos, que pueden ser desobedientes a la Palabra.

Déjeme decirle que, en mis años de ministerio, he notado que fácilmente es 6 veces más probable que una esposa cristiana devota sufra por culpa de un esposo mundano que al revés.

Creo que ese es exactamente el problema aquí en Roma y hoy en nuestro mundo. Las mujeres quieren saber cómo responder, cómo someterse, cómo respetar a sus maridos cuando están en esta situación tan difícil de tener maridos que no están interesados ​​en la palabra de Dios.

Un autor escribió que ningún grupo específico de miembros de la iglesia necesitaba más un cálido aliento, un sabio consejo espiritual y comprensión que estas esposas, muchas de las cuales ahora estaban casadas con incrédulos. Y, para una esposa cristiana en la Roma del primer siglo, abandonar la religión pagana y el estilo de vida de su esposo sería invitar una serie de problemas.[vi]

Ahora, mientras Pedro les habla a todas las esposas, en todo matrimonio, les recuerda especialmente a estas esposas que el orden de liderazgo y sumisión establecido en la creación también se aplica a ellas; de hecho, es más importante que nunca, si sus esposos no han respondido al evangelio.

Observe el versículo 1 nuevamente:

Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra…

Hablaremos más sobre ese “testimonio sin palabras” en nuestro próximo estudio. El día de hoy quiero enfocarme en la pregunta, ¿qué significa exactamente que una esposa sea sumisa?

Solo mencione la palabra sumisión y muchas mujeres en nuestra cultura, e incluso en la iglesia, se llenan de recelo e incluso de ira. La sumisión es probablemente uno de los temas prácticos de mayor controversia en el Nuevo Testamento.

 

Lo que No es la Sumisión

Déjame decirle primero lo que no es la sumisión. No se basa en la creencia de que las mujeres son inferiores, ya sea moral, intelectual, emocional o espiritualmente.

Además, la sumisión no es una obediencia ciega donde la esposa se convierte en un trapo de piso y el hombre le pasa por encima – una relación donde no se le permite tomar decisiones o dar sugerencias o ejercer ningún tipo de responsabilidad. Esa puede ser la forma en que otras religiones en el mundo tratan a las mujeres, pero eso no es el cristianismo.

De hecho, si se queda conmigo el tiempo suficiente en esta serie, finalmente llegaremos al pasaje donde el Señor les dice a los hombres que, si abusan de su autoridad y tratan a sus esposas con crueldad o falta de amabilidad, es mejor que dejen de orar porque Dios no los va a escuchar.

Además, la sumisión bíblica no es la base para la opresión o el abuso verbal o físico. De hecho, si me está escuchando y su esposo está abusando de usted, y está ocultando los moretones lo mejor que puede, permítame animarle a que llame a la policía y luego permita que sus pastores le brinden ayuda y provisión y consejo, tanto para usted como para su esposo.

La sumisión no es un pase libre para la violencia o incluso un mal trato.

Warren Wiersbe lo escribió de esta manera; El liderazgo del hogar no debe ser una dictadura, sino el ejercicio amoroso de la autoridad divina bajo el señorío de Jesucristo.[vii]

Hay otros que dicen que la sumisión y el liderazgo son el resultado de la caída de Adán y Eva, que nunca fueron el diseño original de Dios.

Pero la verdad es exactamente lo contrario de eso. Adán y Eva fueron creados con los roles y responsabilidades inherentes del liderazgo y la sumisión, respectivamente. Y tenían perfecta unidad y transparencia y cooperación.

El pecado en realidad involucró la violación del principio de sumisión cuando Eva actuó por cuenta propia en respuesta a la oferta de Satanás, y luego Adán violó el principio de liderazgo al someterse a la oferta de Eva.

Después de la caída de Adán y Eva, Dios les mostró los efectos de la maldición en Génesis 3. El hombre ahora trabajará con el sudor de su frente, y el deseo de la mujer será para su marido, literalmente, su deseo será dominar y controlar a su esposo (Génesis 3:16).

Entonces, la batalla de los sexos, y la batalla en el matrimonio, vino como resultado del pecado. La cooperación se convirtió en competencia.

 John Piper lo expresó muy bien cuando escribió: “Cuando el pecado entró en el mundo, arruinó la armonía del matrimonio no porque creó el liderazgo y la sumisión en el hogar, sino porque los distorsionó. Distorsionó el liderazgo humilde y amoroso del hombre en una dominación hostil o una indiferencia perezosa. Y distorsionó la sumisión inteligente y voluntaria de la mujer en manipulación o insubordinación descarada. El pecado no creó el liderazgo y la sumisión; los arruinó y distorsionó y los hizo feos y destructivos.”[viii]

 Entonces, lo que el Espíritu Santo a través de Pedro comienza a explicarnos en este párrafo es nada menos que un revés radical de los efectos de la maldición en Génesis capítulo 3. Un regreso al tipo de relación que Dios pretendía desde el principio para un esposo y su esposa.

 

Lo que Realmente es la Sumisión

Entonces, ¿qué es la sumisión bíblica? El verbo griego que Pedro usa aquí es hupotasso, que significa colocar voluntariamente debajo. Es un término administrativo que significa ayudar voluntariamente, con el propósito de completar.[ix]

El pastor y teólogo Donald Gray Barnhouse señaló que, tanto en el idioma griego como en el latín, la palabra conlleva la idea de brindar una base – asistencia personal, una ayuda adecuada/idónea para el esposo. Por lo tanto, una mujer con esta perspectiva que glorifica a Dios puede decir: “Mientras me someto voluntariamente a mi esposo, lo estoy completando. Lo estoy ayudando a cumplir con sus responsabilidades y lo estoy ayudando a convertirse en el hombre, el esposo, el líder que Dios quiso que fuera.”[x]

¿Y cómo sabemos que Donald Gray Barnhouse hizo la observación correcta? Lo sabemos porque esa observación encaja perfectamente con el diseño de la creación de Dios, que se revela en Génesis capítulo 2 y versículo 18, donde Dios hizo esa declaración sorprendente: No es bueno.

Esa fue la primera vez en los primeros días de la creación en que calificó algo como “no bueno”.

Todo lo que Dios había creado en Génesis 1 se resumió con la declaración repetida:

Y vio Dios que era bueno… y vio Dios que era bueno.”

Pero ahora Él dice, “Hay algo que no es bueno” – Él dice además en el versículo 18,

No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”.

Entonces, el concepto de sumisión y ayuda para al hombre existía en el Jardín del Edén, mucho antes de que llegara el pecado.

Dios dijo: Voy a hacer una ayuda idónea para el hombre. En otras palabras, voy a crearle una asistente personal, en todos los sentidos; y la implicación es que, de esa manera, Adán podrá lograr los propósitos de Dios para su vida, los cuales no habría podido logrado sin la ayuda de ella.

Eso no significa que un hombre o una mujer soltera no puede completar los propósitos de Dios para sus vidas. Este es simplemente el diseño creativo de Dios en general para aquellos que se casan.

Y para aquellos que lo hacen – a quienes Pedro está hablando aquí – este es uno de esos roles determinantes de la ayuda idónea: el de asistente.

Permítame ilustrar este concepto con una analogía personal: ¿Tiene un asistente administrativo en el trabajo? ¿Tiene un asistente en la tienda o en el almacén o en la oficina?

  • ¿Son acaso menos valiosos como persona que usted? ¿Es superior a ellos como individuo porque tiene más responsabilidades?
  • ¿Es mejor que ellos porque gana más dinero?
  • ¿Son inferiores a usted en carácter y esencia porque le ayudan?
  • ¿Está más cerca de Dios porque es su administrador y ellos son sus asistentes?

Por supuesto que no.

Así también, el esposo no es superior o mejor o más valioso o más cercano a Dios o más importante para los propósitos y planes de Dios.

Y, por cierto, ¿es realmente útil ese asistente en el trabajo si:

  • Nunca ofrecen sus ideas,
  • o le hacen preguntas,
  • o lo corrigen,
  • o mejoran lo que está haciendo
  • o sugieren hacerlo de manera diferente
  • o le dicen que se olvidó de lo que se supone que debe estar haciendo.

Escuche, si su asistente no hace nada de eso, probablemente no le esté brindando mucha ayuda real y valiosa.

Del mismo modo, la esposa sumisa que voluntariamente se ubica debajo de su esposo y lo ayuda, ofrecerá ideas, hará preguntas, hará correcciones y mejoras y sugerirá opciones y otras ideas y le recordará las cosas que debe hacer o las que olvidó hacer.

Entonces, la idea de sumisión del mundo es muy diferente de la idea de sumisión de Dios.

El mundo ve la sumisión como:

  • de Segunda clase
  • Inferior
  • Sin iniciativa
  • Inseguro
  • Acobardado
  • Resignado
  • Abusado

Las Escrituras ven la sumisión como:

  • Leal
  • Útil
  • Valioso
  • Fiel
  • Adaptable
  • Respetuoso
  • [xi]

Es humildad – es abnegación voluntaria.[xii]

Someterse al liderazgo de un esposo es una elección de complementarlo con sus dones y talentos únicos en lugar de competir con él.

La sumisión bíblica es el llamado divino de una esposa para honrar y afirmar el liderazgo de su esposo y ayudarlo a que lleve a cabo su labor de acuerdo con sus dones.[xiii]

En otras palabras, esposas: el principio y la belleza de la sumisión bíblica tiene sus raíces en el acto creativo de Dios, quien sabía lo que su esposo necesitaría y, por lo tanto, como Eva, la primera esposa, Dios la creó con sus dones y talentos únicos para completarlo – lo que significa que juntos forman un paquete completo.

¿No se ha preguntado por qué Dios une polos opuestos? Por qué dos personas que son tan diferentes se unen por la sabia dirección del Espíritu de Dios.

¡Todas esas diferencias! y eso resulta ser una de las cosas más irritantes del matrimonio y, al mismo tiempo, el aspecto que protege, mejora y equilibra el matrimonio.

Nunca olvidaré a un hombre que, un día después de la iglesia, me dijo cuán diferentes eran él y su esposa, en todas las formas posibles. También había estado casado durante más de 50 años y dijo que todavía eran muy diferentes. Este hombre piadoso, sabio y mayor me miró y se rió mientras decía: “Lo único que mi esposa y yo tenemos en común es que ambos nos casamos el mismo día”.

Dios usa todas esas diferencias para complementarnos – para hacer del matrimonio algo mucho mejor.

 

Recordatorios Generales

Antes de concluir nuestro estudio de hoy que, en muchos sentidos, fue simplemente una introducción a este largo tema, permítame brindarle 3 recordatorios generales.

  1. Primero, recuerde que está construyendo su matrimonio en un mundo pecador.

Usted está tratando de edificar su matrimonio en una cultura que constantemente intenta robarle sus herramientas.

Está ocupado tratando de construir algo y la gente a su alrededor sigue tratando de quitarle el martillo, el destornillador, el pegamento para madera y los clavos y cualquier otra cosa que tenga en su caja de herramientas que usa para construir su matrimonio.

El mundo busca promover el egoísmo se burla y desprecia la humildad y la sumisión.

William Barclay escribió que la sumisión es cuando una mujer elige voluntariamente la humildad; la sumisión es la muerte del orgullo.[xiv]

Y el mundo constantemente le dirá: “¿Qué? Eso no es bueno para ti, ¡no se sentirá realizada de esa manera!”

Sí lo será. Los momentos más felices y gratificantes de la vida son momentos de humildad ​​en los que aplasta el orgullo sirve a los demás.

Como Jesucristo, quien es la persona más realizada que jamás haya caminado sobre el planeta, y se humilló a sí mismo y asumió el papel de siervo (Filipenses 2).

  1. En segundo lugar, recuerde que se comprometió en matrimonio con un hombre pecador.

Usted está casada con un pecador. Y me imagino que las mujeres dicen, amén. Se casó con un pecador y usted es pecadora también. De hecho, el matrimonio es la unión de dos pecadores.

¿Y qué hacen los pecadores? Un autor escribió: el pecado nos encierra en nosotros mismos. El pecado nos hace encoger nuestras vidas en los estrechos confines de nuestro pequeño mundo; el pecado hace que reduzcamos nuestro enfoque y preocupación al tamaño de nuestros propios deseos, necesidades y sentimientos. El pecado hace que seamos presumidos y absortos en nosotros mismos. El pecado hace que nos ofendamos más por las ofensas contra nosotros y que nos preocupemos más por lo que nos concierne. El pecado es esencialmente antisocial. No tenemos tiempo para amar a los demás y no tenemos tiempo para amar a nuestros cónyuges porque estamos demasiado ocupados amándonos a nosotros mismos. Eso es lo que hacen los pecadores.[xv]

Pedro está implicando aquí que el matrimonio no es escapar de los pecadores, es un intento de glorificar a Dios al ganar a los pecadores para que glorifiquen a Dios… mostrándoles el evangelio, así como Cristo nos amó – cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).

  1. Recuerde, en tercer lugar, un cónyuge pecador es la asignación de Dios para desarrollar gracia.

Cuando sus oídos escuchan y sus ojos ven el pecado en su cónyuge, no es un accidente, es el plan y el propósito de Dios demostrar a través suyo, la confrontación amorosa y la obra transformadora de la gracia de Dios, el afilar hierro contra hierro. Estos son los momentos cuando el matrimonio se convierte en ministerio.[xvi]

¿Quién pensó alguna vez que su matrimonio se convertiría en un ministerio? y el ministerio es trabajo duro, ¿verdad?

Mujeres, antes de casarse estaban buscando a la “hombre perfecto” para casarse. Y luego lo encontró. Pero después del casamiento descubró que él no siempre era el “hombre perfecto.” De hecho, pronto comenzó a preguntarse si se había casado con el hombre Equivocado.

La verdad es que siempre nos casamos con la persona equivocada, por así decirlo; y si somos honestos, el matrimonio nos muestra que también somos la persona equivocada.

De hecho, el matrimonio es el gran revelador de lo equivocados que estamos, ¡en tantos niveles! Y cuán diferentes pensábamos que éramos durante el noviazgo de las personas que nos dimos cuenta de que éramos después del matrimonio.

Uno de los primeros desafíos del matrimonio es aprender a amar al extraño con quien se encuentra casado.[xvii]

Este es nada menos que el plan de Dios para obrar en nosotros y a través de nosotros – desarrollando y demostrando gracia.

Paul David Tripp escribió: “Los defectos que ve en su cónyuge no son accidentes: son las herramientas que Dios ha planeado usar para sacarlo de la adoración a sí mismo y llevarle a la adoración de Dios”.[xviii]

Así que recuerde, está construyendo su matrimonio en un mundo pecador.

En otras palabras, hay momentos en el matrimonio en los que va a sentir como si estuviera andando en bicicleta en la arena. Solo siga pedaleando.

En segundo lugar, recuerde, está comprometido en matrimonio con un pecador.

El matrimonio es el plan intencional de Dios de unir a dos pecadores y hacerlos seguidores de Cristo.

En tercer lugar, recuerde, un cónyuge pecador es la asignación de Dios para desarrollar y demostrar gracia en su vida.

Y comienza en 1 Pedro 3 con una esposa que se somete a un pecador y, al hacerlo, demuestra el ministerio del matrimonio y la gracia de Dios.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2017

© Copyright 2017 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Adapted from Paul David Tripp, What Did You Expect? (Crossway, 2010), p. 16

[ii] Daniel M. Doriani, 1 Peter (P & R Publishing, 2014), p. 108

[iii] Scarlett Johansson, “News: People” The Week (3-10-2017)

[iv] Adapted from Charles R. Swindoll, Insights on James and 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 185

[v] Adapted from D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH, 1984), p. 195

[vi] Adapted from Hiebert, p. 194

[vii] Warren W. Wiersbe, I Peter: Be Hopeful (David C Cook, 1982), p. 81

[viii] John Piper, “Husbands Who Love Like Christ and the Wives Who Submit to Them,” sermon preached at Bethlehem Baptist Church (6-11-8)

[ix] John MacArthur, 1 Peter (Moody Publishers, 2004), p. 177

[x] Adapted from Rainer, p. 158

[xi] Adapted from Rainer, p. 158

[xii] William Barclay, The Letters of James and Peter (Westminster, 1976), p. 219

[xiii] David Boehi, Brent Nelson, Jeff Schulte & Lloyd Shadrach, Preparing for Marriage (Bethany House, 2010), p. 172

[xiv] Barclay, p. 219

[xv] Tripp, p. 47

[xvi] Adapted from Tripp, p. 51

[xvii] Doriani, p. 120

[xviii] Adapted from Tripp, p. 52

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