Artículos Sabiduría

Un Testimonio en el Templo

Escrito por Stephen Davey. Publicado originalmente bajo el título “A Testimony in the Temple

Si está casado o en una relación de noviazgo, probablemente pueda recordar la primera vez que su prometido vino a la casa de sus padres para conocerlos. Probablemente le dijo algo sobre cada familiar que conocería en preparación de la ocasión.  Y es posible que haya preparado a sus padres o familiares también para tener una mejor idea de qué esperar cuando conocieran a su pareja por primera vez.

Los primeros “encuentros”, normalmente crean recuerdos preciosos, y también humorísticos. Los momentos incómodos se convierten en recuerdos divertidos que durarán toda la vida. Hace poco leí acerca de una joven que estaba conociendo a la familia de su futuro esposo por primera vez. Él le advirtió, mientras esperaban a la puerta de entrada, que a su familia le gustaba comer alimentos exóticos. “Así que, prepárate para un menú inusual” le dijo. Mientras esperaban la cena, la tía del joven le preguntó a la chica si le gustaban los conejos. Asumiendo que esta era la “comida exótica” que estaban preparando para la cena, respondió con entusiasmo: “¡Nunca he comido conejo, pero no puedo esperar a probarlo!” Pero, la tía solo estaba preguntando porque su conejo mascota había tenido bebés hace poco y quería saber si a la joven le gustaría conocerlos, ¡no comérselos!

Mientras esperamos las próximas reuniones navideñas, debemos estar preparados para presentar a Jesucristo, nuestro Novio, a nuestros familiares, amigos y conocidos. Muchos de ellos, nunca han conocido al Jesús de la Biblia y todo lo que saben es el hecho de que “el niño” Jesús nació hace dos mil años. Debemos asegurarnos de presentarlo de buena manera.

Al considerar los primeros eventos después del nacimiento de Cristo, encontramos algunas verdades importantes acerca de nuestro Salvador que no debemos olvidarnos de compartir.

Por ejemplo, la ley levítica ordenaba que las madres tuvieran una “Ceremonia de purificación” 40 días después de dar a luz. En obediencia, María, José y el niño Jesús hicieron el corto viaje desde Belén hasta el templo de Jerusalén. Lucas registra el encuentro divinamente orquestado cuando la joven familia conoce a un hombre llamado Simeón, que tenía una misión principal en la vida.

Dios le había prometido a Simeón que no moriría hasta que viera al Mesías con sus propios ojos. Confiando en esa promesa, día tras día, Simeón se paseaba por el templo buscando algún tipo de señal, algún tipo de confirmación de que el Mesías había llegado.

Después de conocer a Jesús, Dios confirma en el corazón de Simeón que este bebé era realmente el Salvador. Simeón toma a Jesús en sus brazos y dice: “Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.” (Lucas 2:30-32).

En otras palabras, “por fin lo he encontrado”.

Las palabras de Simeón revelan dos verdades profundas que deben convertirse en parte de la historia navideña que contamos. Son tan importantes como los pastores, el pesebre y el nacimiento virginal.

Primero: El nacimiento, la vida y la muerte de Jesús nunca fueron el plan B para Dios; siempre fue el plan A.

Este fue el plan que Dios preparó desde la eternidad pasada, para la salvación de aquellos que aceptan a Cristo como su Salvador personal. Dios sabía que la creación sería “buena”, y que Adán y Eva pecarían. El Dios Trino siguió adelante con la creación, sabiendo que Dios el Hijo tendría que morir un día por una humanidad pecadora. Aún sabiendo todo eso, Dios creó a la humanidad, incluyéndolo a usted y a mí. 

¡Qué profundo amor y gracia! ¡Y experimentaremos el cielo para siempre porque Jesucristo siempre fue el plan de Dios!

En segundo lugar: La historia de la Navidad es un mensaje universal, no un mensaje universalista.

El universalismo es una falsa enseñanza. Es la creencia de que todas las personas, independientemente de su religión, irán al cielo cuando mueran. Las palabras de Simeón niegan claramente esta falsa enseñanza, y declaran que Jesús, el único Salvador, tiene una oferta abierta para todos, tanto gentiles como judíos.

Esta declaración habría impactado al pueblo judío. La nación de Israel había llegado a creer que el Mesías solo los salvaría de los gentiles, no que los salvaría a ellos y también a los gentiles. Simeón sabía que el futuro ministerio de este bebé sería, y todavía es salvar de su pecado y culpa a aquellos que confían en Él.

Asegurémonos de que esta temporada navideña la gente sepa que este bebé en un pesebre no es el final de la historia puede ser el comienzo de su salvación personal.

 
Este artículo ha sido traducido y adaptado con el consentimiento de su autor.