Lección 13: Escuchando la Voz Correcta

Lección 13: Escuchando la Voz Correcta

Pasaje Bíblico: Eclesiastés 4:1-8.

¿Qué motiva tu vida? ¿Poder, posesiones, afirmación? ¿O existe una motivación duradera y más satisfactoria en la vida? El rey Salomón encontró una y, en esta lección, Stephen Davey abre el diario privado de Salomón y comparte su sabiduría para lograr una satisfacción duradera.

Introducción

Un hermano de la iglesia me compartió una página de un periódico que trataba sobre un programa de ejercicios para el Año Nuevo. No sé por qué me lo dio – pero estoy seguro de que tenía buenas intenciones. Me pareció que este programa era muy bueno, así que quise compartírselo a usted:

  • Comience poniéndose de pie en superficie amplia, donde disponga de suficiente espacio a cada lado suyo;
  • Extienda los brazos rectos a los lados con una bolsa de 1 kilo de papa en cada mano y sosténgalas así todo el tiempo que pueda.
  • Trate de llegar a un minuto completo, luego relájese por unos cuantos segundos y repita el ejercicio tres veces cada día.
  • Después de dos semanas, cambie a bolsas de 5 kilos y repita los pasos del ejercicio anterior cada día.
  • Cuando se sienta seguro a este nivel, pase a bolsas de 10 kilos y repita el proceso.
  • Una vez que se sienta seguro a este nivel, empiece a poner una papa en cada bolsa.

Me gustó el consejo. Podemos hacerlo.

No pude evitar pensar en el hecho de que hay una gran cantidad de personas por ahí listas para dar consejos en cuanto a todo tema imaginable. Pero no se están riendo. Hablan muy en serio.

Estamos rodeados de consejos de fácil acceso, especialmente los que le enseñan cómo progresar en la vida y cómo aprovecharla al máximo. Entre más exitosos parecen ser, más infalibles son sus consejos.

Un artículo captó mi atención hace poco. Un canal de televisión transmitió lo que llamó, “las porciones de sabiduría” de un hombre rico que no voy a nombrar. Millones de personas en el mundo de las inversiones se tragan sus consejos y este canal reunió los que consideran los mejores consejos de vida de este hombre.

Por ejemplo, el aconseja:

  • Asóciate con personas de clase alta, personas a las que te gustaría parecerse. En otras palabras, puede que tenga que deshacerse de aquellos amigos que no están en el nivel de ingresos al que a usted le gustaría llegar, porque podrían frenarte o incluso llevarte en la dirección equivocada.
  • Invierte en ti mismo. Esto no es más que otra forma de decir: usted es la persona más importante en su mundo. Póngase en primer lugar.
  • Un consejo más que nos da es – cásese con la persona indicada – pero es bastante difícil interpretar exactamente lo que quiere decir. Si usted mira lo que esta persona ha hecho, es evidente que no significa quedarse con la persona que está casado. No, casarse con la persona indicada, significa que, si usted está casado con la persona equivocada, debería dejarla y convivir con otra mujer durante 25 años antes de confirmar que ella es la persona correcta y luego casarse, que fue lo que él hizo.

Seguir los consejos sobre el matrimonio, la amistad y la vida de parte de personas como él, es como seguir el consejo de alguien que le dice cómo volverse más fuerte sosteniendo bolsas de papa vacías. Querido oyente, una de las cosas más críticas en la vida es seguir el consejo correcto y escuchar la voz adecuada.

Uno de los hombres más ricos del planeta, está llegando al final de su vida y reconoce que ha gastado décadas siguiendo la voz equivocada y viviendo la vida equivocada. Él deja las cosas claras al escribir en su diario personal una colección de consejos inspirados para su hijo Roboam, y para el resto del mundo.

Abra su Biblia conmigo en libro de Eclesiastés. Hoy en nuestro estudio, llegamos a lo que los eruditos del Antiguo Testamento llaman la sección central de su diario. Los capítulos 4 al 10 se consideran la sección central. Podrá notar, que se parece mucho al libro de Proverbios, también escrito por Salomón. Consiste en frases cortas que tocan muchos temas cruciales sobre la vida.[i]

Esta sección, es una guía de supervivencia, por así decirlo, para evitar las trampas y callejones sin salida mientras navega por las tormentosas aguas de la vida. Si la primera parte de su diario trataba de encontrar el significado de la vida debajo del sol, estos próximos capítulos podrían titularse “sobreviviendo al mal debajo del sol”.

Salomón comienza describiendo de forma muy gráfica y realista el mundo que le rodea, un mundo que no ha cambiado ni un poco en 3.000 años. Hoy estamos en el capítulo 4, donde Salomón abre el telón para mostrarnos cuatro escenas diferentes que describe para nosotros. Si tuviera el programa de la obra, la primera escena se llamaría:

Opresión Despiadada: Estando del lado equivocado del poder terrenal

Se abre el telón en la escena uno y Salomón dice:

Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador (Eclesiastés 4:1).

La escena que nos muestra no es una comedia, es una triste realidad. Salomón dice dos veces que no había nadie que los consolara – en otras palabras, no hay escapatoria. No hay justicia, ni reivindicación, ni mejora, y no hay rescate a la vista. Cuando escribe que no había nadie que los consuele, Salomón quiere decir que no tienen “ningún recurso terrenal que les ayude o les de alivio”[ii]

Esta es una porción intensamente emocional en el diario de Salomón. No está para leerla rápidamente y seguir con su vida. Salomón ha visto lo suficiente en el mundo, como para llamarlo categóricamente “un mundo lleno de opresión.” Él va a utilizar la palabra traducida “opresión” tres veces en este versículo inicial.

Observe cómo la usa primeramente para describir acciones a su alrededor: vi todas las opresiones (o violencias según su traducción) que se hacen debajo del sol. Luego Salomón usa esta palabra para describir a las víctimas: y he aquí las lágrimas de los oprimidos – como si dijera: no pueden hacer más que llorar de desesperación y dolor. Y luego, la tercera vez que Salomón usa la palabra es para describir a los culpables – la fuerza estaba en la mano de sus opresores.[iii]

Así que encontramos a la opresión, a los oprimidos y a los opresores.

La raíz hebrea de la palabra “opresión” hace referencia a las acciones de los que están en el poder, para abusar y agobiar a otros; literalmente puede referirse a pisotear y aplastar a los que son más débiles, más pequeños, más pobres o más abajo en cualquier categoría en ese momento de la vida.[iv]

Salomón no especifica a quién tiene en mente. Él simplemente describe a los que tienen más poder y utilizan esa situación para aplastar a otras personas. El opresor puede ser un marido o un padre abusador; incluye desde un matón en la escuela, hasta el dictador de un país; un proxeneta, un mafioso o pandillero, un traficante, un jefe abusador o un abusador de menores.

La palabra opresión puede referirse a la privación de ingresos, tierras o derechos personales, y sin duda incluiría las personas en poder que persiguen a los cristianos por causa de su fe. No necesita vivir por mucho tiempo para ver la opresión actuando en el escenario de la historia humana.

Por causa de su pecado, Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén en el capítulo 3 del Génesis, y ocho versículos después, su familia es destrozada cuando uno de sus hijos mata a su hermano en un arranque de envidia.

La corrupción del corazón humano parece desafiar toda imaginación. Hace unos días, un adolescente que conducía su camioneta vio a un anciano que estaba por cruzar la calle con su bastón sin molestar a nadie. Este joven dio una vuelta en U para atropellar a este hombre cuando iba por el medio de la calle aplastándolo hasta la muerte. Luego de que lo detuvieron, lo entrevistaron, y dijo que sólo quería saber lo que se sentía matar a alguien. Mire las noticias y verá que nuestro mundo está lleno de opresión.

En este punto, usted podría esperar que Salomón repita su declaración de fe y confianza del capítulo 3, donde nos recordó que Dios va a arreglar todo un día en su tribunal de santa justicia. Sin embargo, Salomón dice lo que podría esperar de parte de la gente que no ve más allá del sol – Fíjese en el versículo 2:

Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen (Eclesiastés 4:2-3).

Al observar la horrible opresión en el mundo, usted podría llegar a la conclusión, tal como Salomón aquí, que es mejor estar muerto que vivo. Y trágicamente unas 130 personas sólo en los Estados Unidos, toman la decisión de quitarse la vida cada día. Una de las tendencias preocupantes en nuestro mundo de hoy, es la creciente tasa de suicidios. Pero Salomón no está recomendando el suicidio. En realidad, él está diciendo que sería mejor ni siquiera haber nacido para no tener que sufrir de estar del lado equivocado de poder abusivo. Sería mejor no haber nacido para no tener que derramar lágrimas de desesperanza en este despiadado, destructivo, corrupto, peligroso, egoísta y doloroso mundo.

Por cierto, esta es la perspectiva de la persona que está atrapada aquí debajo del sol sin la esperanza de pertenecer al Dios de toda consolación, nuestro Señor Jesucristo. Salomón escribe dos veces que los oprimidos no tienen consuelo. La palabra traducida consuelo, es la misma palabra hebrea que el padre de Salomón usó en el Salmo 23 para decirnos, que nuestro aliento o consuelo viene de la vara y el cayado de nuestro Buen Pastor. Eso se refiere a Su palabra que nos corrige, a Su presencia y cuidado soberano sobre nosotros. Nuestra fuente de consuelo no está aquí debajo del sol, sino en el Creador del sol.

Esto me recuerda a la creyente de la que leí hace poco, que vive en un país musulmán donde ha sido repudiada y desheredada por su familia por haber creído en el Evangelio. Ella escribió: “Mi vida estaba en constante peligro, pero en lugar de desesperarme tengo consuelo en la palabra de Dios y en Su presencia… en pertenecerle a mi Señor y Salvador, Jesucristo.[v]

El salmista ora en el Salmo 119, lo que Salomón sin duda escuchó muchas veces en su infancia:

Se acercaron a la maldad los que me persiguen…
Más cercano estás tú, oh Jehová
(salmo 119:150-151)

Todos mis caminos están delante de ti.
(salmo 119:168)

Me levanto antes del alba y clamo por ayuda; en tus palabras espero.
(salmo 119:147)

Rivalidad Envidiosa: compitiendo con los vecinos

La segunda escena que Salomón describe es lamentablemente tan normal como la anterior. La llamaremos: “Rivalidad envidiosa” y el subtítulo sería “Compitiendo con los vecinos”.

Leamos el versículo 4:

He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras (es decir, el éxito en el trabajo) despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu (Eclesiastés 4:4).

Salomón habla en términos generales y sin embargo, al mismo tiempo está contando cosas que quizá no nos gustaría escuchar. En esencia, dice que una de las mayores motivaciones en la fuerza de trabajo hoy, es la competencia por el éxito, y el éxito está determinado por tener más, hacer más, vender más, poseer más y lograr más que la competencia. Por eso se llama competencia.

Un profesor de la Escuela de Negocios de Harvard escribió sobre una tendencia preocupante en el mundo de los negocios. Él lo llama “obsesión por la comparación”. Él escribe que una antigua alumna suya que se graduó diez años atrás y con un excelente trabajo en una empresa importante, sufre de obsesión por la comparación. Le parecía que tenía un excelente trabajo hasta que se enteró de que uno de sus compañeros de universidad había sido nombrado vicepresidente de una empresa. A partir de ese momento, apenas podía mantener una conversación sin lamentarse por no tener la misma posición.

Este profesor escribe que los ejecutivos, analistas de la bolsa, abogados, médicos y otros profesionales, están igualmente obsesionados en comparar sus logros con los de los demás en su profesión. Él concluye que la gente está cada vez más atrapada por la obsesión por la comparación.[vi]

Salomón llama a este problema de una forma menos sofisticada. Lo llama pecado. Envidia. Codicia. La obsesión por la comparación es una envidia pecaminosa. Envidiamos el éxito de los demás en lugar de disfrutar del nuestro. Este deseo pecaminoso significa que no sólo queremos salir adelante en la vida, queremos estar por encima de los demás.[vii]

Vivimos en un mundo lleno de personas que compiten con sus colegas, vecinos, familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos. Y nadie se escapa de esta tentación, porque todos estamos infectados con el pecado. Incluso los que estamos en el ministerio. Cuando viajo, la gente insiste en preguntar: “Cuántas personas van a su iglesia?” ¿Por qué me veo tentado a responder con la asistencia de domingo de Pascua o el de Navidad cuando hay más personas que en todo el año? Los pastores también están infectados con este problema.

Un pastor escribió recientemente que estaba sentado en la sala de estar en su casa un domingo por la tarde con su hijo de seis años. De repente su hijo preguntó: “Papá, cuando estas sentado justo antes de pararte para predicar, y estas con la cabeza inclinada. ¿Qué estás haciendo?

Su padre respondió: “Le pido al Señor que me dé un buen sermón”.

Su hijo respondió: “Bueno, y ¿por qué no te responde?”[viii]

Hablando en serio, predicadores pueden caer en la tentación de compararse con otros predicadores más populares, o mejores en sus ojos. Hermanos en la iglesia pueden envidiar la posición de servicio de otros, o los resultados.

Es muy fácil ignorar el pecado de la envidia en la iglesia local; o como dijo el gran teólogo, A.W. Tozer: “olvidamos la lección de que como cristianos no somos competidores, somos colaboradores”.[ix]

Salomón pinta la imagen de alguien que trata de pasar a todos los demás en la carrera de la vida solamente motivado por la rivalidad y la competencia. Y luego, Salomón invierte abruptamente la escena de la rivalidad envidiosa, y nos pinta la escena de una pereza arrogante.

Pereza arrogante: Renunciando a las responsabilidades

Mire el versículo 5:

El necio cruza sus manos y come su misma carne (Eclesiastés 4:5).

Suena asqueroso, ¿verdad?

El necio cruza sus manos. Tenga en cuenta que un necio en la Biblia no es alguien que reprobó el tercer grado. Un necio es una persona arrogante, absorta en sí misma, que rechaza el consejo de la Palabra de Dios. Así que aquí vemos a una persona que cree que es mejor que todos lo que están trabajando y cumpliendo con sus responsabilidades. Menosprecia a la gente ocupada. Busca hacer lo menos posible.

A propósito, esto no significa que esté desempleado. Probablemente usted trabaje con alguno de ellos. Nada en su trabajo los motiva. Están adormecidos. Marcan tarjeta a la entrada y a la salida. Están matando el tiempo.[x]

Salomón dice que lo que realmente están haciendo, es desperdiciar sus vidas y más que eso, destruyendo su reputación, su ética de trabajo y testimonio. Esperan que los demás hagan todo lo que puedan, que hagan el trabajo y terminen las tareas difíciles, mientras ellos sólo esperan que los atiendan. Se  cruzan de brazos y esperan el fin de semana. No van a obsesionarse con el trabajo y competir por envidia, pero van a holgazanear y tener bajo rendimiento; y ninguna de las dos es una ética bíblica de trabajo.[xi]

Ambición Ciega: Convirtiéndose en un viejo tacaño

Salomón ahora describe una escena que llamaremos “Ambición ciega”.

Fíjese en el versículo 7:

Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano…”(Eclesiastés 4:7-8a).

Ahora escuche esto: Salomón describe a un hombre que no tiene herederos, no tiene familiares cercanos o lejanos para dejarles su herencia. Da la sensación de que tampoco quiere una familia de todos modos, porque se interpondrían en su camino de materialismo y ambición.

Continuemos leyendo en el versículo 8:

“…nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo (Eclesiastés 4:8b).

El subtítulo de esta escena podría ser: “Volviéndose un viejo tacaño”. Lo que Salomón hace aquí es describir a una persona avara. Sus únicos amigos son su dinero y su trabajo. No necesita a nadie y no quiere a nadie tampoco. Esta es una persona con la nariz enterrada en su libro de cuentas, con un deseo insaciable de dinero, sin un final a la vista para su trabajo y sin satisfacción alguna por delante.

Salomón nos dice que esta persona nunca se detiene a hacerse preguntas obvias como: “¿Qué estoy haciendo por alguien que no sea yo mismo?” O “¿Por qué mis riquezas sólo me llevan a desear más?”[xii]

“No disfruto de nada, todo lo que quiero es tener más.” Salomón describe a la raza humana perfectamente bien, ¿no es así?

Estas cuatro escenas describen cuatro caminos, cuatro resultados posibles de escuchar la voz equivocada y seguir el consejo equivocado.

  • Algunos persiguen el poder, pero luego lo abusan.
  • Otros trabajan duro, pero la motivación oculta de su corazón es ser aplaudidos o estar por encima de los demás.
  • Otros simplemente deciden holgazanear. Cruzan sus manos con arrogancia egocéntrica y exigen que los sirvan en lugar de servir.
  • Y otros nunca se toman un respiro. No paran de contar sus monedas, sus trofeos o sus juguetes, y nunca parecen darse cuenta de que todo el mundo se ha ido dejándolos solos ensimismados en su mundo.

 

Proverbio del Equilibrio

Escondido en medio de estas cuatro escenas, hay un sabio proverbio divinamente inspirado.

Volvamos al versículo 6:

Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu” “(Eclesiastés 4:6).

Salomón describe a alguien con equilibrio. Sus manos no están cruzadas o inactivas. No está tratando de acumular más y más con ambas manos. Pero, no ha renunciado a trabajar tampoco. Su mano está llena, pero con descanso. La palabra “descanso” se refiere a satisfacción o contentamiento.[xiii]

Salomón describe una satisfacción equilibrada, sabia, que es capaz de decir: “Tengo un puñado. Dios me ha dado lo suficiente”.

La codicia, la envidia, la competencia y el poder – todos descritos en este pasaje – son iguales en que nunca dirán: “Tengo suficiente”. Nunca estarán satisfechos con lo que tienen. Siempre hablarán de lo que quieren y no tienen.

Salomón nos dice que hay algo mejor que todo eso. ¿Notó cómo empieza el proverbio? “Más vale” es decir “Aquí hay algo mejor.” Vale la pena seguir esta dirección. Escuche esta voz, siga este consejo. Y si escucha esta voz, que es el consejo del Espíritu de Dios, lo invitará a confiar en lo que Dios ha puesto en sus manos – lo suficiente. Ahora úselo, disfrútelo y siga trabajando – no para usted – para la gloria de Dios.

No puedo pensar en un testimonio de contentamiento más poderoso en los últimos tiempos, que el de una niña que tenía todos los motivos para pasarse la vida quejándose por lo que le habían robado. Cuando tenía seis semanas de edad se resfrió. El médico de la familia estaba de viaje y le recomendaron que la viera otro médico que justo iba de paso por la ciudad. Resulta que el hombre no era médico después de todo, pero disimulaba muy bien. Le recetó que se aplicara cataplasma de mostaza caliente en sus párpados que se habían hinchado por un sarpullido. La infección desapareció con el tiempo, pero el tratamiento le dejó cicatrices en los ojos, y no pasó mucho tiempo antes de que sus padres se dieron cuenta de que la bebé había perdido la vista. Para ese entonces, el médico había abandonado la ciudad hace tiempo y nunca más se supo de él.

Cuando la niña tenía cinco años, amigos y vecinos reunieron suficiente dinero para enviarla a un especialista que tratara sus ojos. A pesar de que solo tenía cinco años, ella nunca olvidó de cuando el médico le dijo: “Pobrecita, me temo que nunca volverás a ver”.[xiv]

Pero ella no vivió con la actitud de conmiseración del médico. Ella entregó su vida a Cristo, y entre otras cosas recurrió a la poesía para expresar su confianza y contentamiento en Cristo. No pasó mucho tiempo, antes de que esta niña, llamada Fanny Crosby, escribiera su primer poema. Y este poema tiene una forma de traer convicción y confrontar a un mundo sumido en el deseo de poder, el prestigio, la competencia, la envidia, la pereza arrogante, y la búsqueda egoísta de más de eso, más de aquello y más y más y más. Ella pareció entender el sabio proverbio del equilibrio en la vida a su corta edad. Dios había llenado su mano con algo – no era mucho – pero era algo en lo que podía ser diligente, algo que podía desarrollar, algo que podía usar para bendecir a los demás y en última instancia glorificar a Dios.

Su primer poema escrito cuando ella tenía ocho años destacaba su sencillo, pero decidido testimonio de contentamiento piadoso. Dice así:

Cuántas bendiciones tengo
que otros desearían poseer;

Aunque el mundo llora mi ceguera,
yo no puedo y ni lo quiero hacer.

Oh, qué niña tan feliz que soy
a pesar de que no puedo ver.

Decidida estoy que en este mundo
satisfecha yo estaré.[xv]

 

 

Este manuscrito es de un sermón predicado el 1/12/2020 por Stephen Davey.

Copyright 2020 Stephen Davey

Todos los derechos reservados.

 

[i] Michael A. Eaton, Ecclesiastes (IVP Academic, 2009), p. 104  

[ii] Ibid, p. 106 

[iii] David A. Hubbard, The Preacher’s Commentary: Volume 16 (Thomas Nelson, 1991), p. 118  

[iv] R. Laird Harris, Gleason Archer & Bruce Waltke, Theological Wordbook of the Old Testament: Volume 2 (Moody Press, 1980), p. 705  

[v] Adapted from Philip Graham Ryken, Ecclesiastes: Why Everything Matters (Crossway, 2010), p. 108  

[vi] https://www.preachingtoday.com/illustrations/2011/july/2071111.html 

[vii] Ryken, p. 110 

[viii] Terry Powell, Serve Strong (Leafwood Publishers, 2014), p. 17  

[ix] Quoted in The Next Chapter After the Last, Christianity Today, Vol. 32, no. 13  

[x] Ed Young, Been There. Done That. Now What? (Broadman and Holman, 1994), p. 102  

[xi] Adapted from David Jeremiah, Searching for Heaven on Earth (Integrity, 2004), p. 88  

[xii] Adapted from Charles R. Swindoll, Living on the Ragged Edge (Insight For Living, 1986), p. 39  

[xiii] Ryken, p. 111 

[xiv] www.earnestlycontending.com/KT/bios/fannycrosby.html  

[xv] Warren W. Wiersbe, 50 People Every Christian Should Know (Baker Books, 2009), p. 102