Lección 14: Ministros de Soledad

Lección 14: Ministros de Soledad

Pasaje Bíblico: Eclesiastés 4:9-16.

La fe cristiana no está diseñada para experimentarse de forma aislada. ¿Pero sabías que incluso los reyes, las personas que a todo el mundo le gustaría estar cerca, luchan con la soledad también? El rey Salomón lo hizo. Y en su diario, el libro de Eclesiastés, nos brinda algunos consejos útiles para que nosotros también podamos combatir la soledad.

Introducción

Investigadores crearon un escenario en el que un grupo de personas formaban un círculo y jugaban con una pequeña pelota; los participantes debían evitar que la pelota cayera al suelo. Empezaron a jugar. Sin embargo, una mujer del grupo no sabía que a los demás participantes les habían dicho que nunca le pasaran la pelota a ella. Las personas se pasaban la pelota al azar, pero nunca le llegaba a ella. Al principio pareció esperar con paciencia. Se reía cuando los demás reían y sonreía cuando ellos sonreían. Pero a medida que seguían pasándose la pelota, pero nunca le llegaba a ella, su sonrisa fue desapareciendo. Se metió más en el círculo para llamar la atención. Cuando eso no funcionó, bajó las manos mostrando que ya no quería jugar o intentar atrapar la pelota.

Luego de numerosos experimentos sociales como este y entrevistas con los integrantes del grupo, los investigadores descubrieron que la persona excluida, empezaba a creer que, en toda su vida, no sólo durante el juego, las personas no la querían y que su vida carecía de sentido y propósito. El autor continuó sacando una aplicación y dijo que: nuestro mundo está lleno de personas que esperan que alguien les tire la pelota – que les sonrían, que simplemente les digan “hola”, que las vengan a visitar a su casa o les hagan una llamada. La gente se siente sola y anhela una pequeña señal, que les diga que sus vidas si tienen sentido o propósito.

Un estudio que leí recientemente decía que la típica persona de mediana edad o mayor tiene contacto con un familiar o un amigo apenas una vez a la semana o a veces menos. La falta de contacto familiar o con amistades – en una palabra, la “soledad” – se ha convertido en lo que muchos llaman ahora una epidemia social.

Leí en un artículo que el primer ministro de Inglaterra dijo en una entrevista, que la soledad es la triste realidad de la vida moderna y hay que hacer algo al respecto. Hoy se conoce la indudable conexión entre la soledad y los problemas al corazón, y una serie de enfermedades físicas y mentales. El primer ministro estaba anunciando la creación de un nuevo cargo en el gobierno: el “Ministro de Soledad”. Eso no significaba que su trabajo era sentirse solo, sino que este ministro y su personal de gabinete, se encargarían de combatir la epidemia de la soledad.[i]

Este no es un problema nuevo. Ya en Génesis capítulo 1, leemos que, mientras Dios iba creando el universo, veía que todo erabueno; y aún bueno en gran manera”. Sin embargo, antes de que el pecado entrara en el mundo perfectamente creado – de hecho, justo antes de que Dios formara a Eva a partir de la costilla de Adán, Dios identificó algo que no era bueno e hizo la sorprendente declaración: No es bueno que el hombre esté solo (Génesis 2:18). Esto siempre me ha parecido fascinante, porque para empezar Adán tenía a Dios. No estaba solo. Podían pasear juntos y conversar. Pero Dios dijo que Adán estaba solo.

Lo que Dios quiso decir específicamente fue que Adán no tenía una contraparte, una compañera, una esposa, y por esto Dios diseñó a Eva como la primera mujer y se la trajo. Dios estableció la institución del matrimonio y le mostró a Adán la bendición de la comunión del matrimonio, pero también estableció un principio de vida. Dios no quería que alguien viviera aislado. Ya sea en el compañerismo íntimo del matrimonio, el compañerismo con otro creyente, o el de los compañeros en la excursión de la escuela cuando estaba en tercer grado. Las relaciones son unos de los mayores dones de Dios para combatir todo tipo de cosas, desde las enfermedades al corazón hasta la soledad.[ii]

Ya sea casado o soltero, joven o adulto mayor, Dios nunca quiso que experimentáramos la soledad.[iii] Y tal vez usted necesite el tipo de amistades que encontraremos en el estudio de hoy.

El escritor estadounidense, Dale Carnegie, dijo una frase famosa hace mucho tiempo atrás – y es que se pueden hacer más amigos en dos meses mostrando interés por otras personas, que en dos años esperando que la gente se interese por usted.

La verdad es que el enemigo no ha dejado de trabajar desde que tentó a Eva hasta hoy intentando aislar a las personas para alejarnos, hundirnos y convencernos de que debemos esperar a que otro tome la iniciativa y le lance la pelota primero. Esto puede pasar en el matrimonio, en el mundo de los negocios, en la familia y ciertamente en la iglesia.

Si usted vuelve a abrir su Biblia en el libro de Eclesiastés, verá que Salomón acaba de mostrarnos la vida solitaria de un hombre avaro y egocéntrico, al que describimos como un viejo tacaño. Está solo, ensimismado, compitiendo mientras corre en su loca búsqueda de conseguir algo más. Se convierte en el ejemplo supremo de la soledad. Y después de esto Salomón continúa este tema de la soledad, y comienza a elogiar y a fomentar las relaciones con los demás.

Vamos al capítulo 4 de Eclesiastés y mire lo que Salomón escribe en los versículos 9-12:

Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Eclesiastés 4:9-12).

Estos versículos nos brindan principios maravillosos para una relación matrimonial. Encontramos el principio de provisión, el de comunión y el principio de protección. Un buen matrimonio no se trata de dos personas compitiendo, sino cooperando en la labor que Dios le va asignando a lo largo de la vida. Y la razón por la que muchos asumen que Salomón está hablando del matrimonio, se debe a la frase: si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente. Pero Salomón no sólo está dando principios sobre el matrimonio, sino sobre la vida, las relaciones. La comunión, el compañerismo y las amistades en general.

Después de estudiar este pasaje, me di cuenta de que Dios ha designado a cada esposo, cada esposa, cada padre, cada soltero, cada viuda, cada joven y cada persona mayor en el cuerpo de Cristo, para servir en Su gabinete como un Ministro de Soledad. Somos llamados a combatir la epidemia. De hecho, resulta que somos la solución. La comunión es la cura de Dios para la soledad.[iv]

Sólo escuche esta lista de mandamientos que encontramos en el Nuevo Testamento y que abordan el tema de esta epidemia, que era tan real en el primer siglo como lo es hoy. Se nos manda a:

  • Gozarnos con los que se gozan (Romanos 12:15)
  • Servirnos los unos a los otros (Gálatas 5:13)
  • Perdonarnos los unos a los otros (Efesios 4:32)
  • Animarnos los unos a los otros (1 Tesalonicenses 5:11)
  • Hospedarnos los unos a los otros (I Pedro 4:9)
  • Orar los unos por los otros (Santiago 5:16)
  • Sobrellevar las cargas de los demás (Gálatas 6:2)

Entonces, ¿cómo luce esto en la vida real?

En este párrafo, Salomón nos da cuatro maneras prácticas para convertir estos mandatos en realidad. Vamos a llamarlas: beneficios de las amistades y las relaciones piadosas. El primer beneficio es:

 

Asistencia Cuando las Tareas son Agotadoras

Volvamos al versículo 9:

Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo (Eclesiastés 4:9).

Este es un consejo práctico y bastante obvio. Salomón continúa comentando sobre el mismo tema de los versículos anteriores, donde vimos al hombre que trabaja solo, sin beneficiar a nadie y sin disfrutar de nada. El viejo tacaño nunca sonríe.

Salomón no dice aquí que usted nunca debe trabajar solo, simplemente está afirmando lo obvio; otro par de manos “reducen la carga a la mitad y duplican la productividad”.[v] Salomón promete que usted va a tener una mejor paga. Esa palabra traducida como paga, puede referirse a bendiciones materiales, y probablemente es el significado principal aquí. Pero Salomón va a usarla más adelante para referirse a bendiciones espirituales también (9:5).[vi] Probablemente haya descubierto bendiciones tanto físicas como espirituales cuando trabajó en un proyecto con otros creyentes. Tal vez fueron a limpiarle la casa a una persona mayor o se coordinaron para prepararle comida a una familia pasando por necesidad. Tal vez se unió a un proyecto de servicio en el que hizo trabajos difíciles y pesados. No fue fácil. Entonces, ¿por qué, al final, terminó siendo tan agradable?  Porque como escribió un autor, “El trabajo con sudor es una herramienta de Dios para reconciliarnos a los unos con los otros”.[vii]

Cuando se trata de las muchas tareas de la vida, tener un amigo que le ofrece otro par de manos es mucho mejor que trabajar solo.

Salomón añade que el segundo beneficio de las amistades piadosas es:

 

Ánimo cuando Faltan las Fuerzas

Fíjese en el versículo 10:

Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante (Eclesiastés 4:10).

Salomón está describiendo el momento en que alguien cae. Imagina a dos amigos caminando y uno de ellos tropieza o cae. Eso lo lastima de tal manera que no puede volver a ponerse de pie. No es sólo un pequeño tropezón. El primer comentario completo que tenemos sobre el libro de Eclesiastés fue publicado en el año 213 d.C. escrito por un líder de la iglesia llamado Gregorio. Este líder del tercer siglo escribe que Salomón está hablando de alguien que ha experimentado una gran desgracia en la vida.[viii] Algo increíblemente difícil que lo tiene literalmente de rodillas.

Salomón advierte aquí: ¡ay del solo! cuando esto suceda. La palabra “ay”, hace referencia a alguien en peligro. En hebreo la palabra tiene una connotación de peligro y advertencia.

Cada vez que luchamos o caemos físicamente, o incluso si aplicamos el concepto más ampliamente como creo que implica Salomón, cada vez que caemos o tropezamos en la vida, necesitamos a alguien que no nos deje tirados, sino que nos ayude a levantarnos.[ix]

El apóstol Pablo les escribió a los creyentes que vivían en Galacia que, cuando alguien tropezaba y caía en pecado o fallaba en su caminar espiritual, aquellos en la iglesia que estaban pendientes y preparados espiritualmente, deberían ayudarlo a levantarse (Gálatas 6:1).

Salomón no está simplemente sugiriere que esta clase de compañía es una buena idea y que quizás le gustaría probarlo. Él dice en realidad que, si no tiene este tipo de compañerismo, usted está en peligro.[x]

El ministro de la soledad ofrece aliento para aquellos que les faltan las fuerzas. Pero hay un tercer beneficio de las relaciones piadosas:

Apoyo cuando la Esperanza Empieza a Debilitarse

Mire el versículo 11:

También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?(Eclesiastés 4:11).

A simple vista, pareciera que Salomón se refiere a la cama matrimonial y, por supuesto, esto aplica, a menos que su esposa tenga los pies fríos. Así no funciona muy bien. Pero el contexto inmediato se refiere a dos personas que trabajan juntas. De hecho, todos los comentarios que he leído sobre este texto dicen que Salomón está describiendo una situación típica en la cultura de su época: Cuando dos compañeros de viaje dormían cerca del otro durante la noche. Y entre más, mejor. Más calor en la fría noche al aire libre. Ciertamente dos son mejor que uno.

Los aborígenes australianos, tenían una frase para dormir a la intemperie en noches frías. Era: una noche de tres perros. En otras palabras, hace tanto frío a la intemperie, que se necesitan tres perros para entrar en calor. Esto era una noche de tres perros.

En los días de Salomón, los viajeros dormían al aire libre junto al camino. Las noches en la tierra santa eran frías, así que se acostaban espalda con espalda para generar calor y así sobrevivir a la noche.[xi]

En ese antiguo comentario que mencioné antes, Gregorio aplica el concepto de dormir juntos a la idea de vivir juntos.[xii] Es decir, este no solo es un buen consejo cuando uno va de viaje, es sabiduría para el diario vivir. Cuando los tiempos son difíciles, cuando soplan vientos fríos de oposición y problemas, cuando la esperanza y la seguridad se debilitan, son momentos en que podemos volvernos insensibles a Dios y Su palabra. Dios parece estar lejos. Necesitamos el calor de un amigo cuyas palabras de consuelo, aliento, y exhortación calienten nuestras almas y aviven nuestra esperanza.[xiii]

El beneficio final de las relaciones piadosas que vemos aquí es:

Fuerza cuando la Vida se Vuelve Amenazante

Salomón escribe en el versículo 12:

Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto (Eclesiastés 4:12).

Algunos ven la Trinidad en esta referencia a un cordón de tres dobleces. Pero no se trata de la Trinidad, aunque sea una doctrina bíblica. Otros dicen que esto se refiere al matrimonio donde el Señor es el tercer doblez. Esa es una verdad maravillosa de que un matrimonio es fuerte cuando Dios, el esposo y la esposa están unidos, y otras escrituras apoyan esa idea. Pero Salomón no está diciendo aquí que una cuerda de tres dobleces no se rompe, sino que no se rompe pronto o fácilmente. Salomón aquí, simplemente está dando más consejos prácticos.

Isaías usa la misma palabra que Salomón usó aquí, en el contexto de un ejército enemigo que llevaría cautivo al pueblo Israel. La palabra “romper” lleva a veces la connotación militar de ser derrotado.[xiv] Entonces, si usted está bajo ataque físico o espiritual, es fundamental tener refuerzos que le cubran la espalda, lo levanten en oración y le recuerden las promesas de la palabra de Dios. Y qué podría ser mejor que un amigo leal como ese, sino dos. Siendo tres, serán mucho más difíciles de vencer.

En otras palabras, Salomón nos dice que la unión hace la fuerza.[xv] De hecho, si uno no es tan fuerte como dos y dos no son tan fuertes como tres; qué tal 100, 200 o 3.000. Salomón está recomendando una vida en comunidad. Este consejo es el antídoto para lo que un líder cristiano llamó “el peligroso virus del individualismo radical,” que ha infectado a los cristianos para actuar como si la única relación que deben tener es con Jesús. Al hacerlo ignorar la realidad de que el cristianismo nunca tuvo la intención de ser una experiencia individual.[xvi]

Este virus no es nuevo, y el peligro de alejarse de la Iglesia sigue siendo tan real hoy como lo fue en el tiempo de los Apóstoles. ¿Cómo lo sabemos? Porque el escritor de Hebreos, tuvo que reprender a los creyentes que estaban abandonando la asamblea y se negaban a animar o a servir a los demás.  “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre.” (Hebreos 10:25).

Pablo tuvo que reforzar la importancia de la humildad en el servicio mutuo, recordándole a la iglesia de Corinto, que no eran creyentes al azar flotando por la vida, sino verdaderos miembros de un cuerpo, la iglesia local, tal como un cuerpo tiene pies, manos, ojos y oídos (I Corintios 12:14). Él también los reprendió por estar diciéndoles a otros creyentes: “No tengo necesidad de ustedes” (versículo 21).

El apóstol Pablo describe un encuentro que tuvo con un ministro de la soledad, cuando le admitió a la iglesia de Corinto que había estado deprimido, traducido como “abatido” que suena más espiritual. Pablo estaba en medio de la lucha. Él escribe que luchaba contra las aflicciones externas y el miedo por dentro, y luego dice: “Pero Dios, que consuela a los humildes nos consoló con la venida de Tito”. (2 Corintios 7:6).

¿Qué sacó a Pablo de su espíritu abatido y deprimido? No fue un versículo, no fue otro libro de la Biblia, no fue plantar otra iglesia, no fue una, no fue otro sermón; fue la llegada de otro creyente. Un refuerzo llamado Tito, que llegó cuando la vida de Pablo se había vuelto difícil, deprimente y peligrosa. Tito no podía hacer eso por Pablo sin ir a visitarlo personalmente.

¿Estamos sirviendo, animando, apoyando, ayudando o fortaleciendo a otro creyente? Querido oyente, el cristianismo no se trata sólo de creer, se trata de pertenecer.  ¿Alguna vez ha pensado en el hecho de que nuestro mundo anhela lo que el Evangelio ofrece y la iglesia demuestra? La iglesia es el antídoto contra el aislamiento. La comunidad local de creyentes se describe en la Biblia como una familia, un cuerpo y un compañerismo.

Caminando Solo

Salomón concluye este capítulo con una parábola, que sirve de ilustración final sobre el peligro de insistir en hacer las cosas solo.[xvii]

Fíjese en el versículo 13:

 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos” (Eclesiastés 4:13).

En otras palabras, este viejo rey se había aislado en su trono y ya no escuchaba a nadie. Fíjese en la frase el rey viejo y necio que no admite consejos. Es otra forma de decir que no tenía a nadie lo suficientemente cerca de él para que le dijera la verdad. Ha alcanzado el pináculo del poder, sólo para estar solo allá en la cima.[xviii]

Versículo 14:

“[Este joven sabio] de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre (Eclesiastés 4:14).

Esta es la típica historia de la pobreza a la riqueza. Aquí hay un joven pobre que ha estado en la cárcel de los deudores, pero que gracias a su sabiduría e ingenio ha obtenido la aprobación de las masas, y antes de que se dé cuenta depone al viejo rey, que nunca lo vio venir.

Ahora el versículo 15:

Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquel. No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu (Eclesiastés 4:15-16).

En otras palabras, el pueblo también se cansó del nuevo rey. También se quedó aislado, sin amigos, y es el siguiente en una larga lista de reyes en perder su trono. Es como si Salomón dijera, en resumen, que las multitudes van a ser inconstantes, pero los amigos van a permanecer fieles.

Tal vez usted esté pensando: “Ojalá tuviera amigos fieles como esos”. Bueno, permítame animarlo con las palabras de un autor que me desafió en esta área. Él escribió: Salí a buscar a un amigo y no había en ninguna parte, fui a buscar a alguien que necesitara uno y estaban por todas partes.[xix]

Por lo tanto, no les dé la prioridad a las posesiones, al poder o a la prosperidad, sino désela a las personas.[xx] Acepte su llamado como Ministro de Soledad, alcanzando y sirviendo a su iglesia, a otros creyentes y aprovechando cada oportunidad que Dios le presente de alcanzar a este mundo solitario que le rodea.

Dígale a alguien esta semana, que Jesús es el mejor amigo fiel, el amigo de los pecadores, y que como usted pertenece a Jesús, usted quiere ser su amigo también.

 

 

Este manuscrito es de un sermón predicado el 19/1/2020 por Stephen Davey.

Copyright 2020 Stephen Davey

Todos los derechos reservados.

 

[i] World Magazine, Quotables, February 17, 2018, p. 12 

[ii] Adapted from David A. Hubbard, The Preacher’s Commentary: Volume 16 (Thomas Nelson, 1991), p. 123 

[iii] Wayne C. Kellis, Life Under the Sun (Westbow Press, 2017), p. 81 

[iv] Adapted from Philip Graham Ryken, Ecclesiastes: Why Everything Matters (Crossway, 2010), p. 115 

[v] John Phillips w/Jim Hastings, Exploring Ecclesiastes (Kregel, 2019), p. 150 

[vi] Hubbard, p. 123 

[vii] David Jeremiah, Searching for Heaven on Earth (Integrity, 2004), p. 94 

[viii] John Jarick, translator; Gregory Thaumaturgos Paraphrase of Ecclesiastes (Scholars Press, 1990), p. 96 

[ix] Charles R. Swindoll, Living on the Ragged Edge (IFL, 1986), p. 43 

[x] Kellis, p. 83 

[xi] Milton P. Horne, Proverbs-Ecclesiastes (Smyth & Helwys, 2003), p. 443 

[xii] Gregory, p. 97 

[xiii] Adapted from Ryken, p. 116 

[xiv] R. Laird Harris, Gleason Archer, Bruce Waltke, Theological Wordbook of the Old Testament: Vol. II (Moody Press, 1980), p. 610 

[xv] Douglas Sean O’Donnell, Ecclesiastes (P&R Publishing, 2014), p. 102 

[xvi] Charles Colson, The Body (Word Publishing, 1992), p. 33 

[xvii] Adapted from Hubbard, p. 124 

[xviii] O’Donnell, p. 105 

[xix] Adapted from Don Givens, Storms of Life (Xulon Press, 2008), p. 66 

[xx] Adapted from Givens, p. 68