Lección 22: Más Que Tres Deseos

Lección 22: Más Que Tres Deseos

Pasaje Bíblico: 1 Juan 5:14-15.
¿Le importan a Dios nuestras oraciones? Si Dios es soberano y su voluntad no puede ser estorbada, ¿para qué orar? El apóstol Juan sigue buscando traer seguridad al corazón de los creyentes y, en este pasaje, él busca traernos respuestas y seguridad acerca de la oración.

Introducción

Varios años atrás, en un episodio de la antigua serie llamada “la dimensión desconocida,” un vendedor de antigüedades, accidentalmente, libera a un genio de una lámpara. El genio inmediatamente promete cumplirle tres deseos, pero le advierte que tiene que escoger cuidadosamente.

El primer deseo de este hombre es recibir un millón de dólares, lo cual el genio le otorga de inmediato. Cuando el pueblo se entera que este hombre y su esposa se han vuelto millonarios de la noche a la mañana, la pareja es inundada con peticiones de amigos y familiares buscando dinero… ellos tratan de ser generosos con todos. Y mientras que su dinero disminuye, la oficina de impuestos se entera de esta inusual situación, así que van y le hacen un control fiscal a la pareja. La cantidad de dinero que este hombre termina debiéndole al gobierno en impuestos es la misma cantidad que le estaba quedando en el banco.

El genio le dijo al hombre, “¿sabes qué? Creo que deberías haber sido más específico y haber pedido un millón de dólares libre de impuestos.

Para su segundo deseo, el hombre pidió poder: ser el líder de un país poderoso en donde nunca pudiera ser destituido de su cargo. Eso resolvería su problema de dinero y lo pondría en lo más alto. Así que el inteligente genio le otorgó su deseo y el hombre se encontró en un bunker militar, rodeado de soldados nazis – el mismo estaba vestido como un nazi y tenía un bigote muy singular. Nuevamente, él no había sido lo suficientemente específico, y el malicioso genio simplemente le había hecho tomar el lugar de Adolfo Hitler.

El pobre vendedor de antigüedades no tuvo otra opción sino la de usar su tercer y último deseo para restaurar su vida como había sido antes.[i]

Pregúntele al creyente promedio acerca de su vida de oración y es muy probable que escuche una mezcla de preocupaciones y frustraciones.

  • Quizás no estoy pidiéndole a Dios de la forma correcta.
  • Quizás él no me está respondiendo porque no soy lo suficientemente específico.
  • O quizás Dios realmente no me quiere ayudar.
  • ¿Es Dios como un genio que le cumple sus deseos solo a los cristianos que realmente le agradan?
  • ¿Le importan a Dios mis oraciones?
  • De hecho, con todo lo que Él tiene que hacer, ¿es bienvenida mi presencia … o solamente estoy interrumpiendo?

El apóstol Juan sabe que cada creyente hace ese tipo de preguntas y tiene esos tipos de dudas.

Y Juan está en una misión mientras termina esta epístola. Él quiere remover toda duda y afirmar que Dios ama a sus hijos; que Dios ya ha ganado la victoria para sus hijos; que Dios ha asegurado nuestra salvación para siempre; y que el cristiano puede saber sin duda alguna que es salvo.

Y ahora llegamos a un texto donde Juan quiere remover toda duda acerca de otro tema crítico para el creyente. Él no solo quiere que sepamos que somos salvos, él quiere que sepamos que podemos hablar con Dios, en todo momento, en todo lugar, y acerca de cualquier cosa.

En los versículos 14 y 15 de 1 Juan 5, Juan habla de tres temas críticos acerca de nuestra vida de oración. Él va a hablar acerca de nuestra confianza en la oración; él va a darnos la condición determinante en nuestra oración. Y él va a revelar una interesante consecuencia de nuestra oración.

Note, primeramente:

La Confianza del Creyente en Oración

Mire la primera frase en el versículo 14. Y ésta es la confianza que tenemos en él.  Literalmente, esta es la confianza que tenemos cuando estamos cara a cara con él.[ii]

Nuevamente, Juan usa esta palabra confianza. Él ya la ha usado 3 veces en esta carta – una vez hablando acerca de nuestra confianza en su pronta manifestación (2:28); nuestra confianza en el día del juicio (4:17) y luego, en el capítulo 3, versículo 21 y aquí en el capítulo 5, él se refiere a la confianza del creyente en la oración.

Permítame pausar por un momento y recordarle que esta palabra confianza es una palabra compuesta. Traducida toscamente se refiere a hablar abierta y honestamente. Es una palabra que originalmente se usaba en el ámbito político para referirse a un candidato que hablaba abiertamente con la verdad.[iii]

Al pasar del tiempo, llegó a referirse a cualquier persona que hablara con transparencia.

Juan está diciéndonos que, sin duda alguna, podemos conversar con Dios abierta, transparente y honestamente. Y Dios mismo nos invita a tal comunión. En otras palabras, Dios está dispuesto a escucharnos. Dios no es un genio con el que uno solo puede hablar brevemente para pedirle 3 deseos y luego “puf” se fue. Él está disponible 24/7. Y su agenda nunca está demasiado ocupada para tener un tiempo con usted.

La verdad es que Juan nos recuerda con esta promesa, la omnisciencia y omnipresencia de Dios. Dios no tiene que filtrar y decidir a quién escucha, a quien responde y a quien no. Él está disponible para usted personalmente – individualmente – cara a cara – siempre que lo desee.

George Mueller escribió una vez, “cuando usted se presenta delante Dios en oración, usted no está superando su desgano – usted está aprovechando su disposición.”[iv]

Me encanta eso: usted no está superando su desgano – “oh no, aquí viene otra vez”. No, usted está aprovechando su disposición. De esta forma, Juan busca remover toda duda del corazón del creyente. Esta es la confianza que tenemos en su presencia.

En segundo lugar, Juan no solo habla de la confianza del creyente en oración, el también habla de:

La Condición para el Creyente en Oración

Note nuevamente, ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.         

En otras palabras,

  • Dios está dispuesto a escucharnos
  • Pero también Dios pone limitaciones a lo que nos concede.

Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Ahora déjeme explicarle rápidamente que Dios oye todo lo que usted ora. En el Nuevo Testamento encontramos ligados el concepto de Dios oyéndonos y la de Dios respondiéndonos; así que, cuando aquí leemos que él nos oye, está dando la idea de que él nos responde.[v]

Y siendo teológicamente correctos, cada oración del creyente es respondida.

  • La respuesta puede ser, si – porque es la voluntad de Dios; y eso es a lo que Juan está refiriéndose aquí
  • Puede ser no, porque no es la voluntad de Dios.
  • Puede ser, eso no. Y Dios tiene otra cosa en mente
  • O puede ser sí, pero ahora no.

Hay al menos cuatro respuestas posibles y todas estas son respuestas de Dios.

  • Si
  • No
  • Eso no
  • Y Ahora no
  • Si oró y no pasó nada – esa fue la respuesta de Dios
  • Si oró y algo paso más adelante – esa fue la respuesta de Dios
  • Si oró y pasó algo distinto a lo que esperaba, esa también fue la respuesta de Dios

Juan está refiriéndose a la confianza que podemos tener mientras maduramos en nuestra vida de oración. Confiamos en que Dios responderá, según su voluntad. Y esa es exactamente la forma en que Jesucristo nos enseñó a orar. Siempre debemos orar con un espíritu sumiso a la voluntad de Dios.

¿Se atrevería a orar si no tuviera esta certeza de que Dios siempre va a hacer lo que es mejor para nosotros?[vi]

Si orar fuera como pedir un deseo al genio de la lámpara y terminara en un bunker donde no quiere estar, o con dinero que solo le trae problemas y arruina su vida. Si pidiéramos ese trabajo, esa relación, esa promoción, la cura para esa enfermedad, y esa oportunidad, solo para darnos cuenta más tarde que eso era lo último necesitábamos.

Howard Hendricks, ahora con el Señor, le encantaba contar una historia cuando tocaba el tema de la oración. En clase, un día, él nos contó que cuando era un joven soltero preparándose para el ministerio, una señora lo invitaba frecuentemente a comer… la razón oculta, ella tenía una hija soltera. Ella un día le dijo, “Howard, estoy orando para que te cases con mi hija” El Dr. Hendricks nos miró a todos y con una sonrisa en su rostro dijo, “¿alguna vez han agradecido a Dios por no responder todas las oraciones?”

Juan está removiendo las dudas acerca de la oración que pueden desalentar al creyente. Si la respuesta que usted estaba esperando nunca llega, quizás podría llegar a creer que Dios no lo escucha o que no se preocupa por usted. Pero Juan quiere dejarlo en claro. Si Dios no responde como usted esperaba, es solo porque lo que usted pidió, estaba fuera de sus divinos propósitos para su vida. Él desea darle a usted solo lo que es mejor para su crecimiento y salud espiritual.

Warren Wiersbe lo pone de esta manera, “Dios ha prometido suplir sus necesidades, no su codicia.”[vii]

Pero quizá este preguntándose ahora, “pero si es la voluntad de Dios que tenga algo, ¿porque debería orar por eso? Porque según la palabra de Dios, Dios no solo ordena la respuesta, si no que también ordena el método para obtener esa respuesta: esa es la oración.[viii]

De hecho, mientras está orando con fe y confianza, la mayor bendición está tomando lugar en su propio corazón, en su carácter y su vida.

Kent Hughes en su excelente libro, las Disciplinas de un Hombre Piadoso, escribe que la oración es como exponerse frente a Dios. Nuestras almas son como placas fotográficas, y la brillante imagen de Cristo es la luz. Entre más tiempo pasamos exponiendo nuestras vidas al sol de Su presencia, más de su imagen va a ser impresa en nuestro carácter.[ix]

Cuando nuestro mayor deseo al orar es ver la voluntad de Dios en nuestras vidas, nuestras peticiones, y nuestra voluntad se inclinan ante la suya. Y eso es parte de lo que Juan quiere enseñarnos aquí. Él escribe: “tengan esta confianza al orar según su voluntad.”

La palabra, según puede traducirse como, “en línea, o en armonía con.”[x]

Así que podemos orar en armonía, o en línea con la voluntad de Dios. Como cuando los niños aprenden a colorear y a mantenerse dentro de las líneas del dibujo – y aprenden también a escoger los colores correctos. El niño empieza regalándole dibujos que terminan pegados en el refrigerador; gente con cabello violeta, nubes verdes, vacas y casas anaranjadas.

Aprender a orar es parecido. Aprender a orar según las líneas divinas – según las limitaciones divinas –limitaciones cuyos propósitos son que vivamos para la gloria de Dios – limitaciones que son para nuestro beneficio espiritual – por eso oramos, hágase tu voluntad.

Pero, de todas formas, ¿porque orar? O sea, si Dios es soberano y su voluntad va a ser realizada, ¿no es que nuestra creciente confianza en él va a disminuir nuestra necesidad de orar? No nos levantaríamos simplemente en la mañana y diríamos, “bueno Señor… es todo tuyo… que venga lo que venga.”

Podríamos llegar a esa conclusión si pensamos que la oración está diseñada para cambiar la mente de Dios o convencer a Dios de que haga algo distinto.

Pero Dios busca cambiarnos a nosotros a través de la oración. Él busca desarrollarnos y fortalecernos, y moldear nuestro pensamiento a través de la oración – a través de estar en comunión cara a cara con el Padre. En el misterio de los propósitos de Dios, él usa nuestras oraciones como el impulso para su divina acción.

  1. A. Torrey, quien fue presidente del Instituto Bíblico Moody, una vez escribió 10 razones por la que debemos orar tal como el apóstol Pablo nos exhortó… a orar por todo y sin cesar.
  • Número 1 – deberíamos orar porque Satanás existe y porque la oración es el medio dado por Dios para resistirlo.
  • Número 2 – porque la oración es la forma que Dios nos da para que obtengamos lo que necesitamos de parte de él.
  • Número 3 – porque los apóstoles consideraron que la oración era una prioridad en sus vidas
  • Número 4 – porque la oración tuvo un rol muy importante en la vida terrenal de nuestro Señor – quien es nuestro ejemplo de vida.
  • Número 5 – porque la oración es el ministerio presente de nuestro Señor. Él está ahora mismo intercediendo por nosotros.
  • Número 6 – porque la oración es el medio que Dios ha establecido para que recibamos misericordia de parte de Él y ayuda en tiempo de necesidad.
  • Número 7 – porque la oración es el medio para obtener la plenitud de gozo de parte de Dios.
  • Número 8 – porque oración con acción de gracias es el medio para obtener libertad de la ansiedad y paz que sobrepasa todo entendimiento.
  • Número 9 – porque la oración es el medio por el cual permanecemos alertas y vigilantes espiritualmente.
  • Número 10 – porque la oración es usada por Dios para promover nuestro crecimiento espiritual y dar poder a nuestras buenas obras, guiar otros a la fe en Cristo, y traer toda otra bendición a la iglesia de Dios.

Así que la pregunta no es, ¿deberíamos orar, o porque deberíamos orar, sino, porque no querríamos orar?

La oración realmente une a gente insignificante como nosotros con el Dios todopoderoso en un compañerismo milagroso, el cual él ha designado para cumplir sus propósitos.

  • Esta es la confianza del creyente en oración.
  • Esta es la condición para el creyente en oración.
  • Tercero, Juan nos señala:

 

Las Consecuencias del Creyente en Oración

Note el versículo 15.  si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos – a todo esto, la palabra “si” – “si sabemos” – es una da a entender una condición cumplida en el idioma original – podríamos traducirlo de esta forma – y ya que sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos – continuamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

  • El primer punto de Juan es que Dios siempre está dispuesto a escucharnos.
  • Segundo, Dios pone limitaciones a lo que nos concede – o sea, oramos para que se haga su voluntad.
  • Y tercero, Dios nos da una promesa inmutable.

Sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Nuevamente, Juan usa el verbo oida traducido sabemos. En otras palabras, esto es lo que sabemos, no por experiencia, sino porque Dios lo dice.

Este es un verbo maravilloso para usar en este caso. Uno podría asumir que Juan usaría ginosko – conocimiento ganado por experiencia. Pero, en cambio, el usa oida – conocimiento obtenido por revelación.

Como verá, uno habrá esperado que Juan escribiera, “mire, basado en mi experiencia, Dios responde las oraciones.” Sin embargo, Juan efectivamente escribe, “basado en lo que Dios ha revelado, Dios responde las oraciones.”

Nuestra experiencia no puede decirnos con seguridad la verdad acerca de la oración. Y para hacer las cosas aún más difíciles, la experiencia de cada persona puede ser distinta a la suya.

Note que Juan asegura nuestra confianza en la oración, basándose, no en la experiencia del momento, sino sobre la revelación del Espíritu; note como Juan usa el tiempo presente en el versículo 15, la última parte dice – sabemos que tenemos – ahora mismo, en el presente las peticiones que le hayamos hecho.

Esa es una confianza sorprendente.

Tiempo presente, tenemos, ahora mismo, las peticiones que le hayamos hecho.

Mencioné a George Mueller anteriormente – él fue un hombre que estuvo encargado de varios orfanatos en Inglaterra, y cuidó de varios miles de huérfanos a mediados de 1800s. En una ocasión, Mueller se había quedaron sin dinero y había empezado a vender todo lo que podía para seguir cuidando de los huérfanos. Luego, una mujer llegó al orfanato. Ella había estado viajando por cuatro días para traer dinero y apoyar la misión. Con el dinero lograron cubrir todos los gastos que necesitaban y aún más. Mueller y el personal del orfanato habían estado orando por cuatro días, por algo que Dios ya había respondido. Mueller escribió las siguientes observaciones en su diario de vida – y lo cito: El dinero había estado cerca del orfanato por varios días sin que recibiéramos alguna prueba de que estaba en el corazón de Dios el ayudarnos. Dios lo hizo de esta forma porque se deleita en las oraciones de sus hijos. además, Dios ha nos permitido orar tanto para probar nuestra fe, y para que su respuesta sea mucho más dulce ahora que la recibimos.[xi]

Temo que muy fácilmente llagamos a la conclusión de que Dios no debe estar involucrado, o interesado, o preocupado… porque él no nos ha respondido en la forma que queríamos después de cuatro días… o cuatro meses… o cuarenta años.

Permítame contarle el testimonio de mi bisabuela. Cuando ella llegó a conocer a Cristo, oró para que su esposo también lo hiciera. Después de 40 años de oración mi bisabuelo aceptó a Jesucristo como su Señor y Salvador. Ese testimonio fue tan poderoso que todos sus hijos finalmente aceptaron a Cristo.

La petición de mi bisabuela estaba en la voluntad de Dios; sin embargo, la respuesta a aquella petición no fue experimentada hasta 40 años más tarde – para que, por varias generaciones, personas fueran impactadas por su disciplina y diligencia en oración.

Conclusión

Así que, ¿a dónde nos está guiando Juan al afirmar nuestra confianza en la oración?

Creo que Juan diría, “vamos a orar.”

Él no nos está enseñando estas cosas para que tengamos más información. Juan no está removiendo nuestras dudas acerca de la oración solo para que seamos un poco más inteligentes – él quiere que nos dediquemos con más seriedad a la oración

La verdad es que luchamos con la consistencia y la pasión en oración porque la oración no es fácil – es trabajo.[xii]

Permítame animarle con el siguiente testimonio.

  1. Sudlow Baxter era un pastor a principios de 1900s. Fue un escritor prolífero, un gran expositor de la palabra. Baxter se graduó del colegio para pastores de Spurgeon en Londres y fue grandemente usado por Dios en su generación.

Aun siendo pastor, el luchó con la oración. Él admitió que permitía que sus responsabilidades interrumpieran su tiempo de comunión personal con Dios. Una mañana él examinó su corazón y encontró que había una parte de él que no quería orara y otra parte que sí. La parte que no quería que orara eran sus emociones; la parte que si quería era su intelecto y su voluntad. Él escribe: Como nunca antas, mi voluntad y yo nos enfrentamos cara a cara. Le hice a mi voluntad una pregunta directa, “voluntad, ¿estás lista para una hora de oración? voluntad me respondió, “aquí estoy, y estoy más que lista, si tú lo estas.” Así que mi voluntad y yo entrelazamos bazos y nos dirigimos a nuestro tiempo de oración. De pronto todas mis emociones empezaron a empujarme en la otra dirección protestando, “nosotros no vamos a ir.” Vi a mi voluntad titubear un poco, así que le pregunté, “¿puedes resistir, voluntad? Y esta respondió, “si, si tú puedes.”

Así que voluntad fue conmigo, y nos arrodillamos para orar, arrastrando todas esas emociones rebeldes y tercas con nosotros. Fue una lucha todo el tiempo. En un punto, cuando mi voluntad y yo estábamos en medio de una seria intercesión, de repente encontré que una de esas emociones traicioneras se había atrapado, y en mis pensamientos y había corrido al campo de golf. Cuando me di cuenta lo que estaba pasando, tuve que ir y controlar esos pensamientos. Un rato más tarde, encontré que otra de las emociones se había escapado, y ahí estaba yo en mi mente, predicando un sermón que aún no había terminado.

Al final de esa hora, si me hubiera preguntado ¿tuvo un buen tiempo de oración? Le habría respondido, “no, ha sido una lucha agotadora con mis emociones contrariadas y mi imaginación holgazán desde un principio hasta el final.” Lo peor es que esa batalla con mis emociones continuó por semanas. Si me hubiera preguntado al final de ese periodo, ¿ha tenido un buen tempo de oración últimamente? habría tenido que confesar, “no, a veces parecía como que los cielos eran bronce, que Dios estaba distante, el Señor Jesús estaba extrañamente esquivo, y la oración no producía ningún fruto.”

Sin embargo, algo estaba ocurriendo. Para comenzar, la voluntad y yo estábamos enseñándole a mis emociones que no podían controlarnos. De hecho, una mañana justo cuando voluntad y yo estábamos yendo para otro tiempo de oración, escuche a una de las emociones susurrarles a las otras, “Ya no vale la pena seguir resistiéndolos; van a hacer lo mismo una y otra vez” Esa mañana, por primera vez, aunque las emociones no estaban cooperando en lo absoluto, al menos estaban calladas, lo que nos permitió a mí y a voluntad, orar sin distracciones.

Luego, un par de semanas más tarde, ¿que cree que paso? Durante un tiempo de oración, cuando voluntad y yo ya no estábamos pensando en las emociones, una de ellas de repente saltó y gritó “aleluya,” a lo que el resto de las emociones exclamaron “amen,” y por primera vez, todo mi ser – intelecto, voluntad y emociones – estaba unido en oración.[xiii]

La oración no debe ser solo nuestra obligación… debe ser nuestro deleite.

La oración es más que tres deseos y un genio que desaparece rápido – es tener comunión cara a cara con el Todopoderoso.

Y no tenga duda alguna, Dios lo escucha, y Dios responde.

Así que oremos.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el día 27/10/2013

© Copyright 2013 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Adapted from Charles R. Swindoll, New Testament Insights on Romans (Zondervan, 2010), p. 173


[ii] D. Edmond Hiebert, The Epistles of John (BJU Press, 1991), p. 254


[iii] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 789

[iv] Quoted by Warren W. Wiersbe, Be Real: First John (David C. Cook, 1972), p. 176

[v] James Montgomery Boice, The Epistles of John (Baker, 1979), p. 38


[vi] Sam Gordon, Living in the Light: 1, 2, 3 John (Ambassador, 2001), p. 207


[vii] Ibid, p. 178


[viii] Ibid, p. 176


[ix] R. Kent Hughes, Disciplines of a Godly Man (Crossway Books, 1991), p. 81


[x] Hiebert, p. 255


[xi] Ibid, p. 283


[xii] Adapted from Hughes, p. 102


[xiii] Hughes, p. 103