Lección 4: Una Progresión de Alabanzas

Lección 4: Una Progresión de Alabanzas

Pasaje Bíblico: 1 Pedro 1:3-5.

¿Cambiaría la actitud de un mendigo hambriento contarle que pronto recibirá una fortuna? ¿Cambiaría la perspectiva de un soldado herido decirle que pronto recibirá una medalla de honor? Pedro nos dice que Cristo nos tiene reservada una herencia eterna en el cielo… y eso sin duda cambiará su actitud hoy.

Transcripción

Introducción

J. Allen Blair, pastor y autor a mediados del siglo XX, contó la historia de un pastor que conocía y que siempre parecía estar agradeciendo por algo.

Pastoreaba una pequeña iglesia en una comunidad agrícola y todos lo conocían por su espíritu agradecido. Cada vez que la congregación se reunía, sabían que su pastor agradecería a Dios por algo, y rara vez repetía el motivo de gratitud. De hecho, la congregación había llegado a anticipar con ansias escuchar sus motivos específicos de agradecimiento a Dios.

Independientemente de las circunstancias, siempre encontraba algo específico por lo que agradecer a Dios en su oración pública.

Un fin de semana en particular hubo una tormenta de nieve inesperada junto con fuertes vientos que soplaron desde el norte. Mientras la pequeña congregación montaba sus carros tirados por caballos o caminaba con dificultad por la nieve hacia la iglesia, se preguntaban de qué podría estar agradecido el pastor en un día como ese.

Cuando comenzó la reunión y él se puso de pie para orar, no pudieron evitar sonreír cuando lo escucharon orar: “Padre Celestial, te damos gracias ¡que no todos los días son tan malos como este![i]

Pedro está escribiéndoles una carta a unos creyentes del primer siglo que realmente no podían imaginar mucho en la vida por lo que valiera la pena agradecer a Dios.

Se enfrentaban a una tormenta de problemas y pruebas que amenazaban con enterrarlos. Estaban sin hogar, esparcidos por Ponto y Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.

Caminaban con dificultad por la vida enfrentando los vientos amargos del aislamiento y la tristeza. Esto no era lo que esperaban.

Pedro toma su pluma y después de algunos comentarios iniciales, comienza a recordarles de varias cosas por las que pueden agradecer a Dios.

De hecho, su declaración inicial en el versículo 3 del capítulo 1 es nada menos que una doxología.

Note: Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Bien podría leer esto como una exclamación diciendo: “¡Gracias a Dios![ii]

¡Te bendecimos Dios! La palabra aquí para bendito proviene de la palabra griega eulogetos que nos da nuestra palabra elogio. Un elogio es cuando dice cosas agradables sobre las personas.

Ahora bien, en un sentido, Dios no necesita nuestra bendición; no necesita escuchar cosas agradables de nosotros para sentirse mejor acerca de si mismo o para mantenerse motivado.[iii]

Pedro simplemente está dando un ejemplo para nosotros, es bueno que demos gracias a Dios… ¡sobre algo!

Incluso si es algo como: “Señor, ¡estoy tan contento de que cada etapa de la vida no sea tan mala como esta!” Especialmente cuando soplan vientos fuertes y las pruebas se acumulan como montones de nieve.

Lo que Pedro hace aquí es expresar una serie de verdades que lo llevan a alabar a Dios y quiere que sigamos su ejemplo.

Pero antes de hacerlo, permítame abordar un tema en particular que podría estar preocupándolo. Es esta referencia a Dios el Padre como el Dios de Jesús.

Si Jesús tiene un Dios, obviamente él no puede ser Dios también, ¿o si? Siempre que vea este tipo de frase, recuerde que los apóstoles están proporcionando tanto la perspectiva humana como la perspectiva divina de Jesucristo.

Desde la naturaleza o perspectiva humana del Señor, Dios el Padre es Su Dios. Desde la perspectiva divina del Señor como Dios el Hijo, Dios es Su Padre.

Es decir, Él tiene la misma naturaleza divina de Dios el Padre, es igualmente Dios con Dios el Padre y Dios el Espíritu.

Entonces, la palabra “Dios” expresa la relación del Señor como el Hijo del Hombre; la palabra “Padre” expresa la relación del Señor como el Hijo de Dios.

Tanto la humanidad como la deidad de nuestro Señor se enfatizan en esta doxología. Y escuche, sin que ambos sean ciertos, nuestra salvación sería imposible.

Él tenía que ser el Hijo del Hombre para morir. Tenía que ser el Hijo de Dios para poder morir por nosotros.

Ahora, habiendo expresado esa doxología, Pedro desencadena una progresión de alabanza.[iv] Y va a señalar varias verdades que nos llevan a agradecer a Dios, cada palabra busca llevarnos a la acción de gracias.

La primera es simplemente, la gran misericordia de Dios nos da nueva vida.

 

Una Nueva Vida

Note el versículo 3 nuevamente:

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva.

Detengámonos allí.

Su grande misericordia… ¡Nos salvó!

Me pareció interesante que Pedro podría haber mencionado muchas cosas maravillosas acerca de Dios que nos dieron vida.

  • Su gran don
  • Su gran gracia
  • Su gran amor
  • Su gran sacrificio

Pero aquí, Pedro escribe sobre la gran misericordia de Dios.

Y tal vez Pedro menciona la misericordia de Dios porque el mundo alrededor de estos creyentes dispersos no les estaba mostrando ninguna. ¡Su mundo era cada vez más despiadado con ellos!

Pero también resalta una maravillosa verdad teológica. La misericordia de Dios nos salvó – no solo dándonos lo que no merecemos, eso es gracia; pero al no darnos el castigo que merecemos, eso es misericordia.

¡Somos salvos porque Dios no nos va a dar lo que merecemos! Merecemos el juicio y el castigo del infierno. No nos merecemos el cielo, el perdón y un reino para siempre

No nos merecemos nada de eso. Entre más tiempo pasa, más consciente soy de lo que realmente merezco. Y no es nacer de nuevo – recibir una nueva vida y gozar todos los días de un nuevo comenzar con la promesa de que incluso ahora, la sangre de Cristo me limpia de todo pecado, porque seguimos pecando (1 Juan 1:7). Dios sigue mostrándonos misericordia.

Max Lucado escribió una historia, una historia real sobre algo que sucedió en un pequeño pueblo de Brasil. En una cabaña con piso de tierra y techo de tejas rojas vivían María y su hija Cristina. El esposo de María había muerto cuando Cristina era solo una bebé y ella había hecho todo lo posible por criar bien a su hija. Cristina era ahora una adolescente.

Llegó el momento de que ella buscara empleo para ayudar en el trabajo de María como limpiadora. Era suficiente para conseguir comida, ropa y refugio, aunque  vivían con lo mínimo. Así que ahora era el momento de que ella también encontrara trabajo.

Cristina tenía ganas de independizarse. A menudo hablaba con su madre sobre escaparse de su pequeño pueblo polvoriento. Ella sentía que estaba por encima de ser una limpiadora; ella quería más en la vida. Y, a menudo decía: “Voy a dejar todo esto atrás y me voy a ir a Río de Janeiro, y la emocionante vida de la ciudad allí”. Su madre siempre reaccionaba con miedo y le advertía a su hija diciendo “Las calles son crueles en esa ciudad para una jovencita”.

Su madre sabía muy bien que, si su hija alguna vez se iba sola, no iba a poder sustentarse. María sabía dónde podría terminar su hija para sobrevivir; por eso, esa mañana, cuando María encontró vacío el cuarto de su hija, su corazón se llenó de miedo por lo que eso podría significar.

Después de un tiempo, cuando quedó claro que Cristina ya no estaba en el pueblo, María empacó su vieja maleta y se dirigió a la estación de autobuses. Primero se detuvo, en un pequeño almacén que quedaba de camino. Tomó todo el dinero que podía gastar, entró en una de esas cabinas de fotografía, cerró la cortina y tomó todas las fotografías que pudo pagar. Luego, con su bolso de ropa y una cartera llena de pequeñas fotografías en blanco y negro, se dirigió a Río de Janeiro.

Cuando llegó, buscó en lugares públicos: restaurantes y centros comerciales e incluso algunos bares. María no estaba por ningún lado. Buscó por días, que se convirtieron en semanas.

Eventualmente descubrió algunas de las partes de la ciudad donde se sabía que había prostitución. Sabía que Cristina no tenía forma de ganar dinero… y cuando el hambre y el orgullo se combinan, haría cualquier cosa menos volver a casa.

Entonces María comenzó a buscarla en los bares, hoteles y clubes nocturnos. Y dondequiera que iba, pegaba su foto en la pared o en el espejo del baño o en algún tipo de tablero de anuncios. Fue a todos los lugares a los que podía ir.

En el reverso de cada fotografía estaba escrito el mismo mensaje.

Finalmente, sin dinero y fotografías, cansada y con el corazón roto, María se fue a casa.

Algún tiempo después, Cristina estaba bajando las escaleras de un hotel, cuando miró al otro lado de la recepción y vio un rostro familiar pegado a un espejo. Ella lo reconoció. Con los ojos llenos de lágrimas, corrió por el piso y sacó la foto y, efectivamente, era una foto de su madre. Luego dio vuelta la foto y cuando lo hizo, leyó la nota en el reverso que decía: “Dondequiera que estés, en lo sea que te hayas convertido, no importa. Ven a casa.” Y ella lo hizo.

Esto no es nada menos que la misericordia de una madre que se negó a darle a su hija lo que se merecía. Una vida vacía, vagando, completamente sola y llena de dolor.

En cambio, le dio un nuevo comienzo, nada menos que ¡una vida nueva!

Al momento de convertirse a Cristo, el cristiano es una nueva criatura en Cristo Jesús, llevado de la muerte espiritual a la vida espiritual (Efesios 2:10); llegamos a ser una nueva creación (2 Corintios 5:17 y Gálatas 6:15). De hecho, comenzamos a participar en una nueva vida dada por Dios.[v]

Y nosotros no hicimos nada para merecerlo. Dios, en Su gran misericordia, salva a criaturas sin esperanza, miserables y pecadoras, y, lo mínimo que nosotros, las criaturas miserables, desesperadas y pecadoras podemos hacer ahora que recibimos una nueva vida es agradecerle a él por eso.

 

Una Esperanza Viva

La segunda verdad que nos lleva a agradecer a Dios no solo es que tenemos una nueva vida, sino también una esperanza viva.

Note lo que dice a continuación en el versículo 3,

según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos.

En otras palabras, tenemos una esperanza que está viva porque Jesucristo está vivo.

Tenga en cuenta que esta palabra, incluso el concepto de esperanza es un concepto exclusivamente cristiano. El mundo no conoce la esperanza, ciertamente esperanza más allá de la tumba.

El apóstol Pablo describe al mundo incrédulo en Efesios 2:12 como un mundo sin esperanza y sin Dios.

A los tesalonicenses, Pablo les dijo que lamentamos la muerte de nuestros amados cristianos, pero no como aquellos que no tienen esperanza. En otras palabras, como los que no tienen un Salvador.

Sófocles, el dramaturgo griego que murió 400 años antes del nacimiento de Cristo, estaba en la cima del mundo lleno de fama y dinero. Sin embargo, escribió con cinismo antes de morir: “No nacer en absoluto, esa es la mejor fortuna; lo que le sigue es, tan pronto como uno nace, volver con toda rapidez de donde ha venido.” En otras palabras, si tienes la desgracia de nacer, lo mejor es morir temprano.[vi]

Pero cuando escucha el evangelio, este le da sentido a la vida y le da esperanza a la vida.

Ahora es importante entender que la esperanza en la Biblia es más que un simple deseo, como “Espero que comamos pizza esta noche”.[vii]

O espero que gane mi equipo esta tarde. Esos son deseos vagos por los que probablemente no debemos orar.

Un simple deseo no es una esperanza bíblica. Y permítanme agregar a esto: nuestra esperanza, descrita en la Biblia, es más que un pensamiento positivo, optimismo ciego o una ilusión.

La esperanza no son simples deseos y pensamientos positivos. La esperanza, en la Biblia, se define como una expectativa segura. Y esto conlleva a una sensación de anticipación. Nuestra esperanza no depende del ser optimistas o que haya pizza y de que ciertos equipos ganen el domingo.

Nuestra esperanza se basa en la verdad… no es un deseo y no se basa en cómo nos sentimos hoy. De hecho, observe cómo nuestra esperanza viva en el versículo 3 está ligada a – fíjese – la resurrección de Jesucristo.

Si Cristo no resucitó de entre los muertos, nuestra fe y todas nuestras esperanzas son en vano (1 Corintios 15:14) y nuestra fe también es inútil (versículo 15) y todavía estamos en nuestros pecados (versículo 17) y si solo esperamos a Cristo en esta vida – en otras palabras, no hay nada más allá de esta vida después de todo – Pablo escribe en el versículo 19 que somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.

La resurrección es el fundamento de nuestra esperanza, nuestra expectativa segura. Nuestra esperanza no está muerta porque Jesús no está muerto; ¡Nuestra esperanza no es vacía porque la tumba está vacía!

Así que nuestra esperanza es una esperanza viva, escribe Pedro, porque Jesús es nuestro Señor Viviente.

 

Nuestra Herencia Eterna

La tercera verdad que nos lleva a la acción de gracias es nuestra herencia eterna.

Note el versículo 4.

Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.

En otras palabras, no solo tenemos una cierta expectativa, tenemos una herencia eterna.

A lo largo del Nuevo Testamento, al creyente se le llama heredero y coheredero con Jesucristo. En Hechos 20, Gálatas 3 y Efesios 1, la idea de que el creyente es heredero de Dios el Padre, como coheredero de Cristo, es una promesa bastante sorprendente.

En el Antiguo Testamento, el judío seguidor de Dios esperaba heredar lo que llamamos la Tierra Prometida. La llamamos la Tierra Prometida porque Dios se la prometió a la nación de Israel, y el Nuevo Testamento declara claramente que Israel un día se arrepentirá y será restaurada cuando Cristo venga a establecer Su reino y restablecer a Israel en su tierra. La tierra es su herencia.

Pero en el Nuevo Testamento, la herencia del creyente se describe con más detalle. Se nos dice que nuestra herencia incluye:

  • Vida eterna (Tito 3:7)
  • El Reino de Dios (Mateo 25:34)
  • El sello del Espíritu de Dios (Efesios 1:14)
  • Se nos dice que nuestra herencia incluye recompensas (Colosenses 3:24)
  • A la salvación se la llama nuestra herencia final (Hebreos 1:14)
  • Incluso se nos dice que heredaremos la tierra (Mateo 5:5)

Todos los ateos, todos los evolucionistas y todos los que niegan a nuestro Dios Creador, que luchan por salvar la tierra, ¿adivinen qué? No van a lograr salvarla.

Dios va a hacer un cielo y una tierra nueva, y estos se convertirán en nuestra herencia como hijos de Dios.

Pedro describe aquí nuestra herencia. Note, él escribe aquí que es incorruptible, lo que significa que es imposible que experimente descomposición.[viii]

No va a perecer, ni dejar de ser. Significa que no se arruinará, que nunca se destruirá; es indestructible.

Imagine lo alentador que habría sido leer esto para estos creyentes dispersos que ahora estaban rodeados por enemigos del evangelio, cuyas vidas han sido invadidas y trastornadas, les han quitado sus hogares y tierras… Nunca podrán quitarles su herencia.

Pedro también describe nuestra herencia como incontaminada. Esto lleva la idea de no tener suciedad o contaminación. Habla de una vida que nunca se manchará de contaminación. Imagine el aire limpio y el agua cristalina de aquella tierra que será su herencia.

La palabra también habla de una vida sin la suciedad del pecado, el crimen y el miedo. Imagine una vida sin cerraduras o alarmas. Ya no vamos a necesitar llaves. Todos disfrutan de vivir sin miedo. No hay prisiones en el cielo, no hay necesidad de policía, tampoco las pistolas radar.[ix]

Pedro está informándoles a estos creyentes dispersos, y a nosotros también, que nuestra herencia no tendrá imperfecciones. Esto será verdad en cuanto a nuestros cuerpos, ciertamente, pero imagínese no tener imperfecciones en su corazón o mente. Todo nuestro ser, así como nuestra herencia será inmaculado.

Pedro agrega que nuestra herencia es también inmarcesible. Esto es lo me parece más interesante. Puede traducirlo, no se atenuará. La palabra se usa para referirse a la belleza marchita de las flores.[x] Su color se desvanece, se marchitan, se secan.

También puede transmitir el matiz de perder su frescura o emoción. Parte de nuestra naturaleza caída es que nos acostumbramos a las personas, nos acostumbramos a las bendiciones y simplemente nos aburrimos de las cosas. La primera vez se subió a una montaña rusa fue la experiencia más aterradora. La primera vez que vio el océano fue la más asombrosa. La primera vez que sostuvo en sus manos ese nuevo teléfono fue el momento más emocionante.

Aún si logra comprar el mejor vehículo nuevo, modelo de este año. Y descubre que hasta tiene internet. Incluso tiene una toma de corriente en la parte delantera donde puede cargar su computadora portátil. Tiene integración automática con su teléfono celular, sistema incorporado de activado por voz, una gran pantalla táctil, asientos calefaccionados y todas las comodidades que podría desear. Le aseguro que después de unos 6 meses, ya no va a seguir tan entusiasmado en cuanto a su nuevo vehículo. Ya no le va a emocionar tanto.

¿Alguna vez se ha preguntado si usted se cansará del ver las calles de oro? ¿Alguna vez se preguntó si la gloria de la tierra nueva y el esplendor de su estado celestial en la Casa del Padre dejarán de emocionarlo de la misma forma después de unos miles de años?

Escuche, si el creyente entrara al cielo sin ser glorificado y perfeccionado, lo haría. Pero Pedro escribe aquí que su herencia no perderá su belleza, su gloria ni su frescura. Las flores nunca se marchitarán y los colores nunca perderán su vitalidad.

Lo cual tiene tanto que decir sobre nuestro estado glorificado como la gloria de nuestra herencia.

Piénselo. El nuevo Cielo y la nueva Tierra nunca perderán su asombro. La gloria de Dios, el trono de Cristo, la realeza de los santos, las vestiduras de sus amados e incluso las gemas en la casa del padre y el oro en las calles nunca se desvanecerán ni disminuirán en nuestro deleite. ¡Nunca nos acostumbraremos! ¡Nunca!

Pedro escribe, al final del versículo 4, esta herencia está reservada en el cielo para vosotros. Esa es una reserva que nunca tiene que temer que puede perder.

Chuck Swindoll escribió en su comentario sobre este texto que cuando llegue al cielo, no va a encontrar algún recepcionista celestial que lo mire y le diga: “Ahora, ¿cuál era su apellido otra vez? No puedo encontrar su reserva ¿Puedo ver su tarjeta de crédito una vez más? No, después de su largo viaje por la vida, el Dios viviente le dará la bienvenida sin un centímetro de burocracia. Su reserva nunca se perderá.”[xi]

Investigué esta semana para encontrar algunas de las herencias más interesantes, sorprendentes y extrañas.

Encontré la historia de dos hermanos sin hogar en Europa del Este que heredaron más de mil millones de dólares de una abuela que nunca conocieron. Leí también de una mujer que le dejó 10 millones de dólares a su perro. Incluso Napoleón dejó todo lo que tenía; de hecho, en lugar de su fortuna, dejó como herencia parte de su cabello a sus amigos, lo cual estoy seguro de que realmente apreciaron.

Encontré la historia de una de las mujeres más adineradas de Asia que dejó su vasta fortuna a su gurú místico porque él le prometió que podría garantizarle la vida eterna.

La única persona que puede garantizarle la vida eterna es alguien que es eterno. Y ¡eso es exactamente por lo que Pedro quiere que agradezcamos a Dios en esta cuarta y última verdad que nos lleva a alabar a Dios!

No solo podemos alabar a Dios por nuestra nueva vida y nuestra esperanza viva y nuestra herencia eterna, sino también, en cuarto lugar, por la garantía personal de Dios.

La Garantía Personal de Dios

Pedro escribe en el versículo 5,

que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

No solo nuestra herencia está reservada en el cielo, sino que Pedro nos dice que también estamos protegidos por el poder de Dios para esta salvación futura que Dios va a desplegar en el tiempo postrero.

El día final de la consumación cuando Dios nos lleve a ese cielo nuevo y tierra nueva.

La salvación en el Nuevo Testamento tiene tres aspectos:

  • Un aspecto pasado: Somos salvos de la pena del pecado cuando colocamos nuestra fe en Cristo. A eso lo llamamos justificación.
  • Hay un aspecto presente: donde somos salvos del poder del pecado mientras nos sometemos al Espíritu. A eso lo llamamos santificación.
  • Y hay un aspecto futuro de la salvación: donde en el cielo seremos salvos de la presencia misma del pecado. A eso lo llamamos glorificación.[xii]

¿Cómo puede estar seguro de que llegará desde la justificación hasta la glorificación? ¡Usted tiene la garantía de Dios!

Pedro escribe que incluso ahora (tiempo presente) somos guardados por el poder de Dios. Esa palabra, guardado, es un término militar que hace referencia a alguien que está de guardia para vigilar algo importante o valioso.

¿Quién está haciendo custodia aquí? ¿Quién está guardando – no su herencia sino a usted, el heredero? ¡Es Dios! Usted goza de Su garantía personal. Y puede estar seguro de que su herencia va a llegar.

Una pareja que es nueva en nuestra iglesia me dijo que el motivo de que dejaron su otra iglesia fue porque el nuevo pastor dijo en uno de sus sermones: “Han pasado 2000 años desde que Jesús prometió regresar, ha pasado tanto tiempo y no ha vuelto, así que no veo ninguna razón para creer que lo va a hacer”.

Pedro nos está diciendo: “Va a suceder… todo está listo”. Está listo para ser revelado en el tiempo postrero, literalmente, en el momento apropiado.

Escuche querido oyente, si todo estaba listo hace 2000 años, está realmente listo… y será mejor que usted esté listo… ahora.

Aquí está el mensaje de Dios a través de la carta de Pedro a estos creyentes dispersos que se preguntaban si Dios había perdido el interés en ellos; pensando que no tenían valor alguno… creyentes despreciados por su mundo. Ciertamente sabían que eran pecadores, pero eran pecadores que creían en el Salvador resucitado.

Dios efectivamente les está diciendo a ellos y a nosotros también:

  • Serás pecador, pero Yo soy grande en misericordia, y te la estoy ofreciendo el día de hoy.
  • No mereces vivir, pero te he dado un nuevo nacimiento y una nueva vida y, cada día, te doy un nuevo comienzo.
  • Estás en bancarrota y sin un centavo, pero te he dado una herencia eterna e increíble.
  • No tienes hogar y estás vagando, esparcido por los reinos de la tierra, pero te garantizo que te llevaré a casa.

Dios nos ha dado una fotografía de sí mismo aquí, y efectivamente ha escrito una nota en el reverso para aquellos que crean. Esto es lo que dice: No importa dónde te encuentres ni lo que hayas hecho… Te llevaré a casa… me perteneces.

No es de extrañar que podamos y debamos – incluso cuando algunos días son mucho peores que otros – unirnos al apóstol Pedro en su canto de adoración diciendo: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2016

© Copyright 2016 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] J. Allen Blair, 1 Peter: Living Peacefully When the World Won’t Leave You Alone (Kregel, 1954), p. 25

 

[ii] Blair, p. 24

 

[iii] Daniel M. Doriani, 1 Peter (P & R Publishing, 2014), p. 15

 

[iv] Adapted from Scot McKnight, The NIV Application Commentary: I Peter (Zondervan, 1996), p. 70

 

[v] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1984), p. 1

 

[vi] William Barclay, The Letters of James and Peter (Westminster, 1976), p. 172

 

[vii] Adapted from Juan R. Sanchez, 1 Peter for You (The Good Book Company, 2016), p. 24

 

[viii] Hiebert, p. 61

 

[ix] Adapted from David R. Helm, 1-2 Peter and Jude (Crossway, 2008), p. 32

 

[x] Daniel G. Powers, 1 & 2 Peter, Jude (Beacon Hill Press, 2010), p, 55

 

[xi] Adapted from Charles Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 149

 

[xii] Adapted from John MacArthur, 1 Peter (Moody Publishers, 2004), p. 37

 

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