Lección 10: Programado Para La Eternidad

Pasaje Bíblico: Eclesiastés 3:9-15.

A lo largo de la historia, en todas las culturas, las personas han sostenido la creencia en la vida eterna. Debido a que estamos hechos a imagen de Dios, estamos diseñados con este sentido innato de eternidad. Es por eso que, en última instancia, estamos insatisfechos con las cosas de esta vida. En estos versículos, se nos recuerda la soberanía eterna de Dios mientras escribe la historia de nuestras vidas, en medio de capítulos desafiantes y hermosos. Y a pesar de todo, Dios desea que mantengamos una perspectiva eterna y encontremos gozo.

Introducción

Un autor hizo la interesante afirmación que no importa cuánto retroceda en el tiempo, toda civilización en la historia de la humanidad ha estado marcada por la idea de que viviremos para siempre en algún lugar. Entre más excavamos, más evidencias encontramos de que la gente creía en la vida más allá de la Tierra.[i]

Los aborígenes australianos imaginaban el cielo, como una isla lejana más allá del horizonte occidental. En México, Perú y la Polinesia se creía que las personas iban al sol o la luna después de la muerte. Los nativos norteamericanos creían que en la otra vida sus espíritus cazarían a los espíritus de los búfalos.

La historia secular más antigua que se ha descubierto se escribió en Babilonia unos 2.500 años antes del nacimiento de Cristo, y en ella se menciona que sus héroes, al morir, van a un lugar de descanso debajo de un árbol de la vida. Suena familiar ¿no le parece? En las pirámides de Egipto se sepultaba a ciudadanos poderosos y a la realeza. Junto a sus cuerpos embalsamados, ponían mapas para que no se perdieran en la otra vida. Séneca, un filósofo romano, dijo: «El día que teme – refiriéndose al día de su muerte – es el cumpleaños de [su] eternidad».

Aunque las representaciones del más allá varían ampliamente, el testimonio global de la inmensa mayoría de la raza humana y a lo largo de la historia, implica el concepto de una vida después de la muerte.[ii]

Alguien podría decir: «Stephen, no todo el mundo lo cree».

Yo le diría: «No, no todo el mundo está dispuesto a aceptarlo». Y buscan muchas formas de refutarlo.

Una vez le preguntaron al ateo Stephen Hawking cuál era su opinión sobre el cristianismo y la vida después de la muerte, en la que no creía, por supuesto. Él dijo que el cerebro es un computador que dejará de funcionar cuando sus componentes fallen, y que no hay vida después de la muerte para los computadores dañados. El continuó diciendo: «El cristianismo es un cuento de hadas, es una ilusión que abraza la gente que le tiene miedo a la oscuridad».

Días después le preguntaron a John Lennox, profesor de matemáticas de la Universidad de Oxford y apologista cristiano, sobre qué pensaba del comentario de Hawking de que el cristianismo es una ilusión abrazada por la gente que le tiene miedo a la oscuridad. Lennox se limitó a sonreír y respondió: «El ateísmo, es la ilusión que abrazan las personas que le tienen miedo a la Luz».

La verdad es que el creyente, es el único que le no teme ni a la luz ni a la oscuridad. No le tenemos miedo a la oscuridad de la muerte, porque sabemos que más allá de esa cortina oscura de la muerte está el reino de la luz y la vida eterna. La muerte es sólo la mano que abre la puerta del Cielo.

No todo el mundo admite que hay vida después de la muerte, pero la verdad es que el ser humano intuye que hay algo más allá. Dios nos puso en el tiempo, pero nos programó para la eternidad.[iii]

Así que la pregunta es la siguiente: ¿qué tipo de perspectiva debemos tener mientras viajamos a través del tiempo en nuestro camino hacia la eternidad? ¿cómo debemos vivir?

La Biblia nos ofrece muchos desafíos, consuelo, ánimo perspectivas y mandamientos; pero, el día de hoy, quiero responder a esa pregunta a partir de lo que encontramos en el diario inspirado de Salomón. Volvamos al capítulo 3 de Eclesiastés para ver las cuatro observaciones que hace a partir del versículo 9.

Quiero poner las observaciones de Salomón en forma de cuatro exhortaciones para el creyente mientras viaja a través del tiempo en su camino hacia la eternidad.

  1. No se desanime mientras Dios compone la historia de su vida.

Salomón comienza diciendo:

“¿Qué provecho tiene el que trabaja de aquello en que se afana? (Eclesiastés 3:9)

La palabra traducida “afanar” se refiere a la carga de una persona, su carga de trabajo en la vida. ¿Qué está logrando realmente en la vida con todo ese duro trabajo? Ahora note la observación de Salomón en el versículo 10:

Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él (tal vez espere que Salomón diga algo muy negativo a continuación; pero dice:) Todo lo hizo hermoso en su tiempo (Eclesiastés 3:10-11a).

La mención del tiempo aquí busca hacerle recordar el poema que acaba de concluir: hay un tiempo para nacer y para morir, para la tristeza y la alegría, para la risa y el llanto, para plantar y cosechar. Puede que no encaje en nuestros planes, pero todo encaja en los planes de Dios.

La palabra hermoso que estudiamos en nuestro último programa, puede traducirse como «adecuado o apropiado». Así que la pregunta no es: «¿Qué estoy logrando en la vida?»; sino: «qué está ajustando Dios en mi vida?» O «¿qué está haciendo Dios mientras revela Sus planes para mi vida?» Esto le ayuda a no desanimarse mientras Dios compone el siguiente capítulo en la historia de su vida.

Así es como usted evita malgastar los capítulos de sufrimiento: porque sabemos que Dios está haciendo esto, Dios es quien lo ha planeado, y permitido y usando en su vida.

José les dijo a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo, pasando años de sufrimiento y agonía: Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien (Génesis 50:20).

De esa manera, se abstiene de tergiversar esos capítulos de éxito en su vida, y transformarlos en motivos de orgullo e indulgencia: porque el éxito también es resultado de algo que Dios está escribiendo en el diario de su vida.

Muchas personas me contactaron la semana pasada, luego de estudiar el pasaje que habla de que Dios ha determinado la duración de nuestra vida – nuestro nacimiento y muerte, y todo lo que hay entre medio. Me decían algunos: Entonces, ¿para qué orar? Si el libreto de su vida ya está escrito ¿por qué orar por algo? Mire, la Biblia nos dice que la oración marca la diferencia. En el contexto de pedir sanación y lluvia, Santiago dice que: la oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:16).

La verdad es que no sabemos cuándo o cómo entrelaza Dios esas oraciones en Su plan eterno, entre otras cosas, porque estamos aquí debajo del Sol con nuestra perspectiva limitada en el tiempo. Sabe si desayunó, pero no está seguro si va a salir a tiempo de la iglesia para el almuerzo. Lo que sí sabemos, es que la Palabra de dios nos anima a orar por todo: por los enfermos, por nuestras necesidades diarias, por el avance del Evangelio, por protección contra el diablo y por la unidad de la Iglesia. Pero también se nos dice que no tengamos ansiedad por nada, porque Dios no solo sabe lo que vamos a orar antes de que lo hagamos, sino que hace todo lo que ha designado y nada puede detener estorbar sus planes.

El resultado de nuestra oración y el desarrollo de la providencia de Dios es un misterio. No sabemos bien el efecto de nuestra oración, sólo se nos dice que es muy importante.

Dios está tejiendo todo lo que Él llama hermoso, adecuado y apropiado desde Su perspectiva eterna en nuestra vida. Incluso las cosas que no parecen encajar desde nuestra perspectiva.

  1. No se olvide de este sentido de eternidad.

Fíjese otra vez en el versículo 11:

“…y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Eclesiastés 3:11b).

La palabra eternidad aquí, ha sido traducida de diversas maneras como “el mundo, la ignorancia, la oscuridad y la eternidad”. La mejor traducción, que encaja en este contexto y es la más aceptada también, es eternidad; ya que todo el pasaje trata de la forma en que Dios plenea y organiza los distintos eventos en el tiempo.[iv]

 Además, la misma palabra aparece en el versículo 14, donde leemos que todo lo que Dios hace permanece para siempre, será perpetuo, dura por toda la eternidad. En otras palabras, Dios ha puesto en nuestros corazones el concepto, la idea y la realidad de lo eterno. Y, de esa manera Dios crea esta curiosidad en nosotros acerca de la eternidad.[v]

Pero, como Salomón escribe aquí, a pesar de que Dios ha plantado en nosotros la convicción innata de la eternidad, no podemos entender, y mucho menos anticipar lo que Dios ha estado haciendo desde la eternidad pasada y lo que hará en la eternidad futura – a menos que lo revele por medio de las Escrituras. Pero el hecho es que todos estamos programados para la eternidad. ¿Por qué? Porque usted fue hecho a la imagen de un Dios eterno. Fue hecho para vivir eternamente y usted refleja esa inmortalidad al tener la eternidad en su corazón y en su mente.

Dios nos ha plantado en el tiempo, pero con un sentido implantado de eternidad.[vi]

C.S. Lewis lo escribió de esta manera: Si encuentro en mí un deseo que ninguna experiencia de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo.[vii]

Salomón hace una tercera observación. Con ella, nos dice cómo debemos vivir en el tiempo mientras nos dirigimos hacia la eternidad.

  1. No pierda la alegría de las cosas simples.

Salomón escribe en el versículo 12:

Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor (Eclesiastés 3:12-13).

Estoy convencido de que, si estos versículos no estuvieran en la Biblia, muchos cristianos se opondrían a la idea. De hecho, aún con estos versículos, muchos creen que está mal sentir cualquier tipo de placer, como si todo placer fuera carnal o pecaminoso. Pero Dios nos manda a disfrutar de lo que nos ha dado, incluyendo la comida, la bebida y el trabajo. Hay placer en hacer cosas buenas y disfrutar del fruto de su trabajo. Recuerde que Dios nos creó para eso. Él plan perfecto de Dios incluyó a Adán y Eva trabajando y disfrutando del jardín del Edén.

Quizás piense, puedo entender cómo disfrutar de la comida, pero ¿puedo disfrutar de mi trabajo? ¡Si trabajo en atención al cliente! O limpiando baños o cortando el césped y arrancando malezas. ¿Se puede encontrar placer en eso? Sí, es posible disfrutarlo. Considere todo lo que hace como un regalo de Dios para usted.

Y observe cómo lo expresa Salomón: disfrutar de las cosas simples y sencillas de la vida no es solo algo bueno. Mire lo que dice otra vez. Él lo pone de esta manera: conocí que no hay cosa mejor que alegrarse en estos simples placeres, reconociendo que son regalos de mi Dios Creador.[viii]

Mire, es como si Salomón dijera: Su vida podrá estar limitada en el tiempo, pero no es una pérdida de tiempo. De hecho, ¿sabe qué? Esos tiempos sencillos de alegría, son en realidad regalos de Dios que Él ha creado para que los disfrute. No sé si alguna vez lo había pensado, pero «¡Dios disfruta de que usted disfrute!»[ix]

Él quiere que disfrute su vida. Él no solo le ha dado la capacidad de disfrutar con los cinco sentidos que creó en usted, sino que también le da las oportunidades y momentos y provisiones para hacerlo. Mientras no esté pecando o yendo en contra de Su palabra, Dios se goza en el hecho de que usted pueda disfrutar de las cosas sencillas de la vida.

En uno de mis comentarios sobre este pasaje, el autor aplica este versículo de forma práctica y escribe que Salomón está diciendo: No hay nada de malo en tomarse unas vacaciones. De hecho, salga y pase tiempo al aire libre, disfrute de un pasatiempo como plantar algunas flores o ver un partido de fútbol.[x]

Estaba trabajando en mi sermón el sábado cuando me encontré con este comentario. Justo me estaba preguntando quién iba ganando el partido de Luisiana contra Alabama. Era un partido importante. Hasta el presidente y su esposa estaban en las gradas. Se decía que era el partido del siglo. Yo tenía un sermón por escribir, pero entonces leí esto en el comentario – “Vea un partido de fútbol.” Obviamente era la voz de Dios. Así que prendí la televisión y vi un poco de fútbol. Mi sermón sería más corto de lo normal, pero pensé que usted disfrutaría eso. ¿Amén? No tan fuerte.

Pablo probablemente tenía este versículo en mente cuando escribió en el Nuevo Testamento: Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).

Pablo y Salomón coinciden en que disfrutar de una buena comida puede hacerse con acción de gracias, glorificando a Dios quien le da la capacidad de hacerlo. Así que hoy, no sólo puede disfrutar de su cena, sino que, además, Dios disfrutará del hecho de que usted la disfrute, porque Él lo creó con la capacidad de hacerlo. Él le dio ese regalo y quiere verlo que lo disfrute.

¡Una simple comida!

Enséñele a sus hijos y nietos, que incluso las cosas más sencillas son regalos de Dios y que hay que disfrutarlas. Hace unas semanas, llevé a uno de mis nietos a comer donas. Hasta nos sacamos una foto para conmemorar este momento educativo. No se cuánto apreciaron sus padres que volviera a casa con toda la energía que le dio el azúcar, pero era momento de educar a mi nieto en la sabiduría de Eclesiastés.

No le sorprendería llegar al Cielo un día y que el Señor nos mire a algunos de nosotros y nos diga: «Saben, quería que disfrutaran mucho más de sus vidas. Les di muchos pequeños regalos para que los disfrutaran, pero normalmente estaban buscando otras cosas. Se perdieron de los regalos que les di en el camino».

Si Dios le está dando esos pequeños regalos mientras viaja a través del tiempo en su camino a la eternidad, Salomón le diría: «Identifíquelos, reconózcalos y disfrútelos tanto como pueda». Vienen de la mano de su eterno y gozoso Dios.

  1. No pierda de vista la soberanía de Dios.

Fíjese en el versículo 14:

He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres (Eclesiastés 3:14).

En otras palabras, tener una visión adecuada de la soberanía de Dios, nos lleva a temerle. Esta es la expresión hebrea que equivale a confiar en Él, sentir temor ante Él y adorarle. ¿Por qué? Porque Sus planes para usted son perfectos. Su vida y todo lo que ha pasado en ella no es un error.

Note de nuevo, todo lo que Dios hace será perpetuo – permanece para siempre – nada se puede añadir o quitar. Es decir, nada puede agregarse a su plan y nada puede quitarle lo que Él ya ha decidido hacer en su vida.[xi]

Dios nunca necesitará usar un borrador en su vida. Él nunca ha dicho: «Necesito agregar esto. No lo vi venir. Necesito quitar esto». No, Dios nunca tiene que reescribir nada.

Incluso cuando parece que Dios no está gobernando desde el Cielo, Él lo está haciendo. Cuando el mundo está lleno de caos – y quizás su vida es confusa y caótica en este momento también – confíe en la promesa de que Dios está ordenando el caos para cumplir Sus planes soberanos. Cuando las cosas parecen desmoronarse, Dios está organizando las piezas que caen para que encajen en el plan de Sus propósitos eternos.

Salomón escribe, prácticamente, que lo que Dios hace no sólo es para siempre, sino que es impecable.[xii] Y eso es porque sólo Dios tiene una visión eterna. Él puede ver como todo encaja desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura.

Un autor escribió que sólo Dios tiene una visión clara de las cosas porque es una visión eterna; mientras todo lo que nosotros podemos ver es un punto de vista.[xiii] Y nuestro punto de vista no es más grande que un pequeño punto.

Esta verdad le dio seguridad y esperanza a Job quien escribió al final de su sufrimiento:    Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, [Dios], y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado. (Job 42:2 LBLA).

Salomón escribió en el libro de Proverbios: Todas las cosas hechas por el Señor tienen su propio fin (16:4a LBLA).

Escuche, no podemos saber todo lo que la mano de Dios está haciendo en el misterioso flujo de nuestras circunstancias y nuestras vidas.[xiv] De hecho, tal vez luche con la verdad de que Dios es soberano sobre su vida y créame, seguimos siendo responsables de someter nuestras vidas a Él y levantarnos de la cama en la mañana para obedecerle. Nos sometemos a Él, lo que es lo que Salomón escribe aquí: le tememos, es decir que le adoramos, elegimos caminar con Él y confiamos en Él. Y reconocemos también que la vida es lo que pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes.[xv]

Permítanme expresarlo de otra manera. La vida que Dios ha planeado para nosotros se da mientras estamos ocupados en otros planes. Y confiamos en Él, porque Él ve desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Sus planes son mejores que los nuestros. La soberanía de Dios no debería asustarnos, debería alegrarnos y llenar de paz nuestro ser. Él hará lo mejor, porque Él nos ama, él tiene una perspectiva eterna, y tiene el poder y la autoridad para hacer su voluntad. Como verá, con Dios como soberano sobre todo, no existen los accidentes. Cada evento y circunstancia ha sido diseñada y encaja perfectamente en el bello plan de Dios.

Oh, si tan sólo pudiéramos vivir cada día con esto en mente y no perder de vista la Gracia soberana, perfecta y eterna de Dios.

A veces lo vemos. A veces lo entendemos. A veces decimos: «Oh, ahora veo por qué Dios hizo eso o dijo ‘no’ a aquello o me hizo esperar aquí. Ahora entiendo porque ese problema que tenía se convirtió en una oportunidad».

Este es un ejemplo de cómo puede lucir. Un fiel hermano de nuestra iglesia sufrió la desgracia que lo chocaron por detrás hace unos meses. No fue su culpa. Gracias a Dios, el golpe no le hizo daño a él, pero dañó la parte trasera del auto. Él salió del vehículo y se acercó a la conductora del auto que lo había chocado. Era una joven universitaria que estaba de pie junto a su vehículo, llorando. Él trató de consolarla y le dijo: «Tranquila. Dios quería que te conociera hoy y por eso ha pasó esto. Dios quería que te conociera».

Cuando no perdemos de vista la soberanía de Dios, hacemos nuestros planes con diligencia, como enseña la palabra de Dios; pero entendemos que somos nosotros los que escribimos con lápiz; puede que la vida que planeamos no sea la que Dios ha planeado para nosotros ese día. La vida pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes… y confiamos en Él cuando saca su goma de borrar y los cambia.

Salomón termina este párrafo con el versículo 15:

Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya” (Eclesiastés 3:15a).

En otras palabras, desde la perspectiva de Dios el pasado y el futuro son parte de Su panorama; Él no olvida nada del pasado y no hay nada en el futuro que lo tome por sorpresa. Y el versículo termina diciendo:

“…y Dios restaura lo que pasó” (Eclesiastés 3:15b).

Lo que Salomón quiere decir aquí es que Dios, al final de los tiempos y al principio de la eternidad, redimirá todo lo que pasó. Dios va a restaurar todas las cosas.[xvi]

Entonces, sin Dios ¿qué es lo que le queda?

Un hombre escribió sobre la desesperanzadora perspectiva de esforzarse a través de la vida para luego enfrentarse a un futuro eterno sin la seguridad de un Dios creador, soberano, bondadoso, y gozoso.

Se llamaba Clarence Darrow, y fue el abogado que defendió la evolución en un famoso juicio en 1925, que cambió trágicamente el curso de la educación escolar en Estados Unidos. Ésta era su esperanza para la vida y el futuro. Él escribió que la vida es como un barco sacudido por cada ola y ráfaga de viento; un barco que no se dirige a ningún puerto o bahía, sin timón, sin brújula, sin conductor, que flota simplemente durante un tiempo y luego se pierde para siempre en las olas.[xvii]

Salomón no estaría de acuerdo, ya que anima al creyente a viajar por la vida en su camino hacia la eternidad no perdiendo de vista la soberanía de Dios. De esa manera, no perderá la alegría de los simples y pequeños eventos creados por Dios. Y, al reconocer que Dios ha puesto eternidad en su corazón, evitará perder el ánimo mientras Dios escribe la historia de su vida.

Este manuscrito es de un sermón predicado el 11/10/2019 por Stephen Davey.

© Copyright 2019 Stephen Davey

Todos los derechos reservados.

[i] Adapted from Randy Alcorn, Heaven (Tyndale House, 2004), p. xix 

[ii] Ibid 

[iii] William D. Barrick, Ecclesiastes: The Philippians of the Old Testament (Christian Focus, 2015), p. 66 

[iv] Michael A. Eaton, Ecclesiastes (IVP Academic, 2009), p. 94 

[v] Douglas Sean O’Donnell, Ecclesiastes (P&R Publishing, 2014), p.74

[vi] Benjamin Shaw, Ecclesiastes: Life in a Fallen World (The Banner of Truth Trust, 2019), p. 42 

[vii] Quoted in Philip Ryken, Ecclesiastes: Why Everything Matters (Crossway, 2010), p. 93 

[viii] Adapted from Ryken, p. 94 

[ix] David Jeremiah, Searching for Heaven on Earth (Integrity, 2004), p. 67 

[x] Adapted from Jeremiah, p. 67 

[xi] Tremper Longman III & David E. Garland, General Editors: The Expositor’s Bible Commentary: Volume 6 (Zondervan, 2008), p. 292

[xii] Jeremiah, p. 70 

[xiii] Ryken, p. 92 

[xiv] Adapted from Thomas La Mance, quoted in Don Givens, The Storms of Life (Xulon Press, 2008), p. 59

[xv] Adapted from Thomas La Mance, quoted in Don Givens, The Storms of Life (Xulon Press, 2008), p. 59 

[xvi] Quoted in John D. Currid, Ecclesiastes: A Quest for Meaning? (EP Books, 2016), p. 37

[xvii] Quoted in John D. Currid, Ecclesiastes: A Quest for Meaning? (EP Books, 2016), p. 37