Lección 51: El Sanador de Corazones Rotos

Lección 51: El Sanador de Corazones Rotos

Pasaje Bíblico: 1 Pedro 5:10-11.

En este mundo, nos enfrentamos a todo tipo de altibajos. A veces, los momentos “bajos” de la vida parecen ser todo lo que hay. En este pasaje, Pedro nos dice es que la gracia de Dios es suficiente. De hecho, es más que suficiente. Dios es el Dios de toda gracia (énfasis en “toda”).  Dios nos da toda la gracia que necesitamos para superar las pruebas y momentos de sufrimiento. Descubra cómo en este estudio.

Transcripción

Introducción

Durante una conferencia sobre comparación de religiones, se habían reunido importantes teólogos y líderes de iglesias de todo el mundo.

En un momento, se planteó la pregunta de qué hacía que el cristianismo fuera tan único. Algunos opinaron que era el hecho de que Dios se había hecho hombre, pero otras religiones afirmaban que sus dioses aparecieron en forma humana. Algunos sugirieron que la resurrección de entre los muertos era la característica única del cristianismo, pero luego otras religiones afirmaban ofrecer a las personas vida después de la muerte.

A medida que pasaba el tiempo, el debate se volvió aún más acalorado. Y en un momento, uno de los asistentes, considerado por muchos como uno de los grandes apologistas del siglo XX, escuchó los gritos.

Su nombre era C. S. Lewis. Entró en la habitación y preguntó: “¿De qué se trata todo este alboroto?” Sus colegas le hablaron de su discusión sobre lo que hacía que el cristianismo fuera distinto de todas las demás religiones. Lewis respondió: “Eso es fácil. Es gracia. El favor inmerecido de Dios. No puedes ganarte la gracia; no puedes hacer nada para merecer la gracia de Dios”. Es un regalo multifacético.[i]

En su libro titulado ¿Qué tiene de asombroso la gracia? Phillip Yancey comenta, “la gracia de Dios es gratuita, pero no es barata: le costó la vida a Su Hijo, el Señor Jesucristo. Aún así, la noción de que el amor de Dios nos llega gratis parece ir en contra de todos los instintos de la humanidad. El budista tiene su sendero de ocho escalones por recorrer con la esperanza de entrar en la dicha; el hindú sigue su doctrina del karma y espera que suficiente buen karma asegure su felicidad eterna; el judío sigue sus pactos con la esperanza de ser justo delante de Dios; el musulmán trata de seguir su código de leyes y rituales religiosos. Sólo el cristianismo enseña que el amor de Dios es incondicional… un regalo de gracia.[ii]

Dios nos colma voluntaria, generosa y diariamente con los beneficios de su gracia.

Hace poco conocí la historia de un hombre llamado J. Paul Getty. Después de graduarse de la Universidad de Oxford en 1913, se unió al negocio de su padre en el ámbito del petróleo y para 1957 se había convertido en el hombre más rico del mundo. Él tenía una reputación legendaria por ser tan tacaño como rico.

Por ejemplo, en su mansión inglesa, ubicada en 700 acres en las afueras de Londres, instaló un teléfono público para que los invitados tuvieran que pagar por cualquier llamada telefónica que hicieran.

En 1973, cuando su nieto de 16 años fue secuestrado en Italia y retenido por un rescate de 17 millones de dólares, Getty se negó a pagar. Fue solo cuando sus captores le cortaron la oreja derecha a su nieto y se la enviaron por correo que Getty consideró seriamente ayudar a satisfacer sus demandas. Pero incluso entonces, solo estuvo dispuesto a darle un préstamo a su hijo a una tasa de interés del cuatro por ciento. Rico, pero tacaño.

El apóstol Pablo les escribió a los creyentes que vivían en Éfeso que Dios no es tacaño con las riquezas de Su gracia. De hecho, Pablo escribió que Dios hace sobreabundar su gracia en nosotros (Efesios 1:8).

Su gracia para con nosotros no es como un riachuelo, es como las cataratas del Niágara. De hecho, el Apóstol Pedro quiere que nos detengamos aquí y reflexionemos sobre este principio. Y el principio es el siguiente:

Dios opera en la vida del creyente por gracia

Le invito a abrir su Biblia en la primera carta de Pedro, en el capítulo 5, y continuemos estudiando el siguiente versículo en nuestra exposición a través de esta carta.

Estamos en el versículo 10 – y quiero que note primero el título que Pedro le da a Dios, un título que ningún otro autor usa en las Escrituras.

Comenzando el versículo 10, Pedro describe a Dios como “el Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10a)

El Apóstol Pablo describió a Dios como el Dios de toda consolación (2 Corintios 1:3), pero sólo aquí encontramos este maravilloso título de Dios: el Dios de toda gracia. Lo que esto hace es enfatizar que Dios es la fuente y el dador, el dispensador de toda gracia.

A la gracia la podemos definir como: un favor inmerecido que se nos otorga en nuestra indignidad.[iii]

El cristiano promedio sabe que es salvo por la gracia inmerecida de Dios, pero generalmente piensa que tiene que ganarse la sonrisa de Dios todos los días después de eso – que tiene que ser digno de más gracia. Es decir, pasó 6 días seguidos sin saltarse el devocional ni gritarle a nadie, “tal vez Dios realmente me ame ahora… o, mi entrada al Cielo podría estar en juego si me equivoco demasiado”.

No, no, Dios opera en la vida del creyente sobre la base de Su maravillosa gracia.

Y me encanta la forma en que Pedro lo expresó aquí en este título único para Dios. Él no solo escribió que Dios es el Dios de la gracia. No. Él es el Dios de toda gracia. Es una gracia ilimitada.

Hemos sido salvados por gracia. Podemos confesarle nuestros pecados a través de Cristo, por gracia. Él nos da la fuerza para cada desafío, por medio de Su gracia; Pablo escribió, porque Su gracia en verdad es suficiente (2 Corintios 12:9).

Las estrategias de Satanás no tendrán éxito porque la gracia de Dios no fallará.[iv] De hecho, Pedro continúa atando ese cabo suelto, para que nadie se pregunte si la gracia de Dios alguna vez se puede terminar en su vida.

Note la siguiente frase,Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo…” (1 Pedro 5:10b)

En otras palabras, la gracia de Dios va a sacarlo de la tierra, y llevarlo a la gloria eterna.

Es decir, el llamado de Dios para su vida no solo involucró el perdón de sus pecados, incluye llevarlo hasta el Cielo. Y va a terminar en el cielo un día debido a la gracia inagotable, ilimitada e incesante de Dios.

Piense en esto: la gracia infinita de Dios le da el derecho a compartir Su gloria eterna.

Está bien, pero un momento. Si Dios es tan misericordioso con el creyente, ¿por qué el creyente no es inmune al sufrimiento? ¿Por qué Dios no construye un muro protector alrededor de la vida del cristiano y cuelga un letrero que dice: “No molestar”?

Por la misma razón que le da su entrenador en el gimnasio. Se pone unas zapatillas cómodas, ropa deportiva, y luego se prepara para sufrir. Y él dice: “Vamos, lo que vale, cuesta… sin dolor no hay avance”.

Por cierto, ese es un principio espiritual fantástico también.

Como verá, Dios no solo opera en la vida del creyente por gracia, sino que este es el segundo principio que Pedro quiere señalar:

Dios desarrolla la vida del creyente a través del sufrimiento.

Y Pedro quiere que tengamos la perspectiva correcta al respecto, así que continuemos leyendo el versículo 10. Dice: “…después que hayáis padecido un poco de tiempo

Note que no dice, “si es que llega a padecer un poco de tiempo”, sino “después que hayan sufrido…”

El sufrimiento del creyente no es una sorpresa inesperada, es una certeza. Y si estudia la historia de la iglesia aprenderá que algunos de los grandes siervos de Dios sufrieron en gran manera: enfermedad, peligros, dificultades, discapacidades, la muerte de seres queridos y así sucesivamente.[v]

Pero no pase esto por alto: Pedro no solo le recuerda al creyente que el sufrimiento es una certeza, también nos recuerda que es temporal. “Después que hayáis padecido un poco de tiempo…”

Pablo escribió a los corintios que el sufrimiento es un problema leve y momentáneo (2 Corintios 4:17).

Ahora, esto lo dijo un hombre que fue apedreado casi hasta la muerte por turbas enfurecidas, naufragó más de una vez, fue golpeado y azotado varias veces, lo persiguieron, encarcelaron, difamaron y mucho más (2 Corintios 11:25). ¡Pero eso fue ligero y momentáneo!

Tendemos a olvidar que el Apóstol Pablo quedó con cicatrices en todo su cuerpo por los golpes y maltratos que recibió (Gálatas 6:17).

Si Pablo apareciera en su iglesia y se pusiera a predicar, usted se quedaría mirándolo por un buen rato distraído por todas las cicatrices en su cuerpo.

Y al notar que lo estamos mirando fijamente, nos diría con una sonrisa: “Oh, esto. Escuchen, esto es ligero ¡y momentáneo!

Y Pedro agrega aquí, solo dura un poco de tiempo.

Como verá, cuando Pablo y Pedro compararon su sufrimiento con la gloria eterna en la balanza de la vida, no había por donde perderse. La gloria era pesada… el sufrimiento ligero.[vi]

Pablo les escribió a los creyentes en Roma: Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (Romanos 8:18).

La Biblia siempre nos lleva a pensar en el futuro – a tener una perspectiva celestial.

Pero la pregunta permanece. ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué hay del hoy? Bueno, Pedro también tiene algo que decirnos al respecto.

Un autor llamó a este versículo una ráfaga de verbos enérgicos.[vii]

Pedro nos informa de algo que Dios está haciendo en nosotros, aquí y ahora. Él nos dice que después de haber padecido un poco de tiempo, el mismo Dios de toda gracia nos perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá.

El énfasis en esta está en la frase “Él mismo”. Es decir, Dios mismo es el que está directamente involucrado en perfeccionarle, afirmarle, fortalecerle y establecerle.

Entonces, si alguna vez se pregunta si Dios está involucrado en su vida – y tendemos a preguntarnos eso cuando las pruebas llegan a nuestras vidas – recuerde: Él mismo está involucrado.

No porque sea digno, sino porque Él es el Dios de toda gracia y lo ama en Cristo, su Señor y Salvador.

Formas en que Dios Sana Corazones Rotos

Por cierto, y no quiero aburrirlo con la gramática, pero es importante saber que estos cuatro verbos no solo aplican a nuestro futuro, como si dijera: “Dios un día lo, fortalecerá, establecerá, etc., después de haber sufrido en la tierra.”

Pedro nos está diciendo que, si bien Dios completará este proceso en el futuro, él lo va a equipar ahora mismo, incluso mientras está en medio del sufrimiento por un tiempo.[viii]

Es por eso que voy a llamar a estos verbos: cuatro formas en que Dios provee sanación para corazones rotos.

  • Dios sana su corazón cuando la vida lo ha roto en pedazos.

Fíjese en la primera palabra: Dios mismo os perfeccione.

Desafortunadamente, lo primero que pensamos es en nuestras mentes y cuerpos perfeccionados y glorificados y pensamos solo en el cielo.

Pero esto es algo que Dios está haciendo ahora mismo en su vida. Esta palabra aparece 13 veces en el Nuevo Testamento y significa poner en orden para ajustar o arreglar.[ix]

Se usa el capítulo 1 de Marcos para describir a los discípulos que reparaban sus redes de pesca. Era la palabra común para reparar un hueso roto.[x]

¿Se está desmoronando su vida? ¿Está su corazón roto? ¿El sufrimiento ha golpeado tanto su alma que se siente como si nadie le importara y Dios ciertamente no parece estar al tanto? ¿Y no es el sufrimiento prueba de eso?

Pedro le diría que el sufrimiento es en realidad prueba de que Él está involucrado, porque donde hay un corazón quebrantado, allí está el Médico Divino remendando y cosiendo…

“Como una costurera que usa una aguja para dar paso al hilo, Dios usa el sufrimiento para dar paso al ajuste necesario de nuestras almas” mientras cose nuestros corazones rotos.[xi]

¿Por qué? ¿Porque ganamos los puntos suficientes para llamar la atención de Dios? No, porque Él es el Dios de toda gracia y el sanador de los corazones quebrantados.

  • Dios pone fuerza en su carácter cuando el sufrimiento intenta abatirlo.

Pedro continúa escribiendo: Él mismo os perfeccione… afirme. El verbo afirmar significa hacer firme o sólido. Da la idea de perseverancia, firmeza. Esta es la palabra que Lucas usó para decir que el Señor afirmó su rostro para ir a Jerusalén (Lucas 9:51).

La palabra griega (στηριζω) nos da nuestra palabra transliterada esteroides… que aumentan la fuerza muscular y la resistencia, así como también combaten enfermedades cuando se usan adecuadamente.

Pedro nos dice que, en realidad, se ha inscrito en un programa de fisicoculturismo espiritual, y el gimnasio se llama sufrimiento; y su entrenador personal es el mismo Dios.

Y Pedro nos está diciendo que, en lugar de destruirnos, el sufrimiento pone nuestro carácter espiritual en esteroides… y Dios nos da las fuerzas y el carácter firme que necesitamos.

El mundo, nuestra propia carne y el diablo no quieren nada más que derribarnos. Dios tiene la intención de usar ese mismo sufrimiento para edificarnos.

El tercer verbo destaca otro principio. Aquí está:

  • Dios lo pone de pie cuando las pruebas intentan derribarlo

Pedro escribe: Dios mismo os perfeccione (repare), afirme (edifique), fortalezca.

La palabra traducida fortalezca es una palabra que significa colocar sobre un fundamento firme.[xii]

Ponerlo en tierra firme, anclar su vida mientras los vientos de la aflicción soplan en contra suyo. ¿Se acabará alguna vez? Y cuando sucumbe a los vientos de la adversidad y cae, Dios ve dónde ha caído. Él sabe de su espíritu abatido. Él ve sus lágrimas. Él conoce su debilidad… Él sabe.

Él es el Dios de toda gracia, e incluso ahora, aunque es posible que no sienta que lo están ayudando a ponerse de pie una vez más y no parezca que vaya de camino algún lado positivo; escuche, aquí se encuentra ahora mismo. Está leyendo esta porción de la Escritura y no es una coincidencia que Dios haya traído este versículo a su vida este mismo día.

Este sermón de Pedro es solo una forma más en que el Dios de toda gracia, el Sanador de los corazones rotos le está diciendo que Él está involucrado en su vida. Él incluso planeó esta hora para usted.

El diablo – ese malvado susurrador – le dice: Dios no está interesado en ti. Además, no mereces Su atención.

La palabra de Dios responde: “Hijo de Dios, tienes la máxima atención de Dios, y no tiene nada que ver con que la merezcas o no; tiene todo que ver con Su gracia que es suficiente para ti – una gracia que nace de Su amor por ti como uno de Sus hijos.

Recientemente aprendí que cuando le envía una carta al presidente de los Estados Unidos, primero pasa por el Servicio Secreto, quien la abre y la inspecciona. Luego pasa a la Oficina de Correspondencia Presidencial.

Esta oficina fue fundada por el presidente McKinley en 1897 para ayudar a su administración a responder las 100 cartas que le llegaban por día. Cuando Herbert Hoover era presidente, la oficina recibía 800 cartas al día. Hoy, el presidente de los Estados Unidos recibe decenas de miles de cartas y correos electrónicos todos los días.

Uno sabe que lo más probable es que el propio presidente nunca lea su mensaje. Pero alguien lo hace. El Director de Correspondencia Presidencial de la Casa Blanca, junto con 45 miembros del personal, 35 pasantes y 300 voluntarios, leen las miles de cartas enviadas al Presidente todos los días.

El cristiano promedio va por la vida como si sus necesidades, solicitudes y peticiones probablemente nunca van a llegar a las manos del Señor. Debe haber un proceso de selección angelical que solo deja pasar la correspondencia importante.

Luego está el Ángel Director de Correspondencia Celestial, junto con unos millones de ángeles lectores que escudriñan las millones de peticiones diarias y luego eligen un puñado que son lo suficientemente importantes como para requerir la atención del Dios del Universo.

Pero, querido creyente, Dios mismo está directamente involucrado en su vida, escribe Pedro. El correo le llega directamente a Él.

Dios no solo:

  • Sana su corazón cuando la vida lo ha roto en pedazos.
  • Pone fuerza en su carácter cuando el sufrimiento intenta abatirlo.
  • Lo pone de pie cuando las pruebas intentan derribarlo

En cuarto lugar:

  • Dios estabiliza su vida cuando las pruebas intentan destruir su fundamento.

Pedro escribe: Dios mismo os perfeccione (repare), afirme (edifique), fortalezca (levante) y (ahora note) establezca.

El verbo establecer se refiere a poner un fundamento firme. Aquí tiene la idea de colocar sus pies sobre una base firme.[xiii]

Pedro no está siendo redundante aquí. Él está agregando matices con cada palabra a lo que el Dios de toda gracia está haciendo en su vida, no solo cuando llegue al cielo, sino aquí y ahora, en el planeta tierra.

Puede parecer que los cimientos debajo suyos se han estado derrumbando, o cambiando, o temblando, como un edificio en un terremoto.

Pero Dios mismo promete darle el apoyo que necesita. Puede entender el verbo que usa Pedro de la siguiente manera: Dios mismo lo asentará.

El sufrimiento tiene una forma de sacar los cimientos falsos e inestables de debajo de nosotros. Descubrimos que eran bases cartón.

El sufrimiento nos muestra lo que verdaderamente son, ¿y adivine lo que descubrimos? Descubrimos lo que verdaderamente importa. Descubrimos que debajo nuestro están los fuertes brazos del Señor (Deuteronomio 33).

Él es el cimiento de nuestras vidas. Él es mi roca… No seré conmovido (Salmo 62).

Pero Él no es una roca inerte e impersonal – Él es nuestro amado Dios personal, involucrado, constantemente ajustando, reparando, escuchando, sanando nuestros corazones rotos.

Conclusión

Entonces, ¿cómo respondemos ante este Dios de toda gracia? De la misma manera que Pedro. Empieza a adorarle.

Pedro irrumpe en una doxología – probablemente la letra de un himno que cantaba la iglesia primitiva. Note la letra en el versículo 11.

A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pedro 5:11)

Pedro entendía lo que estaba cantando. Esta letra significaba nada menos que traición para el emperador Nerón. Él había reclamado esa palabra para sí mismo, imperio o dominio. Y tenía todos los motivos para creer que de hecho dominaba el mundo.

Nerón se sentaba en su trono en su palacio de mármol en el corazón del mundo: todos los caminos conducían a Roma. El tributo y el impuesto del mundo fluían a sus arcas. Una palabra suya y ejércitos se movilizaban y reinos caían y nuevos dominios se agregaban a su imperio. Diez mil esclavos se ocupaban de sus necesidades y caprichos personales.[xiv] Si alguien tenía dominio, era él: ¡El dominio pertenece a César!

Y Pedro dice: no exactamente. Conozco esta pequeña canción. Dice así: el dominio le pertenece a nuestro Dios que reina para siempre, incluso cuando los imperios del mundo parecen estar en dominio, y el sufrimiento parece estar dominando, el dominio en realidad le pertenece a Él.

¿Y dónde está el Imperio Romano hoy? Le diré dónde está, está en sus libros de historia… porque es historia.

Pedro agrega a esta letra estratégicamente unas palabras increíblemente alentadoras, especialmente para aquellos con corazones heridos. No importa como se vea el mundo en este momento, a Él le pertenece el dominio, ¿hasta cuándo?

Por los siglos de los siglos, lo que significa en aquel entonces, y ahora, y en el futuro por los siglos de los siglos sin fin.

¿Y qué decimos al respecto? Como Pedro afirmamos esta maravillosa verdad diciendo: ¡Amén! Lo que significa: así sea, es verdad.

A nuestro Dios pertenece la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amen.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2018

© Copyright 2018 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Adapted from Warren W. Wiersbe, Be Hopeful: First Peter (David C Cook, 1982), p. 9

[ii] Adapted from Wiersbe’s quotation of Yancey, p. 10

[iii] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1984), p. 317

[iv] Adapted from John Phillips, Exploring the Epistles of Peter (Kregel, 2005), p. 202

[v] Adapted from J. Allen Blair, Living Peacefully: 1 Peter (Kregel, 1959), p. 250

[vi] Derek Cleave, 1 Peter (Christian Focus, 1999), p. 162

[vii] David R. Helm, 1-2 Peter and Jude (Crossway, 2008), p. 172

[viii] Adapted from R.C.H. Lenski, The Interpretation of The Epistles of St. Peter, St. John and St. Jude (Augsburg Publishing, 1966), p. 228

[ix] Fritz Rienecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 766

[x] William Barclay, The Letters of James and Peter (Westminster Press, 1976), p. 273

[xi] Adapted from Phillips, p. 203

[xii] Hiebert, p. 319

[xiii] Adapted from Hiebert, p. 319

[xiv] Phillips, p. 204

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