Lección 34: Esto es Guerra

Lección 34: Esto es Guerra

Pasaje Bíblico: 1 Pedro 4:1-3.

El tema que el apóstol Pedro va a tratar hoy en su curso práctico de cristianismo básico es la resolución de lidiar con el pecado y los deseos pecaminosos en nuestras propias vidas. Veamos juntos tres resoluciones específicas que todo cristiano debe tomar si desea tener un buen caminar con Cristo. 

Transcripción

Introducción

Doscientos cincuenta años después de la reforma protestante, hubo un momento en la historia de la iglesia estadounidense en el que el país se vio profundamente afectado por la predicación de hombres como Wesley, Whitefield y Edwards.

Se llamó el Gran Despertar, y un pastor llamado Jonathan Edwards fue un líder en el movimiento.

Cuando era un joven de poco más de 20 años, Jonathan se cansó de su propia actitud mediocre e indiferente hacia su caminar con Cristo y decidió luchar contra el pecado y tomar en serio su testimonio y su cristianismo.

A partir de 1723, cuando tenía 20 años, Jonathan comenzó a redactar una lista de resoluciones: Él escribiría 70 resoluciones en total.

Déjame leer algunas de ellas:

  • Resuelvo, preguntarme cada noche, al irme a la cama, dónde he sido negligente, qué pecado he cometido y cómo me he negado a mí mismo (es decir, en que áreas he hecho lo correcto): [y repasarlo] al final de cada semana, [cada] mes y [cada] año.

Aquí hay otra, esta fue la resolución #61:

  • Resuelvo, que no daré paso a esa pereza que relaja mi mente de estar total y fijamente puesta en el cristianismo, no importa qué excusa pueda tener para ello.

En otras palabras, voy a examinar mi vida y mi compromiso y no me permitiré ninguna excusa para dar marcha atrás o ser holgazán.

Una más – Resolución #56:

  • Resuelvo, nunca rendirme, ni aflojar en lo más mínimo mi lucha contra mis corrupciones, por mucho fracaso que tenga.

Imagine quitarle ese argumento al enemigo. Si Satanás sabe que no va a aflojar en la lucha contra sus deseos pecaminosos, incluso cuando no tenga éxito, le ha dado un duro golpe y ha ganado una tremenda ventaja para seguir luchando.

Jonathan Edwards entendió esta simple verdad sobre el cristianismo: es guerra.

Cualquiera que crea que la vida cristiana es un camino fácil, cómodo, soleado y con pétalos de rosa a lo largo del camino, nunca se inscribió para lo que es en verdad.[i]

El cristianismo es guerra.

  • Es una guerra contra la mentalidad implacable y el atractivo de un mundo incrédulo.
  • Es guerra contra el diablo y sus ataques estratégicos para derrotar y desalentarnos en nuestro andar y testimonio por Cristo.
  • Es una guerra contra nuestra propia corrupción que en cualquier momento puede enredarnos y arrastrarnos de nuevo al pecado.
  • Es una guerra contra el cristianismo cultural que gustosamente nos llevaría a una vida indiferente, indisciplinada y sin convicciones.

El tema que el apóstol Pedro va a tratar hoy en su curso práctico de cristianismo básico es la decisión, la resolución, de lidiar con el pecado y los deseos pecaminosos en nuestras propias vidas.

Él responde a la pregunta: “¿Qué tipo de resoluciones necesitamos hacer para avanzar en nuestro caminar con Cristo?”

Si abre su Biblia en 1 Pedro capítulo 4, encontrará su consejo inspirado que voy a explicar en la forma de tres resoluciones.

Y la primera es esta:

 

¡Estoy Resuelto a Alistarme y Contraatacar!

Note el versículo 1.

Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento (o propósito); pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado.

Pedro escribe, puesto que, o, por lo tanto. En otras palabras, a la luz de lo que ya he escrito, permítanme hacer una aplicación. A la luz del hecho de que:

  • Cristo resolvió morir por sus pecados.
  • Que Cristo resolvió enfrentar el juicio de Dios Padre por nuestros pecados.
  • Que Cristo resolvió sufrir separación y muerte a causa de nuestros pecados – el justo muriendo por los injustos.
  • ahora bien, usted, creyente, necesita tener ese mismo grado de resolución cuando sufra cualquier tipo de dificultad, sea cual sea, para acabar con el pecado.

Un autor tradujo “terminó con el pecado”: “ha renunciado al pecado.”

Puede entender las palabras de Pedro “ha terminado con el pecado”, no como un estado de perfección, sino como un estado de resolución.

Como cristiano, ya no está atado por la pena del pecado, ya no está condenado (Romanos 8:1); Cristo pagó por sus crímenes y está eternamente seguro en Él.

Pero, aunque está libre de la pena del pecado, no está libre de la persuasión del pecado.

Puede estar libre de la condenación del pecado, pero no está libre de la atracción del pecado. ¡Así que será mejor que se ponga la armadura y luche contra el pecado!

Un cristiano que está aprendiendo las lecciones básicas del cristianismo, es un cristiano que está demostrando que ha terminado su relación con el pecado.[ii]

Pedro se está refiriendo esencialmente a un cristiano que ya no está en buenos términos con el pecado.

Y la clave para esta resolución es, note, armarse del mismo pensamiento, de la misma mente de Cristo.

La palabra traducida “pensamiento” indica una resolución que se expresa en una acción determinada.[iii]

Pedro está diciendo: “Mira, así como Cristo resolvió que pagaría el castigo por tu pecado, sé igualmente resuelto a luchar contra el poder del pecado. Ármate con este tipo de resolución.”

Por cierto, la palabra armaos significa equiparse con la herramienta o arma apropiada y conlleva la idea de estar listo.[iv]

En el Nuevo Testamento, esta palabra se usa para referirse a un soldado de infantería romano fuertemente armado que portaba una lanza, una espada y un escudo largo y pesado.[v]

Chuck Swindoll comenta sobre este versículo en su comentario sobre 1 Pedro: “El punto de Pedro es claro. Cristo no nos ha enviado al mundo como turistas en unas vacaciones distendidas, sino como soldados en un período de servicio en un campo de batalla. No estamos llamados a descansar, relajarnos, a contemplar el paisaje y esperar a que Dios nos lleve a casa. Estamos involucrados en un conflicto feroz en suelo extranjero y necesitamos armarnos con una armadura espiritual para resistir las tentaciones de este mundo.”[vi]

Bien dicho. Es hora de armarse mentalmente para la guerra; es hora de vivir con un sentido de resolución, y hacerlo a diario, para alistarse y contraatacar. No estamos en el patio de recreo, estamos en un campo de batalla.

Si lleva algún tiempo en la fe y ha leído las cartas de Pablo, Pedro, Santiago y otros, sabrá que la guerra espiritual es un tema recurrente.

Pablo les dijo a los creyentes en roma que

desecharan las obras de las tinieblas y se vistiesen las armas de la luz (Romanos 13:12).

Él les dice a los cristianos de Éfeso

que se vistan de toda la armadura de Dios, para que puedan mantenerse firmes contra las asechanzas del diablo, contra las fuerzas espirituales de maldad (Efesios 6).

Si se toma el tiempo de estudiar ese párrafo, verá que Pablo describe la armadura en detalle; por ejemplo, él menciona el calzado del soldado, que históricamente eran sandalias de cuero. Los soldados incrustaban pequeñas piedras en las suelas de sus sandalias para tener un mejor agarre mientras subían colinas o combatían cuerpo a cuerpo.

¿Alguna vez pensó en el hecho de que un soldado romano no necesitaba ese tipo de calzado si estaba en retirada? Los necesitaba porque iba subiendo y avanzando.

No va a querer resbalarse porque resbalar y caer puede ser increíblemente peligroso. Así que necesita usar el calzado adecuado.

Se que a varios en la audiencia les gusta el futbol. Seguramente habrá notado que cada jugador está equipado con todo lo necesario, desde guantes para el arquero hasta los zapatos de futbol.

Tal vez ya lo haya notado, pero nadie se pone zapatos de futbol si está sentado en casa viendo el partido.

He visto cómo los fanáticos que van al estadio aparecen con todo tipo de cosas: camisetas, pantalones, y hasta los abrigos oficiales del equipo. Pero ¿sabe qué? nunca he visto a un fanático con un par de zapatos de futbol en las gradas. No los necesita y hasta puede ser peligroso usarlos en las gradas, pero definitivamente los necesita en el campo de juego.

Pablo dice que se ponga los zapatos correctos porque espera que esté en la competencia, ganando terreno.

Pablo también menciona el yelmo de la salvación. En otras palabras, necesita proteger su mente, sus pensamientos, con las verdades del evangelio.

Él menciona la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios.

Cuando Jesucristo fue tentado por el diablo, Jesús respondió las tres veces citando pasajes de Deuteronomio. A menudo me pregunto cómo nos iría contra el Diablo si todo lo que tuviéramos fuera el libro de Deuteronomio.

Jesús luchó contra la tentación con la espada del Espíritu.

Así que usted también, como soldado cristiano, tiene armamento tanto defensivo como ofensivo para pelear la batalla y correr la carrera.

Un buen soldado va a la batalla preparado con todo lo posible para ganar. Así también, el cristiano, se arma; se adapta y lucha en esta batalla por la pureza, el discernimiento, la integridad y el impacto del evangelio.

Así que haga la resolución: estoy decidido a alistarme y contraatacar.

En segundo lugar;

 

¡Estoy Decidido a Mirar el Reloj y Hacer Limpieza!

Note el versículo 2.

Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.

Me encanta esta frase: para no vivir el tiempo que resta. Es como si Pedro quisiera que nos concentráramos en el hecho de que no sabemos cuánto tiempo nos queda, para animarnos a dedicar el tiempo que nos queda a la voluntad de Dios.

Esta es la pasión de Jonathan Edwards en su Resolución #5:

  • Resuelvo, nunca perder un momento de tiempo, sino usarlo de la manera más provechosa posible;

Y Resolución #7:

  • Resuelvo, nunca hacer nada que debería tener miedo de hacer si fuera la última hora de mi vida.

La frase de Pedro aquí, el tiempo que resta, busca inspirar a los lectores a esforzarse por redimir el tiempo. La palabra para tiempo es cronón, que nos da nuestra palabra cronología y cronómetro. Es como si Pedro insinuara sutilmente, “¡tome nota de la hora! Lo que, en nuestro caso, sería su reloj o teléfono.

Existe un sentido de expectativa en esta resolución de Pedro. La expectativa tiene una forma de moldear la forma en que vive el día a día.

Piense, por ejemplo, cuando una pareja está esperando la llegada de su bebé. ¿Qué significa eso? Que la vida está a punto de cambiar.

Significa que el esposo va a recorrer pasillos de la tienda que nunca había visto. Significa que van a haber grandes cambios en el presupuesto. Significa que prepara una habitación de la casa y la decora con artículos de bebé.

Y cuanto más se acercas a la fecha de parto, más crece la expectativa. ¡Apenas puede esperar a que nazca ese bebé! La expectativa produce urgencia. Hay cosas que tiene que hacer a la luz de la fecha de nacimiento. No hay tiempo que perder.

Pedro efectivamente le dice al creyente que debemos vivir considerando la brevedad del tiempo en la vida, lo que producirá un sentido espiritual de urgencia.

Hay cosas que tienes que hacer, ¿y cuáles son?

Fíjese –

para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.

En otras palabras, no hay tiempo que perder con las concupiscencias de los hombres. La expresión traducida aquí concupiscencias de los hombres se relaciona con todos los malos deseos humanos: el uso plural de la palabra concupiscencias indica todos los variados tipos de deseos pecaminosos de la naturaleza humana caída.

Así que Pedro se está refiriendo aquí a una vida controlada por esos anhelos y deseos pecaminosos que caracterizan a los seres humanos caídos.[vii]

Pedro básicamente está haciendo un contraste entre la voluntad del hombre y la voluntad de Dios.

Él ya ha hablado un poco en cuanto a esto en el capítulo dos, donde escribe,

Porque esta es la voluntad de Dios: haciendo bien.

Más adelante, en el capítulo 3, escribe que la voluntad de Dios puede conducir al sufrimiento – versículo 17.

Ahora en el capítulo 4 escribe que la voluntad de Dios está haciendo lo contrario de la humanidad pecadora. Él va a describirla más tarde.

Pero vivir conforme a la voluntad de Dios es, como dijo un teólogo, cuando Su deseo son nuestra orden, Su Espíritu es nuestra guía, Su Hijo es nuestro ejemplo y Su palabra es nuestra autoridad.[viii]

Cuando eso sucede, está invirtiendo su tiempo en la voluntad de Dios. No importa si está lavando platos o predicando un sermón. Cuando los deseos de Dios son su orden, Su Espíritu es su guía, Su Hijo su ejemplo y Su Palabra su autoridad, no perderá el tiempo, sin importar lo que esté haciendo.

Entonces, si está redimiendo el tiempo y andando en santidad – es decir, si está mirando el reloj y haciendo limpieza – significa que su vida está siendo gobernada y guiada por el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios.

Lo que es otra forma de decir, necesitamos pensar bíblicamente, “¿cuál es la voluntad de Dios sobre este tema? ¿Qué dice la palabra de Dios?”

Escuche, nunca conocerá la voluntad de Dios en un tema personal a menos que use la palabra de Dios en su estudio personal.

  1. C. Sproul escribió una vez acerca de uno de sus estudiantes que había sustituido los sentimientos por pensar bíblicamente, lo que requiere estudiar la Biblia. Ella estaba luchando con la voluntad de Dios sobre el tema del matrimonio y cuando él le preguntó cómo usaba la palabra de Dios para guiar su pensamiento, ella respondió que practicaba lo que llamaba “chapuzón afortunado”.

Hablaba en serio. Ella le explicó que cerraba los ojos, abría su Biblia y colocaba su dedo en la página y consideraba que lo que leyera era la voluntad de Dios. Su método no requería estudio, meditación en las escrituras u oración, solo un chapuzón afortunado.

Un día, en su pasión por encontrar marido, aplicó su método para tratar de determinar si Dios le iba a dar marido o no, y justo colocó su dedo en un versículo de Zacarías 9 que decía: Alégrate mucho, hija de Sion… he aquí tu Rey viene a ti… montado en un burro.Ella interpretó que eso significaba que su esposo estaba a la vuelta de la esquina. Y efectivamente, escribe Sproul, ella asumió que el joven que conoció unos días después era su príncipe azul y se casó con él.

Sproul no dijo lo que sucedió después y ni cómo “montar el burro” encajaba en la voluntad de Dios; tal vez el joven tenía un auto lento que hacía mucho ruido. Pero Sproul continuó escribiendo que tenemos que escudriñar las Escrituras si alguna vez esperamos tener la mente de Cristo.[ix]

Debemos estar en la Palabra, sumergidos en la palabra, pensando acerca de la palabra y considerando todo a la luz de la palabra. Así es como mira el reloj y hace limpieza.

En tercer lugar, aquí hay una última resolución:

 

¡Estoy Resuelto a Mantener el Rumbo, Después de Haber Dicho Adiós!

Versículo 3:

Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias…

Lo que Pedro hace aquí es mencionar el testimonio de estas personas. Podría parafrasear esto como: “Ya pasaron suficiente tiempo haciendo lo que los incrédulos desean hacer, pero ya basta de andar por ese camino”.

Es decir, solían vivir como paganos, pero se han salido de esa carrera tras el pecado y ahora están corriendo la carrera de la vida cristiana.

Están corriendo detrás de cosas diferentes ahora.

Ahora, lo sorprendente es que Pedro se toma el tiempo para recordarles a estos creyentes el tipo de cosas que solían perseguir –como si les dijera, “Nunca querrían volver allí. ¿Recuerdan lo vacío que era todo eso?” Y lo que hace Pedro es describir 6 males que caracteriza esa vieja vida y necesita permanecer en su espejo retrovisor.

En otras palabras, todavía existe el potencial de cometer esos actos, incluso después de haber venido a Cristo – por lo que las cartas de los apóstoles instan continuamente al creyente a desechar las obras de las tinieblas y vestirse las armas de la luz. Recuerden, escribe Pablo.

Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. (Romanos 13:12-14).

En otras palabras, ¡siga diciendo adiós a ese tipo de vida y no lo invite a regresar! Todos los días, cada vez que llegue la tentación, recuérdele – y a usted mismo también – que ya no la persigue. Le ha dicho “adiós” y no le va a dejar su número de teléfono.

Pedro tiene prácticamente la misma lista de Pablo en Romanos para describir ese antiguo estilo de vida.

Estos son los seis males que elige abordar.

Lascivias: esta es una palabra que se refiere a alguien que no tiene vergüenza. Como explicó un autor, la palabra describe un estallido de maldad que viola el sentido de la decencia pública.[x]

Pedro usa esta misma palabra en su segunda carta para describir el estilo de vida de la gente de Sodoma, y la idea dominante detrás de la palabra aquí es la de conducta desvergonzada.[xi]

El siguiente mal que menciona Pedro se traduce como concupiscencias. Esto denota un fuerte deseo por cualquier cosa, no solo lujuria o deseo sexual.[xii]

Puede ser cualquier cosa, un deseo apasionado por las apuestas, el dinero, el poder, la comida, el control, la atención o la fama.

Mientras que la primera palabra, lascivias, se refiere a la expresión abierta del mal, la concupiscencia tiene que ver con los deseos privados de los corazones pecaminosos.[xiii]

La siguiente palabra es embriagueces, una palabra compuesta por vino y el verbo burbujear o desbordar; representa a alguien que está rebosante de vino, obviamente una referencia a alguien constantemente borracho.[xiv]

La siguiente palabra en la lista es orgías. Esta es una palabra que se refiere a las fiestas y diversiones cargados de contenido sexual.

Este es ese viaje a Las Vegas donde les prometieron que cualquier cosa que hicieran en Las Vegas, se quedaría en Las Vegas. Pero en realidad no se quedó en Las Vegas; en realidad quedó registrado por Dios (Apocalipsis 20:12).

Disipación es la siguiente palabra. Se refiere a una fiesta donde abunda el alcohol y todos se están emborrachando. Podría pensar que Pedro estaba escribiendo esto mientras miraba el barrio universitario durante el fin de semana.

Esto también puede ser una referencia sutil al consumo excesivo de alcohol y las fiestas que caracterizaban los festivales religiosos paganos. Describe el fin de semana promedio del común de las personas.[xv]

Finalmente, Pedro menciona idolatrías abominables. La adoración de ídolos en la generación de Pedro involucraba todo lo anterior: borracheras, orgías, perversión sexual, lujuria y estallidos de todos los males imaginables.

Estas son idolatrías, es decir, estos son los dioses del mundo en pecado.

Y estos dioses efectivamente reemplazan la autoridad de la palabra de Dios y el control del Espíritu Santo y la integridad del evangelio y el testimonio de una vida cambiada.

La atracción a estas cosas nunca desaparece por completo, así que asegúrese de no dejarse llevar.

Pedro insta claramente al creyente a mantener el rumbo y seguir despidiéndose de esta, su vida anterior.

Jonathan Edwards lo escribió de esta manera en su resolución #68:

  • Resuelvo, confesarme honestamente a mí mismo todo lo pecaminoso que encuentro en mí, y confesar todo eso a Dios, y suplicarle por su ayuda.

¿Por qué? Porque le pertenece a Él. No quiere enredarse en esa vieja vida; usted quiere que todo su ser le pertenezca al Señor y siga Su voluntad.

Así que haga o renueve sus resoluciones hoy:

  • ¡Estoy resuelto a alistarme y contraatacar!
  • ¡Estoy resuelto a mirar el reloj y a hacer limpieza!
  • ¡Estoy decidido a mantener el rumbo, después de haberme despedido de mi antigua vida!

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2017

© Copyright 2017 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Adapted from J. Allen Blair, Living Peacefully (Kregel, 1959), p. 192

[ii] David R. Helm, 1-2 Peter and Jude (Crossway, 2008), p. 129

[iii] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1984), p. 256

[iv] Ibid, p. 257

[v] Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 212

[vi] Ibid

[vii] Adapted from Hiebert, p. 259

[viii] Ibid

[ix] R. C. Sproul, 1-2 Peter (Crossway, 2011), p. 141

[x] Hiebert, p. 261

[xi] John Phillips, Exploring the Epistles of Peter (Kregel, 2005), p. 167

[xii] Ibid

[xiii] Adapted from Richard W. DeHaan, Good News for Bad Times: 1 Peter (Victor Books, 1975), p. 113

[xiv] Hiebert, p. 261

[xv] Adapted from Phillips, p. 167

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