Lección 27: Replantando el Edén

Lección 27: Replantando el Edén

Pasaje Bíblico: 1 Pedro 3:7a.

En este estudio comenzamos a ver las instrucciones divinas para los esposos, cuya labor se puede ilustrar como la de un jardinero, quien debe esforzarse para hacer de su hogar lo más semejante posible al Jardín del Edén. ¿Cómo es esto posible? No se pierda la respuesta en este programa.

Transcripción

Introducción

Lamentablemente, en general, existe una perspectiva bastante negativa en cuanto al matrimonio. De hecho, vivimos en un mundo que ahora, según encuestas recientes, encuentra una gran mayoría opinando que el matrimonio es una institución obsoleta.[i]

En nuestra generación, hemos alcanzado el hito en el que más parejas viven juntas que las que se casan.

Francamente, a nuestro mundo egoísta le resulta difícil aceptar los principios fundamentales del matrimonio: ante todo, la humildad y la abnegación.

Es por eso que el matrimonio es la relación más santificadora del planeta – o tiene el potencial de serlo – simplemente porque exige que los hombres y las mujeres mueran a sí mismos. Y especialmente los hombres.

El apóstol Pablo describió el matrimonio y les dijo a los hombres: ama a tu esposa como amas a tu propio cuerpo; ama a tu esposa como te amas a ti mismo (Efesios 5:28 parafraseado).

También da el mandato supremo cuando les dice a los esposos que amen a sus esposas como Cristo ama a la iglesia (Efesios 5:25) y si se pregunta qué podría significar eso, Pablo lo aclara agregando que Él se entregó por ella.

El acto supremo de amor abnegado lo vemos en Cristo quien literalmente murió para redimir a los pecadores a quienes llama Su novia.

Ese tipo de sacrificio no es un sacrificio parcial; no es posible morir solo un poquito por alguien. No puede estar 60% muerto y seguir 40% vivo. Si muere, está muerto. Pensamiento muy profundo, ¿no?

El punto es que, según la Biblia, el amor conyugal equivale a morir:

  • al deseo propio
  • a la ambición propia
  • a la preservación propia
  • a la promoción propia
  • a la voluntad propia
  • a un estilo de vida absorto en sí mismo, egoísta.

Un buen matrimonio es un matrimonio que cada uno está constantemente muriendo a si mismo; simplemente no hay más espacio para el individuo.

Lo que significa entonces que un matrimonio exitoso no consiste en encontrar a la persona adecuada, sino en convertirse en la persona adecuada.

El erudito griego Lenski hizo esta interesante declaración sobre el regreso del matrimonio al diseño original de Dios. Él escribió hace unos 100 años atrás: “Cure el egoísmo y replantará el Jardín del Edén”.[ii]

Cure el egoísmo y replantará el Jardín del Edén

Y estoy seguro de que sabe lo que quiso decir. Es por eso que el matrimonio resulta ser la mayor demostración del amor de Cristo, y del evangelio, en el planeta.

 

Repaso

Le invito a volver a la primera carta de Pedro, capítulo 3. Allí, el apóstol ha estado describiendo esta relación matrimonial que predica el evangelio y exalta a Cristo.

Comenzó hablando de las esposas en el versículo 1 exhortándolas a aceptar el liderazgo de sus esposos en sumisión voluntaria. Vimos que esto no tiene nada que ver con su valor personal.

Ella ahora tiene esta oportunidad única de reflejar a Jesucristo quien voluntariamente se sometió a la voluntad de Su Padre en el plan de redención – Jesús quien es igual al Padre, pero voluntariamente fue sumiso a la voluntad de Su Padre.[iii]

Así que una esposa sumisa, aunque igualmente valiosa e igual en su posición en el evangelio, refleja el corazón y la actitud de Cristo al ser sumisa.

Y el esposo también tiene una oportunidad única de reflejar a Jesucristo al dar su vida en amor sacrificial para ganar, conservar, proveer y cuidar a su novia.

Entonces, en un buen matrimonio, tanto el esposo como la esposa reflejan diferentes aspectos de lo que vemos en la vida de nuestro Señor.

Ahora, habiendo gastado 6 versículos en las esposas, Pedro ahora gasta solo 1 versículo en los esposos.

Y esto no se debe a que las mujeres necesiten más ayuda que los hombres. Como observará conmigo durante los siguientes programas, este versículo para los esposos es tan profundo como los 6 versículos anteriores para las esposas.

De hecho, puede ver fácilmente cuatro secciones diferentes que contienen profundas verdades que traen convicción, transformación y aliento.

Permítame mostrarle – 1 Pedro 3:7.       

  • Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente – punto #1: este es un mandato divino.
  • Dando honor a la mujer como a vaso más frágil – punto #2: este es un distintivo creativo.
  • Y como a coherederas de la gracia de la vida – punto #3: este es un incentivo profético
  • Para que vuestras oraciones no tengan estorbo – punto #4: este es un ultimátum espiritual.

Hoy solo vamos a tocar el primer punto.

 

El Mandato Divino

Al comienzo del versículo 7 leemos: Vosotros, maridos, igualmente. Es decir, así como hay cosas que la esposa debe hacer y vivir y obedecer, así también, hay cosas que el marido debe hacer y vivir y obedecer. En otras palabras, un buen matrimonio nunca es un esfuerzo unilateral – requiere de los dos.

Así que Pedro comienza sus instrucciones para los maridos con un mandamiento: Aquí está, vivid con ellas sabiamente (o de manera comprensiva)

Ahora, esposas, si pensaban que era imposible someterse a sus maridos, ¡imagine los difícil que es este mandamiento para los hombres!

¿Cuántos esposos en la audiencia pueden levantar la mano y decir: “Comprendo a mi esposa”?

Antes de sumergirnos en el significado de “comprender a su esposa”, no pase por alto esta primera expresión: note: maridosvivan con sus esposas.

Esta no hace referencia a su domicilio: “Viva en la misma casa”. Esta no es una referencia a su domicilio, es una referencia a su actitud.[iv]

Esta palabra implica mucho más que vivir bajo el mismo techo. Un autor escribe que esta expresión es el equivalente más cercano en el idioma griego a nuestra expresión “formar un hogar”.

Esta expresión hace la distinción, como diríamos nosotros, entre una casa y un hogar.

Pedro está diciendo: “Esposos, hagan de su casa un bello hogar con su esposa”.

Y eso va a requerir mucho más que traer el pan a la casa. Debe traerse a casa a usted mismo.

Viva con su esposa.

Recientemente leí una encuesta que mostraba que los matrimonios, en promedio, conversan 37 minutos por semana.[v]

Eso es un acuerdo de vivienda, no un hogar. Eso es sobrevivir al matrimonio, no hacer crecer el jardín del matrimonio. Es posible que un matrimonio dure así durante un par de años – con media hora de conversación a la semana.

Así, el matrimonio prontamente se convierte en una especie de tregua armada donde, como un autor escribe, la competencia reemplaza a la cooperación; donde el conflicto no resuelto ha desgastado la estructura del matrimonio y permanecen juntos por buenas razones, pero nunca por las mejores razones.[vi]

Muchas parejas permanecen juntas por el bien de los hijos, lo cual es encomiable, pero no es la razón bíblica.

En un caso del que leí recientemente, una esposa de 89 años y un esposo de 92 años buscaban el divorcio. El juez asombrado les preguntó: “¿Por qué, después de todos estos años, ahora quieren divorciarse?”. Ellos respondieron: “Queríamos esperar hasta que todos nuestros hijos murieran.”[vii]

En ese matrimonio, décadas antes, las malezas de la vida se apoderaron y ahogaron las flores del compañerismo y el gozo… el tipo de cosas que florecen en los tallos de la humildad y el amor sacrificial.

Querido oyente, un jardín de flores nunca sucede por accidente. Me encanta conducir por mi bello estado de Carolina del Norte. No sé quién está a cargo de planificarlo, y estoy seguro de que nuestros impuestos lo pagan, pero en las principales intersecciones de la ciudad hay hermosos jardines de flores silvestres – a veces formando bellos patrones de colores.

Nunca pensaríamos, mientras pasamos por estas coloridas exhibiciones, que algo de esto sucedió por accidente. Tomó tiempo, y luego más tiempo, gastos y sudor… y más sudor, para hacerlo realidad.

Lo mismo es verdad en el estado de su matrimonio – y, esposos, ustedes son los principales jardineros de su matrimonio. Usted debe tomar la iniciativa; replantar el Jardín del Edén.

Ahora note que Pedro escribe, Maridos, vivid con ellas sabiamente.

Su traducción podría leer, “de manera comprensiva” o “habitad con ellas según ciencia” o “con entendimiento”.

La idea aquí es perspicacia y una sensibilidad consciente.[viii]

Combina las ideas de inteligencia a través de la observación y luego la consideración en acción.[ix]

Esto no sucede en un momento; tomará toda una vida de estudio.

Por cierto, me parece interesante que a la mujer nunca se le dice que entienda a su marido. Y probablemente, es porque las mujeres ya lo hacen. Son mucho más intuitivas y observadoras. Se dan cuenta de todo; están constantemente observando y estudiando los datos. Los hombres solo quieren saber qué hay para cenar.

Como escribió un hombre: “Las mujeres son antenas de satélite que captan señales e información de todo el universo; los hombres son teléfonos inalámbricos y si se alejan 50 metros de su casa, pierden la señal”.

Eso es generalmente cierto; sin embargo, ¡este mandamiento permanece!

Y los hombres tienden a desentenderse de su obligación bromeando: “¡Es que, no es posible entender a las mujeres! Vaya si no son complicadas; simplemente no hay manera de descifrarlas”.

¿Se ha dado cuenta que la Biblia nunca le pidió que trate de entender a las mujeres? Dios le está ordenando que intente comprender a una mujer: su esposa.

Y ese es un proceso que dura toda una vida – un proceso de abnegación, de entrega, demostrando el evangelio y reflejando a Cristo.

Y tenga en cuenta, como señaló un autor, que este mandato no se refiere necesariamente a un conocimiento superficial, como su sabor de helado o su color favorito. Lo que Pedro está diciendo aquí tiene relación con conocer sus desafíos, deseos y necesidades y luego actuar en base a ese conocimiento entregándose para ayudarla, alentarla y guiarla a lo largo de la vida.[x]

Aquí es cuando el esposo opera en el hogar como un pastor: usted la está guiando a su hogar final. Está ayudándola a llevar las cargas de la vida en lugar de crearlas.

Y, por cierto, Pedro no les dijo a las esposas que respetaran y siguieran a sus esposos – que tuvieran un espíritu agraciado y sereno solo si sus esposos son amorosos o solo si son seguidores de Cristo. De hecho, en este contexto, a las mujeres se les ordena hacerlo a pesar del hecho de que sus esposos son incrédulos, que no merecen el respeto más profundo que merece un esposo piadoso.

Y ahora, esposos, lo mismo va para nosotros.

Pedro no está diciendo que si su esposa tiene un espíritu lleno de gracia y lo respeta y lo sigue, solo entonces debe encontrar formas de mostrarle una consideración inteligente y afectuosa. No, se nos ordena observar sus necesidades y buscar satisfacerlas aún si nos faltan el respeto y muestran un espíritu desagradable.[xi]

El matrimonio no es un acuerdo de reciprocidad: “si eres bueno conmigo, seré bueno contigo” o “si eres cariñoso y amable conmigo, entonces seré cariñoso y amable contigo”.

Escuche, es fácil amar al amable. Es fácil mostrar gracia a los que lo tratan con gracia. Es fácil respetar al que lo respeta. Y ese tipo de matrimonio nunca avanza porque nadie pisará el acelerador y tomará la iniciativa.

¡Hombres, pisen el acelerador! ¿Cómo? “Quiero decir, ¡no la entiendo mucho que digamos!”

El mandato de Pedro aquí implica que actúe en base a lo que entiende y luego continúe viviendo con ella y hable con ella y camine con ella a lo largo de la vida y obtenga más comprensión y luego actúe en base a eso también.

Eso es amor abnegado, ese es el primer mandamiento en el versículo 7.

Recuerde lo que escribió Lenski, que cité antes: “Cure el egoísmo y replantará el Jardín del Edén”.

 

Aplicación

Como lo hemos hecho en los últimos programas, permítame ofrecerle algunas herramientas prácticas de jardinería mientras trabaja en su propio Jardín del Edén.

  1. Primero, no sea desconsiderado: plante semillas de gentileza.

En otras palabras, no sea grosero o desagradable.

Después de que un hombre asistiera a un seminario sobre cómo ser eficiente, decidió que ayudaría a su esposa a hacer su vida más eficiente también. Unos días después, le estaba contando a un compañero de trabajo que también había asistido al seminario cómo le iba. Él dijo: “Una mañana, mientras estaba sentado a la mesa viendo a mi esposa preparar el desayuno, me di cuenta de que la había visto hacer la misma rutina ineficiente durante años. Hizo muchos viajes al refrigerador, la estufa, la mesa y los gabinetes, a menudo llevando un solo artículo a la vez. Así que le dije: “Cariño, ¿por qué no eliminas todo ese trabajo extra llevando más de un artículo a la vez?”. Su amigo le preguntó: “¿y ahorró tiempo?”. “Sí” respondió, “antes le tomaba 20 minutos preparar el desayuno, ahora lo hago en 7”.

El Apóstol Pablo agrega este comentario cuando les escribe a los esposos en la iglesia: Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. (Colosenses 3:19)

La palabra traducida “ásperos” lleva la idea de ser duro o tener una lengua hiriente.[xii]

Un autor escribe que la declaración de Pablo se refiere a un hombre que ha llegado a un estado de amargura y todo lo que puede hacer es actuar con impaciencia y desconsideración.[xiii]

Este es un hombre que se ha llenado tanto de sí mismo que realmente ya no le importa si su esposa está herida o feliz; si está llorando o contenta; a él realmente no le importa. ¡Él no quiere que lo moleste con sus problemas!

Un artículo que encontré hace un tiempo – que era cómico, por un lado, pero triste por el otro – contaba el incidente de una pareja en Alemania que había estado casada durante décadas. Él tenía 72 años y su esposa también era una mujer mayor. El tema es que él había instalado una sirena en su casa para aturdir a su esposa y hacerla callar. CNN informó que, cada vez que la esposa de este hombre se quejaba o intentaba molestarlo con algo, él encendía la alarma y la dejaba sonar durante unos minutos. Finalmente llamaron a la policía para decirle que la quitara. Él cumplió a regañadientes, pero le dijo a la policía que “siempre funciona”.

Es posible que no tenga una sirena, pero hombres, nuestras acciones crueles, y desconsideradas hablarán más fuerte que las palabras, o incluso que una alarma de bomberos.

No hay excusa para un comportamiento grosero, descortés, despectivo ya sea en público, y mucho menos en privado.

Hombres, esto no solo dañará su matrimonio, sino que arruinará su ministerio y el evangelio que representa, que se conoce como un evangelio de gracia. Así que demuestre gracia.

Esposos, planten semillas de gentileza y saquen las malezas de la desconsideración.

  1. En segundo lugar, no sea abusivo: plante semillas de afirmación.

El abuso viene en muchas formas: abuso emocional, verbal y físico. Viene de la boca y las manos de hombres enojados con sus propias deficiencias en la vida y su intento de aumentar su propia importancia intimidando, empujando y exigiendo a las personas que cedan y hagan lugar en la cima.[xiv]

Y la esposa suele ser la primera en quien recae la frustración. He leído que 1 de cada 6 mujeres adultas ha experimentado o está experimentando algún tipo de abuso verbal o físico.

Este tipo de dominación masculina no tiene nada que ver con el rol de liderazgo bíblico. El dominio masculino de este tipo no tiene nada que ver con el diseño creativo de Dios; tiene todo que ver con la corrupción del hombre.

El patrón de liderazgo bíblico no es dominación o imponerse a la fuerza, es mostrar el camino con su ejemplo, con humildad y gracia.

Un autor escribe sobre este texto que Jesucristo, el esposo perfecto, no somete a la fuerza a su novia, la iglesia; él corteja a la iglesia y la ama al dar su vida por ella. Él gana su corazón y la lleva a la obediencia gozosa. No es duro ni manipulador, sino amoroso y misericordioso por el bien de la iglesia y la gloria de Su Padre.[xv]

Esposos, si quieren vivir con su esposa con amable consideración, comiencen a construir puentes verbales en lugar de muros verbales.[xvi]

Un autor escribió con humor: “Hombres, traten de elogiar a sus esposas, aunque al principio las asusten.”[xvii]

¡Qué sorpresa!

Reemplace las palabras duras con palabras de afirmación y ánimo. Solo intente una palabra afirmativa al día, para empezar. Palabras como “gracias”. Esa expresión requiere humildad porque le recuerda que necesitaba algo que su esposa le proporcionó.

Afirmar a alguien más elimina el orgullo y planta semillas de humildad.

¿Cuándo fue la última vez que agradeció a su esposa por algo? Comience esta noche con la cena, incluso si la asusta. Se preguntará si se golpeó la cabeza o le pasó algo extraño. “Gracias cariño por la cena, estuvo deliciosa”. Tal vez no lo fue, así que dice. “Gracias cariño por la cena – fue… inolvidable.”

Dígale palabras de afirmación a su esposa como: “Estoy tan contento de que Dios te haya traído a mi vida”.

Eso es lo contrario de lo que dijo Adán en el Jardín del Edén cuando se quejó: “Señor, mira a la mujer que me diste”. ¿Se imagina cómo se debe haber sentido Eva?

Diga palabras como, las que creo que Adán dijo más tarde: “¿Me perdonas?”.

“¿Me perdonas?”, esas son palabras que matan el orgullo. Imagine una admisión de error por parte del hombre de la casa. Esas son las palabras de gracia y crecimiento que aplastan el ego y plantan humildad. ¡Diga eso a menudo!

Leí que se necesitan de 8 a 10 comentarios positivos para compensar un solo comentario destructivo. En otras palabras, se necesitan de 8 a 10 palabras amables para borrar los efectos de una sola palabra hiriente, desagradable, sin amor y descuidada que se escribió en la memoria de alguien.

Invierta en el jardín de su propia esposa, familia y hogar. De hecho, decida estar mentalmente presente cuando llega a casa. Ha enfrentado grandes desafíos; ha tenido un largo día, pero decida ahorrar algo de energía para la casa.

Obviamente, estos principios no solo se aplican a los esposos sino también a los padres.

“Deje algo para la casa”. Tiene un jardín para cultivar en casa. Su esposa espera que llegue el jardinero principal, se arremangue y plante algunas semillas nuevas.

 

Conclusión

Recordé parte de la letra de una canción que describe este tipo de compromiso que encontramos en 1 Pedro 3 – hombres que deciden seguir aprendiendo a negarse a sí mismos y dar sus vidas por sus esposas.

Busqué la canción y dice así:

Mañana por la mañana si te despiertas
Y el sol no aparece
voy a estar aquí

Si en la oscuridad, perdemos de vista el amor
Toma mi mano y no tengas miedo
Porque yo estaré aquí

Voy a estar aquí
Cuando tengas ganas de estar en silencio
Cuando necesites decir lo que piensas,
te escucharé

Estaré aquí
Cuando la risa se convierte en llanto
Cuando ganamos, perdemos e intentamos
Estaremos juntos
voy a estar aquí

Mañana en la mañana, si te despiertas
y el futuro no está claro
voy a estar aquí

Y puedes llorar en mi hombro
cuando el espejo nos dice que mayores somos
yo te sostendré
voy a estar aquí
Para verte crecer en belleza

Y decirte todas las cosas que eres para mi

Seré fiel a la promesa que te he hecho
a ti y a Aquel que nos unió

Mañana por la mañana,
si te despiertas y no sale el sol
voy a estar aquí.[xviii]

Este es el estilo de vida que hace que el mundo tome nota:

  • Hay algo diferente en el cristianismo;
  • Hay algo diferente en su relación;
  • Hay algo diferente en su matrimonio;
  • Definitivamente hay algo diferente en la forma en que ese hombre trata a su esposa.

¡Tengo que averiguar qué es!

Y tenemos que contarles de Aquel que hace toda la diferencia; Aquél quien nos ama con amor inagotable: nuestro Señor Jesucristo, el que siempre estará aquí.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2017

© Copyright 2017 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Adapted from Stuart Scott, The Exemplary Husband (Focus Publishing, 2002), p. 59

[ii] R.C.H. Lenski, The Interpretation of First and Second Corinthians (Augsburg Publishing, 1937), p. 557

[iii] Daniel M. Doriani, 1 Peter (P & R Publishing, 2014), p. 119

[iv] Adapted from Warren W. Wiersbe, Be Hopeful: 1 Peter (David C Cook, 1982), p. 85

[v] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1984), p. 205

[vi] Dennis Rainey, Staying Close (Word Publishing, 1989), p. 23

[vii] Ibid

[viii] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 757

[ix] Adapted from J. Allen Blair, Living Peacefully: 1 Peter (Kegel, 1959), p. 153

[x] Adapted from Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 190

[xi] Above principle adapted from R.C. Sproul, 1 Peter (Crossway, 2011), p. 95

[xii] Stuart Scott, p. 201

[xiii] Ibid

[xiv] Adapted from Scot McKnight, The NIV Application Bible: 1 Peter (Zondervan, 1996), p. 193

[xv] Owen Strachan & Gavin Peacock, The Grand Design (Christian Focus Publishers, 2016), p. 98

[xvi] Adapted from Wiersbe, p. 86

[xvii] Billy Sunday, quoted in http://www.preachingtoday.com/illustrations/1998/august/5310.html

[xviii] I Will Be Here (Steven Curtis Chapman)

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