Introducción
Uno de los momentos más impactantes en la vida de los discípulos ocurrió apenas unas horas antes de la crucifixión de Jesús. Cuando entraron a ese aposento alto, vieron que estaba la comida preparada, pero no había un sirviente designado para lavarles los pies antes de que se reclinaran para comer.
Probablemente miraron alrededor de la habitación, decidiendo qué iban a hacer al respecto. Y lo que decidieron hacer fue ignorar la suciedad de sus pies y sentarse a comer de todos modos.
Entonces Jesús hace lo impensable: toma el recipiente con agua y Él mismo comienza a lavarles los pies.
Pedro estaba horrorizado, sin duda avergonzado, junto con los otros discípulos de que ninguno de ellos había pensado siquiera en lavar los pies de Jesús, y mucho menos los suyos. Y cuando Pedro trató de detener al Señor – lo que no fue sino otra marca de orgullo – el Señor lo reprendió. Y luego todos aprendieron una lección inolvidable sobre la humildad (Juan 13).
Años más tarde, el Apóstol Pablo enfatizaría para el creyente la necesidad de adoptar esa actitud de humildad, demostrada una y otra vez en la vida del Señor (Filipenses 2).
No hace falta preguntarse si Pedro alguna vez olvidó ese momento porque el tema de la humildad aparece una y otra vez en sus cartas.
Pero la verdad es la siguiente: la humildad no llega fácilmente. El orgullo sí – el amor propio y el egoísmo surgen naturalmente.
Me acuerdo de que, cuando era niño, aprendí la letra de una canción, y la cantábamos en el autobús escolar y en el vestuario a todo pulmón: “Oh, es difícil ser humilde, cuando eres perfecto en la vida; No puedo esperar a verme en el espejo, porque mejor me veo cada día”.
Eso es una mentira. Y no es exactamente una buena canción para cantar en la iglesia. Pero es más fácil cantar ese tipo de canción que atarse un delantal y lavarle los pies a otra persona.
El pastor y teólogo del siglo IV, Agustín, desafió al creyente con las siguientes palabras: ¿Deseas ser exaltado? Comienza por descender. ¿Quieres una vida que atraviese las nubes? Pon primero el fundamento de la humildad.[i]
¿Olvidó Pedro alguna vez ese momento en el aposento alto cuando Jesús vino a lavarle los pies? Nunca.
De hecho, en la primera carta de Pedro, que es donde le invito a abrir su Biblia nuevamente, Pedro esencialmente nos dirá a todos nosotros en la iglesia que lo que realmente necesitamos hacer es conseguir un delantal, de los que usan los sirvientes, y lo tengamos puesto de por vida.
Estamos en 1 Pedro capítulo 5. Tres veces, en solo un par de versículos, Pedro hace referencia a la actitud de humildad.
Él ya les dijo a los ancianos en los versículos iniciales que deben ser humildes – que no deben usar su posición de autoridad en la iglesia para enseñorearse del rebaño con altivez, sino para guiarlo con humildad.
Ahora Pedro aplica el mismo principio a toda la iglesia. Y a medida que avanzamos a través de los siguientes versículos, Pedro esencialmente va a preguntar y responder la pregunta, ¿qué es exactamente la humildad genuina?
¿Qué es la humildad?
Podemos extraer de este texto al menos tres principios que definen lo que es la humildad.
Y el primer principio es este:
La humildad es una actitud de respeto.
Fíjese en el versículo 5, solo la primera parte: Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos (1 Pedro 5:5a). Literalmente, sea respetuoso con sus ancianos.
La palabra para jóvenes no tiene un artículo definido en griego, que nos dice que es un concepto general refiriéndose a la “gente joven”.[ii]
Así que este mandato es para los hombres y las mujeres jóvenes de la congregación. Y esto se vuelve aún más interesante porque la palabra para ancianos tampoco tiene un artículo definido, lo que lleva a muchos autores conservadores a concluir, y estoy de acuerdo con ellos, que Pedro no está hablando solo de respetar a los hombres que ocupan el cargo de anciano en la iglesia (Él ya se trató con ese tema), sino de respetar a los que son ancianos.
Aunque Pedro acaba de dirigirse a los ancianos de la iglesia, ahora usa el mismo término anciano de forma genérica para referirse a aquellos en la iglesia que consideramos como personas mayores.
Ahora, eso no significa que tiene que ir por la iglesia diciendo: “Usted luce bien mayor ¿Cómo puedo servirle?”
Estaba el supermercado hace dos días; y cuando estaba por pagar, el empleado me preguntó si había aplicado el descuento para personas mayores. Él hablaba en serio. Ya no voy más a ese lugar.
Pedro nos está diciendo que una de las formas en que se muestra humildad en la iglesia es cuando los creyentes más jóvenes son respetuosos con los creyentes mayores. ¿Y eso es un problema hoy en día? Por supuesto que lo es. Es un problema en cada generación.
Leí recientemente un análisis que decía que los niños hacen aproximadamente 125 preguntas por día. 125 preguntas al día. Es por eso que los padres simplemente comienzan a repetir: «Porque yo lo digo». Mi respuesta favorita era: “Ve a preguntarle a tu madre”.
Ciento veinticinco preguntas al día. Entonces, si es mamá y tiene 2 hijos, la van a bombardear con 250 preguntas al día. No es de extrañar que esté perdiendo la cabeza.
Pero escuche esto, los adultos hacen un promedio de 6 preguntas al día. Entonces, en algún momento entre la niñez y la adultez, dejamos de hacer 119 preguntas por día.[iii] Lo que no es en realidad bueno, francamente. La curiosidad no debe detenerse en la infancia.
Lo mismo ocurre después de la salvación. El joven cristiano tiene mucho que aprender y hace muchas preguntas. Preguntas difíciles… y los cristianos mayores comienzan a responder: “Bueno, así son las cosas… porque yo dije… Ve a preguntarle al pastor.” Hay que dejar de hacer eso.
Los cristianos más jóvenes tienen ideas, deseos, planes apasionados y el deseo de construir nuevos ministerios y hacer las cosas de nuevas maneras. Es fácil para los cristianos más jóvenes atropellar, o dejar atrás, a la generación anterior.
La humildad se define por el respeto hacia las personas mayores. Por cierto, la iglesia evangélica está haciendo lo contrario, sistémicamente, con respecto a la adoración. Las canciones amadas por la generación anterior se quedan en el olvido en favor de toda la música nueva. Los deseos de los creyentes mayores no reciben atención o respeto.
La iglesia promedio hoy en día efectivamente anuncia su disgusto por cualquier tipo de acuerdo entre los dos estilos. Puede verlo en los letreros de muchas iglesias. La reunión más temprano es tradicional. Podría escribir en el letrero: esta es para las personas mayores; y la segunda reunión es contemporánea. También podría escribir en el letrero: no esperamos ver a ninguna persona mayor en esta.
En lugar de mezclar lo antiguo y lo nuevo, enseñar a los jóvenes algunos de los grandes himnos del pasado y enseñar a los mayores algunas de las grandes canciones del presente, se termina segregando a la iglesia entre jóvenes y ancianos.
La música está destinada por Dios, escribe Pablo a los colosenses, para unificarnos, no para separarnos, lo que requerirá humildad de ambos lados del espectro de edad.
Las personas mayores tendrán que aprender algo que valga la pena aprender, y las personas más jóvenes tendrán que aprender algo que valga la pena recordar.
Después de una reunión, ambos lados deben irse de la iglesia un poco irritados. Pedro lo llamaría algo humillado. No todo se trataba de mí y mis gustos. Aquí, en este texto, Pedro invita al creyente más joven a respetar al creyente mayor, a mostrar deferencia y consideración hacia él, observarlo y aprender de sus años de experiencia y honrar su vida experimentada.[iv]
Póngase un delantal cuando se acerque a un creyente mayor. Muestre humildad hacia los cristianos mayores que fácilmente pueden quedarse atrás mientras se apresura a hacer y querer algo nuevo, que podría incluso ser mejor, pero muéstreles deferencia y cortesía. La humildad es una actitud de respeto.
En segundo lugar;
La humildad es una actitud de bondad
Los delantales no son solo para los jóvenes. Note la siguiente frase en el versículo 5: y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad (1 Pedro 5:5b).
Las palabras traducidas, y todos, están al principio de este mandato del Señor a través de Pedro, para enfatizarlo. ¡Este mandamiento es para todos nosotros!
Todos – fíjese, revestíos de humildad. El verbo revestirse significa literalmente, “hacer un nudo o un lazo”.[v] Esta palabra hace referencia a ponerse el delantal del sirviente y atárselo haciendo un lazo con las cuerdas.[vi]
Esto es lo que hizo Jesús en el aposento alto cuando se ciñó con una toalla. Él se puso un delantal de sirviente sobre su ropa, como lo habría hecho un sirviente doméstico al comenzar sus tareas, y ató las cuerdas del delantal en un lazo.
Dios tiene un delantal hecho a la medida solo para usted, así que póngaselo.
Por cierto, me parece interesante a lo largo del Nuevo Testamento el evangelio se describe como ponerse algo.
- Por ejemplo, hemos sido revestidos de la justicia de Cristo (Gálatas 3:27) en lugar de estar revestidos con los trapos de inmundicia de nuestra propia justicia (Isa. 64:6).
- Se nos dice como creyentes que nos adornemos con la doctrina de Dios nuestro Salvador (Tito 2:10)
- Se nos dice que nos vistamos toda la armadura de Dios (Efesios 6:11)
- Debemos vestirnos de amor que es el vínculo perfecto de unidad (Colosenses 3:14)
- Se nos promete que un día nos vestiremos de inmortalidad (1 Corintios 15:54);
- Un día usaremos coronas de oro (Apocalipsis 4:4)
- En la visión futura de Juan, los santos están, vestidos de lino, lavados en la sangre del Cordero (Apocalipsis 19:14).
Mientras tanto, Dios nos ordena aquí en 1 Pedro, a tomar un delantal y ponérselo y atar las cuerdas con un nudo si es necesario, para mantenerlo puesto… delantales para todos en la iglesia.
Pedro añade a este mandato la cita de Proverbios 3:34, que dice: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes (1 Pedro 5:5c). Este es un principio que nos enseña de la corrupción del orgullo y el carácter de Dios.
Para el incrédulo, este principio habla de su necesidad de humillarse a sí mismos para admitir su pecaminosidad y su necesidad de ser salvos de su pecado por la gracia a través de la fe en Cristo solamente. La salvación exige humildad.
Para el creyente, este principio general nos habla de reconocer nuestra propia indignidad para servirle; reconociendo nuestra necesidad diaria de Su gracia y dependiendo de la gracia de Dios para ponernos el delantal de servicio y convertirnos en una bendición en la vida de los demás.
La salvación y la santificación exige humildad. El problema es evidente, o Pedro no tendría que presentar este principio dentro del contexto de la iglesia. Es fácil ponernos en el centro del universo. Somos tan rápidos para quitarnos el delantal.
La confianza en uno mismo y el promoverse a uno mismo son una parte tan importante de nuestra cultura y nuestras vidas, por lo que el testimonio de un humilde siervo de Cristo suena extraño.
Le doy un ejemplo. Esto lo escribió William Carey, el famoso misionero en la India, quien, por cierto, apenas descansó mientras evangelizaba, enseñaba, plantaba iglesias, traducía las escrituras a 40 idiomas y dialectos; tuvo un ministerio asombroso.
Sin embargo, cuando cumplió 70 años, le escribió una a uno de sus hijos que dice: En este día cumplo 70 años, un monumento de la misericordia y bondad de Dios, aunque al hacer un repaso de mi vida encuentro mucho, muchísimo, por lo que debería ser humillado hasta el polvo; mi negligencia en la obra del Señor ha sido grande; no he promovido su causa, ni buscado su gloria como debía; Estoy confiando mi aceptación con Dios sólo a la sangre de Cristo.[vii]
Esto suena tan extraño simplemente porque vivimos en una cultura está tan opuesta a la verdadera humildad bíblica.
¿Sabe lo que debería ser la iglesia? Por definición, una iglesia debe ser una reunión de personas humildes que hablan consecuentemente.
Una iglesia llena de individuos arrepentidos que reconocen su pecaminosidad y su absoluta dependencia de la gracia de Dios; que no tienen nada de qué jactarse; que comprenden la imposibilidad de la autoayuda; que confían sólo en Cristo para salvarnos y perdonarnos y usarnos y hablar a través de nosotros.[viii]
Y con esa actitud, estamos listos para decir: “Señor, gracias por dejarme usar el delantal de un siervo. Estoy absolutamente satisfecho con eso”.
La humildad es una actitud de respeto hacia los ancianos. La humildad es una actitud de bondad hacia los demás.
En tercer lugar;
La humildad es una actitud de sumisión
Note el versículo 6: Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios (1 Pedro 5:6a). Y mire esto: el verbo “humillaos” esta voz pasiva, por lo que debemos entenderlo de esta manera: Déjense humillar. Acepten sus humildes circunstancias.[ix]
Él no te está diciendo que se ponga orejas de burro; o que pase el invierno sin abrigo; que ayune y ore para humillarse. No, déjense humillar bajo la poderosa mano de Dios.
Una vez más, Pedro usa una referencia común del Antiguo Testamento: “la poderosa mano de Dios”. Se refiere al control soberano de Dios sobre las circunstancias de la vida; derrotando a los enemigos de Su pueblo; cumpliendo Sus propósitos y promesas para Sus amados.
Cuando Pedro escribe que estamos bajo la poderosa mano de Dios, esto hubiera sido increíblemente alentador para los creyentes que sufrían.
Note que Pedro no les está diciendo que están aplastados bajo el pie de Dios, como si estuvieran siendo presionados sin piedad. Ellos están bajo Su mano.
Y aquí está Su promesa soberana. Lea un poco más adelante: …para que él os exalte cuando fuere tiempo (1 Pedro 5:6b). Ser exaltado en este contexto se refiere a un cambio donde la situación se invierte por completo – una inversión de la desgracia, una inversión de problemas; esto es una inversión del sufrimiento, las dificultades y el dolor.
Pedro no especifica cuándo podría suceder, parcialmente, temporalmente, mientras todavía estamos vivos; pero sabemos que sucederá de forma permanente, completa, total en ese día futuro, cuando toda tristeza y todo dolor y todo problema y todo sufrimiento serán eliminados para siempre (Apocalipsis 21:4).
Pero este es el punto: cuando sea y donde sea que la vida se vuelve un poco más fácil, y recupera el aliento, Pedro nos recuerda que siempre sucede, ¿cuándo? – en el momento adecuado.
Ya que sucede en los tiempos de Dios, siempre es en el momento adecuado.[x] Nunca demasiado temprano ni demasiado tarde.
La humildad es estar dispuesto a esperar el tiempo de Dios.[xi] Y mientras espera, está bajo el control de Su mano poderosa.
Un autor lo expresó de esta manera: “La vida no es una línea recta que lleva de una bendición a la siguiente y finalmente al cielo; la vida es un camino sinuoso con un revés tras otro. El objetivo de las historias bíblicas sobre José, Job, Ester y Rut es ayudarnos a sentir en nuestros huesos (no solo saber en nuestras cabezas) que Dios está con nosotros en todos estos giros extraños. Dios no solo aparece después del problema y lo limpia; Él está trazando el camino y manejando los problemas con propósitos de largo alcance para nuestro bien y para la gloria de Jesucristo.[xii]
Esto es la humildad:
- Es una actitud de respeto.
- Es una actitud de amabilidad.
- Es una actitud de sumisión.
Y eso me lleva a hacer una pregunta práctica: «¿Cómo sabe cuándo la humildad está realmente en acción?»
¿Cómo funciona la humildad?
cuando sus demandas se vuelven secundarias
Sabrá que esta actitud de humildad está obrando en su vida cuando sus demandas se vuelven secundarias, especialmente cuando los jóvenes se ponen el delantal y respetan a los ancianos.
Podríamos decirlo de esta manera, ¡No va a atropellar a los creyentes mayores! Y tampoco los dejarás atrás.
Cuando su disposición es amable
En segundo lugar, la humildad estará obrando en su actitud y en su vida cuando su disposición sea amable.
Recuerde, este es un mandato para todos los miembros de la iglesia, tanto jóvenes como mayores. Los delantales son para todos los creyentes, así que átese uno y desempeñe el papel de un sirviente amable. ¡Lo que no solo significa que no van a atropellar a los creyentes mayores, sino que ¡no van a atropellarse unos a otros!
La humildad elimina la competencia, la codicia, la mezquindad. La humildad engrasa los engranajes de toda relación. Es la disposición de gracia hacia los demás lo que une a la iglesia.
Cuando la humildad está obrando en su vida, en su corazón y en su actitud, sus exigencias se vuelven secundarias; su disposición es amable…
Cuando sus deseos son adaptables
En tercer lugar, sabrá que la humildad está obrando en su vida cuando sus deseos son adaptables.
En pocas palabras, no se va a adelantar a Dios. Nos someteremos a Su ritmo. Nos negamos a exigir que Su tiempo coincida con el nuestro. Él no solo guía nuestros pasos; le permitimos que dirija nuestras paradas también.
Mientras tanto, Pedro quiere que todos tomemos un delantal cuando vengamos a la iglesia y a cualquier otro lugar.
Escuche, el empleado con el que le gusta trabajar aparece con este delantal puesto. El miembro de la familia con el que puede contar tiene este delantal atado a su espíritu; e incluso cuando viene a la iglesia, el creyente que es más útil, más alentador y más fructífero llevará puesto ese delantal.
Y los creyentes que caminan con el Señor, vistiendo un delantal bordado con la palabra humildad, están dispuestos a esperar en Sus tiempos y depender de Su gracia. Y en el momento adecuado, en el tiempo de Dios, llegará el alivio… ahora, mañana, el próximo mes, o en ese día futuro en la gloria… Pero llegará al fin.
Mi esposa estaba escuchando una nueva canción la semana pasada e imprimió la letra. La leí y supe que serían el signo de exclamación perfecto para las promesas del Señor en este texto a los cristianos, desde el primer siglo hasta este siglo XXI.
Dice así:
Por muchos peligros y dificultades,
he atravesado
Confío en que Dios los usará como una estofa
en el himno de mi vida.
Mientras canto en la oscuridad, es difícil ver el camino
Pero el día llegará
En este capítulo cuyas palabras me han partido el corazón
Aunque lágrimas han empañado las páginas,
sé que aún no termina el guion;
Sin aliento espero la alegría que al final podré gozar;
Lo entenderé mejor un día de alguna manera. . .
La angustia no durará para siempre y, sin embargo, por ahora…
Su plan sigue desarrollándose y la gloria está por delante; aun no lo veo
Pero el día llegará
Sí, el día llegará.
Solo tengo parte del rompecabezas,
lo veo de forma incompleta;
Pero confío, sabiendo que Dios mismo tiene cada pieza que resta;
La imagen no estará completa
Hasta que cada una esté en su lugar.
Pero llegará el día. . .
Sí, el día llegará![xiii]
Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2018
© Copyright 2018 Stephen Davey
Todos los derechos reservados
—
[i] Augustine, Quoted in Holman New Testament Commentary: Volume II (Broadman & Holman Publishers, 1999), p. 86
[ii] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1992), p. 308
[iii] Mark Batterson, A Trip Around the Sun (Baker Books, 2015), p. 163
[iv] Adapted from Charles R. Swindoll, Insights from James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 242
[v] Fritz Rienecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 765
[vi] William Barclay, 1 Peter (Westminster, 1976), p. 270
[vii] Daniel M. Doriani, 1 Peter (P & R Publishing, 2014), p. 218
[viii] Adapted from Doriani, p. 221
[ix] Adapted from Hiebert, p. 311
[x] Adapted from Derek Cleave, 1 Peter (Christian Focus, 1999), p. 155
[xi] Hiebert, p. 312
[xii] John Piper, A Sweet and Bitter Providence (Crossway Books, 2010), p. 101
[xiii] A Day Will Come, sung online by “Sisters”/2018