Artículos Sabiduría

RESPONDIENDO A SUS AMIGOS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD

Escrito por Peter Goeman, Profesor del Seminario Teológico Shepherds. Publicado originalmente bajo el título “Responding to Your Friends About Homosexuality

 

A menos que haya estado viviendo en algún lugar sin una televisión, teléfono, luces, electricidad o personas, sin duda habrá notado el masivo cambio cultural en los últimos años sobre el tema de la homosexualidad. Por ejemplo, el 2008, la mayoría de los votantes de California, Estados Unidos, aprobaron la Proposición 8. Esta es una estipulación que definía el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.

Ahora, años después, la cultura ha cambiado y no solo se considera políticamente incorrecto oponerse al matrimonio homosexual, sino también absolutamente malvado. Un ejemplo claro de este cambio es lo ocurrido con el cofundador y director ejecutivo de la empresa Mozilla, Brendan Eich, quien se vio obligado a dejar su cargo en el año 2014 simplemente porque seis años atrás hizo lo que era popular en ese tiempo y apoyó la Proposición 8. Este es solo uno de los numerosos ejemplos culturales que muestran que la cultura homosexual tiene un gran alcance y afectará a todos en el futuro. Por eso, es necesario que el cristiano pueda interactuar con esta cultura que cree que la homosexualidad es un derecho que se debe disfrutar.

Si usted es como muchos cristianos, probablemente se pregunte ¿cómo se supone que hablemos de la homosexualidad?, ¿qué mentalidad deberían tener los cristianos? Ya sea que se encuentre en una conversación general sobre la homosexualidad o conversando directamente con un homosexual, aquí hay algunos recordatorios útiles.

Recuerde que las Escrituras son claras: la homosexualidad es un pecado.

No solo las Escrituras nunca hablan de la homosexualidad de manera positiva, sino que hay varios pasajes que son muy específicos en cuanto a su pecaminosidad.

“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1:26-27).

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).

“Conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina” (1 Timoteo 1:9-10).

Por supuesto, también hay varios pasajes en el Antiguo Testamento que afirman que el comportamiento homosexual siempre ha sido incorrecto (Levítico 18:22; 20:13). Entonces, el testimonio universal de las Escrituras es que la homosexualidad es un pecado.

Esta clara evidencia está respaldada por la narrativa bíblica general que enseña que Dios creó dos géneros: masculino y femenino. (Por esa razón existe una conexión entre la evolución y la ideología transgénero). El patrón bíblico es que, en el matrimonio, dos personas de distintos géneros (masculino y femenino) se unen convirtiéndose en una sola carne (Génesis 2:24). El modelo de que un hombre y una mujer se unen en matrimonio continúa a lo largo de toda la Biblia.

Todo pecado (incluyendo, pero no limitado a la homosexualidad) tiene una fuente de perdón. 

Desafortunadamente para algunos cristianos, cuando miembros de su familia expresan que han abrazado la homosexualidad sienten que esa es la máxima humillación que podrían recibir como familia. ¡La familia a menudo se pregunta si alguna vez deberían volver a asociarse con ese familiar!

Pero, debemos recordar que todo pecado es grave para Dios y digno de la eternidad en el infierno. Los cristianos no deben señalar la homosexualidad como si fuera un pecado imperdonable. Necesitamos proclamar el evangelio a todo pecador. Aquellos que abrazan la homosexualidad necesitan que escuchar que su perspectiva de vida es anti-Dios. La homosexualidad es uno de los muchos pecados que hay que dejar de lado para venir a Cristo.

En realidad, la forma en que debemos tratar a los homosexuales es la misma forma en que debemos tratar a los alcohólicos, a los adictos a la pornografía, a los mentirosos; o incluso a los asesinos y ladrones, entre otros. Todo pecador debe arrepentirse y volverse a Jesús, el único que puede salvar.

Y la motivación en todo esto es que Dios perdonará a los que se arrepientan. No es solo una teoría. El perdón de Dios está fácilmente disponible.

Debemos amar a los esclavos de la homosexualidad, pero el amor no significa aceptación.

 Un gran argumento a favor de la homosexualidad hoy en día es que deberíamos querer que los homosexuales sean felices y puedan experimentar la vida de la manera que quieran. En otras palabras, los cristianos deben amar y aceptar a sus vecinos homosexuales permitiéndoles vivir sus vidas en pecado.

El problema con esta idea es que se trata de una redefinición del amor. Como cristianos, amamos y queremos ayudar a nuestro prójimo. ¡Queremos verlos abrazar a su Creador en lugar de alejarse de Él para siempre! Por lo tanto, el amor es lo que nos impulsa a contarle a la gente sobre su pecado y su necesidad de un Salvador. Aceptar el pecado de una persona no es amar a esa persona. ¡Un cristiano no debe sentarse tranquilamente mientras ve a su amigo saltar alegremente hacia la oscuridad y el tormento eterno!

Sin embargo, es importante actuar de manera verdaderamente amable. La ira, los insultos, el odio y la arrogancia deben eliminarse de las conversaciones. Es importante ser paciente, cariñoso y amable. Si es posible, debemos buscar mantener las relaciones para que siempre exista la oportunidad de compartir las buenas nuevas de Jesús. Sin embargo, nunca debemos hacer concesiones y “acomodar” la verdad, sino que debemos defender lo que la Biblia enseña claramente.

 

Este artículo ha sido traducido y adaptado con el consentimiento de su autor.
 
Puede encontrar el artículo original en la página web del autor.