Lección 38: La Verdad Sobre los Dones Espirituales

Lección 38: La Verdad Sobre los Dones Espirituales

Pasaje Bíblico: 1 Pedro 4:10.

¿Qué haría usted si supiera que la vida como la conocemos en el planeta tierra va a terminar?  
Mientras que el resto del mundo le aconsejaría que se prepare acumulando provisiones, pensando menos en otras personas a su alrededor y más en su propia vida y necesidades, Pedro nos va a decir que este es el momento perfecto para estar más involucrados que nunca en la vida de otras personas, especialmente en la vida de la iglesia. Dios le ha dado un papel para desempeñar y es vital para el Cuerpo de Cristo.

Transcripción

Introducción

Encontré la historia de un astronauta que fue entrevistado sobre los detalles, especialmente los peligros de viajar a la luna y regresar.

El reportero preguntó: “¿Cómo se irán de la luna una vez que termine la misión? ¿Cómo se hace para despegar y regresar a la tierra?” El astronauta respondió: “Encendemos varios cohetes que alimentan el motor de nuestro pequeño módulo”. El reportero preguntó: “Bueno, ¿y si el motor no enciende y no funciona?”. El astronauta dijo con naturalidad: “Bueno, nos quedamos varados en la luna”.

El reportero continuó: “¿Cuánto tiempo les quedaría a sus sistemas de soporte vital y oxígeno?” El astronauta respondió: “Seis horas”.

El reportero dijo: “¿Puedo preguntarle qué haría durante las últimas seis horas de su vida?” Y el astronauta se rió y dijo: “Eso es fácil, ¡trabajaría arreglando el motor!”.

Ese es un gran consejo. ¿Qué haría usted si supiera que la vida como la conocemos en el planeta tierra va a terminar? ¿Qué haría si solo le quedaran 6 horas antes de que Jesús venga?

Ojalá siga trabajando en el motor, haciendo las cosas que debería estar haciendo.

El Apóstol Pedro le ha recordado a la iglesia del inminente regreso de Cristo. Y en nuestro último estudio, vimos algunos consejos que Pedro le da al creyente que incluyen: no entre en pánico, mantenga la calma; manténgase enfocado; siga orando; continúe demostrando amor perdonador el uno por el otro y, mientras lo hace, no abandone a la raza humana; permanezca disponible y hospitalario.

Así es como él lo dice. Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios – eso es: mantenga la calma – y velad – o sea, manténgase enfocado – en oración. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Es decir, no abandone a los demás, sino muestren amor perdonador unos a otros. Y mientras lo hace, manténgase abierto y disponible. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones (1 Pedro 4:7-9).

Ahora, el resto del mundo le aconsejaría que se prepare para el fin, pensando menos en otras personas a su alrededor y más en su propia vida y necesidades.

Pero Pedro nos va a decir que este es el momento perfecto para estar más involucrados que nunca en la vida de otras personas, especialmente en la vida de la iglesia.

 

La Verdad Sobre los Dones

Observe el versículo 10 de 1 Pedro 4:

Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

En otras palabras, a medida que se acerca el final, siga trabajando en el motor. De hecho, comience a ejercitar los dones y habilidades que Dios le ha dado.

Siguiendo con la analogía, ahora es el momento de trabajar con los otros astronautas de su equipo. Continúe esforzándose en eso; Dios le ha dado un papel para desempeñar. A medida que se acerca el final, mantenga el rumbo.

Analicemos el consejo inspirado de Pedro aquí en el versículo 10 y permítame organizarlo en tres principios.

  1. Primero, ninguno de nosotros ha sido excluido.

Fíjese cómo comienza el texto – Cada uno según el don que ha recibido. De hecho, en el idioma original, hay un énfasis en las palabras cada uno.

Nadie se ha quedado fuera. No hay cristiano que no pueda contribuir al cuerpo de Cristo – o, dicho de otra manera, cada uno de nosotros es necesario en el cuerpo de Cristo.[i]

No importa qué papel desempeñe, ya sea al frente o al fondo, en el escenario o detrás del escenario, visible o, en su mayor parte, invisible, Dios le ha dotado servir en el cuerpo de Cristo.

No existe tal cosa como un miembro inútil del Cuerpo de Cristo. Si la iglesia fuera a tomar un retrato familiar, en la mente de Cristo, ningún creyente se quedaría fuera de la imagen.

En segundo lugar,

  1. Ninguno de nosotros decidió en qué sería bueno.

Note lo que dice el texto – Cada uno según el don que ha recibido

El tiempo verbal que usa Pedro enfatiza que Dios ya le otorgó el don al creyente. No se nos da la hora o las circunstancias precisas.[ii]

Puede ser parte de la manera en que el Señor lo creó en el vientre de su madre, con su carácter y creatividad y habilidades y discapacidades naturales que ahora usa para el avance de la iglesia.

O podría haber sido otorgado en el momento de su conversión cuando el Espíritu de Dios vino a morar en usted siendo una nueva criatura en Cristo; en ese momento puso en su corazón, mente y vida ciertas habilidades y destrezas que luego descubriría.

La verdad es que no se nos dice específicamente cuándo el Señor imparte estos dones. A medida que he estudiado más este tema a lo largo de los años, me ha parecido interesante que en las Escrituras nunca se nos da una distinción clara entre una habilidad natural y un don espiritual.[iii]

De hecho, si mira en el Antiguo Testamento, descubre que los conjuntos de habilidades, o lo que llamaríamos decisiones y habilidades profesionales, también se consideran parte del diseño de Dios.

En el Antiguo Testamento, existe una relación directa entre la habilidad y el don de Dios.

Un hombre llamado Hiram estaba lleno de sabiduría, entendimiento y ciencia para hacer toda obra de bronce. (1 Reyes 7:14)

Jehová llenó a Bezaleel y Aholiab del Espíritu de Dios en sabiduría, inteligencia y ciencia para hacer toda obra de arte y de invención, de bordado y diseño. (Éxodo 35:35)

Un capítulo más adelante, Moisés se dirige a toda persona hábil en quien el Señor ha puesto sabiduría e inteligencia para saber hacer todo el trabajo en la construcción del santuario. (Éxodo 36:1)

Desde el bordador hasta el trabajador del metal y el equipo de construcción, todos se describen como personas hábiles gracias al don de Dios.

Hablando en cuanto al creyente en el Nuevo Testamento, Pablo usa la misma terminología cuando pregunta: ¿Qué tienes que no hayas recibido? (1 Corintios 4:7)

Él nos desafía y exhorta a abandonar el orgullo con esta pregunta: “¿Qué tenemos nosotros que Dios no nos haya dado?”

Y la respuesta a esta pregunta retórica es obvia: ¡nada! Dios nos ha dado todo, incluidas nuestras habilidades y capacidades creativas e intereses espirituales.

Ahora, la Biblia no nos dice directamente cómo descubrir y entrenarnos para el ejercicio de los dones. Pero, se nos dice debemos entrenarnos y memorizar las escrituras – trabajar duro en cualquier cosa que el Señor ponga en nuestras manos.

El Señor Jesús entrenó a Sus discípulos, con su ejemplo, sobre cómo soportar el sufrimiento, cómo tratar con la multitud o cómo enseñar las verdades bíblicas.[iv]

Dios diseñó la vida y los primeros años del apóstol Pablo para prepararlo para su futuro ministerio. Pablo tuvo un entrenamiento rabínico en la ley; fue dotado con una tremenda capacidad intelectual; e incluso tuvo un pasaporte romano ya que era ciudadano – y nada de eso fue una coincidencia.[v]

Y nada en su vida es casualidad tampoco. De hecho, según las Escrituras, Dios lo ha desarrollado y preparado e incluso formado antes de su nacimiento.

En uno de sus impresionantes Salmos, David nos enseña una gran verdad inspirada por Dios y dice: Tú formaste mis entrañas; Tú me tejiste en el vientre de mi madre (Salmo 139:13).

David imagina a Dios en la lanzadera de un tejedor, escogiendo el hilo y los colores, tejiendo, formando cada aspecto de nuestra vida.

Él continúa proclamando,  

Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho. (Salmo 139:14) Es decir ¡Usted es asombroso y único!

¿Qué tan único es usted? Basta con mirar su huella digital; Es el único en el planeta que lo tiene. O su ADN, que es exclusivamente suyo.

Desde su huella dactilar hasta el color de sus ojos y el tamaño de su nariz y orejas, todo está hecho por su Diseñador. Por lo que tengo entendido, nuestras orejas y narices continúan creciendo hasta la vejez, lo cual es una noticia realmente emocionante – pero desde sus orejas y nariz hasta el color de su cabello, o falta de cabello, todo es culpa de Dios… Quiero decir, todo es el diseño de Dios.

David sigue escribiendo en el versículo 15:  

No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra.

El término hebreo traducido cuerpo se refiere literalmente a la sustancia ósea o esqueleto. En otras palabras, Dios estuvo involucrado en el desarrollo de su estructura ósea. Cada habilidad y cada discapacidad fue tejida en su vida por la mano de Dios.

Note más adelante en el versículo 15 – entretejido (minuciosa e íntimamente bordado) en lo más profundo de la tierra. Esa es una metáfora de la secreta oscuridad del vientre materno.

David enseña la verdad de que, en el vientre materno, ya es una persona viviente diseñada por la mano del Señor.

  • Miles de años antes de que las ecografías lo probaran mostrándonos el corazón del bebé latiendo a las 9 semanas,
  • Miles de años antes de que viéramos una imagen tridimensional de un bebé en el vientre chupándose el dedo o respondiendo a sonidos y otros tipos de estímulos,
  • Y miles de años antes de que la tecnología médica llegara a reconocer lo que las escrituras inspiradas ya habían revelado y descubrieran que un bebé emite ondas cerebrales casi idénticas a las de un adulto antes de que tenga 3 meses en el vientre.

David efectivamente dice: “Tú, oh Dios, estuviste ocupado formándonos desde el mismo momento en que el espermatozoide y el óvulo se encontraron y una nueva vida comenzó”.

Obviamente, este Salmo tiene enormes implicaciones en el debate en relación con el aborto, pero lamentablemente no han permitido que las Escrituras den testimonio en los tribunales. Aun así, este Salmo es una inspiración para que la iglesia vea, hable y abogue por los seres humanos en el vientre que no han nacido aún.

David lo escribe de esta manera: antes de su nacimiento, Dios ya estaba obrando en su vida.

Y ahora avance rápido unos 10 años, 30 años, 60 años; y ahora, como cristiano, descubre algo más de lo que quizás no era consciente. Pedro nos informa que Dios nos ha otorgado individualmente nuestras habilidades, dones y talentos, y tenemos el privilegio y la responsabilidad de desarrollarlos, ejercitarlos, expandirlos y promoverlos para Su gloria.

Y Pedro se refiere a esa dádiva en estos versículos. Nuevamente, aquí en 1 Pedro 4:10 leemos – Cada uno según el don que ha recibido…

Si es cristiano por la fe en Jesucristo, Pedro da por sentado que ya tiene al menos un don, y quizás más de uno.[vi] Y Dios es el dador de esos dones.

La palabra traducida “don” es la palabra griega carisma. Se deriva de la misma palabra traducida “gracia”, caris en griego.

Se puede entender propiamente como los dones de gracia que Dios nos da. Un erudito del Nuevo Testamento definió esta palabra como “un favor de Dios otorgado a nosotros.”[vii]

Es el diseño de Dios en su vida, mente, cuerpo y corazón para equiparle con habilidades y destrezas mediante las cuales puede bendecir a Su iglesia e impactar al mundo y traerle gloria.

Dios le ha dado un carisma. La palabra carisma nos da la palabra carismático. Y dado que cada cristiano es el destinatario de un carisma, según Pedro, cada cristiano, escuche esto, resulta ser un carismático.

Eso suena extraño, ¿no? Pero resulta que usted es carismático, en el verdadero sentido bíblico de la palabra. Ya me imagino los comentarios: ¡El pastor Stephen Davey se ha vuelto carismático! Bueno, de una manera bíblica, eso espero.

En otras palabras, espero y oro para que cada uno de nosotros demuestre, ejercite, use, desarrolle y amplíe el uso de nuestro carisma: nuestro don de gracia otorgado por Dios para el beneficio del cuerpo de Cristo, la iglesia.

Quiero decir, ¿no sería genial si tuviéramos una lista de espera para maestros de escuela dominical? ¿No sería genial hubiera músicos en lista de espera porque la plataforma no es lo suficientemente grande para acomodar a todos? ¿No sería grandioso si los muchachos hicieran fila para servir como diáconos o colocar sillas o aconsejar a los hermanos o limpiar los pisos o ayudar en la cocina o la cabina de sonido o preparar las comidas o unirse al equipo de oración y el equipo de evangelismo y el equipo de misiones y así sucesivamente? ¿No sería eso algo realmente inusual?

¡Escuche, en la mente de Dios eso sería normal! Y ese es otro de los puntos de Pedro aquí.

Hagamos un repaso:

  1. Ninguno de nosotros ha sido excluido.
  2. Ninguno de nosotros decidió en qué sería bueno.

Ahora, en tercer lugar,

  1. Ninguno de nosotros debe guardar su don para si mismo.

Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

No somos dueños de nuestros dones; somos administradores. Un administrador o mayordomo, en los días de Pedro, era un sirviente doméstico al que se le había dado la responsabilidad de administrar las cosas que no le pertenecían.

Usted no es dueño de su talento o habilidad para cantar, hablar, dirigir, enseñar, escribir o servir en esa capacidad única. Dios es dueño de todo eso y Él lo diseñó y lo dotó para ponerlo en práctica.

Pedro esencialmente está diciendo: “¡No desperdicie su regalo!”[viii]

Si puede creerlo, hubo un pastor del primer siglo que estaba considerando hacer precisamente eso: ignorar sus talentos y sus dones. De hecho, en dos ocasiones –en ambas cartas a Timoteo– el apóstol Pablo lo exhortó a ejercitar sus dones.

Pablo le escribió en 1 Timoteo 4:14, diciendo: No descuides el don espiritual que hay en ti. La palabra descuidar aquí se refiere a no preocuparse por algo. Un don espiritual debe ser cuidado y ejercitado, como un músculo.[ix]

Y es interesante que Pablo usa un tiempo verbal que nos informa que Timoteo ya estaba descuidando su don. Ya estaba dejando de usar el don que Dios le había dado, sin duda relacionado con el pastoreo y la enseñanza.

No se nos dice por qué, o cómo lucía ese descuido. Pudo haber sido desaliento por ministrar a la gente, pudo haber sido los rigores de la predicación, pudo haber sido depresión por el encarcelamiento de Pablo o desánimo por la falta de fruto en su ministerio en Éfeso o temor en algún aspecto – no se nos dice específicamente.

Eso es alentador porque ahora todos podemos identificarnos con él al enfrentar los desafíos, las cargas y las dificultades de ejercer nuestros propios dones ministeriales para la gloria de Cristo.

No se nos dice por qué Timoteo estaba descuidando su don, pero lo que se nos dice es que Pablo tuvo que animar y empujar a Timoteo para que volviera al camino correcto.

Por otra parte, en la siguiente carta de Pablo a Timoteo, escribe: Por lo cual te aconsejo que avives el don de Dios que está en ti (2 Timoteo 1:6)

Esto da la idea de alguien colocando madera y paja sobre un carbón encendido y luego soplando para crear una llama.[x]

Unas Biblias traducen esta frase aquí, “aviva el fuego del don de Dios que está en ti”. Tenga en cuenta que a Timoteo no se le dice que cree la llama o diseñe la llama de ese don, Dios hace eso, pero era su responsabilidad avivar la llama hasta convertirla en un fuego vivo y resplandeciente, encenderlo de nuevo a través del servicio abnegado y sacrificial al cuerpo de Cristo para la gloria de Dios.[xi]

Pedro también nos empuja a la acción al recordarnos que tenemos el increíble privilegio de administrar la gracia multifacética de Dios en Su nombre para el bien del Cuerpo de Cristo.

Piense en esto: ya que Dios es el dador de las habilidades, las capacidades y los dones que tiene – ya que los ha recibido de Dios, nunca son simplemente suyos.[xii] No son suyos. Le pertenecen a Él. Él se los prestó para que los administren Su nombre.

No son suyos, son de Él. De hecho, usted mismo le pertenece a su Diseñador, al Dios Creador, quien le ha prestado su vida para que la administre en Su nombre.

 

Conclusión

Entonces, ¿dónde comenzamos en este proceso de impartir la gracia de Dios a través de una variedad de dones y habilidades para el beneficio del Cuerpo de Cristo y para la gloria de Dios?

Bueno, hágase algunas preguntas clave como:

  • ¿Dónde puedo hacer el mayor bien?
  • ¿Dónde ya tengo experiencia o talento?
  • ¿Dónde estoy dispuesto a desarrollarme y aprender?
  • ¿Qué área de servicio me interesa inmediatamente?
  • ¿Qué carga estoy dispuesto a aceptar en el servicio sacrificado al Señor?

No hay oportunidad de servicio sin oposición en el servicio; no hay tal cosa como bendiciones sin cargas. Después de todo, estará sirviendo a personas, ¿verdad? Si no fuera por las personas, servir a Cristo sería maravilloso, ¿no es así?

¡Escuche, querido creyente, usar sus dones no es un paseo por el parque!

¿Está dispuesto a aceptar la carga, la tarea y la dificultad que conlleva la bendición de servir a Cristo y avivar el fuego de sus dones?

Dos preguntas más:

  • ¿Qué cambios estoy dispuesto a hacer en mi horario para poder servir?
  • ¿Cómo puedo bendecir y servir a la iglesia de una manera que glorifica a Dios?

Comience orando como un misionero mártir que escribió lo siguiente en su diario antes de morir cuando intentaba plantar una iglesia entre los indígenas aucas unas generaciones atrás. Jim Elliott escribió:

Consume mi vida, Dios mío, porque es Tuya;
No busco una vida larga, sino plena,
como la tuya, Señor Jesús;
Dios, te pido que enciendas estos palos ociosos de mi vida, Y me queme por Ti.[xiii]

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2018

© Copyright 2018 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Adapted from Juan Sanchez, 1 Peter (The Good Book Company, 2016), p. 152

 

[ii] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1992), p. 275

 

[iii] Daniel M. Doriani, 1 Peter (P & R Publishing, 2014), p. 183

 

[iv] Adapted from Doriani, p. 183

 

[v] Ibid

 

[vi] Adapted from Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 222

 

[vii] Hiebert, p. 275

 

[viii] Charles R. Swindoll, Insights on 1 & 2 Timothy, Titus (Zondervan, 2010), p. 90

 

[ix] John Phillips, Exploring The Pastoral Epistles (Kregel, 2004), p. 132

 

[x] Swindoll, Insights on Timothy, Titus, p. 155

 

[xi] Adapted from C.A. Trentham, Studies in Timothy (Convention Press, 1959), p. 92

 

[xii] Doriani, p. 173

 

[xiii] Adapted from Tony Merida, Exalting Jesus in 1 & 2 Timothy and Titus (B&H Academic, 2013), p. 143

 

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