Lección 5: ¡Solo Hazlo!

Lección 5: ¡Solo Hazlo!

Pasaje Bíblico: Santiago 1:22-25.

 Hay un gran peligro para el creyente que quiere madurar en la fe – el peligro de solamente estudiar la palabra de Dios. ¿Qué quiere decir esto? Descubrámoslo juntos en este programa.

Transcripción

Introducción

Chad Walsh, un poeta y teólogo norteamericano del siglo 20, escribió con una precisión casi profética las siguientes palabras: “Millones de creyentes viven en un estado sentimental de falsa piedad con el suave sonido de un órgano y la luz tenue de un vitral de fondo. Su religión es una cosa placentera, demandando apenas un par de oraciones en ciertas ocasiones. Es mucho más seguro, desde el punto de vista de Satanás, el vacunar a una persona con un leve caso de cristianismo para así por protegerlo de la verdadera enfermedad.”

Parte de la estrategia de Satanás es hacer que el creyente llegue a la conclusión de que conocer la Biblia es el final del proceso.

Como verá, él no va a intentar que el creyente deje de lado la Biblia, sino que deje de ponerla en práctica …que la aprenda, pero que no la viva. Él hasta queda satisfecho si el creyente cree lo que la Biblia dice, mientras que no la aplique a su vida.

Una persona que visitó nuestra iglesia me envió un correo electrónico hace poco y me contó que, después de una visitas, llegó a la conclusión de que yo me tomaba la Biblia muy en serio. Lo que quiso decir es que el no tenía la intención de vivir lo que había escuchado, y que lo que tenía que cambiar, en su opinión, no era su estilo de vida, sino lo que yo predicaba.

Querido oyente, Dios nunca quiso que la aplicación de la verdad bíblica fuera opcional; que poner en practica la Biblia fuera como un hobby… que no sea más que un evento del domingo en la mañana – y aún quizás el domingo en la tarde si realmente esta de humor… solo que quede allí y no lo saque en la semana.

No lo tome tan en serio

Hace unos días, un cirujano que conocí me dio un libro – se trata de su testimonio… leí lo suficiente ayer como para entusiasmarme, ya que este hombre describe su conversión de muerte a vida espiritual, y cómo eso afectó cada aspecto de su vida – su trato hacia su esposa e hijos, su vocabulario, su propósito en la vida y demás.

Lo que encontré particularmente interesante, fue lo sorprendido que estuvo al descubrir que, al compartirle a otras personas que nacido de nuevo y que el Espíritu Santo moraba en él, los que asistían a la iglesia regularmente y que él pensaba que se identificarían con él… por el contrario, se ponían nerviosos, incómodos, a la defensiva…algunos hasta lo miraban como si estuviera loco. Eso lo sorprendió.

Hasta un pastor que fue a verlo, escuchó su testimonio y luego le dijo, con una sonrisa: “Muy lindo lo que me cuenta, pero yo no hablo acerca del pecado y del juicio; nosotros solo hablamos acerca del amor de Dios.”

Ellos realmente no entendían el amor de este hombre por Cristo y el evangelio. Y, ciertamente, creían que él no debería entusiasmarse tanto por eso… todas esas cosas acerca de la Biblia – “Mejor déjatelas para ti mismo.”Querido oyente, Dios nunca quiso que su palabra permaneciera puertas adentro. No, ¡Él la diseñó para que saliera por todo el mundo! para que la comunicáramos a través de nuestras palabras, y de nuestro caminar.

Tal como dice el famoso slogan de Nike – ¡solo hazlo! Dicho de otra manera, tómese en serio el deporte… esté dispuesto a transpirar; a entrenar; no se la pase simplemente hablando, ¡solo hazlo!

Después de solo una breve frase introductoria, Santiago nos ha llevado a través de los temas profundos de la vida y nos ha mostrado las evidencias de una madurez en Cristo para aquellos que están dispuestos a ponerlas en práctica – a “solo hacerlo.”

¿Cómo trata usted con las pruebas y los problemas? ¿Cómo vive su fe? Santiago nos dice que uno puede crecer en la fe al enfrentar las pruebas con la actitud correcta: Esto es, al enfocarse en el producto final – la madurez espiritual. Conformarnos a la imagen de Cristo. A no simplemente pedir liberación inmediata, sino a pedir sabiduría para no desperdiciar nuestro sufrimiento – respondiendo así con fe y confianza en nuestro soberano Señor.

¿Cómo trata usted con la tentación? Necesitamos desarrollar paciencia y aumentar nuestro deseo por las cosas buenas que Dios nos provee en la vida, en vez de abrazar los malos deseos y los placeres momentáneos que este mundo nos ofrece y que nos llevan a la destrucción.

¿Cómo trata usted con la verdad? Debemos desarrollar una disposición a aprender y ser enseñado por la palabra de Dios, manteniendo la boca cerrada, los oídos bien abiertos, las manos limpias, un corazón sensible a la enseñanza, y un espíritu humilde.

¿Y por qué es que Dios espera que respondamos a las pruebas, dificultades y tentaciones de esa manera? O sea, ¿Quién se cree que somos?

Santiago comienza su epístola con la respuesta – porque somos esclavos de Jesucristo, quien es el Señor, nuestro amo, el Dios vivo y verdadero.

Los esclavos nunca pueden tomarse las palabras de su amo con demasiada seriedad; el siervo nunca considera la voluntad de Su amo como una opción.

El simplemente la lleva a cabo. Él hace lo que le dicen. “Él solo lo hace.”

Nosotros somos Su propiedad… le pertenecemos Él. Él es nuestro amo; y lo que él nos pide, simplemente lo hacemos.

Jesucristo le dijo a los discípulos en una oportunidad:

      “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?  Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante.   Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca;”

 Lucas 6:46-48

Sabiduría es poner en práctica la palabra de Dios. En otras palabras, el esclavo de Cristo construye su casa sobre las palabras de Dios.

Así que, aquí va mi pregunta para usted: “¿Qué tan buen esclavo de Cristo está siendo? ¿Qué tipo de esclavos somos – realmente?

Para ayudarnos a responder estas preguntas, Santiago va a llevarnos a una sala de clases y luego a un vestidor, para mostrarnos la diferencia entre el cristianismo como hobby o pasatiempo, y el cristianismo como una pasión del corazón – el verdadero cristianismo.

 

La Sala de Clase

Primero, nos encontramos en la sala de clase. Santiago 1:22 dice:

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”

La palabra original en el griego para ‘oidores’ es ‘akroates’(ακροατης) – es la misma palabra griega empleada para un estudiante en la universidad que audita una clase. Da la idea de un oyente atento.[i]

La persona que audita una clase se sienta a escuchar con los demás alumnos y tiene las mismas posibilidades de aprender que los demás. La diferencia entre el estudiante que audita la clase y el estudiante normal, es que el auditor no tiene las mismas responsabilidades.[ii]

Este no tiene que rendir exámenes o cuestionarios. No tiene que entregar tareas ni ensayos. No tiene que quedarse hasta tarde para terminar de leer y prepararse para la clase al siguiente día. Tampoco tiene que hacer investigaciones para que los profesores analicen sus ideas.

El problema es, sin embargo, que el estudiante que audita todas sus clases no puede recibirse de abogado, ingeniero, maestro, técnico, o lo que sea que estudió.

No tienen la licencia para practicar su estudio porque nunca cumplieron los requerimientos para pasar las distintas asignaturas. Esa persona quiere los beneficios de aprender sin las responsabilidades de la clase. Quiere tomar la clase …pero nada mas…no quería hacer la tarea.

Esta es la persona que va a la iglesia pero que nunca se integra – va a las reuniones, pero no quiere que le den responsabilidades.

Esta es la persona que nunca se asienta en una iglesia. Que va probando. Sin compromiso. Va a una y a otra… quizás a dos al mismo tiempo, porque sigue buscando la iglesia perfecta… “Si, esta iglesia está linda, pero la otra tiene mejores programas, pero en esta me gusta más la gente… mejor sigo saltando de iglesia en iglesia según como me sienta… pero ya que no pertenezco a ninguna, ¿para que dar ofrenda, o meterme a un ministerio?… ¿para qué atarme?

Esta es la persona que conoce a Cristo pero nunca lo ha hecho público por medio del bautismo. “Eso sería incomodo…que todos me vieran…eso significa que ahora tengo que hacer algo, no solo creer.”

Santiago le diría, “Solo hazlo” “Sed hacedores…pasen de ser espectadores a ser participantes.”

Ahora, hay algunos que dicen que Santiago no está hablando acerca de creyentes auditores – ¡ciertamente, un creyente genuino jamás sería solo un oidor! Estos teólogos sostienen que el oidor aquí debe ser un incrédulo.

Puede que eso suene razonable – y ciertamente hay muchos versículos en la Biblia que hablan acerca de la fe hipócrita – pero esa posición, francamente, deja de lado el contexto, que está hablando de la fe madura del creyente.

Martín Lutero, el reformador, pensó en su momento que el libro de Santiago no debía ser considerado como parte de la escritura, ya que le parecía que Pablo y Santiago se contradecían. La verdad es que Lutero no entendió el contexto y el propósito de los distintos autores – lo que lo llevó a pensar que había una contradicción. Pero no existe tal contradicción.

El Apóstol Pablo estaba interesado en revelar la definición de la fe salvadora – que no es por obras, como dice Efesios 2:8-9.

Por el otro lado, el apóstol Santiago no está tratando con la definición de la fe – él está interesado en la demostración de la fe – uno no puede demostrar fe si no tiene obras – la fe sin obras, es muerta (Santiago 2:17).

Pablo estaba interesado en definir la justificación a los ojos de Dios; Santiago está interesado en definir la justificación a los ojos de la humanidad.

Con ese contexto en mente, podemos ver que Santiago no está contrastando al creyente con el incrédulo – él está contrastando al creyente activo y madurando, con el creyente inmaduro e inactivo cuyo testimonio ante el mundo está efectivamente muerto.

De hecho el tiempo verbal de “sed hacedores de la Palabra,” es el presente. Puede ser traducido como,  ‘Continúen siendo hacedores de la Palabra…sigan obedeciendo el mensaje…sigan demostrando ser hacedores…hagan lo que la Palabra les dice…no se detengan.”[iii]

El creyente inmaduro quiere que lo que aprendió en la iglesia, se quede allí en la iglesia… que lo que lee en la Biblia, se quede en la Biblia… no me den tarea para la casa… yo solo quiero escuchar… voy a sentarme como auditor en medio de las pruebas y tentaciones.

Santiago está diciendo, “Si usted quiere ser capaz de practicar su fe – como un doctor o enfermera practicante – no puede simplemente “oír” la palabra de Dios… no puede simplemente auditar la clase, debe tomar la clase completa.

De hecho, Santiago continua diciendo, al final del versículo 22, si usted piensa que puede hacer eso, se está engañando a sí mismo. Literalmente, se ha desviado en su pensamiento.[iv]

La palabra “engañándoos,” es la palabra griega “paralogizomai” (παραλογιζομαι) que da la idea de hacer trampa o defraudarse a uno mismo.[v]

En otras palabras, cuando usted escucha la enseñanza de la Palabra o lee la Palabra por sí mismo y decide que no la va a poner en práctica, usted termina haciéndose trampa, negándose la oportunidad de crecer en madurez, y todo lo que implica tener una fe más profunda y un caminar más cercano con Cristo.

Si lleva a sus hijos a un museo, ellos solo van a querer correr, y ver, tocar, y agarrar – pero una persona madura se pone a leer las inscripciones y le toma el peso al valor de las obras y lo que representan.

Santiago está diciendo que si corremos por todos lados como niños, prácticamente vamos a terminar defraudándonos a nosotros mismos y no vamos a lograr apreciar a nuestro Señor. Nos perdemos de tanto crecimiento en Él.

Hay una cosa más que me gustaría mostrarle antes de dejar esta ilustración en la sala de clase.

Santiago está hablando de ser un ‘hacedor’ al comenzar el versículo 22. La palabra que él usa es el termino griego ‘poietes’ (ποιητης) que se translitera al castellano como ‘poeta’. Él está hablando de servir creativamente al Señor.[vi]

Él no está hablando de obedecer con una mala actitud, o hacer las cosas apenas. Él está hablando acerca del creyente maduro, que le da a Dios lo mejor de su creatividad – que lo sirve con pasión – que tiene un deseo de servir a Dios con excelencia.

La inmadurez dice: “Voy a hacer la tarea con la menor cantidad de energía posible. Voy a hacer lo que se supone que tengo que hacer y nada más.” La madurez dice: ¿Qué puedo hacer ahora? ¿Cómo puedo hacerlo mejor?

¿Se da cuenta? Santiago no solo está diciendo ‘solo hazlo’ sino que está diciendo “hazlo con excelencia y creatividad.”

Él está describiendo siervos de Dios que no solo cumplen un horario – sino que dan todo lo que tienen para agradar a su Señor e intentan reflejar la excelencia del carácter de Dios en la excelencia de sus tareas.

Y hablando de reflejar, Santiago ahora nos saca de la sala de clases y abre otra puerta en su ilustración – esta es la puerta que nos lleva al vestidor.

 

El Vestidor

Note el versículo 23, allí leemos:

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.

Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.”

Santiago está sugiriendo que si alguien escucha la Palabra pero no reacciona, esa persona es como quien se mira al espejo, ve su rostro natural –literalmente, el rostro con el que nació…[vii]

…pero luego se va sin hacer nada al respecto.

Santiago está diciendo, con sentido del humor, ¿por qué alguien haría algo así?

El verse en el espejo generalmente lo lleva a uno a hacer algún cambio.[viii]           

Ninguno de nosotros va al trabajo o a la iglesia luciendo de la misma manera que cuando nos vimos en el espejo en la mañana… hubieron muchos cambios y ajustes.

Me encantan las palabras que emplea Santiago bajo la inspiración e influencia del Espíritu Santo.

Note nuevamente el versículo 23,

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo…”

La palabra usada aquí para ‘hombre’ no es genérica, hablando del ser humano, sino específica [se refiere a un varón].

¿Porque? Porque el hombre es la ilustración perfecta por la manera en que se mira al espejo.

El hombre se mira en el espejo…la mujer se contempla en el espejo.[ix]

El varón se mira y dice: “Eh… es lo que hay.” La mujer se mira y dice, “Ay, ¡no!”

El varón se mira y dice, “Nada mal.” La mujer se mira y dice, “No puedo creer que me vea tan mal.” Y el esfuerzo por arreglarse comienza. Solo compare la cantidad de implementos que necesita una mujer con la que necesita un varón para arreglarse a la mañana.

Una de las primeras cosas que mi esposa me compró cuando éramos novios, fue un peine.

A veces me preguntaba como hizo mi madre para vivir con cuatro hijos y un solo baño… ahora lo sé… a nosotros ni nos importaba. Con cuatro niñas hubiera sido otra historia.

¿Se da cuenta? Santiago no está usando palabras al azar. Una mujer no se va a parar frente al espejo y luego se va a ir sin hacerse nada – un hombre, probablemente que sí.[x]

Y ahora que él tiene nuestra atención con esta ilustración, él va a profundizar en esta idea y nos va  a dar una aplicación.

Note lo que dice el versículo 25,

“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”

Ahora Santiago está hablando acerca de mirar atentamente en la perfecta ley – la ley de gracia que nos ha cautivado. Ahora somos esclavos del amo de la gracia y la libertad.

Y Santiago dice: “estamos perseverando en ella”. Lo que él quiere decir es que debemos de permanecer cerca de la Palabra.

Él escribe que no debemos ser oidores olvidadizos. La palabra griega traducida como “olvidadizo” no significa que le falla la memoria, o que no puede recordar, sino que significa obviar, desacatar; no prestarle atención.[xi]

Un autor dijo acerca de este texto: “La Palabra de Dios nos sujeta y nos sostiene.”[xii]

La idea detrás de “mirar atentamente” también nos da a entender que nos inclinamos, en humildad, para ver.

El orgullo empaña el espejo. El orgullo mira su reflejo y solo se interesa en cuidar las apariencias. Pero el creyente que desea madurar, mira su reflejo con humildad y desea parecerse más y más a Cristo.

Y este encuentra esperanza, energía, y ánimo al mantenerse cerca de la Palabra de gracia y verdad.

B. Mayer, el pastor y comentarista inglés, nacido en 1847, escribió lo siguiente: “Yo solía pensar que las bendiciones de Dios estaban apiladas en una estantería, una sobre otra; y que entre más alto uno crece en su carácter, más fácil es alcanzarlas. Ahora me doy cuenta que las bendiciones de Dios están en estantes, una debajo de la otra, y no es cuestión de crecer hacia arriba, sino de inclinarse más y más – y que debemos ir hacia abajo, siempre hacia abajo en humildad [mientras maduramos] para obtener sus mejores bendiciones.”[xiii]

Santiago termina el párrafo prometiendo, en el versículo 25, diciendo:

Este…”

Cambiando de hablar solamente de un varón, a incluir ahora a todo cristiano y cristiana que actúa acorde a lo que aprende. Este tipo de creyente…

será bienaventurado en lo que hace.”

David, el Salmista, escribió lo siguiente en el Salmo 119:45,

“Y andaré en libertad, Porque busqué tus mandamientos.”

El también invitó a la Palabra de Dios a que hiciera su obra en él cuando escribió:

      “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.”  (Salmo 139:23-24)

Esa es de la manera en que nosotros debemos de responder a la Palabra de Dios; inclinándonos para escucharla, aprenderla, y ponerla en práctica.

El pastor Robert Chapman fue contemporáneo del pastor F. B. Mayer. Charles Spurgeon dijo de Chapman, él es “el hombre más santo que he conocido.” He leído dos biografías de Chapman y, en una de ellas, leí de cuando él estaba aconsejando a un hombre que estaba a punto de irse al campo misionero. Su consejo fue así de simple: “Mantente con un perfil bajo; mirando hacia arriba y yendo hacia adelante.”[xiv]

En otras palabras, “Mantente humilde, mantente enfocado en Cristo, y vive lo que aprendes.”

Eso es exactamente lo que Santiago está diciendo aquí… no se contente con solo escuchar, necesita aprender; y no se quede solo con eso, ponga en práctica lo aprendido. Haga la tarea; practique… ¡solo hazlo!

En su libro Desafío a Servir, Chuck Swindoll incluyó una versión de una parábola que puede que haya escuchado antes. Permítame leerle esta versión.

      Supongamos que usted trabaja para mí. De hecho, usted es mi asistente ejecutivo en una compañía que está en pleno crecimiento. Yo soy el dueño y estoy interesado en expandirme a otros continentes.

      Para lograr esto, planeo un viaje al extranjero hasta poder establecer una oficina allí. Hago todos los preparativos para que mi familia se mude a Europa por seis a ocho meses. Como mi asistente, yo lo dejo a cargo de toda la organización y le digo que voy a escribirle regularmente con direcciones e instrucciones.

      Yo me voy y usted se queda. Pasan los meses. Envío varias cartas desde Europa y usted las recibe en la oficina central. En esas cartas, yo le expreso mis expectativas.

      Finalmente, yo regreso. Manejo a la oficina y al llegar, me quedo boquiabierto. El césped está muy alto, hay malezas por todas partes y algunas ventanas tienen los vidrios rotos.

      Entro en la oficina de la recepcionista y ella se está pintando las uñas mientras escucha su emisora favorita. Miro al rededor y noto que los cestos de basura están llenos, las alfombras no han sido aspiradas y que nadie parece preocuparse de que el dueño ha regresado.

      Pregunto por usted y alguien en el pasillo me dice, “me parece que anda por aquí.”

      Corro hacia ese lugar y me lo encuentro a usted jugando un partido de damas con el gerente de ventas. Le pido que vaya inmediatamente a mi oficina – solo para descubrir que esta se ha transformado en una sala para mirar televisión.

      –¿Que está pasando? Le pregunto.

      –¿Que quiere decir?

      –Bueno, ¡mire este desastre! ¿Ha recibido alguna de mis cartas?

      –¿Cartas? A si, seguro, las recibimos todas. De hecho, hemos estado estudiando todas sus cartas cada viernes por la noche desde que usted se fue. Hasta nos dividimos en pequeños grupos para debatir el contenido de las cartas. Algunas de las cartas son muy interesantes. Seguro le gustará saber que muchos de nosotros hasta nos comprometimos a memorizar algunas de sus frases y párrafos. Uno o dos empleados hasta se han memorizado cartas enteras.

      “Bueno, bueno, recibieron mis cartas, las estudiaron y las comentaron, y hasta las memorizaron, ¿pero que hicieron acerca de lo que estas decían?”

      ¡Oh! ¿Hacer? Hmm. No, no hicimos nada.[xv]

Este problema viene desde la época de Santiago, y los creyentes del primer siglo que leerían estas palabras recién escritas.

Santiago está desafiando a la iglesia de aquel entonces y a la de ahora diciendo: El peligro es leer una carta, escuchar una predicación, hacer un devocional, memorizar un pasaje de la escritura, y decir: “muy bien, eso se encarga de mi crecimiento espiritual por este día, o semana…o por el año.”

Santiago está advirtiéndonos, y nos dice: “Usted no va a aprender a menos que desee ponerlo en práctica…con creatividad y excelencia, para que Cristo sea glorificado, y así podamos cambiar y parecernos más y más a nuestro amado Señor Jesucristo.

El mirarse en el espejo de la palabra de Dios, es ver tanto la figura de nuestra alma como el carácter de nuestro Salvador – Lo cual nos anima, nos afirma y nos da esperanza. Él nos ha redimido, y por medio de su siervo Santiago nos exhorta a acercarnos al espejo y a seguir haciendo cambios para reflejar Su gloria.

Pero eso no va a suceder a menos que leamos…y aprendamos…y escuchemos…y estemos dispuestos a decir, “Si, Señor – tu siervo no solo está escuchando, sino que está dispuesto a poner todo en práctica. Estoy dispuesto a hacerlo.”

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey

© Copyright 2010 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Spiros Zodhiates, The Work of Faith, (AMG Publishers, 1985), p. 111.

[ii] Ibid, p. 111.

[iii] D. Edmond Hiebert, James (BMH Books, 1992), p. 118.

[iv] R.C.H. Lenski, The Interpretation of The Epistle to the Hebrews and the Epistle of James, Augsburg Publishing, 1966), p. 555.

[v] Dan G. McCartney, James: Baker Exegetical Commentary, (Baker Academic, 2009), p. 120.

[vi] Zodhiates, p. 109.

[vii] Hiebert, p. 121.

[viii] Ralph P. Martin, James: Word Biblical Commentary (Thomas Nelson, 1988), p. 50.

[ix] Tony Evans, The Perfect Christian (Word Publishing, 1998), p. 42.

[x] Ibid.

[xi] McCartney, p. 121.

[xii] Lenski, p. 557.

[xiii] Zodhiates, p. 124.

[xiv] Robert L Peterson & Alexander Strauch, Lessons in Spiritual Leadership From the Life of R.C. Chapman (Lewis and Roth, 1991), p. 701.

[xv] Charles R. Swindoll, quoted in R. Kent Hughes, James: Faith that Works (Crossway Books, 1991), p. 71.

Esperamos que este recurso lo haya bendecido.
Nuestro ministerio es FORTALECIDO por su oración y SOSTENIDO por su apoyo financiero.

SU COLABORACIÓN HACE LA DIFERENCIA